jueves, 3 de octubre de 2024
"Dos variedades de desigual prestigio o consideración social"
viernes, 17 de mayo de 2024
Un país que se resiste a tener muchas lenguas
martes, 19 de marzo de 2024
“Cuando las lenguas se desvanecen, también lo hace el rico tapiz de diversidad cultural del mundo"
miércoles, 11 de octubre de 2023
España es un país cada vez más divertido
Hay numerosos casos en los que la judicatura ha consultado el 'espíritu' de una norma, pero algunos de los más sonados han sido la ley del 'solo sí es sí' o la inviolabilidad del Jefe del Estado. En plena polémica por la rebaja de penas tras la norma impulsada por el Ministerio de Igualdad, el Gobierno, mediante la portavoz, Isabel Rodríguez, solicitó a los jueces que interpretaran la norma "conforme a su espíritu".
viernes, 22 de septiembre de 2023
Lenguas y política
viernes, 30 de junio de 2023
"Hace tiempo que vivimos en una lengua empobrecida y devastada"
El pasado 21 de junio, en el blog Artillería Inminente –del cual no hemos podido recabar dato alguno–, alguien subió un texto del pensador italiano Giorgio Agamben, publicado dos días antes en el sitio web de la editorial italiana Quodlibet, donde usualmente tiene una columna titualda “Una voce”. Desafortunadamente, no se consigna el nombre de quien tradujo.
Comas y llamas
A un amigo que le hablaba del bombardeo de Shanghái por los japoneses,
Karl Kraus le contestó: «Sé que nada tiene sentido si la casa se incendia. Pero
mientras sea posible, me ocupo de las comas, porque si la gente que tenía que
hacerlo se hubiera preocupado de que todas las comas estuvieran en el lugar
correcto, Shanghái no se habría incendiado». Como siempre, el chiste oculta
aquí una verdad que vale la pena recordar. Los hombres tienen su morada vital
en el lenguaje, y si piensan y actúan mal, es porque su relación con su
lenguaje está corrompida y viciada en primer lugar. Hace tiempo que vivimos en
una lengua empobrecida y devastada, todos los pueblos, como decía Scholem de
Israel, caminan hoy ciegos y sordos sobre el abismo de su lengua, y es posible que
esta lengua traicionada se esté vengando de algún modo, y que su venganza sea
tanto más despiadada cuanto más la hayan estropeado y descuidado los hombres.
Todos nos damos cuenta, más o menos claramente, de que nuestra lengua se ha
reducido a un pequeño número de frases hechas, de que el vocabulario nunca ha
sido tan estrecho y gastado, de que la fraseología de los medios de
comunicación impone su miserable norma por doquier, de que las cátedras sobre
Dante se imparten en mal inglés en las aulas universitarias: ¿cómo, en tales
condiciones, puede alguien esperar ser capaz de formular un pensamiento
correcto y actuar en consecuencia con probidad y prudencia? Tampoco es de
extrañar que quienes manejan semejante lengua hayan perdido toda conciencia de
la relación entre lengua y verdad y, por tanto, crean que pueden utilizar según
su triste beneficio palabras que ya no se corresponden con ninguna realidad,
hasta el punto de no darse cuenta de que están mintiendo. La verdad de la que
hablamos aquí no es sólo la correspondencia entre discurso y hechos, sino,
incluso antes, la memoria del apóstrofe que el lenguaje dirige al niño que
pronunció con emoción sus primeras palabras. Hombres que han perdido todo
recuerdo de esta llamada sumisa, exigente y amorosa son literalmente capaces,
como hemos visto en los últimos años, de cualquier vileza.
miércoles, 16 de noviembre de 2022
"El Pitoche Engrullón", disponible para todos
miércoles, 24 de agosto de 2022
Jorge Nicolás Lucero nos da una lección de checo
Los caminos de la lengua checa son inescrutables
El checo tiene una composición que suele dar dolores de cabeza a los hispanoparlantes. Palabras sin vocales: prst (dedo), smrt (muerte), čtvrthodiny (cuarto de hora) y, créanme, muchas más. O bien, prefijos verbales que permiten distinguir el aspecto perfectivo del imperfectivo: psát se usa para “escribir”, invocando el proceso y continuidad de la acción, napsat para señalar el resultado del acto de escritura, o también un inicio y un fin determinados de este. Incluso estos prefijos permiten diferenciar u oponer acciones: jít es “andar”, pero přijítes “llegar”, y vyjít, “marcharse”. No creo que sea necesario hablar de los pronombres posesivos (můj, tvůj, její, náš, váš, jejich) y sus variantes reflexivas (svůj), y eso que aquí sólo estoy enunciando los nominativos masculinos en singular.
Hasta una de las formas de decir “sí” es no.
Pero prefiero detenerme en una de las palabras del checo que más me fascinan, dada su falsa simpleza: cesta ([t͜sεsta]). Puede ser traducida como “camino”, es decir el lugar donde transita algo o alguien, o bien como “viaje”, la acción de transitar (de hecho, el verbo cestovat se utiliza para “viajar”).
Hace unos años traduje algunos escritos inéditos de un gran filósofo, Jan Patočka, quien usaba adrede el doble significado de cesta, pues quiso decirnos que la subjetividad es ante todo un movimiento de autorrealización. El camino de la vida (cesta života) no sería solo una licencia poética para hablar de las vicisitudes biográficas, sino la definición misma de la condición humana. En su momento, debo confesar, no me atreví a traducir cesta como “travesía”, que además de tener la acepción de “callejuela”, también se utiliza para hablar de una aventura. Pero la idea de aventura esconde en su empresa un objetivo más o menos específico, y nada más lejos de lo que quería decir el filósofo —no hay una trayectoria preestablecida en la vida, la vida es camino haciéndose. Parecería haber un eco de las raíces etimológicas del término, asociadas a verbos como čistit (limpiar) y klestit (podar). Más aún, se halla en sintonía con la famosa estrofa del “Proverbios y cantares” de Antonio Machado: “Caminante, son tus huellas/ el camino, y nada más;/ caminante, no hay camino,/ se hace camino al andar”.
Finalmente, me abracé al contexto para traducir cesta por “camino” o por “viaje” cuando pareciera conveniente, y apelé a una nota al pie aclaratoria sobre la polisemia de la palabra —muchos de los que traducimos textos filosóficos usamos ese ardid académico. Ahora bien, en la asociación con los versos de Machado, surgió algo que me inquietó. Si ya me resultaba problemático traducir cesta al castellano, ¿cómo sería, con perdón de la expresión, el camino inverso de traducción, considerando lo que sugiere “caminante”? Traducir la palabra como chodec o chodící, es decir, aquel que va a pie, aunque correcto (o lo más común) resulta inapropiado, porque se pierde el lazo con “camino”. Términos como cestovatel o cestující, utilizados para “viajero”, podrían resultar mejores. Pero cestovatel, como lo indica el sufijo, hace mucho énfasis en el agente, lo que el impersonal del “se hace camino” no expresa. En su uso cotidiano, cestující expresa la idea de pasajero, lo cual aludiría a algo contingente y no constitutivo (mientras que el caminante siempre “hace camino al andar”). Aunque en sí mismo el término cestujícíes una sustantivación de cestovat, opera como un participio presente: “viajante”. Quizás, entonces, el terreno está allanado para proponer lo siguiente:
Cesta, a nicjiného;
Cestující, to není cesta,
Cesta se dělá na chůzi.
En cualquier caso, dado que es muy común usar cestujícípara hablar de un pasajero (hasta su sinónimo es pasažér), me hace pensar en que el lector checo puede perder la amplitud que Machado quiere darle a esta palabra. Por cierto, el poetaJanVladislav hizo una antología del poeta con el título Campos de Castilla (Kastilsképláně), el mismo título de la obra en la que aparecen estos versos. Sin embargo, no incluyó este poema, ni ninguno de los “Proverbios y cantares”.
No lo culpo. Abrirse paso por el sentido no es fácil.
miércoles, 29 de junio de 2022
Si uno levanta la vista del propio ombligo, a veces se sorprende
jueves, 7 de abril de 2022
"Los idiomas son herramientas que fabricamos para satisfacer nuestras necesidades"
“La científica Lera Boroditsky (foto) ha investigado 7000 lenguas diferentes para sus estudios. En diálogo exclusivo con Infobae, explicó cómo cada idioma transforma el modo en que percibimos la realidad.” Tal es la bajada de la nota que Flavia Tomaello publicó el pasado 27 de marzo en InfoBAE.
“El lenguaje
moldea al cerebro y la forma en que pensamos”, asegura una experta en lengua y
neurociencia
¿Quién puede imaginar codearse con 7000 lenguas
diferentes en el mundo? ¿Cómo procesar las particularidades de la
semiótica y de la sintaxis?¿Cómo absorber todos los sesgos que los
comportamientos producen a partir de las palabras? Lera Boroditsky parece
tener la respuesta. La científica es considerada como una de las autoras clave
de la teoría de la relatividad lingüística. Ha trabajado en MIT y la
Universidad de Standford. Actualmente es profesora de ciencia cognitiva en la
Universidad de California, y editora en jefe de la revista especializada
Frontiers in Cultural Psychology.
Su investigación reciente muestra que el lenguaje tiene un papel mucho más destacado en las mentes de lo que se sospechaba hasta ahora. Según dice en la charla telefónica mantenida en exclusiva con Infobae, “no es que usemos el lenguaje para expresar los pensamientos que tenemos, sino que el lenguaje que hablamos da forma al modo en que pensamos y experimentamos el mundo”.
–Hay
algunas maneras obvias en que las lenguas son diferentes, pero ¿qué otras profundidades
buceó en ellas?
–Efectivamente las similitudes no
solo están en los sonidos y las palabras, que todos podemos notar
fácilmente, sino también en la estructura. Las lenguas difieren en los tipos de
información que requieren que sus hablantes tengan, sólo gramaticalmente. Por
ejemplo, podemos prestar atención a cómo hablamos de los colores. Esta es una
función muy básica de la percepción humana. Sin embargo, la forma en que funciona
esa percepción es nula para nosotros: abres los ojos y ves colores. Sin
esfuerzo, simplemente parece automático, biológico. Sin embargo, los
idiomas difieren en la forma en que dividen el espectro de colores: los
diferentes idiomas tienen más palabras para los colores, o menos, y difieren en
dónde colocan los límites entre ellos. Por ejemplo, en mi idioma nativo, el
ruso, no hay una sola palabra para azul, como en inglés. Para los
angloparlantes, hay muchos tonos diferentes, pero podemos llamarlos a todos azules. En
ruso, hay una palabra para azul claro y una palabra completamente diferente
para azul oscuro. Entonces, si hablas ruso, tienes que hacer la distinción,
porque no tiene la opción de decir simplemente azul.
–¿Eso significa
que los hablantes de ruso se entrenan para distinguir mejor entre azules claros y azules oscuros?
–En nuestro laboratorio probamos a
hablantes de inglés y hablantes de ruso a través de este límite azul claro/azul
oscuro y descubrimos que, de hecho, los hablantes de ruso son más rápidos para
distinguir colores y son más capaces de recordar la diferencia entre ellos. Y
este es un fenómeno que puedes encontrar en todo el mundo. Lo que esto nos dice
es que el lenguaje se está entrometiendo incluso con esta experiencia
perceptiva tan básica. Lo que nos parece tan automático y tan impulsado por el mundo es, en cambio, una combinación de factores, incluido el idioma que hablas. Cuando ves el
mundo, lo estás viendo a través de la lente de tu idioma.
–¿En qué
idioma sueña?
–Depende. Si estoy en Rusia o he pasado
unos días hablando ruso, lo hago en ese idioma. Mis sueños pueden cambiar
de idioma bastante rápido cuando viajo. Después de unos días en un lugar,
incluso si no hablo muy bien el idioma, descubro que mi charla interna,
comienza a cambiar al idioma que me rodea. Entonces, si estoy en Francia, todas
las pequeñas frases y palabras que rondan mis pensamientos cambiarán a francés,
y mis sueños también o harán. Lamentablemente, puedo hablar francés mucho mejor
en mis sueños.
–¿Cómo se puede saber si dos hablantes nativos del mismo idioma se entienden correctamente?
–Nuestras experiencias están cambiando
constantemente nuestros cerebros, y no hay una alineación perfecta entre una
experiencia cognitiva y otra. La comunicación perfecta es imposible,
incluso dentro de un individuo a través del tiempo. La mayoría de las veces, lo
que usamos es una comunicación suficientemente buena. Quieres la sal, así que
dices: “por favor, pásame la sal”. Y si obtienes la sal, eso es lo suficientemente
bueno. En realidad, no sabes lo que la persona pensó durante toda la
interacción, pero es suficiente porque obtuviste lo que querías.
–¿Ha encontrado
evidencia de lenguajes más perfectos?
– Es muy complejo de responder porque nos hemos
pasado estudiando lenguajes de manera inequitativa. El idioma en el que la
gente ha pasado más tiempo trabajando es el inglés, y ciertamente no tenemos
una caracterización completa del inglés en la que la gente esté de acuerdo. Sin
embargo, en ciertos dominios, ciertamente se puede decir que un idioma
incluye más información o hace distinciones más finas dentro de un espacio en
particular, y también hay casos en los que los idiomas simplemente carecen
de un sistema completo de conocimiento. Por ejemplo, en Occidente todos
estamos familiarizados con los números. Damos por sentado que el 100% de los
adultos holandeses podrán contar hasta 7 y diferenciar entre 7 y 8 cosas, pero
no todos los idiomas tienen sistemas numéricos así. Si una persona creció sin
un sistema numérico en su idioma, las posibilidades de que pueda realizar un
seguimiento de las cantidades exactas o de poder distinguir de manera confiable
entre 7 y 8 cosas se reducen enormemente.
–Es decir que los idiomas son utilitarios.
–Sí. Los idiomas son herramientas que usamos, tanto para la comunicación como para el pensamiento, y son herramientas que fabricamos para satisfacer nuestras necesidades. Por lo tanto, diferentes idiomas han evolucionado con el tiempo para adaptarse distintas necesidades de las personas que los hablan. Se vuelven más eficientes en cosas que son útiles para esos sujetos y es posible que ni siquiera consideren ciertas funciones que a esas personas no les preocupan. Y, por supuesto, los idiomas son seres vivos, por lo que si es necesario que hables de algo o que hagas una distinción, siempre podemos agregarlo.
–¿Explíquenos su teoría del realismo ingenuo?
–Todos creemos que vemos el mundo como realmente es. Esta idea es lo que llamo ‘realismo ingenuo’: creo ingenuamente que yo mismo experimento la realidad como realmente es. El problema con eso es que otras personas ven el mundo de manera diferente, y si crees que ves el mundo tal como es, tienes que creer que esas otras personas están equivocadas. Esta es una creencia realmente poco saludable, tanto sobre uno mismo como para otras personas, porque sus propias ideas sobre el mundo son un producto del entorno lingüístico, el entorno cultural y su propio entorno personal. Y lo mismo es cierto para todos los demás con los que interactúas. Todos nosotros estamos experimentando el mundo como una construcción. En algunos casos, podemos alinearnos con terceros, en otros casos no, pero no hay garantía de que ninguna de las cosas que creemos sobre el mundo sea realmente cierta, de una manera profunda.