“En Argentina la venta de libros digitales crece
lentamente, mientras que en Estados Unidos se estancó. El libro en papel, en
tanto, sigue creciendo. Esto contradice todos los pronósticos de la industria”,
anuncia la bajada de la nota publicada por Silvina
Friera, en el diario Página 12,
del 18 de febrero pasado.
La memoria vegetal resiste.
El vértigo apocalíptico es como una chispa que se enciende
cada vez que emerge una innovación tecnológica. La velocidad de la palanca de
cambio, las transformaciones en las reglas de juego generan, en el mejor de los
casos, una mezcla de expectativa y ansiedad que se traduce en no quedarse “un
paso atrás”. En el campo de las predicciones negativas, algunos, muy sueltos de
lengua, anunciaron la próxima desaparición del libro impreso frente al
impetuoso avance del e-book. Los pronósticos de que en 2017 las ventas en
soporte electrónico en Estados Unidos superarían a las de papel no sólo no se
cumplen, sino que los datos del año pasado confirman la tendencia, apuntada ya
en 2013, de que las cifras de crecimiento acelerado del formato digital están
estancadas. Los amantes del papel, sin ánimo de sentenciar un triunfo por
anticipado, siguen leyendo con la certeza de que larga será la vida del “templo
de la memoria vegetal”, en palabras del semiólogo italiano Umberto Eco. Lejos
del imaginario bélico, los soportes convivirán muchos años más.
Por estos pagos, en 2013 se registraron 27.757 títulos en
Argentina –88.171.750 millones de ejemplares–; un aumento del 5 por ciento
respecto de 2012 en la cantidad de títulos, según el Informe Estadístico Anual
de Producción del Libro Argentino, realizado por la Cámara Argentina del
Libro (CAL). “Los valores para soporte de producción se mantienen estables,
mostrando un crecimiento lento del libro digital”, se afirma en este informe.
El 83 por ciento de los títulos publicados fue en formato papel y el 16 por
ciento en e-book (el uno por ciento restante corresponde a fascículos). El
porcentaje apenas varía en 2012: 82 por ciento el libro impreso y 17 por ciento
el libro digital.
La venta de e-books crece menos de lo previsto en el mercado
estadounidense. Si en el primer semestre del año pasado había alcanzado el 23
por ciento, la cifra bajó en el último cuatrimestre hasta el 21 por ciento,
según el último informe de Nielsen Books & Consumers, publicado por la
revista Publisher Weekly. Como contrapartida, el libro impreso de tapa blanda
subió del 42 al 43 por ciento en el mismo período y el de tapa dura llegó al 25
por ciento. También aumentaron las ventas del número de ejemplares impresos con
un alza del 2,4 por ciento en 2014. Las librerías londinenses Foyles y
Waterstones confirmaron que las ventas de libros en papel se incrementaron en
la última Navidad un 8 y un 5 por ciento respectivamente respecto del año
pasado, lo que llevó a la revista Time a preguntarse si el libro digital había
dejado de ser un icono significante de moda. En cambio en España, el soporte
electrónico es poco aceptado. Según la encuesta del CIS (Centro de
Investigaciones Sociológicas), realizada a 2477 personas mayores de 18 años, el
79,7 por ciento de los lectores asegura que prefiere leer libros en papel que en
pantalla. El porcentaje sube al 80,1 por ciento en las edades de 18 a 24 años, mientras que el
número de españoles que muestra su poca o nula predisposición a leer libros
electrónicos en el futuro es muy alta: el 46,6 por ciento.
“Los últimos dos años fueron de adaptación a este nuevo
mercado que crece día a día”, plantea Julieta Lorea, analista de Comunicación
Digital del Grupo Editorial Planeta Argentina, a Página/12. “En Latinoamérica este mercado en pleno desarrollo
todavía no representa un porcentaje comercial significativo; ronda entre el 1 y
el 2 por ciento. Sin embargo, llevamos cuatro trimestres creciendo a un 20 por
ciento en unidades vendidas, un buen crecimiento sostenido. Desde que empezamos
a digitalizar títulos en 2011, nuestro catálogo ha crecido mucho y los
resultados son que a mayor catálogo mayores ventas. Actualmente contamos con
aproximadamente 700 títulos digitalizados y disponibles en tiendas. En general,
todas las novedades locales están disponibles en e-book y de a poco se van
digitalizando también los libros de fondo.” Catalina Lucas, digital manager de Penguin Random House
Argentina, coincide: “El incremento ha sido constante, tanto en la oferta de
nuestro catálogo –contamos con más de 10.000 títulos en formato digital además
de apps y audiolibros–, como en ventas. El aumento de las ventas del grupo está
muy por encima de las del mercado de e-books en castellano. En 2014 el libro
digital en castellano estuvo alrededor del 2 por ciento y para la editorial el
crecimiento superó el 20 por ciento”, compara Lucas.
¿Cómo explicar, entonces, el estancamiento de los libros
electrónicos en Estados Unidos? La digital
manager de Penguin Random House advierte que los porcentajes de crecimiento
interanual se desaceleran en concordancia con la madurez a la que va llegando
el mercado. “Mientras algunos desaceleran otros aceleran su crecimiento. El
libro digital en Argentina representa un 2 por ciento, en España un 5 por
ciento y en Estados Unidos un 30 por ciento.” Martín Rolando, encargado de la web
de la Boutique
del Libro, cuenta que la librería empezó a vender e-books en 2011. Ese año el
porcentaje de libros digitales sobre el total de libros vendidos fue del 14,6
por ciento. En 2012, trepó al 36,2 por ciento; en 2013 aumentó al 43,8 por
ciento y en 2014 llegó al 44,5 por ciento. “Por lo que va de este año, parece
que nos amesetamos en un 44 por ciento. Pero cuando hablamos de neto facturado,
las diferencias son marcadas, lo que indica la tendencia general de que el
número de libros en papel disminuye –tanto en el mostrador como en las sesiones
de compra en el sitio–, pero el valor unitario aumenta y mucho, cosa que no
ocurre con el libro digital, que aumenta de precio más lentamente que el libro
impreso”, aclara Rolando.
La producción de libros en soporte electrónico en América
latina fue de 16,3 por ciento en 2013, según datos del Centro Regional para el
Fomento del Libro en América Latina y el Caribe (Cerlalc). La irrupción en el
2007 del Kindle, el e-reader de Amazon, entusiasmó a un puñado de analistas que
auguró una explosión de consumo que no fue. Hoy la venta de tabletas y
smartphones supera la de los e-readers. Amazon no informa sobre las ventas de
sus Kindle, aunque según The Financial
Times, las unidades vendidas se han hundido a partir de 2011 porque los
consumidores no encuentran razones para actualizar sus aparatos o porque optan
en su lugar por tabletas multifuncionales. Un informe de la consultora Deloitte
estima que en todo el mundo el libro en papel representará en el 2015 más del 80
por ciento de todas las ventas. Las cifras del estudio indican que el libro
impreso representa en Alemania el 95 por ciento de las ventas, en Japón es el
85 por ciento, en Canadá el 83 por ciento y en el Reino Unido el 86 por ciento,
muy lejos del panorama que trazaban los expertos en 2007.
Librero experimentado con más de tres décadas al frente de la Boutique del Libro de San
Isidro, Fernando Pérez Morales pega en la tecla del sentimiento de muchos
lectores: “Al libro de papel no hay con qué darle. La flecha del e-book ya no
es de crecimiento, y en cambio el libro de papel sigue creciendo día a día.
Creo que la gran diferencia es que el libro de papel no sólo tiene 1000 años,
sino que cada día va a ser más lindo, y un e-book es un e-book”.
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