lunes, 21 de abril de 2014

Salon du Livre de París (5)

Curiosa ilustración de lo que es el tango, según el imaginario francés

Jorge Aulicino, además de ser uno de los principales poetas argentinos y un gran traductor de poesía italiana, es periodista cultural. De hecho, hasta su reciente retiro, fue director de la revista Ñ, del diario Clarín, en su período de mayor esplendor. Precisamente en los años 2011 y 2012 le tocó viajar a París para realizar la cobertura de las actividades que se llevaron a cabo en el stand de la ciudad de Buenos Aires, y en 2013, cuando la ciudad decidió dedicarse ese año a homenajear a la poesía argentina integró la delegación oficial en carácter de invitado. Escribe entonces con conocimiento de causa sobre lo que representa esa feria para los escritores argentinos.

¿La literatura argentina 
tiene alguna chance más en París?


Mi impresión general sobre la presencia de la Argentina en el Salón del Libro de París es que se ha gastado demasiado dinero en una operación de promoción política que, por añadidura, produjo mayores efectos en la vidriera local que en la francesa y europea en general. Que el Gobierno apareciera asociado al apoyo de la literatura en el exterior sólo se logró, en el mejor de los casos, en el mercado político argentino. Está bien, sería legítimo como meta si la operación realmente se hubiera apoyado en un acto de presencia externa proporcional al beneficio. Pero para lograr la más que moderada repercusión de prensa habida en París, así como para atraer el interés del lector ocasional que visita el Salón, no hacía falta tanto: tres o cuatro mesas redondas, diez escritores en lugar de más de 40 habrían logrado efectos parecidos. No creo que los lectores franceses se hayan sentido particularmente impresionados por el tamaño de la delegación argentina ni por el tamaño del stand. Tampoco los editores. Por otra parte, el Salón del Libro no es una feria de negocios editoriales, es una feria para el público parisino, mucho más breve en el tiempo, y más chica en espacio, que la de Buenos Aires. Y por lo demás, con muchísimo menos impacto en los medios. No creo que la presencia de la presidente de un país latinoamericano mueva la aguja del interés francés por la literatura de ese país ni un milímetro. ¿Tienen ahora mayores chances de ser traducidos al francés los escritores que viajaron? En general, ¿la literatura argentina tiene alguna chance más en París? Responderán los interesados. A mí me parece que todo ha sido desproporcionado. No digamos faraónico, más bien estilo Emiratos, para estar más a tono con la época. Se logró sí que algunos medios franceses importantes reflejaran un pasajero y banal conflicto interno del medio literario argentino acerca de quiénes integraban la lista de escritores invitados. Pero ese costo tampoco hacía falta pagarlo: el despliegue tal vez haya sido contraproducente en el orden local. La fastuosidad siempre es sospechosa de rastacuerismo. Por suerte nadie se llevó una vaca atada a la butaca del avión rumbo a aquel "faro de la cultura" que fue París.

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