El actor holandés Rutger Hauer, haciendo del androide Roy Batty
en el primer "Blade Runner"
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En general, se tiende a copiar hablas
consideradas prestigiosas, reproduciendo los términos empleados por esas
personas a las que por poder político, económico o religioso se considera cultas.
Tal vez en otras épocas eso pudo ser verdad. Ahora, ya no: basta con escuchar a
muchos de los presidentes –con o sin papa en la boca– y políticos actuales para comprender que no es así. Desplazado el
eje, hubo también en su momento quien creyó que los que están en la radio y en
la televisión podrían constituir buenos ejemplos de lo que es hablar
correctamente. Tampoco es así: haber estudiado para locutor, impostar la voz, estar
efectivamente en el éter, no es motivo suficiente. De hecho, toda esa gente
suele hablar del “punto álgido” como del momento más caliente de algo (cuando “álgido”
significa muy frío), o usan el verbo “enervarse” para significar que alguien
está muy nervioso (cuando el significado indica no tener nervios). ¿Hace falta
mencionar el hoy muy difundido mal uso del verbo “asumir”, que en inglés
significa “suponer”, pero que en castellano quiere decir “aceptar” o “hacerse
cargo”? Todas estas cuestiones producen malhumor. Es lo que uno puede
corroborar con otros ejemplos, como se lee en el siguiente texto escrito
recientemente por el poeta, traductor y por muchos años periodista Jorge Aulicino, a quien acompañamos en
el sentimiento.
Cosas que no voy a hacer,
Aunque no le importe a nadie
La cuestión de modificar el lenguaje
sobre la base de la traducción literal o por semejanza:
Se escribe –y quizá pase al lenguaje
hablado– "nombrar" por llamar o bautizar: "Fue nombrado Carlos
pero lo llaman Carlitos".
Se escribe –y ya se dice–
"aplicar" por corresponder: "La cuestión de las marsopas no
aplica en este caso".
Acabo de ver una publicidad de
Garbarino en la que me invitan a usar "el beneficio ANSES", para lo
cual debo poner mi nombre y aparecerá un cartelito "en caso de que
aplique".
Hace treinta años una traducción
literal o por semejanza consagró el "replicar" por reproducir. En la
Argentina se hablaba de "réplicas" por copias, pero el verbo solo era
usado en su significado de responder. La mala traducción o traducción por
semejanza era en realidad con el sustantivo "replicante" usado en los
subtítulos de la película Blade Runner.
Los replicantes eran robots. Y en realidad eran réplicas (copias) de los seres
humanos.
El verbo “nombrar” por llamar, el “aplicar”
por corresponder y el “replicar” por repetir o reproducir no los voy a usar, no
puedo usarlos. Me parecen guiños estúpidos a malas lecturas del inglés de Nueva
York, como ponerse la capucha de un buzo cuando no llueve. Tilinguería, en fin.
Como dijo un crítico también bastante tilingo, Blade Runer creó "la estética de una década". A mi
juicio, hizo un estrago mayor: destruyó el libro de Philip Dick y sembró en
todos los diarios de la Argentina el verbo replicar, el cual se usa aplique o
no aplique.
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