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jueves, 3 de octubre de 2024

"Dos variedades de desigual prestigio o consideración social"


El pasado 1 de octubre,
Mario Las Heras publicó en El Debate, la siguiente nota a propósito de las llamadas "lenguas pidgin", donde ofrece diversas explicaciones a propósito de en qué consisten.

Qué son las lenguas pidgin o el colmo del plurilingüismo

La RAE define pidgin como «Perteneciente o relativo al pidgin. Léxico pidgin», en su primera acepción, y en su segunda: «Lengua mixta, creada sobre la base de una lengua determinada y con la aportación de numerosos elementos de otra u otras, que usan especialmente en enclaves comerciales hablantes de diferentes idiomas para relacionarse entre sí».

Con onomatopeyas
También según la RAE es una voz inglesa que «quizá» viene de «business» («negocio») en la pronunciación china del término. Es decir, «negocio» dicho en inglés por un chino suena a «pidgin». Así que una lengua «pidgin» es una lengua creada de forma rápida para entenderse, la solución a todos los problemas de la diferencia de idiomas, pues mezclando las palabras de uno y otro, incluso usando onomatopeyas cuando no se encuentra un término «pidginizado» se crea esta forma de entendimiento.

Dicen que el origen de las lenguas pidgin, de una notable variedad de componentes, está en el XVI, cuando chinos e ingleses entablaron por primera vez contacto para hacer negocios. Aunque también se habla de posibles pidgin anteriores en las rutas comerciales del Mediterráneo en el XIV.

El pidgin chino-inglés fue el primero, o casi. Pero hay muchos más. La mayoría no han perdurado, pero algunos sí. En África mayormente. También en Filipinas, por ejemplo, y el «chabacano» que aún se habla con orgullo y que dio origen a la palabra que la RAE define como «vulgar, grosero o de mal gusto». Se usaron o nacieron de igual modo en la época de la esclavitud, cuando se juntaban esclavos de distintas procedencias, o como lenguas «improvisadas» en las colonias.

Lenguas no nativas
Algo así como un dialecto sin categoría de dialecto, o de lengua sin categoría de lengua. No es una lengua materna, sino una formada a partir de otras con la única intención de hacerse entender, de comunicarse, sin existir gramática alguna, ni ley, sino solo costumbre.

Según el instituto Cervantes «pidgin –denominado también sabir– es una variedad lingüística que surge a partir de dos o más lenguas con un propósito práctico e inmediato. Su función es la de satisfacer las necesidades de comunicación entre individuos o grupos de individuos que no poseen una lengua común; pero no es utilizada por ninguna comunidad para comunicarse entre ellos mismos.

Las lenguas pidgin surgen del contacto entre dos variedades de desigual prestigio o consideración social, por ejemplo, el pidgin inglés de Asia o el pidgin sango de África occidental...».

De 'pidgin' a lengua criolla
«Con el tiempo», dice el Cervantes, «un pidgin puede dar lugar a un pidgin elaborado o expandido y, cuando el contacto se prolonga y el pidgin se desarrolla, se enriquece, se expande funcionalmente y comienza a hablarse como lengua materna de una comunidad, se convierte en una lengua criolla (por ejemplo, el papiamento de Curazao derivado del español)».

«Pero no todos los pidgin desarrollan este proceso de criollización, algunos no pasan de la fase de pidgin elaborado y otros pueden sufrir el proceso contrario, de despidginización, e ir desapareciendo paulatinamente o dejar de ser utilizados cuando la situación que propició su aparición (sea comercial, colonial u otra cualquiera) cambia». Que no se entere Urtasun de que hay una despidginización en marcha: lo que le faltaba al ya forzado plurilingüismo español con el, por ejemplo, pidgin vasco-islandés que hablaban aquellos balleneros del XVI.

viernes, 17 de mayo de 2024

Un país que se resiste a tener muchas lenguas





Entre los muchos problemas que tiene España, uno no menor es el de las varias lenguas que se hablan en ese país y su identificación con los nacionalismos propios de las comunidades que las prefieren al castellano. Acaso por ello, la revistas Letra Global, ofreció en su número del 14 de mayo pasado, una breve reflexión sobre la cuestión y un anticipo de Contra Babel. Ensayo sobre el valor de las lenguas, volumen de Manuel Toscano publicado por la editorial Athenaica, de Sevilla, este mismo año.

Contra Babel: la identidad lingüística y las (malas) ideas sobre el valor de las lenguas

Acostumbra a decirse que las lenguas se inventaron para comunicarse y entenderse. También suele sostenerse que la diversidad lingüística es un bien cultural que nos enriquece a todos. Sin dejar de ser ambas cosas ciertas, la realidad cotidiana, al menos en determinadas zonas de España, como Cataluña, Euskadi o Galicia, es que las lenguas provocan enconadas querellas y son fuente de enfrentamientos políticos, al utilizarse como potentes marcadores identitarios por parte de los nacionalismo.

Manuel Toscano profesor de Ética y Filosofía Política de la Universidad de Málaga, acaba de publicar en Contra Babel, un ensayo sobre el valor de las lenguas (Athenaica) donde aborda todas estas cuestiones. El breviavio, que llegará a las librerías el 22 de mayo, desentraña los lugares comunes sobre esta cuestión, donde las falacias y los excesos retóricos no siempre coinciden con la realidad, y defiende la necesidad de "desbrozar el terreno para una reflexión ecuánime sobre el uso de los idiomas como medios de comunicación, patrimonio cultural y señas de identidad". El análisis de Contra Babel se sustenta en datos y argumentos contrastados tanto a escala global como nacional. Toscano explica en qué consiste el valor comunicativo de una lengua y profundiza en los mecanismos que conducen a la creación de las lenguas francas, sin obviar las tesis del nacionalismo lingüístico, el concepto de lengua propia y las controversias sobre los derechos lingüísticos. 

Manuel Toscano es profesor de Ética y Filosofía Política de la Universidad de Málaga. Doctor en Filosofía, ha realizado estancias de investigación en el Centre de Recherches Phénoménologiques (École Normale Supérieure, París), la Chaire Hoover de Éthique Économique et Sociale de la Universidad Católica de Lovaina (Louvain-La-Neuve) y el Centre de Recherche en Éthique de la Universidad de Montreal. Sus publicaciones versan sobre el liberalismo político, pluralismo y las políticas de la identidad en el marco de la democracia constitucional, con especial atención a las políticas lingüísticas.

A continuación, el anticipo del texto.

LA LENGUA PROPIA

En la mentalidad del nacionalista la lengua es ante todo la seña de identidad que diferencia a un pueblo distinto; o sobre todo, porque para hacerla valer como tal está dispuesto a sacrificar la función comunicativa de la lengua cuando sea preciso, hasta el punto de que puede llegar a divorciar completamente una cosa de otra, identificándose con una lengua que no habla. Esto puede parecernos de lo más extraño a quienes no compartimos los supuestos nacionalistas, pues supone invertir los términos en los que pensamos acerca de la lengua: cuando hablamos de la lealtad del hablante, éste se identifica de forma natural con su primera lengua o la lengua que le es familiar, donde está como en casa. Que no suceda así necesariamente en el caso del nacionalista prueba que su ideología puede utilizar como pretexto la lealtad de los hablantes, pero es otra cosa.

El nacionalismo irlandés, por razones obvias, es un semillero de ejemplos. La Constitución de la República de Irlanda, obra de Éamon de Valera, fundador del Fianna Fáil, el histórico partido nacionalista, declara que el gaélico irlandés es «la primera lengua oficial» del país, siendo el inglés la segunda. En realidad, la Constitución se redactó en inglés y se tradujo después al irlandés. Como ha observado el escritor e historiador Conor Cruise O’Brien, si hubiera contradicción entre ambas versiones, la traducción prevalecería sobre el original; por no mencionar que en el Parlamento, incluso entre los propios diputados del Fianna Fáil, se habla únicamente la segunda lengua, como en la vida cotidiana de la inmensa mayoría de ciudadanos irlandeses. Los nacionalistas se contentan con cúpla focal, un par de palabras en gaélico de vez en cuando. En realidad, esa calificación de primera lengua carece de cualquier respaldo en los hechos, más allá de la atribución simbólica.

En su historia del nacionalismo irlandés, recuerda también O’Brien la discusión que hubo a principios del siglo XX en los círculos nacionalistas sobre si el idioma inglés era venenoso para la conciencia nacional, tema al que dedicó una serie de artículos el Leader, por entonces la revista de referencia del movimiento nacionalista. Excepto algún autor reticente, los colaboradores fueron unánimes en sostener que la lengua inglesa era indudablemente venenosa, como argumentaron todos en inglés. Según apunta con sorna O’Brien, la revista señera se publicaba en inglés con escasísimas excepciones, sin que sus editores sintieran gran preocupación por difundir sus textos en una lengua tan tóxica para sus lectores. Seguramente porque la alternativa era no tener lectores a los que intoxicar. Que el movimiento cultural en pro del gaélico se denominara la Irlanda Irlandesa lo dice todo en realidad. Igual que su fracaso pone en evidencia los límites de las políticas voluntaristas cuando se enfrentan a las fuertes corrientes que favorecen a los idiomas más grandes.

No hace falta irse a Irlanda, ni remontarse tan lejos en la historia, pues hay casos muy cercanos. El sociólogo norteamericano James Petras ha contado lo que le sucedió cuando fue a dar su conferencia en una universidad catalana y propuso a los organizadores darla en español, idioma que conoce. Eso era inaceptable, según le indicaron: tendría que ser en catalán o en inglés. Obviamente habló en inglés para descubrir asombrado que menos de la mitad de los asistentes podían seguir la charla, a pesar de que todos ellos entendían perfectamente el español.

Episodios como éste ponen de manifiesto cómo la comunicación se sacrifica en nombre de otras consideraciones simbólicas o identitarias, en este caso la hostilidad hacia la lengua que se pretende ajena, aun siendo la que todos entienden. Por encima de todo, lo que importaba a aquellos profesores universitarios era que la charla no fuera en español: que buena parte del público no pudiera entenderla era un precio que aceptaban gustosos.

No faltan ejemplos de esta primacía de la lengua entendida como factor identitario a expensas o desconectado de su uso comunicativo. Hace unos años refería Fernando Savater una carta publicada en el diario Deia, donde su autor, profesor de ciencias, escribía: «Por mi parte no hablo mi lengua propia —el euskera— pero te garantizo que he colaborado, a lo largo de toda mi vida profesional, para que muchos y muchas la aprendieran». En la carta reconocía resignado que impartía sus clases en español y que sólo podía disfrutar de los bertsolaris con la asistencia de traductores. La declaración dejó perplejo al filósofo con razón, pues parece inaudito que alguien no hable su propia lengua. Savater no cuestionaba su interés por el euskera, pero sí que llamara «lengua propia» a la que admitía desconocer. ¿Por qué la llama propia si no la habla ni la usa? ¿Cómo llama entonces al castellano, se preguntaba, la lengua que sí habla?

La anécdota de Savater revela que algo va mal con la expresión «lengua propia». Y eso debería ser motivo de reflexión, pues el concepto se ha abierto paso con los Estatutos de algunas comunidades autónomas como Cataluña o País Vasco, propagándose a otras como la Comunidad Valenciana con las reformas estatutarias, y ha llegado a ser de capital importancia en las políticas lingüísticas que se llevan a cabo en nuestro país. De hecho, hay buenas razones para pensar que el concepto de lengua propia introduce un sesgo fatal en esas políticas lingüísticas. Por decirlo de otro modo, la noción refleja la mentalidad nacionalista y sólo tiene sentido dentro de ese marco ideológico, a pesar de que ha sido aceptada con sorprendente facilidad por muchos que no se identificarían como tales.

Es sabido que la Constitución reconoce y ampara la diversidad lingüística en España: en su artículo 3 declara que el castellano es la lengua oficial del Estado, al tiempo que establece que las demás lenguas vernáculas serán oficiales en las respectivas comunidades autónomas, de acuerdo con lo que dispongan sus Estatutos. La Constitución instaura así un régimen lingüístico de pluralismo asimétrico, territorialmente acotado. Es un modelo parcialmente abierto, puesto que los Estatutos determinarán el régimen jurídico o las características del estatus oficial de la lengua autonómica. Ello dejaba al legislador autonómico distintas opciones, atendiendo a las diversas circunstancias sociolingüísticas de las comunidades; por ejemplo podía haber introducido criterios de zonificación, limitando el régimen oficial de la lengua autonómica a aquellas partes de la comunidad donde estuviera implantado su uso. A pesar de que las circunstancias de las lenguas autonómicas eran muy diferentes, como las mayorías políticas que los alumbraron, los Estatutos de las llamadas «nacionalidades históricas» siguieron el mismo patrón, proponiendo un régimen de bilingüismo generalizado y perfectamente simétrico.

Las leyes de normalización lingüística, promulgadas entre 1982 y 1998, tuvieron como objetivo lograr la plena equiparación en el uso, tanto oficial como social, de ambas lenguas. Eso implicaba promover el uso de las lenguas autonómicas en todos los ámbitos: en el sistema de enseñanza, en la administración pública, en los medios de comunicación y en el sector cultural. La justificación era que, tras su postergación histórica, había que recuperar y promover su uso, dando trato de favor a la lengua autonómica por ser minoritaria. Como tal tratamiento favorable se justificaba por razones de discriminación histórica y se encaminaba a lograr un sistema de bilingüismo simétrico, las leyes de normalización lingüística se adecuaban al modelo constitucional, según explicó el Tribunal Constitucional en algunas de sus sentencias.

Cabe dudar de si ese objetivo era razonable, es decir, si, más allá de garantizar la igualdad en el uso oficial, la idea de promover la igualdad en el uso social de ambas lenguas no suponía una costosa operación de ingeniería social en pos de un objetivo probablemente inalcanzable. Pues chocan como hemos visto con la dinámica de las lenguas en contacto, y con los mecanismos de refuerzo donde se generan fuertes corrientes espontáneas a favor de la lengua con mayor potencial comunicativo como el español. En lo que se refiere a los límites constitucionales, el problema es hasta dónde se puede llegar esa promoción de la lengua autonómica sin que afecte al derecho de los ciudadanos a usar el español, reconocido constitucionalmente en el mismo artículo 3.

La evolución de las políticas lingüísticas, como muestra el caso catalán, pone de manifiesto que se ha alterado ese marco inicial, pues del bilingüismo simétrico como objetivo se ha pasado a buscar un régimen de cooficialidad asimétrico a favor de la lengua autonómica, convirtiéndola en la lengua preferente a expensas del castellano. El caso de la mal llamada «inmersión lingüística» en la escuela catalana es seguramente la mejor prueba.

En realidad, los signos de que las cosas podían evolucionar en esa dirección estuvieron ahí desde el principio porque la introducción del concepto de lengua propia no era en modo alguno inocua. En lugar de establecer sencillamente que ambas lenguas tendrían carácter oficial, los primeros Estatutos optaron por marcar desde el principio una diferencia importante: una es la propia de la comunidad, mientras la otra es meramente oficial.

¿Cómo explicar ese contraste? Recordemos que el carácter oficial de una lengua tiene un sentido estrictamente legal. Según el Tribunal Constitucional, con independencia «de su realidad como fenómeno social», una lengua es oficial cuando es reconocida por los poderes públicos como medio de comunicación entre ellos y con los ciudadanos con plena validez y efectos jurídicos. Por otro lado, la lengua propia no se distingue por el arraigo histórico o la presencia social. ¿No es el castellano la lengua materna de la mayoría de los catalanes y vascos? ¿Carece acaso de raíces históricas en una u otra comunidad autónoma, igual que en Navarra, Galicia o Valencia?

Sólo cabe dar a la expresión «lengua propia» el sentido de una adscripción identitaria, según la cual la lengua autonómica se eleva a seña de identidad de esa comunidad, un rasgo singular que identifica a sus genttes y las diferencia de los demás ciudadanos españoles. De ahí su efecto retórico: si una de las lenguas oficiales es la propia, se sugiere que la otra es ajena o venida de fuera. La lengua autonómica sería lengua oficial por ser la propia del país y sus gentes, mientras que el castellano lo sería por una razón meramente administrativa, como es la de ser lengua oficial del Estado. De ahí a verla como impuesta por esta razón apenas hay un paso, que muchos han dado sin pensarlo.

Se trata de un contraste retórico muy del gusto nacionalista, puesto que concede a la lengua autonómica el papel de símbolo o marcador identitario que distingue a un pueblo. Es una adscripción decididamente esencialista, pues se asigna la lengua al terri- torio o al pueblo en abstracto, con independencia de cuál sea la lengua real que usan los ciudadanos en sus intercambios cotidianos. Ese esencialismo se traduce en la presunción de que la lengua de las personas no es la lengua aprendida en la familia o la que hablan habitualmente, sino la lengua atribuida como «propia» al territorio o comunidad en la que viven. Era lo que asumía con naturalidad el profesor de la anécdota de Savater. En manos de los nacionalistas esto se convierte en la imposición de una identidad obligatoria a los individuos, por ficticia que resulte a la luz de los usos lingüísticos reales.

En consecuencia, si la lengua considerada «propia» no es la lengua de uso habitual o socialmente mayoritaria, ello supone una anomalía social que habría que corregir por todos los medios posibles. No se trata ya de equiparar el uso de ambas lenguas, o com- pensar los efectos de la discriminación histórica, sino de «recuperar» la lengua propia que caracteriza a un pueblo, la lengua nacional, frente a la lengua de fuera o invasora.

Entendida la lengua al estilo nacionalista como pilar de la cultura y la identidad nacional, el objetivo de la normalización lingüística es remediar un estado de cosas lingüística y nacionalmente indeseable, como es el predominio del castellano, al que se presenta como lengua foránea, impuesta por razones políticas. Aquí encontramos el papel de la lengua como palanca crucial de la construcción nacional, que justificaría el uso extensivo de la ingeniería social para modificar los usos lingüísticos de la sociedad con objeto de que se amolden al ideal nacional que el poder político autonómico considera lingüísticamente deseable. Es puro nacionalismo lingüístico y una excelente razón para rechazar el concepto de lengua propia.

No se me ocurre mejor forma de cerrar la discusión sobre el nacionalismo lingüístico y trampantojos como la lengua propia que recordar unas clarividentes palabras de Ernest Renan. El escritor francés no se cansó de denunciar las formas perniciosas de los nacionalistas lingüísticos: «Esos modos de agarrar a la gente por el cuello y decirles: “hablas la misma lengua que nosotros, por tanto nos perteneces”». Lo que seguramente no llegó a anticipar fue la posibilidad de que fueran más allá, imponiéndoles una lengua que no es la suya con el pretexto de que son de los nuestros y, por tanto, nos pertenecen. Las palabras de Renan sobre el peligro de considerar la lengua como seña de identidad nacional no han perdido ni un ápice de actualidad:

Esta consideración exclusiva de la lengua, como la atención excesiva concedida a la raza, tiene sus peligros e inconvenientes. Cuando se cae en la exageración, uno se encierra en una cultura determinada, reputada por nacional; uno se limita, se enclaustra. Se abandona el aire libre que se respira en el vasto campo de la humanidad para encerrarse en los conventículos de los compatriotas. Nada peor para el espíritu; nada más perjudicial para la civilización. No abandonemos el principio fundamental de que el hombre es un ser razonable y moral antes de ser encerrado en tal o cual lengua, antes de ser miembro de esta o aquella raza, un adherente de tal o cual cultura.


martes, 19 de marzo de 2024

“Cuando las lenguas se desvanecen, también lo hace el rico tapiz de diversidad cultural del mundo"

La siguiente nota, con firma de Karen Esquivel, fue publicada el pasado 21 de febrero, en el sitio de noticias CNN Español. 




Las lenguas originarias en Latinoamérica están en peligro de desaparecer: ¿qué hay detrás?

En América Latina hay 522 pueblos indígenas que hablan 420 lenguas originarias distintas, según datos del Atlas sociolingüístico de pueblos indígenas en América Latina del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef).

La región es única por tener la mayor riqueza del mundo en familias lingüísticas con casi 100. Pero está riqueza está amenazada.

En el marco del Día Internacional de la Lengua Materna –que se conmemora este 21 de febrero– la ONU advierte que cada dos semanas desaparece una lengua y se lleva consigo todo un patrimonio cultural e intelectual.

“Cuando las lenguas se desvanecen, también lo hace el rico tapiz de diversidad cultural del mundo. Se pierden oportunidades, tradiciones, memoria, modalidades únicas de pensamiento y expresión, recursos valiosos para garantizar un futuro mejor”, subraya el organismo.

Leonardo Herrera, coordinador del área de náhuatl de la Escuela Nacional de Lengua, Lingüística y Traducción (Enallt) de la UNAM, explicó a CNN que ha habido una injusticia con las lenguas originarias tras la llegada de los españoles, la catequización de los indígenas y las ideas de la Ilustración.

En el caso de Latinoamérica, casi una quinta parte de los pueblos indígenas ha dejado de hablar su lengua, según la Unesco. “En concreto, 44 pueblos utilizan como único idioma el castellano y 55 emplean solamente el portugués”.

Del total de las lenguas que se hablan en la región, el 26% se encuentra en serio riesgo de desaparición, señala el Atlas sociolingüístico. En algunas áreas como el Caribe insular las escasas lenguas que se conservan están prácticamente extintas. En El Salvador, por ejemplo, el náhuatl está en desaparición, detalla Herrera.
Las causas del desplazamiento de las lenguas indígenas

El desplazamiento de las lenguas indígenas está ligada a los procesos de globalización. El investigador del Centro de Investigaciones sobre América Latina y el Caribe, Adalberto Santana Hernández, señala en un artículo en la revista UNAM Global que “aunque existen diversas lenguas maternas en el mundo, históricamente han sido subordinadas a un segundo plano debido a la visión eurocentrista que ha imperado en la conquista y la colonización de los pueblos”.

Esta visión, según afirma, ha hecho que dominantes a idiomas como el español, portugués, inglés y francés, provocando que muchas lenguas maternas en América Latina y el Caribe sean relegadas a un segundo plano.

En su informe “Lenguas indígenas, un legado en extinción”, el Banco Mundial enlista 10 factores que contribuyen en la pérdida de idiomas indígenas, entre los que destacan la transmisión intergeneracional, el papel de las tradiciones orales, el contexto sociolingüístico, conflictos políticos, exclusión social, impartición de la educación formal, entre otras.

La Unesco señala que la desaparición progresiva de las lenguas originarias “está relacionada, en la práctica, con la discriminación estructural a la que han sido sometidas, con la situación de vulnerabilidad de sus hablantes y signantes, cuyo uso real depende de la realidad diaria de sus realidades socioculturales, económicas, políticas, medioambientales y demográficas”.

Herrera dijo a CNN que el desplazamiento de las lenguas indígenas tiene mucho que ver con el desconocimiento de la riqueza lingüística en la cultura, la ignorancia y el clasismo que se vive en la sociedad. Además, muchos padres deciden no enseñar a sus hijos sus lenguas originarias porque saben que, al migrar de sus lugares de origen, solo hablarán español.

“Las lenguas están vivas, pero hay mucho riesgo, uno de los principales es la ignorancia de la gente, el burlarse, el no reconocer que eso es riqueza, son patrimonio inmaterial”, dijo Herrera.

La actriz mexicana Yalitza Aparicio –nominada al Oscar a mejor actriz por su trabajo en la película Romacontó en un acto de la ONU que a pesar de que sus padres hablaban diversas lenguas originarias, ni ella ni sus hermanos las aprendieron porque en casa solo les hablaban español.

“Pero la culpa no fue de nuestros padres, ellos consideraban que hablar español nos abriría más oportunidades, aunque significara cerrar la puerta a nuestras raíces”, subrayó la actriz.
Los esfuerzos para preservar las lenguas indígenas

La Asamblea General de la ONU proclamó el periodo 2022-2032 como el Decenio Internacional de las Lenguas Indígenas del Mundo a fin de llamar la atención en distintas latitudes sobre la difícil situación de muchas lenguas originarias y movilizar recursos para su preservación, revitalización y promoción.

La UNAM en México realiza esfuerzos para preservar las lenguas maternas a través de la enseñanza en sus diferentes regiones del país. La Enallt tiene cursos de náhuatl que se imparten tanto a alumnos y académicos como a la comunidad externa interesada.

La ONU señala la importancia de generar una mayor conciencia colectiva especialmente en los primeros años de escolaridad y un mayor compromiso con el desarrollo de las lenguas en la vida pública de las sociedades.

Los expertos aseguran que hace falta una alfabetización para que los propios integrantes de las comunidades indígenas y los residentes de cada país puedan leer y comunicarse en lenguas indígenas y éstas deben enseñarse en las escuelas.
Diversidad lingüística en América Latina

La lengua quechua es la más hablada en América Latina, ya que se extiende a través de siete países: Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Chile, Ecuador y Perú, según el Atlas sociolingüístico de la Unesco.

Los datos del Banco Mundial señalan que Brasil es el país con mayor diversidad lingüística con un total de 186, le siguen México con 67, Colombia con 65, Perú con 47 y Venezuela con 37.

En Brasil, las lenguas con más hablantes son el trikúna, guaraní kaiowá, kaingang, makuxí y terena, según los resultados del Censo 2010 del Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE).

En México, el náhuatl es la lengua más hablada con un 22,4%, según los datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), le siguen el maya con 10,5% y el tzeltal con 8%, tsotsil 7,5% y el mixteco con 7,2%.

En el caso de Colombia, entre sus más de 400.000 indígenas, las lenguas más habladas son wayú, paez y embera con más de 50.000 hablantes, según datos de la Universidad de los Andes y el Centro Colombiano de Estudios de la Lengua Aborígenes.

    miércoles, 11 de octubre de 2023

    España es un país cada vez más divertido

    En la entrada de este blog correspondiente al 22 de septiembre de este año, se señalaba que, un día antes, España había aprobado la utilización de las lenguas regionales en su Congreso. Con la nueva norma en vigencia, el pasado 4 de octubre, sin firma, El Confidencial, de España, publicó un artículo donde se señala el berenjenal que se produce con las transcripciones traducidas de los discursos de los diputados de ese país. Según la bajada: "La norma no regula qué sucede cuando un diputado está en desacuerdo con la transcripción de sus palabras. Los discursos en la cámara pueden ser clave para que los jueces interpreten los preceptos legales".

    Los errores de traducción a lenguas cooficiales amenazan el sentido de las leyes

    El Congreso de los Diputados aprobó el pasado 21 de septiembre el uso de lenguas cooficiales tanto para los oradores como en los textos que se presenten en la Cámara Baja. El texto, sin embargo, deja un vacío legal. No regula qué sucede cuando un diputado no esté de acuerdo con la traducción que se ha hecho de sus palabras. En algunas normas puede ser menos relevante, pero las palabras de los parlamentarios son fundamentales para entender lo que se llama "el espíritu del legislador". Es decir, aquello que los partidos pretenden conseguir al elaborar una nueva ley.

    En casos de confusión con una norma —como en la ley del 'solo sí es sí' o al interpretar la Constitución— los jueces acuden a las intervenciones de los legisladores para entender la intención que persigue el texto. Pero ahora, si un orador intervino en una lengua cooficial y una sola palabra no se ajusta a lo que ha querido transmitir, la interpretación que se haga de la ley daría lugar a confusión. Aunque existe un vacío en el reglamento, la presidencia del Congreso no ha aclarado qué sucederá en estos casos ni cómo solucionará el conflicto.

    El "espíritu del legislador"
    Todas las normas pueden dar lugar a confusiones al ser interpretadas por la justicia. Una de las maneras para profundizar a la hora de entender cualquier precepto es recurrir al diario de sesiones para constatar cuál era la intención del poder legislativo al poner en marcha la norma en cuestión.

    Ahora, tras la aprobación del uso de lenguas cooficiales, si un parlamentario que defiende la aprobación de la nueva ley lo hace en catalán, euskera, valenciano o gallego, serán los traductores del Congreso quienes interpreten las palabras de los legisladores.

    Enmienda del P(artido) N(acionalista) V(asco)
    La Mesa del Congreso recibió enmiendas de tres partidos: una a la totalidad de Vox, otras tantas del Partido Popular —todas fueron rechazadas— y una del Partido nacionalista Vasco. La solicitud de la formación regionalista solicitaba que los textos aprobados por la Cámara no se tradujesen, sino que se publicasen originalmente en todas las lenguas oficiales del Estado. Es decir, castellano, vasco, catalán, valenciano y gallego.

    El PNV buscaba con este añadido igualar jurídicamente las lenguas cooficiales al castellano, la lengua común y principal del país. Dicha enmienda fue aprobada. Pero no hubo ningún grupo que presentara una modificación para prevenir problemas por la mala interpretación que puedan hacer los traductores contratados por el Parlamento.

    La ley del 'solo sí es sí'
    Hay numerosos casos en los que la judicatura ha consultado el 'espíritu' de una norma, pero algunos de los más sonados han sido la ley del 'solo sí es sí' o la inviolabilidad del Jefe del Estado. En plena polémica por la rebaja de penas tras la norma impulsada por el Ministerio de Igualdad, el Gobierno, mediante la portavoz, Isabel Rodríguez, solicitó a los jueces que interpretaran la norma "conforme a su espíritu".

    El Ejecutivo trataba de trasladar a los magistrados que consultaran las intervenciones de los parlamentarios para constatar que la rebaja de penas no era el objetivo de la ley. Y, por tanto, que no continuasen disminuyendo las condenas de los reos. Pero en este caso, el principio jurídico 'in dubio pro reo' —en caso de duda, a favor del acusado— obliga a que se aplique siempre la norma más favorable al preso.

    La inviolabilidad del rey
    Los constituyentes dejaron escrito en el artículo 56.3 de la Constitución española que el rey no puede ser juzgado. "La persona del Rey es inviolable y no está sujeta a responsabilidad", reza el apartado de la carta Magna. Sin embargo, sí ha existido un debate jurídico sobre si quienes elaboraron el texto pensaban en la vida pública del Rey o también en la privada. Algo que no especifica en el articulado.

    La labor pública y oficial del Jefe del Estado es refrendar con su firma todas las leyes que se aprueben en el Parlamento sin tener ningún papel activo en la tramitación de las mismas. Por ello, es irresponsable de las consecuencias que puedan tener dichas normas. Así, el 56.3 añade: "Sus actos estarán siempre refrendados en la forma establecida en el artículo 64 —"Los actos del Rey serán refrendados por el Presidente del Gobierno y, en su caso, por los Ministros competentes"—, careciendo de validez sin dicho refrendo".

    Las sesiones constituyentes recogen ese "espíritu" para eludir cualquier responsabilidad del rey por las leyes que se aprueben, pues él no tiene papel alguno. Pero la interpretación que los jueces vienen haciendo de este artículo extiende esta inmunidad al ámbito privado. Para entender esta parte de la Constitución, los jueces también han tenido que recurrir al diario de sesiones que recoge los debates entre quienes articularon la Carta Magna que sigue vigente actualmente.


    viernes, 22 de septiembre de 2023

    Lenguas y política

    "Los diputados podrán usar el catalán, el gallego y el vasco en las sesiones. La medida llegó días antes de que el parlamento vote al nuevo presidente del gobierno." Esto dice la bajada de la nota publicada sin firma por el diario Página 12 del día de hoy. El hecho constituye una importante novedad en un país dividido en autonomías que, sin embargo, carecían de la posibilidad de expresarse en sus lenguas autóctonas.

    España aprobó el uso de lenguas regionales en el Congreso

    El Congreso de los Diputados de España aprobó este jueves el uso del catalán, el gallego y el vasco en sus sesiones, en medio de las críticas de opositores que acusan al gobierno en funciones del socialista Pedro Sánchez de haber impulsado esta medida para conseguir el apoyo de los independentistas catalanes para ser reelecto.

    El mes pasado el gobierno en funciones de Sánchez acordó el uso de las lenguas de España diferentes al castellano en el Parlamento con partidos que ya dijeron que apoyarán su investidura y de otro catalán cuyo respaldo todavía negocia. Luego envió una solicitud a la Unión Europea para permitir también el uso en sus instituciones.

    "El Pleno del Congreso de los Diputados ha acordado la modificación del Reglamento del Congreso sobre el uso de las lenguas que tengan carácter de oficial en alguna comunidad autónoma" propuesto por el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), la alianza de izquierda Sumar y partidos vascos, dijo este jueves el órgano legislativo en sus redes sociales.

    La propuesta de reforma fue aprobada por 180 votos a favor, cuatro más que la mayoría absoluta, y 170 en contra. Al mismo tiempo la Cámara Baja rechazó las enmiendas al documento presentadas por el Partido Popular (PP) y el partido de extrema derecha Vox.

    De esta forma las lenguas oficiales de las comunidades autónomas diferentes al castellano serán traducidas por intérpretes. Sin embargo los parlamentarios que utilicen lenguas no oficiales que gozan de especial reconocimiento o protección en algunas regiones, como el aragonés o el asturiano, deberán traducir ellos mismos su discurso.

    El uso de las lenguas cooficiales fue una de las condiciones que pusieron los partidos independentistas catalanes Esquerra Republicana (ERC) y Juntos por Cataluña (JxC) para apoyar la elección de Francina Armengol, la candidata de Sánchez, como presidenta del Congreso y asegurar así una mayoría progresista en la Mesa del Congreso. ERC ya dijo que apoyará la investidura de Sánchez en caso de ser nominado, mientras que JxC lo sigue negociando con el PSOE.

    Apenas fue elegida el mes pasado la propia Armengol anunció que el catalán, el gallego y el vasco, podrían hablarse desde ese momento en la Cámara, y de hecho se estrenaron en las sesiones plenarias dedicadas a esta reforma. Se trata de la primera iniciativa aprobada por esta Legislatura, que lo hizo por medio de un trámite exprés: se calificó hace una semana, se tomó en consideración el martes pasado y este jueves quedó definitivamente aprobada en el pleno, sin pasar por la Comisión de Reglamento que aún no fue constituida.

    Rechazos del PP y Vox
    Durante el debate se reprodujeron los argumentos ya escuchados en la sesión del martes. La novedad la llevó el diputado de Chunta Aragonista (CHA), Jorge Pueyo, quien estrenó el aragonés en el hemiciclo para denunciar la "represión" a la que históricamente fue sometida su lengua. En este caso, las palabras de Pueyo fueron transcriptas en castellano y emitidas por las pantallas instaladas en el hemiciclo.

    Por el PP intervino Borja Sémper, quien utilizó el euskera solo para dar los buenos días y justificó la enmienda presentada por su grupo asegurando que está basada en una "lógica elemental" que consiste en que quienes tienen una lengua común la utilizan para entenderse.

    Los diputados de Vox permanecieron afuera del recinto mientras se habló en otras lenguas pero ingresaron para escuchar a su vocera, Pepa Millán, quien denunció que esta reforma no busca "proteger la variedad lingüística", sino "atacar al español" para "contentar las exigencias de aquellos que quieren romper con la unidad y la convivencia".

    La sesión llegó justo antes de que el Congreso de los Diputados vote, la semana próxima, si elige como nuevo presidente del gobierno al líder opositor Alberto Núñez Feijóo, cuyo derechista PP fue el más votado en las elecciones generales de junio pasado aunque no cuenta con los avales para lograr su investidura. Si tal como se espera no lo consigue, se prevé que Sánchez sea nominado candidato a la reelección para ser votado en Diputados, donde confía en ser investido con el apoyo de partidos independentistas de las comunidades autónomas de Cataluña, País Vasco y Galicia.

    viernes, 30 de junio de 2023

    "Hace tiempo que vivimos en una lengua empobrecida y devastada"

    El pasado 21 de junio, en el blog Artillería Inminente –del cual no hemos podido recabar dato alguno–, alguien subió un texto del pensador italiano Giorgio Agamben, publicado dos días antes en el sitio web de la editorial italiana Quodlibet, donde usualmente tiene una columna titualda “Una voce”. Desafortunadamente, no se consigna el nombre de quien tradujo.

    Comas y llamas

    A un amigo que le hablaba del bombardeo de Shanghái por los japoneses, Karl Kraus le contestó: «Sé que nada tiene sentido si la casa se incendia. Pero mientras sea posible, me ocupo de las comas, porque si la gente que tenía que hacerlo se hubiera preocupado de que todas las comas estuvieran en el lugar correcto, Shanghái no se habría incendiado». Como siempre, el chiste oculta aquí una verdad que vale la pena recordar. Los hombres tienen su morada vital en el lenguaje, y si piensan y actúan mal, es porque su relación con su lenguaje está corrompida y viciada en primer lugar. Hace tiempo que vivimos en una lengua empobrecida y devastada, todos los pueblos, como decía Scholem de Israel, caminan hoy ciegos y sordos sobre el abismo de su lengua, y es posible que esta lengua traicionada se esté vengando de algún modo, y que su venganza sea tanto más despiadada cuanto más la hayan estropeado y descuidado los hombres. Todos nos damos cuenta, más o menos claramente, de que nuestra lengua se ha reducido a un pequeño número de frases hechas, de que el vocabulario nunca ha sido tan estrecho y gastado, de que la fraseología de los medios de comunicación impone su miserable norma por doquier, de que las cátedras sobre Dante se imparten en mal inglés en las aulas universitarias: ¿cómo, en tales condiciones, puede alguien esperar ser capaz de formular un pensamiento correcto y actuar en consecuencia con probidad y prudencia? Tampoco es de extrañar que quienes manejan semejante lengua hayan perdido toda conciencia de la relación entre lengua y verdad y, por tanto, crean que pueden utilizar según su triste beneficio palabras que ya no se corresponden con ninguna realidad, hasta el punto de no darse cuenta de que están mintiendo. La verdad de la que hablamos aquí no es sólo la correspondencia entre discurso y hechos, sino, incluso antes, la memoria del apóstrofe que el lenguaje dirige al niño que pronunció con emoción sus primeras palabras. Hombres que han perdido todo recuerdo de esta llamada sumisa, exigente y amorosa son literalmente capaces, como hemos visto en los últimos años, de cualquier vileza.


    Sigamos, pues, ocupándonos de las comas aunque la casa se incendie, hablémonos entre nosotros con cuidado y sin retórica, escuchando no sólo lo que decimos, sino también lo que nos dice la lengua, ese pequeño soplo que antaño se llamaba inspiración y que sigue siendo el regalo más precioso que, a veces, el lenguaje —sea canon literario o dialecto— puede hacernos.

     

    miércoles, 16 de noviembre de 2022

    "El Pitoche Engrullón", disponible para todos

    “El clásico de Antoine de Saint-Exupéry es el primer libro que se escribe por completo en gacería, un dialecto de Cantalejo (Segovia)”. Eso dice la bajada del artículo publicado el 23 de septiembre pasado, por Alba Camazón, en eldiario.es.


    El Principito recupera dialectos casi olvidados de Segovia y Salamanca: “Nuestros abuelos no hablaban mal”

    —Mi flor se puliría fetén gaza si atervara esto —se garleó el pitoche engrullón.La primera pregunta que se hace aquí toda persona mayor que se precie es ¿quién es El Pitoche Engrullón? Ni más ni menos que El Principito en gacería, un dialecto que garlean los cantalejanos. O como se llaman a sí mismos, los briqueros. El Principito ha sido traducido a más de 500 idiomas y dialectos. ¿El último? El idioma de los trilleros, que solo se habla en un pequeño pueblo de Segovia (3.000 habitantes) desde hace generaciones. El Pitoche Engrullón (2022, Desde Tuma) es el primer libro escrito en gacería de principio a fin.

    “De niña, y de joven, pasaba el rato con mi abuelo y hablábamos y pensábamos en gacería. Jugábamos a hacer frases largas y siempre he sentido que si lo olvidaba, olvidaba los recuerdos de mis abuelos”. Ana Rosa Zamarro es quien ha traducido este clásico de Antoine de Saint-Exupéry a gacería.

    “Los trilleros y tratantes de ganado pasaban meses fuera de casa y de esta manera se reconocían como gente del pueblo. Se advertían e informaban entre ellos para que otros no les entendieran si no querían”, explica Zamarro. Por ejemplo, si un tercero iba a comprarles un trillo, para que supieran que tenía dinero aunque llorara, y así poder negociar. Poco a poco, se fue practicando y cayó en gracia. Cantalejo llegó a ser el segundo productor de trillos más importante, solo por detrás de Soria, asevera.

    Los talleres se llenaban de briqueros, ganaderos y jornaleros que pertenecían a distintos oficios, que fabricaban los trillos, que luego venderían en otros pueblos. “Necesitaban mucha mano de obra... piensa que unas 500 familias se sacaban un jornal con esto”, añade Ana Rosa Zamarro, que recuerda que, por ejemplo, su madre y sus abuelos maternos siempre iban a un pueblo de Lerma y su padre —con sus abuelos— marchaban a otro de Teruel. “A mi madre la escolarizaban en Villalmanzo —cerca de Lerma— y mantiene amistades allí”, cuenta.

    En gacería, cadelo es perro y curda, borracho. 'La madre que te parió' se dice La sieva que te estafó; y 'el alcalde del pueblo', el engrullón del vilorio'. Por este motivo El Principito es El Pitoche Engrullón. “El engrullón es como el personaje más importante, entonces significa 'el pequeño personaje importante'”, explica Zamarro, que se muestra entusiasmada con su acogida en la zona: “Seguro que lo entienden, porque todos lo entendemos”.

    Álvaro de Benito es el editor de este libro. Su objetivo es doble: conservar la variante lingüística y que también sirva como material escolar para los chicos de la zona. Servirá de herramienta para que las escuelas, que ya aprendían vocabulario en gacería, trabajen con el dialecto.

    “Ahora ya con esto, la gacería no quedará en el olvido”, subraya la traductora del libro. Zamarro destaca la importancia de que así la gente vea “que se puede hacer contexto entero y no solo palabras sueltas. “Trabajar en este clásico ha sido como un sueño hecho realidad“, apunta. Para ella ha resultado difícil y emocionantea la vez. Algunas cosas me hacían sonreír porque me venían recuerdos a la mente”, se alegra.

    El Pitoche Engrullón no es el primer principito en salir de esta editorial. El Chaval Principeras y El Principinu se editaron en cheli —sociolecto madrileño del siglo XVIII que explosionó en la década de 1980—y en la palra d'El Rebollal —un dialecto del astur leonés que se conserva en el sur de Salamanca—.

    José Benito Mateos Pascual “Txebe” tradujo El Principito a la palra d'El Rebollal. “Había palabras sin una traducción exacta y tienes que buscar lo que más se aproxime, o una metáfora...luego le das vueltas, por si puedes traducirlo de otra forma y al final lo traduces cinco o seis veces para que quede bien”, explica, justo antes de bromear: “Menos mal que era El Principito y no El Señor de los Anillos”.

    Este dialecto del leonés oriental pervive en cinco pueblos: Navasfrías, Peñaparda, El Payo, Robleda y Villasrubias. Las placas de las calles de Robleda están escritas en rebollanu y en castellano. “Las personas de más de 75 años hablan rebollanu, y aquellos que emigraron a mediados del siglo pasado a Francia también lo siguen hablando. Calculamos que lo hablamos unas 3.500 personas”, explica José Benito Mateos.

    Este folklorista destaca la importancia de reconocer la palra d'El Rebollal como una lengua “tan válida como otras” y darle “ese prestigio” que se le quitaba en el pasado. “Es sacarle brillo. Nuestros abuelos no hablaban mal, hablaban un dialecto del leonés”, subraya.

    El Principito, su rosa, la serpiente y el zorro viajarán también a Cantalejo o a la comarca de El Rebollal. Y desde allí también podrán ver con el corazón y reír mirando al cielo. Porque lo prencipal es invisibri a los ojus.

    miércoles, 24 de agosto de 2022

    Jorge Nicolás Lucero nos da una lección de checo

    Jorge Nicolás Lucero
     (foto) es Doctor en Filosofía e investigador posdoctoral en el Instituto de Investigaciones "Gino Germani" de la Universidad de Buenos Aires. Tradujo del checo los textos de Jan Patočka Interioridad y mundo (Sb editorial, 2020) y "Platonismo y política" (Geograficidade nro. 12, 2022), así como "La polis paralela" de Václav Benda (Eslavia nro. 6, 2020). 

    Los caminos de la lengua checa son inescrutables

    El checo tiene una composición que suele dar dolores de cabeza a los hispanoparlantes. Palabras sin vocales: prst (dedo), smrt (muerte), čtvrthodiny (cuarto de hora) y, créanme, muchas más. O bien, prefijos verbales que permiten distinguir el aspecto perfectivo del imperfectivo: psát se usa para “escribir”, invocando el proceso y continuidad de la acción, napsat para señalar el resultado del acto de escritura, o también un inicio y un fin determinados de este. Incluso estos prefijos permiten diferenciar u oponer acciones: jít es “andar”, pero přijítes “llegar”, y vyjít, “marcharse”. No creo que sea necesario hablar de los pronombres posesivos (můj, tvůj, její, náš, váš, jejich) y sus variantes reflexivas (svůj), y eso que aquí sólo estoy enunciando los nominativos masculinos en singular.

    Hasta una de las formas de decir “sí” es no.

    Pero prefiero detenerme en una de las palabras del checo que más me fascinan, dada su falsa simpleza: cesta ([t͜sεsta]). Puede ser traducida como “camino”, es decir el lugar donde transita algo o alguien, o bien como “viaje”, la acción de transitar (de hecho, el verbo cestovat se utiliza para “viajar”). 

    Hace unos años traduje algunos escritos inéditos de un gran filósofo, Jan Patočka, quien usaba adrede el doble significado de cesta, pues quiso decirnos que la subjetividad es ante todo un movimiento de autorrealización. El camino de la vida (cesta života) no sería solo una licencia poética para hablar de las vicisitudes biográficas, sino la definición misma de la condición humana. En su momento, debo confesar, no me atreví a traducir cesta como “travesía”, que además de tener la acepción de “callejuela”, también se utiliza para hablar de una aventura. Pero la idea de aventura esconde en su empresa un objetivo más o menos específico, y nada más lejos de lo que quería decir el filósofo —no hay una trayectoria preestablecida en la vida, la vida es camino haciéndose. Parecería haber un eco de las raíces etimológicas del término, asociadas a verbos como čistit (limpiar) y klestit (podar). Más aún, se halla en sintonía con la famosa estrofa del “Proverbios y cantares” de Antonio Machado: “Caminante, son tus huellas/ el camino, y nada más;/ caminante, no hay camino,/ se hace camino al andar”.

    Finalmente, me abracé al contexto para traducir cesta por “camino” o por “viaje” cuando pareciera conveniente, y apelé a una nota al pie aclaratoria sobre la polisemia de la palabra —muchos de los que traducimos textos filosóficos usamos ese ardid académico. Ahora bien, en la asociación con los versos de Machado, surgió algo que me inquietó. Si ya me resultaba problemático traducir cesta al castellano, ¿cómo sería, con perdón de la expresión, el camino inverso de traducción, considerando lo que sugiere “caminante”? Traducir la palabra como chodec o chodící, es decir, aquel que va a pie, aunque correcto (o lo más común) resulta inapropiado, porque se pierde el lazo con “camino”. Términos como cestovatel o cestující, utilizados para “viajero”, podrían resultar mejores. Pero cestovatel, como lo indica el sufijo, hace mucho énfasis en el agente, lo que el impersonal del “se hace camino” no expresa. En su uso cotidiano, cestující expresa la idea de pasajero, lo cual aludiría a algo contingente y no constitutivo (mientras que el caminante siempre “hace camino al andar”). Aunque en sí mismo el término cestujícíes una sustantivación de cestovat, opera como un participio presente: “viajante”. Quizás, entonces, el terreno está allanado para proponer lo siguiente:

     Cestující, tvéstopy to jsou

    Cesta, a nicjiného;

    Cestující, to není cesta,

    Cesta se dělá na chůzi.

    En cualquier caso, dado que es muy común usar cestujícípara hablar de un pasajero (hasta su sinónimo es pasažér), me hace pensar en que el lector checo puede perder la amplitud que Machado quiere darle a esta palabra. Por cierto, el poetaJanVladislav hizo una antología del poeta con el título Campos de Castilla (Kastilsképláně), el mismo título de la obra en la que aparecen estos versos. Sin embargo, no incluyó este poema, ni ninguno de los “Proverbios y cantares”.

    No lo culpo. Abrirse paso por el sentido no es fácil.

     

    miércoles, 29 de junio de 2022

    Si uno levanta la vista del propio ombligo, a veces se sorprende

    Según estadísticas probablemente infladas, en España hay 46 millones de personas que hablan castellano (vale decir, el 9% de la población mundial de hablantes de esa lengua); 9 millones que hablan catalán, 3.221.000​​ que hablan gallego, 395.000 que hablan vasco; etc. Con estos datos, resulta por lo menos curiosa la apreciación de Judit Castaño, en su artículo del 12 de junio pasado, en el diario La Vanguardia, de Barcelona, cuando refiriéndose a las nuevas capacidades del traductor de Google pone en el rango de “dialectos o idiomas poco conocidos” al bhojpuri, de India y Nepal, con 50 millones de hablantes; al lingala, de varias naciones africanas, con 40 millones de hablantes; al maithili, de la India, con 34 millones de hablantes; al asamés, de la India, con 25 millones de hablantes; al luganda, de Ruanda y Uganda, con 20 millones de hablantes; al bambara, de Mali, con 14 millones de hablantes; al quechua, con 10 millones de hablantes, y al guaraní con 7 millones de hablantes, para citar sólo algunas de estas "nuevas lenguas mayoritarias". ¿Será la suya una versión eurocéntrica? El que título de la nota, ¿es total o parcialmente imbécil? ¿Será el artículo algún tipo de publicidad encubierta?

    Google Translate ya habla quechua, guaraní y 22 lenguas más que no sabías ni que existían

    ¿Se puede viajar por el mundo sin hablar inglés u otro idioma? La respuesta es sí. Solo necesitas un dispositivo (móvil, tableta u ordenador) y conexión a Internet. Google Translate hace el resto. Y ahora no solo podrás comunicarte en inglés, francés o chino, entre otras muchas lenguas mayoritarias, también podrás hacerlo en aymara, guaraní, bhojpuri, twi o quechua: idiomas poco conocidos, pero muy utilizados en algunas regiones de África, Asia y América del Sur.

    Google acaba de incorporar en su herramienta de traducción 24 idiomas más, por lo que ya son 133 las lenguas que habla Google Translate. De hecho, tal y como expone la compañía de Mountain View en su blog, a pesar de que son dialectos e idiomas poco conocidos por el público general, son hablados por más de 300 millones de personas en el mundo. Además, para hacerlo posible, se ha usado un sistema de aprendizaje automático llamado Zero-Shot.
     
    Desde que se lanzó en 2006, hace dieciséis años, Google Translate se ha convertido en una herramienta imprescindible para viajar, en el trabajo o en nuestra vida personal. Cuantas parejas habrán iniciado una relación gracias al traductor de Google... Ya son 133 los idiomas que incluye, aunque le faltaba incorporar lenguas muy utilizadas en ciertos rincones del mundo, pero que en su mayoría han sido marginadas durante mucho tiempo. Como es el caso del aymara, guaraní o quechua, habladas por grupos indígenas o minoritarios en América del Sur.

    Con estas incorporaciones, Google pone fin a una reclamación histórica de algunas comunidades indígenas que desde hacía años reclamaban al gigante tecnológico que incluyeran sus particulares lenguas y dialectos al traductor. Con ello, no solo se rompen barreras y se conectan comunidades de todo el mundo, también se contribuye a la supervivencia de culturas y sociedades enteras a menudo minoritarias e invisibles para el resto.

    Los nuevos idiomas van desde el bhojpuri, hablado por hasta 50 millones de personas en el norte de la India, Nepal y Fiji, hasta el dhivehi con unos 300.000 hablantes en las Maldivas.

    La comunidad que ha liderado esta iniciativa ha sido la quechua, o quichua. El quechua era la lengua franca del Imperio Inca, que se extendía desde lo que ahora es el sur de Colombia hasta el centro de Chile. Ahora, es utilizada por unos 10 millones de personas en Perú, Bolivia, Ecuador y países vecinos. Agregar el quechua a los idiomas reconocidos por Google ha sido una gran victoria para los activistas indígenas a favor de la conservación de su lengua. Luis Illaccanqui, un peruano que creó el sitio web Qichwa 2.0, que incluye diccionarios y recursos para aprender el idioma, ha destacado en declaraciones a Associated Press que este cambio ayudará a poner el quechua y el español "en el mismo estatus".

    Illaccanqui, cuyo apellido en quechua significa 'tú eres el rayo', dijo que el traductor también ayudará a mantener vivo el idioma en una nueva generación de jóvenes y adolescentes, “que hablan quechua y español y que les fascinan redes sociales."

    En su blog, Google advirtió que la calidad de las traducciones en los idiomas recién agregados “todavía está muy por detrás” del resto de lenguas, como el inglés, español y alemán. La compañía ha señalado que los modelos “cometerán errores y exhibirán sus propios sesgos”.

    La incorporación de estos 24 nuevos idiomas ha sido también un hito técnico para Google Translate, ya que son los primeros que se agregan utilizando la traducción automática Zero-Shot, un modelo de aprendizaje automático que aprende a traducir a otro idioma sin ver un ejemplo antes.

    Este modelo de machine learning sólo está siendo entrenado mediante texto monolingüe. La traducción no es perfecta, avisan desde la compañía, pero trabajarán para asegurar una traducción al nivel de la que existe actualmente para los idiomas más comunes.

    jueves, 7 de abril de 2022

    "Los idiomas son herramientas que fabricamos para satisfacer nuestras necesidades"

    “La científica Lera Boroditsky (foto) ha investigado 7000 lenguas diferentes para sus estudios. En diálogo exclusivo con Infobae, explicó cómo cada idioma transforma el modo en que percibimos la realidad.” Tal es la bajada de la nota que Flavia Tomaello publicó el pasado 27 de marzo en InfoBAE. 

    “El lenguaje moldea al cerebro y la forma en que pensamos”, asegura una experta en lengua y neurociencia

    ¿Quién puede imaginar codearse con 7000 lenguas diferentes en el mundo? ¿Cómo procesar las particularidades de la semiótica y de la sintaxis?¿Cómo absorber todos los sesgos que los comportamientos producen a partir de las palabras? Lera Boroditsky parece tener la respuesta. La científica es considerada como una de las autoras clave de la teoría de la relatividad lingüística. Ha trabajado en MIT y la Universidad de Standford. Actualmente es profesora de ciencia cognitiva en la Universidad de California, y editora en jefe de la revista especializada Frontiers in Cultural Psychology.

     

    Su investigación reciente muestra que el lenguaje tiene un papel mucho más destacado en las mentes de lo que se sospechaba hasta ahora. Según dice en la charla telefónica mantenida en exclusiva con Infobae, “no es que usemos el lenguaje para expresar los pensamientos que tenemos, sino que el lenguaje que hablamos da forma al modo en que pensamos y experimentamos el mundo”.


    –Hay algunas maneras obvias en que las lenguas son diferentes, pero ¿qué otras profundidades buceó en ellas?

    –Efectivamente las similitudes no solo están en los sonidos y las palabras, que todos podemos notar fácilmente, sino también en la estructura. Las lenguas difieren en los tipos de información que requieren que sus hablantes tengan, sólo gramaticalmente. Por ejemplo, podemos prestar atención a cómo hablamos de los colores. Esta es una función muy básica de la percepción humana. Sin embargo, la forma en que funciona esa percepción es nula para nosotros: abres los ojos y ves colores. Sin esfuerzo, simplemente parece automático, biológico. Sin embargo, los idiomas difieren en la forma en que dividen el espectro de colores: los diferentes idiomas tienen más palabras para los colores, o menos, y difieren en dónde colocan los límites entre ellos. Por ejemplo, en mi idioma nativo, el ruso, no hay una sola palabra para azul, como en inglés. Para los angloparlantes, hay muchos tonos diferentes, pero podemos llamarlos a todos azules. En ruso, hay una palabra para azul claro y una palabra completamente diferente para azul oscuro. Entonces, si hablas ruso, tienes que hacer la distinción, porque no tiene la opción de decir simplemente azul.

     

    –¿Eso significa que los hablantes de ruso se entrenan para distinguir mejor entre azules claros y azules oscuros?

    –En nuestro laboratorio probamos a hablantes de inglés y hablantes de ruso a través de este límite azul claro/azul oscuro y descubrimos que, de hecho, los hablantes de ruso son más rápidos para distinguir colores y son más capaces de recordar la diferencia entre ellos. Y este es un fenómeno que puedes encontrar en todo el mundo. Lo que esto nos dice es que el lenguaje se está entrometiendo incluso con esta experiencia perceptiva tan básica. Lo que nos parece tan automático y tan impulsado por el mundo es, en cambio, una combinación de factores, incluido el idioma que hablas. Cuando ves el mundo, lo estás viendo a través de la lente de tu idioma.

     

    –¿En qué idioma sueña?

    –Depende. Si estoy en Rusia o he pasado unos días hablando ruso, lo hago en ese idioma. Mis sueños pueden cambiar de idioma bastante rápido cuando viajo. Después de unos días en un lugar, incluso si no hablo muy bien el idioma, descubro que mi charla interna, comienza a cambiar al idioma que me rodea. Entonces, si estoy en Francia, todas las pequeñas frases y palabras que rondan mis pensamientos cambiarán a francés, y mis sueños también o harán. Lamentablemente, puedo hablar francés mucho mejor en mis sueños.

     

    –¿Cómo se puede saber si dos hablantes nativos del mismo idioma se entienden correctamente?

    –Nuestras experiencias están cambiando constantemente nuestros cerebros, y no hay una alineación perfecta entre una experiencia cognitiva y otra. La comunicación perfecta es imposible, incluso dentro de un individuo a través del tiempo. La mayoría de las veces, lo que usamos es una comunicación suficientemente buena. Quieres la sal, así que dices: “por favor, pásame la sal”. Y si obtienes la sal, eso es lo suficientemente bueno. En realidad, no sabes lo que la persona pensó durante toda la interacción, pero es suficiente porque obtuviste lo que querías. Comunicarse a través del lenguaje resulta un método muy imperfecto, pero también es el mejor que tenemos.

     

    –¿Ha encontrado evidencia de lenguajes más perfectos?

    – Es muy complejo de responder porque nos hemos pasado estudiando lenguajes de manera inequitativa. El idioma en el que la gente ha pasado más tiempo trabajando es el inglés, y ciertamente no tenemos una caracterización completa del inglés en la que la gente esté de acuerdo. Sin embargo, en ciertos dominios, ciertamente se puede decir que un idioma incluye más información o hace distinciones más finas dentro de un espacio en particular, y también hay casos en los que los idiomas simplemente carecen de un sistema completo de conocimiento. Por ejemplo, en Occidente todos estamos familiarizados con los números. Damos por sentado que el 100% de los adultos holandeses podrán contar hasta 7 y diferenciar entre 7 y 8 cosas, pero no todos los idiomas tienen sistemas numéricos así. Si una persona creció sin un sistema numérico en su idioma, las posibilidades de que pueda realizar un seguimiento de las cantidades exactas o de poder distinguir de manera confiable entre 7 y 8 cosas se reducen enormemente.

     

    –Es decir que los idiomas son utilitarios.

    –Sí. Los idiomas son herramientas que usamos, tanto para la comunicación como para el pensamiento, y son herramientas que fabricamos para satisfacer nuestras necesidades. Por lo tanto, diferentes idiomas han evolucionado con el tiempo para adaptarse distintas necesidades de las personas que los hablan. Se vuelven más eficientes en cosas que son útiles para esos sujetos y es posible que ni siquiera consideren ciertas funciones que a esas personas no les preocupan. Y, por supuesto, los idiomas son seres vivos, por lo que si es necesario que hables de algo o que hagas una distinción, siempre podemos agregarlo.

     

    –¿Explíquenos su teoría del realismo ingenuo?

    –Todos creemos que vemos el mundo como realmente es. Esta idea es lo que llamo ‘realismo ingenuo’: creo ingenuamente que yo mismo experimento la realidad como realmente es. El problema con eso es que otras personas ven el mundo de manera diferente, y si crees que ves el mundo tal como es, tienes que creer que esas otras personas están equivocadas. Esta es una creencia realmente poco saludable, tanto sobre uno mismo como para otras personas, porque sus propias ideas sobre el mundo son un producto del entorno lingüístico, el entorno cultural y su propio entorno personal. Y lo mismo es cierto para todos los demás con los que interactúas. Todos nosotros estamos experimentando el mundo como una construcción. En algunos casos, podemos alinearnos con terceros, en otros casos no, pero no hay garantía de que ninguna de las cosas que creemos sobre el mundo sea realmente cierta, de una manera profunda.