Ursula K. Le Guin y el lenguaje inclusivo
Con traducción de Núria Molines Galarza, Alpha Decay lanzó Conversaciones sobre la escritura, extraordinario librito que funciona, por una parte, como complemento al universo ensayístico de Le Guin, pero también como lección de periodismo especializado. La extensa entrevista que contiene, iluminada con pasajes de sus obras, fue realizada en los estudios de KBOO, una radio local de Portland, Oregón.
Fue meses antes de su muerte en 2018 cuando la autora de La rueda celeste aceptó mantener esta dedicada conversación con el escritor y periodista David Naimon. Allí se abordan distintos aspectos de la escritura que interesarán a lectores en general y sobre todo a ese tipo de lectores con componente vampiro que son quienes también escriben. Y es que Naimon facilita navegaciones arriesgadas por el pensamiento de la gran maestra de la ciencia ficción presentándose, ante todo, como alguien que ha disfrutado todos y cada uno de sus libros.
Del tomo de Alpha Decay, recomendable en su total, destacamos un apartado que da cuenta de la indiscutible actualidad de las preocupaciones que Le Guin (hija de un antropólogo y una licenciada en psicología que también escribía) tenía en mente cuando dio inicio a su obra, hacia 1959.
Es así como en sus años finales, ante Naimon y después de expedirse sobre el valor de la gramática, Le Guin entra de lleno en el tema del lenguaje inclusivo. Enfática contra “los sabelotodos que nos instruyen con toda su pátina de autoridad desde su púlpito”, hace pie en en el momento histórico en el que se modificó el uso del they en singular, probando que en una lengua no existe tal cosa como usos dados, inocentes o correctos, al menos no durante más de un paradigma.
Sobre el they, Le Guin repasa: “Mal no estaba hasta que en el siglo XVIII se inventaron la regla de que he (él) incluía también el she (ella). Esa diferenciación no se hacía antes en inglés; Shakespeare usaba el they en lugar de he (él) o she (ella), lo hacemos a menudo, ahora y siempre, en el habla coloquial. Hizo falta que llegaran los movimientos feministas para reintroducirlo en la literatura. Y es importante, porque es una encrucijada entre el matonismo de la corrección y el uso moral del lenguaje”.
Es Molines Galarza quien aclara en nota al pie la resolución posible en nuestra propia lengua explicando que el they singular en inglés tiene doble uso, “para hablar sin marca de género o como pronombre preferido entre las personas de género no binario”, y que en español nuestra alternativa sería el elle. “Lo usan personas no binarias -para no entrar en la lógica de ella/él- y también se aprecia su uso entre personas que no quieren marcar el género cuando hablan o escriben”, anota la traductora.
“Si lo masculino incluye lo femenino y lo femenino no incluye lo masculino, el mensaje es claro y tiene implicaciones sociales y morales de gran envergadura”, subraya Le Guin. “Por lo que no tenemos por qué usar el masculino genérico como norma, tenemos alternativas, así que... ¿Por qué no usarlas?”, remata.
De nuevo, Le Guin ofrece una voz tremendamente contemporánea -ni qué hablar de sus preocupaciones ecológicas, que pueden rastrearse sin demasiado esfuerzo en sus obras de ficción-. Pero en cuanto al lenguaje inclusivo y el problema de los géneros y las identidades nos dejó además una de sus perlas mayores: La mano izquierda de la oscuridad.
Publicada en 1969, la novela es protagonizada por un viajero interplanetario en misión ecuménica que aterriza en Karhide: “¿Cómo podía esperar yo que este hombre, o cualquiera, creyese mis historias de otros mundos, de otras razas, de un vago y benevolente gobierno instalado en el espacio exterior?”, se pregunta en pleno asombro por los seres con los que se encuentra, apenas parecidos, apenas distintos.
Quienes habitan el planeta Invierno ofrecen características andróginas y el protagonista la cataloga como una especie de humanidad bisexual que ve “activado” uno u otro género por turnos impredecibles. ¿Hasta dónde puede condicionar la vida algo así?, se pregunta Le Guin entre muchas otras cosas en este libro. La novela ganó el Premio Nebula el mismo año de su salida y el Premio Hugo al año siguiente.
En su corajuda e inaugural exploración al problema de los géneros en La mano izquierda de la oscuridad, a Le Guin se le reclamó más adelante el haber utilizado pronombres masculinos para sus personajes andróginos. Naimon, en la entrevista que comentamos, no esquivó el bulto y preguntó si después de tantos años, ella cambiaría algo de esa novela.
“Sin duda, es insatisfactorio referirme en masculino a esas personas sin género (salvo cuando entran en kémmer y se convierten en un ser femenino o masculino de manera temporal). En 1968, usar el they neutro no era una opción plausible, simple y llanamente; ninguna editorial me hubiera publicado el libro”, respondió Le Guin.
Pero los tiempos también cambian y las arenas siempre son movedizas. Algunas preguntas más adelante, como si nos hablara desde el futuro, Le Guin arremete: “Hay que pensar más allá del presente. No hay nada que esté más muerto que la moda del año pasado”.
Una pregunta al moderador: ¿qué son las personas no binarias? En castellano, me refiero.
ResponderEliminarEstimado Aulicino: hice el gasto y fui a Wikipedia, fuente de todo saber y justicia, de donde saqué esta definición que, por deferencia, le copio a continuación: "Dentro de la teoría queer la expresión género no binario se aplica a las personas que no se autoperciben como hombre ni como mujer y que pueden identificarse con un tercer género o ninguno".
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