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martes, 16 de junio de 2020

Una conversación con el Ministro

El pasado 9 de junio, Alejandro Belloti, director del suplemento cultural del diario Perfil, de Buenos Aires, publicó una entrevista con Enrique Avogadro (foto). En la bajada de ésta se lee: “El ministro de Cultura de la Ciudad salió a respaldar el rol de las librerías y las instó a ‘agruparse para trabajar de manera conjunta una agenda’ que permita analizar y sortear la dura situación”.

“Hay que defender a las librerías independientes”

El sector editorial argentino atraviesa una de las peores crisis de las que se tenga memoria. En los últimos 5 años las caídas acumuladas en la producción suman casi un 50% y los números en cuanto a las ventas superan el 40%. La pandemia de coronavirus no hizo más que agravar la situación. Según estudios de la Cámara Argentina del Libro, hoy las librerías venden entre un 20 y un 25% de lo que facturaban antes de la cuarentena. 

En medio del lodazal, el gigantesco Grupo Editorial Planeta anunció que comercializará sus títulos vía Mercado Libre y los libreros explotaron. Quien encendió la mecha fue Pablo Braun, dueño de la librería Eterna Cadencia. En un tuit que publicó el fin de semana pudo leerse: “Se rompió todo. Planeta se puso a vender directo (puenteando a librerías) por Mercado Libre. Si querías alguna prueba de que en breve caen librerías como papa, acá va la primera”.

En medio de esta tensión, dialogamos con Enrique Avogadro, ministro de Cultura porteño.

–¿Qué opinión le merece la decisión de Planeta y el enojo de las librerías?
–He visto el tema en los medios y en las redes, pero no estoy muy al tanto, no lo conozco en detalle. En cualquier caso puedo decirte que todo tema que atente contra la bibliodiversidad, desde ya que merece nuestra atención. Es muy importante reconocer y defender el rol de las librerías independientes.

–¿De qué manera?
–Desde nuestra área tenemos distintos programas de apoyo al sector, no solo La noche de las Librerías que es la más conocida sino, por mencionarte otra, La ruta del Libro que se desarrolla en San Telmo, con un fuerte componente de librerías. También participamos activamente en la apertura de las librerías en forma parcial durante esta pandemia. Es una agenda continua.

–¿Qué más puede hacerse?
–Hace unas semanas armé una reunión con unas 10 librerías independientes que se están juntando para trabajar una agenda común, y la hice para transmitirles el interés que tiene la Ciudad por el hecho que se junten, porque de esa manera tendrán la oportunidad de tabajar de manera más consolidada. Las estamos alentando a que se estructuren como asociación o como gurpo al menos para trabajar en conjunto.

–Buenos Aires es reconocida como “La ciudad de las librerías”, una marca que vende al mundo. Pero los libreros advierten que pueden desaparecer. ¿Qué tiene para decir al respecto?
–En efecto, Buenos Aires es la ciudad que tiene más librerías por habitantes en el mundo. Y esto tiene que ver con quienes -compramos libros, con los editores, y por estas personas que deciden abrir espacios para que podamos encontrarnos con esa bibliodiversidad. Insisto: para nosotros las librerías de la ciudad y las llamadas independientes son fundamentales, justamente porque permite que haya más acceso a la cultura en todos los barrios, porque tienen un catalogo bien diverso, en muchos casos orientado a algún segmento específico; además en la gran mayoría son librerías que están administradas por sus dueños o dueñas, un trabajo que tiene un componente vocacional muy fuerte, gente que tiene ganas de contribuir a ampliar el acceso a la cultura. Son fundamentales en la Ciudad.  

miércoles, 11 de julio de 2018

Tercero en la lista de ministros de Cultura de la ciudad de Buenos Aires de este gobierno, a Avogadro lo blindan con notables, a ver si ahora sí

De saco celeste, l ministro de cultura porteño Enrique Avogadro
y la torta con forma de Cristo

Una de las novedades de la semana pasada fue, finalmente, la constitución de un Consejo Cultural, convocado por el gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, para que, en muy diversos campos, asesore sobre diferentes temas. Lo componen Ana WortmanGonzalo Aguilar y Diego Golombek (por la actividad académica); Adriana Rosenberg, Eduardo Costantini, Victoria Noorthoorn, Orly Benzacar, Nicola Costantino y Julia Converti (por las artes visuales), Juan José Campanella, Lucrecia Martel, Mariano Cohn y Gastón Duprat (por el cine y la producción audiovisual); Adhemar Bianchi y Ricardo Talento, Andy Ovsejevich, Lisa Kerner y Graciela Casabé (por la gestión cultural); Cecilia PavónLuis ChitarroniEsteban Feune de Colombi y Gabriela Adamo (por la literatura y crítica cultural), Andrea Servera (por la danza), Diana Glusberg, Miguel Galperín y Santiago Vázquez (por la música) y Elisabetta Riva, Claudio Tolcachir, Carlos Rottemberg y Maricel Álvarez (por el teatro y la producción teatral). Se trata de un grupo ecléctico en el que hay un poco de todo, más allá de lo que cada uno vaya a pensar sobre cada uno  de los participantes en particular. Ahora bien, de acuerdo con el artículo que se lee a continuación, publicado con firma de Patricia Kolesnicov, en el diario Clarín, del 4 de julio pasado, su función iría más allá del exclusivo asesoramiento en materias culturales e incluiría, entre otras cosas, apuntalar la alicaída figura de Enrique Avogadro, actual Ministro de Cultura porteñó.

En su momento eyectado por Pablo Avelluto del Ministerio de Cultura de la Nación (acaso por hacerle sombra cuando era secretario de Cultura y Creatividad), Avogadro aterrizó en su actual puesto luego de que el músico Ángel Mahler (nacido Ángel Pitito, y no es broma) fuera, a su vez eyectado de un cargo que, dada la carencia de antecedentes y lo risible de su obra, en sus manos parecía un chiste de mal gusto. Recuérdese que Mahler, a su vez ocupó el puesto que el eyectado Darío Lopérfido había dejado vacante para dedicarse a pleno a la dirección del Teatro Colón (que durante su gestión empezó a ser utilizado para fiestas privadas, reuniones de ejecutivos y filmaciones de videoclips de artistas populares de dudosa calidad), luego de haber declarado, sin que mediara ninguna razón urgente para hacerlo, que en la Argentina no había habido 30.000 desaparecidos, sino muchos menos.  

Tecnócrata, Avogadro es licenciado en Estudios Internacionales, especialista en economía creativa con experiencia en el desarrollo de políticas de promoción de la cultura emprendedora y de las industrias creativas y vaya uno a saber cuántas cosas más de esas que les gustan enumerar a los palurdos salidos de universidades privadas. Todos esos saberes, sin embargo, no lo preservaron de irritar a la iglesia y de motivar un incómodo pedido de disculpas público de Horacio Rodríguez Larreta, actual  jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, de quien depende Avogadro, cuando, invitado a una exposición, el joven ministro decidió probar una porción de torta sacada de una ¿escultura? con la forma de Cristo crucificado, creando el consabido escándalo entre la comunidad de chupacirios. Con lo que volvemos al principio de esta entrada: alguien, si no el ministro mismo, pensó que ya era hora de crear algún ruido “positivo alrededor de esta gestión tan golpeada para “relanzarla”, aunque la explicación oficial sea otra, claro, y no se sepa a ciencia cierta hacia dónde va a ser lanzada esta vez.

Un refrigerante para el ministerio de cultura porteño

Una vez alquilé un auto que tenía calefacción en el asiento. Espléndido, pero si no la hubiera podido apagar, al rato hubiera tenido que bajarme. A eso recuerda, a veces, la silla del ministro de Cultura porteño, por lo menos desde que asumió Horacio Rodríguez Larreta, en diciembre de 2015.

Darío Lopérfido
Al comienzo de la gestión el designado fue Darío Lopérfido, quien dejó el cargo siete meses después: en enero había dicho que “en la Argentina no hubo 30.000 desaparecidos”. Rodríguez Larreta lo sostuvo, pero el asunto no tuvo retorno.

Ángel Mahler
En su lugar nombraron a Ángel Mahler: un misterio. Músico de la calle Corrientes, Mahler tenía poco que ver con la gestión cultural. En este diario, Matilde Sánchez contó que, además, contrató a la empresa de sonido e iluminación de su hermano Osvaldo. Y algún director de museo dejó saber que se cedían gratuitamente sus jardines para hacer fotos de revistas de moda. Con todo –¿qué tan importante es la cultura en realidad?– se mantuvo: duró un año y medio.

Enrique Avogadro
Y llegó Enrique Avogadro. Con mucho apoyo de parte del “mundo cultural”: un joven que había mostrado ideas en su paso por el gobierno porteño desde 2001 y que venía de ser uno de los viceministros de Cultura a nivel nacional. Moderno y con un discurso orientado a tender “puentes” entre la gestión pública y los “productores culturales independientes”, en Nación le habían criticado la insistencia en las pequeñas manifestaciones contemporáneas y la desatención de los grandes organismos y “las tejedoras del NOA”.

El mismo día en que asumió se anunció la creación de un Consejo Cultural “en esta lógica de la inteligencia colectiva”, dijo. Notables del sector, asesores con relevancia propia. Al frente del Consejo estaría Jorge Telerman.

Ese día, cuentan otros funcionarios, es clave: Avogadro llegó de la mano de su amigo Marcos Peña, disgustado por lo que venía pasando en el ministerio. Rodríguez Larreta decidió “rodearlo”, acolchonar su presencia con las de Telerman –ex Ministro de Cultura, ex Jefe de Gobierno, actual titular de los teatros porteños, un político que juega en toda la cancha– y con las de los notables.

Claro que otras ciudades y países tienen sus Consejos, hasta tiene uno –que se reunió sólo una vez– la Cancillería. Pero si las políticas públicas las diseñan los funcionarios elegidos para eso, ¿para qué necesita el ministro porteño una treintena de asesores? Y en función de esa pregunta: ¿a quién convoca? En el Consejo hay pesos pesados como Eduardo Costantini, el dueño de MALBA. Un jugador principal de la cultura y –es el creador de Nordelta– de la economía. O Adriana Rosenberg, directora de Proa, el espacio de arte ligado a Techint. A ellos se suman Julia Converti (arteBA), Gabriela Adamo (Filba) y Andy Ovsejevich (Konex).

El ministro Avogadro y el propio Rodríguez Larreta aparecen como consejeros: ¿son asesores y, a la vez, asesorados? Por la cultura pública revista apenas Victoria Noorthorn, directora del Museo de Arte Moderno. También hay figuras de gran repercusión–Juan José Campanella, Lucrecia Martel, Mariano Cohn y Gastón Duprat– y hasta un costado alternativo con Lisa Kerner, del valioso espacio LGBTTIQ Casa Brandon.

En la primera reunión analizaron aspectos de una nueva ley de Mecenazgo que prepara el gobierno y que tiene la virtud de exigir que las empresas que participan pongan fondos propios, es decir, no sólo lo que debían pagar de impuestos. Les preguntaron qué dudas les daba la ley una consejera reformuló: “¿No son ustedes los que nos presentan dudas?” No hay una respuesta contundente sobre para qué sirve el Consejo. “Ellos dan prestigio, son marcas importantes, y a la vez se asocian a una marca enorme como es ‘Buenos Aires’,” explica una dirigente política.

El Consejo se anunció en diciembre pero no arrancó hasta hace unos días. En el medio –será casualidad– Avogadro fue a una muestra de arte, comió una torta con forma de Cristo y la Iglesia le saltó al cuello: ¿el asiento se empezó a entibiar?

Lo cierto es que, si marcha, avalarán decisiones, participarán en políticas. Quizás los hayan pensado como el refrigerante que a veces el puesto precisa.

Nota del Administrador para los lectores extranjeros:
"Porteño" es el gentilicio con el que se conoce a los habitantes de la ciudad de Buenos Aires. La aclaración viene al caso porque "bonaerense" es el gentilicio que se emplea para nombrar a los habitantes de la Provincia de Buenos Aires. Españoles y mexicanos suelen confundir los términos.

sábado, 28 de abril de 2018

El mal rato de los representantes de Macri en la apertura de la Feria del Libro de Buenos Aires

Avelluto y estudiantes
El 26 de abril pasado todos los diarios cubrieron el escandaloso comienzo de la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires. De todas las coberturas, ofrecemos la de Silvia Premat, para el diario La Nación.

Escándalo en la Feria del Libro:
impidieron hablar a funcionarios durante la apertura

Por primera vez en 44 años de historia, la Feria del Libro de Buenos Aires fue inaugurada entre protestas estudiantiles y con la ausencia en el momento del corte de cintas de representantes de los gobiernos nacional y porteño. Un grupo de unos cientos de estudiantes terciarios de la ciudad de Buenos Aires interrumpió el acto, que había comenzado con total normalidad, con fuertes cánticos y gritos en el momento que fue anunciado el ministro de Cultura de la ciudad, Enrique Avogadro, en el uso de la palabra. Expresaban así su rechazo al proyecto de creación de una universidad para docentes en la ciudad de Buenos Aires (Unicaba) y en especial reclamaban "que se retire el proyecto que propone cerrar 29 profesorados".

El pedido del personal de seguridad a los jóvenes de retirarse de la Sala Jorge Luis Borges , donde se desarrollaba el acto, generó unos breves pero firmes forcejeos; los llamados al orden del presidente de la Fundación El Libro, Martín Gremmelspacher, no fueron escuchados. Solo la voz de la escritora Claudia Piñeiro , parada en medio del escenario vestida de verde en favor de la despenalización del aborto y dispuesta a leer su discurso, logró silenciar a los jóvenes. "Yo estudié en un profesorado de la ciudad, el de matemáticas, y también pido que se retire el proyecto", dijo Piñeiro con evidente intención de buscar empatía con la audiencia en rebeldía. "Estamos todos en el mismo colectivo", les dijo al explicar por qué considera, como dijo Graham Greene, que "el lugar del escritor es el lugar del conflicto con la autoridad".

Con rostros tristes y enojo contenido cumplieron rápidamente con el ritual de la inauguración por los organizadores Gremmelspacher y el director de la Feria, Oche Califa, y por Montevideo, ciudad invitada de honor, el embajador de la República del Uruguay en la Argentina, Héctor Lescano, y el director de Artes y Letras de Montevideo, Juan Canessa.

El ministro de Cultura de la Nación, Pablo Avelluto , se había retirado instantes antes, después de haber cedido el micrófono a uno de los manifestantes y ante la imposibilidad de pronunciar algunas palabras. "A los fascistas que están en el fondo les pido que respeten el uso de la palabra", había gritado Avelluto apenas tomó el micrófono, luego del discurso de Piñeiro, cuando los silbidos y abucheos iban in crescendo. "No permitir que alguien haga uso de la palabra es un acto fascista", agregó. En la confusión un joven saltó sobre el escenario y, luego de hablar con el ministro, Avelluto le cedió el micrófono diciendo: "Les damos el uso de la palabra; el mismo uso de la palabra que de forma autoritaria ustedes están impidiendo hacer".

Con una remera blanca del instituto donde es consejero de graduados, el Lenguas Vivas, Juan Manuel Sánchez pidió comprensión y apoyo a su reclamo. "No es chiste. Se quiere cambiar el modelo educativo de los profesorados de la ciudad. Este proyecto miente". Luego, en diálogo con LA NACION, Sánchez dijo que frente a la interrupción de la inauguración de la Feria, considera que "es mucho más avasallador que la ministra [Soledad] Acuña no reciba a los rectores y no responda preguntas".

Sin dudas, la gran vidriera que significa la ocasión de apertura del mayor encuentro cultural del país sirvió para amplificar un reclamo fogoneado por la izquierda política.

Gremmelspacher, por su parte, dijo a La Nación: "Alguna vez hemos tenido algunas discusiones, pero nunca nos han cortado el acto. Es poco democrático. Hemos permitido que se expresen con sus gritos y cánticos y que alguien hable, pero no han permitido que las autoridades hablen. Me parece que no es correcto". ¿Por qué el personal de seguridad no sacó a los manifestantes de la sala? "Hubiese generado más violencia -dice el presidente de la Fundación El Libro-. Sacarlos es lo que buscan. Les dimos el espacio de que gritaran y ellos no nos dieron el espacio a nosotros. Una pena".

Como recordó el presidente de la FEL, no es la primera vez que el acto de apertura de la Feria se hace en medio de tensiones. Sacaron chispas varios años los tiroteos verbales entre el entonces ministro de Educación de la Nación del gobierno kirchnerista Alberto Sileoni y el entonces ministro de Cultura de la ciudad de Buenos Aires Hernán Lombardi . También fue bochornosa la reacción de un grupo de intelectuales kirchneristas en contra del discurso de apertura del premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa .

En el discurso del presidente de la FEL también hubo reclamos al Gobierno y pedidos concretos. "Hoy, y en ocasión de la apertura de la Feria Internacional del Libro, me veo en la obligación de hacer una descripción del difícil momento que está atravesando toda la industria editorial. A la caída de las ventas de 2016 se suma la de 2017 del 5/10% dependiendo del tipo de editorial. La producción editorial, a su vez, con una caída del 20% según datos del registro del ISBN. Lo que acumulado implica una caída de no menos del 30% en los dos últimos años", dijo. Y continuó: "El aumento de las tarifas, que aún no han llegado a su techo, complica a muchos de los libreros y sobre todo a la industria gráfica. La boleta de luz pasó a ser uno de los principales costos, tornándose en algunos casos impagable".

Sí, la Feria tuvo una primera jornada atravesada por la polémica, pero puertas afuera la música ayudó para apaciguar los ánimos. Pasadas las 20, el cantautor uruguayo Jorge Drexler comenzó el concierto de Noche de la Ciudad.

Sobre la avenida Sarmiento estaba montado el escenario desde donde salían los primeros sonidos de "Al otro lado del río", tema que si bien no es una referencia directa a la Argentina y el Uruguay, se pudo tomar anoche como una licencia poética, ya que Montevideo es la ciudad invitada de honor de esta edición de la feria y Drexler es un músico muy querido de este lado del río, y con una audiencia que siempre aumenta.

***


Con la misma fecha y la firma de Luciano Sáliche, el suplemento cultural digital de InfoBAE, también realizó la cobertura de la inauguración.

Escándalo, reclamos y literatura:

cronología de la agitada inauguración de la Feria del Libro 2018


La tarde se planchaba sobria hasta que sucedió todo de golpe. La inauguración de la 44° edición de la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires comenzó cerca de las 18:30 de este jueves húmedo y nublado. En la Sala Jorge Luis Borges del predio de La Rural había políticos, editores, periodistas y lectores con las expectativas puestas en los discursos que, más allá de la creciente convocatoria a la Feria, se preguntarían sobre el presente del industria editorial, sobre todo en el del cierre, a cargo de la escritora Claudia Piñeiro. Sin embargo…

"Señor, señora, no sea indiferente…"
La cronología fue así: comenzó el presidente de la Fundación El Libro Martín Gremmelspacher, quien alertó sobre "los altos índices de piratería", destacó la importancia de "las políticas públicas para revertir la caída del consumo" —ya que sigue bajando la producción de libros— y concluyó en que la Feria es "el evento cultural más importante de Latinoamérica". Continuó el director de Artes y Letras de la Intendencia de Montevideo Juan Canessa ya que esa ciudad es la Invitada de Honor. Y cuando la locutada voz de la presentadora anunció que era el turno de que Enrique Avogadro, ministro de Cultura porteño, subiera al escenario, un silbido allá en el fondo de la sala hizo que todos giren la vista: gritos, papelitos al aire, cánticos y carteles en alto que decían "No a la UniCABA", "No al 29×1", "La educación no es un gasto, es un derecho", entre otras consignas.

Faltaban quince minutos para las siete de la tarde cuando de a poco esa masa de activistas tomó por asalto la atención de todo el lugar y duró más de media hora. El reclamo de docentes y estudiantes es contra eso que el macrismo llama la Secundaria del Futuro e incluye, entre otras cosas, la creación de la Universidad de Formación Docente (UniCABA). Tal como le anticipó a Infobae el año pasado la ministra de Educación porteña Soledad Acuña, se trata de "unificar los 29 institutos de formación en una sola oferta de grado universitario". Lo que los manifestantes que irrumpieron esta tarde sostienen es que con el cierre de esos 29 profesorados se pierden puestos de trabajo atentando contra la educación pública.

Ni bien disminuyó el barullo, la interpelación cantaba: "¡Señor, señora, no sea indiferente, nos cierran los terciarios en la cara de la gente!", y más tarde "¡Que retiren el proyecto!, ¡que retiren el proyecto!"

Claudia Piñeiro, discurso magistral
Estaba previsto que Claudia Piñeiro diera su discurso inaugural más adelante, cuando ya todos hayan hablado, sin embargo ella subió, tomó el micrófono del atril y se paró en el borde del escenario con su manojo de hojas envuelta en un saco de seda verde. Frente al público, dijo con firmeza: "Yo hice el profesorado. También estoy de acuerdo con que retiren el proyecto". Aplausos.

Luego leyó el título de su discurso: "¿Qué se espera de un escritor?" y, tras señalar a los activistas, dijo: "Acá está la respuesta". Para la autora de Las viudas de los jueves, Las grietas de Jara y —la última, publicada el año pasado— Las maldiciones, el lugar del escritor es el del "conflicto con la autoridad, entendiendo por autoridad, en nuestro caso, el Estado, la industria editorial y los intolerantes que pretenden imponer cómo debemos vivir"; también "del espíritu crítico" y "de la disidencia como estado de alerta".

"Los escritores somos parte de la industria editorial. Reivindico el ejercicio de la literatura como trabajo y nosotros como trabajadores de la palabra (…) Tenemos plena conciencia de la crisis que atraviesa el sector; somos parte de la cadena de valor tanto como lo son todos los otros eslabones: el accionista que invierte en el negocio, el editor, el imprentero, el librero, el distribuidor, los correctores, los traductores y cada uno de los que trabajan en la industria. Nos gusta lo que hacemos y tal vez, si tuviéramos de qué vivir, lo haríamos gratis. Pero el trabajo se paga. Se nos debe pagar en tiempo y forma lo que vale".

"Queremos ser escuchados", dijo y volvió a señalar a los activistas que escuchaban atentamente sus palabras: "Lo mismo pasa con esta gente, que es lo que está pidiendo".

De a poco Piñeiro fue tocando muchos temas, todos urgentes: "En estos días tuve la suerte y la amarga experiencia de escuchar numerosos ejemplos de discriminación e invisibilización de mujeres en el campo literario (…) Hoy los medios culturales a nivel mundial hablan de la literatura argentina nombrando entre otros pero con mucha mayor frecuencia a Samanta Schewblin, Ariana Harwicz y Mariana Enriquez. Schewblin y Harwicviven en el exterior, pero a Enriquez la tenemos a pocas cuadras. Si quieren oírla no la busquen en el programa de la Feria porque acá no estará. Van a tener que ir al Malba cuando converse con Richard Ford. Un afortunado Richard Ford. Quiero marcar esto no como reproche sino para que se vea. Como el mingitorio de Duchamp cada invisibilización grosera de una mujer trabajadora de la literatura debe ser sacada de su lugar y expuesta para que se tome conciencia".

"Así como hoy creo que a nadie se le escapa lo políticamente incorrecto que resultaría preguntarle a Obama qué siente haber sido presidente de los Estados Unidos siendo negro, o a Johanna Sigundardottr qué se siente ser presidente de Islandia y lesbiana, llegará un día en que dará vergüenza preguntar qué se siente ser mujer y abrir la Feria del Libro", agregó.

También aseguró que "sin lectores no hay literatura", por eso "la promoción de la lectura debe ser una política de Estado" ya que "a democracia necesita ciudadanos y la lectura forma ciudadanos con pensamiento crítico y diverso". Y sobre el final, mencionó a Liliana Bodoc —recientemente fallecida— como "una ferviente trabajadora de la palabra", a la grieta política ("¿éramos una grieta o el lenguaje operó sobre nosotros y nuestras diferencias para que no haya diálogo posible?") y la sentencia de que "en la buena literatura no encontrarán verdad sino puntos de vista".

Tras el punto final, estallaron los aplausos de todos los presentes. Entonces, Claudia Piñeiro dejó las hojas ya leídas en el atril, volvió al borde escenario y levantó con las dos manos el pañuelo verde a favor del aborto seguro, legal y gratuito.

El escándalo continúa…
Cuando la locutada voz de la presentadora anunció que Pablo Avelluto subiría a hablar, los silbidos volvieron. Sin embargo el ministro puso sus dos manos en el atril y, cerca del micrófono, esperó a que bajen los abucheos. Al ver que eso no sucedía, instó: "A los fascistas… nos costó muchos años y mucho sufrimiento llegar a esta democracia", y agregó: "Desde una perspectiva autoritaria, están impidiendo hacer".

Finalmente y de forma consensuada en el momento, dos de los manifestantes subieron a hablar. Avelluto les dio el micrófono para que expusieran su reclamo, y pidieron "que respeten a los 29 profesorados" y "que retiren el proyecto". Pero cuando el ministro volvió a intentar dar su discurso, no pudo. Entonces, antes los gritos, éste los volvió a calificar de "fascistas e intolerantes". Ya sin demasiadas conciliaciones, espetó a uno de los jóvenes manifestantes que le señalaba en voz alta que la actitud del gobierno no era democrática: "Vos no me vas a enseñar a mí lo que es la democracia".

El reclamo docente
Los activistas, que seguían levantando sus carteles, hablaron con Infobae Cultura"Nos están impidiendo emitir títulos, siguen sin reconocer a cientos de docentes y a cientos de estudiantes que no pueden tener su título. Nosotros tenemos que hacer este tipo de intervenciones porque es la única forma para poder revertir esta situación, que es la situación de toda la educación pública", comenta Maximiliano Mozota, de la CEIT y el Bachillerato popular Chilavert.

Otro de los manifestantes, Juan Manuel Santos —quien habló en el escenario— del Lengüitas, como se conoce popularmente a la Escuela Lenguas Vivas, comenta: "Ahora este acto termina y todos volvemos a nuestras casas y seguimos con nuestras vidas, en cambio con la UniCABA, una vez que se apruebe, no vamos a seguir tranquilos porque muchos de los docentes van a perder sus trabajos", y apunta en este breve diálogo contra la ministra de Educación porteña Soledad Acuña, el subsecretario de Planeamiento e Innovación Educativa Diego Meiriño —ex CEO de la editorial Norma, cuando todavía era de capitales colombianos, antes de la venta a Santillana—y la subsecretaria de Coordinación Pedagógica del Ministerio de Educación Andrea Bruzzo: "No reciben a los docentes ni a los estudiantes".

Por último, María Alegre, estudiante del nivel inicial del Normal N°10 en Belgrano, le dijo a Infobae Cultura: "Queríamos que aparezca Larreta y Larreta no apareció".

Las esquirlas de una tarde agitada
"Permitimos que cualquiera se puede expresar —le dice Oche Califa a Infobae Cultura tras la intervención y la palabra del Ministro— pero el acto debió haber tenido la palabra de los dos ministros". "Pensamos que en algún momento se iban a callar, pero no se detenían", agregó.

Ya fuera de La Rural, cuando regresaba a su casa a pie desde el concierto que dio al aire libre Jorge Drexler —evento gratuito de la inauguración de la feria—, Avogadro habló con Infobae Cultura: "Paradójicamente en un espacio en el que se celebra la palabra, no nos dejaron hablar. Ni siquiera cuando Pablo les cedió la palabra a ellos. Nosotros de todos modos estamos muy contentos y celebramos tener una feria que convoque alrededor del libro a más de un millón de personas y de hecho mi discurso tenía que ver con eso, con un espacio de encuentro". Y concluyó: "Pero lo ocurrido me deja un sabor agridulce, es la imposibilidad de mantener un espacio de diálogo basado en el respeto más allá de las diferencias".

Cerca del ministro Avelluto había mucho enojo, sobre todo con la organización de la Feria del Libro porque no se hicieron cargo de la situación. Se los veía tensos, incómodos y fastidiados. Por su parte Claudia Piñeiro, ante los pregunta de todos aquellos que se acercaron a hablarle después del discurso, fue concreta: "Yo hubiera querido que se escucharan los discursos, pero soy una escritora y, como dije en el texto que leí, un escritor siempre está en conflicto con la autoridad. A mí no me pueden pedir que no me ponga del lado de los reclamos".