Paseando por Internet, el
Administrador dio con el siguiente texto de la correctora Mónica Basterrechea. Incluido
en su blog, al que se accede aquí: http://mobas.es/blog/2014/01/26/desahogos-de-correctora-desesperada/ Como podrá verse, se trata
de un texto publicado el 26 de enero de 2014. No importa, sigue vigente.
Desahogos de correctora desesperada
No sé si este es el momento de escribir esta entrada,
porque llevo un par de días de muy mal humor a cuenta de una novela que estoy
corrigiendo y puede que mi estado de ánimo me haga ser un poco injusta. Pero,
como muchos de mis problemas vienen por problemas con la traducción de la
novela y sé que el blog lo siguen muchos traductores, voy a quejarme un poco
(que es lo mío). Y aviso desde ya de que voy a generalizar. Ojo con darse por
aludido, que no quiero líos después. Sé que no todos los traductores son iguales
ni tienen la misma preparación, como no todos los editores son iguales. Pero yo
hoy necesito desahogarme.
Os pongo en antecedentes. Estoy con una novela que, tengo
que admitir, no me gusta nada. Me parece un rollazo. Es una novela de consumo
fácil, cuyo autor dudo mucho que aspire al Nobel de Literatura. Es lo que es,
no hay grandes pretensiones, pero la novela tiene que salir bien, debe ser
digna (lo es, de hecho). A pesar de que es un libro de lectura sencilla, la
traducción entraña cierta complejidad que, realmente (y aquí me quito el
sombrero), el traductor ha solucionado de forma muy solvente (y me estoy
refiriendo a terminología muy concreta de un ámbito especialmente complicado
para los ajenos a la materia; no puedo dar más pistas). El problema viene
cuando, aunque el léxico es correctísimo, la expresión es un horror. Muchas
veces incorrecta, otras veces poco natural… Los problemas son abundantes y,
claro, me toca arreglarlos (corrección de estilo, ojo; para más inri, texto ya
maquetado: un infierno en toda regla). Y, al final, veo que estos problemas se
repiten constantemente en casi todos los libros traducidos que me llegan, no
son solo cosa de este pobre traductor que, aunque me lleve ciscando en él todo
el fin de semana (pobre, le habrán pitado los oídos), creo que ha hecho un
trabajo decente. Pero decente no es suficiente. Así que, os voy a contar qué
cosas me encuentro (bueno, las primeras que me vengan a la cabeza). Y si, por
casualidad, resulta que os dais por aludidos en algún punto, pues le pegáis un
par de vueltas a la cocorota, a ver si esto, al menos, sirve para aprender algo
y mejorar…
• En
general, los traductores no tienen ni idea de ortotipografía. Es cierto que cada vez hay más
traductores preocupados por esto, pero, creedme, a la mayoría le da igual. Y,
claro, las reglas no son iguales en inglés, francés, alemán o castellano. Me
encuentro diálogos, comillas y puntuaciones a la inglesa en todas las novelas.
Un mínimo es necesario, fundamental diría yo. Normalmente, las editoriales
tienen normas editoriales con este tipo de cuestiones explicadas (pues las
normas pueden variar un poco de una empresa a otra); es tan fácil como seguir
lo que os hayan dado. Si no hay normas, haceos con libros de ortotipografía
(los de Martínez de Sousa son los mejores) y con buenos manuales de estilo
(además del de Sousa, yo, barriendo para casa, os recomiendo el
Chicago-Deusto).
• En
castellano apenas se usa la pasiva. Lo
natural es usar la voz activa, frases impersonales o la voz pasiva refleja (no
pasiva sin más). Os aseguro que quitar tres o cuatro verbos en pasiva por
párrafo es una tortura. Creo que esto se merece entrada aparte, porque se abusa
de esto por influencia del inglés que da gusto.
• Tampoco
se usa bien el gerundio. Aparte
de los gerundios de posterioridad, se usa con profusión (expresión que me
he encontrado esta mañana en la novela y por la que me han entrado ganas de
asesinar, porque no venía a cuento encima) el
gerundio del BOE (gerundio
que actúa como adjetivo). Es muy normal en inglés, pero en castellano es
incorrecto. Pues, venga, gerundios mal empleados por doquier. Tengo prometida
desde hace meses una entrada sobre estas formas no personales. Acabaré de
escribirla algún día (me da una pereza tremenda). Pero, por favor, si vais a
utilizar un gerundio, paraos un segundo a ver si es correcto o no antes. Y, ante la mínima duda, no lo
uséis, que casi seguro que está mal…
• Cuidado
con los diálogos. Vale
que muchas veces esto es culpa del autor, pero no siempre. No os imagináis los
diálogos que he leído últimamente: más forzados imposible. Y todo por un afán de
«elevar» el registro que no acabo de comprender. Y recalco aquí lo de la puntuación
en los diálogos: hay
reglas.
• Como en la variedad está el gusto, estaría bien que los nexus
temporales no siempre se introdujeran con mientras. Y diferenciar mientras y mientras que tampoco vendría nada
mal… (El junto a y junto con ya son para nota).
• Otra diferencia que parece que no se entiende del todo
bien es la de explicativo-especificativo, sobre todo con los relativos. Y es
importante, porque cambia
la puntuación (el
relativo especificativo no lleva coma y el explicativo, sí).
• Más sobre los relativos: abuso de cual, desaparición (como por arte de magia)
del cuyo, empleo del quienincorrecto… Y, lo peor:
un relativo dentro de un relativo dentro de un relativo… hasta el infinito,
como si fueran matrioskas rusas. Al final te pierdes en la frase
y no hay quien entienda nada.
• Parece que solo existen los verbos comodín. Con decir,
hacer y poner, tenemos una novela montada. Pues no.
Y, en general, hay muchísimas repeticiones de términos. Hay un remedio
infalible, son tres palabras:diccionario de sinónimos.
Podría seguir, la lista podría ser infinita, pero hoy no
tengo tiempo para más (tengo que seguir pegándome con la novela un ratito más).
Por supuesto, tenéis los comentarios a vuestra disposición, como siempre…
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