viernes, 28 de febrero de 2020

Lo que puede pasar cuando uno es traducido al francés

En una entrada publicada días pasados, se hablaba de que nada garantiza a un autor el hecho de ser leído cuando se lo traduce a otra lengua. Por ejemplo, en Francia, las ventas de autores latinoamericanos son irrisorias. Por alguna razón que los franceses sabrán decir mejor que yo, la hora de Latinoamérica parece haber pasado. 

Y esto se puede comprobar fácilmente viendo los datos que ofrece la computadora de la más ínfima librería de barrio, que permite saber al minuto la cantidad de libros que vendió un autor y en qué librerías de toda Francia. Así, desde lo monstruos sagrados, como Julio Cortázar –cada vez menos leído en el país que lo acogió– hasta muchos de los representados por encumbrados agentes radicados en Madrid y Barcelona, la traducción en francés de autores latinoamericanos es del todo marginal y suele quedar relegada a pequeñas editoriales. Éstas, en el mejor de los casos, logran imponer un nombre al cabo de muchos avatares, como ocurrió con Ricardo Güiraldes cuyo Don Segundo Sombra, publicado por primera vez en francés en traducción de Marcelle Auclair (revisada por Jules Supervielle y Jean Prévost), conoció sucesivas reediciones en Gallimard (1953, 1994, 1997) hasta que, a partir de 2007, logró tres ediciones consecutivas en Sillages, una editorial muy pequeña que exhibe orgullosa ese logro, aunque se apena por la falta de ventas de Roberto Arlt. 


Pero Güiraldes es una excepción. Todo indicaría que, desde que las vacas no se asoman al balcón presidencial de algún dictador o a partir del momento en que la gente ya no vuela en las novelas, hemos dejado de ser exóticos, y tapas que sugieren lo que los libros no tienen, como la de  Dernier train pour Buenos Aires (que originalmente fue Glaxo, de Hernán Ronsino), no bastan para atraer al público galo por muy buenos que sean los libros. Insisto: hay excepciones, pero no son necesariamente las que se promocionan en la Argentina o en los otros países de nuestro continente. Es algo así como cuando leemos que Susana Rinaldi triunfó en el Teatro Olympia, que, al fin y al cabo, es uno de los tantos, tantísimos teatros de París, por lo que su “triunfo” fue secreto.

En síntesis, con tanto investigador suelto, no estaría mal que alguien se tomara el trabajo de poner en negro sobre blanco las estadísticas reales de ventas para saber a ciencia cierta qué se traduce, cómo, dónde y por quién. Eso permitiría ver de manera objetiva dónde está parada la literatura de cada país de Latinoamérica sin necesidad de repetir el discurso de los editores locale, de los agentes y de los propios escritores que, convengamos, son parte interesada en el asunto, ¿no?

Jorge Fondebrider




jueves, 27 de febrero de 2020

La cosa cultural para gente con inquietudes

Una nota sin firma, difundida por la agencia TELAM, que da cuenta del supuesto auge de los “clubes de lectura”, suerte de asociaciones informales y colectivas de gente de clase media con inquietudes, dedicadas a la lectura de libros que se comentan. Si eso ayuda a que la gente lea…

El auge de los clubes de lectura:
una forma de compartir y difundir literatura

Con una curaduría de libros seleccionados para leer a lo largo de un mes acompañados por mails semanales y el acercamiento a producciones de editoriales independientes, los clubes de lectura establecieron en los últimos tiempos un circuito que se consolida como una herramienta para difundir literatura y expandir la experiencia más allá del punto final del texto.  

Sebastián Lidjiover, quien fue responsable de prensa de grandes editoriales y aseguró ser "fan de evitar que el libro se asocie con lo erudito" y "un lector ingenuo, que se deja llevar allá donde el texto proponga", revela que con esa impronta armó hace cuatro meses un club de lectura, con cuatro editoriales independientes, de las que surgió el nombre Carbono, distribuidora de Ediciones Godot, Gourmet Musical, Sigilo y Leteo.

"Cada mes elijo algún libro del catálogo de esas editoriales. Pienso en algo que pueda gustarle a la mayoría y que no sea muy extenso, para que lleguen bien con los tiempos. La propuesta también es que puedan acercarse a libros que quizás no hubieran elegido. Varias veces me agradecieron en los mails, que gracias al club de lectura llegaron a un libro que nunca hubieran conocido", destaca Lidijover, quien además es librero y está vinculado a la industria del sector.

Carbono cuenta con 3.300 suscriptores que reciben todos los domingos un mail de su mentor en el que intenta "no hacer tanto foco en la trama de los libros, sino en qué es lo que hace que funcione eso que leemos".proponer conexiones con otros textos y también en reflexionar acerca de 

Florencia Ure, que dirigió la comunicación de Planeta, Tusquets, El Ateneo y Penguin Random House, llevará a cabo, desde abril y junto al escritor Santiago Llach, un nuevo club de lectura en el que ya hablaron con las editoriales para conocer sus publicaciones y definir el cronograma de lecturas que irán proponiendo mes a mes.

El proyecto todavía no tiene nombre pero está decidido su funcionamiento: habrá un newsletter que podrá leer quien esté o no asociado al club y habrá una suscripción mensual que es equivalente al valor promedio del libro, a cambio de recibirlo a domicilio.

"Vamos a hacer una guía de lectura para ese ejemplar y el newsletter va a contener el resto de las novedades que no elegimos pero que sí leímos. Eso es para todo el mundo, estés o no suscripto", explica Ure.

Otro de los proyectos que plantea nuevos encuentros con la lectura es el de Rosario Pozo Gowland que comenzó con el posteo de lecturas en su cuenta de instagram y continuó con la consolidación de "Decime un libro", que hoy consta de un club de lectura.

La experiencia se realiza los terceros martes de cada mes por la noche con la publicación de un video en la cuenta de esa red social y mensajes que derivaron en diciembre en un encuentro presencial y un podcast semanal que produce con su hermano, con quien comentan lecturas y también entrevistan autores.

"Tengo grandes seguidores, se logró crear una comunidad a la que le apasiona la literatura. No dejo de sorprenderme por el cariño y la buena onda", expresa Pozo Gowland, que dijo sentirse cómoda con la definición de "bookstagramer" si se refiere a "alguien que tiene una cuenta en instagram con una cantidad de seguidores y que puede ejercer algún tipo de influencia y generar una comunidad de lectores".

Sobre estas nuevas formas de compartir lecturas, Lidijover señala que "si bien la lectura es una experiencia individual, adquiere otro plano al ser compartida con más personas" y hace una comparación con lo que sucede en un cine. "Ver una película en una sala vacía es una experiencia totalmente distinta a verla en una sala llena. La película es la misma, pero hay algo poderoso en sentir la compañía de cientos de personas que experimentan lo mismo que uno", sostiene.

Ana Brandstadter, una de las impulsoras del club de lectura Bukku -una de las formas de decir libro en japonés- relató que cada mes envían a sus suscriptores una caja con el libro elegido, un señalador y un link a una playlist especialmente seleccionada por la autora o autor para acompañar la experiencia de la lectura.

"En el caso de Bukku se genera algo realmente muy interesante, ya que más de 1.200 personas de todo el país leen el mismo libro al mismo tiempo; con un instagram que funciona como punto de encuentro para intercambiar opiniones sobre el libro del mes, y así pueden conocer a la editorial y a los autores, que cuentan cómo fue su proceso de escritura", generando lo que considera "un intercambio y una cierta mística en torno a la lectura", explica.

Los suscriptores no se conocen personalmente, viven en diferentes lugares, trabajan de cosas distintas, tienen edades muy variadas, pero están haciendo una experiencia de lectura simultánea que, según Brandstadter, genera una propuesta de lectura que es a la vez individual y compartida, con dos interesantes ingredientes: "la federalización y el factor sorpresa", ya que los suscriptores no saben qué libro recibirán.

"Esto genera una magia que es realmente única, y que sumada al bajo costo de la suscripción (la caja termina costando lo mismo, o incluso menos, que comprar el libro en una librería), nos permitió lograr un gran porcentaje de fidelización y apego de nuestros suscriptores", indica.

De esta manera, los libros encuentran nuevas formas de circulación en las que los ecos de la lectura se expanden hacia los correos electrónicos y las redes sociales para establecer comunidades de lectores que buscan compartir el sentido que encontraron en las páginas.

miércoles, 26 de febrero de 2020

Mark Twain lo dijo

Mark Twain
El pasado 9 de febrero, Guillermo Piro escribió en su columna del diario Perfil, de Buenos Aires, a propósito de lo que pasa en la lengua alemana con las cuestiones de género, tal como puede leerse a continuación.

La horrible lengua alemana

También en Alemania se discute acerca de la lengua inclusiva, es decir cómo volver el modo en que se habla más neutro y por lo tanto menos discriminador desde el punto de vista del género. Los que proponen esta transformación dicen que la operación tiene poco que ver con la lengua y la gramática, sino más bien con el modo en que las palabras forman las cosas, los pensamientos y las opiniones.

El debate obviamente no es nuevo: las lenguas cambian continuamente y reflejan siempre los cambios sociales y las relaciones de fuerza de su época. Mark Twain intentó sin éxito aprender alemán desde chico, y en 1880 escribió un ensayo con un título bastante explícito: The Awful German Language (La horrible lengua alemana), y volvió sobre el mismo tema algunos años después en una célebre conferencia dictada en Viena titulada Die Schrecken der deutschen Sprache (“Los horrores de la lengua alemana”). Twain, que como todos saben es estadounidense, a través de ejemplos y con mucha ironía cuenta las dificultades en el uso de los casos, los verbos, la longitud de las palabras y la cantidad enorme de preposiciones, y al final eleva al gobierno una propuesta formal para “mejorar” la lengua alemana.

El alemán tiene tres géneros (masculino, femenino y neutro, con sus respectivos artículos der, die y das), pero la relación real entre género y sustantivo no es clara: Fischweib (los sustantivos alemanes van en mayúscula), que quiere decir “vendedora de pescado”, es neutro. “Cada sustantivo –explica Twain– tiene un género y no hay sentido o sistema en la distribución. Así, el género de cada uno debe ser aprendido separadamente y de memoria. No hay otra manera. Para hacer esto uno debe tener la memoria de un enorme diccionario. En alemán, una joven dama no tiene sexo, mientras que un nabo sí. Piense en la recargada reverencia que se muestra por el nabo y en la insensible falta de respeto que se muestra por la chica”.

En alemán, como en español y otras lenguas, a menudo se usa el plural masculino para indicar tanto hombres como mujeres: los maestros se dirigen al alumnado mixto diciendo Schüler (estudiantes, en masculino). Pero distintos estudios demuestran que el plural masculino, en la mente de quienes escuchan, se conecta exclusivamente al sexo masculino. En Francia se le pidió a un grupo de mil personas que nombraran “dos escritores célebres” y solo el 12 por ciento pensó en una mujer. Pero cuando se les pidió que nombraran “dos escritores o escritoras célebres”, el porcentaje de los que nombraron una mujer se duplicó. El experimento se repitió con campeones y campeonas olímpicos y con presentadores o presentadoras de televisión.

Hace poco el Ministerio de Justicia de Lübeck estableció que en las comunicaciones oficiales se debe aspirar a la neutralidad. Para ello se utilizan los dos puntos (:) en medio de una palabra, lo que tiene un sentido inclusivo. Los dos puntos no implican una interrupción sino que deben ser pronunciados con una pausa glotal, o sea una especie de pausa que implica al mismo tiempo un esfuerzo, la misma que se usa en español cuando alguien dice “No estoy hablando de lecciones sino de elecciones”, con una leve pausa antes y un esfuerzo sobre la “e” de elecciones. Así, los habitantes de Lübeck pasan a ser Lübecker:innen. Naturalmente hay quienes no están de acuerdo, pero el ministerio piensa castigar duramente a quienes no respeten la regla. Lo que da argumentos a los rebeldes, que entienden así que una sociedad más inclusiva depende de una imposición burocrática.

martes, 25 de febrero de 2020

Les muchaches peronistes y la corrección política

Juan Perón, versión "ea pepé"
Esto que sigue fue publicado por Laura Ventura en el diario La Nación, de Buenos Aires, el pasado 24 de enero. Se habla aquí de una guía de lenguaje inclusivo, presuntamente encargada por el gobernador Axel Kicillof, hecho sobre el que opinan Alicia Zorrilla, la actual presidente de la Academia Argentina de Letras, y Pedro Luis Barcia, un ex presidente de la misma institución, así como la profesora Karina Galperín. En el medio, se cita a la RAE, institución vetusta, fundamentalmente conformada por hombres misóginos, como si fuera una autoridad. En fin…

El lenguaje inclusivo en la función 
pública: un debate más ideológico 
que lingüístico

La administración del gobernador bonaerense, Axel Kicillof, anunció que trabaja en una guía de lenguaje inclusivo para ser utilizada entre sus funcionariosSe buscará de este modo “visibilizar e incluir a todas las personas”. Para la presidenta de la Academia Argentina de Letras (AAL), Alicia Zorrilla, “esa decisión de la administración bonaerense carece de fundamento lingüístico; está fuera del sistema gramatical. Se debe a una posición sociopolítica”.

Pedro Luis Barcia, quien estuvo una década al frente de la AAL, explica el concepto de lenguaje inclusivo: “La inclusión es un fenómeno complejo que significa incorporar lo ocluso, lo cerrado, algo que está fuera de ello. La inclusión no comienza con el lenguaje, comienza con la gestualidad, con la actitud frente al próximo, con la mirada, con el acercamiento, el respeto. Lo verbal viene después”. Barcia formula una pregunta, y aunque para algunos suene a broma, otros estudian esta posibilidad: “¿La administración pública también va a cambiar el texto de 'La marcha peronista': 'Les muchaches peronistes, todes unides triunfaremes'?... Porque para ser coherente, hay que ser coherente en todos los planos”.

Múltiples interrogantes emergen en torno a este uso en documentos oficiales. La Real Academia Española (RAE), en el informe presentado sobre esta materia, explica caso por caso la posibilidad que existiría si se modificara la Constitución a través de la incorporación del lenguaje inclusivo. Por ejemplo, considera que el caso del desdoblamiento (escribir presidente y presidenta) de modo ocasional o tal vez en su primera mención resultaría “problemático”.

A su vez, ¿qué ocurriría con el caso bonaerense si se trasladara este lenguaje a su Constitución? ¿Debería así reformarse la Constitución Nacional? Ya se ha registrado -y también ha sido denunciada- la utilización del lenguaje inclusivo en algunos fallos, como lo ha hecho la jueza porteña Elena Liberatori.

En sintonía con el dosier de la RAE, Zorrilla se refiere a las propiedades de este lenguaje: “Desde el punto de vista lingüístico, no podemos reemplazar las letras a y o, que diferencian el género, con la arroba, el asterisco, la e o la x porque tenemos la voluntad de hacerlo en contra del androcentrismo o de reflejar con ello una realidad sociopolítica. Esa sustitución es ajena a la morfología del español e innecesaria, pues el masculino genérico o masculino gramatical ya es inclusivo, ya cumple esa función como término no marcado de la oposición de género. Si decimos 'los hombres no son inmortales', sabemos que ese sustantivo hombres se refiere a todos los humanos, mujeres y varones, pues, si solo se refiriera a los varones, cabría la posibilidad de que las mujeres sí lo fuéramos y viviéramos eternamente. Eso es absurdo”.

Estas opiniones difieren de la posición de Karina Galperín, profesora de la Universidad Di Tella, quien destaca el presente como un fenómeno que “como chiquito, es muy grande” y en expansión. “Vale aclarar que en muchas instituciones del mundo se utilizan corrientemente y hace rato guías de recomendación de ciertos usos para tratar de evitar el masculino genérico. Creo que en este caso se trataría de aggiornar una guía que ya existe. Así, esto estaría totalmente en línea con una práctica usual. Pero, a decir verdad, no sabemos si se trata de eso o de implementar alguna variante del llamado 'lenguaje inclusivo' en algún nivel de gobierno, que no sabemos cuál es. Y no sabemos tampoco con qué tipo de fuerza se haría, porque el rango de posibilidades va desde habilitar, permitir o recomendar hasta convertir alguna de las variantes del 'lenguaje inclusivo' en lengua oficial de los intercambios formales. Dudo muchísimo de que esto último se proponga y/o implemente”.

Zorrilla reconoce que no solo los jóvenes, sino también personas mayores, profesionales, utilizan el lenguaje inclusivo. Con ellos mantuvo un interesante diálogo. “Cuando me lo decían, hablaban el español como lo aprendimos todos. Entonces, les pregunté por qué se dirigían a mí así, sin usar el lenguaje inclusivo. Me contestaron que respetaban los contextos -fue durante una clase de español-, que ellos sabían muy bien dónde usarlo. Esta respuesta explica que se trata de un posicionamiento sociopolítico. También me dijeron que desde ningún punto de vista aspiraban a alterar la gramática española y que les interesaba aprenderla bien para hablar y escribir mejor”.

Galperín también destaca la utilización del masculino genérico en diversos ámbitos, no solo por una cuestión ideológica, sino también por una cuestión práctica de claridad y precisión: “Hay gente que defiende o ataca el uso del 'lenguaje inclusivo' por su carácter político, como un uso que quiere cambiar la realidad o que busca poner en evidencia un problema que no es de orden lingüístico. Creo que eso es verdad en muchos casos. Un grupo grande, y sobre todo el más intenso y más vocal y más visible, lo hace por esa razón. Creo, al mismo tiempo, que otra gente adoptó y utiliza ocasionalmente el 'lenguaje inclusivo' cuando se enfrenta con un problema de posible ambigüedad. En esos casos, usa alguna forma de inclusivo. No lo hace para visibilizar nada, sino por precisión, porque quiere evitar una ambigüedad”.

La difusión de estos usos “no basta si no se ajusta al sistema gramatical del español”, resume Zorrilla. El debate ya está instalado: “¿Cómo termina esto? No lo sabemos. Pero yo no dejaría de registrar la incomodidad con el masculino genérico y ni dejaría de observar cómo evoluciona, si evoluciona. No creo que sea una moda pasajera y creo que responde a cambios en la sociedad y en nuestra sensibilidad demasiado importantes como para que descartemos de cuajo su efecto sobre la lengua”, concluye Galperín.

lunes, 24 de febrero de 2020

¿Alguien va a negar ahora que el único propósito que anima a Anagrama es comercial?


La agencia española EFE publicó un comunicado que levantó la agencia argentina TELAM, que publicó el 9 de enero Cultura InfoBAE como si tuviera alguna importancia. Allí se lee que Eva Congil (foto) es la nueva directora general de la editorial Anagrama. No es lo único que se lee. También nos enteramos de que esta señora, además de haber trabajado para varias editoriales y distribuidoras españolas, también fundó Koan Libros, editorial “especializada en autoconocimiento y desarrollo personal”. Y, como si eso no bastara, se nos informa que “posee un gran conocimiento del sector editorial y una visión global del negocio, tanto de la edición en papel como de la digital”. ¿Son esos méritos literarios? Aparentemente, en el mundo actual, pareciera que sí. ¿No dan ganas de vomitar?

La editorial Anagrama tiene nueva
directora general: Eva Congil

La editora Eva Congil será a partir del 13 de enero la nueva directora general de Anagrama, un puesto que ocupaba Román de Vicente desde septiembre de 2018, informó hoy la editorial española.

La incorporación de Congil, junto con la dirección editorial de Silvia Sesé, que fue nombrada en 2017, “consolida el compromiso de Jorge Herralde y Carlo Feltrinelli con el futuro de la editorial”, que en 2019 celebró los 50 años de su fundación, indicó Anagrama a través de un comunicado que difundió la agencia de noticias Efe.

Licenciada en Filosofía por la Universidad de la localidad española de Barcelona, Eva Congil desarrolló parte de su trayectoria en Ediciones Salamandra, donde empezó a trabajar en 2002.

En 2006 asumió la dirección comercial para España y Latinoamérica, así como la dirección ejecutiva de la distribuidora nacional Anaquel de Libros.

En 2018, la nueva responsable de Anagrama fundó su propia editorial, Koan Libros, especializada en autoconocimiento y desarrollo personal, que distribuye en España y América Latina.

Anagrama también destaca en su comunicado que Congil “posee un gran conocimiento del sector editorial y una visión global del negocio, tanto de la edición en papel como de la digital” y que “siente pasión por el mundo del libro, hacia el que ha mantenido siempre una mirada analítica, sensible y creativa”.

viernes, 21 de febrero de 2020

Les papanatas de la RAE vuelven a hacer las delicias de todes

Uno anda con el jesús a flor de labios, pero, por suerte, la Real Academia Española y sus cruzados volvieron a rechazar la inclusión del lenguaje inclusivo en la Constitución peninsular. Es lo que dice la nota firmada por Laura Ventura y publicada en el diario La Nación, de Buenos Aires, el pasado 20 de enero.


La RAE justificó 
el rechazo a la introducción
del lenguaje inclusivo en la Constitución

MADRID.- La Real Academia Española (RAE) presentó esta mañana en la sede de su institución, a metros del Museo del Prado, un minucioso informe sobre la utilización del lenguaje inclusivo en la Constitución española de 1978, el texto que rige en la actualidad. “El lenguaje utilizado en la Constitución es claro e inteligible y, a pesar del tiempo transcurrido desde la redacción del texto, no plantea en la actualidad problemas serios de interpretación literal. No hay, pues, razones gramaticales ni de inteligibilidad semántica que obliguen a modificar su redacción”, concluye el informe que tanta curiosidad y debates genera en la opinión pública.

En una conferencia de prensa la RAE comunicó no solo un informe meticuloso sobre el lenguaje utilizado en la Carta Magna sino otro estudio donde explica aquella labor que realiza para eliminar aquella utilización excesiva del masculino y expresiones que considera injustas. “La RAE no está dormida”, indicó el director de la RAE, Santiago Muñoz Machado. Este informe se denomina “ Sobre sexismo lingüístico, femeninos de profesión y masculino genérico. Posición de la RAE“. En él, la RAE expone “la limpieza” que efectúa en su famoso Diccionario de “adherencias sexistas de discurso acumuladas a lo largo del tiempo debido a razones principalmente sociales y culturales”.

El estudio sobre el lenguaje inclusivo en la Constitución española fue elaborado por prestigiosos académicos, dos hombres y dos mujeres, comenzó a elaborarse en 2018, a pedido de la vicepresidenta de gobierno, Carmen Calvo (Partido Socialista). “Las RAE toma como referencia el uso mayoritario de la comunidad hispanoparlante en todo el mundo. La Academia se limita a ser testigo del empleo colectivo mayoritariamente refrendado por los hablantes, así como a describir estos usos en sus publicaciones y a recogerlos en sus corpus”, comenzó su presentación el director de la RAE, quien aseguró que los debates sobre este tema con los académicos fueron siempre “amables y creativos”.

El informe efectuado por Paz Battaner, Inés Fernández Ordóñez, Ignacio Bosque y Pedro Álvarez de Miranda y aprobado por unanimidad por los académicos en la pasada sesión del jueves considera “aconsejable” adecuar algunos conceptos y usos lingüísticos a los tiempos que corren, diferentes a los de 1978. Aquellas expresiones están vinculadas a voces y expresiones relacionadas con el matrimonio, las relaciones de pareja, las relaciones entre padres e hijos, la discapacidad y la incorporación de una denominación en femenino como Princesa de Asturias, un tema que genera particular interés en la sociedad española. A su vez, la Constitución se refiere en numerosas ocasiones al “Rey” (expresión nominal definida), pero, y en vistas a que España tendría una Jefa de Estado en el futuro, el informe aconseja incorporar la expresión “Reina”, quien no aparece como titular de la Corona en la Carta Magna (solo al Rey). En este caso, sería pertinente desdoblar la expresión por “Rey y Reina”.

Santiago Muñoz Machado explicó las dos interpretaciones del concepto de lenguaje inclusivo. Uno: Aquel en que las referencias expresas a las mujeres se llevan a cabo exclusivamente a través del género femenino (en este caso, es inclusivo decir “las españolas y los españoles”, pero no “los españoles”). También ingresa en esta interpretación la utilización de sustantivos colectivos femeninos, masculinos y términos nominales que abarquen ambos sexos (por ejemplo, “toda persona española”). Dos: Aquel que utiliza términos masculinos que integran en su referencia tanto a hombres como a mujeres y que queda expresa esta utilización en su contexto (por ejemplo, “todos los españoles son iguales ante la ley”). Con respecto a estas dos interpretaciones, explicó el director de la RAE que el cuerpo constituyente de 1978 optó por esta segunda interpretación, es decir, utilizar al masculino como término no marcado (aquel que incluye tanto a mujeres como ah hombres).

Hay algunas puntualizaciones que precisa este informe de la RAE, en particular sobre la paternidad y la maternidad (artículo 39.2, 39.3 y 39.4), en particular sobre estos permisos o licencias, sobre los que nada dice la Carta Magna. La RAE propone utilizar, por ejemplo “Tanto los padres como las madres” y dado los matrimonios de personas del mismo sexo, dado que los hijos pueden tener dos padres o dos madres, convendría sustituir esta expresión. Lo mismo ocurre con el término “disminuido” (artículo 49), que debería ser reemplazado por “discapacitado”.

Los académicos de la RAE analizaron de modo conjunto no solo la Carta Magna española, sino otros textos constitucionales como el colombiano, el mexicano, el chileno, el francés y el portugués. “La conclusión es que todas estas constituciones utilizan las mismas implicaciones de la interpretación inclusiva”, concluye el informe.

jueves, 20 de febrero de 2020

Raúl Zurita: no lo hagan tigre


Chile es un país acostumbrado a establecer un culto a la personalidad de sus escritores que, por momentos, fatiga a los extranjeros. Por eso, uno tiende a leer con cierta dosis de escepticismo los frecuentes ditirambos que, muertos Gonzalo Rojas y Nicanor Parra, se vienen llevando a cabo alrededor de la figura de Raúl Zurita, un buen poeta al que la crítica ha entronizado, acaso en desmedro de otros mejores, aunque menos espectaculares y efectistas. En la bajada del artículo publicado por Javier García en La Tercera, de Santiago de Chile, el pasado 17 de enero se lee: “El poeta y Premio Nacional de Literatura aparece retratado en el último número de la publicación europea 10TAL, que dedica un dossier al Festival Internacional de Poesía de Estocolmo.” ¿No será mucho?

Revista sueca dedica portada
y publica poemas de Zurita

En noviembre pasado más de 40 artistas participaron en el Festival Internacional de Poesía de Estocolmo 2019, en Suecia. Uno de los invitados estelares era el poeta chileno Raúl Zurita, quien se excusó de viajar por problemas de salud.

Sin embargo, esto no impidió que el encuentro literario le dedicara un espacio central, donde se leyeron sus poemas traducidos al sueco. Además, se proyectó un documental donde se resume parte de la trayectoria de la vida del Premio Nacional de Literatura 2000.

Es más, el último número de la revista de arte y literatura, 10TAL, fundada hace más de 30 años, dedicó un gran número de sus páginas al Festival Internacional de Poesía de Estocolmo. Para destacar el encuentro instaló en su portada un retrato en blanco y negro impreso del autor de Purgatorio. También incluye una selección de poemas de Zurita.

“Es absolutamente increíble en el escenario, no deja a nadie sin tocar. Me encanta escucharlo leer y también interpretar sus poemas”, señaló Madeleine Grive, directora del Festival Internacional de Poesía de Estocolmo recordando presentaciones del autor de Canto a su amor desaparecido.

Traducido al inglés, francés, griego, ruso, alemán, italiano, la obra de Zurita sigue ganando lectores y nuevas traducciones. Como escribiera el poeta estadounidense W.S. Merwin: “Los atrapadores sueños de esta poesía, sus playas y pastos, sus cordilleras, han entrado desde hoy en nuestro mundo despierto”.

miércoles, 19 de febrero de 2020

Hernández sobre Tolstoi, traducido por Selma Ancira

Jorge F. Hernández es uno de los más destacados narradores mexicanos de los últimos años. En esta columna, publicada el pasado 9 de enero en el diario Milenio, de su país, comenta un libro de Lev Tolstoi, traducido por la mexicana Selma Ancira.



Ser bueno

Debemos a Selma Ancira una generosa biblioteca de traducciones indispensables; ya en griego o en ruso, ella se ha preocupado por llevar al castellano páginas, párrafos y palabras ya originalmente en cirílico o enraizadas en otra cultura milenaria no solo para que se lean en castellano y todos los acentos posibles del idioma español, sino quizá sin saberlo, reflejar nítidamente lo buen ser humano que es ella. Nada menos. Se llama Selma Ancira y ha dedicado una vida a la traslación, transubstanciación, transformación y todo lo que significa traducción de saberes y sueños para que todo lector con eñe entienda realidades distantes, paisajes increíbles, historias maravillosas o la simple imaginación ajena que se vuelve propia gracias al paso por el velo invisible de una traductora ejemplar. Aunque Selma ha sido reconocida y celebrada por su valiosa labor de años, el homenaje constante ha de ser los que la leemos a través de la prosa de un novelista griego entrañable o bien las intimidades más sabias de un abuelo ruso que parece sonreírnos desde un más allá más próximo, gracias a que parece que nos hablan en nuestro idioma.

Parece mentira inesperada que en un mundo donde se confirman cada vez más las andanzas y fechorías de tantos seres del Mal con mayúscula, aparezca como epifanía un libro hasta ahora inencontrable en español que resguarda como relicario o manual de paso a paso la vereda hacia el Bien, escrita y compilada por un hombre bueno que se llamó Lev Tolstoi y que Selma Ancira nos presenta en confianza. Un ser bueno se encerró en sus adentros para hilar un libro que reuniera aforismos, máximas, recomendaciones y reflexiones de los grandes filósofos de todas las culturas, los pensadores inconmensurables de todas las épocas, en un callado diálogo con Tolstoi que los fue hilando como quien redacta páginas que han de ser capítulos de alivio, pensamiento, memoria y más que propósito para una vida mejor.

Se llama El camino de la vida (El Acantilado, 2019), un luminoso sendero de veras donde el viejo Tolstoi fue licuando y coagulando un orden práctico y adorable de preceptos o pasos para llevar una vida de sana y respetuosa convivencia con los demás y la realidad, la naturaleza y vida que nos rodea, evitando los caminitos del odio, la carretera de la ira, el peñón de la envidia o los cañones de tanta maldad. El viejo se propuso escribir un vademécum con capítulos para cada día, hasta cumplir un mes, sorteando con simpleza práctica la definición de la fe, la soberbia, el esfuerzo, la palabra, el amor, los excesos, la muerte, la humildad y muchos otros principios, palabras, vistos como verbo o mejor aún, gerundios que han de ayudarnos a los seres buenos, a quienes buscan vivir sin joder al prójimo y caminan sin pisar a los próximos y construyen sin abuso y digieren en comunidad y aman de verdad y leen… leen… leen.

Lev Tolstoi murió fulminado en la estación de trenes de Astápovo en 1911 y pocos meses después apareció este libro que ahora llega a nuestro idioma gracias a los incansables empeños de Selma Ancira, quien además ha tenido la generosidad de respetar cada línea con apego a la edición original rusa, marcando o limpiando de ciertas manchitas de tinta que se le pegaron en las sucesivas traducciones al inglés, francés o italiano. Al hacerlo, ha logrado que la lectura no solo sea placer, sino holograma: parece que el viejo entrañable, de luenga barba y mirada absolutamente esteparia se para delante del libro y va deletreando en perfecto castellano los pasos ligeros de reflexión profunda que pueden ayudarnos a evitar todo Mal o por lo menso, aprender a sortearlos, en abono a la belleza, bondad y veracidad del sendero mejor para las almas unidas o en monólogo, el caminito de la serenidad a cada paso, la templanza y el sosiego, el saber por encima de tantas ignorancias y el sentir por encima de tanto descarado desalmado que hiere, lastima y mata al prójimo y al paisaje, al mundo entero y a todo lo etéreo por no saber leer una traducción que es simbólico tatuaje, un bálsamo para asumir un capítulo diario como dosificación del Bien mismo con mayúscula, tal como los fue hilando Tolstoi en su silencio y madrugada… tal como lo traduce enteramente Selma Ancira para llevarnos de la mano, y quizá entonces, llegar a ser como ellos.

martes, 18 de febrero de 2020

El rechazo al nombramiento de Juan Sasturain, como director de la Biblioteca Nacional "Mariano Moreno"

El pasado 12 de enero, la bibliotecaria Sol Martínez, haciendo uso de la lengua inclusiva, ha publicado en Notas. Periodismo Popular, el siguiente artículo, a propósito de la polémica desatada entre algunos de sus colegas por la designación de Juan Sasturain al frente de la Biblioteca Nacional “Mariano Moreno”.

Juan Sasturain y el debate
sobre la dirección de la Biblioteca Nacional

En 7 de enero fue designado el escritor y periodista Juan Sasturain como director de la Biblioteca Nacional Mariano Moreno (BNMM), de reconocida trayectoria tanto como autor, director y editor de medios gráficos. La noticia fue bien recibida por el ambiente cultural que ve en su figura la garantía de que la promoción y la divulgación cultural vuelvan a tener un lugar protagonista dentro de la agenda de la BNMM. 

Varias personalidades, como Miguel Rep y Claudia Piñeiro, entre otras, se han referido al flamante director como “buena persona”, “don de gente” y “amante de literatura”. Sin embargo, la escasa experiencia de Sasturain en gestión genera también incertidumbre acerca de cómo será su desempeño al frente del organismo.

Cabe destacar que durante el período macrista la Biblioteca Nacional sufrió un fuerte ajuste, reflejado en cientos de despidos de trabajadores, achicamiento de áreas, cierre de algunos programas y abandono del Museo de La Lengua. La cara visible y autora material de este fuerte ajuste fue la bibliotecaria Elsa Barber (ex directora de la Escuela de Bibliotecarios de la Biblioteca y de la Carrera de Bibliotecología y Ciencia de la Información de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA), quien lejos de defender la jerarquía de la Biblioteca y a sus trabajadores, no dudó en ejecutar en su breve paso por la Dirección, a principios de 2016, los cientos de despidos exigidos desde el Poder Ejecutivo. 

Luego fue el turno de la gestión de Alberto Manguel, reconocido empresario editorial y crítico de la obra de Borges, quien no tuvo otro papel que el de beneficiar a la multinacional Microsoft. Con la pantalla de una “gran donación” en software y herramientas digitales, logró que la Biblioteca perdiera su autonomía y pasara a depender de una empresa privada para el desarrollo y mantenimiento de las herramientas digitales así como sobre su colección digital al recurrir para su almacenamiento a servidores remotos de la compañía fundada por Bill Gates. 

Manguel renunció en 2018 y pasó Barber a ocupar la Dirección nuevamente, hasta su renuncia el pasado 6 de enero.

El reclamo corporativo
Con el anuncio de la designación de Sasturain llegó también el rechazo de Asociación de Bibliotecarios Graduados de la República Argentina (ABGRA) y un sector de profesionales y académicos de Bibliotecología y Ciencia de la Información. Reclamaron, a través de una carta pública, que debería ser un profesional de esta disciplina quien esté a cargo de la gestión de la BNMM.

Sin embargo, este reclamo esconde una posición meramente corporativista, sin mirada política, o con una mirada política sesgada. Contadas veces hubo bibliotecarios de carrera al frente de la Biblioteca, durante las dictaduras del Siglo XX y con Barber durante el Gobierno de Mauricio Macri, sin haber redundado en ninguna jerarquización ni de la profesión ni de las tareas que le competen a una Biblioteca Nacional, que debería ser cabeza de las políticas de acceso a la Cultura y de preservación de la misma, de una Nación. 

Por otro lado, la designación de un bibliotecarie en el cargo, no resolvería los problemas que atañen a la profesión, como son:  la falta de promoción de investigadores en el área, el atraso de los planes de estudio en las Universidades, sobre todo en la UBA (donde se promociona una Maestría que no logra funcionar por falta de inscriptos desde 2016), el vaciamiento presupuestario y la no designación de un director en el Centro Argentino de Información Científica y Tecnológica/CONICET (CAICYT), el poco lugar dado a los profesionales en las áreas de información de los organismos públicos, como por ejemplo en los diseños de los repositorios institucionales, etc. 

Es necesario que quien tome esta posta, en este caso Sasturain, sepa escuchar a les trabajadores que, a pesar de todo, hicieron que la Biblioteca siga en pie estos cuatro nefastos años. No solo bibliotecaries, sino conservadores, informátiques, archivistas, historiadores, de Letras, comunicadores, editores, administratives y más, dándoles el apoyo y protagonismo que se merecen para que puedan llevar adelante la reconstrucción de la Biblioteca. 

Que promueva la reincorporación de les despedides que tanta falta hicieron estos años y que entienda que una Biblioteca Nacional no solo es un hermoso lugar para leer con vista al río, sino que debe ser cabeza de la red de bibliotecas del país, rectora de protocolos y reglas de funcionamiento, depositaria de la producción intelectual nacional y promotora cultural. Todas tareas que nunca pudo, lamentablemente, cumplir en su plenitud por la ausencia histórica de políticas de Estado que fueran en ese sentido.

Es deseable que en pocos años haya cuadros políticos bibliotecaries, del campo popular, con la capacidad de dirigir la BNMM, por ahora todavía nos falta, aunque habemos muches en las bibliotecas, nos debemos proponer levantar la cabeza y ser un actor político con voz propia, pero no para reclamos corporativistas, eso no.

lunes, 17 de febrero de 2020

¿Cuándo se liberan los derechos de autor?

El pasado 15 de enero, Daniel Gigena publicó en el diario La Nación la siguiente nota, donde se habla sobre la vigencia de los derechos de autor y sobre lo que ocurre cuando estos expiran. Dado que es un tema de frecuente consulta por parte de editores y traductores, la reproducimos a continuación.

Dominio público:
el paso del tiempo diseña su propio catálogo

Con cada inicio de año, entre lectores y editores surge la expectativa por conocer la lista de autores que pasarán a ser de dominio público, y cuyas obras podrán ser compartidas de manera libre y sin pagar derechos de autor. En nuestro país, la ley que rige la propiedad intelectual es la 11.723 y establece que el plazo de duración del derecho patrimonial se extiende durante la vida del autor y 70 años más a partir de su muerte. “Vencido dicho plazo, la obra entra en lo que se denomina dominio público, es decir, se puede reproducir libremente”, confirma Magdalena Iraizoz, directora ejecutiva del Centro de Administración de Derechos Reprográfcos de la Argentina (Cadra).

Por ese motivo, no sería noticia en la Argentina que la obra del poeta Antonio Machado haya entrado en dominio público este año en España, cuya legislación es diferente: como el poeta murió en 1939, su obra estaba disponible entre nosotros desde 2010. En Estados Unidos, cuya legislación también es diferente de la argentina, este año se liberan obras de 1924 hechas por creadores como el compositor George Gershwin o la pintora Georgia O’Keeffe.

Para simplificar las cuentas, en 2020 entran en dominio público en la Argentina obras de los escritores fallecidos en 1949. Algunos nombres son bien conocidos por los lectores. La estadounidense Margaret Mitchell, el alemán Klaus Mann, la santafesina Emilia Bertolé y el belga Maurice Maeterlinck, entre muchos otros, figuran en el listado del dominio público. Los admiradores de George Orwell, en cambio, deberán esperar hasta 2021 para celebrar.

Libre, pero no gratuito
Sin embargo, en la Argentina el dominio público tiene la característica de ser pagante. Si bien las obras se pueden utilizar sin pedir autorización, los editores deben hacer un pago de derechos de autor no mayor al 1% sobre la tirada, sumas que se recibirán no en el más allá ni en las cuentas de los herederos sino en el Fondo Nacional de las Artes (FNA). Se puede decir que el Estado, gracias al cobro del dominio público pagante (DPP), actúa como un mecenas de las artes. Primero recauda y luego distribuye entre artistas jóvenes o inéditos. “Esta política pública se considera única y da origen a un ciclo virtuoso que permite que las obras de los artistas de ayer financien a los de hoy”, se lee en la página web del FNA.

“Cada vez más las legislaciones tienden a proteger el derecho de autor de los creadores por más años -agrega la directora ejecutiva de Cadra-. En todo el mundo, las legislaciones están ampliando los plazos. Sin ir más lejos, la semana pasada hubo una ampliación en la ley uruguaya, que establecía un plazo menor al nuestro y se extendió a 70 años”. En el país vecino, por ejemplo, El principito había entrado en dominio público mucho antes que en la Argentina. Si se hubieran importado tiradas de libros desde Uruguay, también hubiera correspondido el abono del DPP, porque hubiera sido explotación comercial.

¿Podría haber conflictos si las legislaciones de uno y otro país colisionan? “Sería en los casos en que alguna legislación nacional vaya en contra o tensione con lo establecido por algún convenio internacional -responde Iraizoz-. Por ejemplo, qué sucedería si una legislación contraría lo establecido por el Convenio de Berna. En ese caso se aplicarían, para dirimirlo, herramientas del derecho internacional”. En opinión de varios especialistas en derechos de autor o “autorialistas”, la ley actual es objeto de debate. “Todos sabemos que es una ley de la década de 1930 que, aun con todas sus falencias y teniendo en cuenta las transformaciones que tuvieron lugar en las distintas dimensiones de lo humano, proporciona herramientas para la defensa del trabajo de los creadores”.

viernes, 14 de febrero de 2020

Está claro que nos hemos ido absolutamente al carajo

Marilyne Buda es una periodista francesa que escribe en castellano –para ser francos, en uno no muy perfecto– para Radio France Internationale. Allí publicó una nota que el 14 de enero pasado levantó y publicó sin corregir Cultura InfoBAE y que se transcribe tal como salió, con los errores de castellano del caso. Trata sobre los llamados sensitive readers, unos cosos que se ocupan de expurgar textos antes de que los publiquen las editoriales, con el objeto de que nadie se ofenda. O sea, como dice el título de esta entrada, nos hemos ido absolutamente al carajo.

¿Quiénes son los sensitivity readers,
guardianes de lo políticamente correcto en literatura?

El empleo de sensitivity reader apareció hace unos años y cobra cada vez más fuerza en Estados Unidos. ¿En qué consiste? Leer los manuscritos y averiguar si los libros contienen alguna frase que pueda ser considerada racista, homofóbica, misógina…, es decir ofensiva de una manera u otra para un sector de la población.

En español, se podría traducir por “lectores de sensibilidad”. Los sensitivity readers, empleados por editoriales o autores, se han multiplicado en los últimos años en Estados Unidos. Su función es revisar textos buscando carencias de corrección política o una falta de verosimilitud ligada a la identidad del autor, como cuando un novelista escribe sobre un sector de la población al que no pertenece (entiéndase en términos de minoría étnica, géneros, etc.).

Sería pues algo equivalente al trabajo de los tradicionales fact checkers históricos o técnicos (para ficciones de ambientación histórica o científica, por ejemplo), su papel siendo indicarle al escritor los puntos flacos por los que se le han podido colar clichés, expresiones dañinas o equivocadas.

¿Una nueva forma de censura?
Estos consejeros hacen temer a muchos una asepsia de la literatura y algunos hasta denuncian una nueva forma de censura, según el periódico satírico francés Charlie Hebdo.

El fenómeno existe desde hace varios años en Estados Unidos: en 2016 fue creado un fichero con unos 250 revisores clasificados según su especialidad, como “mujer queer”, “mestizo bisexual”, “judío ortodoxo”… La escritora Justina Ireland los había juntado con el objetivo de permitir a los autores “acercarse a la verdad compleja de lo que significa ser una persona marginada”. Luego, ella misma la suprimió alegando que los novelistas usaban a los sensitivity readers de escudos cuando, a pesar de su trabajo, surgían polémicas en las redes sociales.

Hoy en día, se sigue más que nunca recurriendo a ellos. Susan Furlong, que escribe novelas policiacas, trabajó con una revisora que le sugirió no usar las palabras “crippled” (lisiado) y “deformity” (deformidad) hablando de un perro de tres patas, porque estas palabras “podían ser insultantes para las personas discapacitadas”. Según Furlong, escribe Charlie Hebdo, los sensitivity readers son “un súper-recurso para los autores que escriben fuera de su cultura y su experiencia”.

Laurent Dubreuil, profesor universitario en Estados Unidos y autor de La Dictature des identités (La dictadura de las identidades), explica que el verdadero problema detrás de los sensitivity readers son las personas que se organizan en las redes sociales para criticar un libro, aunque muchas veces no lo han leído: “La mayoría del tiempo, el autor decide ‘por sí mismo’ sacar su libro de la venta y pide disculpas públicas. No estamos lejos de lo que ocurría durante la Revolución Cultural en China. La retórica es exactamente la misma, en términos de contrición. El objetivo es la autocensura integrada”, denuncia Dubreuil.

“Cultura de la precaución”
 “No hace mucho, en Estados Unidos, era la extrema derecha la que se ofendía con las obras de arte (…). Hoy en día, es más bien en la izquierda que se encuentran los escandalizados y los adeptos de la censura, y entre ellos, lamentablemente, escritores, editores, pintores o curadores”, comenta asimismo el novelista estadounidense Alexander Maksik. Para él, estas nuevas reglas de la identidad responden a “una construcción nebulosa y fantasiosa”, y los que les obedecen son “una minoría que ejerce un poder desmesurado” e instaura una “cultura de la precaución”.

Estos justicieros de la literatura defienden la idea de que uno sólo puede escribir sobre lo que conoce. En mayo de 2018, el sensitivity reader Kosoko Jackson –que después sería víctima de este sistema– tuiteaba: “Las historias sobre el movimiento de los derechos cívicos deberían ser escritas por negros, las historias sobre el derecho de voto deberían ser escritas por mujeres, las historias sobre la epidemia de sida deberían ser escritas por gays, ¿es tan difícil de entender?”.
El hashtag #OwnVoices (“Voces propias”) se usa para poner de relieve los libros escritos por una persona que pertenece a una identitidad “marginada”.

El escritor irlandés John Boyne, a pesar de haber recurrido a un sensitivity reader para su libro My Brother’s Name is Jessica (El nombre de mi hermano es Jessica), fue atacado en las redes sociales por haber declarado que no aceptaba el término “cis” (el término cisgénero se refiere a las personas cuya identidad de género coincide con su fenotipo sexual). Se dice preocupado por la libertad de expresión: “Un autor más joven podría vivir con el miedo de una polémica y, para evitarla, producir una obra sin imaginación ni audacia. Un escritor debe escribir lo que quiere escribir”.

La literatura juvenil es particularmente afectada por el asunto. Y según escribió la novelista estadounidense Marjorie Ingall en un artículo de la revista Tablet, “intentar que los libros para niños sean más auténticos y menos estereotipados no es censurar”. En Francia, algunos autores de literatura juvenil ya empiezan a sentir la presión del políticamente correcto.