miércoles, 13 de noviembre de 2024

"Los modelos de IA son máquinas de detección de patrones que priorizan la fluidez en el producto final. Si un editor siente la necesidad de consultar a traductores o editores humanos para ajustar el resultado, está reconociendo los fallos de este enfoque"

El pasado 8 de noviembre, Daniel Gigena publicó la siguiente nota sobre traducción e Inteligencia Artificial, en el diario La Nación, de Buenos Aires. Aquí se ofrece en forma parcial, sin la opinión de los "especialistas" argentinos. En su bajada se lee: "Se probará con libros de algunos autores; en el Reino Unido, un tercio de los traductores han perdido su trabajo por la IA y en la Argentina se teme que la herramienta precarice aún más el sector".

Las editoriales empiezan a usar la inteligencia artificial para traducir

Una de las editoriales más importantes de los Países Bajos, Veen Bosch & Keuning (VBK), adquirida por el grupo Simon & Schuster a comienzos de año, confirmó que utilizará inteligencia artificial (IA) para traducir algunos de sus libros al inglés, según reveló en exclusiva la publicación británica The Bookseller. Un portavoz de VBK sostuvo que estaban trabajando en un experimento limitado con algunos autores holandeses, para que sus libros se traduzcan al inglés con programas de IA generativa. “No estamos creando libros con IA, todo empieza y termina con la acción humana. Las traducciones aún no se han lanzado”, dijo. Ya hay programas de IA generativa orientados a la traducción.

El traductor británico Ian Giles, presidente de la Asociación de Traductores de la Sociedad de Autores (SoA) del Reino Unido, sostuvo que era una noticia preocupante. “A principios de este año, la SoA descubrió que un tercio de los traductores literarios ya están perdiendo trabajo a causa de la IA. Cuando no se pierde trabajo en sí, los traductores luchan por aumentar sus precios frente al desafío de la IA. Esta presión sobre los ingresos de los traductores pone en peligro nuestra capacidad de mantenernos en lo que es una industria muy precaria”.

“Si los autores no dejan que la IA escriba sus propios trabajos, ¿desearían que la IA los tradujera? -razonó Giles-. Los modelos de IA son máquinas de detección de patrones que priorizan la fluidez en el producto final. Si un editor siente la necesidad de consultar a traductores o editores humanos para ajustar el resultado, está reconociendo los fallos de este enfoque. Una traducción de baja calidad, incluso después de la posedición, tergiversará o, en el peor de los casos, afectará negativamente la obra original del autor sin que este lo sepa”.

En la Argentina, varias editoriales consideran la posibilidad de traducir cierta clase de libros con IA. No obstante, en sus contratos varios autores y herederos prohíben explícitamente que se use IA para traducir obras.

En su visita al país este año, el pensador francés Éric Sadin había augurado que los traductores estarían entre los más afectados por los avances y usos de la IA, si no tomaban medidas gremiales. Pero el sector editorial argentino no está sindicalizado y pocas entidades defienden los intereses de los trabajadores de dicha “industria creativa”. Tampoco queda claro el modo en que las editoriales deberían consignar en la página de legales que una traducción fue hecha por IA y, en ese caso, a quién deberían pagarle los honorarios.

Asociaciones profesionales de traductores han declarado los riesgos que corre su profesión con el avance de la IA y su inclusión en el mercado editorial. Los traductores son uno de los eslabones más débiles en la cadena de producción de libros y, si bien la IA no hace por ahora traducciones literarias, el ahorro que las editoriales hacen al utilizar estas herramientas precarizaría aún más el sector. El precio de la traducción puede alcanzar el 20% del costo de producción de un libro.

Consultada por La Nación, Magdalena Iraizoz, directora ejecutiva de Centro de Administración de Derechos Reprográficos (Cadra), dijo que desde la institución velan por “la protección del derecho de autor y consideramos que la IA es una herramienta que, bajo ciertas consideraciones, resulta útil para la realización de contenidos, incluso en el ámbito literario”.

“Sin perjuicio de esto, cabe destacar que siempre tiene que haber una intervención humana que evalúe el trabajo realizado por la IA, muy especialmente cuando se trata de traducciones -agrega-. Es indispensable que un traductor o una traductora corrijan, validen, modifiquen, revisen técnicamente y mejoren ese texto y garanticen la fidelidad con la obra original. En conclusión, desde nuestro lugar, aconsejamos que, si se desea utilizar la IA como herramienta, se debe hacer de manera responsable, con revisión humana y transparencia. Siempre garantizando el derecho de los creadores”.

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