Como ya ha demostrado la investigadora
periodística española Raquel Ejerique (ver
la entrada del 7 de febrero de 2020, en este blog), la Real Academia Española
es una empresa privada al servicio del Estado español, que busca, a través del
engaña pichanga del “panhispanismo”, ejercer un control sobre los hablantes del
castellano en todo el mundo para seguir haciendo negocios. La mayoría de las academias de la lengua de
Hispanoamérica, siempre desesperadas por fondos, transigen en que muchas de las
grotescas reformas de la RAE se conviertan en ley de la lengua. Pero, por fuera
de esas instituciones generalmente vetustas, está el habla de la gente y uno de
los más difíciles problemas que ahora mismo deben enfrentar los guardianes de
la hispanidad es el empleo del lenguaje inclusivo. En el último round, ocurrido
hace apenas unos pocos días, Santiago
Muñoz Machado, un abogado de barba y corbata que preside la RAE, salió a criticar
retrospectivamente a Carmen Calvo, vicepresidente de España, que
insistió para que se revisara el uso de un castellano sexista en la
Constitución de su país (ver entrada del 30 de julio de 2018 en este mismo
blog). La patética excusa del coso éste –incluida en un artículo de Claudia Peiró, publicado por el diario
argentino InfoBAE– ahora se basa en razones estéticas. ¿Hasta cuándo se le va a
prestar atención a esta gente ridícula?
El director de la RAE sobre el lenguaje
inclusivo: “El desdoblamiento altera
la economía del idioma y estropea una lengua hermosa”
Recientemente hubo polémica en la Argentina cuando se
escuchó al presidente Alberto Fernández, decir “todes”. Pero el comentario del director de la RAE no iba dirigido al mandatario
argentino. No especialmente en todo caso.
El jurista que preside
actualmente la Real Academia Española concedió una larga entrevista al diario El
País en la cual, entre otros temas, evoca la polémica por el
lenguaje inclusivo y las conclusiones que el tradicional organismo elevó al
Gobierno.
“Tenemos una lengua hermosa y
precisa. ¿Por qué estropearla con el
lenguaje inclusivo?”, preguntó Santiago Muñoz Machado, director de la
RAE desde 2018.
“¿Contarán el momento en que
le entregaron el informe sobre lenguaje inclusivo a Carmen Calvo,
vicepresidente del Gobierno, que se lo encargó?”, le preguntaron a Muñoz Machado.
“Ella
se disgustó. Le pareció que no quedaba acorde con lo que pretendía”, fue la respuesta.
Las cosas ocurrieron de este
modo: en julio de 2018, con la llegada del PSOE (Partido Socialista Obrero
Español) al gobierno, Carmen Calvo, una de las vicepresidentes de la nueva
administración, denunció el lenguaje
“machista” de la Constitución española y anunció su intención de
encargar un peritaje a la Real Academia Española sobre la posibilidad de
corregir ese texto siguiendo criterios supuestamente inclusivos.
La respuesta de la RAE fue que no había nada, desde el
punto de vista lingüístico, que en la Constitución necesitara ser corregido. En
opinión de los académicos, el lenguaje de 1977 seguía siendo correcto y
comprensible en 2019, cuando presentó su informe. Y hasta se permitían una
cierta chicana, al agregar que, si el Gobierno quería traducir la Constitución
al lenguaje inclusivo, debía fundamentarlo en razones políticas y no
lingüísticas.
Párrafo aparte merecería la
pretensión de cambiar el idioma por decreto. En todo caso, a la militante
feminista que es Calvo la respuesta no la conformó. “Hizo declaraciones
sosteniendo que dijéramos lo que dijéramos, esa manera de hablar se iba a
imponer, que resultaba irresistible porque concernía a la igualdad de la
mujer”, recuerda el director de la RAE. Una igualdad que debería pasar más por
lo real que por lo formal. No existe por otra parte una correlación entre las
declinaciones de los adjetivos en los idiomas y la situación jurídica de las
mujeres.
“La posición de la RAE es
clara -insistió Muñoz Machado-. El desdoblamiento altera la economía del
idioma. Y yo añado: y la belleza. Este tipo de variantes la estropean. Es una
lengua hermosa y precisa. ¿Por qué tiene que venir usted a estropearla?”
Los promotores del lenguaje
inclusivo tienen como caballito de batalla el antojadizo argumento de la
“invisibilización” de la mujer en el idioma. Suponen que, durante siglos, las
mujeres no estuvieron incluidas o no se sintieron convocadas, por ejemplo, por el
“¡Trabajadores del mundo uníos!”, por citar un clásico.
Además de engorroso, el desdoblamiento alarga
innecesariamente discursos y textos. Un caso típico es la Constitución
bolivariana de la Venezuela chavista que, escrita en castellano, insumiría
muchas menos páginas. Y menos papel. Por ejemplo: “Los venezolanos y
venezolanas por nacimiento no podrán ser privados o privadas de su
nacionalidad”. Se olvidaron el “las”, dicho sea de paso. Es que el lenguaje
inclusivo es errático y caprichoso.
Otro artículo: “Sólo los venezolanos y venezolanas por
nacimiento y sin otra nacionalidad, podrán ejercer los cargos de Presidente o
Presidenta de la República, Vicepresidente Ejecutivo o Vicepresidenta
Ejecutiva, Presidente o Presidenta y Vicepresidentes o Vicepresidentas de la
Asamblea Nacional, magistrados o magistradas del Tribunal Supremo de Justicia,
Presidente o Presidenta del Consejo Nacional Electoral, Procurador o
Procuradora General de la República, Contralor o Contralora General de la
República, Fiscal General de la República, Defensor o Defensora del Pueblo,
Ministros o Ministras de los despachos relacionados con la seguridad de la
Nación, finanzas, energía y minas, educación; Gobernadores o Gobernadoras y
Alcaldes o Alcaldesas de los Estados y Municipios fronterizos y aquellos
contemplados en la ley orgánica de la Fuerza Armada Nacional.”
Leerlo
da vértigo. Sobran 28 de las 120
palabras de este párrafo. Y eso que el legislador cometió el imperdonable error
de no desdoblan los artículos.
La moda inclusiva no respeta
los neutros. Por ejemplo, ¿es necesario
declinar concejal? No debería ser necesario, sin embargo no faltan los
que usan el horrible e innecesario concejala;
absurdo además porque entonces los varones deberían ser concejalos.
Como vemos en el ejemplo extraído de la Constitución bolivariana, “fiscal”
escapó a la regla, afortunadamente, pero vaya uno a saber por qué.
Estudiantes también es neutro,
debería salvarse del desdoblamiento, pero no siempre es el caso, como
“bonaerenses”, gentilicio que fue desdoblado en un feo “bonaerensas”, por el
Gobernador idem.
En otro orden, Muñoz Machado
rescata de la época reciente de la RAE la
cooperación con los demás países hispanohablantes: “Los últimos años son
los que inauguran una nueva época alrededor del panhispanismo, son decisivos:
es una disciplina de trabajo basada en la convicción de que el español no es una lengua exclusiva de
nuestro país, sino de cada una de las naciones que lo hablan. Un ideal y
un método al tiempo. Trabajamos en las obras de manera colaborativa y lo que se
conocía como Diccionario de la Real Academia Española (DRAE) pasa a ser el
Diccionario de la lengua española. Es algo muy simbólico. Nuestra obra
emblemática se realiza en conjunto.”
Esto respondió a la necesidad de adaptar la institución
a la realidad independiente de América: “Las nuevas naciones no querían en
parte seguir dependiendo culturalmente de España cuando habían roto
políticamente con ella. Muchos deseaban establecer sus propias lenguas”.
Para evitar una ruptura mayor,
la RAE debió adaptarse: ceder poder
para no perder autoridad.
Entre las polémicas
que persisten, Muñoz Machado dice que “queda un remanente de disconformidad
sobre las tildes, en la palabra solo o en los demostrativos”. Se refiere al uso
de la tilde para diferenciar el solo adjetivo del sólo adverbio.
O el aun sinónimo de inclusive del aún sinónimo de todavía.
No hay consenso en eso en el
interior de la institución y es por
ello que la RAE en ese caso sólo “recomienda”.
“Nosotros no inventamos la
lengua, ni la imponemos. Es una
retroalimentación. Lo único que hacemos es elegir entre diversas
opciones dadas por los hispanohablantes. Al dar la respuesta, volcamos hacia la
gente lo que hemos recogido de ella. Y nos hacen caso”, concluye.
Santiago Muñoz Machado es
autor de más de 40 ensayos sobre una variada temática que va desde el lenguaje
hasta la historia de España. Además es coordinador del Diccionario panhispánico
del español jurídico.
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