Metimos a Matías Battistón en la cuestión, si se nos perdona la rima, y él también tuvo cosas que decir sobre el problema del tuteo y el voseo. Son éstas.
Et vos, Brute?
Sobre el uso del voseo en traducción, como sobre muchos otros temas, tengo una opinión formada, pero yo no la comparto. Es decir, estoy de acuerdo, pero no conmigo mismo. Quizá esto se entienda más si vamos por partes. Para empezar, los argumentos a favor de traducir con voseo me parecen de lo más convincentes. ¿Por qué no vamos a usar nuestro registro coloquial para traducir el registro coloquial ajeno? ¿Por qué los millones de personas que hablan de vos en Argentina no justificarían una edición voseante? Por no hablar de las que viven en Costa Rica, Paraguay, Uruguay, Chile, Ecuador, Bolivia, Colombia, Venezuela, Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua… Es más, si el voseo efectivamente es minoritario dentro del mundo de habla castellana, ¿no valdría la pena defender a esa minoría que lo usa, y hacer lo posible para respaldar, fomentar y naturalizar esta variante en la traducción también?¿Por qué un inglés que habla como un argentino nos debería parecer menos verosímil que un canadiense que habla como un mexicano? Y en el caso de las obras que ya circulan traducidasde tú, ¿realmente no se justificaría que hubiera en paralelo traducciones nuevas con voseo, tanto de la literatura contemporánea como de los más sublimes y admirados bodrios de la literatura universal? En definitiva, traducir de vos me parece lógico, necesario.
Y sin embargo, en general no lo hago. Me pasa lo mismo cuando pienso en dejar de comer carne, en sacar la basura en un horariofijo o en contestar enseguida los mails. Los argumentos me convencen, pero no me influencian. En el caso de la traducción, se me ocurren al menos tres motivos de por qué esto es así. El primero y principal son las restricciones impuestas, porque casi siempre trabajo con editoriales que hacen del tuteo una política de la casa. El segundo es que comparto en gran medida lo que expresó de manera brillante Alejandro González, la idea de que usar el tú, más que una renuncia, también puede ser una dimensión adicional de nuestra idiosincrasia, una manera sutil y propia de marcar y acoger al mismo tiempo, lingüísticamente, la extranjería del otro, recursoanfibio típico y hasta cierto punto exclusivode las comunidades voseantes. Y el tercero, por último, es lo que me pide un texto o, para hacerme menos el sota, lo que yo siento o digo que me pide un texto. Por anacronismo, anatopismo o simple falta de costumbre, en los libros que me tocó o que elegí traducir, cuando hice la prueba de usar el vos, el resultado muchas veces no me convenció.
De más está decir que el resultado tampoco me convenció cuando usé el tú, claro. Pero era un fracaso menos confianzudo. Así y todo, creo más que posible que el día de mañana cambie y me convierta en un profeta del voseo, y prenda fuego a cualquier tibio traductor de tú que se me cruce por delante. Ganas no me faltan. Como dije más arriba, argumentos tampoco. Por el momento, hasta volverme Torquemada o bonzo, la solución que encontré, y que con frecuencia, sorprendentemente, funciona, es aprovechar los intersticios donde el vos y el tú se confunden, se mezclan y se vuelven no una sola cosa, sino dos cosas distintas para dos lectores distintos. Es decir, busco y prefiero, cuando el texto lo tolera y no hay forzamiento, las formas naturales que el lector voseante puede leer como voseo y el lector tuteante como tuteo, eso que en el campo de las ilusiones ópticas se llama percepción biestable, como en el cubo de Necker o la escalera de Schroeder. En lugar de “¿Qué piensas?”o “¿Qué pensás?”, optar por “¿Qué te parece?”. Es una forma de evasión, de escamoteo, de engaño, de paciencia y también, por qué no, de atletismo. “Traduzco novelas enteras esquivando la decisión entre el vos y el tú”, escribe Laura Wittner en su libro Se vive y se traduce. “Considero que es el único deporte en el que me destaco”.
No se trata de una guerra entre el vos y el tú. Si entendí bien, solo traducirías de vos si el registro del original es coloquial. El vos es un coloquialismo extendido en grandes zonas de la población argentina. Pero, como dijo González, todos sabemos que nuestra segunda lengua es de tú. La lengua literaria secreta. En mi caso es fácil verlo: la segunda lengua de mi casa es el italiano, que no se hablaba a diario, solo se lo citaba. A menudo lo hacía mi padre. En el fondo de muchas familias argentinas la segunda lengua es la de los abuelos, italianos o españoles, mayormente, pero también polacos y hasta franceses. En todas ellas se usa el tú, no se conoce nada equivalente al voseo familiar criollo.
ResponderEliminares obvio que seguimos abocados a esa lengua literaria secreta que, además, sirve de medida de "extrañamiento" –hasta cierto punto necesaria– en las traducciones: una traducción es una traducción es una traducción. sin embargo, gran parte de la prevención o la incomodidad que aún nos genera el vos (y no el ustedes, que tiene sus propias anfractuosidades) tienen bastante que ver con nuestra propia idiosincracia de segundones de la lengua, y esto se percibe en el modo tenso y poco natural en que a menudo se fuerza el vos en textos con voluntad de clasicismo o en traducciones de textos ya clásicos. en mi opinión, estamos en proceso de hacer natural y "literario" el uso del vos; esta pequeña polémica es muestra de ello. obviamente no se resolverá normalizándolo a la fuerza, ni mucho menos proscribiendo el tú, pero la lengua culta de los argentinos se está acercando bastante naturalmente al habla en estas últimas décadas, muy alejadas de aquellas en las que esa oposición estaba impulsada por las vanguardias. hoy en día no se es más nacionalizante por proponer el vos o el tú, que son opciones, como se deduce de los distintos aportes, más personales y atentas al original que otra cosa. no está mal que así sea, porque obligan al traductor a elegir a conciencia el lugar desde el que traduce, sabiendo además que ese lugar está en constante bamboleo.
EliminarAndy, no creo que la incomodidad tenga que ver con nuestra idiosincrasia de segundones, que por otra parte dudo que sea esa. El vos nos suena aún local, se distorsiona la voz del personaje si es -supongamos- checheno y lo hacemos hablar de vos. Es tan incómodo para mí como ver en los subtítulos de una serie polaca la palabra chaval. Últimamente los personajes yanquis o ingleses o coreanos en las series dicen "tranquilo" para empezar cada frase. Creo que está de moda en España. No es cuestión de nacionalismo o falta de idiosincrasia. Todo localismo acorta -es lo que me sucede a mí- la distancia brutalmente y eso no es bueno para el pueblo argentino, salute
ResponderEliminarpero es que el vos no es un localismo, es el pronombre personal de la segunda persona singular no formal en toda la argentina, amén de otras áreas lingüísticas hispanoamericanas. hablamos y pensamos en vos pero no nos atrevemos a escribir en vos, y en ese atrevimiento radica gran parte de la cuestión. acuerdo en que la distancia corta es mala para la traducción; también lo es la distancia demasiado larga. habrá un estadio de la traducción argentina en el que el vos suene tan neutro como el tú y no tan impostado. no sé cuándo será eso. ahora, evidentemente, no. pero llegará, cuando lo estético y lo ético de la elección den paso a lo real, como dice lacán que dice kierkegaard.
ResponderEliminarNo sé quién dice qué, cuando se cita a Lacan... Que el vos no sea un localismo no es algo que se decreta. Primeramente, la mayor parte de los argentinos no sabe que en la parte de Cali y en América Central se habla de vos. Para colmo, los uruguayos vacilan entre el vos y el tú, y para los paraguayos el vos es formal (una singularidad: la familiaridad formal): su primera lengua es el guaraní. De modo que sentimos el vos como marcadamente local y muy familiar. Es una percepción que va cambiando, cierto es, al influjo de movimientos migratorios, económicos y turísticos. Pero no es el real lacaniano sino nuestra realidad. Insisto en el tú nos suena de la vieja inmigración, la de los abuelos, como lengua familiar correcta. El problema en la no lo tenemos en todo caso por complejo de inferioridad. En la traducción sería una cuestión de "temperaturas". Para nosotros el vos es demasiado familiar, si cabe. Y no viene solo: todo un lenguaje entre lo familiar y el lunfardo viene con él. No me parece que usar el tú en ciertos casos y el vos quizá en otros -todo es cuestión de medir a ojo las "temperaturas"- alarguemos demasiado las distancias. Ni siquiera si usamos el tú sin más. Porque si el vos es el pronombre personal de la segunda persona singular no formal, el tú es el pronombre personal de la segunda persona singular formal que sigue siendo parte de nuestro idioma (del argentino, por así llamarlo), de nuestro sustrato cultural. Es un "real" lacaniano como el otro. Forma parte también de nuestro pensamiento, que, como señaló González y estuviste de acuerdo, es bipolar. Somos, en cierto sentido, bilingües. El tú no es una impostación. Esto asumido, nos libraríamos de pruritos y contenciones para usar el vos. No por asesinato interior del tú. Y en su medida y armoniosamente, como diría el viejo general. Hasta aquí llego, Sr Nariz, no seguiré para no repetirme. Un prurito castellano si se quiere.
ResponderEliminar"El tú no es una impostación. Esto asumido, nos libraríamos de pruritos y contenciones para usar el vos. No por asesinato interior del tú." estoy plenamente de acuerdo. también, obvio, con nuestra bipolaridad, aunque no la veo intrínseca sino circunstancial; nuestro pensamiento es bipolar pero puede dejar de serlo o, mejor aún, cambiar de polos. para entendernos: no pretendo matar al tú a cuetazos de vos sino darle al vos una voz polar en un mundo (el de la traducción argentina, porque los de las otras áreas que usan el vos no los conozco apenas) en el que el tú venía siendo algo más que un polo. a ver, darle una voz suena pomposo y hasta pedante; digamos que se trataría de encontrarle su lugar natural en esas traducciones, del mismo modo que el tú ya lo tiene. en ese sentido, es más real que el vos, que es, por ahora, y siempre en el ámbito de la traducción local, más un deseo (de algunos, sin duda) que un goce. en mi artículo yo señalaba que esa deriva hacia la naturalidad del vos le cabía antes a la literatura vernácula que a la traducción, que es el coche escoba de la naturalidad lingüística. pero también debo aceptar que mi inclinación por un polo natural del vos en la literatura y la traducción argentinas puede estar condicionada por mi obligada servidumbre al uso de los pronombres peninsulares; es decir que tu distancia y la mía son la misma, jorge, pero tienen direcciones opuestas.
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