El 24
de septiembre pasado, Karina Mondaca Cea publicó el siguiente artículo en el
sitio de Fundación Teatroamil, de Chile. Aquí se lee sobre tres piezas de
Shakespeare, oportunamente traducidas y chilenizadas por tres renombrados
poetas trasandinos.
Shakespeare bajo las miradas de
Neruda, Parra y Zurita
La
obra del dramaturgo inglés ha recorrido el mundo y también aterrizó en Chile.
Pablo Neruda, Nicanor Parra y Raúl Zurita fueron algunos de los destacados
escritores y poetas nacionales que se atrevieron a tomar su trabajo y crearon
sus propias versiones de grandes clásicos de la literatura.
Dramaturgo,
poeta de todos los tiempos, testigo observador de su época. Cuando se habla de
Sir William Shakespeare muchos son los adjetivos que acompañan su nombre y con
justa razón: el autor se transformó en uno de los principales exponentes de la
literatura mundial y de las artes escénicas.
Por
eso, no fue extraño que creadores nacionales se interesaran en su obra y en la
forma en la que el autor inglés describió al ser humano. Para Pedro Labra,
crítico teatral de diario El Mercurio,
Shakespeare fue “un genio que no solamente a través del teatro pudo retratar la
imagen del hombre y la historia de su pasado. Él inventó lo que es ser humano
hoy”. Y agrega categórico: “Antes de que él escribiera, no había un registro de
cómo cumplimos objetivos y metas en la vida, cómo luchamos por conseguir algo,
cómo sufrimos al perder algo o cómo buscamos ciertos ideales. Nadie lo había
consignado, y él lo registró, lo dramatizó, lo hizo en carne en viva”.
Neruda y los jóvenes enamorados
Uno
de los trabajos más importantes relacionados al legado del autor inglés, fue la
traducción que el Premio Nobel de Literatura Pablo Neruda realizó para Romeo y Julieta, luego que Eugenio
Guzmán, director del Instituto del Teatro de la Universidad de Chile,
se lo solicitara en 1964. “Casi nadie creyó en la posibilidad de que Neruda,
tan interesado en su propia creación, quisiera distraer su tiempo en
realizarla. Pero ante el asombro de muchos, el poeta, sin vacilar un momento,
aceptó”, confesó Guzmán al diario El
Mercurio el día del estreno. “Dos cosas diversas me conmovieron en nuestro
primer encuentro de trabajo: la devoción sin reservas que manifestara Neruda
por la obra de Shakespeare y su respeto por las labores específicas del hombre
de teatro profesional”, agregó.
Pero
para Neruda fue mucho más. Así lo expresó en su libro Para nacer he nacido (1978). “Traduciendo con placer y con
honradez la tragedia de los amantes desdichados me encontré con un nuevo
hallazgo. Comprendí que detrás de la trama del amor infinito y de la muerte
sobrecogedora, había otro drama, había otro asunto, otro tema principal. Romeo y Julieta es un gran alegato
por la paz entre los hombres. Es la condenación del odio inútil, es la denuncia
de la bárbara guerra y la elevación solemne de la paz”.
Así
fue como a finales de ese mismo año, el texto publicado por la editorial Losada
fue trasladado a las tablas del Teatro Antonio Varas, con Diana Sanz y Marcelo
Romo interpretando a los jóvenes enamorados. “Neruda hizo una versión libre y
maravillosa, y tradujo la obra en verso endecasílabo (once sílabas). Todas las
versiones que habían hasta el momento estaban en prosa, pero él la hizo en
verso”, recuerda la actriz que por aquel entonces recién había egresado de la
escuela de teatro. “Fue un hermoso trabajo, muy fiel a Shakespeare, de una
inspiración maravillosa. Era muy fácil de seguir, el oír la armonía, la
musicalidad de la obra”.
Romeo y Julieta de
Shakespeare-Neruda estuvo en cartelera por cerca de seis meses, recibiendo
positivas críticas de la época, como la escrita por el diario Las Últimas Noticias, que se refirió al
montaje como “el superior homenaje del Teatro de Chile a la conmemoración de
400 años del nacimiento de Shakespeare. Merece ser vista y aplaudida”.
Nicanor Parra chileniza El Rey Lear
“Para
traducir a Shakespeare y comer pescado cuidado:poco se gana con saber inglés”.
Esa
fue la advertencia que el (anti)poeta Nicanor Parra hizo en 1991, cuando, a
pedido de Raúl Osorio, entonces profesor de la Escuela de Teatro de la Pontificia Universidad
Católica de Chile; realizó su propia versión de la obra de El rey Lear, el cual tituló Lear Rey & Mendigo.
“Yo
no me imagino a mí mismo ahora sin El rey Lear. Ésta es la última
oportunidad de subirme al último carro del tren. La sensación que tengo es que
yo nací para traducir El rey Lear”,
le confesó el mismo Parra a María de la Luz Hurtado , Jefa del Programa de Investigación y
Archivo de la Escena
Teatral de la Universidad Católica , quien en 1992 lo entrevistó
para la Revista Apuntes de la
misma casa de estudios.
“Lear
está escrito en un instrumento que es el idioma inglés, entonces, yo quisiera
ser el transcriptor de esta composición a otro instrumento que es el idioma
español”, explicó en aquel entonces Parra sobre su método de su escritura, la
que comparó con una transcripción musical. Pero el valor del texto recayó en
cómo lo escribió: español-chileno entrelazado al verso isabelino creado por
Shakespeare.
Así
lo destacó el especialista inglés de Shakespeare, Chris Fassnidge. “Creo saber
a cabalidad que Parra es quizás el único de los grandes poetas vivos que puede
darnos una versión, no sólo en español, sino que en chileno, de manera que
la obra adquiera un sentido especial para un público contemporáneo, en Chile.
Su gran ventaja es la de ser un poeta y acercarse así de manera distinta que si
fuese sólo un académico traduciendo la obra. A través de su intelecto, Parra
puede unir los mundos de la ciencia y las humanidades; pero, insisto, es su
espíritu poético, con su dosis de dolor y alegría, profunda seriedad y completa
irreverencia, el que le permite a este educado y penetrante académico lograr
comprender instintivamente la sabiduría popular, sus expresiones, dichos,
chistes y verdades que, estoy seguro, Shakespeare habría avalado
completamente”, escribió en su artículo “Diario de una producción” para
la Revista Apuntes
(1992).
Lear Rey & Mendigo fue llevado
a las tablas un año más tarde por Alfredo Castro en la dirección y con Héctor
Noguera en el rol protagónico. Recién en 2005 fue publicado por Ediciones
Universidad Diego Portales. En sus 196 páginas se pudo demostrar que, a pesar
de las críticas, revisiones y comentarios, nada se comparará a los versos
punzantes, criollos y vulgares que Parra escribió en honor a Shakespeare.
“La que sea doncella todavía
Y se ría de mí
En el momento triste de mi partida
No seguirá siéndolo por mucho tiempo
Salvo que se nos corte lo que cuelga”.
Y se ría de mí
En el momento triste de mi partida
No seguirá siéndolo por mucho tiempo
Salvo que se nos corte lo que cuelga”.
Zurita y Hamlet
Hamlet ha sido otro de los montajes
que ha captado la atención de los dramaturgos y directores en nuestro país. Una
de sus últimas versiones estuvo a cargo de Gustavo Meza, quien a finales de
2012 trabajó en el texto junto al poeta y Premio Nacional de Literatura en el
año 2000, Raúl Zurita, protagonizado por Jorge Becker.
“Quise
pedírselo a él porque para mí, Zurita es puramente Hamletiano”, explica Gustavo
Meza sobre su decisión sobre el encargado de hacer la traducción. ¿Por qué
Hamletiano? “Por todo lo que había hecho. Un hombre comprometido con un
mundo que no lo quería, pero él sí lo quería cambiar. Lo despreciaba, pero lo
amaba. Ése es él, ese es personalmente en su vida”.
Para
el dramaturgo, la experiencia fue simplemente un placer, y su interés estuvo en
la naturaleza voluble del personaje: “Shakespeare ha sido por siglos nuestro
contemporáneo. Él giraba constantemente, sentía mucha pasión por estar con el
público, y eso hizo cambiante a Hamlet y las distintas relaciones de
sus personajes”.
El
trabajo de Meza fue, además, acercar la obra de Shakespeare al contexto del
país. “Raúl hizo la traducción y yo la adaptación. Me preocupé de la relación
entre los personajes y los tiempos que estamos viviendo, especialmente en
Chile. Mi idea era que pasara ‘piola’ que Hamlet y Ofelia bailaran un tango en
escena, o incluir música de Violeta Parra, que fue alguien muy Hamletiana, por
lo demás. Eso de ‘run run se fue pal’ norte’ es muy ‘to be or not to be’. Al
final el trabajo de Shakespeare es, como dice un autor ruso: describe bien tu
aldea y serás universal”.
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