viernes, 24 de noviembre de 2017

Pedro Serrano y su crónica sobre un encuentro de traducción que tuvo lugar en el sur de Chile

De izquierda a derecha, Carlos López Beltrán, Pedro Serrano, Marina Serrano
Jorge Fondebrider, Jorge Aulicino, Richard Gwyn y Andrés Ehrenhaus



El poeta y traductor mexicano Pedro Serrano tiene sus tiempos. Por eso, a dos meses y medio de terminado el coloquio sobre traducción que tuvo lugar el 6 y 7 de septiembre pasados en la ciudad de Valdivia (Chile), publicó su crónica de esas jornadas en las páginas del Periódico de Poesía n°103, correspondiente a octubre de este año, que, como se publica en México, salió en noviembre.

La troupe y los escolares: el Tercer Coloquio de Traducción
y Literatura en la Universidad Austral de Chile

Podría haber titulado esta crónica o acertijo “The academy & els comediants” y el efecto descriptivo sería el mismo, el de un tránsito virtuoso entre quienes se dedican a la práctica de la traducción, quienes la inquieren desde la trinchera de sus conocimientos de lenguas y aquellas avocadas a su reflexión teórica. Este enroque de posiciones entre la institución y los personajes está señalando una serie de dicotomías, de los agentes y su performancia por un lado, los troperos y el teatro por el otro, y el archivo y sus custodios por otro más, que está empezando a cambiar, saliendo todos de sus trincheras a participar en un carnaval festivo y rico.

Pero esto no ha sido siempre así, porque la traducción también produce sus descontentos. En un texto hilarante en el que desarrolla distintas viñetas de traductores fallidos, Mark Strand narra un diálogo con un profesor de portugués al que no le interesa la poesía en su propia lengua pero que se siente plenamente calificado para traducir al mejor poeta en portugués. “Ustedes los profesores de idiomas son todos iguales”, le contesta Strand personaje. “Conocen la lengua original y quizá un poco la suya, pero eso es todo. Lo más probable es que sus traducciones sean interpretaciones literales, palabra por palabra, sin el carácter ni el sentimiento de la poesía. Ustedes son los primeros que proclaman la imposibilidad de la traducción, pero no le dedican ni un pensamiento a como minimizar su dificultad.”

A pesar de parecer a la vez un balancín y un desbalance, un ajuste de cuentas y un estiramiento de posiciones y actitudes, en una aparentemente irreconciliable distancia entre aquellos que se empeñan por estudiar el fenómeno de la traducción y aquellos que se dedican a representarla, en realidad la traducción es algo en lo que todos los que la practican son a la vez creadores, críticos, teóricos y enseñantes. Y eso es algo que se vio en este coloquio. No todo, por supuesto, fue fluido y suave y comedido, porque si no qué chiste, pero sí estimulante y enriquecedor. 

Amalia Ortiz de Zárate
Y no solo eso, sino que, me parece, muestra por dónde no solo deben ir, sino que ya van enrumbados, los caminos de convergencia entre estas actividades antes exclusivas y excluyentes y ahora destinadas a conversar. Porque a diferencia de otros espacios en los que todo chirría y rechina, durante el tercer coloquio de traducción y literatura organizado por la traductora, escritora y directora de la carrera de lengua inglesa en la Universidad Austral de Chile Amalia Ortiz de Zárate, lo que aconteció allí fue la triple expansión y urdimbre de esas actividades. 

Jorge Fondebrider, Jorge Aulicino
y Verónica Zondek
Por supuesto, estas cosas no las logra una persona sola. Al estrambótico entusiasmo y capacidad organizativa de Amalia se aunó la mesurada puntuación de la poeta y traductora radicada en Valdivia Verónica Zondek, que vio bien cómo debían irse dando las cosas y a quién podían ir poniendo en qué lugar. Zondek, quien acaba de publicar su traducción de Red Doc de Anne Carson para la editorial Trilce de México, fue acompañada también por las recomendaciones e imposiciones de Jorge Fondebrider, el tropero mayor, quien fue responsable de congregar una troupe no solo variopinta sino también impresionante, casi una selección Resto del Mundo, diría yo, si no fuera porque al incluirme estaría pecando no tanto de inmodestia sino de presunción, que es cosa fea. 

Carlos López Beltrán durmiendo
durante el "tejido de actividades"
El tejido de actividades elaborado por estos tres organizadores mágicos logró que de verdad fuera, más que un coloquio, un encuentro. Su virtud radicó en la composición del encuentro, que no fue ni extenuante ni enciclopédico pero sí puntual e ilustrativo, en donde coincidieron académicos de la propia universidad, estudiantes de la universidad, traductores venidos de varios lados y escritores in situ, no todos dedicados a las tres disciplinas pero todos abiertos a las proposiciones de las otras. 

El Tercer Coloquio de Traducción y Literatura fue una joya, de la que no solo se beneficiaron los estudiantes de la Universidad Austral de Chile, sino también los que en él participamos, y no solo ellos y nosotros, sino todos los que se atrevieron a cruzar el continuo chipi chipi que caía en Valdivia para llegar a la Isla Teja, donde está el campus de la Universidad Austral, quienes tuvieron la oportunidad de escuchar conversaciones y exposiciones que casi fueron fuegos artificiales. 

Díganme si no es impresionante que en una sola reunión de tan solo dos días coincidieran los autores en español de La divina comedia, de Madame Bovary, y de los Sonetos de Shakespeare (y de paso de toda su poesía lírica), todo esto acompañado de una impresionante antología de poesía latinoamericana en inglés titulada The Other Tiger, con todo y poetas incluidos. Nada más con esto está servido un banquete de degustación ejemplar.

Amalia Ortiz de Zárate y
Andrés Ehrenhaus
Pero no solo eso, porque al pairo iban, para comentar y discutir, profesores de la Universidad Austral de Chile, tales como Roberto Matamala, investigador en teatro y profesor de letras clásicas, quien habló con Jorge Aulicino de los recovecos políticos de Dante, y Luis Bocaz, quien fuera diplomático en París durante el gobierno de Salvador Allende y posteriormente, allí mismo y durante el exilio, editor de la revista La Araucaria, quien instigó a Jorge Fondebrider, tropero mayor ya dije pero también palafranero de la Catedral de Reims, a explicar por qué había eliminado ciertos términos en su traducción, y a la anfitriona Amalia Ortiz de Zárate que hizo sacar astillas a Andrés Ehrenhaus de donde él solo se planteaba bailar un vals que le salió tango. 

Estas tres digamos conferencias magistrales, no por así tituladas sino porque en verdad fueron magistrales, pautaron las actividades de dos días intensos de trabajo, mañana y tarde, los días jueves y viernes, 7 y 8 de septiembre pasados. Pero para que tal festín resulte redondo se necesita un postre digno, y como la triple corona de los más importantes hándicaps del mundo, fue un acierto incorporar a este diálogo de traducciones la antología de Richard Gwyn.

Richard Gwyn y Marina Serrano presentando The Other Tiger
Ello hizo por un lado que los estudiantes de la Escuela de Pedagogía en Inglés participaran activamente en el Coloquio (además de ya estar activísimos en su organización) leyendo los poemas en inglés, en lo que podemos llamar un diálogo de ida y vuelta, y por el otro, que se invitara a participar a varios de los poetas incluidos en este Otro tigre, tales como los ya mencionados como traductores Jorge Aulicino y Jorge Fondebrider, pero también Carlos López Beltrán de México, Damaris Calderón de Cuba (que, bueno, no llegó, pero invitada estaba), Marina Serrano de Argentina y Damsi Figueroa y Jaime Pino de Chile.

Andrés Ehrenhaus, Pedro Serrano, Marina Serrano,
 J. Fondebrider, Damsi Figueroa, J. Aulicino
y, sentados, Verónica Zondek y Richard Gwyn
Reflexiono un poco sobre lo que sucedió en Valdivia y me digo que quizás más bien lo que está pasando ahora es que ese doble filo de traductores y académicos se está convirtiendo en una punta de lanza, en la que las acciones de traducir, investigar y hacer crítica convergen en una sola figura tripartita. La traducción es cada vez más central en las conversaciones literarias y en los debates sobre literatura en todo el mundo, debido a una convergencia de la idea del traductor como escritor (Amazon lo sabe: siempre que hay un libro en la traducción, que siempre el nombre de sus traductores como "autores" de los libros que venden), su creciente visibilidad y una mayor conciencia de su relevancia en la acción de un texto en una lengua distinta.

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