jueves, 23 de noviembre de 2023

Literatura tibetana traducida al francés

Lo que sigue es una entrevista sobre literatura tibetana traducida, de Filip Noubel, con traducción de Gabriela García Calderón Orbe, para Global Voices, que lo publicó en castellano el pasado 18 de octubre.


La literatura tibetana contemporánea se escribe en varias lenguas, tras el exilio forzoso de muchos tibetanos después de la huida del Dalai Lama en 1959 y la política de sinicización impuesta por Pekín. Además, nuevas generaciones crecen fuera de Tíbet y escriben en otras lenguas, como inglés y chino.

El caso de la bloguera, poetisa y novelista Tsering Woeser es especial: procede de una familia mixta tibetana y china, y habla con fluidez tibetano, pero ha hecho del chino mandarín su principal lengua de escritura. Aunque goza de libertad creativa, las autoridades chinas le han prohibido publicar y salir del país. Recientemente se ha traducido al francés una recopilación de sus poemas, Amnyé Machen, Amnyé Machen, que relata una peregrinación alrededor de una montaña sagrada del Tíbet, acompañada de fotografías, en el marco de un proyecto en el que participan la autora, el editor, los traductores, un tibetólogo y un fotógrafo.

Global Voices entrevistó a varios de estos participantes, tras una reunión celebrada en septiembre en París con motivo del Festival del Tíbet y los Pueblos del Himalaya. Entre ellos se encontraba Jérôme Bouchaud, director de la revista Jentayu, dedicada en francés a la literatura asiática en traducción, y que publica aquí su primer libro. Brigitte Duzan es también investigadora y traductora de chino, y fundadora de dos sitios web de referencia: Chinese Movies, sobre cine chino, y Chinese Short Stories, sobre literatura china moderna y contemporánea. Y por último, Katia Buffetrille, etnóloga y tibetóloga que estudia –y hace– peregrinaciones en torno a las montañas sagradas, constatando los cambios que han sufrido como consecuencia de la modernización, mientras se interesa por fenómenos recientes como las inmolaciones.

–Filip Noubel (FN): Jentayu empezó como una revista en francés sobre literatura asiática. ¿Cómo fue la transición a la publicación de libros? ¿Qué lugar tiene la literatura asiática entre los lectores francófonos?
–Jérôme Bouchaud (JB): Los diez números de Jentayu han sido una aventura maravillosa, pero la periodicidad semestral de la publicación se me había hecho demasiado pesada. De ahí mi decisión de invertir más en proyectos editoriales a largo plazo. La colección de Tsering Woeser, Amnyé Machen, Amnyé Machen, tardó más de dos años desde el acuerdo del autor hasta su publicación en septiembre. Un círculo de cinco personas –las dos cotraductoras Brigitte Duzan y Valentina Peluso, así como Katia Buffetrille, Woeser y yo– trabajamos en la realización del libro. Las tareas siguen siendo fundamentalmente las mismas –traducir, corregir, promocionar–, pero el cursor ha pasado de lo urgente a lo exigente. La traducción y la corrección del libro resultaron muy complejas, al igual que la selección de las fotografías, y realmente tuvimos que tomarnos el tiempo necesario para hacerlo todo bien. Además, la publicación de la obra completa de una misma autora refuerza los nuevos vínculos entre ella y Jentayu. Nos hemos convertido en su casa, al menos durante el tiempo que dura un libro, y es un gran honor para nosotros acogerla aquí. Ésta será siempre su casa.
A juzgar por las estadísticas, la proporción de literatura asiática traducida entre los lectores francófonos sigue siendo muy limitada, a excepción de la literatura japonesa, que se beneficia del fenómeno del manga. Cada año, la literatura traducida representa entre el 15 y el 20% del total de la producción editorial en Francia. De todas estas traducciones, el chino, por ejemplo, representa algo menos del 1%, lo que la convierte en la primera lengua asiática traducida, después del japonés. En resumen, aún queda mucho camino por recorrer, pero gracias a los esfuerzos continuos de los actores clave -traductores, editores, libreros- las cosas van poco a poco en la buena dirección.

–FN: ¿Qué representan las peregrinaciones a lugares naturales sagrados y cómo están evolucionando?
–Katia Buffetrille: Un tibetano definió la peregrinación como «la ofrenda religiosa de los laicos». La peregrinación en Tíbet es la práctica esencial de los laicos, pero los religiosos no la descuidan. Aunque los peregrinos van a lugares construidos por el hombre, sus pasos les llevan a menudo a parajes naturales (montañas, lagos y cuevas). La peregrinación en Tíbet es un fenómeno social total, asociado a diversas actividades rituales y con dimensiones sociológicas, culturales, económicas, políticas, literarias y, por supuesto, religiosas. A través de esta práctica, los peregrinos buscan obtener una mejor reencarnación, pero también mejorar su suerte aquí en la tierra, con la esperanza de obtener bienes materiales. Las montañas sagradas, consideradas a la vez la residencia del dios de la tierra y el dios mismo, pueden colmar esta expectativa. Este dios de la tierra, el dios de las creencias no budistas, sigue siendo venerado hoy en día, pero bajo la influencia del budismo se ha impuesto la práctica de la circunvalación y los peregrinos caminan alrededor de las montañas como lo harían alrededor de un templo.
La invasión china en la década de 1950 y luego la ocupación tuvieron un impacto considerable en la vida religiosa, pero no sólo eso. Hoy en día, la práctica de la peregrinación se enfrenta a la sinicización, la modernización y la budización, fenómenos superpuestos, a los que hay que añadir las consecuencias del calentamiento global. Mientras que grandes maestros teorizaron la importancia de peregrinar a pie, construir carreteras alrededor de las montañas sagradas está empujando a muchos peregrinos a venir en auto. Por ejemplo, la peregrinación alrededor de Amnye Machen requiere ocho días a pie, pero sólo uno en auto. Esto hace posible que vengan personas de regiones más lejanas, pero ¿qué pasa con la purificación de los actos negativos que se puede conseguir con estos esfuerzos?

–FN: ¿Cuáles son los principales retos al traducir al francés un texto sinoparlante arraigado en las realidades culturales tibetanas?
–Brigitte Duzan: Traducir un texto de un autor tibetano escrito en chino a una lengua como el francés entraña siempre una serie de dificultades, y de retos. La principal dificultad es comprender la realidad cultural y religiosa que hay detrás de un término, ya que el autor se ve obligado a transcribir/traducir a caracteres chinos una palabra o expresión que abarca un concepto, un personaje o una deidad típicamente tibetanos. El ejemplo típico de trampilla es el término huofo [活佛], que no debe traducirse en su sentido literal de «Buda viviente», sino en su sentido real de lama reencarnado, o tulku, posiblemente con una nota explicativa a pie de página, según el texto. Como señala Tsering Woeser en su prefacio: «el idioma en el que escribo no tiene nada que ver con este idioma». En el caso de los poemas de Tsering Woeser, las dificultades se agravan porque traducen su mundo interior. Así que no se trata sólo de traducir, sino de descubrir «todo lo que esconde este lenguaje que utilizo», según sus propias palabras. Esto es aún más cierto en esta colección, que evoca todo lo que deambular por la montaña revela de la profunda religiosidad que subyace en el yo de la autora. El budismo está presente a cada paso, al igual que las ideas que surgen en su cabeza a lo largo del camino, a veces nacidas de una historia que le han contado y que aún tiene que redescubrir o reconstruir.
Las fotos de Katia, su conocimiento de la peregrinación y de la autora, fueron de gran ayuda para comprender este «significado oculto en el lenguaje». La traducción se hizo a cuatro manos, en perfecta simbiosis. Difícilmente podría haber sido de otra manera. A veces tuvimos que pedirle al autor que nos ayudara a entender, pero otras la solución vino del diario que Katia llevó durante la peregrinación. Una traducción de descubrimiento puede describirse como un viaje de descubrimiento.

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