Probablemente se trata de una de las grandes
noticias del año: la editorial mexicana Sexto Piso acaba de publicar una nueva
versión –la segunda– de los Cantos, del poeta estadounidense Ezra Pound, en
versión del argentino Jan De Jager. Hasta la fecha sólo existía la traducción
del mexicano José Vázquez Amaral (1914-1987), quien por ella ganó en 1975 el
Premio Xavier Villaurrutia. La misma, que salió por el sello Joaquín Mortiz Editor,
de México, fue posteriormente parcialmente republicada (falta el cuarto tomo,
que hasta la fecha nunca salió) por la editorial española Cátedra, que sumó
toda un serie de notas cuyo origen está en las varias ediciones editadas en
inglés.
El volumen de Sexto Piso llegará a la Argentina
hacia abril, para la Feria Internacional del Libro. Mientras esperamos, el Club
de Traductores Literarios de Buenos Aires se comunicó con De Jager, residente
en Holanda y Bélgica, y le realizó una breve entrevista.
“Una
lectura más gratificante”
–¿Cómo
llegaste a Pound?
–Fue un periplo curioso: por supuesto que los Cantos estaban en la biblioteca de la Facultad
de Filosofía y Letras de la U.B.A., pero es un libro que uno quiere tener a
mano todo el tiempo, no sacarlo prestado por tres semanas. Fui a la librería
Kel, de Buenos Aires, y estaban los Pisan Cantos, y un libro de
George Kearns, A Guide to Pound´s Selected Cantos. Así que empecé
por los pisanos y después leí el libro de Kearns, que viene a ser una
introducción con notas. Curiosamente, leí la explicación y las notas de los Cantos “selectos” antes de leer los Cantos “completos” en sí. Muchos años
después conseguí The Cantos. Al principio te diría que Pound me
interesó más por lo que significó para Eliot, Joyce y Hemingway que por Pound
mismo. Su figura aparecía constantemente en las biografías que yo leía cuando
estábamos en la Facultad: la de Joyce de Richard Ellman, y la de Hemingway de
Carlos Baker. De Eliot, ya en la secundaria, nos habían hecho leer Murder
in the Cathedral y de ahí al rol de Pound en la Tierra baldía,
solo un paso...
–¿Por qué
y cuándo te decidiste a traducir los Cantos?
–Las traducciones existen para los
que no saben suficiente inglés como para disfrutar del original. Toda
traducción puede mejorarse. A mí, con todos sus méritos, la de Vázquz Amaral me
resultó un pálido reflejo del texto de Pound. Ahí me
dije: We have to start all over again...
Traduje
cositas sueltas primero, por el año 2003 y de a poco fui sistematizando. Más o
menos desde 2010, esto se transformó en un trabajo diario de traducción,
–¿Con qué
problemas te topaste?
–A esta pregunta te puedo
responder con un tratado de traductología poundiana, que quizás algún día
escriba... Lo más importante, más que ¨problemas¨ te diría que fue dar a cada
momento con el tono y el registro equivalentes al original: procaz, bucólico, telegráfico,
usos regionales, arcaicos, parodias de acentos, abreviaturas etc. Etc
–¿En qué
se diferencia tu traducción de la de Vázquez Amaral?
–Lo primero sería decir que hay
muchos errores de interpretación y equivalencia. Ahí, digamos, se podría
emparchar su traducción. Pero el otro problema es más grave: Vázquez Amaral no
es sensible a los cambios de tono y registro. Aplana todo hasta tornarlo casi
prosaico, a lo largo de toda la traducción. Eso no se puede emparchar y Pound
sobrevive apenas: están los contenidos, sí, salvo los errores que mencioné,
pero lo que el mismo Pound llamaría “voltaje poético” está muy mal reflejado.
Por otra parte, si consideramos la traducción de Cátedra –que
es la única que hoy en día se consigue–
ni siquiera terminó de publicar los Cantos,
falta el volumen 4, o sea que la única edición completa de la traducción de Vázquez
Amaral es la mexicana de 1975, agotada hace añares.
–Entiendo
que tu traducción no tiene notas. ¿Creés que no son necesarias? Y si así fuera,
¿cómo puede el lector reponer lo que falta en términos de referencias
culturales?
–A Pound se lo lee demasiado de una manera que yo
llamo vertical. A cada referencia peliaguda, la mirada baja en
picada a las notas al pie. En consecuencia se fragmenta en mil momentos breves
la lectura. Quiero propiciar la lectura horizontal para que el
verso, su cadencia, sus contrastes, también sus oscuridades, funcionen en un
continuo. No olvidar que The Cantos en el original tampoco
tienen notas. El lector, después de una primera lectura, si quiere va y busca y
rebusca y luego vuelve al texto, ya con otro bagaje. Es una lectura más
exigente (o menos cómoda) pero mucho más gratificante.
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