En La Jornada Cultural, de México, Ricardo Venegas, el pasado 9 de enero, le hizo una entrevista al poeta y traductor Pedro Serrano. Reproducimos a continuación un breve fragmento donde habla de la traducción de poesía.
Dos preguntas
Pedro Serrano (Montreal, 1957) es poeta, ensayista y traductor. En la UNAM imparte el Seminario de Poesía y Traducción y el de Vanguardia y Modernidad. Con Carlos López Beltrán hizo La generación del cordero. Antología de poesía actual de las Islas Británicas, en 2000, y en 2012, Delicados (con filtro), antología de la poesía actual en México. Su último libro de poemas es Cuentas claras y el de ensayos Defensas, ambos de 2014. Tradujo entre otras cosas King John, de William Shakespeare y Gabriel. Un poema, de Edward Hirsch. Obtuvo la Beca Guggenheim para poesía en 2007, y en 2016 el Prix International de Poésie Antonio Viccaro. Pertenece al Sistema Nacional de Creadores.
–¿De qué manera el traductor ha influido en el poeta?
–Traducir abre puertas. Como escribir. En el ejercicio de la traducción se descubren afinidades y contrapesos inesperados. También enseña un poco de humildad. Para mí traducir es una extensión de la escritura, en el sentido común y en el literal: una continuación por un lado, y un extender un poco más la tensión de lo que uno avista por el otro, llevar la tensión de la escritura un poco más allá. Traducir ocupa el lugar de la escritura cuando ésta no aparece por sí sola. Traducir un poema es seguir escribiendo. La diferencia es que el palimpsesto se ejerce sobre un borrador diferente.
–¿Sólo un poeta puede ser buen traductor de poesía?
–Sí, pero hay que aclarar esto. No todos los poetas, aunque hagan traducciones, son poetas cuando traducen y no todos aquellos que traducen un texto poetico están traduciendo un poema. Quien escribe un poema en traducción está siendo poeta en ese momento, aunque nunca haya escrito ni vaya a escribir un poema propio. No es lo mismo la transcripción traducida de un poema que la escritura de un poema en traducción. En el primer caso se está traduciendo un documento, no un poema, y se responde a las normas establecidas de la traducción; en el segundo se está escribiendo un poema, y se sigue la cauda de necesidades de ese poema en la lengua a la que está siendo traducido.
no soy poeta, ergo...
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