Guillermo Piro publicó en el diario
Perfil, del 21 de abril de este año, la siguiente columna a propósito de
una mítica traducción Los siete pilares
de la sabiduría, de T.E. Lawrence,
y su hipotética traductora para la editorial Sur.
Victoria Ocampo y los árabes
Hace unos días vi Phil Spector, la película que hizo para
televisión David Mamet con Al Pacino y Helen Mirren. Pero no es de la película
que quiero hablar. O sí, pero no. En un momento, al comienzo, Al Pacino lleva a
Helen Mirren por los pasillos de su mansión (se hablaba poco antes del
Minotauro y el laberinto, pero el hedor borgeano dura poco y enseguida se ponen
a hablar de cosas más interesantes) y pasa al lado de un retrato de Lawrence de
Arabia que conozco muy bien. Es el que Augustus John pintó de Thomas Edward
Lawrence en 1919. No el retrato hecho con lápiz, sino el otro. Pacino-Spector
dedica alguna breve frase a Lawrence, delante de ese retrato, y sigue su
camino. Pero poco después el nombre de Lawrence vuelve al centro de la escena:
“Como Lawrence, yo sólo quería privacidad”, dice Spector. (Hay otro grande del
rock que también admiraba a Lawrence: Joe Strummer, que imitaba la capacidad de
Lawrence para soportar el dolor físico).
Es conocida la historia de
Lawrence y los árabes, plasmada muchas veces, incluso en vida del propio
Lawrence y, hasta donde sé, en dos filmes: Lawrence
de Arabia, de David Lean, con Peter O’Toole en el papel principal, y Lawrence después de Arabia, de
Christopher Menaul, con Ralph Fiennes en el papel del más grande guerrero,
escritor, traductor y homosexual británico de la historia. Esta última me la
prestó Rodrigo Fresán, otro de los pocos lawrenceanos que conozco. Victoria
Ocampo es otra, que incluso escribió un libro sobre él (338171 T.E.) y tradujo El
troquel. Pero tengo una teoría que creo que –como se dice habitualmente–,
ahora que los responsables están muertos, puedo darme el lujo de divulgar.
Desde hace años los especialistas
se han devanado los sesos tratando de saber quién es el misterioso traductor de
Los siete pilares de la sabiduría, el
libro de Lawrence editado por primera vez por Sur en 1944. El nombre del
traductor no figura; lo que figura son sus iniciales: “R.A.”. No podía ser
Ramón Alcalde, y tampoco Raúl Alfonsín.
Un día, mientras trabajaba en la
librería Gandhi, se me ocurrió preguntarle al corredor de la editorial Sur si
no era posible que encontrara un ejemplar de alguna edición de Los siete
pilares. Una semana después, el corredor apareció con un ejemplar del libro
pero en francés. Me dijo que lo había encontrado en una biblioteca de la
editorial. Al abrirlo, supe por el ex libris que era el ejemplar de Victoria
Ocampo. Pero el ejemplar estaba atiborrado de anotaciones en los márgenes que,
Dios me perdone, eran las anotaciones que sólo puede hacer un traductor. Le
expliqué al corredor que lo mejor era que volviera a poner ese ejemplar donde
lo había encontrado, y desde entonces sostengo que el misterioso “R.A.” no es
otro que una Victoria Ocampo evitando reconocer que un libro escrito en inglés
había sido traducido por ella del francés.
Lawrence dijo una vez que amaba
el desierto porque era limpio. Señora Ocampo, esté donde esté, deje de
avergonzarse, su traducción de Lawrence es limpia y además huele bien. Deberían
reeditarla.
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