Ioram Melcer |
Publicada el jueves 5 de
diciembre último en El Universal, de
Caracas, la siguiente nota sin firma se refiere a la traducción del castellano
al hebreo y viceversa. Para que todo resulte más claro, todavía no había
terminado la última Feria Internacional del Libro de Guadalajara, este año con
Israel como país invitado.
¿Cómo suena la literatura hispana
en el milenario y bíblico hebreo?
Guadalajara.- En Israel, país
invitado de honor en la mexicana Feria del Libro de Guadalajara, las
traducciones de la literatura hispana al milenario y bíblico hebreo son tan
apreciadas como bizarras: sin casi vocales, ni subjuntivo y con sus características
frases cortas alejadas de las florituras.
Si uno toma la versión hebrea de Cien años de soledad, del colombiano Gabriel García Márquez, no
sólo la empezará a leer desde atrás hacia adelante y de derecha a izquierda,
sino que en seguida se dará cuenta de que todas las expresiones de duda habrán
desaparecido y de que la novela eludirá muchos giros lingüísticos combinando
apenas dos tiempos verbales con muchos adverbios.
"No hay absolutamente nada
semejante entre el español y el hebreo, nada", confiesa a la AFP entre risas el israelí
Ioram Melcer, traductor de una cincuentena de títulos hispanos y de autores
como Mario Vargas Llosa, Carlos Fuentes, Arturo Pérez Reverte o Horacio
Castellanos Moya.
Aunque se ha modernizado, esta
lengua con más de 3.000 años de historia y en la que fueron escritos los textos
del Antiguo Testamento "tiene mucho de la Biblia y esto no significa
que demos un sermón constantemente. Es una lengua muy poética que también
utilizamos para hablar de fútbol", ironiza Melcer.
Para este apasionado escritor y
periodista de 50 años, cada libro en castellano que cae en sus manos para
traducir es un verdadero reto, pero recuerda especialmente los sudores que le
dio Rayuela, del argentino Julio
Cortázar, una traducción que habían abandonado antes dos traductores por su
complejidad.
"Rayuela es un texto dificilísimo en español, que tiene muchas
capas, muchas alusiones, muchos estilos diferentes y el hebreo es mucho más
directo. Usamos frases muy cortas y había que dividir las frases, poner muchos
adverbios para compensar que no tenemos subjuntivo. Tuve que inventar
mucho", confiesa este judío de origen argentino y director de contenidos
de medios electrónicos de la Biblioteca Nacional de Israel. "Me dije, o
muero haciéndolo o ya me retiro", bromea.
Pero no sólo las diferencias
gramaticales y morfológicas influyen en las traducciones españolas al hebreo,
sino también la connotación de las palabras. Por ejemplo, Melcer relata sus dificultades
con la traducción de Historia de la destrucción
de las Indias del fraile español Bartolomé de las Casas (1484-1566) sobre
la conquista española de América Latina y sus atroces métodos contra los indígenas.
"En el libro se habla de
masacres de indios, violaciones, decapitaciones... Nosotros utilizamos mucho
los términos masacre, desastre, catástrofes, violaciones, quemados cuando
hablamos de la shoah (holocausto) así
que tengo que evitar los lugares comunes porque sino le estoy poniendo
intenciones políticas y este libro escrito en el s. XVI no puede ser como un
relato del holocausto", afirma.
Otro aspecto que interviene a la
hora de traducir al hebreo es la longitud de los manuscritos. Por la casi
ausencia de vocales en su abecedario, un libro de 300 páginas puede quedar
reducido a 220, asegura el autor de El
hombre que fue enterrado dos veces y Nieve
en Albania.
"Esto tiene una influencia
negativa en cuanto a los libros que en español ya son cortos porque se vuelven
en libros no viables en hebreo", afirma Melcer al explicar que esto ha hecho
inviable la traducción de El coronel no
tiene quien le escriba de García Márquez, por lo que se propuso hacer una
antología con varios libros del autor.
Grandes amantes del llamado boom de los 60 y 70 y del realismo
mágico, la literatura latinoamericana es una de las favoritas de los israelíes
porque "no viene de Europa, por toda la problemática histórica que todos
sabemos, ni de Estados Unidos".
Entretanto, en el sentido
inverso, el español es el quinto idioma con más traducciones de obras hebreas, con
66 libros de Amos Oz y 29 de David Grossman, una de las grandes figuras
presentes en la Feria
de Guadalajara, que cierra el domingo.
"No es imposible traducir
incluso los textos más complicados mientras tengas el traductor adecuado",
afirma Nilli Cohen, directora del Instituto de Traducción de Literatura Hebrea,
fundado en 1962 para la promoción de la literatura hebrea.