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jueves, 4 de septiembre de 2025

Educar al soberano: una cruzada de papanatas

Los fragmentos que siguen a continuación constituyen un breve fragmento introductorio de un artículo publicado en el diario argentino InfoBAE el pasado 29 de abril. Lo firma una tal Jenifer Nava, periodista mexicana que publica en el medio desde 2020, luego de haber sido redactora de Televisa. Como podrá leerse, parece una publicidad de la Real Academia Española y de la FUNDEU, el brazo armado de esa institución, dedicado a "enseñar" a los periodistas de lengua castellana a redactar correctamente, según las pautas fijadas por la RAE. 

Todo llevaría a pensar que se trata de una misión altruista. Pero si uno acerca la lupa, se comprueba que se trata de una manera de uniformar la lengua de acuerdo con un único criterio: el español, empobreciéndola increíblemente. Luego, cabe preguntarse por la pertinencia de esta introducción más bien larga para luego ejemplificar con el uso correcto de la expresión "hotel cápsula". La explicación es sólo una: es una manera de permitirle al medio en cuestión ocupar espacio sin pagar la nota, malamente redactada por alguien de la casa, presentándola como un servicio. Así, la RAE, la FUNDEU, InfoBAE y la pobre Jenifer Nava dan pena.

Tip de la RAE: hotel cápsula, escritura adecuada

En un mundo regido por la inmediatez parecería que la ortografía ha dejado de tener importancia, sin embargo, el escribir textos con coherencia y sin erratas siempre será benéfico en todos los ámbitos.

En lo laboral, el escribir de forma correcta deja ver a los demás las habilidades y conocimientos que se poseen; además, ayuda a construir una imagen óptima a través de la cual puedes parecer más serio y confiable. El tener errores de ortografía y sintaxis pueden, por el contrario, dar un pensamiento negativo que te haría parecer descuidado o poco preparado.

Por otro lado, el tener la capacidad de hacer un texto bien redactado habla también de la personalidad, al mostrar interés por siempre construir un buen puente de comunicación con los interlocutores.

Aunque escribir bien no es una tarea sencilla, requiere de mucha práctica y de conocer las estructuras de la lengua, por lo que leer puede ser un gran apoyo para la riqueza del léxico.

En este sentido, la Real Academia Española (RAE) se ha convertido en la institución más relevante para la regularización lingüística, a través de la promulgación de normas para fomentar la unidad idiomática del mundo hispanohablante.

La Fundación del Español Urgente (Fundéu), una institución sin ánimo de lucro que tiene como objetivo el impulsar el buen uso del español en los medios de comunicación, se ha aliado con la RAE y emite en su página web y de manera constante diversas recomendaciones para que los ciudadanos puedan resolver sus dudas sobre cómo se escribe correctamente cierta palabra, cómo se usa una expresión o tips de temáticas varias.

viernes, 4 de agosto de 2023

Parafraseando a Jonathan Swift, una modesta proposición

Se entiende que haya ferias del libro, como la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires y todas las otras ferias del libro provinciales. Y tampoco está mal que haya una Feria de Editores, como la FED. Pero, considerando que sin escritores no hay libros, ¿no sería justo que hubiera una feria de escritores? Vale decir, una que no reivindicara ni al objeto ni a los intermediarios, sino a los creadores quienes, recuerdo, apenas cobran el 10% de derechos de autor por sus creaciones.

martes, 18 de abril de 2023

Sospechas confirmadas: el director de la RAE es, además de un cínico, un tremendo pelotudo


El pasado 12 de abril, la agencia española EFE ha recogido unas desafortunadas declaraciones que, con exceso de cinismo o imbecilidad, apuntan a que los españoles no les impusieron su lengua a los pueblos nativos de América. Esos dichos, recogidos por muchísimos diarios españoles y latinoamericanos llevan a dos preguntas ineludibles. Sinceramente, desde el Club de Traductores Literarios de Buenos Aires no comprendemos cómo tamaño pelotudo puede presidir nada y cómo sus disparates pueden tener eco ya no en nuestro continente, sino en la misma España.

La RAE niega que la Corona impusiera el español en América: "Fue justo lo contrario"

El director de la Real Academia Española (RAE), Santiago Muñoz Machado, ha negado que sea cierta la creencia extendida de que la Corona hispánica impusiera la lengua española en América.

En una conferencia titulada ‘La monarquía hispánica y la lengua en América’, dentro de los seminarios organizados por la Cátedra Monarquía Parlamentaria de la Universidad de Burgos, que dirige el profesor y expresidente del Senado Juan José Laborda, Muñoz Machado ha asegurado que "No sólo no impusieron el español, sino que incluso los misioneros, que se preocupaban de la cristianización, también se ocupaban en hacer diccionarios y cuidar las lenguas indígenas", ha argumentado.

En su opinión, el cambio a la castellanización en América es un proceso que duró casi dos siglos, sobre todo en el último medio siglo, durante el reinado de Carlos III. De hecho, ha señalado que cuando se produjeron los procesos de independencia de países americanos, de los trece millones de habitantes, solo tres hablaban español. los reyes españoles hicieron "justo lo contrario".
Las leyes se redactaron en español

Ha asegurado que fueron los criollos independentistas los que quisieron imponer el español por razones de Estado, para tener una lengua única. Esta extensión del español se reforzó por el papel de la Real Academia de la Lengua, que "fue denostada al principio como supuesta herramienta imperialista, pero después fue aceptada, con el apoyo de filólogos y juristas locales", ha indicado Muñoz Machado.

Ha insistido también en la importancia de las leyes para contribuir a la castellanización de América, porque las leyes se redactaron en español. En este sentido, ha precisado que las leyes españolas fueron sustituidas por "constituciones muy efímeras en español y, sobre todo, por los códigos civiles, que hicieron la función de verdaderas constituciones".

Ha puesto el ejemplo del Código Civil Chileno de 1855, que estaba escrito en un castellano exquisito y "sirvió de modelo lingüístico, además de jurídico, por lo que contribuyó de manera decisiva a la implantación de un modelo léxico y gramatical universal para América".

martes, 4 de abril de 2023

El yeite de la "bibliodiversidad" y los mercaderes

Según una definición hoy clásica, "la bibliodiversidad es la diversidad cultural aplicada al mundo del libro". El término no se limita a la cantidad de libros publicados o distribuidos, sino a la variedad de expresiones culturales que incluya. También (y esto es clave) a que la población tenga libre acceso a la información sobre las obras y a las obras en sí, lo que implica una amplia presencia de títulos en los medios de comunicación, en las bibliortecas y en las librerías. Respecto de estas últimas, las instituciones que defienden la bibliodiversidad ponen especial énfasis en que los libros deben tener precios accesibles, porque la censura, dicen, puede ser política, ideológica, religiosa o de mercado.

A este respecto, en el artículo correspondiente de Wikipedia, bajo el título "Desafíos actuales" se lee: "La bibliodiversidad está amenazada por la concentración del sector editorial, de la distribución y de los medios de comunicación, que favorece la dominación de ciertos grandes grupos económicos dedicados a la búsqueda permanente de rentabilidad ignorando que los libros no deben tratarse como si sólo tuviesen un valor comercial".

Hay otras cuestiones que también atentan contra la bibliodiversidad. Por ejemplo, la compra de derechos para toda la lengua, que hace que a muchos autores sólo se los pueda leer en la versión del castellano de un único país, sin oportunidad de que el título en cuestión pueda ser traducido a otras variedades, acaso más cómodas para el lector. Y aquí también entra a tallar el precio de venta.

Es interesante comprobar que los importadores argentinos, así como los dueños de cadenas de librerías, apelan al término "bibliodiversidad" cada vez que el Estado, de manera acertada o no, establece alguna medida de control que obstaculiza la circulación de los libros importados. Pero nadie menciona la bibliodiversidad cuando los libros importados resultan claramente prohibitivos en razón de sus precios. Y si bien está claro que no son los importadores los que fijan el valor del dólar con que se opera en el mercado local, sí son los responsables de cargar el precio resultante con los gastos que implica el transporte y la distribución, a los que se agrega la pretendida ganancia.

En consecuencia, tengo la impresión que la bibliodiversidad es un comodín que se usa para embarrar la cancha: a veces importa y a veces, no.

Jorge Fondebrider


Quien desee profundizar en el concepto, puede consultar el artículo extendido en el sitio de la Alliance Internationale des Éditeurs Indépendents:
https://www.alliance-editeurs.org/bibliodiversidad,215?lang=fr#:~:text=La%20bibliodiversidad%20es%20la%20diversidad,a%20disposici%C3%B3n%20de%20los%20lectores.

martes, 22 de noviembre de 2022

¡Volvé orsai, te perdonamos!


El fútbol, como se sabe, nació en Inglaterra y, a medida que fue propagándose por el mundo entero, tuvo que adaptar la terminología al habla de cada lugar. Así, por ejemplo, un goal en inglés fue but en francés y una yellow card pasó a ser un cartellino giallo en italiano o una gelbe Karte en alemán. 

En otros casos, la adaptación fue más simple: goal, en castellano pasó a ser gol. Vale decir, hubo traducciones, adaptaciones y todo lo que se puede imaginar en el medio. De hecho, en el ámbito de una misma lengua, existen diversas expresiones para explicar funciones y alternativas del juego; por ejemplo, goal keeper pasó a ser portero en España y arquero en Argentina. 

Sin embargo, hay instancias para las que nadie está preparado. Nos referimos al léxico de los periodistas deportivos que, en su afán por mantener la atención del telespectador o el oyente incurren en todo tipo de excesos. Hoy, por caso, durante la transmisión de Inglaterra-Irán, un desperfecto del servidor me obligó a ver el partido en Direct TV, cadena en la que jamás incurro, con locutores y comentaristas caribeños. De ese modo, escuché que “Inglaterra tiene una gran facilidad para gestionar el esférico”. También, que, por un choque fortuito,  “se lesionó el cuidapalos”. Y cuando McGuire salió de la cancha, “se fue camino al camerino”. Podría seguir dando ejemplos de estas barbaridades por un rato largo. Lo comenté en Instagram. Y fue ahí cuando, no sin cierta melancolía, me enteré de que en la transmisión que se hacía en Canal 7, la Televisión Pública de Argentina, el locutor hablaba del Mundial como de un “evento ecuménico”.

En síntesis, el problema no es la traducción de la terminología técnica del deporte, sino la imbecilidad de los locutores venidos a periodistas.

jueves, 9 de junio de 2022

Chiques, morfen tranquiles que la RAE explica


Buscando en el archivo del diario Milenio, de México, descubrimos este monumento a la imbecilidad, publicado el 17 de agosto de 2020, sin firma. ¡Menos mal que está la RAE y que su personal rentado puede explicarnos estas cosas!

¿Cuál es la forma correcta de pronunciar la palabra 'Pizza'? RAE responde

¿Te gusta la pizza? Es casi imposible que digas que no, pues este platillo que está hecho con una base de masa de pan con salsa de tomate, queso, carne, pimiento y más ingredientes enloquece a más de uno. Sin embargo, te has preguntado ¿cuál es la forma correcta de pronunciar esta palabra? Algunos dicen “pícsa”, otros “piza” o “pítsa”. ¿Cuál es la forma correcta? La Real Academia Española (RAE) resolvió esta duda y aquí te lo compartimos.

La forma correcta de pronunciar la palabra pizza se volvió tema de conversación en las redes sociales, luego de que un usuario externara su duda. Así que en medio de un debate, la Real Academia Española decidió aclarar todo y revelar cómo se debe decir estar palabra de origen italiano.

De acuerdo con la RAE, la palabra pizza se pronuncia de la siguiente forma: “Los extranjerismos crudos se pronuncian aproximadamente como les corresponde en su lengua originaria. Así, el italianismo no adaptado ‘pizza’ se pronuncia pítsa”.

Además para resolver dudas, la RAE explicó que la palabra pizza se debe escribir en cursivas, pues es ortografía ajena al español. “¿Por qué se debe escribir «pizza» en cursiva? La secuencia «-zz-» es ajena a la ortografía del español, por lo que «pizza» se considera un italianismo crudo o no adaptado y, como extranjerismo, debe escribirse en cursiva”, informó la RAE.

viernes, 20 de mayo de 2022

¿Se puede ser tan pero tan pelotudo?

La bajada es casi tan estúpida como el artículo, que apareció sin firma el pasado 13 de mayo en InfoBAE: “Esta es una de las dudas más frecuentes. Pero, ¿cuál es la respuesta correcta? La RAE hace esta explicación para acabar con el misterio”. Como es viernes y llega el fin de semana, pensamos que lo mejor era disipar “misterios”, volver a nuestras fuentes y recordarles a nuestros lectores hasta qué punto la imbecilidad de un puñado de mentecatos gobierna nuestra lengua, con la debida anuencia de los malos periodistas que, además de no saber escribir, se imaginan que ésta es una “nota de color”.

¿Cómo se escribe, “jajaja” o “ja, ja, ja”? Esta es la respuesta de la RAE

En los últimos años,las redes sociales se han convertido en las plataformas de comunicación favoritas de las personas, ya que con una sola aplicación podemos recibir o enviar mensajes, hacer llamadas o videollamadas, así como compartir documentos, entre otras cosas más. Estas alternativas de comunicación han ganado mucha popularidad, pero han ocasionado también la creación de nuevos lenguajes, incluso, algunos grupos se expresan con términos que solo ellos comprenden.

 

Por ejemplo, si alguien quiere exteriorizar que algo le ha parecido gracioso, usa un emoji -dibujo o signo que expresa una emoción o idea- y el ya famoso “XD”. Aunque esta es una nueva práctica, no significa que se ha dejado de emplear la clásica risa escrita, la que muchos conocemos como “JAJAJAJA”. Pero, ¿cuál es la manera correcta de escribirlo?

 

Aunque muchos pueden considerar que no existen reglas para teclearla en el celular, esta tiene una definición, así como ciertas reglas para detallarla en los mensajes que compartimos. Para acabar con esta duda,la Real Academia Española (RAE) especifica cómo se escribe correctamente: si “jajaja”o “ja, ja, ja”.

 

Según el diccionario de la RAE, existe el verbo “jajajear”. ¿Qué significa? De acuerdo a su definición, representa una expresión coloquial que hace referencia al “reír en forma burlona, dando a entender no sentirse afectado”.

 

Según la explicación que nos ofrece la Real Academia Española, la respuesta correcta es “Ja, ja, ja”, dividido por las comas. Indican que no debe escribirse junto como si fuera una solo término ya que se trata de una palabra llana.

 

Además, aquellos que usen el “ha, ha, ha”, con la letra h, no están en lo incorrecto, porque es lo adecuado en el idioma inglés.

 

Aunque para muchos les facilita escribir la representación de la risa sin el uso de las comas, ahora sabes que lo correcto es colocarlas.

 

Otro caso es lo que ocurre en Brasil. En este país, la “risa escrita” la representan con la letra K, siendo esta la formación que usan en sus envíos: “kkk”. En otros países, como Francia, se aprecia que también usan el término “mdr” (mort de rire, es decir, muerto de risa) para expresar que se están riendo.

 

Un caso curioso ocurre en Tailandia, donde podemos encontrar reacciones como "555555". Otra forma curiosa de expresar risa es la usada en el japonés, la cual muestran como “www”, similar al World Wide Web o red informática mundial.

 

De esta manera podemos conocer que cada país o grupo con intereses similares crean una serie de códigos para poder expresarse y que solo ellos pueden entender.

martes, 12 de abril de 2022

¿Mundial de traducción? ¿Para cuándo el de ortodoncistas?

Las competencias existen desde siempre. Sean del tipo que sean, plantean que alguien gane y, al menos por un tiempo, a ese que gana se lo considere el mejor de algo.   

A partir de los años noventa del siglo XX, cuando el neo-liberalismo económico se impuso definitivamente por encima de cualquier otra ideología, toda una generación creció pensando que no importaba el esfuerzo que se hiciera ya que, simplemente, había que ser el mejor, aquél que gana, sin que importase demasiado qué, porque lo verdaderamente crucial era lograr algún tipo de preeminencia por encima del resto, con el objeto de obtener algún tipo de beneficio. 

Llegamos así al disparate que significa un "mundial de traducción". El título, aunque haya elidido la palabra "campeonato", revela el origen deportivo en que se inspira. Y, hay que decirlo, sorprende que se aplique a una tarea como la traducción, que no sólo requiere del conocimiento de idiomas (el de la lengua de partida y, sobre todo, el de la lengua de llegada), así como de saberes específicos en razón del tipo de dificultad que proponga cada texto y tiempo para pensar. Dicho de otro modo, la distancia que va entre traducir y participar de un "mundial de traducción" es todavía mayor que la que existe entre la danza clásica o contemporánea y la gimnasia jazz o la expresión corporal. 

De acuerdo con los varios artículos que promocionan esta actividad, "Traducir es un acto de lectura íntimo, y es también un acto creativo; es una actividad que aúna la lectura y la escritura. Desde esa premisa, el poeta y editor Santiago Llach, artífice principal del Mundial de Escritura, decidió redireccionar su creación original con la idea de que todas las personas interesadas en la literatura,aún aquellas que no conocen un idioma extranjero, se arriesguen a traducir un texto y jueguen con él para producir una versión o un cover totalmente libre".

Llach, más adelante, plantea pomposamente que "Toda escritura es en realidad traducción: del mundo interior al de las palabras, de la experiencia a la página; toda escritura incluye la apropiación de lo que ya ha sido escrito. Traducir es entregarse al éxtasis de las influencias”.

Para contribuir a la promoción del evento, se le ha pedido a diversos traductores literarios que se refirieran a la traducción en sentido amplio, pero aparentemente, por algún tipo de error, esas opiniones fueron presentadas por la prensa como refrendando el sentido de la propuesta de Llach, lo cual no deja de resultar curioso por decir lo menos.

Dicho todo esto, habrá que suponer que luego de los beneficios que estas actividades brinden tanto a los organizadores como a los participantes, después del mundial de literatura y del de traducción vendrán otros. ¿Por qué no uno de edición, o uno de distribución de libros, o uno de librerías? Y dado el interés que pueda despertar la competencia y la creatividad puesta en juego, ¿por qué no imaginar un mundial de ortodoncistas, otro de colchoneros y uno de chapistas?


jueves, 30 de diciembre de 2021

Los miembros de la RAE y de la Fundéu emulan cada año su imbecilidad del año anterior


Hay momentos en que la imbecilidad de los miembros de la Real Academia y sus brazos armados (léase la Fundéu) logran sorprendernos. Una de esas instancias es la elección, todos los años, de la “palabra del año”. De veras sorprende que esos tipos puedan mirarse en el espejo sin sentir vergüenza. Es lo que se desprende de la lectura de la siguiente nota, publicada en el sitio de la agencia TELAM en el día de ayer.

Vacuna, la palabra del año según la RAE

Mientras la pandemia no da respiro acelerada por la velocidad de propagación de su más novedosa variante –Ómicron–, el término vacuna cierra este 2021 convertido en la palabra más pronunciada y escrita del año, según la decisión que acaba de tomar la Fundación del Español Urgente (Fundéu RAE) tras dejar en el camino otras opciones como criptomoneda o negacionista.

Sin duda, las palabras marcan el pulso de una época. Así como en como correlato de un tiempo de incertidumbre en el aislamiento en los hogares pareció ser la estrategia global para desacelerar al nuevo virus, la aparición de la vacuna tuvo su impacto en el habla cotidiana y dio lugar a una centralidad que justifica su flamante elección como “la palabra del año”.

La asociación en la que confluyen la Real Academia Española (RAE) y la agencia de noticias EFE escogió este vocablo tan presente en todos los debates de corte social, político, científico y económico por sobre otros 11 que habían llegado a la instancia final anunciada el pasado 20 de diciembre, entre los que también estaban otras voces relacionadas con la pandemia, como negacionista y variante, así como criptomoneda, megavatio y talibán, y otras más raras, como carbononeutralidad o ecoansiedad.

Según Fundéu, se trata de una palabra que ha motivado incluso la aparición de neologismos, nuevos conceptos como vacunódromo (formado con la base culta -dromo, que se refiere a un espacio de grandes dimensiones destinado a fines determinados), entre otros.

Vacuna resultó elegida “por su interés lingüístico”, ya que como fundamentan desde Fundéu, tanto esta voz y sus derivados, como vacunación o vacunado, dieron vueltas en todo el mundo hispanohablante.

“El concepto de vacuna surgió en el siglo XVIII a raíz del descubrimiento del médico inglés Edward Jenner de que los infectados por la viruela vacuna o bovina quedaban protegidos frente a la viruela humana”, indica la institución en su comunicado. En español, se utilizó durante un tiempo “vaccina” (creada a partir del latín “vaccinus”, es decir, “de la vaca”), pero terminó imponiéndose vacuna, que apareció por primera vez en el Diccionario de la RAE en 1803, aunque no con su significado actual, que se incluyó en 1914.

También otras voces relacionadas han generado recomendaciones y consultas este año, como tripanofobia (“miedo irracional a las inyecciones”) o inmunidad de rebaño (para referirse a la teoría de que, si la mayor parte de una población se inmuniza frente a un virus, este grupo proporcionará protección indirecta a los no vacunados). Además, Fundéu le ha dedicado numerosas recomendaciones, varias de ellas enfocadas a su confusión con otros términos, como suero, antídoto o inmunización.

En paralelo, la utilización masiva de la palabra ha provocado dudas en su uso con ciertos verbos (inocular es un término genérico para referirse a administrar una vacuna, mientras que inyectar se refiere a una forma concreta de hacerlo).

Esta es la novena ocasión en que Fundéu, escoge su palabra del año desde que en 2013 iniciara esta tradición con escrache, a la que siguieron selfi (2014), refugiado (2015), populismo (2016), aporofobia (2017), microplástico (2018), los emojis (2019) y confinamiento (2020).

Esa acepción de vacuna, la más popular hoy, es la sexta del término: “Preparado de antígenos que, aplicado a un organismo, provoca en él una respuesta de defensa”. Y la definición incluye más detalles, como que el antígeno es “la sustancia que, introducida en un organismo animal, da lugar a reacciones de defensa, tales como la formación de anticuerpos”.

“En esta ocasión estaba muy claro, hubo un acuerdo general porque vacuna está a todas horas en nuestras conversaciones”, destacó la escritora Soledad Puértolas, miembro del comité de la RAE que participó de las deliberaciones del equipo de expertos.

lunes, 1 de noviembre de 2021

Manguel en el Collège de France: las cosas ya no son lo que eran

El Collège de France fue fundado en 1530, con el objeto de enseñar el griego, el hebreo, el árabe y las matemáticas, disciplinas de las que no se ocupaba la Sorbonne. Considerado como una de las instituciones de enseñanza superior más prestigiosas de Francia y del mundo entero, se llamó Collège Royal, Collège des trois langues, Collège national y Collège impérial.

Toda esa prosapia hoy puede cuestionarse ya que el 30 de septiembre pasado, Alberto Manguel, quien fue obligado a renunciar a su cargo de director de la Biblioteca Nacional por motivos de salud y dos meses después daba conferencias pagas en cruceros por el Mediterráneo,  fue invitado, en el marco de la cátedra anual recientemente creada y de la cual es el primer beneficiario, para dar la lección inaugural de esa institución, lo que permite suponer algo así como una devaluación del pensamiento francés. 

El tema es “Europa, el mito como metáfora” y el título de la conferencia del charlista “argentino-canadiense” (así se presenta, a pesar de haber nacido en Buenos Aires, pasado su infancia en Israel y vuelto a la ciudad durante la adolescencia donde, según su propio testimonio incansablemente repetido y usufructuado, fue lector de Borges) es “L'invention de l'Europe par les langues et les cultures”. Especialista en refritos de textos ajenos, seguramente habrá sido convenientemente aplaudido. Oh là là !

Desde este modesto blog, les deseamos la mejor de las suertes a los franceses.

miércoles, 25 de agosto de 2021

Una interpretación del lenguaje inclusivo

 

Acaso no sea necesario explicar esto para los lectores argentinos, pero, dado que este blog es consultado desde muchos otros países, debe aclararse que en la imagen, Rudy y Paz, los dos humoristas estrella del diario Página 12, presentan a Patricia Bullrich (ex ministro de Defensa del gobierno de Mauricio Macri y actual presidente del PRO, a la que se identifica con el ala más intransiguente de ese partido político), confundiendo a la comunidad indígena mapuche con los mapaches y asociando a estos últimos con los carpinchos (también llamados capibaras) que en los últimos días fueron noticia en la Argentina porque, en las tierras que habitaban, los emprendedores inmobiliarios construyeron lujosos barrios privados, que estos roedores sudamericanos aparentemente no respetan.

viernes, 12 de marzo de 2021

Una de "progresistas" con cabeza de termo


En los últimos días, hemos asistido al escándalo motivado por el veto llevado a cabo por la editorial holandesa Meulenhoff a la escritora y traductora Marieke Lucas Rijneveld, luego de las críticas de la activista cultural bátava Janice Deul, quien presionó en las redes sociales para impedir que una persona blanca tradujera a Amanda Gorman, una joven poeta afroamericana. Otro tanto pasó en España, con el poeta y traductor catalán Víctor Obiols, esta vez vetado por la editorial Viking Press, con el agravante de ser, no sólo blanco, sino también hombre.

Asimismo, tal como lo revela el escritor y crítico musical Diego Fischerman, los profesores de piano de la Special Music School del Kaufman Music Center de Nueva York firmaron una nota donde justificaban la prohibición de dos piezas compuestas por Claude Debussy a principios del siglo XX, inspiradas en bailes negros, porque “ya no son aceptables en nuestro paisaje cultural y artístico actual. Queremos hacer de nuestra escuela un lugar donde todos nuestros estudiantes se sientan contenidos y estas dos piezas tienen connotaciones racistas y obsoletas. Afortunadamente el repertorio de piano es vasto y no faltan alternativas”.

Lejos de las cuestiones raciales y de género, pero siguiendo una lógica igualmente intolerante, el pasado miércoles, la librería Kokoro, de Pringles 1152, C.A.B.A., luego de las declaraciones ante la justicia realizadas por Beatriz Sarlo, llamó públicamente por Twitter a quemar los libros de la autora. La paradoja quiere que fuera Cecilia DiGioia, la librera dueña del local, la que propusiera la quema. Aparentemente, alguien debe haberle advertido sobre el significado simbólico de ese llamamiento, porque el mensaje fue borrado, aunque no tan rápido que no pudiera ser publicado en varios medios, revelando asimismo los 57 “likes” que recibió la publicación. Más tarde, DiGioia dijo que se trataba nada más que de "una ironía", "una broma". Si así fue, su sentido del humor debería ser objeto de estudio por parte de un comité de científicos.

Todos estos datos ilustran del estado de situación al que nos está conduciendo un sector del pensamiento que malentiende la idea de progresismo y que, sin duda, le está causando un terrible mal a los ideales que dice defender. Apoyándonos en estos ejemplos, lo que se ve con toda nitidez es un marcado parecido con las prácticas autoritarias que el progresismo supone criticar. Por supuesto, no debe subestimarse la estupidez.

Jorge Fondebrider

miércoles, 7 de octubre de 2020

Las quejas españolas sobre las medidas argentinas


El pasado 5 de octubre, Carles Geli firmó la nota que sigue, en el diario madrileño El País. En su bajada se lee: “Varios sellos y distribuidores se quejan de que el país, primer cliente del sector editorial de España, pide ‘absurdos’ análisis químicos y retrasa los permisos durante meses.” Y es cierto, la excusa del plomo en la tinta resulta poco menos que increíble. 

Eso no significa que la Argentina (o cualquier otro país de lengua castellana) deba aceptar así como así los designios de los empresarios españoles sólo para que a ellos les cierren las cuentas. ¿O es que las pérdidas que les ocasionó la pandemia debieran importarnos más que las que nos ocasionó a nosotros? 

De hecho, la primera vez que se planteó esta cuestión fue en razón del derecho de reciprocidad: España exportaba más libros a la Argentina de los que importaba, y aunque los libros argentinos suelen ser más baratos que los españoles, encontraban serios problemas para entrar a España por la defensa cerril que ese país hace de sus empresas y productos. ¿Se nos acusa entonces de lo mismo?

En este punto se suele recurrir entonces al argumento de la bibliodiversidad, lo cual constituye otra falacia: si España, en lugar de comprar los derechos para toda la lengua, los comprara sólo para su territorio, todos podríamos traducir a los autores que forman parte de la mentada bibliodiversidad y no habría por qué leer a los autores traducidos en la lengua de la Península, que no es la de América. Pero España impuso la norma para multiplicar sus ganancias y, de ahí en más, los latinoamericanos perdimos nuestro derecho de leer lo que queramos traducido en la variante del castellano de nuestros países. 

Luego, el concepto de bibliodiversidad al que se apela en la nota es falaz. Por caso, ¿no contar con los libros de Planeta, Penguin Random House o Anagrama atenta contra la bibliodiversidad o más bien contra una idea de bibliodiversidad que no incluye aquéllo que esos dos grupos y esa editorial consideran que debemos leer? 

Y hay más: raramente las pequeñas y medianas editoriales independientes exportan más de 500 ejemplares de un mismo título a la Argentina. En principio, eso es cosa de los grandes grupos. Pero estos, en los últimos años, han optado por editar localmente, lo que además de ofrecerles la posibilidad de entrar en licitaciones públicas oficiales gracias a sus “libros argentinos” (sin traductor argentino, sin tapista argentino, sin ilustradores argentinos, sin diseñador argentino, sin corrector argentino, etc.), lo cual bastaría para demostrar que lo que se discute acá no es ni la bibliodiversidad, ni la libertad de expresión, ni nada que no sea pura y exclusivamente dinero (y, de paso, quién la tiene más larga). 

Como suelen hacer los exponentes de estas miserias cuando se les acaba la imaginación, hacia el final de la nota, hay una velada amenaza, insinuando que la industria editorial española podría pedir “alguna gestión diplomática”. Entonces, para que quede claro y apelando a una expresión peninsular, ¿por qué no se van a tomar por culo y nos dejan de joder? 

Argentina frena la importación de libros españoles por su “mala tinta” 

Si son más de 500 ejemplares, se requiere analizar la tinta con la que están impresos a la búsqueda de materiales pesados, mayormente plomo. Si la cantidad es inferior, basta un permiso oficial para aprobar su entrada, pero éste se demora como nunca. Esa es la doble táctica dilatoria que el Gobierno argentino está utilizando en las últimas semanas para frenar la importación de libros españoles. La hipótesis principal apunta a la falta de divisas en el marco de la aguda crisis que atraviesa el país como explicación detrás de una medida que añade una nueva dificultad a la recuperación del sector editorial español, que tiene en Argentina a su primer cliente: concentra el 35,2% de sus exportaciones, con una facturación de 73,6 millones de euros, según las últimas cifras oficiales, de 2018. 

“Eso ya se demostró que es un absurdo, todas las pruebas dieron siempre negativo o con niveles irrelevantes”, asegura un distribuidor e importador argentino de diversas editoriales españolas que demanda anonimato. La referencia en pasado la motiva que la medida de control de malas tintas ya la aplicó Argentina entre 2011 y 2015, provocando que llegaran a transcurrir “hasta dos meses para poder sacar los libros españoles de los barcos”, recuerda. 

Los resultados de los análisis tampoco fueron una sorpresa. “Desde 1995, una directiva europea prohíbe la utilización del plomo y otros componentes tóxicos para las tintas”, recuerda Antonio María Ávila, secretario de la Federación de Gremios de Editores de España (FGEE). “Es claramente una medida interior para ahorrar divisas y proteger a su industria gráfica”, apunta, en contraste con las declaraciones en su país del presidente de la Federación Argentina de la Industria Gráfica y Afines, Juan Carlos Sacco, para quien la normativa es “de sesgo ambientalista” y de salud. “Afuera se imprimen muchos coleccionables que se venden en quioscos, la restricción apunta más a eso, a proteger la industria de las imprentas”, apunta Pablo Braun, propietario de la editorial y librería argentina Eterna Cadencia, informa Federico Rivas. 

Si bien la resolución recupera la dictada en 2010, el importador argentino empezó a detectar desde principios de junio un matiz crucial en su aplicación: “El permiso, si importabas menos de 500 ejemplares, solía ser casi automático, tardaban apenas una semana; ahora no aprueban o lo hacen en cuentagotas, retardándose entre dos y tres meses”. 

“Nuestro distribuidor nos recomendó ya hace unas semanas que paráramos un envío”, admite Joan Tarrida, director general de Galaxia Gutenberg, inquieto porque la medida “llega en plena preparación de la campaña de Navidad y no hace más que añadir incertidumbre”, en el contexto de los estragos del coronavirus en el sector. En su caso, el 20% de las ventas proviene de la exportación, de la cual Argentina se lleva “casi un 7%”. El mismo temor expresa Eva Congil, directora general de Anagrama, para la que el mercado argentino significa “mínimo el 10%” de la facturación. 

Grandes lectores 
“El drama estará si no se van aprobando los permisos de entrada de las tiradas inferiores al medio millar y más en editoriales que vendemos mucho fondo”, asegura Congil. De la mayoría de los títulos, los editores españoles exportan entre 200 y 300 ejemplares, los que puede absorber un mercado como el argentino, de grandes lectores, pero de delicado poder adquisitivo. 

Para Tarrida, “la solución pasa por imprimir más allí, que es lo que en parte también buscan estas medidas, pero supone mayores problemas técnicos e invertir más en promoción porque lanzas más ejemplares y te la juegas más”. Para la directiva de Anagrama, “si tienes autores argentinos en tu catálogo te puede ir un poco mejor, pero imprimir allá significa que dejas de hacer esos ejemplares en España en la tirada inicial y, por tanto, incide en tu rentabilidad”. En Anagrama, para la campaña de Navidad la apuesta es lanzar con fuerza a Cristina Morales y a Guadalupe Nettel. De la mexicana estaba prevista la impresión de La hija única, su último libro, en Chile, pero lo acabarán “haciendo en Argentina”. 

Otro detalle es la calidad de las imprentas argentinas. “Las artes gráficas tienen una potencia menor que las españolas y hay pocas que puedan trabajar en digital para tiradas bajas”, admite el importador. Y hace hincapié en los costes añadidos, “considerablemente altos”, de sobrepasar los 500 ejemplares de importación, como la gestión previa de enviar dos ejemplares para el análisis de tintas. 

Si la situación es compleja para las editoriales literarias, es “casi insalvable” para las de libros infantiles, según el mismo importador, ya que “son tiradas muy grandes, que suelen hacerse en el mercado asiático por los costes y que, técnicamente, las imprentas argentinas difícilmente pueden asumir”. Braun lo ratifica: “A los que se les complica es a los que imprimen fuera, como en China”. 

Si las editoriales españolas no prescinden del mercado argentino es porque en él “hay un núcleo duro de lectores, es muy estable en ese sentido”, cree Congil. Pero hay cierto consenso en que la bibliodiversidad se resentirá. “En las famosas librerías de Buenos Aires hay mucho libro hecho fuera de Argentina; si esto sigue así mucho tiempo, obras de determinados autores no se verán porque no hay editoriales argentinas que puedan adquirir hoy esos derechos y dudo que las agencias literarias los troceen en castellano para cada país porque sería arriesgado”, piensa Tarrida. “La otra vez las medidas no provocaron grandes hecatombes económicas, pero sí favorecieron la paradoja de beneficiar a grandes grupos como Planeta o lo que hoy es Penguin Random House Grupo Editorial, porque imprimen acá [Argentina] y pusieron muchos más libros en circulación, pero de un determinado tipo”, expone el empresario argentino, para quien la solución estará, como entonces, en “fijar unos cupos de importación”. 

En la FGEE no se han recibido, por ahora, quejas de los editores, afirma Ávila, si bien recuerda que las medidas argentinas “violan toda normativa internacional” y no descartan “avisar a las oficinas oficiales de comercio” y pedir “alguna gestión diplomática”.

martes, 14 de mayo de 2019

¿Educar al soberano? ¿Para qué, si ya está la tele?

El actor holandés Rutger Hauer, haciendo del androide Roy Batty 
en el primer "Blade Runner" 

En general, se tiende a copiar hablas consideradas prestigiosas, reproduciendo los términos empleados por esas personas a las que por poder político, económico o religioso se considera cultas. Tal vez en otras épocas eso pudo ser verdad. Ahora, ya no: basta con escuchar a muchos de los presidentes –con o sin papa en la boca– y políticos actuales  para comprender que no es así. Desplazado el eje, hubo también en su momento quien creyó que los que están en la radio y en la televisión podrían constituir buenos ejemplos de lo que es hablar correctamente. Tampoco es así: haber estudiado para locutor, impostar la voz, estar efectivamente en el éter, no es motivo suficiente. De hecho, toda esa gente suele hablar del “punto álgido” como del momento más caliente de algo (cuando “álgido” significa muy frío), o usan el verbo “enervarse” para significar que alguien está muy nervioso (cuando el significado indica no tener nervios). ¿Hace falta mencionar el hoy muy difundido mal uso del verbo “asumir”, que en inglés significa “suponer”, pero que en castellano quiere decir “aceptar” o “hacerse cargo”? Todas estas cuestiones producen malhumor. Es lo que uno puede corroborar con otros ejemplos, como se lee en el siguiente texto escrito recientemente por el poeta, traductor y por muchos años periodista Jorge Aulicino, a quien acompañamos en el sentimiento.

Cosas que no voy a hacer,
Aunque no le importe a nadie

 La cuestión de modificar el lenguaje sobre la base de la traducción literal o por semejanza:

Se escribe –y quizá pase al lenguaje hablado– "nombrar" por llamar o bautizar: "Fue nombrado Carlos pero lo llaman Carlitos".

Se escribe –y ya se dice– "aplicar" por corresponder: "La cuestión de las marsopas no aplica en este caso".

Acabo de ver una publicidad de Garbarino en la que me invitan a usar "el beneficio ANSES", para lo cual debo poner mi nombre y aparecerá un cartelito "en caso de que aplique".

Hace treinta años una traducción literal o por semejanza consagró el "replicar" por reproducir. En la Argentina se hablaba de "réplicas" por copias, pero el verbo solo era usado en su significado de responder. La mala traducción o traducción por semejanza era en realidad con el sustantivo "replicante" usado en los subtítulos de la película Blade Runner. Los replicantes eran robots. Y en realidad eran réplicas (copias) de los seres humanos.

El verbo “nombrar” por llamar, el “aplicar” por corresponder y el “replicar” por repetir o reproducir no los voy a usar, no puedo usarlos. Me parecen guiños estúpidos a malas lecturas del inglés de Nueva York, como ponerse la capucha de un buzo cuando no llueve. Tilinguería, en fin. Como dijo un crítico también bastante tilingo, Blade Runer creó "la estética de una década". A mi juicio, hizo un estrago mayor: destruyó el libro de Philip Dick y sembró en todos los diarios de la Argentina el verbo replicar, el cual se usa aplique o no aplique.

jueves, 7 de marzo de 2019

Literatura argentina las pelotas

Entiendo que titular una entrada en la forma en que lo he hecho no es necesariamente elegante. Sin embargo, creo que expresa perfectamente bien lo que siento cada vez que leo  "literatura argentina". Me refiero, claro, a la expresión aplicada exclusivamente a la narrativa y, dentro de esa especie literaria, fundamentalmente a la novela. Da la impresión entonces de que la poesía, el ensayo y la literatura dramática escrita en este país no es "literatura argentina", sino otra cosa que no vale la pena considerar. 

Así, dejando de lado el equivalente a lo que alguna vez fue el llamado "cupo femenino", en todo festival, congreso, discusión y manifestación ligada a la parte más pública del arte de escribir, habrá, a lo sumo, uno o dos poetas o ensayistas invitados (los dramaturgos no tienen esa suerte) y sólo para cumplir. En la Argentina, a los organizadores de esos eventos no se les ocurre pensar que no sólo los narradores tienen algo que decir sobre la lo que escriben. Y cuando les conceden algún espacio a poetas y ensayistas, es para que discutan exclusivamente entre ellos, como si fueran una suerte de minusválidos en cuestiones de crítica literaria.

Por último, no puedo dejar de observar que la narrativa es, de todas las especies literarias, la que más cerca está del mercado: editoriales, agentes e incluso libreros entienden que los libros de verdad, los que se venden, son los de los novelistas y, ocasionalmente, los libros de cuentos escritos por gente que antes escribió novelas. Sin embargo, Juan José Saer, que escribió novelas, cuentos, poesía y ensayos solía decir que los narradores que no leen poesía son semianalfabetos. ¿Qué decir de aquéllos que organizan actividades alrededor de la literatura?

Ningún festival, ningún congreso, ninguna discusión o manifestación ligada a la parte más pública del arte de escribir es seria o siquiera letrada, si bajo el rótulo de "literatura argentina" no se hace cargo de los otros géneros. Y dejarlos de lado tampoco es elegante. De modo que, una vez más, "literatura argentina las pelotas". 

Jorge Fondebrider



lunes, 27 de agosto de 2018

Por más que Avogadro haga chistes, el Ministerio de Cultura que él dirige lo hizo de nuevo



En 2016,  el Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (C.A.B.A.) quiso homenajear a Jorge Luis Borges... pero le salió mal. En esa oportunidad, en la Línea C del subterráneo de la ciudad, hubo un mural que le atribuyó una cita que no era de él. Aparentemente, según un artículo del 24 de junio de ese mismo año, publicado en el diario Clarín, hubo algo así como una catarata de memes en la web, llenos de falsas atribuciones, como la que ilustra esta entrada. Ahora, dos años después, el fenómeno se vuelve a repetir, y Clarín, del 24 de agosto pasado, lo vuelve a registrar, sólo que esta vez tiene mayor difusión ya que, por el Día del Lector, apareció en las cuentas oficiales otra frase apócrifa del célebre escritor argentino. El problema, aparentemente de difícil solución para el Ministerio de Cultura de la Ciudad, se resolvería si, en lugar de licenciados en administración de empresas o marketing, o simplemente de sobrinas con inquietudes de funcionarios de otras áreas, en esa repartición también hubiera gente de letras o, para no complicar tanto las cosas, simples lectores.

Citar a Borges otra vez fue un problema
para el gobierno porteño

“He buscado el sosiego en todas partes y solo lo he encontrado sentado en un rincón apartado, con un libro en las manos”. El pensamiento, original de Tomás de Kempis –un canónigo agustino del siglo XV– fue atribuido a Jorge Luis Borges y difundido este viernes en las cuentas oficiales. 

El mensaje circuló con motivo de una nueva celebración de “El Día del Lector”, coincidente con el 119° aniversario del nacimiento del escritor, y provocó diversas reacciones en las redes sociales. Incluso, la del propio Ministro de Cultura porteño, Enrique Avogadro, quien agregó un emoji, a modo de broma. Para entonces, ya muchos lectores habían advertido el error.

Un equívoco similar había ocurrido hace dos años, cuando Subterráneos de Buenos Aires quiso homenajear al autor de El Aleph con la siguiente inscripción en uno de sus andenes: “Con el tiempo, comprendes que solo quien es capaz de amarte con tus defectos, sin pretender cambiarte, puede brindarte toda la felicidad”, una leyenda más cercana a la autoayuda que a la literatura borgeana.  

En aquella oportunidad, en las redes sociales, la mayoría de los usuarios apelaron al humor: en una catarata de tuits, le atribuyeron a Borges frases como “la pelota no se mancha”, de Diego Maradona. También, versos tomados de canciones de grupos de la música popular, como Márama. 

Con anterioridad, el gran escritor argentino había sufrido otras injusticias semejantes, por ejemplo, que se le atribuyera –se reprodujera al infinito– el poema “Instantes”, que circuló por el mundo entero y comenzaba así: “Si pudiera vivir nuevamente mi vida, en la próxima trataría de cometer más errores. No intentaría ser tan perfecto, me relajaría más. Sería más tonto de lo que he sido; de hecho tomaría muy pocas cosas con seriedad. Correría más riesgos, haría más viajes, contemplaría más atardeceres, subiría más montañas, nadaría más ríos. Iría a más lugares a donde nunca he ido, comería más helados y más habas, tendría más problemas reales y menos imaginarios (...)”.

Hasta la viuda del escritor, María Kodama, se encargó en reiteradas oportunidades de intentar reparar ese entuerto: la verdadera autora del apócrifo es una poetisa norteamericana llamada Nadine Stair, que lo publicó en 1978, ocho años antes de que Borges muriera, en Ginebra, a los 86 años...

Los asiduos lectores de la obra De Borges, suelen advertir con mayor  facilidad que esa pieza no le pertenece, y lo mismo parece haber ocurrido hoy en las redes. Imposible saber si estos malentendidos a él –que gustaba de jugar con la idea de la duplicidad– le hubieses disgustado o, por el contrario, divertido: otro escritor, igual a él, enunciando falsedades en su nombre. De todos modos resulta llamativo que en este caso el error haya surgido de parte de aquellos que deben velar por la cultura.    

viernes, 15 de junio de 2018

La diputada Carrió, ¿es tonta, estúpida o imbécil?


A partir de hoy, y con la frecuencia que sea posible, este blog va a incorporar una nueva sección en la que los traductores puedan reflexionar sobre algún tema referido al oficio, a la lengua y sus usos, y al mundo editorial en general. Esta nueva serie de columnas de opinión se abre con el texto que sigue, firmado por el Administrador del blog. Tiene por objeto señalar el frecuente error de suponer que el Diccionario de la Real Academia es el único que tiene todas las definiciones y respuestas posibles, agotando de ese modo el léxico de la lengua castellana. Apunta igualmente a demostrar el error en el que se cae cuando se lo considera “autoridad” y la gravedad de incurrir en ese error cuando se tienen responsabilidades dentro del Estado.

No lean el diccionario 
de la Real Academia Española

En un artículo de la lingüista española Elena Álvarez Mellado (Madrid, 1987) que, con el título “El mito de las palabras que no están en la RAE”, fue publicado en eldiario.es, se lee: “Nos han educado para creer que la RAE es el tao. De hecho, hablamos de El Diccionario como si solo hubiera uno, cuando existen multitud de ellos, algunos notablemente más explicativos o actualizados que el de la RAE. Pero la RAE es mucha institución y nos parece que de alguna manera el suyo es la fuente oficial, el oráculo de Delfos al que consultar para poner fin a las discusiones de sobremesa. El RAE seal of approval valida o condena definitivamente. Si una palabra no aparece en el diccionario de la RAE, será que está defectuosa por algo. Será que está mal.

Álvarez Mellado continúa: “Pero el caso es que la labor lexicográfica (esto es, el noble arte de hacer diccionarios) no funciona así. Las palabras no pertenecen a la RAE ni a los diccionarios, pertenecen a los hablantes. Los hablantes crean, producen, inventan palabras, y los diccionarios las recogen. Nunca al revés. Todas las palabras que aparecen hoy en el diccionario fueron acuñadas en algún momento y estuvieron fuera. Aun así, tenemos tan interiorizada la idea de que es el diccionario el que crea la lengua que decimos alegremente que una palabra no existe cuando no la encontramos en el diccionario”.

En este punto, Álvarez Mellado cita a Javier López Facal, Doctor en Filología Griega por la Universidad Complutense de Madrid y profesor de investigación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas de España, quien es además el autor de La presunta autoridad de los diccionarios (2010). Allí se lee: “Si alguien va por el campo, ve una hierba, consulta un libro de botánica y no viene, no se le ocurre decir que esa hierba no existe, sino que esa hierba no está en su libro de botánica. Nadie puede decir a un hispanoparlante “esta palabra no existe”. Se puede decir que no está en el diccionario… pero la culpa no la tengo yo por usar la palabra sino el diccionario por no reflejar bien el léxico. Mucha gente cree que el diccionario de la RAE es como los mandamientos de la ley mosaica y que si los incumples vas al infierno’.”

 

Tal vez parezca excesivo, pero todo este largo preámbulo sirve para contextualizar la presunta idoneidad intelectual de la diputada Lilita Carrió, líder de la Coalición Cívica,  quien el 8 de noviembre de 2017, trató a los diputados Margarita Stolbizer y Federico Masso, ambos de Libres del Sur y contrarios a su proyecto de donación de alimentos, de estúpidos. Frente a las críticas de las que fue objeto, twiteó lo siguiente: “Estúpido/da es una persona necia o falta de inteligencia. Lean el diccionario de la Real Academia Española. No es un insulto”. Y efectivamente ésa es la definición de ese diccionario al que la diputada Carrió alude como principio de autoridad.

 

El DRAE presenta la siguiente sinonimia para la palabra “estúpido”: “tonto, imbécil”. Ahora bien, cuando se busca la definición de “tonto” en el mismo diccionario uno encuentra diversas acepciones. Importan acá la primera y la tercera: “Dicho de una persona falta o escasa de entendimiento o de razón” y “Dicho de una persona que padece una deficiencia mental”. Y respecto de la palabra “imbécil” se lee claramente: “Tonto o falto de inteligencia”, sólo que acá, se añade que se trata de un insulto. Habría entonces algo así como una gradación que, de menor a mayor, comprendería las palabras “tonto”, “estúpido” e “imbécil” para designar a aquellos que son necios o faltos de inteligencia. Pero como las lenguas son sistemas que no se limitan a los signos ortográficos habría que agregar también otras posibilidades semánticas, así como la entonación que, convengamos, no es la misma cuando se tilda a alguien de “tonto”, de “estúpido” y de “imbécil”.

 

Si ejemplificáramos esto mismo con la mismísima diputada Carrió, bien podríamos decir que cuando supone que el DRAE es el non plus ultra de la lengua castellana es tonta. Pero cuando se plantea a sí misma como la última defensa de la moral republicana es estúpida. Ahora bien, cuando se niega a despenalizar la práctica del aborto y condenar a miles de mujeres a un verdadero calvario por el solo hecho de ser pobres es, cuanto menos, imbécil (y eso, con una calificación benévola). ¿Se ve la gradación que se esconde detrás de la sinonimia? Para ser del todo claro, al entender todos estos adjetivos, por cierto nada simpáticos, de manera uniforme y pasteurizada, la diputada Carrió demuestra ser tonta, si no estúpida o imbécil. Considerando su manejo de la lengua, si alguna vez por una remota casualidad lee estas palabras, no habrá motivo para que se sienta ofendida.