viernes, 29 de marzo de 2019

A ver qué pasa con Mafalda después de 55 años


Uriel Kon (ver entrada del 20 de abril de 2010 en este blog) es director de Tesha Neshamot, una importante editorial independiente israelí, y traductor al hebreo. Con motivo de la publicación de Mafalda en esa lengua, Marcelo Raimón lo entrevistó en Tel Aviv y el resultado de esa charla se publicó en Cultura InfoBAE, el 23 de marzo pasado.

Mafalda también se leerá en hebreo

La niña Mafalda –que en setiembre cumplirá 55 años pero sigue teniendo entre seis y ocho– habla en muchos idiomas, casi una treintena, desde los más obvios como el inglés, el italiano o el francés, a otros más exóticos como el chino o el guaraní.

Ahora lo hará también en hebreo, una de las lenguas más antiguas del mundo, gracias a la traducción y publicación que puso en marcha Uriel Kon, el argentino al frente de una de las principales editoriales independientes de Israel, Tesha Neshamot (Nueve Almas).

Era extraño que el personaje creado por el dibujante argentino Quino no tuviera su versión en hebreo, en especial teniendo en cuenta que miles de sus compatriotas viven en Israel.

Uno de ellos es Kon, de 43 años y llegado al país hace un par de décadas porque “quería vivir en un kibutz”.

“Viví por un tiempo en Alumot”, un kibutz en el norte del país, apenitas abajo del Mar de Galilea, “y después me puse a estudiar arquitectura”, le contó Kon a Infobae.

Después de recibido también enseñó arquitectura, “pero siempre tuve un amor por la literatura, más bien francesa y latinoamericana –enumeró–. Y en determinado momento, al ver las grandes ausencias que había acá en el terreno de las traducciones al hebreo, empecé a dividir mi tiempo entre las dos disciplinas”.

Así fue que nació Tesha Neshamot, la editorial que, asegura Kon, edita “el 90 por ciento de los autores latinoamericanos” que se leen en Israel.

“El primer autor latinoamericano que publiqué fue César Aira, hace exactamente diez años, en el 2009”, recuerda orgulloso. Después de su mano llegaron cantidades de otros autores hasta el corazón del Medio Oriente, desde Juan José Saer a Mario Levrero, pasando por Sergio Chejfec, Hernán Rivera Letelier, Claudia Piñeiro, João Gilberto Noll y Héctor Tizón.

La lista de publicaciones de la editorial incluye las versiones en hebreo de algunos clásicos de la literatura latinoamericana, como Rayuela, de Julio Cortázar, Los Pichiciegos, de Rodolfo Fogwill, o Zama, de Antonio Di Benedetto.

“Acá se publicaban más que nada autores del 'boom latinoamericano' de los años 60 y 70, por lo que el cambio a autores más contemporáneos, a los que realmente se leen en la actualidad, fue bastante difícil de lograr”, dice Kon.
“Al principio fue difícil –continuó–, pero logramos que la crítica y los lectores cambien el foco desde aquello tan exótico, tan de realismo mágico, de las mujeres a las que les fluye miel de sus cuerpos, de la gente semidesnuda” a las actualidades más ásperas de los escritores contemporáneos.

Ahora, Tesha Neshamot se jacta de haber creado un mercado aquí para esos escritores, y de haber publicado, por ejemplo, tres obras de Aira y seis de Sergio Bizzio, quien logró recoger “un gran amor de parte del público israelí y cuyos libros venden un promedio de 2.000 ejemplares”, aseguró.

¿Y Mafalda?

La intención de hacer hablar hebreo a Mafalda “viene de antes, de la prehistoria de la editorial”, dice Kon. “No entendía por qué el personaje no era conocido hasta ahora en el país” y por qué no tenía sus libros traducidos a la lengua de David Ben Gurión y de Gal Gadot.

El amor por la amiga de Felipe y Susanita hizo clic durante una semana de editores que se realizó en Buenos Aires en el 2009. Kon estuvo como invitado, dio una charla, y alguien le preguntó qué le gustaría publicar en Israel.

“Entre otras cosas dije 'Mafalda', que me parecía siempre una deuda no saldada” con el hebreo, rememora.

Sus comentarios salieron al otro día en un artículo en un diario porteño, que habló del “editor israelí que va a publicar a Mafalda”.

Así fue que Kon quedó preso de sus palabras y debió poner en marcha “todo un proceso, me puse en contacto con la persona que le maneja los derechos a Quino y empezamos a hablar de la posibilidad de hacer las ediciones en hebreo”.
El camino no fue fácil. Para empezar, “Quino no estaba seguro con la necesidad de tener que invertir el sentido de las tiras”, porque en hebreo se lee de derecha a izquierda, al revés del español, reconoció el editor.

“Le preparamos especialmente unas treinta tiras para que las viera y accedió, pero justo era una época que estaba cambiando de editoriales y el proyecto se pospuso una vez más” para la gente de Tesha Neshamot.

El destino, de todas maneras, parecía escrito. Cuando Kon estaba por desechar la idea, en otra convención de editores conoció “a una chica de China que había puesto en marcha una editorial para publicar a Mafalda y me devolvió las ganas” de seguir adelante.

Y, hace apenas seis meses, la historia que se debía escribir en Israel tuvo su capítulo decisivo, como no podía ser de otra manera, en Buenos Aires.

“Recuerdo que estaba parado en una esquina de Villa Crespo, llovía y pensaba en qué hacer con Mafalda, cuando me llamó Ivan Giovannucci”, el dueño de la agencia italiana que detenta los derechos del personaje de Quino.

“Hablamos mientras me mojaba en esa esquina, y pudimos finalmente cerrar el trato” para traer a Mafalda a Israel, celebró el argentino.

Mafalda estará disponibles el primero de abril en unas 250 librerías de todo Israel. No se editarán los clásicos libritos que recopilan la tira en orden cronológico sino tres tomos temáticos del estilo con los que se introdujo al personaje en países como Portugal y Serbia.

Yossi Tal y Adam Blumenthal tradujeron los globitos de los tres libros: La Política y Mafalda, La Familia Según Mafalda y La Crisis Económica Según Mafalda.

“Imprimimos 3.000 ejemplares de cada libro y salimos a lo grande”, se entusiasma Kon, quien hace unos días salió en una destacada nota del diario gratuito Israel HaYom, el más leído del país, y está por aparecer en un artículo de otro importante periódico, el Iediot Ajaronot.

Traer a Mafalda hasta este punto sobre el Mediterráneo está siendo para el editor “un trabajo gratificante pero también muy difícil”.

Por un lado, “contamos con los argentinos inmigrantes que viven aquí y que se volcarán a comprar Mafalda por nostalgia y una especie de orgullo nacional”, dice. Pero, por el otro, hay que ver cómo reaccionan los lectores más “locales”.

“El gran desafío es ver qué pasa con Mafalda después de 55 años, si puede ser leída, entendida y disfrutada por un público que es totalmente diferente al argentino y que vive en un país con mucha menos capacidad para la ironía”, explica Kon. “Pero lo hace con tal gracia y delicadeza que quizás le vaya bien con los israelíes”, se esperanza.







jueves, 28 de marzo de 2019

Neocolonialismo y lógica de mercado

Sofía de Mauro publicó la siguiente entrevista con el filólogo chileno José del Valle, en La Voz del Interior del 24 de marzo pasado. Según la bajada, “El filólogo chileno considera que el Congreso de la Lengua contribuye al ocultamiento de la verdadera diversidad y sus efectos.

La batalla del idioma

Invitado especial al Primer Encuentro Internacional: Derechos Lingüísticos como Derechos Humanos en Latinoamérica, que organiza la Facultad de Filosofía y Humanidades, entre el 26 y el 29 de este mes visitará la ciudad de Córdoba José del Valle, especialista reconocido en políticas de la Lengua, quien será el encargado de la conferencia de cierre en el programa: “La glotopolítica como política: acción intra y extradisciplinaria”.

Del Valle es licenciado en Filología por la Universidad de Santiago de Compostela, máster por la universidad pública de Nueva York en Buffalo (Suny) y doctor por la Universidad de Georgetown (Washington). Desde 2002, es docente e investigador en el centro de posgrado (Graduate Center) de la universidad pública de Nueva York (Cuny).

Su investigación, reflexión y escritura han girado en torno de las políticas de la lengua española en relación con la emergencia y el desarrollo del nacionalismo español, así como con los proyectos neocoloniales de vínculos con Latinoamérica durante los siglos 20 y 21.

En estrecha colaboración con la Universidad de Buenos Aires y la Universidad de Chile, es uno de los impulsores de la perspectiva glotopolítica, además de ser uno de los fundadores de los congresos latinoamericanos de glotopolítica y del Anuario de Glotopolítica.

Entre sus publicaciones, se destacan La batalla del idioma: la intelectualidad hispánica ante la lengua (2004), La lengua ¿patria común? Ideas e ideologías del español (2007) y la Historia política del español: la creación de una lengua (2016), en las que participó como editor, coeditor, autor y coautor.

Gran espectáculo
–¿Cuáles son sus perspectivas acerca del Congreso Internacional de la Lengua (Cile)?
–Los Cile no son reuniones de investigadoras e investigadores. Por más que entre la gente que participa en ellos haya quienes se dedican a la investigación de la lengua española, se trata más bien de una plataforma para la propaganda de las políticas de la lengua que se impulsan desde el Instituto Cervantes y la Asociación de Academias de la Lengua Española (Asale). Por eso, asisten no sólo especialistas en filología y lingüística, sino también gente del mundo del periodismo, la política, las artes, las empresas y el espectáculo. De hecho, es un gran espectáculo diseñado para ganar la adhesión de sectores importantes de las sociedades latinoamericanas y española al proyecto de promoción de un español panhispánico, y de aprovechamiento de este en los mercados lingüísticos globales.

–¿Y cuál es su posición al respecto?
–Mi posición en relación con los Cile ha sido siempre crítica. Las políticas de la lengua que promueven responden a dos procesos con los cuales discrepo por principio. El primero es el neocolonialismo, o persistencia de una estructura de gestión del idioma jerárquica, en la que instituciones españolas, gracias a la complicidad de instituciones latinoamericanas, y esto es sumamente importante, ocupan posiciones ventajosas. El segundo es la imposición de la lógica del mercado sobre todos los ámbitos de la vida social. En este sentido, se presume que la lengua española es una mercancía que cotiza al alza en los mercados lingüísticos internacionales, y las políticas de la lengua se orientan a la explotación de ese valor.

–¿Qué piensa del actual lema de la RAE: “Unidad en la diversidad”?
–La frase por sí sola no implica nada particularmente original: los elementos de un conjunto pueden funcionar de manera unitaria conservando grados de singularidad que los diferencian entre sí. Por sí mismo, este principio no es inherentemente bueno ni malo; de ahí que debamos reflexionar sobre el tipo de proyecto a cuyo servicio se pone esta frase, ahora convertida en nuevo lema de facto de la Asale. Ese proyecto es la política lingüística panhispánica, cuyo fundamento es la constatación de que el español es una lengua pluricéntrica. Pero, claro, esto no es ningún gran descubrimiento. Cualquier hispanohablante ha sabido siempre que hay múltiples lugares geográficos y sociales desde los que se proyectan normas de uso correcto. Lo que pretende la política panhispánica es afirmar que existe una gestión mancomunada o colectiva del idioma; es decir, una actividad normativa consensuada por todas las academias de la lengua española.

–¿Y a dónde apunta su crítica?
El problema, desde mi punto de vista, es que esta política de la lengua no apunta en ninguno de sus proyectos a reconocer que existen correlaciones y relaciones causales entre distintas formas de hablar español y la ubicación social y movilidad socioeconómica de la gente. Por más que se reconozca un pluricentrismo geográfico y se implique a especialistas latinoamericanas y latinoamericanos en la gestión del idioma, se reproduce una idea de lengua que perpetúa jerarquías históricas de tipo social y geográfico. Y lo hace con un considerable grado de éxito, porque es la idea que se transmite a través de muchos medios de comunicación y a través de la escuela. Los Cile contribuyen al ocultamiento de la verdadera diversidad y sus efectos, de la persistencia del carácter clasista de estas políticas del idioma.

Verdadera diversidad
–¿Qué significa pensar el español como “recurso económico”?
–Significa, dicho en pocas palabras, que el español es un instrumento que, utilizado de manera apropiada, facilita la acumulación de riqueza. Puede querer decir que el idioma mismo es una mercancía; y también puede significar que, a través de su conocimiento y uso, se facilita o incluso abarata la producción y venta de otros bienes y servicios.

–¿Cuáles son los problemas de esa perspectiva economicista?
–La pregunta que surge enseguida, desde una perspectiva glotopolítica, es si hablar español o ser hispanohablante supone automáticamente estar en posesión de ese recurso económico. Y la respuesta es negativa, pues las distintas variedades geográficas y sociales del español están sometidas a juicios normativos que hacen que algunas de ellas sean más valiosas que el resto. A partir de esta constatación, debemos preguntarnos si la ciudadanía tiene igual acceso a esas versiones del español que más fácilmente se convierten en riqueza. Lamentablemente, la mayoría de los proyectos de reflexión sobre el español como recurso económico que se han auspiciado desde las instituciones organizadoras de los Cile han partido de la base falsa de que saber español es estar automáticamente en posesión de ese recurso y han prestado escasa o nula atención a la relación entre lengua, normatividad y desigualdad social.

Conferencia: cierre del Encuentro
La conferencia de José del Valle, en el marco del Primer Encuentro Internacional: Derechos Lingüísticos como Derechos Humanos en Latinoamérica, será el viernes 29 a las 12, en el auditorio Hugo Chávez del Pabellón Venezuela, en Ciudad Universitaria.


miércoles, 27 de marzo de 2019

Más de lo mismo, pero diferente


Aparentemente, todos los medios están contagiados de Córdoba y sus modismos. En InfoBAE del 25 de marzo pasado, Irene Amuchastegui da cuenta de las particularidades del habla de esa provincia, repitiendo algunas cosas de la nota de Ivana Romero subida en el día de ayer y agregando otras. En la bajada se lee: “Los anfitriones del próximo Congreso Internacional de la Lengua Española, que comienza el miércoles, tienen “su propio idioma”. Un repaso por las expresiones más populares y las claves para expresar la ‘cordobesitud’ de manera natural”.

“¿Qué lo qué?”: guía básica e imprescindible
para aprender a hablar cordobés

Chomaso, hambrezón y pritiau. Ite, pitiar, culiau malondón. La Real Academia no las registra, pero estas palabras forman parte del habla real de los cordobeses. Los anfitriones del próximo Congreso Internacional de la Lengua Española… tienen “su propio idioma”. Un repertorio de palabras y modismos, unidos a fenómenos fonéticos, y condimentados con un humor distintivo, que hacen del español hablado en la ciudad de Córdoba una lengua llena de novedades para el forastero.

Como en cualquier región, los usos varían por segmentos de edad y grupos socioculturales. En el habla se reconocen distintos grados de cordobesitudcordobesía o cordobesismo (para usar tres derivados frecuentes del topónimo). La voz culeado, por ejemplo, extendida en otras regiones, pero cordobesa por excelencia, de inequívoco origen sexual e infinitos usos, muestra distintas marcas expresivas y sociales en sus variantes léxicas y fonéticas: no es lo mismo culeado que culeaoculiao o culiau, que en el extremo de la cordobesitud se convierte en culiadazo.

Y a propósito del aumentativo, es de uso generalizado en el habla local. “En Córdoba, nadie se come un asadito: te comés un asado o un asadazo”, observa L., informante metropolitano. Los sufijos -azo y -on son de recurso permanente:  calorón,  friazo,  lindaza,  amorazo,  chupadazo. Pero si no alcanzan, se duplican (“friazón”) y excepcionalmente, se triplican, como en “friazononón” (“El invierno se puso bastante cruel y el friazononón que está haciendo estos días en Córdoba no tiene gollete”. Juan Ghilglione, Revista Oh La La, 23 de junio de 2016).

Estos extremos hiperbólicos no son inocentes, sino intencionados y festivos, una expresión más de un sentido del humor que desborda creatividad. Igual que las comparaciones y los apodos, que pueden ser feroces cuando aluden a rasgos físicos (“Flaco Bombilla 'e lata”, “Negro Tarro abollao”, cantaba Luis Fernando Correa en la Chacarera del apodo). En los diálogos de Negrazón y Chaveta, de la mítica revista humorística Hortensia, entre otras ocurrencias encontramos las comparaciones: “toy más frío que músico de cabaré” y “toy más frío que lagaña 'e pingüino”. Y puede adicionarse un factor escatológico como en “ese guaso está más fuerte que pis de mañana”, que escuchó la informante A., frecuentadora del popular barrio de San Vicente, o en “está más claro que pendejo de albino”, que emplea en su muy instructivo #cursodecordobés Matías Najle (conocido como @matzorama, “el cordobés ese de internet”, según su propia definición).

En materia de morfología y sintaxis, se registra el sistemático uso de artículos antepuestos a nombres propios (“el Rodolfo”, “la Laura”, etc.) o la declinación íte (por “vete”) de la forma pronominal del verbo “ir”. A propósito de estas mutaciones, apunta el periodista y escritor cordobés José Playo en su columna Aventuras textuales: “La Banda de Carlitos tiene una canción cuyo título resume este fenómeno: Si te querí í íte. Andá traducite eso, campeón.” (La Voz del Interior, 13 de enero de 2018).

Consultado por Infobae Cultura, Playo reflexiona sobre el pasaje de este tipo de rasgos, de la oralidad de la calle a la literatura y a los medios. “Tengo una teoría alocada: el cordobés se avergüenza de la forma de hablar, pero se da cuenta con delay. La tonada, por ejemplo, no es un capital para un comunicador. Y en la escritura pasa lo mismo: nos cuidamos como en la radio de que 'no se note la tonada'. Por otro lado, si no está muy bien manejado el uso de las expresiones, el cordobés puede ser lapidario: no perdona la afectación. Yo las mido milimétricamente porque sé que pueden hacer naufragar un párrafo. Es como si escribiera poniéndome guantes”.

Azor Grimaut recordado poeta, periodista y narrador nacido en el barrio cordobés General Paz– publicó en 1971 Cordobeseando, que hoy es objeto de investigación académica. La doctora Magdalena Viramonte de Ávalo, de la Universidad Nacional de Córdoba, en su trabajo El español del centro (en El español de la Argentina y sus variedades regionales. Ed. Edicial, 2000), analiza un fragmento de Cordobeseando:

–Miacuerdo di una ve ques tábamo con 'Calavera e Gaio'… por comé una sándia que los había salido corazón amarío, atrá de l Oservatorio,… cuando sia llegó hasta nosotros y loj empezó comua olé un perro negro grandote. Vo sabí qu era de noche y ala sándia la hábiamo 'catitiau' de la quinta di un gringo que tenía un horno e lagrío y una vaca 'talquina' de la di ante, má lechera que Laitio. Gueno: en eso tábamo… Calavera e Gaio los miró a nosotros… ya hábiamo caído en lo que estaba pensando. Manyai vo?”

Viramonte de Ávalo señala: “Hay en este trozo una serie de rasgos una serie de rasgos que caracterizan muy bien el sociolecto bajo cordobés:

–aspiración y elisión de /s/ (loj, habíamo)

–conversión de hiato ea en diptongo –ia (mi acuerdo)

–cerrazón de -o final (comu)

–cerrazón de -e en -i (di ante, di un gringo)

–caída de -b en posición final de sílaba (oservatorio)

–caída de -d intervocálica (cara e Gaio)

–conversión de grupo act en ai y de eo en io (laitio), Lácteo”

Elisiones, conversiones y caídas de letras, que varían en diferentes grupos de hablantes, van modelando las frases. La informante A. descifra un repertorio oído al pasar: ¿No vaia vela vo? (“¿No vas a ir a verla, vos?”), Ve vo (“¿Ves vos?”), ¿Queloqué? (por “¿Qué es lo que es eso?”). Además de las letras que se caen hay, claro, vocales que se agregan, en el consabido “cantito” de la tonada característica (ver #cursodecordobes en @matzorama). La informante R., cordobesa radicada en Buenos Aires, admite con satisfacción que arrastra tanto las palabras que su novio suele decir que ella “levanta tierra cuando habla”.

La diseñadora de moda Lucía Castro (“La Lu”) descubrió que son muchos los cordobeses orgullosos de sus invenciones lingüísticas: el hit de su marca Mirá Cómo Camina  son las remeras con palabras y frases estampadas. Ya suma veinte inscripciones distintas, desde pritaiu hasta Qué culiau, y vende unas cien remeras al mes. Las favoritas: Según vosChomaso y Qué lo qué.

“La Lu” asegura que su stock de remeras estampadas crece al ritmo de una palabra por mes. El habla de los cordobeses da para eso y más, a juzgar por la riqueza histórica de las voces propias, sin contar con la inventiva renovada de la que hacen gala.

Para muestra, un glosario incompleto y arbitrario para saber queloqué:

cara'e. Empleado en apodos despectivos y/o festivos alusivos a rasgos físicos: Cara'e poioCara'e codoCara'e lampazo, etc. “Alguien vino en su ayuda: la mujer del herrero, una gringa más rústica que la verdolaga, y un mensual que los quería mucho: el cara d'empeine” (Juan Filloy, Los Ochoa, Interzona, 2003).

carteludo. adj. Que tiene buena reputación. Presumido. “Tiene buen corazón, pero es un carteludo” (Carteludo, canción de La Mona Jiménez).

chomaso. adj. Mediocre, de calidad inferior. “El cordobés no dice 'no me gusta', dice ta chomaso” (El Cordobés, canción de La Banda de Carlitos).

cordobesismo. Condición de cordobés. Giros y rasgos propios de los cordobeses. “Gran psicólogo, sabía que la mujer odia al respeto que se le tiene. Así, en sus tratos se desbocaba con un presunto cordobesismo erizado de palabrotas.” (Juan FilloyIroniké). ‖ Doctrina política identificada con la provincia. “De La Sota decretó el nacimiento del 'cordobesismo', un ismo que, de acuerdo a su mensaje, abarca a peronistas, radicales, socialistas y kirchneristas. No mencionó a los juecistas, en un clarísimo ninguneo” (Juan Manuel GonzálezDía a Día, 8/08/2011).

culiau. adj. De connotación y uso variable, como insulto, exclamación admirativa o interjección apelativa. “La Mole es un culiao, La Mole es un culiao y del mundo se ha adueñado” (Su palabra peculiar, canción).


fernando. Por juego paronomástico con el nombre propio Fernando, así se denomina a la bebida que se obtiene de la mezcla de fernet con gaseosa cola. “Antes de que se hiciera popular en todo el país, el fernet con coca ya era una bebida insigne en Córdoba, una pujante y distintiva provincia (…) donde se bebe el 30% del Fernando que toman los argentinos. Allí me junté con el humorista Cacho Buenaventura, oriundo de Cruz del Eje, el pueblo cordobés donde al parecer inventaron la mezcla”. (Daniel PardoBBC, 2017)


guaso. Sujeto innominado.

intituto. Por síncopa, Instituto (el club de fútbol Instituto Atlético Central Córdoba).

no, si vuá… Réplica irónica que pone en evidencia la redundancia de un comentario. “¿Estai esperando el ómnibus, varón?, pregunta un cordobés escuálido a otro, apoyado este resignadamente en el poste de una parada. No, si lo vuá a estar sosteniendo, pa que no se caiga, filosofa la respuesta, recogiendo como en un eco lejano un gag histórico de los hermanos Marx, en Una noche en Casablanca”. (Enrique Raab, Periodismo todo terreno, Sudamericana, 2015).

malondón. adj. Por parasíntesis (composición + derivación), se dice de aquel que tiene mala onda, actitud negativa. “¡Malondón! Ringo Starr les avisó a sus fans que no leerá ni contestará cartas, y tampoco firmará más autógrafos” (Cordoba.net, 15/10/2008).

noventa dos diez. Dícese del fernando preparado con las siguientes proporciones: noventa por ciento de coca, diez de fernet y dos hielos. Ver también setenta treinta.

ocote, dar. (Del quechua okkóti). Del español (vulgar) ocote –ano–. Dar asco, dar vergüenza o dar lástima. “¿Ya lo vieron a su servilleta dando ocote en el spot de verano 2018? En Córdoba se dice #VERANON?” (@matzorama en IG). ‖ Ocote, tener. Tener suerte.

papudo. adj. malson. coloq. Calificativo de connotación negativa. Tb. papazo.


pipicucú. Registrado en el Diccionario de Americanismos (RAE, 2010). Bonito, lindo. “La Mona Jiménez quedó pipicucú de la vista” (Cadena 3, 12 de junio de 2013).

pirata. Apodo del equipo de fútbol, la hinchada y el Club Atlético Belgrano de Córdoba. “Haber ganado el clásico cordobés (amistoso sólo para los de afuera) le inyectará al Pirata ese ánimo que tanto necesita para comenzar una dura temporada” (Hernando MadernaDiario Deportivo Olé, 22/07/2018).


pritiau. Por derivación de la marca comercial, se denomina así a la mezcla de vino con gaseosa Pritty. “Esta mezcla es bien de barrio, no es para los carteludos… Si no alcanza pa'l fernet, el pritiau sale seguro” (El pritiau, canción de El Negro Iván)

¡Qué abuso! Resemantización del español “abuso”, con connotación positiva.


setenta treinta. Dícese del fernando preparado con las siguientes proporciones: setenta por ciento de coca, treinta de fernet y tres hielos. Ver también noventa dos diez.

tallarín. Apodo del equipo de fútbol, la hinchada y el club Talleres de Córdoba. También, simplemente la T. “En el segundo período, Estudiantes buscó presionar más adelante a los Tallarines, máxime con los cambios que introdujo el ahora ex técnico Leandro Benítez luego del primer cuarto de hora…” (Infobae, 24/01/2019).


Agradecimientos: Leandro Olocco, Ángeles Zamblera y Rocío Revuelta

martes, 26 de marzo de 2019

¿Entenderán los visitantes extranjeros a los cordobeses?

Negrazón y Chaveta, íconos
 de la cultura popular cordobesa
El pasado 24 de marzo, Ivana Romero, enviada del diario Clarín para cubrir el Congreso de la Lengua, publicó la siguiente nota a propósito de la singular habla de Córdoba, según una investigación universitaria realizada zona por zona de esa provincia argentina.

“Más peligroso que cirujano con hipo”:
un atlas de las expresiones 
que inventaron los cordobeses

En Córdoba, el Fernet con Coca puede ser “Fernando”, “morocho”, “70/30” o “ferloncho”. Una persona que tiene boca grande es “jetona”, “trompuda”, “tiene boca de riñón” o es “trunchuda”. Si se destaca por el tamaño de su cabeza tendrá un “marote” o también “un galpón arriba”, “una piedra para trancar el mundo” o será reconocida como “cabeza de munición”. Un hombre lindo es un “papi”, un “potro” y además “ta bárbaro” y “ta rimbombante”. Una chica bonita es un “yeguazón”, un “camionazo” o “ta ricaza”.

En esta provincia hay grandes discusiones sobre si el bizcocho de grasa se llama así o “criollito” o “rasqueta”. Pobre de aquel que se haga una casa pretenciosa: “A cualquier rancho le ponen vidrios”, dirán los vecinos. Cuando las cosas en un pueblo están ordenadas, la gente suspira con satisfacción porque “cada chancho está en su estaca”. Claro que nunca falta el que anda por la vida “como bola sin manija”. O aquel que, preso de una gran excitación sexual, está “alzao como primer nieto”. Está el que mira de costado pero “ya quisiera el gato lamer el plato”. Y el problema surge cuando en un bonito acto regional aparece el loco de la zona, al que “le falta la línea de los cuatro”, como en un mal partido de fútbol. Ese sí que es “más peligroso que cirujano con hipo”.

El habla popular se construye como una compleja urdimbre donde se conjugan identidades, historias, paisajes. En ella también se adivinan las costumbres, el sentido del humor, la picardía, la observación tan afinada como corrosiva, la pertenencia a una geografía. Y si bien las distintas regiones comparten el uso de muchas frases y palabras, en otros casos cada una tiene su vocabulario propio y distintivo. Un grupo de docentes e investigadores de la Facultad de Lenguas de la Universidad Nacional de esta provincia puso todos estos elementos en el caldero y dio forma a una investigación sorprendente: “Las hablas de Córdoba: registro, conflicto y proyecciones”, que se acaba de presentar en el Festival de la Palabra, días antes del Congreso de la Lengua.

“Esto venía siendo un sueño de una colega que trabajó en dialectología latinoamericana, María Teresa Toniolo. Ella tenía como objetivo hacer un atlas etnolingüístico de toda la provincia de Córdoba y sin ese enorme antecedente, el proyecto actual no hubiese sido posible”, contó María Cristina Dalmagro, directora general de Las hablas en Córdoba, que llevó adelante el Centro de Investigación de la Facultad de Lengua que también ella dirige.

En 2017, el Ministerio de Ciencia y Tecnología de la provincia realizó una convocatoria que permitió realizar este ambicioso trabajo a lo largo de un año. Más de cincuenta investigadores recorrieron cerca de 2500 kilómetros para indagar sobre los modos de hablar, las pronunciaciones, el léxico, el uso de los tiempos verbales y de los refranes en seis poblaciones seleccionadas: Cura Brochero, Villa del Rosario, Villa Tulumba, Córdoba capital, Huinca Renancó y Marcos Juárez.

“Seleccionamos cada lugar en función de obtener una muestra representativa de la diversidad. Por ejemplo, Huinca Renancó está atravesada por la colonización española llegada a fines siglo XVIIII pero Villa Tulumba conserva mucho vínculo con los pueblos originarios de la zona. Marcos Juárez tiene mayor cercanía a la inmigración italiana y por eso su tonada es diferente a la de Cura Brochero, cuya tonada es ‘del esdrújulo’ por el modo de acentuación”, enumeró Dalmagro.

En cada lugar hubo conversaciones con los intendentes, las escuelas, las bibliotecas y distintas organizaciones barriales que ayudaran a encontrar 12 personas (en Córdoba capital fueron más por la concentración demográfica) de cada localidad. Así se formó un grupo de 96 “informantes” (ese es el nombre que se les da en investigaciones antropológicas), de distintas edades, género y escolarización para que, a partir de sus vivencias, pudieran proporcionar historias de vida, recuerdos, datos de comidas, hierbas aromáticas y detalles propios de cada zona.

“Se videograbaron cerca de ochenta horas de entrevistas. Como resultado, recogimos más de un millón de palabras que son un reservorio enorme para próximas investigaciones”, agregó Dalmagro.

Los datos de la investigación se dieron a conocer en las jornadas Café Científico y también, en un domo ubicado en avenida Vélez Sarsfield, frente al shopping Patio Olmos, donde se despliegan juegos interactivos, que se pueden visitar hasta el 30 de marzo, de 12 a 20.

En la recorrida del domo, la gente puede contribuir a la construcción colectiva de un diccionario específicamente cordobés. ¿De qué manera? Ayudando a definir un glosario de 300 palabras ya seleccionadas. También puede jugar armando refranes desordenados y dichos populares. Este recorrido delicioso incluye frases como “defenderse como gato panza arriba”, “tragarse el sapo” o “tirar la chancleta”. También se propone asociar distintos términos que ofician de sinónimos. Un ejemplo bien cordobés: “mate cocido” y “yerbeado”. Además la carpa tiene un microcine donde se proyectan las entrevistas al centenar de vecinos de que formaron parte de la investigación.

Otra buena noticia es que se puede acceder a toda esta información a través de una página web: lashablasdecordoba.lenguas.unc.edu.ar. También hay una página en Facebook y la semana próxima será posible descargar en los celulares una aplicación que sintetiza las líneas más importantes de la investigación.

La música propia del habla en cada una de las regiones
Para llegar a construir este mapa del habla, los investigadores hablaron con la gente de seis localidades y los invitaron a describir diversas expresiones que los consultados usan y escuchan en situaciones de confianza, por ejemplo cuando conversan entre familiares o amigos.

En Cura Brochero, dos de las palabras más usadas son “apencarse” (es decir, aferrarse a algo o a alguien) y “echar moco” (o sea, mandarse una macana). Otra singularidad es que ahí se usa el diminutivo como forma de crítica. Así, por ejemplo, es posible decir “Conocí a la novia de Pablo. Es lindita pero antipática”. Las historias de la región se hacen presentes en sus fraseologías.

“Cuando canta el río Suncho, vaquita que encuentra a mano no vuelve más”, hace referencia a una gran crecida de este río que se llevó hasta las vacas.

En Marcos Juárez es muy popular “Más perdido que Chechi en la soja”. Chechi fue un personaje real de la zona que se perdió en un campo de soja y fue encontrado muerto durante una cosecha. En Villa del Rosario una persona ociosa está “más al cuete que teta de mula” porque, se sabe, la mula suele ser estéril. En Villa de Tulumba al queso con dulce le dicen “postre de los camioneros” y en Huinca Renancó, “postre de milico”.

En Córdoba capital se toma mucho “vino con pritty”. También es muy habitual la exageración “malondón”, cuando algo es demasiado malo o “chetazo” para alguien de clase muy alta. Además abunda el poco elegante pero sonoro “culiau” como manera informal de referirse a alguien.

lunes, 25 de marzo de 2019

El otro congreso de la lengua

Como señala la volanta del artículo publicado por Silvina Friera en el diario Página 12 del 22 de marzo pasado, “el martes (o sea, mañana) empieza un encuentro alternativo al Congreso de la Lengua”. Se realiza también en Córdoba, convocado por la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) junto al colectivo de artistas “Malas lenguas”.

Un espacio para abrir el debate y la crítica

 La heterogeneidad del español peligra cuando determinados Estados o instituciones, como el Instituto Cervantes y la Real Academia Española (RAE), “buscan entronizar una lengua (o variedad de lengua) con un estatus simbólico superior, política que genera la creencia naturalizada en su superioridad (o carácter hegemónico), y cuyo efecto inmediato es el desplazamiento de otras lenguas y variedades al nivel de lo dependiente, lo ilegítimo, lo desautorizado”, se lee en el Manifiesto del I Encuentro Internacional: Derechos Lingüísticos como Derechos Humanos, organizado por la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) junto al colectivo de artistas “Malas lenguas”, que abre el debate a la par que se posiciona como un espacio crítico y de disidencia al VIII Congreso Internacional de la Lengua Española (CILE). La apertura de este primer Encuentro será el próximo martes 26, en el pabellón Venezuela de la Ciudad Universitaria, con Juan Pablo Abratte, decano de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la UNC, una conferencia de la doctora en Lingüística Elvira Narvaja de Arnoux (Universidad de Buenos Aires); y un homenaje a Osvaldo Bayer, en el que participarán María Teresa Andrueto, Flavia Dezzutto y Diego Tatián.

El I Encuentro Internacional: Derechos Lingüísticos como Derechos Humanos, en el que también estarán Daniel Link, Horacio González, María Moreno, Mempo Giardinelli, Graciela Bialet, Florencia Garramuño, Américo Cristófalo y Liliana Herrero, entre otros,  propone “una reflexión y una práctica que registren la heterogeneidad, las tensiones, los conflictos, los sometimientos de lenguas y formas de hablar disidentes o minoritarias, y a la vez invita a un desborde inventivo de la manera en la que hablamos mayoritariamente”, cuenta el filósofo Diego Tatián a PáginaI12. “El cuidado del castellano no es ortodoxia ni purismo sino un diálogo con la tradición que libera la imaginación y las prácticas de los vivientes que hablamos en esa lengua. Como dice el Manifiesto del Encuentro, se asume un posicionamiento contra toda celebración del multilingüismo y el multiculturalismo que obture la comprensión de las violencias y las desigualdades que están en su base; contra una celebración de la alteridad funcionalizada a mecanismos que en realidad afectan derechos y empobrecen los mundos lingüísticos”, agrega el autor de La cautela del salvaje, La conjura de los justos y Lo impropio, entre otros libros.

–Este año es el año internacional de las lenguas indígenas. ¿Qué espacio ocuparán estas lenguas en el debate? 
–Efectivamente, las lenguas originarias están en el centro de la discusión que propone el Encuentro; también el lenguaje de los sordos, las lenguas contaminadas de los migrantes, para pensar y promover formas efectivas de bilingüismo y generar una hospitalidad universitaria a las diversas estrategias de resistencia indígena contra la glotofagia y los genocidios lingüísticos. Fueron invitados especialmente  representantes de esas comunidades para pensar en interlocución viva, cultural y política, el destino de lenguas como el guaraní, el quechua, el mapudungún, el wichí. 

–¿Cómo impacta la revolución de las mujeres en la lengua? ¿Hasta qué punto el lenguaje inclusivo llegó para quedarse o es una moda pasajera?
–Las intervenciones contra el sexismo de la lengua –oral y escrita– condenadas por la RAE han producido sin duda una contribución muy importante, un estado de reflexión y de discusión imprescindible. Pero su destino, en mi opinión, es aún incierto. No disponemos –no enteramente, al menos– del modo en el que las lenguas habrán de transformarse, y nunca podemos estar seguros de cuáles revoluciones persistirán en el porvenir y cuáles caerán en el desvanecimiento. Sin embargo, el castellano actualmente “salido de quicio” es afectado por luchas políticas concretas que, lejos de cerrarlo, lo abre y produce pensamiento.

–Hay un discurso aparentemente “democrático” y “plural” de las instituciones de la lengua que organizan el CILE, como el Instituto Cervantes y la RAE. Sin embargo, la impresión es que la proclamada pluralidad no tiene sustento material y concreto en las normas lingüísticas de una lengua que sigue siendo “gobernada” como si España fuera un imperio. ¿Qué consecuencias tienen estos discursos de corrección política que no se verifican en las políticas lingüísticas?
–El centralismo español en la decisión de la normativa y las políticas de la lengua castellana es muy grande y afectado de una cierta obsolescencia. La perspectiva no es “democrática” ni “pluralista” sino globalizadora: una lengua para el mercado regulada de manera monárquica. Puede reconocerse una clara política lingüística por parte de la Corona Española, la RAE y el Instituto Cervantes que, junto a empresas multinacionales de capitales españoles –Banco Santander, Telefónica, Iberia, BBVA, Repsol, RTV, Agencia EFE, CNN en español–, promueven la ampliación del capital simbólico del español académico y mediático, comola horrible pretensión de un “castellano neutro” como facilidad comunicativa. Eso no está exento de violencia en la vida lingüística del mundo hablante en castellano ni ajeno a un aprovechamiento de la lengua como oportunidad de negocios: la propagación de institutos de enseñanza de la lengua española, con su amplio mercado editorial y venta de títulos habilitantes por parte de una institución monopólica como el Instituto Cervantes. Los países de América latina debemos intervenir en la discusión de cómo el castellano es enseñado en todo el mundo, por ejemplo a través de la creación de institutos latinoamericanos de enseñanza del castellano.

–¿Qué tensiones y conflictos plantea la enorme diversidad en el habla de los países de América latina?
–En América latina habita el 90 por ciento de los hablantes del castellano, un total de casi 500 millones de personas. La saludable insubordinación de la “marca” España que es necesario producir debe evitar caer en una cultura del resentimiento, y activar en cambio una potencia cultural inventiva política y culturalmente, capaz de contribuir a una diversidad real, conflictiva, no chauvinista, capaz de pensar el mundo de otro modo. La enorme riqueza de lenguas que atesora América latina establece una encrucijada de invención y memoria que aloja una promesa para la humanidad: una promesa de descolonización idiomática, impulsora de un habla diversa, originaria, experimental, inventiva, disidente, vital, popular, poética y política. Una promesa capaz de recuperarla de las finanzas trasnacionales, de las corporaciones comunicativas, de la destrucción cultural macrista, del capitalismo cognitivo, del neoliberalismo académico, de los mandarinatos, de las realezas.

viernes, 22 de marzo de 2019

"¡Andá a freír mondongo!"

El pasado 19 de marzo, Débora Campos publicó en el diario Clarín el siguiente artículo. La utilización de muchas de las palabras y frases que constan en él pueden llegar a ser un dolor de cabeza no sólo para traductores, sino también para lectores extranjeros.

Quince frases que escuchabas
 en la infancia y que los chicos de hoy no entienden

Si algo salía bien o la persona se sentía contenta, te decían que estaba un kilo y dos pancitos. Cuando algo causaba gracia, era ¡un plato! Si se disparaba un conflicto, ¡se armó la Gorda! Y las madres avisaban del frío con el clásico: "¡Hace un tornillo!"Las frases que acompañaron las infancias de los años 70 y 80 hoy no tienen sentido porque el lenguaje evoluciona de la mano de modas, de la tecnología, y de la juventud. Dos expertos analizan la vida útil de aquellas expresiones que todos decían y explican por qué desaparecen.

“Uno recibe de su comunidad lingüística o de varias y habla en ellas. Tenemos una capacidad de adquirir lo que nuestra comunidad habla. Esto no quiere decir que no podamos ser creadores, pero somos creadores desde lo que ya está”, puntualiza Alejandro Raiter, profesor titular de Sociolingüística en la facultad de Filosofía y Letras de la UBA, en un correo a Clarín.

El académico, que forma parte de un equipo de especialistas que buscan desentrañar los secretos del uso que hacemos del idioma, explica que los hablantes no son todos iguales “en el sentido de la influencia: por ejemplo, los medios o aquellos lugares de saber, de poder o de prestigio. Así se impone, por ejemplo CEO para hablar de patrón, gerente o mandamás”, pone por caso. De este modo, “el dialecto o las formas lingüísticas propias de una comunidad son conformadas por los hablantes. La variación y el cambio lingüístico son permanentes, mal que le pese a la RAE o la Academia Argentina de la Lengua o lo que sea”, agrega.

Del mismo modo, aquello de ¡me caigo y me levanto! como sinónimo de sorpresa y desazón salió del libro de Julio Cortázar La vuelta al día en ochenta mundos.

Por su parte, gastar algo ¡a rolete!, es decir, demasiado, dicen que viene del francés roullette que viene de rueda recuperando la imagen de algo que gira y gira sin fin.

Rollinga no es wachiturro
La semióloga Claudia López Barros es docente e investigadora en la UBA y dice sobre estas frases de ayer pero no de siempre: “Cuando los individuos hablamos ponemos en juego las competencias culturales que cada quien posee. Esas competencias son variables de acuerdo a la formación, la región en que se vive, el estilo al que se adscribe y el estilo de época. No existe un habla homogénea, no habla igual un santiagueño que un rosarino, ni un rollinga que un hipster o un wachiturro.

López Barros se desempeña, además, en el ámbito de la consultoría comunicacional en opinión pública y opina por correo a Clarín que no existe el lenguaje sin adornos: “No podemos escapar de las figuras retóricas que utilizamos cada día, como metáforas, metonimias, hipérbole (exageración) y otras. El éxito de ciertas frases o palabras, quizás, puede vincularse con un "efecto de verdad" que rompe con el verosímil, con el estereotipo”, explica.

Un kilo y dos pancitos, en un periquete
Lo de “un kilo y dos pancitos” viene del tiempo en el cualquier familia compraba a diario un kilo de pan, de manera que esos “dos pancitos” eran un plus, algo que hablaba de una mejora.

Por otro lado, hacer algo “en un periquete”, según un antiguo documento de la Real Academia Española, viene de repiquete, ese sonido rápido e intenso de las campanitas por ejemplo.

De tal manera, que si no sale en un periquete, bien se puede decir al demorado: "¡Andá a freír mondongo!", que aunque no sea un insulto, tiene toda la intención de mandar a esa persona a... bueno, usted ya sabe.

A la especialista en análisis del discurso López Barros, le parece que algunas de esas palabras o frases muestran una faceta lúdica “que puede reforzarse en la reiteración y que hay un cierto goce en su uso”, dice. Y anota: “Algunas de ellas son más globales, como los universales de aprobación y desaprobación, que tenemos en el uso diario de las redes sociales”.

Y hablando de redes sociales, el académico Alejandro Raiter aporta un dato relevante: El grupo innovador más importante en la Argentina es el que forman los jóvenes de entre 15 y 22 años. Luego, le sigue el universo vinculado a la computación y las tecnologías: te lo uasapeomensajeome clavás el vistodale print bolú”, ejemplifica.

Monzón, pipí cucú
Para hablar algo refinado se decía que era pipí cucú y la historia de esta expresión no tiene desperdicio: eran los primeros años 70 y el campeón mundial de box Carlos Monzón recibía homenajes por todas partes. Uno de sus celebradores fue el alcalde de París Valery Giscard d´Estaing que con los años sería presidente de Francia. El mandatario galo tenía preparada otra plaqueta para saludar al púgil argentino y el representante de Monzón, Tito Lectoure, le había pedido que simplemente dijera "muchas gracias" en francés: "merci beaucoup" (pronunciado  mergsí bocú). Según publicó Clarín hace tres años, el periodista Ernesto Cherquis Bialo recordaba que Monzón, aterrorizado por tener que hablar un idioma que desconocía, hizo su mejor esfuerzo pero el agradecimiento pasó de "merci beaucoup" a "pipí cucú". "El galicismo acriollado a las trompadas no le pasó inadvertido al actor Alberto Olmedo, que comenzó a calificar de pipí cucú a personas, objetos o situaciones dignos de elogio", decía el periodista.

–¿Por qué aparecen frases nuevas todo el tiempo, Raiter?
–En general, porque una forma lingüística previa ya no expresa lo que expresaba. Lo que marcan los diccionarios sobre el uso real y el figurado es una boludez. En una comunidad, la distinción literal-figurado no existe, es un problema de los lingüistas. La forma actual ponele varió junto con la forma supongamosdale que sí y otras. Cuando estas dejan de expresar ese significado de "esto no es cierto o no lo acepto pero igual sigo argumentando o exponiendo", aparece otra que recupera esos significados perdidos.
Se armó la Gorda y no quieren más Lola

Cuando alguien “no quiere más Lola”, abandona y ese irse puede ser en sentido figurado o literal: morirse. La frase toma el nombre de una galleta sin sal creada por la empresa Bagley en 1875 que formaba parte de la dieta hospitalaria en aquellos inicios del siglo XX, de manera que alguien que se moría, “no quiere más Lola”. En cambio, si ¡se armó la Gorda! hay flor de lío y la expresión viene de la Revolución Española de 1868 en Sevilla, en contra del Reinado de Isabel II, con el fin de instaurar una república. La revuelta fue conocida como “La gorda”.

Si fueron tan útiles y expresivas hace años, ¿por qué desaparecieron? López Barros tiene una hipótesis y la comparte con Clarín: “Una de las razones de la vigencia o la muerte de algunas frases tiene que ver con las maneras de pensar que van variando en el tiempo y aquellas que se mantienen. También hay expresiones que provienen de los medios, que son retomadas en el lenguaje coloquial, que hoy transitan una y mil veces las distintas redes sociales. 

En ese mismo sentido, el profesor Raiter trae un caso actual: el boludo. “Como el uso del vos se ha extendido frente al usted, ¿cómo marcamos la familiaridad? En general, con el boluda/boludo. Hace cuarenta años, podía ser un insulto, pero ahora es un vocativo para indicar confianza”.

El académico rescata de su infancia las frases el buey solo bien se lame (cuando una mina te dejaba), a papá mono con bananas de plástico (cuando querían engañarte)” y deja una invitación: “Leete ahora Rayuela, publicada en los 60, como ejemplo del español de Buenos Aires y contáme...”.

Por su parte, López Barros confiesa que no se acuerda demasiadas “tal vez porque cuando las digo en casa, me las perdonan...”, pero consultó con sus hijos adolescentes y estas dos no las acertaron: Chau Pinela ¡a la marosca! Mientras tanto, ustedes lector y lectora, repasen la lista con las nuevas generaciones y, si no lo entienden, no “armen ningún Tole Tole".