El pasado 12 de octubre, con firma de
Ana Clara Pérez Cotten, la agencia TELAM subió a su sitio la siguiente nota en cuya bajada se lee: “Un informe drigido por la investigadora
Gabriela Adamo, que permite caracterizar la actualidad del mercado editorial latinoamericano como ‘un sistema muy desarrollado y sofisticado en su calidad pero tan inestable y afectado por tanta precariedad que es difícil de sostener’. El rol del sector independiente, el efecto de la pandemia y la importancia de las ferias”.
Una radiografía del
sector editorial en Latinoamérica: los desafíos que dejó la pandemia
Para conocer los rasgos generales del sistema editorial latinoamericano e identificar las oportunidades y desafíos que ofrece el mapa para los editores, el Programa de Literatura del British Council encaró un informe, dirigido por la investigadora Gabriela Adamo, que permite caracterizar la actualidad del mercado editorial latinoamericano como “un sistema muy desarrollado y sofisticado en su calidad pero tan inestable y afectado por tanta precariedad que es difícil de sostener”.
El relevamiento, que apunta a tener una visión general de la región y está disponible desde este martes, dibuja el mapa editorial de la región,
estudia el rol de los distintos actores y dimensiona hasta qué punto la
pandemia generó por un lado, una fuerte reconfiguración de todo el mercado del
libro y, por el otro, una oportunidad para los proyectos más pequeños que
pudieron desenvolverse de forma más ágil y estable.
“El British Council de Londres está pensando en armar un programa conjunto y para eso
necesitaba actualizarse. Se organizó un concurso al que se postularon personas
de toda América Latina, me postulé y gané”, repasa Adamo sobre cómo empezó la
sistematización de datos en lo que trabajó desde diciembre de 2020 hasta fines
del pasado marzo con la asistencia de Giuliana Migale.
“El mercado editorial latinoamericano es, en un punto, un sistema desarrollado
y sofisticado en su calidad pero afectado por tanta precariedad que es difícil
de sostener. Entonces, lo pequeño es más estable: navegar mares complicados con
barcos grandes es más difícil de sostener con calidad”, sostiene la
investigadora a Télam sobre las conclusiones a las que la llevó estudiar
durante cuatro meses el universo del libro en Argentina, Colombia, México y
Perú. El ejercicio la llevó a usar una lente de gran angular para mirar todo el
subcontinente (incluso a España y los Estados Unidos de habla hispana) y
aplicar a una visión más estrecha de la situación particular de cada país.
Adamo trabaja desde hace más de veinticinco años en el mundo editorial. Empezó
su carrera como editora en Sudamericana y Paidós, durante más de una década promovió
la traducción de autores argentinos en el exterior y fue directora ejecutiva de
la Fundación El Libro y del Festival Internacional de
Literatura de Buenos Aires.
Se desempeña como traductora e investigadora, da clases en la Universidad de
San Andrés y es fellow de la Fundación Bunge & Born.
“Relevamos todas las estadísticas que existen, las
publicaciones de medios especializados, hicimos un cuestionario por en email a
una red muy sólida de contactos en toda América Latina y mantuve unas 30
entrevistas en profundidad con editores, libreros, traductores, agentes y
especialistas. Combiné el sector privado con el público y las experiencias más
pequeñas y más grandes”, explica sobre el entramado que le permitió generar una
base de información para responder las preguntas del informe.
Al enumerar los desafíos a los
que se enfrenta la industria editorial latinoamericana, el informe repara en la compleja
relación con España, una
desigualdad que es a la vez causa y efecto de una dinámica en la que el país
europeo produce y vende más libros que los veintiún países latinoamericanos
juntos. “La industria española se vio muy afectada por la crisis mundial de
2008, pero está en camino de recuperación, mientras que países como la
Argentina han recorrido el camino contrario. Al comparar las cifras de una de
las mayores editoriales para el período 2011-2020, puedes ver una reducción
del 11% en los ingresos para el mercado español y aproximadamente el 40% para
Argentina”, detalla Adamo.
Como contracara de lo meramente cuantitativo, el informe repara en lo vital del
entramado cultural latinoamericano y en cómo eso impacta en lo que se publica:
“Las editoriales españolas pueden comprar los best-sellers más llamativos (y
caros), pero las numerosas empresas con sede en la Ciudad de
México y Buenos Aires se encargan de traducir una gama mucho más diversa de
libros y autores”.
Al presentar el mapa de la región, el informe explica que el ecosistema de editoriales está integrado principalmente por pequeñas y
medianas empresas, liderado
por “los dos jugadores más importantes de la región que son Penguin
Random House, con sede
internacional, y el gigante español Grupo Planeta”. La baja de las tiradas en los
últimos años es alarmante: han disminuido hasta en un 42% desde 2014. Argentina
es el país más afectado, mientras que México y Colombia se mantienen
relativamente estable.
Ante ese panorama concentrado, muchos
profesionales editoriales ven al sector independiente -más fuerte en México y la Argentina- como meros
“esquemas bien intencionados”, más efectivos en su poder comunicativo que en su
perspicacia comercial. Sin embargo, la sensación es que de forma lenta y tenaz
estas empresas no solo están ganando participación de los lectores existentes,
sino que están creando nuevas audiencias.
Para algunos, 2020 fue una gran oportunidad para ver cómo
sería todo sin las ferias,
ya que era imposible la presencialidad. La mayoría de las ferias ofrecieron algún
tipo de programa virtual, pero las ventas cayeron indefectiblemente. Aunque
algunos de los “rebeldes” dicen que no notaron la diferencia, la mayoría de las
editoriales se quejan mucho de la pérdida del triple efecto de las ferias:
volumen de ventas, mayores márgenes (desde la venta de la editorial
directamente, saltando las comisiones de las librerías) y el publicidad.
Con cierto “cuidado ético”, el estudio
remarca que para quienes pudieron escapar de los efectos más graves en salud o
estabilidad financiera, la pandemia fue un tiempo excepción que pudo usarse
como “campo de experimentación”. Por ejemplo, la cancelación de las ferias del libro importantes de la
región les dio a quienes protestaron en su contra la oportunidad de comprobar
qué tanto las necesitan, algunas editoriales recurrieron a la creatividad para
garantizar la supervivencia o tuvieron que buscar otras formas de promover a
los autores y encontrar puntos de venta.
–Télam:
El informe plantea distintas aristas del “salvavidas del comercio electrónico”
para la industria durante la pandemia. ¿Cómo se articula eso en la región con
el “peligro Amazon”?
–Gabriela Adamo: Es difícil tratar este tema con neutralidad tratando de poner todo
sobre la mesa. Sabemos que cada tecnología trae sus ventajas y peligros. En el
relevamiento durante la etapa del Covid, la tecnología fue de gran ayuda porque
permitió mantener el contacto entre lectores, librerías, editoriales,
bibliotecas y agentes públicos. Sirvió para paliar lo que se perdió por la
presencialidad. Y creo que el zoom llegó para quedarse como una herramienta
democratizadora. Ahora, desde Córdoba podés contactarte con Frankfurt como si
estuvieras en Buenos Aires y eso es necesariamente democratizador. Ahora,
obviamente, los monopolios (Amazon o lo que pasa acá con Mercado Libre) implica
otra complejidad. Es un área en la que el mercado editorial tiene que estar
atento, pero de forma creativa, positiva y proactiva y no solo de defensa que
es una forma muy triste de encarar cualquier proyecto.
–T.:
El relevamiento destaca que, a pesar de la tragedia de la pandemia, 2020 fue un
“campo de experimentación” ¿Qué cuestiones que pudieron probarse te parecen más
relevantes?
–G.A.: Lo del
“Campo de experimentación” hay que tomarlo con pinzas porque creo que fue un
costo altísimo. Pero sí, se vio. Una editora que estaba por lanzar su proyecto,
con el parate general, dedicó todas sus fuerzas al lanzamientos. Muchas
editoriales se quejaban de las ferias por largas y caras y el año pasado se
probó que pasa sin ferias: no creo que haya una persona que diga que se puede
seguir sin feria. Tienen una gran fuerza de dinamización. Hay editoriales para
las cuales las ferias les dejan el 30% de sus ventas. El experimento probó que
necesitamos las ferias económicamente y humanamente para encontrarnos.
–T.: Al analizar los niveles de venta de derechos de
traducción, se explica que varios actores entienden que “pequeño es más
estable”. ¿Qué oportunidades comerciales podrían crecer a partir de este
escenario?
–G.A.: Esto va al meollo del diagnóstico de América Latina.
Somos en un punto un sistema muy desarrollado y sofisticado en su calidad pero
tan inestable y afectado por tanta precariedad que es difícil de sostener. Lo
pequeño a veces es más estable porque navegar mares complicados con barcos
grandes es más difícil de sostener con calidad. Los barcos pequeños pueden
reducir tiradas, publicar menos y adaptarse a las dificultades para sobrepasar
las crisis y después desplegarse con esplendor. Pero soy muy consciente de que detrás
de esto estoy siempre hablando de un mercado chico lleno de precariedades que
ojalá podamos superar porque no es el ideal.
En las conclusiones, el informe acepta que la pandemia dañó enormemente el tejido social de
América Latina, pero sostiene que también produjo una serie de aprendizajes y
nuevas oportunidades. Como expresó uno de los ejecutivos entrevistados: “Creo
que 2021 será un año muy malo, pero un poco mejor que 2020”. Hay
esperanza de que las cosas mejoren lentamente: la región está llena de
“energía, entusiasmo y resistencia inspiradora”.
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