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viernes, 3 de abril de 2020

Una encuesta para traductores de poesía (X)


Décimo día de la encuesta para traductores de poesía.

Nuno Júdice
Traductor de Pablo Neruda y Álvaro Mutis, entre muchos otros autores.



1)¿Por qué razón traduce poesía?
Normalmente no traduzco a menos que tenga una solicitud, lo que ha estado sucediendo especialmente con poetas españoles y latinoamericanos. Sin embargo, participé durante una década en seminarios de traducción colectiva en el Palácio de Mateus, en los que poetas extranjeros trabajaron con un grupo de poetas portugueses para lograr, al cabo de unos días, una pequeña antología de su trabajo. Esos seminarios, que habían sido interrumpidos por algún tiempo, comenzaron de nuevo el año pasado y continuarán.

2)¿Cómo llega a la traducción? ¿Propone usted mismo al autor? ¿Recibe encargos de parte de la editorial? ¿De quién es la iniciativa?
Como mencioné, estas traducciones generalmente son el resultado de un pedido pagado por el editor o por programas de soporte de traducción. Cuando traduje a Pablo Neruda, obviamente era una obra que tenía un público garantizado y por eso el editor no necesitaba apoyo: pero para traducir una antología de poesía colombiana, o a Álvaro Mutis, o incluso a Luis García Montero, se necesitó el apoyo de los países de esos poetas, a través de instituciones como el Instituto Cervantes o Conaculta, dado que no se garantizaba que los editores pudieran financiar ese encargo.

3)¿Qué criterio emplean las editoriales para considerar la paga que usted recibe?
Es muy arbitrario, y como no tengo, ni sé si existe, una tabla para las traducciones de poesía, no creo que se pueda tener un valor fijo. Éste depende casi siempre de la cantidad de dinero que obtengan las embajadas.

4)¿Hace usted algo para mejorar esas condiciones?
No porque traduzco por placer y no vivo de la traducción.

5) ¿Conoce las políticas de subsidios a la traducción que tienenmuchos países del mundo? ¿Los recibe?
No. Soy un mal ejemplo porque, como mencioné, traduzco a partir de pedidos puntuales y prefiero dedicar el tiempo que tengo a mi propia poesía, aunque la traducción es a menudo un estímulo para encontrar nuevos caminos y temas.


Jan de Jager
Traductor de Ezra Pound y de un gran corpus de poesía neerlandesa.




1) ¿Por qué razón traduce poesía?
Empecé traduciendo poesía como ejercicio de estilo, para mejorar mi comprensión de los recursos de la poesía, viendo cómo trasladarlos a otro idioma. Después, también empecé a incorporar traducciones a mis propios libros, “antologizando” y a veces interviniendo la traducción. 

2) ¿Cómo llega a la traducción? ¿Propone usted mismo al autor? ¿Recibe encargos de parte de la editorial? ¿De quién es la iniciativa?
Es muy variable. Un proyecto mío importante, la traducción de los Cantos de Ezra Pound, fue por mi cuenta y riesgo. Otras traducciones, para antologías o festivales, pueden darse por encargo. Pero en general, en poesía, digamos que no traduzco lo que no me inspira. (Para eso están las traducciones legales... estatutos, certificados de defunción, fallos judiciales etc...). En la actualidad estoy traduciendo a e.e.cummings, toda su poesía, y esto surgió por propuesta de una editorial. Pero aparte estoy traduciendo a Safo, y a Nathaniel Mackey, totalmente por cuenta propia. 

3)  ¿Qué criterio emplean las editoriales para considerar la paga que usted recibe?
Es un criterio muy aleatorio. Las editoriales a veces reciben un subsidio de un fondo, y en ese caso corresponde al traductor una tarifa fijada por ese fondo. En otros casos, es un porcentaje (ínfimo) de las ventas, por ejemplo 1,5%. Si tenemos en cuenta que las ventas de libros de poesía son relativamente exiguas, la paga no cubre ni los gastos de papel y tinta. 

4) ¿Hace usted algo para mejorar esas condiciones?
A veces uno intenta negociar, pero en general es una batalla perdida. Puede sonar muy derrotista pero “se paga con prestigio”, “por el honor”, “es una vocación, no una profesión”. Una huelga de traductores de poesía sería como una huelga de jubilados. 

5)  ¿Conoce las políticas de subsidios a la traducción que tienen muchos países del mundo? ¿Los recibe?
Conozco los subsidios del Fondo Neerlandés y del Fondo Flamenco (belga) de literatura. A veces he recibido pagos subsidiados por esos fondos. 

Richard Gwyn
Traductor de Joaquín O. Giannuzzi, Jorge Fondebrider y de la monumental antología The Other Tiger, dedicada a los últimos cincuenta años de la poesía hispanoamericana. 


1)¿Por qué razón traduce poesía?
Porque me agrada y me brinda la oportunidad de ejercer mis facultades creativas y críticas sin provocar la ansiedad y la confusión que a veces me causa escribir mi propia poesía. Me gusta la naturaleza de resolución de problemas de la traducción, y disfruto el desafío de encontrar, en mi propio idioma, una música correspondiente a la ofrecida en el poema original.

2)¿Cómo llega a la traducción? ¿Propone usted mismo al autor? ¿Recibe encargos de parte de la editorial? ¿De quién es la iniciativa?
Solo traduzco poesía por iniciativa propia. Me aburriría muy rápidamente traduciendo trabajos que no me gustaran o con los que no pudiera empatizar. Me doy cuenta de que esto es un lujo, pero, una vez más, no traduzco poesía por dinero, así que siento que tengo el derecho de elegir lo que traduzco. Si me gusta y admiro el trabajo de un poeta, sugeriré la publicación a un editor. A veces aceptan publicar, y a veces no lo hacen, pero hasta ahora he tenido una buena tasa de éxito.

3)¿Qué criterio emplean las editoriales para considerar la paga que usted recibe?
No tengo idea. Parece ser bastante aleatorio.

4)¿Hace usted algo para mejorar esas condiciones?
Lo haría si hubiera dónde hacerlo, pero en este momento no siento que tenga suficiente influencia con los editores como para pedir más dinero. Las ventas tampoco son suficientes para exigirlo.

5) ¿Conoce las políticas de subsidios a la traducción que tienen muchos países del mundo? ¿Los recibe?
En el pasado, pude solicitar subvenciones para traducir trabajos de autores de ese país determinado (por ejemplo, el Programa Sur, de Argentina). Como no he estado buscando subvenciones recientemente, no podría decir cuál es la disponibilidad actual. 

lunes, 23 de febrero de 2015

Nuno Júdice y la traducción de poesía

Nuno Júdice
El 28 de diciembre del año pasado, la poeta mexicana Blanca Luz Pulido publicó en el periódico La Jornada, de su país, el siguiente comentario sobre “Traducir poesía”, uno de los textos del libro de ensayos Las máscaras del poema, del poeta, narrador y ensayista portugués Nuno Júdice (1949).

La traducción poética y Nuno Júdice

En el mundo de la traducción poética, las variaciones, aproximaciones, ensayos y errores, calificaciones y descalificaciones abundan. Hay multitud de teorías y de ensayos; unos, detallados y profundos; otros más, empíricos y anecdóticos. La traducción poética se ha visto como necesaria, como innecesaria, como traidora, como iluminadora. T. S. Eliot, Valéry, George Steiner, Umberto Eco, Georges Mounin, Walter Benjamin, Jakobson, y entre nosotros, Alfonso Reyes, Octavio Paz, Federico Patán, Tomás Segovia, Marco Antonio Campos y muchos otros más se han ocupado, tanto desde la perspectiva teórica como desde la arena de la práctica, de la compleja labor de la traducción de poesía.

Afirma Héctor a. Murena, en Visiones de Babel : “Traducir: transducere, llevar más allá. Llevar algo más allá de sí. Convertir una cosa en otra. Pero convertirla a fin de que sea más plenamente lo que era, es. Se traduce un libro de un idioma a otro, y para quien ignoraba el idioma original el libro, siendo el mismo, sólo ahora pasa a existir de verdad.”

En la traducción de poesía, en especial, el traductor prácticamente es el encargado de crear en su lengua un nuevo poema, equivalente (mutatis mutandis) al traducido. El traductor, así, pasa a ser una especie de alquimista, que realiza la transfiguración de un poema en otro.

 Una fuente importante de ideas sobre este “traspaso” lingüístico ha surgido precisamente de la pluma de los poetas traductores, pues nadie como ellos conoce los detalles, los pliegues, las aristas de esa labor, que tiene un pie en el deseo de trasladar el sentido del poema lo más fielmente posible, y otro en la necesidad de restituir también algo de los otros aspectos que atraviesan o completan el sentido, como la sonoridad y la textura rítmica de los versos.

Nuno Júdice, traductor él mismo de varios idiomas al portugués, ha vertido en la parte final de su libro de ensayos  Las máscaras del poema, en el apartado “Poesía y traducción”, varios textos sobre este asunto. Me detendré en el primero de ellos, llamado “Traducir poesía”.

Los dos niveles de la construcción del poema

El primer problema que enfrenta el traductor, afirma Júdice, es la dificultad de separar el nivel del sentido del nivel del sonido en el poema original, dado que ambos están inextricablemente unidos en éste. Señala:

“La especificidad del poema reside en su lenguaje, es decir, en el nivel trans-semántico, en donde el dominio que el poeta tiene sobre el sonido y las imágenes del poema hacen de éste un objeto único e irrepetible, por estar estrechamente ligado al universo que le da forma, es decir, la lengua original en la que el poeta escribe.”

Desde el punto de vista teórico, ésta es la gran dificultad que enfrenta el traductor de poesía. De hecho, la traducción de poesía separa irremisiblemente las dos entidades que son indisociables para la creación del poema: el nivel fónico y el nivel sémico, dado que no es posible transportar a la lengua de llegada la música, las aliteraciones, los juegos sonoros que son fundamentales en la creación del poema. Lo único que se transporta es el sentido, o, cuando más, se logra dar un efecto aproximado de la música del poema, ya que una traducción no puede aspirar a transmitir ese nivel con fidelidad.

“¿Entonces, ese obstáculo que se presenta al traductor desde un principio, impedirá su intento? Definitivamente no, no es eso lo que se plantea. El traductor deberá tomar siempre como base el sentido del poema, pero tratando, a la vez, de que el nivel musical y rítmico no se pierdan del todo, haciendo trasposiciones, buscando equivalencias, etcétera. En una entrevista realizada a Júdice en España, Ángel Manuel Gómez le pregunta por qué los poetas portugueses actuales no son más conocidos en el ámbito español (y bien podríamos decir, también en México y en Latinoamérica). Y la respuesta fue: “La dificultad, en primer lugar [es] de la traducción. Traducir poesía no es lo mismo que traducir ficción. […], en la poesía el traductor tiene que hallar la sensibilidad del lenguaje, la música, para que el poema pase por español y pueda ser leído por el lector español como si fuese un objeto poético, y así permitirle sentir lo que transporta la propia poesía, que es, al fin y al cabo, musicalidad, ritmo.”

Traducción literal y traducción poética

Planteado este aspecto esencial del problema, Júdice señala dos posibilidades que, en principio, se ofrecen al traductor: ser fiel sobre todo al sentido del poema, lo que resulta en una versión más literal, o “confiar más en la fidelidad al poema (a su totalidad sentido-sonido)”, que es la que suelen elegir, afirma, los poetas-traductores, en oposición a los traductores más académicos o escolares, que se inclinan por la primera opción. Y después de este planteamiento, se encuentra, a mi parecer, la idea más interesante de este ensayo: la refutación del famoso adagio traduttore, traditore.

El legendario motto: “traductor, traidor” nos ha creado, a los practicantes de este nada sencillo arte, una aureola de sospecha, como si a las vicisitudes propias del caso fuera necesario agregar, además, un descrédito a prioripor el cual cargamos las culpas de todas las malas traducciones que en el mundo han sido. En realidad, un poema que se transporta a otro idioma requiere de complejas operaciones de alejamiento y de acercamiento, es decir: nos alejamos de la letra del original para acercarnos mejor a su espíritu, a su sentido profundo, ése que va más allá de las palabras concretas que lo expresan, pues reside en la combinación entre ellas y los efectos y sugerencias que el poema, en su totalidad, origina. Afirma Júdice:

“En poesía […] no tiene mucho sentido el asunto de traduttore/traditore: la traducción, para ser fiel, implica necesariamente la traición. Y no es necesario tener un dominio absoluto de la teoría de la traducción: existe un alto grado de intuición y de empirismo en el trabajo de traducir poesía, que se relaciona con la conciencia lingüística del traductor. […] No estamos ante un proceso pasivo, en que basta aplicar un esquema léxico para trasladar un texto de una lengua a otra. Cada palabra, expresión, verso o estrofa van a desencadenar reacciones que ocasionan respuestas diferentes, según la subjetividad del sujeto/traductor, en el sentido de encontrar soluciones para un mismo texto original, que serán muy distintas en diversas épocas y para otro tipo de traductores.”

La traducción: viaje retroactivo y al interior de las lenguas

Una traducción nos remite siempre al texto original, al poema en que se basa. Por más afortunada que sea, y aunque funcione con autonomía del texto fuente, tiene que contener sus marcas significantes y de sentido, pues no olvidemos que una traducción “es, finalmente, una transformación/recreación del texto original”. Y ésta es una de las grandes aristas del proceso: si quedan muchas “marcas” del poema original, el resultado no se dejará leer con fluidez ni naturalidad; mas, por otro lado, el traductor tampoco debe “apropiarse” del poema ajeno y olvidar que el sentido de la traducción es siempre retroactivo, como bien señala Júdice, es decir, que no es posible leer ésta como si fuera un poema original, pues la “lengua del traductor” será siempre un intermediario entre el lenguaje del poema que se traduce (donde significado y significante están plenamente unidos) y el poema traducido, que debe desdoblar, digamos, la forma y el contenido del original y dar una mayor importancia a la dimensión semántica, por encima del nivel de la forma.

Por todo ello, y para no olvidar nunca esa realidad lingüística de la que parte el poema traducido, nunca se subrayará lo suficiente la importancia de, en las ediciones de obras poéticas traducidas, incluir la versión en el idioma de origen.

Homologación: palabra clave

El equilibrio, así, para lograr una traducción que no sea ni completamente literal que se vuelva ilegible o simplemente aburrida, ni tan interpretativa e independiente que corte las amarras con el poema que pretende trasladar, depende de la capacidad del traductor de atraer hacia su lengua el poema fuente con fortuna y tino, realizando una atinada homologación:

“La traducción deberá tener como objetivo la creación de una realidad textual homóloga de un texto existente en otra lengua, tanto en el plano de sus características formales como en el de los efectos que produce.”