sábado, 30 de julio de 2016

En una emulación de la época de oro del rector Oscar Shuberoff, el rector Alberto Barbieri (contador público que tiene una maestría de la Escuela Europea de Negocios de Madrid) y los firmantes que abrobaron el pacto entre la UBA, el Instituto Cervantes y Telefónica de España siguen sin dar la cara ante la opinión pública

El éxito de la convocatoria para repudiar el convenio que le otorga valor universal al Servicio Internacional de Evaluación de la Lengua Española, propuesto por el Instituto Cervantes y un consorcio de universidades de España y Latinoamérica, demuestra que la movilización de la comunidad intelectual de la lengua castellana está lejos de haberse agotado. Esta semana, la catorce desde que empezamos, actualizamos la lista de firmantes ya que,  diariamente siguen llegando adhesiones de todo el espectro de la lengua. Por lo tanto, seguirá abierta la recolección de firmas de todos aquéllos interesados en dejar sentado en este blog su repudio ante un pacto realizado de espaldas a la sociedad.

Como ya se ha explicado, no sólo han firmado la nota que se reproduce a continuación escritores, traductores, correctores, editores, intelectuales en general (historiadores, sociólogos, antropólogos, arqueólogos y periodistas, además de directores teatrales y actores), sino también un gran número de profesores de Literatura Española e Hispanoamericana, lingüistas, filólogos y lexicógrafos, que desempeñan sus tareas en  universidades argentinas y extranjeras. Acaso ellos están mejor capacitados para entender el problema que los contadores, veterinarios y dentistas que votaron positivamente el acuerdo en una sesión del Consejo Superior de la UBA…  quince días posterior al anuncio oficial del Instituto Cervantes en el Congreso de la Lengua de Puerto Rico.

Durante los próximos dos días la solicitada y la lista volverán a estarán disponibles en esta entrada para quien desee consultaras y, eventualmente, sumarse. Para hacerlo sólo tiene que enviar un mail a clubdetraductoresliterarios@gmail.com


Solicitada

Los abajo firmantes, escritores, intelectuales, docentes, investigadores y artistas del universo de la lengua castellana, queremos manifestar nuestro absoluto repudio al Memorándum de Entendimiento, un conjunto breve de artículos, con el cual la UBA se integra al convenio firmado entre el Instituto Cervantes, la Universidad Nacional Autónoma de México y la Universidad de Salamanca, que pretende otorgarle al Servicio Internacional de Evaluación de la Lengua Española (SIELE) valor universal y hegemónico. Consideramos que se trata de  una grave intromisión en la independencia lingüística de Latinoamérica, así como de un perjuicio a los intereses políticos y comerciales de la región.


A
Martín Abadía, Enrique O. Abeya-Gilardon, Gabriela Adamo, Lucas Adur, Silvia Aguilera (Chile), Claudia Aguirre, Osvaldo Aguirre, Laura Alcoba (Francia), Diego Alfaro Palma (Chile), Fernando Alfón, Javier Almeida, Mariano Altamirano, Matías Allende Contador (Chile), Adriana Amante, Susana Anaine, Jotaele Andrade, Maria Teresa Andruetto, Daniela Ansa, Angelika Antonio Rubin, María Amelia Arancet Ruda, Graciela Aráoz, Fernanda Aren, Teresa Arijón, Elvira Arnoux, Alessio F. Arredondo,  Adriana Astutti, Alejandra Atadía, Jorge Aulicino, Márgara N. Averbach,
B
Claudia Bacci, Cecilia Bajour, Miguel Balaguer, Alejandro Balazote,  Florencia Baranger-Bedel, Pablo Bardauil, Julina Barembuem (Francia), Ian Barnett, Carolina Bartalini, Alcira Bas, Carlos Battilana, Matías Battiston, Gustavo Beade, Eric Beaumatin (Francia), Roberto Bein, Natalia Belenguer, Sonia Bello, Bárbara Belloc, Asher Benatar, Laura Benítez, Julia Benseñor, Daniela Bentancur, Diego Bentivegna, Gladys Berisso, Angel Berlanga, Emilio Bernini, Eduardo Berti, Concepción Bertone, Pablo Betesh, María de los Ángeles Bianchi, Ana Lia Biderman, Sonia Bierbrauer, Mónica Billoni, César Bisso, Andrea Bohrn, Elisa Boland, Karina Bonifatti, Piedad Bonnet (Colombia), Juan Bonilla (España), María Angélica Bonilla, Manuel Borrás (España), Claudia Borzi, Pablo Braun, Matías Bruera
C
Marcelo José Cabarcas Ortega (Colombia), Gabriela Cabezón Cámara, Rubén Faustino Cabrera, Susana Cabuchi, Javier Calvo, Silvia Camerotto, Silvana Campanini, Magdalena Cámpora, Marco Antonio Campos (México), Sibila Camps, Martín Caparrós, Anália Capdevila, Pablo Caramelo, Marina Cardelli, Sandra Carli, Penélope Cartelet, Fabián Casas, Fernanda Castelano Rodrigues (Brasil), Alejandro Castro, Nora Catelli, Maite Celada (Brasil), Rocío Cerón (México), Valeria Cervero, Sergio Chejfec, Matías Chiappe (Japón), Ricardo Chiesa, Micaela Chirif (Perú), Luis Chitarroni, Federico Ciamberlini, Ángela Ciocca, Oliverio Coelho, Marcelo Cohen, Sara Cohen, Andrea Cofán, Javier Cófreces, Vanina Colagiovanni, Nicolás Coletto, María del Carmen Colombo, Gabriela Comte, Oscar Conde, Carlos Roberto Conde Romero (México) Estela Consigli, Jorge Consiglio, Sandra Contreras, Lucila Cordone, Luciana Cordo Russo, Juan David Correa (Colombia), Sylvia Costa, Flor Cresta, Américo Cristófalo, Claudio Crivelli, Marcela Croce, Adriana Cristina Crolla, Esther Cross, Anna Crowe (Escocia),
D
Julián D'Alessandro, Paola D’Angelo, Guillermo David, Juan José Delaney, Silvia Delfino, Pablo De Santis, Juan de Sola (España), Valentín Díaz, Mariana Di Cío (Francia), Ariel Dilon, María Teresa D'Meza (Cuba), Mariana Dimópulos, María di Stefano, Ignacio Di Tulio, Ángela Lucía Di Tullio, Leonora Djament, Jordi Doce (España), Nora Domínguez Rubio, Leandro Donoso, Elsa Drucaroff,
E
Víctor Ego Ducrot, Andrés Ehrenhaus, Laszlo Elderyi (Uruguay), Neide Elias (Brasil),Verónica Engler, Carolina Esses, Juan José Estévez,
F
Geneviève Fabry (Bélgica), Sylvia Falchuk, Ángel Faretta, Adriana Fernández, Nancy Fernández, Zulema Fernández, Álvaro Fernández Bravo, Inés Fernández Moreno, Martina Fernández Polcuch, Gustavo Fernández Walker, Alex Ferrara, Horacio Fiebelkorn, Tamara Figueroa, Judith Filc (Estados Unidos), Diego Fischerman, Graciela Foglia (Brasil), Laura Fólica, Jorge Fondebrider, Diego Forte, Ana Franco (México), Daniel Freidemberg, Silvina Friera, Leonardo Funes, Alejandra Furfaro,
G
Pablo Gaiano, Carlos Gamerro, Lélia Gándara, Flavia García (Canadá), Inés García Botana, Antonia García Castro, Gabriela García Cedro,Emilio García Wehbi, Marietta Gargatagli, Inés Garland, Florencia Garramuño, Miguel Gaya, Jorge Geffner,  Francisco Gelman Constantin, Nicolás Gelormini, Alicia Genovese, Analía Gerbaudo, Mabel Giammatteo, Pablo Gianera, Federico Gianotti, Daniel Gigena, Sol Gil, Abel Gilbert, Paula Giménez Zapiola, Gabriel Giorgi, Mónica Girón, Marisa Godoy, Graciela Goldchluk, Víctor Goldstein, Alejandro González, Betina González, Horacio González, Jonio González, Rafael Goñi, Inés Grimland, Ezequiel Grimson, Lucía Grodsinsky, Roberto Guareschi, Leila Guerriero, Richard Gwyn (Gales),
H
Fabián Haim, Claudia Hartfiel, Liliana Hayat, Liliana Heer, Itziar Hernández (España), Patricia Hernández, Frida Herz, Alejandro Horowicz, Luis Francisco Houlin Dintrans,
I
Carla Imbrogno, Pablo Imen, Pablo Ingberg, José Insúa, Fabián Osvaldo Iriarte, Pola Iriarte (Chile), Jorge Isaías,
J
David Jacobson, Natalia Jakubecki, Alexandra Jamieson Barreiro, Darío Jaramillo Agudelo (Colombia), Noé Jitrik, Silvia Jurovietzky,Mario Jursich (Colombia),  
K
Tamara Kamenszain, Laura Kaplan, Alejandra Patricia Karamanian,Alejandro Kaufman, Sergio Kiernan, Guillermo Korn, Laura Malena Kornfeld, Eduardo Kragelund, Christian Kupchik,
L
Juan Manuel Lacalle, Mónica Lago, Patricia Lálage del Vall, María Lanese, Gabriela Lapalma, Alicia Laplace, Alejandra Laurencich, Daniela Lauria, Denise León, Mara Faye Lethem (Estados Unidos),  Mauro Libertella, Daniel Link, Jorge Locane (Alemania), María Rosa Lojo, María Pía López, Eugenio López Arriazu, Carlos López Beltrán (México), Pura López Colomé (México), María López García, Ana María Lorandi, Diego Lorenzo, Carolina Lozada (Venezuela), Gabriel Lozano, Marcela Lucero,
M
Ariel Magnus, Silvia Maldonado, Héctor Manni, Elena Marengo, Lucas Margarit, María Moreno, Daniel Martínez, Uriel Martínez Venegas (México), Claudia Masín, Carlos Masotta, Cecilia Mata, Mirtha Paula Mazzocchi, Víctor Manuel Mendiola (México), Ricardo Mendoza Rademacher (Chile), Andrea Menegotto, Tununa Mercado, Mercedes Merino, Silvana Meta, Eduardo Milán (Uruguay), Ignacio Miret, Javier Mocarquer (Estados Unidos), Cristian Molina, Rodrigo Molina-Zavalía, Sylvia Molloy, Fabián Mónaco, Rafael Mondragón (México), Mario Montalbetti (Perú), Graciela Montaldo, René Montero Montano (México), Miguel Ángel Montezanti, Fabio Morábito (México), Yolanda Morató (España), Juan Carlos Moreno Cabrera (España), Graciela Morgade, Julieta Mortati, José Luis Moure, Debi Mundani, Hugo Murno,
N
Adelaide Navarret, Juana Nicolaou, Gustavo Nielsen, Michel Nieva, Valentina Noblia, Alejandro de Nuñez,
O
Julieta Obedman, Alejandra Obermeier, Elena Luján Odriozola, Ana Ojeda, Leonardo Oksman, Sebastián Olaso, Alejandro Olazabal, Lucrecia Orensanz (México), Diana M. Ortega, María Gabriela Ortiz, Pablo Ortiz (Estados Unidos), Alexandra Ortiz Wallner (Alemania), Elsa Osorio, Araceli Otamendi, Sonia Otamendi, Rafael Felipe Oteriño,
P
Cecilia Palmeiro, Lucas Panaia, Tamara Padrón Abreu, Aldo Parfeniuk, Sandra Pasquini, Hilda Paz, Ingrid Pelicori, Diego Peller, Marina Inés Pepe, Claudia Pérez, Cecilia Pérez de Micou, Paula Pérez Alonso, Graciela Perosio, Lucas Petersen, Miguel Ángel Petrecca, Maria Pibernus, Gabriela Clara Pignataro, Claudia Piñeiro, Nancy Viviana Piñeiro, Silvina Poch, Judith Podlubne, José Maria Poirier, Antonio José Ponte (Cuba/España), Ángela Pradelli, Ana Pruis, Agnieszka Julia Ptak,  Mercedes Pujalte, María Lucía Puppo,
R
Alejandro Raiter, María Laura Ramos, Olga Regueira, María Cristina Renard, Jorge Revsin, Alicia Silvia Rey, Esteban Javier Rico, Cynthia Rimsky (Chile), Armando Roa Vial (Chile), Victoria Rodríguez Lacrouts, Waldo Rojas (Chile), Mariana Romo Carmona (Estados Unidos), Gonzalo Roncedo, Hernán Ronsino, Mirta Rosenberg, Silvia Rotemberg, Fernando Rouaux, Cora Rozwadower-Grätzer (Francia), Julio Patricio Rovelli López, Mario Rucavado Rojas, Natalia Ruhl, Facundo Ruiz, Pablo Martín Ruiz (Estados Unidos), Ricardo Ruiz,
S
Guillermo Saavedra, Julia Sabena, Lori Saint-Martin (Canadá), Ina Salazar (Perú/Francia), Alejandro Schmidt, Scott Sadowsky (Chile), Elisa Salzmann, Daniel Samoilovich, Beatriz Sarlo, Vivian Scheinsohn, María Jimena Schere, Gabriela Schon, Federico Schuster, Francisco Segovia (México), Gabriel Seisdedos, Gabriel Senanes, Silvia Senz Bueno (España), Jessica Sequeira (Estados Unidos), Matías Serra Bradford, Marina Serrano, Pedro Serrano (México), Nora Sforza, Lorna Shaugnessy (Irlanda), Ana María Shua, Luciana Sierra, Alberto Silva Castro, Gastón Sironi, Paulo Slachevsky (Chile), Perla Sneh, Ricardo Soca, Ada Solari, Margarita Solli, Marcial Souto, Mikel Soto Nolasco(País Vasco), Rafael Spregelburd, Eduardo Stupía, Julieta Sueldo Boedo (Brasil), Jorgelina Sureda, Maristella Svampa, Mariano Sverdloff, Santiago Sylvester, Alberto Szpunberg,
T
Sergio Tanoni, Carles Tàvec, María Tellechea, Federico E. Testoni, Diana Theocharidis, María Emilia Tijoux, Mario Tomé, Sandra Toro, Jorge Torres Zavaleta, Diego Trelles Paz (Perú),
U
Lidia Unger, Pablo Usabiaga, Teresa Usandivaras, Alejandra Uslenghi (Estados Unidos), Leandro Uteda,
V
Luisa Valenzuela, Gustavo Valle (Venezuela), María Esther Vázquez, Graciana Vázquez Villanueva, Diana Vega, Ana Vellegal, Luciana Velloso, Santiago Venturini, Carmen Verlichak, Pedro Ignacio Vicuña (Chile), Gabriela Villalba, Claudio Villarreal, Silvia Villegas, Juan Villoro (México), Elena Vinelli, Marcela Visconti, Miguel Vitagliano, Martín Vitton,
W
Miguel Wald, David Wapner, Gerardo Wehinger, Astrid Wenzel, Guadalupe Wernicke,Laura Wittner, Marcela Woods,
Y
Débora Yánover
Z
Horacio Zabaljáuregui, Enrique Zattara Hernández, Amelia Zerrillo, Pablo Zdrojewski, Katharina Zinsmeister, Verónica Zondek (Chile), Julia Zullo, Patricio Zunini.


Universidades e instituciones educativas a las que pertenecen los firmantes

Universidad Católica Argentina (Argentina)
Universidad de Belgrano (Argentina)
Universidad de Buenos Aires (Argentina)
Universidad de San Andrés (Argentina)
Universidad del Salvador (Argentina)
Universidad Nacional Arturo Jauretche (Argentina)
Universidad Nacional de La Plata
Universidad Nacional de Lanús
Universidad Nacional de Mar del Plata
Universidad Nacional de Rosario (Argentina)
Universidad Nacional de San Luis (Argentina)
Universidad Nacional de Tres de Febrero (Argentina)
ENSLV "Sofía E. Broquen de Spangenberg" (Argentina)
IES en Lenguas Vivas "Juan Ramón Fernández" (Argentina)
Instituto Superior de Formación Docente 3 (San Martín de los Andes, Argentina)
Instituto Superior de Profesorado n.° 8 "Alte. Guillermo Brown" (Santa Fe, Argentina).
Universidad Federal de São Paulo (Brasil)
Universidad Católica de Chile (Chile)
Universidad de Chile (Chile)
Universidad Jorge Tadeo Lozano, sede Caribe. Cartagena (Colombia)
UNAM (México)
Universidad de la República (Uruguay)
New York University (Estados Unidos)
Providence College (Estados Unidos)
UC Davis (Estados Unidos)
Tufts University (Estados Unidos)
Ministère de l'Immigration, de la Diversité et de l'Inclusion de Québec (Canadá)
Université du Québec á Montreal (Canadá)
Humboldt-Universität zu Berlin (Alemania)
Universidad Libre de Berlín (Alemania)
Universidad Autónoma de Madrid (España)
Universitat Pompeu Fabra (Barcelona / España)
Université de Caen-Normandie (Francia)
Université de Lille 3 (Francia)
Université Sorbonne Nouvelle Paris III (Francia)
Université Catholique de Louvain (Bélgica)
Tokyo University (Japón)

Adhesiones Institucionales

Centro PEN Argentina
Fundación Victoria Ocampo
Programa de Estudios Latinoamericanos Contemporáneos y Comparados
Diccionario Latinoamericano de la Lengua Española(http://untref.edu.ar/diccionario/)
Archivos del Sur

viernes, 29 de julio de 2016

" Darse a conocer, instalar su nombre, su catálogo"


El martes 19 de julio pasado, La Gaceta de Tucumán, de Argentina, publicó sin firma la siguiente entrevista con Damián Tabarovsky, editor de Mardulce. En ella habla de las pequeñas editoriales que nacieron después de la crisis de 2001.



“La gran novedad son las editoriales independientes”

La situación actual de la industria editorial en Argentina no es la mejor; sin embargo, hay gente que apuesta por mantener el ritmo de producción y por el crecimiento de las publicaciones.Damián Tabarovsky es escritor, traductor y director editorial de Mardulce y antes fue el de Interzona. Un hombre que, además de haber publicado 10 libros, sabe de lo que habla cuando se le consulta por el escenario actual. “En los últimos seis meses cambió por completo el escenario. Antes no era una panacea, pero en situaciones de ajuste lo primero que se corta es el rubro esparcimiento –asegura Tabarovsky–, como ir al cine y todo lo que tiene que ver con lo cultural, por eso las ventas bajaron, las cadenas de pago se demoran, veremos cómo continúa todo”, advierte. 

El autor se graduó en la Ecole des Hautes Études en Sciences Sociales de París, donde vivió hasta 1995, cuando regresó a Buenos Aires. Es uno de los invitados a la segunda edición del Festival Internacional de Literatura Tucumán (FILT), que se abrirá el viernes en el Museo de la Universidad Nacional de Tucumán. “Estoy muy entusiasmado por llegar a Tucumán. En Mardulce, que es la editorial que me toca dirigir, le damos cabida a los escritores del interior –afirma– y este festival literario me parece muy interesante”.

Tabarovsky asegura que para una editorial independiente, pequeña, con cuatro o cinco años de vida, lo primero es darse a conocer, instalar su nombre, su catálogo y, lo segundo, es consolidarse con buenas publicaciones. “En Mardulce estamos en el segundo paso”, resalta.

En comunicación telefónica con LA GACETA, el escritor admite que no conoce Tucumán y que cuando recibió la invitación respondió en menos de cinco minutos para sumarse a la segunda edición del FILT. “Mi esposa siempre me habla de Tucumán, porque ella conoce y ahora creo que llega mi turno”, dice entusiasmado.

Sin políticas
Respecto de la crisis que afecta a las editoriales, Tabarovsky reconoce que el costo del papel está fuera de escala. “No hubo en el gobierno ninguna política en materia del papel. No hay diferencia entre kirchnerismo y macrismo. Se fijan los precios de manera exorbitante y no hubo ninguna política al respecto. El kirchnerismo ponía retenciones a la soja, pero no al papel. El papel tiene precio dólar”, explica con un tono de impotencia y bronca. “Hace 10 años, el precio del papel, en el costo total del libro, no ocupaba el porcentaje que ocupa hoy”, se lamenta. 

“El amo bueno” es su más reciente novela. “Siendo editor no es fácil encontrar tiempo para escribir, pero me gusta publicar en Mardulce; para mí es una actitud de compromiso”, señala.

“Concentración editorial y edición independiente” es el título de la disertación de Tabarovsky prevista para el viernes, a las 18.30. “Editoriales independientes es el gran tema de los últimos 10 años. No estoy seguro de que haya habido una nueva literatura. La novedad es la nueva edición argentina. La mayoría son editoriales surgidas después de 2001, que están trabajando y traduciendo autores importantes. Me parece que hay una novedad cultural que vale la pena rescatarla y contarla –afirma–. Históricamente han tenido buenos catálogos. Los libros están bien hechos, los autores cobran, es una dimensión profesional bastante novedosa. Al mismo tiempo –advierte– hay una concentración editorial en un conglomerado que representa el 70% del mercado. Todo eso es una cosa dual”.


jueves, 28 de julio de 2016

"La escuela filológica española se ha caracterizado por la escasez de gestos reflexivos y autocríticos"

José del Valle,
El 25 de julio pasado,  Héctor G. Barnés publicó en El Confidencial, de España, la siguiente entrevista a con el lingüista español José del Valle, autor de un nuevo libro sobre la historia política de la lengua castellana. En la bajada se lee: “Es uno de los idiomas más hablados del mundo, lo que lo convierte en un atractivo objeto de disputa. Un nuevo libro intenta entender un cómo se inventó políticamente el español”.

La invención del español:
"La RAE está al servicio del poder blando nacional"

Durante muchos siglos, el español se entendió un poco como la propia España: como una idea pura, indivisible y sin posibilidad de ser revisada. Una visión tremendamente ingenua y presuntamente científica. No era algo propio de nuestro idioma (la gramática histórica proporcionó durante mucho tiempo el marco para entender las lenguas), pero sus particularidades históricas y sociales la convertían en un caso aún más especial. Con el ánimo de poner un poco de orden en dicho asunto se ha editado Historia política del español. La creación de una lengua. (Aluvión Editorial), un volumen que recoge diversas perspectivas sobre la construcción política del español, sobre todo en un momento en el que, con sus 400 millones de hablantes, se ha convertido en un importante valor de marca... y ha suscitado suculentos intereses económicos. Hablamos con el editor del volumen, José del Valle, catedrático de Lingüística Hispánica en el Graduate Center de CUNY (Nueva York).

Todas las lenguas tienen un sustrato ideológico, son producto de su historia y de su coyuntura. Sin embargo, da la sensación de que en el caso del español, quizá por su larga historia vinculada a un imperio colonial, esta vertiente se ha olvidado en favor de una mayor idealización. ¿Tiende el español más aún que otras lenguas a obviar su lado más político?
La imagen pública de la lengua española (qué es, qué representa y quién está autorizado a gestionarla) ha sido forjada principalmente por la escuela filológica española. Esta escuela deriva de la obra intelectual emprendida por Ramón Menéndez Pidal a finales del siglo diecinueve y es, en muchos sentidos, extraordinaria: compuesta por eruditos filólogos, muchos de ellos lúcidos e imaginativos (Amado Alonso, Américo Castro o Rafael Lapesa, por ejemplo). Fue una escuela compleja, con tensiones internas tanto intelectuales como políticas, que sin embargo produjo casi sin fisuras el gran relato de unidad lingüística y cultural sobre el que aún hoy se apoyan el nacionalismo español y el panhispanismo, esa idea de unidad esencial materializada en la lengua común a todos los pueblos de España y de la América hispanohablante. Es un relato que naturaliza el devenir histórico del idioma al minimizar, cuando no elidir, las tensiones resueltas en su condición de lengua dominante, nacional e imperial. Se escamotean las condiciones históricas conflictivas que dan lugar a su cristalización como lengua altamente codificada y a su extensión territorial. En definitiva, se la presenta como "lengua de todos". Pero, en contraste con esta representación, el archivo histórico nos permite también relatarla como lengua que es objeto y efecto de disputas, localizada en encrucijadas de lucha entre intereses de clase, regionales y étnicos.
Aunque no me atrevo a afirmar tajantemente que en España se elida la condición política de la lengua más que en otros países (en EEUU, donde vivo y trabajo, este tipo de borramiento es también escandaloso), sí que pienso que la escuela filológica española se ha caracterizado por la escasez de gestos reflexivos y autocríticos y se ha mostrado refractaria a una comunicación dialéctica con, por ejemplo, teorías de la cultura, del texto, del archivo, de la historia, del lenguaje mismo que han ido apareciendo en otras disciplinas. No se ha fomentado (al contrario) la emergencia y desarrollo de una lingüística crítica, sino que se ha insistido en la preservación de una práctica filológica y lingüística que, por un lado, se pretendía técnica, objetiva e ideológicamente aséptica y, por otro, fortalecía el relato de unidad cultural.

¿No es el menosprecio por parte del hablante español al hablante de Latinoamérica una de las expresiones más evidentes hoy en día de ese sustrato ideológico de la lengua?
El prejuicio lingüístico es una de las manifestaciones de la discriminación; desde el clasismo hasta el racismo pasando por el sexismo operan lingüísticamente. Cuando una autoridad lingüística inscribe un orden social en una configuración gramatical o léxica, contribuye a invisibilizar su contingencia, pues aquellas diferencias sociales (que son producto de condiciones históricas concretas) parecen, en su materialización lingüística, naturales e inevitables. Ese gran relato lingüístico al que me refería en la respuesta a tu pregunta anterior presenta una lengua española estratificada social y geográficamente. Formas "vulgares", "coloquiales" o "cultas" corresponden a posiciones sociales, y "español peninsular centro-norteño" o "español de América" a identidades regionales. Estas taxonomías nada significan por sí solas, sino que funcionan socialmente al entrar en contacto con sistemas de valores asociados a prácticas culturales, nociones de progreso y desarrollo, formas de organización económica, etcétera. Si los prejuicios contra la forma de hablar de "catetos" y "pueblerinos" son una herramienta del clasismo, quien se hace eco de prejuicios contra variedades americanas del español está reproduciendo jerarquías culturales coloniales.

España ha vivido un acelerado proceso de cambio desde los años 70, en el que aún surgen polémicas casi diarias sobre aspectos muy distintos de la convivencia. Uno de ellos son las políticas lingüísticas, gran punto de desacuerdo. ¿Es una cuestión de tiempo que desaparezca la controversia, o siempre habrá una guerra entre las distintas lenguas oficiales del país?
En España hay un conflicto lingüístico que tiene su origen en la coexistencia a lo largo de la historia moderna y contemporánea de proyectos incompatibles de construcción nacional. En la gestión política de esta tensión constitutiva, el nacionalismo español (da igual que sea liberal o conservador, fascista o socialista) se ha llevado el gato al agua: por un lado, se ha naturalizado, al despolitizarla, la presencia del castellano en la totalidad del territorio; y por otro, se ha utilizado el hecho de que la lengua se conozca y se use habitualmente en toda la geografía española para justificar la articulación política del país como nación única e indivisible. Esta operación ideológica ha sido muy eficaz: la histórica jerárquización de las lenguas de España se confirmó como ley con la Constitución del 78 y ha hecho sumamente difícil la formulación y adopción de políticas lingüísticas orientadas a la oficialización e implantación social de lenguas tales como el gallego, el euskera y el catalán. Los intentos de establecer esas lenguas en ciertos espacios institucionales y sociales (la educación o los medios de comunicación, por ejemplo) se han tenido que enfrentar a la fuerte oposición del gobierno central y la opinión pública española, e incluso de ciertos sectores de las propias sociedades gallega, vasca o catalana.
Mientras persista la tensión entre proyectos nacionales enfrentados, persistirá también este conflicto. Para el nacionalismo español (en sus configuraciones actuales), una nación española en la que Galicia, Euskadi o Cataluña gestionen su vida lingüística desde la igualdad entre las lenguas está afuera de lo posible (y de la legalidad constitucional).
Por otro lado, el desafío para las organizaciones que aspiran a la constitución de Galicia, Euskadi o Cataluña como unidades políticas con derecho a decidir su destino y su relación con el estado español pasa por no reproducir relatos de unidad cultural análogos a los del nacionalismo español y por no quedarse afuera de la historia reivindicando políticas lingüísticas de construcción nacional más propias del siglo diecinueve que de principios del veintiuno. Es evidente que las lealtades ciudadanas se forjan por medio de lenguas, paisajes y rituales compartidos, pero también por los proyectos de país a que se asocian, por las formas de ejercicio de la ciudadanía que proponen y por los valores de convivencia que abrazan.

El español ha adquirido un importante atractivo comercial: ¿de qué manera instituciones como la RAE o el Instituto Cervantes, entre otros, están situándose estratégicamente como faros del idioma, promoviendo además la comercialización del español en su favor?
Es cierto que ha aumentado considerablemente el número de personas en el mundo que quieren aprender español. Y la fase en que nos encontramos del desarrollo del capitalismo ha propiciado que ese hecho dé lugar a la mercantilización extrema de la lengua, a que se piense como producto que se valora al alza en los mercados lingüísticos internacionales. La participación en una industria que se desarrolla en torno a la enseñanza del español es una de las funciones del Instituto Cervantes desde su fundación en 1991 (además de promover la marca España y cooperar con la promoción internacional de empresas y artistas españoles). Abren y gestionan centros de enseñanza de español por el mundo, producen materiales didácticos, ofrecen programas de formación de profesores y promueven un sistema único de certificación de conocimientos de español.
Este último proyecto es quizás el que ha encontrado mayor resistencia, sobre todo en Latinoamérica. Si bien son bastantes las instituciones universitarias latinoamericanas que han firmado acuerdos con el Cervantes (entre ellas la UNAM de México y la Universidad de Buenos Aires), hay importantes sectores entre los lingüistas y profesionales de la enseñanza del español de estas instituciones que consideran la decisión de sus rectores una claudicación y un gesto de sumisión poscolonial. Yo estoy completamente de acuerdo con estos colectivos críticos. Que el Cervantes abrace un concepto primordialmente instrumental de la lengua, que se proponga vendérsela al mejor postor en los mercados lingüísticos internacionales y que pretenda monopolizar ese mercado no me sorprende: es consistente con los modelos dominantes de cultura y acciones de política cultural de la España setentayochista (me refiero en términos generales al dispositivo que Guillem Martínez ha llamado CT o Cultura de la Transición). Pero de instituciones universitarias cabría esperar la adopción de modelos de educación lingüística más sofisticados, más ligados al ejercicio de una ciudadanía libre y crítica, más abiertos al plurilingüismo y la comunicación translingüe. En fin, cabría esperar una enseñanza de idiomas ligada a la formación ciudadana y a la sensibilización ante la diferencia cultural, y no orientada a las necesidades inmediatas del turista y del gerente de empresa.
La RAE ha jugado un papel complementario, pero distinto. Desde los noventa, asumió como objetivo la consolidación de la ideología panhispanista que ya te mencioné antes. En un momento en que empresas españolas, por medio de alianzas estratégicas con empresarios y políticos latinoamericanos, se proyectaban sobre mercados que coincidían con los antiguos territorios del imperio, la RAE se propuso como misión central construir una imagen de la lengua española como base y vínculo inalienable de la comunidad panhispánica, de una arcadia comunicativa y convivencial. En mi lectura, la RAE decidió convertirse en una pieza clave de la diplomacia española y ponerse al servicio de la extensión del poder blando de España. Curiosamente, esto (el deseo de controlar el valor simbólico de la lengua panhispánica) los obligó a emprender una gestión más abierta y tolerante de la matriz gramatical del idioma, a definir el español, por ejemplo, como una lengua pluricéntrica y a avanzar una y otra vez lugares comunes tales como que el peso de la lengua española está en América o que España es apenas una provincia de la lengua española.

Usted vive en Estados Unidos, un país donde el español ha crecido sustancialmente de mano de la población latina. ¿Es una locura imaginar a Estados Unidos como el motor del español a nivel internacional, arrebatando a la propia España un puesto que ha ocupado durante siglos?
En EEUU está el corazón del monstruo. La lógica del capitalismo se despliega casi sin matices y cualquier cosa o idea es susceptible de ser convertida en mercancía sin el menor reparo y con todas las consecuencias. Y la lengua española no es una excepción. Su enseñanza dentro del país está totalmente controlada por actores económicos e institucionales internos: se enseña principalmente en las escuelas y universidades, y son empresas multinacionales de base anglo-norteamericana las que controlan el lucrativo mercado de los materiales didácticos (los precios de los libros de texto pueden llegar a ser, desde un punto de vista ético, criminales). En este contexto, la contribución del Instituto Cervantes a la presencia de español en EEUU es microscópica. Como lo es (todo hay que decirlo) la de quienes defendemos la implantación de modelos pedagógicos críticos desde las escuelas y la universidad.
No es impensable que estas empresas anglo-norteamericanas decidan que quieren participar de la venta del español en zonas de los mercados lingüísticos internacionales tan valiosas como Brasil o China (es posible incluso que se esté dando y yo no lo sepa). Pero la clave, desde mi perspectiva, no está en oponerse a tal expansión exclusivamente en base a criterios nacionalistas y de reivindicación de soberanía. La clave está en que esa reivindicación del derecho a la gestión soberana de una actividad tal como la enseñanza del español sea también la reivindicación de un modelo de lengua y ciudadanía alternativo.

También hay en marcha una guerra contra los barbarismos y a favor de la pureza (incluso una infravaloración del español de Sudamérica, por estar "contaminado"). ¿A qué se debe esa pervivencia de la pureza del lenguaje respecto al español?
En toda sociedad existen prácticas de higiene verbal, denuncias de usos del lenguaje que se consideran improcedentes y que incluso, en ocasiones, avanzan propuestas para evitarlos. Por ejemplo, no son infrecuentes (y en España han proliferado desde el 15-M) las denuncias de los efectos de la neolengua, o uso políticamente manipulador del lenguaje. A nadie se le escapan tampoco las propuestas de uso no sexista del lenguaje realizadas por colectivos feministas e incorporadas por algunas instituciones. Estos son dos tipos de discurso de higiene verbal por los que yo, por ejemplo, siento gran simpatía y con los que incluso me identifico. Ambos están directamente relacionados con procesos políticos emancipatorios, de resistencia al ocultamiento de la explotación económica y a la discriminación de la mujer respectivamente.
El purismo lingüístico es otro tipo de higiene verbal que se preocupa por la preservación de la lengua en un estado de pureza que supuestamente habría alcanzado en algún periodo áureo de su pasado. En su estructura discursiva, el purismo refleja la ansiedad del intelectual letrado que habiendo tenido la fortuna (o privilegio) de dominar esa forma exquisita del idioma percibe que al espacio de la letra acceden actores sociales históricamente excluidos. El purismo es una raya en la arena (que, por tanto, borrará la marea inexorablemente) que pretende distinguir a un nosotros de un ellos y que, aunque en superficie se moviliza en nombre del idioma (y de su purísima concepción), responde siempre a ansiedades sociales contingentes que trascienden lo lingüístico.

¿Veremos una España en la que todas las lenguas cooficiales forman parte de los planes de estudios nacionales? ¿Qué circunstancias tendrían que darse?
Lo veo muy poco probable. No es infrecuente oír o leer el dislate de que el español peligra en España; en Cataluña en particular (evidentemente, quienes esto creen no se han dado un paseo por Barcelona). Este tipo de tergiversaciones de la compleja vida lingüística catalana sirven para alimentar el fuego de un contencioso histórico entre los nacionalismos español y catalán que ya está tan cocinado que no se puede comer. Yo creo que tendría que darse una refundación del país necesariamente atravesada por el reconocimiento previo del derecho de Galicia, Euskadi y Cataluña a la autodeterminación. Si estos países decidieran hacer uso de tal derecho, veríamos por qué modelo de relación con el estado español optarían. Y, a partir de ahí, sabríamos qué visión de su futuro lingüístico adoptarían. El hecho de que lo que acabo de decirte suene a ciencia-ficción habla por sí solo de la probabilidad de una España en la que el plurilingüismo sea una realidad democrática.
Sin embargo, a pesar de la persistencia y hostilidad del nacionalismo español a las que me vengo referiendo y de las pulsiones puristas y esencialistas de ciertos sectores de los nacionalismos gallego, vasco y catalán, creo que los pocos espacios creados por la Constitución del 78 se han aprovechado (mejor o peor, pero se han aprovechado) para constituir sistemas culturales robustos y autónomos anclados, respectivamente, en el gallego, euskera y catalán. Y esto es bueno. Bueno para la activación de la cultura en general y para la promoción de una cultura democrática en particular. Que las lógicas de producción cultural puedan discutirse y desplegarse autónomamente en distintos lugares, que los espacios de diálogo y negociación estén más cerca de la gente, que las condiciones históricas propias del desarrollo de cada comunidad den lugar a modulaciones distintas de lo cultural no puede sino ser promisorio. Lo otro (un orden cultural piramidal disfrazado de cosmopolitismo) ya sabemos adónde nos ha conducido.
En relación con la inserción de la lengua en los planes de estudios en España quisiera señalar un asunto que encuentro tan importante o más que la gestión del plurilingüismo. ¿En qué debe consistir la educación lingüística escolar? El hecho es que, si la educación lingüística de niñas y niños consiste sólo en enseñarles la forma gramatical y uso apropiado de una lengua altamente codificada para que luego se inserten dócilmente en la vida de un país políticamente castrado, francamente me da igual que esa lengua se llame gallego, español, inglés o quechua. Lo que sería ilusionante sería ver políticas de educación lingüística de la ciudadanía que contribuyan a prepararla para su plena participación en una sociedad compleja, deliberante, crítica y solidaria.