Silvina Friera publicó
en el diario Página 12 del 8 de abril
la siguiente nota sobre la reacción internacional ante lo que está sucediendo
en la Biblioteca Nacional
argentina.
El daño a la cultura puede ser enorme
El
futuro de la
Biblioteca Nacional (BN), desmantelada y en estado de zozobra
luego del despido de 240 trabajadores y la “suspensión” de los talleres
gratuitos y abiertos para la comunidad, alarma a la comunidad mundial.
Escritores, poetas, filósofos, sociólogos, antropólogos, profesores y académicos
de universidades de Estados Unidos, Francia, Italia, España, Canadá, México y
Brasil, entre otros países, están preocupados y comprometidos con dar
testimonio del impacto que tiene esta destrucción sistemática en la trama
cultural. En el texto de una solicitada internacional recuerdan que el ministro
de Cultura, Pablo Avelluto, anunció que el futuro director de la BN es el escritor Alberto
Manguel. “¿Qué proyecto habrá bajo su nombre? ¿La continuidad institucional de la Biblioteca o su
achicamiento? Los despidos son parte de una política de restricción de las
tareas del Estado. Para la Biblioteca Nacional , esto significa el menoscabo
de sus oficios y de su misión. El daño causado a la cultura y a la vida institucional
puede ser enorme”, advierten el escritor sudafricano John Maxwell Coetzee
–Premio Nobel de Literatura–, los filósofos franceses Jacques Rancière, Alan
Badiou y Patrice Vermeren, la socióloga neerlandesa Saskia Sassen, el sociólogo
italiano Toni Negri, el antropólogo francés Marc Augé, la filósofa
norteamericana Judith Butler, los escritores mexicanos Elena Poniatowska y Paco
Ignacio Taibo, el poeta chileno Raúl Zurita, el escritor y miembro de la Real Academia
Española (RAE), José María Merino; Jennifer Clement (presidenta de PEN
International), las escritoras chilenas Diamela Eltit, Lina Meruane y Alejandra
Costamagna, entre muchos más de una lista impresionante y diversa.
“Queremos
manifestarnos en favor de la Biblioteca Nacional y sus tareas de preservación,
estímulo a la producción cultural, custodia de la memoria impresa y libertad de
pensamiento, desafíos que no puede asumir sin sus trabajadores”, afirman en la
solicitada, que comenzó a circular ayer y que firman también Roberto Fernández
Retamar (Cuba), los argentinos residentes en México Pilar Calveiro y Néstor
García Canclini, las escritoras argentinas Silvia Molloy –que vive en Estados
Unidos– y Alicia Dujovne Ortiz –que reside en Francia–; y el escritor argentino
Saúl Sosnowski, por mencionar apenas un puñado de nombres. “La Biblioteca Nacional ,
caracterizada por su pluralismo y amplitud de criterio, abierta a todo tipo de
expresiones culturales, ha sido gravemente castigada por el actual gobierno
argentino con el despido de 240 trabajadores, una cuarta parte de su planta, lo
que pone en duda su futuro. Sectores enteros de la institución han quedado
comprometidos en su funcionamiento y gran cantidad de sus servicios no podrán
ser brindados a los lectores y a la comunidad. Esta medida, además del daño
causado a los trabajadores despedidos y a sus familias, constituye un golpe a la Biblioteca Nacional
como espacio democrático de expresión y sitio de articulación con saberes
universitarios, manifestaciones artísticas, editoriales, producción literaria e
intelectual”, plantean los intelectuales que suscriben el texto de la carta.
La
socióloga Gisela Catanzaro, investigadora del Conicet y docente de la Universidad de Buenos
Aires, una de las organizadoras de esta movida cultural, cuenta a Página/12 que la BN se transformó “en un
potentísimo espacio para trabajar colectivamente y producir un pensamiento vivo
en el país”. “La Biblioteca ,
donde organizamos infinidad de jornadas, encuentros, congresos y presentaciones
de libros, entre muchas otras cosas, se convirtió progresivamente en un lugar
fundamental que nos acogió a todos, invitándonos a la vez a salir de los
círculos más especializados de las universidades, para encontrarnos con
artistas, lectores y un mundo mucho más tumultuoso y heterogéneo que era
necesario pensar entre todos”, argumenta Catanzaro. “La Biblioteca nos ayudó a
producir las reflexiones teóricas y los debates que, a veces, se habían dado de
forma aislada entre distintas facultades, universidades y núcleos de reflexión
y producción cultural diversos aquí y en el mundo”. La socióloga, autora de La nación entre naturaleza e historia. Sobre
los modos de la crítica (FCE), agrega que muchos de los que firman quieren
expresar su preocupación frente a los despidos masivos dispuestos por el
gobierno de Mauricio Macri y el futuro de la Biblioteca , “un espacio
potente para el pensamiento contemporáneo que no debe dejar de ser”.
Diego
Tatian, decano de la facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad Nacional
de Córdoba, otro de los gestores, subraya que los últimos años de la BN y el Museo del Libro y de la Lengua “van a quedar en la
memoria cultural argentina como una experiencia de institución pública
libertaria, hospitalaria, pluralista y abierta que recuperó buena parte del
archivo intelectual olvidado o desconocido o diezmado, al tiempo que se
constituyó en un gran laboratorio de la lengua y una fuerza productiva de
nuevos significados estéticos y políticos”. “El cuidado de lo minoritario y de
lo raro, las manifestaciones más altas y exigentes de la literatura y el arte,
la investigación académica, se conjugaron con una atención hacia la cultura
popular en una trama viva que liberó al pensamiento de absurdas dicotomías
sacrificiales”, explica Tatian. “Esa inolvidable puesta en obra cultural, y esa
poética de la función pública se ven hoy amenazadas con indicios que permiten
presumir retrocesos burocráticos y rutinas desvitalizadas, que han motivado la
impresionante reacción nacional e internacional en su defensa. Y lo que es
peor, los cientos de despidos entre sus empleados han roto la delicada
contigüidad lograda entre el mundo del trabajo y el mundo de las ideas que los
hacedores de la
Biblioteca Nacional habían logrado con tanta sabiduría
institucional.”
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