Damián Tabarovsky, en su columna del
diario Perfil de ayer, vuelve a
ocuparse de la edición independiente. Lo hace a partir de Independientes, ¿de qué?, un volumen de entrevistas de Hernán López Winne y Víctor Malumian con editores de 28
editoriales de latinoamericanas.
La zona independiente
El
otro día un amigo me decía que si la edición independiente hubiera tenido un
buen gerente de marketing, ahora se hablaría de “Nueva edición argentina”, del
mismo modo en que en los 2000 se habló de “Nuevo cine argentino”. No sé cuánto
de verdad hay en el chiste, pero en cambio sí sé que la edición independiente,
en buena medida surgida después de la crisis del 2001, es de lo más interesante
que ocurrió culturalmente entre nosotros, y ha publicado también la mayoría de
los libros más interesantes de estos años. Por supuesto, antes del 2001 estaban
las solitarias Beatriz Viterbo y Paradiso, y luego Adriana Hidalgo, cuyos
catálogos siguen siendo excelentes. Pero después del 2001 surgieron un gran
grupo de editoriales pequeñas, que bajo la estela de las editoriales antes
nombradas, lograron conciliar dos variables antes raramente conciliadas: riesgo
estético y rigor profesional.
Al mismo tiempo, este auge de la edición independiente obviamente va más
allá de Argentina, en sincronía con Chile, México, Uruguay, Colombia, Perú, e
incluso España. La edición independiente es un fenómeno cada vez más
desarrollado, a la espera de que haya, en torno a ella, una mayor presencia de
estudios y masa crítica. En esa dirección, me alegro de la llegada a las
librerías de Independientes, ¿de qué?,
de Hernán López Winne y Víctor Malumian (FCE, 2016), ellos mismos editores de
la buena y dinámica editorial Godot.
Sobre la base de entrevistas a 28 editores de editoriales independientes
latinoamericanas, el libro puede leerse como un gran informe sobre el estado de
situación de la cuestión. Es decir, al mismo tiempo que da cabida a toda una
serie de aspectos técnicos pensados para un público profesional, integrado por
estudiantes de edición, futuros o recientes editores, investigadores
académicos, periodistas culturales, editores de grandes grupos multinacionales
próximamente despedidos luego de alguna nueva multifusión ahora en busca de
nuevos proyectos, e interesados por alguna razón en la edición; es a la vez un
muestrario general de la cada vez mayor centralidad cultural y económica de la
edición independiente.
No es fácil definir qué es una editorial independiente, y López Winne y
Malumian lo resuelven de un modo muy agudo: “Nos parece interesante pensar lo
independiente como una zona dentro del campo de la edición. Lo independiente
como una zona, en lugar de una categoría, nos permite abandonar lo binario (…)
hay editoriales que en un momento dado de su evolución pueden estar dentro de
esa zona del campo y en su devenir alejarse”.
Como suele sucederme, temas que en un libro aparecen como secundarios o
laterales, a mí me resultan centrales (cualquiera de estos días voy a empezar a
sentirme raro). Por ejemplo, el que más de una editorial independiente, en más
de un país, esté formada por editores que, habiendo pasado por alguna carrera
humanística, crearon la editorial como expresión de cierto disgusto frente al
campo académico y a la burocracia institucional. O también, en especial en el
caso argentino, que el libro se centre, con la excepción de Luis Chitarroni de
La Bestia Equilátera, en las editoriales independientes más recientes, varias
de ellas de menos de cinco años de existencia. No deja de ser seductora y
optimista la elección por la extrema contemporaneidad.
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