viernes, 12 de septiembre de 2014

Un tal Piro dice que un tal Cortázar se entusiasmó con un tal Michaux

El siguiente texto de Guillermo Piro fue publicado, con el sentido de la oportunidad que caracteriza a su autor, en su columna dominical del diario Perfil, el 7 de septiembre pasado. Habrá quien se sienta ofendido, pero los argumentos aquí presentados son irrefutables y también se refieren a uno de los posibles usos de la traducción.

Cortázar y Michaux

Siempre me llamó la atención el plagio flagrante que Cortázar hizo del escritor belga Henri Michaux. Naturalmente no hablo del plagio descarado de un Bryce Echenique o de un Jorge Bucay, porque los escritores de verdad plagian de otro modo. Algunos hablarán de influencia y de homenaje, pero hablar de plagio es menos hipócrita, sobre todo hablando de Cortázar, el escritor menos hipócrita que conozco –estaba por decir el único que no lo es.

Las semejanzas existentes entre Historias de cronopios y de famas y “Retrato de los meidosems” son, de hecho, abrumadoras –y hasta un poco vergonzantes. Y lo mismo ocurre con Un tal Lucas y Un tal Pluma (Un certain Plume) cuyos parecidos se extienden hasta en el título de los diferentes relatos. Le comentaba esto hace unos días a Carles Alvarez Garriga, un filólogo español que junto con Aurora Bernárdez se está ocupando desde hace años de la edición de los papeles inéditos del escritor argentino. Yo pensaba que estaba metiendo el dedo en la llaga, pero para mi sorpresa Carles me habló de un pasaje de los Diarios de Alejandra Pizarnik donde la poeta tilda a Cortázar de “gran plagiador” (como Eliot) y de “gran calculador”, y parece extender el plagio a Michaux y el cálculo a un libro donde yo ese plagio y ese cálculo no llegué a verlos, La vuelta al día en ochenta mundos (creo que por “cálculo” Pizarnik entiende la rara habilidad de Cortázar por apelar a la copia de obras que aún no habían sido traducidas al español; de hecho, Un tal Pluma sigue sin haber sido traducido). Historias de cronopios y de famas es de 1962, y La vida en los pliegues, libro de Michaux que incluye el “Retrato de los meidosems”, fue traducido espléndidamente por Víctor Golstein y publicado por Ediciones Librerías Fausto en 1976. Un tal Lucas, en cambio, es de 1979, y los incautos no tienen razones para no creer que asignarle una serie de aventuras alocadas y surrealistas a un personaje es una buena idea para construir un libro.

Rebuscando un poco más en la web encontré que los escritores Joaquín Pérez Tejada, Manuel Durán, Oscar González Hernández  (académico de la Universidad de Medellín), Jerzy Kühn y Guillermo Mayr también notaron antes que yo esa poderosa influencia, aunque Durán, mucho más benévolo, equilibra las semejanzas entre Cortázar y Michaux con las diferencias (y tiene razón).

Encontré también que Cortázar, en una entrevista concedida a Sara Castro-Klaren, en 1980, dice de Un tal Pluma que esos “pequeños cuentecitos tienen que haber ejercido una influencia en mis cronopios que iban a nacer muchos años después. Son esas cosas de las que uno se da cuenta más tarde; no sé si algún crítico lo ha visto, pero yo creo que, sin esos textos de Michaux, a mí tal vez no se me hubiera ocurrido escribir a los cronopios”.

Sí, Julio, lo vimos.


1 comentario:

  1. Jean Giraudoux dijo que el origen de todas las literaturas era el plagio, excepto de la primera, cuyo origen es desconocido.

    En la historia de la literatura hay ejemplo tras ejemplo de uso y reuso de temas, textos y motivos de un autor por otro. En la antigüedad Homero fue una fuente inacabable de historias que se apropiaban dramaturgos y poetas con liberal entusiasmo. Luego, los cristianos primitivos se apropiaron de dioses e himnos paganos sin recato alguno.

    Y sucede en cosas menores. Simón el Bobito, personaje de las fábulas infantiles del poeta colombiano Rafael Pombo, tiene un pariente cercano en Puerto Rico conocido por el nombre de Juan Bobo.

    Es el mundo contemporáneo, con su obsesión por la novedad, la originalidad, las marcas registradas y los derechos de autor, el que ha desatado la pasión enfermiza de buscar plagio en todas partes. En el pasado lo que importaba era el ingenio y habilidad para utilizar el material ajeno en algo propio.

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