jueves, 3 de julio de 2025
Cristina Banegas: “Molly Bloom será un concierto”
martes, 25 de julio de 2023
"Ulyses" en las otras lenguas de España
jueves, 3 de noviembre de 2022
La Universidad Nacional de la Pampa convoca a un ciclo sobre las traducciones de Joyce en Argentina, que se puede seguir por Zoom
La Universidad Nacional de La Pampa invita participar del Ciclo de disertaciones en modalidad virtual titulado “Tras las huellas de Joyce: derivas de las traducciones del Ulysses en la Argentina", que se realizarán los jueves 3,10, 17 y 24 de noviembre a las 19 h. de acuerdo con el cronograma que se detalla debajo.
Enlace de inscripción: https://www.humanas.unlpam.edu.ar/actividades_academicas/90
Asimismo, solicitamos que nos ayuden con la difusión.
Especialistas invitados, fecha y título de las disertaciones:
Disertante: Luis Chitarroni
Fecha: 3/11
Título: "Dédalo en el umbral, Lipoti Virag en su laberinto"
Duración: un (1) encuentro de dos (2) horas.
Disertante: Marcelo Zabaloy
Fecha: 10/11
Título: “Ulises y Odiseo: traducir a Joyce”
Duración: un (1) encuentro de dos (2) horas.
Disertante: Lucas Petersen
Fecha: 17/11
Título: “Salas Subirat: Un traductor inesperado, una traducción histórica”
Duración: un (1) encuentro de dos (2) horas.
Disertante: Carlos Gamerro
Fecha: 24/11
Título: “Homero, Shakespeare, Joyce, Borges: padres, hijos, rivales y fantasmas”Duración: un (1) encuentro de dos (2) horas.
lunes, 18 de abril de 2022
"Es cierto que, salvo para los estudiosos de su obra, Joyce es una molestia"
Christopher Domínguez Michael es una de los críticos más visibles de México; también, uno de los más conservadores. Recientemente, entrevistó al traductor argentino Marcelo Zabaloy, a propósito de sus versiones de Ulises y Finnegan’s Wake, aparecidas en 2015 y 2016, en la editorial Cuenco de Plata. El resultado de esa entrevista apareció en la revista mexicana Letras Libres, del 1 de enero de este año.
lunes, 14 de marzo de 2022
Joyce, "el aliento cervantino" y la omisión de José Salas Subirat en una edición española de "Ulises"
A lo largo del tiempo, el Club de Traductores Literarios de Buenos Aires ha manifestado en este blog el profundo disgusto que siente por la percepción hegemónica y condescendiente que los académicos, intelectuales, periodistas y otros pajarracos españoles manifiestan respecto de su propia cultura y en desmedro de América latina. Por más que pretendan esconder sus intenciones detrás de la cortina del panhispanismo, enarbolada como estandarte desde la época de Franco, se les nota. Muchos españoles lectores de este blog se han sentido ofendidos por nuestros comentarios que, en el mejor de los casos, no alcanzan a entender. Sin embargo, ese punto de vista absolutamente autocentrado se pone de manifiesto una y otra vez. Hoy, por ejemplo, en esta nota publicada el 9 de enero de este año, en el diario El País, de Madrid, firmada por el cagatintas Jesús Ruiz Mantilla, quien se ocupa de elogiar la nueva edición de Ulises, publicada por Galaxia Gutemberg, con ilustraciones del pintor Eduardo Arroyo, pero sin mención del traductor… que no es otro que el argentino José Salas Subirat, primer traductor de la obra, cuya versión, en España sufrió todo tipo de oprobios. La omisión resulta demasiado grosera como para pensar que es la distracción de un mal periodista.
jueves, 3 de marzo de 2022
Marietta Gargatagli y tres de "Ulises" (III)
Esta es la tercera y última entrada que Marietta Gargatagli le dedicó al Ulises de James Joyce y sus peripecias en las tierras del Cid.
El Ulises de Salas Subirat en España
En un plano diferente de la realidad, aquel Ulises también aparece en los archivos de la censura literaria de Alcalá de Henares, por lo menos, dos veces. Aunque de la primera aparición no queda más huella que la segunda aparición: la solicitud de impresión y depósito de ejemplares de la editorial Planeta que tenía intención de editarlo en 1962. Un Ulises sigue ahí muy intonso. No se encargó una traducción a nadie: simplemente se presentó para su aprobación la tercera edición (1959) del trabajo de José Salas Subirat publicado por Rueda de Buenos Aires. La novela de Joyce sería precedida del “Estudio Biográfico de James Joyce de R. Fernández de la Reguera”.
En uno de los apartados de los formularios de la censura previa se mencionaba como antecedente una importación suspendida el 14 de junio de 1946, relacionada con la primera publicación de la editorial argentina, aunque en realidad la primera edición de Rueda (que se sepa) no se vendió en España. La autorización de 2000 ejemplares tiene fecha del 16 de marzo de 1962 y está precedida por el informe del lector “don 10”. Es decir, un anónimo, que dijo lo siguiente:
Con fragmentos verdaderamente incomprensibles, el Ulises de James Joyce tiene páginas consideradas por la crítica literaria como antológicas, dentro de las nuevas líneas de expresión propias de nuestro siglo. Es cierto que en algunos pasajes, como en el monólogo final de la señora Bloom, existen descripciones crudísimas; pero no están hechas con afán pornográfico, como tampoco las irreverencias religiosas de algunos personajes tiene tono proselitista. En definitiva, estamos ante una obra publicada casi hace medio siglo, que si en su tiempo escandalizó, ahora se la considera más bien como una curiosidad literaria, que como una piedra de escándalo, de interés, por su difícil lectura, solamente para una minoría.” A mano se añadió: “Por todo ello considero que PUEDE PUBLICARSE” Y con otra letra: “En cuanto al prólogo (se refiere al de R. Fernández de la Reguera) no tiene nada censurable.”
Curiosamente la obra no vio la luz hasta 1964 cuando fue incluida en una colección de Planeta llamada, paradójicamente, Maestros ingleses. Se trataba del Tomo VI, en papel biblia y donde Ulises compartía volumen con George Wells (La guerra de los mundos), D.H. Lawrence (La mujer perdida), AldousHuxley (Un mundo feliz) y Graham Greene(El poder y la gloria), libros que, como Ulises, también habían sido editados en la Argentina.
La versión de Salas Subirat fue publicada en España varias veces más. Anotada por Julián Ríos e ilustrada, apareció en Círculo de Lectores de Barcelona en 1991 con una frase que decía así: “La obra de Joyce, en la versión de José Sala Subirat que hemos seleccionado, mereció la aprobación de Jorge Luis Borges, primer traductor de un pasaje del Ulises al castellano”.
En 1992, se publicó El Ulises Prohibido: los dibujos originales de la edición de Ulises ilustrado. Un recorrido visual y literario por la novela del siglo de Eduardo Arroyo y Julián Ros, conmemorativa del cincuentenario de la muerte de James Joyce en 1991. Entiendo que se trata de un cuaderno/catálogo de la exposición en Madrid de las obras de Arroyo que el nieto de Joyce no permitió que se incluyeran en la primera edición de Círculo de Lectores.
En 1996, Planeta volvió a editarUlises o cierta versión de Ulises que encargó a Eduardo Chamorro quien corrigió la traducción y eliminó las palabras argentinas de Salas Subirat que (curiosamente) siempre fueron muy pocas, aunque irritantes.
En 2022 (retomando el deseo de Eduardo Arroyo, cuyas ilustraciones de Ulises hubieran debido estar en la edición de 1991 de Círculo de Lectores), la editorial Galaxia Gutenberg volvió a editar la traducción de Salas Subirat en un volumen precioso de 710 páginas.
En las bibliotecas españolas, públicas y universitarias, figuran otros Ulises traducidos por Salas Subirat, los editados por Brontes (2009) y Edicomunicación (2003, 2006) (de los que no existen mayores (ni menores) referencias) y por la editorial Diana de México que solía repetir las ediciones más interesantes de Buenos Aires.
No conozco ninguna investigación sobre la recepción del trabajo de Salas Subirat en España ni tampoco cuánto pudieron pagar por él (al autor o a sus herederos) los sucesivos editores. Con la excepción de Galaxia Gutenberg que incluye el ã de los herederos de Salas Subirat y no modificó el texto del traductor.
Gracias al hallazgo de un manuscrito de otra versión de Ulises, en este caso, al catalán,del profesor de la Universidad de Alcalá de Henares, Alberto Lázaro Lafuente, hallazgo que conocí por un artículo de Teresa Iribarren i Donadeu («La primera traducció de l´Ulisses a Espanya»ScientiaTraductionis, n. 12, p. 342-363, 2012, traducción al portugués de Brasil por MauriFurlan) es posible imaginar los posibles honorarios de la época por la versión de un clásico y las naturales zozobras del oficio.
La traducción de Joan Francesc Vidal Jové (1899-1978, narrador y dramaturgo catalán que tradujo a Joan Maragall, Salvador Espriu, Mercé Rodoreda, Balzac, Rabelais, Rimbaud, Sade, Zola y Joanot Martorell) fue presentada por Alfredo Herrero Romero para la editorial que llevaba su nombre AHR a lo que se denominó, después de la Ley de Prensa de 1966, la “consulta voluntaria”. Mecanografiada y con 1082 páginas, la obra de Vidal Jové recibió la autorización el 15 de marzo de 1967. Por razones que se desconocen aquel permiso no fue suficiente para que fuera editada. En este caso sí sabemos cuánto cobró el traductor, 31 pesetas por folio, que el trabajo debía hacerse a partir de la versión francesa de Auguste Morel y en cuatro meses. Una de las cartas de Vidal Jovéal editor resulta bastante elocuente de las vicisitudes no literarias de la novela más extraordinaria del siglo xx.
“Si no está Vd. en la cárcel (hoy todo es verosímil) escríbame Vd., telefonéeme. Si no es así —como espero— y no me contesta, únicamente los servicios de pompas fúnebres podrían justificarle. Y aun no, a sus herederos. Un saludo, cordial y un tanto desesperado.”
miércoles, 2 de marzo de 2022
Marietta Gargatagli y tres de "Ulises" (II)
Este es el segundo artículo de la serie de tres que Marietta Gargatagli escribió sobre las peripecias de Ulises, de James Joyce en España.
El segundo primer Ulises
La siguiente versión fragmentaria del Ulises apareció en La Gaceta Literaria, a finales de 1927, firmada por Ernesto Giménez Caballero (foto; 1899-1988) y también fue presentada como la primera traducción. Parece necesario adelantar que tampoco estos fragmentos proceden del inglés. Son una traducción al castellano de otro anticipo de la traducción francesa de Auguste Morel aparecida en 900, Cahiersd´Italie et d´Europe, la revista italiana fundada por Massimo Bontempelli con la colaboración de CurzioMalaparte. El Ulises italiano era una tarea que había ocupado a Carlo Linati (para el que Joyce construyó el llamado Esquema Linati en 1920) que publicó fragmentos de su versión en IlConvegno en 1926. La versión italiana completa de Ulisse, considerada muy notable, de Giulio De Angelis, la publicó Arnoldo Mondadori en 1960.
A diferencia de la Revista de Occidente, proyección del largo influjo del Instituto Libre de Enseñanza sobre la vida intelectual española y de las notables iniciativas de las primeras décadas del siglo que permitieron el desarrollo científico y cultural, La Gaceta Literaria (1927-1932) fue esencialmente una plataforma de la industria editorial. La publicación se inspiraba en lo que venía promoviendo la Revista de las Españas fundada por la Unión Ibero-americana (1885), el primer órgano planificado para influir en América Latina, el mercado natural de España. La nueva publicación que dirigía Giménez Caballero (con la colaboración de Guillermo de Torre) aspiraba a hegemonizar lo producido en ese período —de hecho, fue comprada por la CIAP (Compañía Ibero-Americana de Publicaciones), empresa que representó el primer intento de monopolización de la industria del libro en castellano— y continuar la ocupación editorial y cultural de los países americanos comenzada a finales del siglo xix.
Esa meta —controlar la edición del vasto continente— implicaba también ampliar la visibilidad de lo propio (lo que ahora se conoce como marca país) que tuvo en La Gaceta Literaria la forma de un recorrido publicitario: ciencia, artes plásticas, arquitectura, cine, música, literatura y un énfasis especial en la modernidad desbordante que según Giménez Caballero debía definira España. “No se da cuenta el país que la nueva literatura le aporta (…) ventajas inapreciables, como ahora diremos, al subrayar su valor europeo, por ejemplo. La nueva literatura es ésa que logró en España lo que no alcanzó nuestra nación desde el XVII: dar una nota original y numerosa en el concierto cosmopolita. […]. Hoy todas las revistas extranjeras poseen en sus colaboraciones un nombre joven español. Y se traducen más cosas nuevas que nunca” decía en el “Cartel de la nueva literatura” (La Gaceta Literaria, 32, 1928). La versión de Joyce formaba parte de la presentación de la literatura inglesa(sic) contemporánea y que se tomara lo publicado en 900 de forma literal indica lo irrelevante que podía resultar la creación verdadera.
Un fascista en las vanguardias
Ernesto Giménez Caballero (Madrid, 1899-1988) fue un fascista convencido que participó de la vida editorial de los años treinta y hubiera caído en el total olvido si los poetas y escritores españoles de la generación del 27, a la que pertenecía por edad, hubieran podido desarrollar libremente su talento en una España republicana y democrática. Ese vacío benefició su memoria e incluso su obra gráfica —a la que llamó carteles[1]— tuvo no hace muchos años un espacio en las salas de exposición como si el carácter de mero plagio de los collages del futurismo italiano no pudiera ser percibido por nadie. La serie más relevante de los carteles futuristas: Parole in libertà (Filippo Marinetti), Parolelibera (Francesco Cangiullo) o 13 introspezioni (Carlo Carrà) se hizo en 1914 cuando Marinetti también compuso la Sintesi futurista de la guerra, cuyo espíritu y forma repite explícitamente Giménez Caballero.
Tampoco tiene interés su obra literaria de la que destaca la prosa eficaz, habilidad compartida por Agustín de Foxá (compañero de filas falangistas) que fuecapaz de utilizarla en tramas narrativas queson formalmente notables si uno es capaz de olvidar el contenido. No parece el caso de Giménez Caballero. De la lectura de Yo, inspector de alcantarillas, por ejemplo, difícilmente quede un recuerdo. Son asimismo insignificantes los libros de ensayos. Sólo corroboran que la adhesión a las ideas de extrema derecha es paralela a la incoherencia retórica, a la dificultad de organizar una cadena argumental sobre el tema del que se habla o escriba. También las colecciones de l´artbrut de Jean Dubuffet contienen elementos estéticos curiosos, sin embargo, su propia naturaleza patológica los sitúa en un espacio para artístico, al lado del arte o contra el arte según la doble definición de la forma griega para. No tiene este origen el surrealismo cuya pertenencia y hasta su inicio en España se atribuyen a Giménez Caballero, que no estaba lejos de Onésimo Redondo, Ramiro Ledesma Ramos o de José María de Salaverría que en 1938 imaginó al poeta Garcilaso de la Vega ciñéndose apresuradamente la espada para ponerse a las órdenes del general Franco.
[Ulysses, Text, with an introduction and notes by Jeri Johnson, Oxford University Press (1993), pág 92.
“He crossed to the bright side, avoiding the loose cellarflap of number seventyfive. The sun was nearing the steeple of George's church. Be a warm day I fancy. Specially in these black clothes feel it more. Black conducts, reflects, (refracts is it?), the heat. But I couldn't go in that light suit. Make a picnic of it. His eyelids sank quietly often as he walked in happy warmth. Boland's breadvan delivering with trays our daily but she prefers yesterday's loaves turnovers crisp crowns hot. Makes you feel young. Somewhere in the east: early morning: set off at dawn. Travel round in front of the sun, steal a day's march on him. Keep it up for ever never grow a day older technically.”
Auguste Morel, 900, pág 110-111
“Il traversa et prit le côtédu soleil, évitant le trou de la cave dunumérosoixante- quinze. Le soleil s´approchait du clocher de George church. J´ail´idéequ´ilferachaud. Et surtout en noir ça se sent davantage. Le noir conduit, reflète (est-ceréfracte?) la chaleur. Mais je ne pouvais pas y aller avec cecompletclair. Çan´estpas un pique-nique. Par moments ces yeux se fermaint de beatitudedanscettebonnetiédeur. La voiture de Boland qui vientlivrernotrepainquotidienavecsesplateux, mais elle préfère le pain de la vieilleauxdemi-lunes croquantes et auxcouronneschaudes. Ça vous fait sentir jeune. Quelquepart en Orient: le petirjour; partir à l´aube, marcher en avanti du soleil, lui dérober un jour. Et toujoursainsithéoriquementn´être jamais plus vieux d´un jour.”
Ernesto Giménez Caballero, La Gaceta Literaria, pág. 3
“Atravesó y tomó la acera del sol, evitando el agujero de la cueva del número setenta y cinco. El sol se acercaba al campanario de la iglesia de San Jorge. Me parece que va a hacer calor. Y, sobre todo, de luto se siente más. Lo negro refleja (¿refracta?) el calor. Pero no se podía salir con un terno claro. No se trataba de un piscolabis. Por momentos, sus ojos se cerraban de beatitud en esta tibieza excelente. El coche de Boland, que viene a darnos el pan de cada día en sus bandejas, pero ella prefiere el pan de la víspera a los croisants tiernos y a los vienas calentitos. Esto hace sentir el ayuno. Algún sitio de Oriente: el alba; partir a la madrugada, caminar delante del sol, robarle un día. Y siempre así, teóricamente, no ser más viejo de un día.”
Como antes Marichalar (aunque entre los dos existía un abismo cultural), la versión de La Gaceta Literaria distorsiona el texto que funciona como punto de partida. La domesticación de lo escrito por Auguste Morel (dejando de lado los errores evidentes de Giménez Caballero con el francés) convierten los fragmentos en una narración española: la iglesia de San Jorge, el luto de Bloom, el “terno”, el “piscolabis”, los “vienas calentitos” y el “ayuno”.
No son las únicas incoherencias en un texto que nadie desconoce que ocurre en Dublin, con personajes de Dublin, con costumbres de Dublin y hasta con el pan de Dublin. Sin embargo, fue posible escribir en otros fragmentos traducidos de Auguste Morel: “un viejo camastrón”, “negociejo”, “hele ahí”, “qué hay”, “pues bien”, “buenos los tengamos (los días)”. O, por fin, en un arrebato de imaginación antisemita: “Se les ve llegar de su cuchitril judaico, seminaristas pelirrojos, fregando recipientes vacíos, en tanto el patrón está en la cueva” cuando Morel había escrito “On les voitarriver de leurcambrouse de Leitrim, séminaristesrouquins, ilsrincent des récipients vides, le vieuxest à la cave” y el original decía: “Coming up redheadedcuratesfromthecounty Leitrim, rinsingempties and oldman in thecellar”.
Traducir de esta manera (la otra experiencia traductora conocida de Giménez Caballero son una serie de ensayos de CurzioMalaparte a los que tituló pomposa y antiunamunianamenteEn torno al casticismo en Italia) no es exactamente traducir. Es una extraña tarea en la que la realidad literaria se ve totalmente invadida y distorsionada por los sucedáneos. Este Joyce hispánido (Giménez Caballero se llamaba a sí mismo precursor hispánida del fascismo panlatino) de La Gaceta Literaria que copiaba el trabajo de los artífices franceses del Ulises (Valery Larbaud, Stuart Gilbert y el propio Joyce) al tiempo que aconsejaba que los escritores latinoamericanos dejaran de mirar a París y eligieran como meridiano Madrid[2], no tenía otra meta que vender algo: desde una vanguardia ecuménica a la “España universal y necesaria” que cruza exaltada y compuesta el “Cartel de la nueva literatura”.Es la transformación del arte en una mercancía cuya circulación masiva está destinada a eliminar, con palabras de Walter Benjamin, la presencia de lo irrepetible. Y Joyce eralo irrepetible.
[1]Se publicaron en Carteles, Madrid, Espasa-Calpe, 1927. Después en Poesía. Revista ilustrada de información
poética, 1976. También fueron el tema de una exposición casi al terminar el
siglo pasado: “Carteles Literarios” de
GeCé. Universitat de Barcelona. Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía.
Barcelona, 1994.Ernesto Giménez Caballero fue entrevistado, en 1977, por
Joaquín Soler Serrano en el programa A
fondo.
[2]La llamada “polémica del meridiano” la
originó una suerte de editorial (“Madrid, meridiano intelectual de Hispanoamérica”)
que apareció sin firma en La Gaceta
Literaria del 15 de abril de 1927 y que después se atribuyó Guillermo de
Torre. Contiene algunos de los argumentos paranoides propios de la derecha
española desde antiguo (“las turbias maniobras anexionistas que Francia e
Italia vienen realizando respecto a América, so capa de latinismo”) y disimulos
intensos como, por ejemplo, la necesaria dependencia cultural o científica de
Francia (o de otros países) como si tal cosa hubiera sido un invento latinoamericano
y no lo que necesitaba (incluyendo a España) cualquier país que quisiera
modernizarse. Los debates tuvieron recorridos cómicos y serios pero fueron
resumidos por el poeta argentino Nicolás Olivari con toda claridad: “América es
simplemente un problema editorial”.
martes, 1 de marzo de 2022
Marietta Gargatagli y tres de "Ulises" (I)
A un mes de cumplido el centenario de la publicación de Ulises, de James Joyce, Marietta Gargatagli dedica una serie de tres artículos a su traducción al castellano. Éste es el primero y, justamente, trata de la primera traducción.
El primer Ulises
Alguna vez me llamó la atención la declaración de Borges que precede a la traducción de la última página del Ulises que publicó en Proa en 1925.“Soy el primer aventurero hispánico que ha arribado al libro de Joyce: país enmarañado y montaraz que Valery Larbaud ha recorrido y cuya contextura ha trazado con impecable precisión cartográfica (N.R.F, tomo XVIII) pero que yo reincidiré en describir, pese a lo inestudioso y transitorio de mi estadía en sus confines.”
Ahora se menciona la última parte de la cita: Borges no había leído entera la novela de Joyce. A lo mejor no fuera cierto y tampoco importa. Se habla menos de las palabras del comienzo “soy el primer aventurero hispánico” que siempre me parecieronuna ironía (sin explicación durante mucho tiempo) que a las que desmienten dos circunstancias: Antonio Marichalar había traducido el mismo fragmento final de Ulises un año antes y Borges no era obviamente hispánico, palabra que, en 1925, no había alcanzado todavía el extravagante significado pangermánico añadido en 1956: “Perteneciente o relativo a la Antigua Hispania o a los pueblos que formaron parte de ella y a los que nacieron de estos pueblos en época posterior (rae)”.
Es difícil interpretar una ironía porque las palabras no dicen lo que dicen y no sabemos qué dicen. Los hechos son que en el número de la Revista de Occidente (II, XVII,1924),donde apareció publicado “Menoscabo y grandeza de Quevedo”, figuraba en primer lugar “James Joyce en su laberinto” de Antonio Marichalar, al que Borges a lo mejor conoció aunque seguro leyó. Quizás en lo que leyó (eso pensé) estaba el verdadero chiste. Borges no publicó nada más en la revista de Ortega y Gasset y se abrieron los oscuros abismos sobre las traducciones de Franz Kafka que llevaron (o siguen llevando) su firma y que, anónimas, aparecieron en números sucesivos (entre 1925 y 1928) de la Revista de Occidente.
Metió el primero su sombrero de copa
Ineluctable modalidad de lo visible
Si porque anteriormente jamás había hecho nada parecido
Revela y subraya lamera función divulgativa el fragmentoelegido de
Ulises—tomado literalmente de la versión francesa— que Valery Larbaud
había publicado en Commerce (Été 1924, Cahier I), la revista trimestral que dirigían Paul Valéry, Léon-Paul Fargue y
el propio Larbaud. Se trataba de párrafos del primer borrador de la traducción
completa de Ulysse de Auguste Morel (con
la colaboración de Stuart Gilbert, Valery Larbaud y James Joyce,) que se
publicó después, en 1929, en La maison
des Amis des Livres, de AdrienneMonnier. El crítico y traductor de la Revista de Occidente no mencionó la
fuente de su traducción ni tampoco la lengua verdadera de la versión: el
francés. Con contradictoria minuciosidad, aparecen en su textonoticias sobre
una versión de Dubliners (Gens de Dublin, 1926) que se estaba
preparando, presenta la traducción francesa (1924) de A Portrait of
theArtist as a Young Mande LudmilaSavitzky, anuncia la existencia de una
versión sueca y otra española, menciona una traducción italiana de Exilesy
por fin informa (como si repitiera los argumentos de “Cuando la ficción vive en
la ficción” que enumeró Borges) que “se han traducido algunos fragmentos en la
nueva revista Commerce (Paris, 1924)”.
[Ulisses. James Joyce. Sylvia Beach, 1922, pág 731]
“I wear a white rose or those fairy
cakes in Liptons I love the smell of a rich big soap at 7 ½ d a lb or the other
ones with the cherries in them and the pinky sugar I Id a couple of lbs of
course a nice plant for the middle of the table Id get that cheaper in wait
wheres this I saw them not long ago I love flowers Id love to have the whole
place swimming in God of heaven theres nothing like nature the wild mountains
then the sea and the waves rushing then the beautiful country with fields of
oats and wheat and all kinds of things and all the fine cattle going about that
would do your heart good to see rivers and lakes and lakes and flowers all
sorts of shapes and smells and colours springing up even out of the ditches
primroses and violets nature it is as for them saying theres no God I wouldnt
give a snap of my two fingers for all their learning why dont they go and
create something I often asked him atheists or whatever they call themselves go
and wash the cobbles off themselves first then they go howling for the priest
and they dying and why why because theyre afraid of hell on account of their
bab conscience ah yes I know them well who was the first person universe there
was anybody that made it all who ah that they dont know neither do I so there
you are they might as well try to stop the sun from rising tomorrow the sun
shines for you he said the day we were lying among the rhododendrons on Howth
head in the grey tweed suit and his straw hat the day I got him to propose to
me first I gave him the bit of seedcake…”
[Ulisse, Commerce, 1924, pág 156]
“Je porteraiporterai-je une rose blanche ouses gateaux de chez Lipton jaimelodeur dune belle et grande boutique a 15 sous la libre ou les autres avec des cerisesdedant et le sucre rose a 22 sous les deux libresnaturellementunejolieplante pour le milieu de la table je trouveraiçameilleurmarche chez voyonsouestce je les vus il ny pas longtempsjaime les fleurs jaimerai que toute la maisonnage dans les roses (…) quant a ceux qui disentquilny a pas de Dieu je ne donnerai pas ça de touteleur science pourquoi ne se mettent-ils pas a creerquelque chose je lui ai souventdemande les atheesoucequ´illeur plait de sappelerquils commencement par aller se faire enleverleurcrasse et puisensuiteilsdemandent le prete a grand cri quandilsmeurent et pourquoipourquoiparcequilsontpeur de lenfer a cause de leurmauvais conscience ah oui je les connais bien qui a ete la premiere personne dans luniversavantqu´ilnyaitpersonne qui a tout fait qui ah celails ne savent pas nimoi non plus et voila ilspourraientaussi bien essayer dempecher le soleil de se lever demain matin le soleil brille pour vousdit-il le jour ou nous etions couches dans les rhododendrons a la pointe de Howth dans son complet de tweed gris et avec son chapeau de paille le jour ou je lai amene a se declarer ouidabord je lui ai donne le morceau…”
[Antonio Marichalar, Revista de Occidente, 1924, pág 193]
“qué llevaré llevaré una rosa blanca oesos pasteles de casa de Liptons me gusta el olor de una tienda grande y buena a quince perras la libra olos otros con cerezas dentro a 22 perras las dos libras naturalmente una bonita planta paraponerenmedio de lamesa la encontraría más barata en casa de vamos dondehe visto yoaver eso hace poco me gustan las flores me gustaría que todala casa nadase en rosas…” “y los que dicen que no hay Dios yono daría niesto por toda su ciencia por qué no se ponen a crear alguna cosa les he preguntado yo algunas veces los ateos o como quieran llamarse quemepiezan por ir aque les quiten la grasa yen seguida llamar al curagritos cuando se mueren y por qué por qué porque tiene miedo del infierno por culpa de su mala conciencia ay si que bien los conozco quien hasido la primera persona en el universo que queantes que nohubiera nadie loha hecho todo que ah eso solo saben si yo tampoco iya podía seguneso impedir que saliera mañana por la mañana el sol brilla portí me dijo eldiaaquélqueestábamos echados en los rhododendros en el cabo de Howth con su traje gris isusombrero de paja el día que le hice que se me declarase lehabía dado yo…etc.”
Qué camino paralelo
Traducir desde el francés resultaba entonces una práctica muy extensa. En esta ocasión, sin embargo, se produce un efectoextraño. En la versión de Auguste Morelse multiplicaron las alteraciones verbales: porcentajes mínimos del original (de dos a cuatro palabras por página) se convirtieron en acentos, apóstrofos y guiones ausentes siguiendo, sin embargo, ciertos patrones o facilidades de la lengua francesa. La desarticulación de la lengua —uno de los rasgos textuales de las vanguardias— está presente en la prosa de Ulises;convertirla en dominante parece un modo erróneo de leer las innovaciones del texto. Porque no fueron las alteraciones formales las que dieron a la novela la fuerza extraordinaria como para modificar, presidir y seguir influyendo en la narrativa del siglo xx. Fue la manera como esas variaciones se insertaron tanto en modos convencionales de narrar como en procedimientos innovadores hasta el punto de que podría definirse el trabajo de Joyce como una enciclopedia de las formas narrativas modernas.
Tampoco la exagerada representación de los juegos verbales combina con la vulgaridad verbal que se atribuye a Molly Bloom en la versión española porque ni perras ni grasa ni echados en los rhododendros (sic) corresponde a la oralidad del personaje. La articulación de lagrasería con el acelerado encadenamiento de extravagancias desconocidas por el original produce un efecto raro, como un pliegue superficial y fraudulento en la voluntad declarada de las publicaciones de la Revista de Occidente y de las colecciones y obras que sugirió Ortega en Calpe: formar lectores. Ese anhelo proponía un canon complejo: filosofía, estética, psicoanálisis, literatura clásica, literatura contemporánea. La versión francesa del Joyce de Marichalarpudo formar épatés, no lectores de literatura.
Dentro y fuera de sus artículos e infinitas colaboraciones, Borges tradujo fragmento a fragmento a casi todos los autores (salvo Shakespeare) que lo impresionaban. Se olvidaba palabras, no siempre era fiel, se equivocaba, no importaba mucho. Cualquiera de sus líneas traducidas era útil, mostraban al lector algo, un descubrimiento, un modelo, un método, ciertas emociones, una ironía. La página final[1] del Ulises (en realidad, las dos páginas finales), casi los comienzos de esa costumbre, revela con la melodía inigualable de su prosa, cómo podía leerse el inglés de James Joyce en castellano. Cómo se oía. Muestra una riqueza por venir.
Oh ese torrente atroz y de golpe Oh y el mar carmesí a veces como fuego y los ocasos brillantes y las higueras en la Alameda sí y las callecitas rarísimas y las casas rosadas y amarillas y azules, y los rosales y jazmines y geranios y tunas y Gibraltar de jovencita cuando yo era una Flor de la Montaña si cuando me até la rosa en el pelo como las chicas andaluzas o me pondré una colorada sí y como me besó junto al paredón morisco y pensé lo mismo me da él que otro cualquiera y entonces le pedí con los ojos que me pidiera otra vez y entonces me pidió si quería sí para decirle sí mi flor serrana y primero lo abrazé (sic) sí y encima mío lo agaché para que sintiera mis pechos toda fragancia sí y su corazón como enloquecido y sí yo dije sí quiero Sí.
[1] La versión completa de “La última hoja del Ulises”puede encontrarse en Proa, Núm. 6, enero de 1925, pp. 3-6, en el Archivo histórico de revistas argentinas: https://ahira.com.ar/