Mostrando entradas con la etiqueta Carlos Mastronardi. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Carlos Mastronardi. Mostrar todas las entradas

miércoles, 11 de agosto de 2010

Mastronardi recuerda lo que Borges piensa sobre la traducción de poesía


Borges es el título de un libro  del poeta y ensayista argentino Carlos Mastronardi, que había permanecido inédito hasta ser publicado en 2007 por la Academia Argentina de Letras. "Al parecer –anota en el prólogo Pedro Luis Barcia–, los folios fueron naciendo casi diariamente –en el caso de don Carlos, cabría decir 'nocturnamente', pues era noctívago irredimible–, después de la jornada de paseo y diálogo con Borges por calles y tertulias porteñas. De regreso a su hotel, Mastronardi represaba, en un par de páginas, las consideraciones que las actitudes o reflexiones del día de Borges le merecían, o registraba las frases que estimaba debía rescatar, de las que Jorge Luis había pronunciado en esa jornada, habitualmente peripatética, según el gusto de ambos de patear por las calles porteñas al caer la tarde y hasta entrada la madrugada." Se ofrece a continuación el breve fragmento dedicado a la traducción poética.

XV

No obstante sus felices versiones poéticas, sostiene que sólo es posible traducir aquellas páginas donde privan las ideas no las emociones. Para cumplir este tránsito sin desdoro ni mengua, el poema exige un trbajo de recreación total. A su vez, dicha tarea supone la presencia de una persona, de un individuo imaginativo, de un hombre capaz de poner su orbe íntimo en la empresa. Todo traspaso de esa naturaleza comporta o solicita una verdadera síntesis existencial. En suma, sólo en el plano de los conceptos, de los entes universales, puede consumarse el traslado idiomático. Cuando se trata de poemas, y cuando el traductor recta o borra su persona, casi todos los matices se dispersan en el camino. Inversamente, la prosa puramente discursiva puede ingresar sin riesgo en las más lejanas áreas idiomáticas, ya que sólo demanda un calmoso trasiego mecánico. Por otra parte, la actitud reverencial y ortodoxa de los traductores de poemas contribuye a la disgregación de la materia que tienen en sus manos. La fidelidad al sentido –allí donde el sentido está sujeto y atado a la forma– suele despojarlos de su nativo encanto. Así tratados, los versos pierden sus atributos sutiles o imponderables sin que ninguna audacia venga a compensar esa pérdida. Si el traductor no mantiene la rima –por ejemplo– habrá de levantar el nivel general del poema mediante alguna aportación compensatoria, también de carácter musical. Aquí la inventiva dinámica de quien vierte poesía. Sospecha Borges que la timidez ya secular de los traductores toma su orgien en el respeto que impone la Biblia, cuyas versiones jamás se desvían de la Sagrada Palabra. Al parecer, esa severidad, universalmente acatada, hizo escuela, pero los frutos de su enseñanza permiten inferir que se trata de una escuela elemental.

Mastronardi en este blog puede ser consultado en  http://clubdetraductoresliterariosdebaires.blogspot.com/search/label/Carlos%20Mastronardi


martes, 15 de junio de 2010

Las notas de Mastronardi

El poeta, traductor de Paul Valéry y crítico argentino Carlos Mastronardi (1901-1976) apareció por primera vez en este blog en la entrada del 4 de junio de 2009. Allí se copiaba un fragmento sobre la traducción, proveniente de Cuadernos de vivir y pensar (1930-1970), anotaciones dispersas compiladas en cuadernos y editadas en forma conjunta en 1984 por el crítico Juan Carlos Ghiano para la Academia Argentina de Letras. Por supuesto que no todas las entradas se refieren a la traducción. De alguna manera, las que se reproducen a continuación, tal vez sí. O no, pero valen la pena igual.

De la entrada 1948-1950

Las letras clásicas nos muestran que el tiempo atenúa los rasgos diferenciales y convierte los matices en rasgos genéricos. En cierto modo, traduce los textos de la más diversa procedencia a un lenguaje común, a un idioma que no corresponde a país alguno porque sólo se desarrolla a lo largo de siglos. De ello resulta un libro grandioso y siempre pasible de nuevas adiciones. (Creo que Hegel imaginó ese libro sin fin.) En defintivia, quiero decir que lo particular se disuelve en cosa genérica a medida que pasan los años.

***

Allí donde los ingleses perciben hechos, los alemanes encuentran símbolos. Los primeros disocian; los segundos, asocian.

***

Toda página concisa gana en fuerza cuanto pierde en claridad. He aquí un inmemorial conflicto cuyos oponentes son el vigor expresivo y la comprensión insípida.


De la entrada 1971

En América –en su extremo sur– la calandria funciona bien en el plano del realismo; el ruiseñor, de aquí ausente, en el plano del símbolo, pues el símbolo prospera a favor de la lejanía. El cóndor, tan nuestro, sólo es celebrado por la gente de la llanura (Andrade), que apenas lo ha visto, no por el andino Joaquín V. González, que lo vio destripar ovejas postradas, es decir, todavía vivas. Lo simbólico pide lejanía espacial o temporal. A mayor irrealidad, mayor prestigio simbólico. Algún benreficio, pues, podemos extrar de lo inverificable y borroso.

jueves, 4 de junio de 2009

Todo, menos el lenguaje



El poeta y ensayista Carlos Mastronardi –íntimo amigo de Jorge Luis Borges, con quien aparece en la foto que ilustra este posteo–, en la página 343 de la entrada correspondiente a los años 1973-1974 de sus Cuadernos de vivir y pensar (1930-1970) (Buenos Aires, Academia Argentina de Letras, 1984), anota:

"Todo es traducible, excepto el lenguaje. La misma naturaleza es más traducible que los idiomas, dado que aquélla no pende de convenciones ni está sujeta a reglas circunstanciales. Nada más sutil y aleatorio que el lenguaje. Vana es la tarea de verter a otro idioma el lenguaje del poeta, salvo que el traductor tenga las mismas vivencias que experimentó el autor al que se aplica. Imposible es la empresa del traductor, salvo cuando se trata de nociones o conceptos. Sin traslados, sin pasar a otra lengua, en las palabras se ocultan las palabras".

Traductor de Mallarmé y de Valéry, Mastronardi (1901-1976) nació en la provincia argentina de Entre Ríos, Era, por lo tanto, enterriano, gentilicio que no registra el generoso Diccionario de la Real Academia, siempre dispuesto a incluir adjetivos que designen a los cincuenta habitantes de una aldea de montaña en los Pirineos.