Jorge Aulicino es un excelente poeta y traductor, pero además, por más de cuarenta años, fue un gran periodista, que transitó diversas redacciones y que, así, conoció el rigor con el que se trabajaba en otras épocas. De ahí las siguientes reflexiones, tomadas de su Facebook.
"No invertir un peso en calidad"
Si uno no es capaz de conjugar los verbos en el mismo tiempo y modo, algo falla severamente en su cabeza -es una falla imperceptible pero que hará época: se escribe sin pensar en el lenguaje. Y lenguaje que no se piensa, se pudre. Mejor dicho: se convierte en índice de la decadencia del pensamiento y las ideas. No conjugan hoy subjuntivo e indicativo igualmente desde Durán Barba hasta el último cronista de Clarín: "le pidió que explique", "le ordenó que deje", "sugirió que se baje": en lugar de "explicara" (o explicase), "dejara" (o dejase) "se bajara" (o bajase)... (Ejemplos tomados de las ediciones digitales de reputados periódicos en la fecha). [Se refiere al 22 de marzo de 2024]
Todo tiende al presente, porque es mejor vivir en él que en el futuro o el pasado. "Es lo que hay" o "Hay lo que es". Formas prácticas de ver el mundo siempre en carpe diem, de otro modo aterra tanto que no se puede vivir. No es el subjuntivo el que eliminan, sino el subjuntivo en pasado: lo que podría haber sido.Pero no creo que el deterioro de la educación media, primaria y preescolar se deba al plan del imperialismo, se debe más bien a un progresismo mal entendido. Como escribí una vez, las autoridades escolares se pliegan a un juvenilismo estúpido, no es la Fundación Rockefeller la que los instruye en esto, sino su falsa conciencia. El ultracapitalismo necesita administrar sus empresas globales y para eso necesita gente medianamente culta, al menos inteligente. No crean el cuento del robot. El ultracapitalismo se sustenta con miles de "cuadros medios", bien formados, es una maquinaria compleja. He visto cómo se deterioró la calidad del periodismo en la Argentina. Eso sí fue mezquindad y voracidad a cualquier precio. Las empresas se deshicieron de cientos de periodistas experimentados para reemplazarlos por chicos mediocremente formados en la Universidad pública -a su vez, deteriorada por prácticas docentes "progres"-, chicos que no tienen más remedio que aceptar sueldos más bajos, y cumplir más funciones: escribir para el periódico de papel y el digital, crónica o comentario, autocorrección e incluso autoedición. Aquí el progresismo le hizo un gran favor a un capitalismo primitivo, bestial, cuyos "cuadros medios" en el sector administrativo tuve oportunidad de conocer de cerca. Como me dijo alguna vez un subgerente, nuestra única política es "sentarnos" en la caja. No invertir un peso en calidad, que luego fuera a traducirse en cantidad -mejores ventas- Entre otras cosas porque el desprecio de esta gente por el público es tal que no cree que se dé cuenta de si el periodismo es más o menos bueno, si está mejor o peor escrito, mejor o peor informado. Pero ese es "nuestro" capitalismo, el de entrecasa, el que proviene del amarrocamiento puro y duro, y desde luego menosprecia la inteligencia.
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