miércoles, 25 de noviembre de 2020

"Tan prepotentes que son estos señores y están siendo de una torpeza absoluta"


“48 horas después de la concesión del Nobel a Louise Glück su agente, Andrew Wylie, retiró por sorpresa los derechos a Pre-Textos, su editorial española durante quince años”. Esto dice la bajada de la nota de Paula Corroto, publicada en El Confidencial, el pasado 18 de noviembre. Allí, el editor Manuel Borrás explica cuál era la situación de su editorial respecto de las exigencias de la autora y de su agente. Hoy, sin embargo, todo esto parece historia antigua: Glück y Wylie arreglaron con Chus Visor, un nuevo contrato con la editorial Visor Libros, que ya tiene en su catálogo a Joaquín Sabina, Elvira Sastre y Mario Benedetti entre otros destacados autores.

El editor que tocó el cielo del Nobel y ahora debe destruir todos los libros: "Es indigno" 

Es el gran escándalo cultural: 48 horas después de la concesión del Nobel a la poeta estadounidense Louise Glück el pasado 8 de octubre, su agente, Andrew Wylie, al que llaman 'El chacal' -por algo- ya estaba intentando vender los derechos de esta autora minoritaria que tenía hasta la fecha la editorial valenciana Pre-Textos, especializada en autores con mucho riesgo comercial. Ni un aviso, nada. Ni siquiera poder disfrutar algo de una autora que, como desde la propia editorial dicen, les había hecho perder dinero. Ahora, con el gran premio de las letras, era el momento de resarcirse tras quince años de apuesta y siete libros publicados. Pero así funciona el mercado, se lamenta el editor Manuel Borrás en esta conversación con El Confidencial. Está muy triste, dolido y enfadado. También porque le obligan a destruir todos los ejemplares de cualquier libro que tengan de Glück. Como si fuera una pira de libros. Eso ya sabemos a qué suena. 

–Esto empezó justo después de que se conociera la noticia del Nobel a Louise Glück. 
–Antes del Nobel no había ningún conflicto. De hecho, los siete libros que hemos contratado han sido con la misma agencia. El problema comienza cuando a ella le dan el Nobel. Pasamos de ser los editores ideales para Louise Glück a ser una especie de villanos, que no hemos cumplido… Es que es tan irrisorio. Nuestros asesores jurídicos están que no dan crédito. Tan prepotentes que son estos señores y están siendo de una torpeza absoluta. Aducen que en una ocasión unos adelantos no se pagaron en su día. Bueno, nos retrasaríamos, pero, ¿por qué aceptaron el dinero? Y segundo, que en el último libro no le consultamos a la autora la cubierta… ¿Tú crees que son argumentos? Es que es de risa. Las cubiertas que le han hecho en EEUU son pavorosas. 

–¿Hay alguna manera de blindar los contratos que tenéis con ella? 
–No, no hay ninguna forma porque son contratos firmados con una fecha de caducidad, Nos dicen que sí…, pero sería meternos en un pleito. A nosotros los juristas nos están diciendo que tenemos incluso un derecho adquirido por haber sido durante catorce años editores de esa señora. ¿Cómo es posible que catorce años de lealtad editorial, perdiendo dinero…? Porque hemos perdido dinero publicando a la Glück. Y siento dar este dato porque a mí no me gusta…, pero ya que hablan de economía pues vamos a hablar de economía. Y a ver dónde Pre-Textos se ha beneficiado con esta señora. Porque no nos hemos beneficiado de nada, todo lo contrario. Cuando íbamos a empezar a resarcirnos, que evidentemente es después del premio Nobel, es cuando estos señores nos dicen, corten y que tenemos que destruir incluso los stocks y que de mutuo acuerdo con la autora nos vamos a otro editor. 

–Que un autor cambie de editorial pasa a menudo, pero lo sorprendente es que os obliguen a destruir los ejemplares que tenéis de todos los libros. Eso significa que estas tiradas, después de que haya ganado el Nobel, no las podéis vender. 
–Evidentemente. Es que es una actitud que conculca cualquier principio ético. Yo comprendo que haya otros editores que nos puedan tomar el relevo, pero que dejen que nos resarzamos de lo que tenemos. Si no quieren que reeditemos no vamos a reeditar, pero ¿que quememos nuestros libros? Y aparte con testigo ajeno a la editorial. Yo les he dicho que llamaremos a toda la prensa para que seáis testigos de una agresión ecológica. Porque ya no es quemar un libro de la Glück o deshacerlo en pasta de papel, sino que es un disparate. 

–Te referías a Glück como “esa señora”. Tampoco se ha puesto en contacto con vosotros con todo este tema. Imagino que no estáis contentos. ¿Hay resquemor? 
–Ninguno, no, no. También a esta señora le pueden estar contando historias para no dormir de nosotros. Vete tú a saber. Yo creo que sus agentes lo que están haciendo es defender unos intereses. Yo ni siquiera les tengo inquina a los agentes, lo que pasa es que hay modos y maneras. Que se dirijan a nosotros con un poco de respeto. Porque a ver, ¿esto es porque somos de Valencia? ¿porque somos hispanos? ¿europeos? Se nos dirigen con una prepotencia e intimidación… Es que es muy fuerte. Además dicen que si yo estoy mintiendo. Pero mintiendo de qué. ¿Dónde están esos catorce años de fidelidad? ¿Dónde están esos siete libros publicados de once? Es que no hay parangón en Europa. No ha habido ninguna editorial que desde hace quince años haya apoyado a esa autora como lo hemos hecho nosotros. Cuando digo ‘señora’ lo digo con respeto, no con distancia. Pero si a mí ella me acaba decepcionando personalmente yo no me tomaría un te al bar de la esquina de mi calle con ella, pero seguiría considerándola la misma poeta que la he considerado antes de este incidente. La calidad de la poesía de Louise Glück está por encima de todo. Ahora, si me defrauda… Y sobre todo una señora que se ha distinguido por ponderar la importancia del comportamiento cívico, las buenas prácticas… pues en el medio en el que nos encontramos sería por su parte poco consecuencia no darse cuenta de que se está cometiendo con nosotros una flagrante injusticia. 

–Pero han pasado unos días desde que saltó este asunto. Es un poco raro que no haya dado señales de vida. 
–Es muy extraño sí. Si quieres que te sea honrado, me ha empezado a deprimir. No es que hubiéramos esperado una contestación inmediata porque la carta que le envié advirtiéndole… porque es que nos enteramos de todo esto 48 horas después de que le dieran el premio. Es decir, 48 horas después estaban ofreciendo a nuestras espaldas a esa premio Nobel al mejor postor. Que yo me entero por la desafección con la agencia de uno de mis colegas que me llama y me cuenta la canallada. 

–También es curioso que esto haya pasado con una poeta. Con novelistas que, de repente, venden muchísimo, lo hemos visto muchas veces. El mercado funciona así. Pero ¿con la poesía? 
–Es muy raro. Nos tiene alucinados. Porque además si hubiera sido una poeta de una venta espectacular… pero por desgracia no lo ha sido. Tu sorpresa es la nuestra. Porque aqui, qué se están dirimiendo, ¡cifras de tres ceros! Es que ni siquiera de cuatro. Y si se dirimen cifras de cuatro ceros yo no sé qué editor va a suicidarse pagando unas cantidades astronómicas que no va a recuperar nunca a no ser que tenga otros fines la compra de eso. 

–Por eso te lo preguntaba. Chirría porque no es alguien que vaya a romper el mercado. 
–No, no, no estamos hablando de eso. Yo al agente no le recrimino nada porque él está defendiendo una postura y, yo creo que mal, los derechos de su representada. Pero lo que recriminamos es que cómo después de catorce años de lealtad editorial a una autora con la que no ha habido un solo problema hasta que le dieron el premio Nobel, ni siquiera nos han dado la posibilidad del tanteo. Yo hubiera entendido que nos dijeran: de acuerdo con la autora hemos vendido los derechos a otra editorial, pero nos van a pagar 10.000 dólares. ¿Están ustedes en condiciones de pagarlos? Pues dices, sí o no, y te retiras, dolido, pero… 

–Pero ese es el juego, está claro. 
–Sí, pero es que a nosotros no nos han permitido eso. Han ido a hechos consumados. Y lo más grave es que mientras nos estaban distrayendo pidiéndonos los ejemplares porque nosotros queriamos actualizarlo todo e incluso contratar la edición de la obra reunida, los libros de ensayo… pero, claro, ellos no soltaban prenda porque estaban vendiéndolo a nuestras espaldas. Y no una semana después o ante la presencia, a lo mejor para ellos, de nuestras irrisorias cantidades que ofrecíamos. ¡Es que lo estaban haciendo 48 horas después de hacerse público el Nobel! 

–¿Era una autora cara? 
–No, para nada. Si hubiera sido cara nosotros no hubiéramos estado en disposición… Pero ha habido autoras del ámbito anglosjaón con el mismo éxito que la Glück, que cuando las hemos querido volver a publicar nos han pedido más dinero, sin haber amortizado, Pero [en el caso de Glück] ellos pedían unas cantidades a mi juicio razonables. De cara, nada. 

–Por tanto, la estrategia se entiende poco porque no parece que se vaya a colocar en otro sitio y que empiece a vender, más allá de este impulso del Nobel. 
–No, no. Además yo deseo toda la suerte a la difusión de la obra de Glück después de Pre-Textos, pero no le arriendo la ganancia a quien ahora publique a Louise Glück. Lo que más me duele es que la gente empieza a decirme: se me han quitado las ganas de leerla. Eso no me gusta, porque se nos pueden quitar las ganas de tomar un te con ella, pero no de leerla, porque es una gran poeta. 

–En la editorial publicáis a otros premios Nobel. Y nunca os ha ocurrido esto. 
–No, no, jamás ocurrió. Y seguimos reeditando a los Nobel anteriores. El Nobel de Elias Canetti, que tenemos Voces de Marrakech desde justo antes de que le dieran el Nobel. Y nunca nos han quitado nada. Y creo que han ganado mucho dinero con nosotros porque les hemos estado liquidando….es decir, como corresponde. Esto es el primer problema que se nos presenta en una situacion inexplicable y muy triste. 

–¿Os han dado algún plazo para dejar de vender a Glück? 
–No, no. Nos han dado un plazo para que yo deje de hablar. Y de –que yo, es decir, la editorial, tenía que retractarse de todo… Pero es que la editorial no tiene nada de qué retractarse porque estamos diciendo la verdad. Lo que estamos pidiendo es justicia poética, pero como la justicia poética es imposible en la cabeza de esta gente pues… Nosotros damos por perdida la batalla, pero que nos dejen resarcirnos de los pocos libros que tenemos y no hacer una pira. Solo pensar en eso me saltan… Si ya me costó un disgusto cuando nos tuvimos que deshacer de existencias porque no cabían y me tuve que ir dos días de la editorial porque no podía ver que sacaran libros en los que yo creía y me gustaban. ¡Cómo no me va a indignar esto! ¡Cómo no me va a doler! Además, por una poeta por la que has estado apostando quince años y perdiendo dinero. 





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