“Desde 2011 se venden cada vez menos libros argentinos
afuera. En el primer trimestre de 2016 la exportación cayó un 5% más.” Eso
es lo que dice la bajada de la segunda nota de Patricia Kolesnicov sobre la situación del las ventas de libros
argentinos en el exterior. Fue publicada por el diario Clarín del 30 de marzo pasado.
Qué hacer para exportar más libros argentinos
Las
ventas de libros al exterior vienen bajando desde 2011, un poco por la
situación interna –dólar bajo, que encarece los precios y trabas aduaneras– y
un poco porque, como dijeron ayer en la Cámara del Libro, "los otros también
juegan".
En
el primer trimestre de 2016, después de que se levantaron restricciones a la
importación, las exportaciones cayeron un poco más –el 5%, dijeron los editores–
y las importaciones crecieron un 40%. En este último número se incluyen libros
que se editan en otros países y otros cuyo trabajo intelectual se hace
acá pero se mandan a imprimir afuera.
"A
mayor oferta de libros, menos espacio en las librerías para cada uno",
explicaba ayer Martín Gremmelspacher, vicepresidente de la Cámara , que agrupa sobre
todo a editoriales pequeñas y medianas (las grandes están en la Cámara Argentina
de Publicaciones). "Desde la filosofía no podés limitar la
bibliodiversidad, pero hay que reconocer que eso limita la producción
nacional".
Los
tiempos están difíciles. España, para enfrentar su crisis, ofrece a sus
clientes latinoamericanos condiciones ventajosas: buenos precios y hasta dos
años para pagar. Pero resulta que el mercado argentino para los libros es
exactamente ese: América latina. En 2015 el primer comprador fue Chile, con el
20% de lo exportado. Le siguen Perú (17%), Uruguay (15), y México y Bolivia,
con el 9% cada uno.
En
total, el año pasado la
Argentina exportó libros por unos 27 millones de dólares.
¿Mucho o poco? En el mismo período vendió autos por unos 3.600 millones. Un
negocio pequeño: el 50% de los despachos de importaciones se hicieron por menos
de 1.000 dólares y el 75% por menos de 5.000. En este contexto, dicen los
editores, los costos administrativos y burocráticos toman un lugar demasiado
importante.
Para
enfrentar esta situación, la
Cámara tiene un proyecto, que ya ha charlado con Miguel
Braun, el secretario de Comercio. Lo que quieren es simplificar la forma de
exportar. El plan que se usa en otros países, empieza con el llenado por
Internet de las planillas para iniciar la exportación y sigue por canalizar los
despachos a través de los correos locales, sin pasar por despachantes de
aduanas.
El
programa se llama Exporta Fácil y serviría para ventas de no más de 5.000
dólares o hasta 150, 200 kilos. La idea no es nueva, la conversaron también con
el gobierno anterior. "Para una editorial pequeña o mediana –dijo ayer
Luis Quevedo, otro vicepresidente de la Cámara – el costo administrativo de exportar es
inmenso".
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