Aparecida en un artículo sin firma publicado en Clarín, la noticia podría referirse a prácticamente cualquier lugar del mundo. La pompa “científica” con que se presenta el problema ya fue debidamente ilustrada en el sketch del Ministerio de Educación del cómico argentino Diego Capusotto (foto), como puede verse aquí.
Para hablar, los jóvenes utilizan sólo 240 palabras
Un notero de un programa de entretenimientos entrevista a Leito, líder del grupo Wachiturros
–¿Qué hobbies tenés?
–¿...?
–¿Cuáles son tus hobbies preferidos?
–Ehhh, no sé qué quiere decir.
–¿Qué hacés en tu tiempo libre?
–Ahhhh, tiro facha con la moto...
Siempre se dijo que el idioma español es un organismo vivo: en su uso diario anida su fortaleza y su crecimiento. De acuerdo a un cálculo de la Academia española de la lengua actualizado al 2010, mientras “un ciudadano medio utiliza entre 500 y 1000 palabras” del español para comunicarse cotidianamente, los jóvenes usan un 25%, “algo más de 240” . El castellano cuenta con casi 100 mil vocablos, o sea que, de ese gran abanico de posibilidades, utilizan un 0,03%. Ahora bien, ¿qué determina esto? ¿Los jóvenes empobrecen su lenguaje y, con ello, su pensamiento? Más aún: ¿está asociado esto directamente con la capacidad de reflexionar? ¿O simplemente ese recorte significa una simplificación y no una derrota cultural?
Las opiniones están repartidas. No hay duda de que manejar un número mayor de vocablos favorece una mejor expresión. Ya lo dijo Roberto Fontanarrosa en su histórico discurso durante el Congreso de
Acaso en las antípodas de ese pensamiento, hace casi dos meses, en un reportaje en
Pese a esa admonición, hay especialistas que son mucho más cautos. O incluso optimistas.
En la misma línea, Mara Glozman, docente de Semiología de
Alejada por completo de una visión elitista del uso del lenguaje, Pardo reconoce la existencia de estudios que aseguran que “algunos hablantes solo utilizarían entre
Según el escritor y ensayista Juan Becerra, “lo que olvidan los defensores de la cantidad es que el poder del lenguaje no radica en las palabras, sean estas pocas o muchas, sino en la inteligencia que las asocia”.
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