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martes, 25 de febrero de 2020

Les muchaches peronistes y la corrección política

Juan Perón, versión "ea pepé"
Esto que sigue fue publicado por Laura Ventura en el diario La Nación, de Buenos Aires, el pasado 24 de enero. Se habla aquí de una guía de lenguaje inclusivo, presuntamente encargada por el gobernador Axel Kicillof, hecho sobre el que opinan Alicia Zorrilla, la actual presidente de la Academia Argentina de Letras, y Pedro Luis Barcia, un ex presidente de la misma institución, así como la profesora Karina Galperín. En el medio, se cita a la RAE, institución vetusta, fundamentalmente conformada por hombres misóginos, como si fuera una autoridad. En fin…

El lenguaje inclusivo en la función 
pública: un debate más ideológico 
que lingüístico

La administración del gobernador bonaerense, Axel Kicillof, anunció que trabaja en una guía de lenguaje inclusivo para ser utilizada entre sus funcionariosSe buscará de este modo “visibilizar e incluir a todas las personas”. Para la presidenta de la Academia Argentina de Letras (AAL), Alicia Zorrilla, “esa decisión de la administración bonaerense carece de fundamento lingüístico; está fuera del sistema gramatical. Se debe a una posición sociopolítica”.

Pedro Luis Barcia, quien estuvo una década al frente de la AAL, explica el concepto de lenguaje inclusivo: “La inclusión es un fenómeno complejo que significa incorporar lo ocluso, lo cerrado, algo que está fuera de ello. La inclusión no comienza con el lenguaje, comienza con la gestualidad, con la actitud frente al próximo, con la mirada, con el acercamiento, el respeto. Lo verbal viene después”. Barcia formula una pregunta, y aunque para algunos suene a broma, otros estudian esta posibilidad: “¿La administración pública también va a cambiar el texto de 'La marcha peronista': 'Les muchaches peronistes, todes unides triunfaremes'?... Porque para ser coherente, hay que ser coherente en todos los planos”.

Múltiples interrogantes emergen en torno a este uso en documentos oficiales. La Real Academia Española (RAE), en el informe presentado sobre esta materia, explica caso por caso la posibilidad que existiría si se modificara la Constitución a través de la incorporación del lenguaje inclusivo. Por ejemplo, considera que el caso del desdoblamiento (escribir presidente y presidenta) de modo ocasional o tal vez en su primera mención resultaría “problemático”.

A su vez, ¿qué ocurriría con el caso bonaerense si se trasladara este lenguaje a su Constitución? ¿Debería así reformarse la Constitución Nacional? Ya se ha registrado -y también ha sido denunciada- la utilización del lenguaje inclusivo en algunos fallos, como lo ha hecho la jueza porteña Elena Liberatori.

En sintonía con el dosier de la RAE, Zorrilla se refiere a las propiedades de este lenguaje: “Desde el punto de vista lingüístico, no podemos reemplazar las letras a y o, que diferencian el género, con la arroba, el asterisco, la e o la x porque tenemos la voluntad de hacerlo en contra del androcentrismo o de reflejar con ello una realidad sociopolítica. Esa sustitución es ajena a la morfología del español e innecesaria, pues el masculino genérico o masculino gramatical ya es inclusivo, ya cumple esa función como término no marcado de la oposición de género. Si decimos 'los hombres no son inmortales', sabemos que ese sustantivo hombres se refiere a todos los humanos, mujeres y varones, pues, si solo se refiriera a los varones, cabría la posibilidad de que las mujeres sí lo fuéramos y viviéramos eternamente. Eso es absurdo”.

Estas opiniones difieren de la posición de Karina Galperín, profesora de la Universidad Di Tella, quien destaca el presente como un fenómeno que “como chiquito, es muy grande” y en expansión. “Vale aclarar que en muchas instituciones del mundo se utilizan corrientemente y hace rato guías de recomendación de ciertos usos para tratar de evitar el masculino genérico. Creo que en este caso se trataría de aggiornar una guía que ya existe. Así, esto estaría totalmente en línea con una práctica usual. Pero, a decir verdad, no sabemos si se trata de eso o de implementar alguna variante del llamado 'lenguaje inclusivo' en algún nivel de gobierno, que no sabemos cuál es. Y no sabemos tampoco con qué tipo de fuerza se haría, porque el rango de posibilidades va desde habilitar, permitir o recomendar hasta convertir alguna de las variantes del 'lenguaje inclusivo' en lengua oficial de los intercambios formales. Dudo muchísimo de que esto último se proponga y/o implemente”.

Zorrilla reconoce que no solo los jóvenes, sino también personas mayores, profesionales, utilizan el lenguaje inclusivo. Con ellos mantuvo un interesante diálogo. “Cuando me lo decían, hablaban el español como lo aprendimos todos. Entonces, les pregunté por qué se dirigían a mí así, sin usar el lenguaje inclusivo. Me contestaron que respetaban los contextos -fue durante una clase de español-, que ellos sabían muy bien dónde usarlo. Esta respuesta explica que se trata de un posicionamiento sociopolítico. También me dijeron que desde ningún punto de vista aspiraban a alterar la gramática española y que les interesaba aprenderla bien para hablar y escribir mejor”.

Galperín también destaca la utilización del masculino genérico en diversos ámbitos, no solo por una cuestión ideológica, sino también por una cuestión práctica de claridad y precisión: “Hay gente que defiende o ataca el uso del 'lenguaje inclusivo' por su carácter político, como un uso que quiere cambiar la realidad o que busca poner en evidencia un problema que no es de orden lingüístico. Creo que eso es verdad en muchos casos. Un grupo grande, y sobre todo el más intenso y más vocal y más visible, lo hace por esa razón. Creo, al mismo tiempo, que otra gente adoptó y utiliza ocasionalmente el 'lenguaje inclusivo' cuando se enfrenta con un problema de posible ambigüedad. En esos casos, usa alguna forma de inclusivo. No lo hace para visibilizar nada, sino por precisión, porque quiere evitar una ambigüedad”.

La difusión de estos usos “no basta si no se ajusta al sistema gramatical del español”, resume Zorrilla. El debate ya está instalado: “¿Cómo termina esto? No lo sabemos. Pero yo no dejaría de registrar la incomodidad con el masculino genérico y ni dejaría de observar cómo evoluciona, si evoluciona. No creo que sea una moda pasajera y creo que responde a cambios en la sociedad y en nuestra sensibilidad demasiado importantes como para que descartemos de cuajo su efecto sobre la lengua”, concluye Galperín.

lunes, 20 de octubre de 2014

Miles de voces a los dos lados del Atlántico

El suplemento Babelia, del diario madrileño El País, dedicó su nota de tapa del 11 de octubre pasado a ver qué anda pasando con el castellano. Así, en un largo artículo con firma del poeta y periodista español Javier Rodríguez Marcos (Cáceres, 1970), se dedica a investigar qué ocurre con el cine en las distintas variedades de nuestra lengua, a indagar sobre lo que piensan Darío Villanueva (vicederector de la RAE), Pedro Luis Barcia (ex presidente de la Academia Argentina de Letras), la editora Adriana Hidalgo, la traductora Selma Ancira, Gerardo Piña Rosales (director de la Academia Norteamericana de la lengua Española) y algunos más. En síntesis, opiniones a las que podrían oponerse otras igualmente o más calificadas.

Guía para un español sin uniforme

¿Qué puede llevar a subtitular en español una película hablada en español? La risa. En septiembre de 2000, durante la proyección en el Festival de San Sebastián de la mexicana La perdición de los hombres, el productor José María Morales reparó en una paradoja: los españoles no se reían; los extranjeros que seguían los subtítulos en inglés, sí. La cinta ganó la Concha de Oro y Morales la llevó a las salas subtitulándola en español de España. Director de Wanda Films y exvicepresidente de la Federación Iberoamericana de Productores Cinematográficos y Audiovisuales (FIPCA), Morales explica aquella decisión: “Lo importante es que las películas viajen. A Ripstein [el director] y a Paz Alicia Garciadiego [guionista] les pareció bien”. Con un recurso tan poco habitual trataba de sortear la barrera de los arcaísmos mexicanos de la película. “Para el productor de títulos como La teta asustada (Perú) o XXY(Argentina), “los modismos son una riqueza; estoy en contra de uniformar la lengua. ¿La solución? Para las obras más autorales, subtítulos. Para las destinadas a un público general, promoción. Antes había más semanas de cine en español. Eso ayudaría a que el espectador se adaptara”.

Damián Szifron
El mes pasado, el argentino Damián Szifron llevó al mismo festival Relatos salvajes, escrita y dirigida por él y producida por El Deseo, la factoría de los hermanos Almodóvar. Sabiendo que su película tendría una vida internacional, ¿evitó los localismos? “Las particularidades de los idiomas me resultan atractivas”, responde Szifron. “Mientras imagino, permito que los personajes se expresen con libertad olvidándome de que se trata de una película”. Reconoce, eso sí, que cuando la productora española se involucró en el proyecto, él volvió sobre el guion: “Lo leí cuidadosamente para cerciorarme de que la incomprensión de alguna frase central no interrumpiera la fluidez de las historias”. No cambió nada: “Tanto a Pedro y Agustín [Almodóvar] como a Esther García [la directora de producción] les pareció que las pequeñas extrañezas de nuestra forma de hablar incluso enriquecían la experiencia del espectador”. ¿Y qué le parece la solución de los subtítulos? “No estaba al tanto de que se hacía”, dice. “Mientras se pueda evitar, mejor. El cine narra con muchas herramientas. El diálogo es fundamental, pero hay otras, y las expresiones de los actores, por ejemplo, completan el sentido de las oraciones. Si bien puede haber alguna pérdida, me parece tolerable; sucede cada vez que leemos un libro traducido o vemos una película doblada. Algo ganamos y algo perdemos. Pero es cierto que cuando se habla muy cerrado o en jerga, el espectador ajeno a esos códigos lo puede padecer”.

Darío Villanueva
Pese a lo chocante del recurso, los subtítulos son una excepción. Lo habitual es que los padecimientos de los espectadores queden mitigados por el contexto gracias a la homogeneidad del español. Cuando el lingüista mexicano Juan Manuel Lópe Blanch comparó el léxico del DF con el de Madrid llegó a la conclusión de que el 97% de las palabras eran comunes. Lo cuenta Darío Villanueva en su despacho de la Real Academia Española. La corporación de la que es secretario y la asociación que reúne a las 22 academias de América y Filipinas lanzarán el próximo jueves una nueva edición delDiccionario de la lengua española. La última apareció en 2001. Con 93.111 artículos (por 84.431 de la anterior) desplegados en 2.376 páginas y a un precio de 99 euros, será la 23ª desde que en 1780 el primer repertorio de uso relevara a los seis tomos del venerable Diccionario de autoridades, de 1726. Dejando a un lado que incluya términos como tuitear, feminicidio, precuela, hacker o externalizar, ¿qué lo hace especial? Al menos tres cosas: que si la RAE nació en 1713 (con 8 miembros, hoy son 46) fue para hacer un diccionario con criterios modernos, que no será el último en papel, pero sí el último pensado para aparecer antes en papel que en versión electrónica, y que será el más panhispánico: 19.000 de sus casi 200.000 acepciones son americanismos.

Si el futuro de los repertorios lexicográficos es digital —Villanueva dirigirá en noviembre un simposio internacional sobre lo que él llama “casi una refundación” del diccionario—, el futuro del español es americano. Mucho ha llovido desde que a finales del siglo XV Nebrija incluyera en su vocabulario hispanolatino la primera palabra americana del castellano: canoa. ¿Cuál ha sido el principal factor de cohesión del español? ¿Por qué no ha reproducido las diferencias que una lengua tan cercana como el portugués tiene con su equivalente brasileño? “En portugués”, explica el secretario de la RAE, “no existe una norma ortográfica unificada. Además, está la dimensión demográfica. Hoy la cohesión del español viene de un mundo empequeñecido gracias a los medios de comunicación y a los movimientos de las personas en ambas direcciones”.

Domingo Fuastino Sarmiento
A los factores del presente se le suman además los del pasado. A partir de 1820, con las independencias de las repúblicas americanas, algunos le auguraron al castellano una fragmentación similar a la del latín. Pese a extravagancias como la de proponer el francés como lengua oficial para Argentina, lo cierto es que el español sirvió como elemento de cohesión de los Estados recién nacidos: en muchos de ellos, la dispersión de las lenguas indígenas hacía necesaria una común. Con todo, el presidente argentino Domingo F. Sarmiento promovió una ortografía que reflejara, por ejemplo, el seseo mayoritario en América: en lugar de ceniza se escribiría senisa. Por entonces, y para atajar el cisma, la RAE nombró académicos correspondientes al otro lado del Atlántico y animó la creación de sus academias. La primera, en 1870, la colombiana. La ecuatoguineana está hoy en fase de constitución en África. “Con las academias de América”, explica Villanueva, “se estabiliza la norma gramatical y ortográfica, que luego, y esto es clave, se difunde en el sistema educativo”.

No obstante, el español de España siguió funcionando como patrón de prestigio. Hasta 1934 no se permitió sustituir patata por papa en documentos oficiales argentinos. Tal vez por eso José Antonio Pascual habla de la importancia de las mentalidades. Además de vicedirector de la RAE, Pascual es el responsable del Diccionario histórico, una obra exclusivamente digital que ha completado 1.000 de sus 75.000 entradas (que podrían llegar a 150.000). La falta de medios hace ser pesimista a Pascual, un erudito bienhumorado que colaboró con Joan Coromines en su mítico diccionario etimológico. “En el Histórico trabajan tres personas”, dice. “A 200 palabras por persona y año, calcula”. Dado que su trabajo consiste en seguir el rastro a todas las palabras que han existido en español —“las que encontremos”, matiza él—, ¿podría decirse que ese idioma es más global que nunca? “Sí”. Tras evocar la globalización de la aldea hispana, Pascual añade una razón: “Ahora estamos a favor”. Y se explica: “No hay nada en la lengua que no exija una adaptación mental. Pensemos que la gramática recomendaba en los años treinta evitar el seseo, ¡el seseo! Yo mismo hace años corregí en mi ejemplar de una novela de Vargas Llosa la expresión ‘de rompe y raja’ tomándolo por un error. La literatura hispanoamericana, su calidad y su difusión, ha ayudado mucho. Y la televisión. En Salamanca puedes oír chévere por influencia de los culebrones”. La lengua, dice Pascual, se ha vuelto más homogénea y más “distinta” a la vez: “Hoy la norma no tiene un solo foco”. Hay además palabras de ida y vuelta. “Ahora se usa en informática, pero los de mi generación empezamos a oír amigable por las traducciones chilenas y argentinas de las novelas policiacas”, cuenta. “En España se decía amistoso, que es más reciente, lo tradicional aquí eraamigable. Como se sabe que coger es un tabú en ciertos países, muchos hablantes tienden a evitarlo. Por cierto, es un verbo que se usaba mucho en las definiciones de los diccionarios y ahora tratamos de corregirnos”.

Pedro Luis Barcia
Al otro lado del Atlántico, Pedro Luis Barcia, expresidente de la Academia Argentina, reconoce que la política panhispánica da sus frutos: “Se ha aventado la desconfianza americana acerca de que cada español tenía un emperador idiomático en el bolsillo, porque hemos superado complejos de inferioridad y hoy nos sentimos herederos de todo el español. ‘Todo lo que hablamos lo hablamos entre todos’, diríamos con variante de la frase que Giner de los Ríos escuchó al labriego. La convivencia de las diferentes regiones lingüísticas con sus propias normas cultas diferenciadas ha consolidado esta perspectiva renovadora. En mi pueblo decimos que somos más desconfiados que un tuerto con dos canastas: hemos empezado a confiar en todos los partícipes de la ASALE [la asociación de academias]”.

La confianza de Barcia vale el doble si se piensa que fue muy crítico con la Ortografía académica publicada hace cuatro años. No le gustó que propusiera opciones en lugar de dictar normas y atribuye al peso de México y España algunas decisiones polémicas. Baste pensar en el incendio provocado por el baile de nombre de las letras: la i griega como ye o la be baja/corta como uve. “Hay”, dice el académico argentino, “dos imperios, el español y el azteca, que deben convivir sin imponer sus razones: uno, la histórica, y el otro, la numérica [México es el país con más hispanohablantes del mundo]. Y en medio estamos los demás. Si no hay acuerdo, cada cual dispara para su feudo. Si en algo debemos ceder todos es en favor de la simplificación del código ortográfico, que es, junto a la rotundez del fonético en español, una afirmación de unidad interna y un reaseguro para la expansión como segunda lengua”. Pero ¿no es la opcionalidad una forma de respeto a la diversidad? “La opcionalidad es el cáncer de la ortografía. La diversidad la podemos mantener en el léxico, en la fraseología, en las tonadas…”.

Después de apuntar “un detalle erudito desconocido: el primero que usó la voz panhispánica fue Amado Alonso, en 1927, en una revista argentina, El Hogar”, Barcia admite que el español es hoy más global que antes y que los hablantes aceptan mejor las variantes regionales que les son ajenas: “El crecimiento es lento pero firme. El negocio económico de la lengua empuja a ello (las traducciones, las películas, las telenovelas). Es una causa interesada en lo suyo que ayuda a todos y beneficia al poder expansivo del español. El criterio de optar por la voz que usa el mayor número de hablantes es muy lícito. Hoy estamos, en la mayoría de las naciones que hablan la lengua común, en un 95% de español general y un 5% de local. La versión en línea de los diarios ayuda. La radio, la vía más penetrativa, sigue demasiado atada a lo regional, por su impronta coloquial. Lo probamos cada día que las variantes locales se allanan sin mucho esfuerzo entre los hablantes”.

Adriana Hidalgo
La editora Adriana Hidalgo comparte la opinión de su compatriota sobre la facilidad para sortear localismos, pero con matices. Lo que en una obra original es riqueza, en una traducción puede ser un chasco. Y recuerda una versión de Salinger con la palabra gilipollasen la primera página: “Sabiendo que el autor no es español, como que me hacía ruido”. Trata de que las traducciones de su editorial, que a veces vende a algún sello español, estén hechas en un “lenguaje puro”. De entrada, usan el  y no el vos. “No se nos ocurriría hablar de , pero sí lo leemos. Pensamos en un término usado en todas partes, no en uno porteño. Todo sin caer en lo aséptico, porque no suena lindo”.

Selma Ancira
Según la mexicana Selma Ancira, premio Nacional de Traducción en España en 2011 y Premio de Traducción Literaria Tomás Segovia en México en 2012 por sus versiones del ruso y el griego moderno, hay textos que piden localismos y textos que piden neutralidad. Afincada en Barcelona desde hace 28 años, Ancira trabaja tanto para editoriales mexicanas como españolas y lo primero que necesita saber es a quién se dirige “para emplear, por ejemplo, el vosotros de ustedes o el ustedes de nosotros”. A veces la diversidad es una aliada. Cuando tradujo Loxandra, una novela de María Iordanidu que transcurre en Estambul y en Atenas, usó el español de México para el primer escenario y el de España para el segundo. “El carnicero a veces ofrecía guajolote, a veces pavo”, cuenta. “Así el lector en español sentía las diferencias que siente el lector original con el griego de cada ciudad. Hay que ensanchar las fronteras del español, no hacerlas más angostas. Si lo encerramos, lo empobrecemos. A veces una pincelada da alas a la traducción: cuando está resuelta con sensibilidad no se ve al guajolote”. Hay además un género con el que tiene especialmente presente al receptor de cada país: el teatro, donde la naturalidad es innegociable. “Aunque no adaptamos a Valle-Inclán para representarlo en Veracruz”, matiza. “Algún día le pasará a las traducciones. Cuando hayamos ensanchado las fronteras”.

Entretanto, el mundo sin fronteras del ciberespacio también tiene sus leyes. El próximo 29 de octubre, la editorial Planeta publicará en todos los países de habla hispana After. En mil pedazos, primera entrega de una tetralogía escrita por la estadounidense de 25 años Anna Todd y traducida por Vicky Charques y Marisa Rodríguez. La novela, nacida como fenómeno de fan fiction (sobre el grupo One Direction), generó mil millones de impactos en la plataforma Wattpad antes de convertirse en libro. Para explotar debidamente el filón, Planeta ha salpicado el primer tomo con números que remiten a una aplicación en la que el lector debe responder a una pregunta. La respuesta es una palabra escrita en la página de la que partió. Si acierta, el lector accede a contenidos extra. La editora María Guitard cuenta que al seleccionar esas palabras buscaron términos universales: vida, libro, verdad, mensaje… De las 50 de la lista, tan solo uno no pasó la criba del español global: magdalena. En México le dicen panquecito. Tuvieron que buscar otro para que el invento funcionara. También el marketing —en castellano antiguo, mercadotecnia— quiere ser panhispánico. Por eso hablan de los fans del libro como de “la comunidad que nunca duerme”. Lo mismo podría decirse de las palabras del diccionario.

Al español, no obstante, le queda una prueba de fuego. Hasta ahora ha convivido en España y América con lenguas minoritarias. En Estados Unidos la población hispana ronda los 52 millones pero tiene como vecino al inglés. ¿Afectará a su homogeneidad la vecindad del gigante? “Todo dependerá de que los hispanounidenses tengan acceso a la educación”, contesta Gerardo Piña-Rosales, director de la Academia Norteamericana de la Lengua Española (ANLE), que se queja del “triunfalismo huero” de los políticos españoles: “Se les cae la baba cada vez que hablan de los hispanos en EEUU. Pero, ¿qué ha hecho el Gobierno español por una institución como la ANLE? Nada”.

Gerardo Piña Rosales
De vuelta a la lingüística, y dado que en Nueva York o Los Ángeles conviven hablantes de español de muchas procedencias, ¿la lengua se vuelve homogénea limando localismos de origen? ¿Qué idioma resulta? Precisamente, la Academia Norteamericana tiene una comisión dedicada a estudiar la posibilidad de crear una norma del español en los EEUU. “Nos parece un problema fundamental”, cuenta Piña-Rosales. “Por ejemplo, tratamos de utilizar un español, no diría neutro, pero sí universal. Me refiero, por ejemplo, al uso del español en los documentos oficiales del Gobierno de los EEUU, con el que hemos firmado un convenio. A veces el problema no está en evitar un localismo sino en que el español que se emplee haga referencia a una realidad cultural estadounidense. En otras palabras, no traducimos palabras, sino conceptos”. Respecto al esplanglish, objeto de grandes temores, la anterior edición del RAE —y todavía suedición digital— lo definía como “modalidad del habla de algunos grupos hispanos de los Estados Unidos, en la que se mezclan, deformándolos, elementos léxicos y gramaticales del español y del inglés”. Esa definición, aclara Gerardo Piña, no es la que propuso la ANLE. En la edición impresa del DRAE que se presenta la semana que viene se ha modificado esa definición: desaparece el términodeformándolos. "Nosotros no hablamos de deformación, porque nos parece demasiado simplista". Su opinión ha pesado. Como los diccionarios, el español de hoy tiene miles de voces.



martes, 2 de agosto de 2011

La exposición de los niños a las distintas especies del castellano les permite familiarizarse con la diversidad que caracteriza a su propia lengua

Publicado en Clarín, el domingo 31 de agosto pasado, con firma de María Sol Oliver, el siguiente artículo plantea una tendencia que todos los padres argentinos –y suponemos latinoamericanos en general– conocen. A continuación del cuerpo de la nota, la columna de Pedro Luis Barcia, presidente de la Academia Argentina de Letras, que acompañaba el artículo central.

La generación malvavisco: cuando los chicos
hablan como escuchan en la tele

Hazme un pastel… pasteleerooo”. Bautista Umbert (tres años y medio) repite la frase que dice su perrito de peluche cada vez que lo aprieta. Le fascina mirar a “Dora la exploradora” en la tele y, con ella, ya aprendió que el “púrpura” –más conocido como violeta– es uno de sus colores preferidos. El hijo de Inés Frapiccini tiene 7 años y se llama Santiago. Cada tanto pide permiso a sus papás para comer “goma de mascar” (no chicle) o para invitar algún amiguito a jugar al “balón”.Casos como estos, en que los nenes hablan con términos “extraños” para los adultos, resultan cotidianos y –con mayor o menor frecuencia– se repiten en muchos hogares, jardines de infantes o primeros grados de la escuela.

Los especialistas hablan de “generación malvavisco”, en alusión a las clásicas golosinas del Norte. Para los padres suele ser llamativa esta aprehensión de expresiones propias del “español neutro” que los chicos escuchan y “copian” de personajes de la tele.

Aunque defensores del lenguaje, como la psicopedagoga Andrea Kejek, consideran que esta situación “aporta y suma a lo largo del aprendizaje de la primera infancia y de toda la vida”.

“El hecho de que los niños estén expuestos a distintas variedades del español es beneficioso porque, de este modo, amplían su competencia lingüística, enriquecen su vocabulario, aprenden las diferencias tónicas, fonéticas, morfosintácticas y todo esto les permite familiarizarse con la diversidad que caracteriza a su propia lengua”, opina Guiomar Elena Ciapuscio, profesora titular de Lingüística en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires.

Y agrega: “Lo que llamamos español ‘neutro’, fruto de los doblajes en los medios de comunicación, es del todo discutible”. La catedrática sostiene que esa neutralidad es imposible de lograr en un sentido estricto. “La lengua de los dibujitos animados exhibe gran variedad de rasgos. Gran parte de los que consumen nuestros chicos son doblajes de México”, agrega.

Así, expresiones como “atrapar un resfriado”, “tenía picazón por conocerte”. Decir “tienda” en vez de “carpa” o elegir el “tuteo” en lugar del “voceo”–según Ciapuscio– son elecciones no neutras. El español es una lengua pluricéntrica, lo que significa que hay distintas normas regionales, es decir, diferentes focos (por ejemplo, México, Buenos Aires, Madrid, Lima). Cada lugar determina ciertos usos estándares de la lengua que son percibidos por los hablantes como adecuados y correctos.

Esta situación, lejos de interferir en la formación de la identidad regional de los niños, la fortalece. “Así aprenden que una misma cosa puede ser nombrada de diferentes maneras. Lo importante es que tengan, como respaldo, una explicación de adultos y maestros”, apunta Kijek.

Ciapuscio está convencida de que “las diferencias lingüísticas deben aprovecharse para trabajar en la escuela, para fortalecer la identidad del niño con su propia variedad (en nuestro caso, la lengua rioplatense), mostrándoles los contrastes y haciéndolos conscientes de la riqueza del español y de las peculiaridades de su variedad frente a otras lenguas”. Que los niños “amplíen su competencia lingüística y adquieran el sentido de diversidad del español repercutirá en su sensibilidad y flexibilidad para aprender otras lenguas”, concluye la lingüista.


Son esponjas sin ser Bob
por Pedro Luis Barcia

La lengua hablada de los dibujos animados es cuestión disputada; y no es menor, dada su innegable influencia de penetración auditiva (el oído no tiene párpado) en los niños de inicial y primaria que pasan cada vez más tiempo frente al televisor. La audición de dibujitos doblados al castellano se enmarca en un problema mayor. Se habla de “cultura global”, que es una criatura inexistente. De lo que realmente se trata es de una “cultura globalizada” (la norteamericana). Se comprende en ella el idioma, la música, las comidas rápidas, las series televisivas, los géneros de cine, la ropa deportiva y un largo etcétera. Con los doblajes ocurre lo mismo. Quien ocupa el espacio de Norteamérica en los doblajes de dibujitos es México.

Si atendemos a nuestra propia producción de dibujos animados (Hijitus, Anteojito, Patoruzú, Clemente, Petete, y demás) advertimos que en su texto oral se acusan con firmeza rasgos de nuestra habla: la modalidad cajetilla de Isidoro Cañones y las formas rurales de Patoruzú; se vosea en ellos, el yeísmo es firme. Largirucho incluye voces y expresiones lunfardas, maneja con frecuencia el “sánguche” (“no lo vi venir, no lo vi”) y Antifaz se desliza hacia lo canyengue. Se distancian de ellos, Hijitus y el Dr. Neurus, que hablan una lengua más general, con presencia espaciada de argentinismos léxicos. La proyección diaria que de esta tira hace Canal 13 es más que oportuna. Hay una identificación total entre lo que el chico escucha de boca de los personajes y en la calle. El pibe se encuentra en su propio espacio natural. En cambio, cuando se enfrenta con doblajes hechos en México o en Puerto Rico, el niño se ve frente a la afirmación del español neutro, un avance hacia un “español global”, digamos, que hace que el chico termine usando “ándale”, “cacahuete”, “barbacoa”, “mamasita” o “mi vecindad” con naturalidad porque la insistencia es pedagógica. Quiero decir, el chico es una esponja, pero sin ser Bob.

miércoles, 20 de julio de 2011

Soretes mal cagados, no sean pelotudos y hablen bien, que no cuesta un carajo y trae un beneficio de la san puta.

Pablo Calvo publicó el siguiente artículo el domingo 17 de julio pasado en el diario Clarín. Aquí se recogen las opiniones de la escritora y docente Ángela Pradelli, la señora Ivonne Bordelois y Pedro Luis Barcia, presidente de la Academia Argentina de Letras, a propósito de la exacerbada costumbre argentina de putear y carajear. Al que le moleste que este blog aborde  la cuestión, se puede ir a la mierda en bote.  

Maestros del idioma
preocupados por la andanada
de insultos y palabrotas

No hay ni un solo insulto en Medianoche en París. El protagonista, un escritor frustrado, es recogido en un taxi antiguo que lo lleva al pasado, donde la vida es una fiesta. Se encuentra allí con Ernest Hemingway, Scott Fitzgerald, Pablo Picasso y Salvador Dalí, cultores de la belleza de las palabras, las formas y los colores. Woody Allen está detrás de las cámaras de esa ficción.

Los protagonistas cruzan diálogos en inglés, francés y español, pero ninguno acude al desborde.

Hasta anoche, la película tuvo, en la Argentina, 250 mil espectadores. El video del Tano Pasman, en cambio, fue visto por cuatro millones de personas. Filmado en su intimidad, este hincha de River putea, carajea y manda a todo tipo de lugares a jugadores, dirigentes, rivales y hasta a sus propios padres. Sus palabras se ensombrecen también de racismo.

¿Por qué la violencia verbal produjo esa atracción? ¿Qué es lo que sucede con el lenguaje de la sociedad? ¿Cuál es el motivo por el cual un cantor que vive de las palabras elige de las peores para expresarse? ¿Por qué vuelan por el aire tantas expresiones envenenadas? “Las palabras circulan y hay mucha gente que puede sentirse ofendida y mucha gente que tendrá que reflexionar hasta qué punto sus palabras ofenden.

Las palabras también pueden ser una herida”, advierte la escritora Ángela Pradelli, autora del libro La búsqueda del lenguaje.

Experiencias de transmisión.
Ella es una trabajadora de las palabras y todo lo que sabe lo reparte como porciones de pizza entre sus alumnos secundarios. Hay veces que la tabla le vuelve vacía, y ella se preocupa: “En la escuela, hay muchos enunciados que discriminan al otro y estoy hablando de los docentes y los pibes también. Cuando uno plantea esa cuestión como algo a resolver –porque el lenguaje con el que vos hablás también habla de vos–, no lo entienden”.

“El presente es un tiempo donde están todos los tiempos, el pasado y el futuro. Si no reflexionamos hoy sobre el nivel de agresión que sobrevuela, los insultos, el griterío exacerbado del hincha y la reproducción de eso que hacen los medios, podemos quedar atrapados en un pantano”, se despide Pradelli, por teléfono, antes de entrar a ver la película de Woody Allen, que juega con el buen decir y el viaje a través del tiempo.

En este presente, vuelan palabras con el filo de las dagas. Maradona que pide que se la chupen; Fito Páez que siente “asco” por los que piensan distinto; Luis D´Elía que odia “a los blancos” y vincula a los “paisanos” con la corrupción; Hebe de Bonafini que llama “hijos de puta” a bolivianos y “turros” a los ministros de la Corte Suprema; Chiche Gelblung que califica como “sorete humano e intelectual” al filósofo José Pablo Feinmann; las vedettes que se bombardean; panelistas y bailarines que se menosprecian por la condición sexual.

“La televisión ha puesto el insulto de moda. Es una gran cloaca, muy degradante, me da la impresión de que estamos tocando fondo”, señala Ivonne Bordelois, poeta, ensayista y lingüista de 24 quilates.

Estudió en La Sorbona y escribió en la mítica revista Sur, pero hace zapping como cualquiera. Es así como vio al Tano Pasman y analizó sus puteadas: “La blasfemia tiene más eficacia en un contexto más llano. Cuando el insulto se generaliza hasta ese punto, se pierde la noción de contraste y lo que se consigue es desfondarlo de eficacia. En catarata, la respiración se vuelve imposible, pero no son puteadas bien puestas”.

“Es cierto –admite ahora– que hay innovaciones: de pronto, este señor famoso dice “la puta que me parió”, yo nunca había oído el insulto a la propia madre. Y me llamó la atención “la concha de tu hermana” repetido varias veces, no sé por qué se apunta a la hermana, cuando el objetivo siempre era la mujer o la madre”.

Madame Ivonne –como la llamarían en la película que nos acompaña en esta nota– considera que el debate político centrado en el asco que siente Fito Páez “es terrible, porque, con tanto griterío, parece un corral de ratas”.

“El que insulta tendría que ver primero desde dónde lo hace. Se dice ‘esto es un asco porque es ineficiente y corrupto’, pero también otros pueden pensar que el que lo dice también representa algo que es ineficiente y corrupto”, agrega.

A Pedro Luis Barcia, presidente de la Academia Argentina de Letras, le brotaron cinco mil palabras bajo el título El tobogán de la guasada.

Aquí las ideas principales: “El poeta latino Juvenal decía: ‘La indignación genera versos’, y él, caliente por los sucesos coetáneos, componía notables sátiras. Dicho de otro modo: en el creativo, la irritación genera obra personal y valiosa; en el mediocre, en el vulgar, engendra insultos, descalificaciones groseras y puteadas.” “Los insultos se suceden concatenados y en trenza.

Los medios ejercen docencia: si un DT cae en la brutal grosería de difusión mundial, deja su marca, y otros se van sintiendo habilitados a ensayar su brulote. Vergüenza, por nuestra opuesta realidad, me dio que la hermana Academia de Letras del Uruguay, le diera una distinción al maestro Tabárez por su gobernado e impecable decir”.

“La crispación se transmite, como corriente eléctrica, y más cuando se habla por micrófono encadenado. La reiteración de lo chabacano, si no hemos sido educados en pensamiento crítico para ponerle coto, genera habitud e imitación. Un refrán final: ‘Tanto anda uno con la miel, que algo se le pega’. lo que no dice el refrán es que lo mismo pasa con la brea”.

jueves, 7 de abril de 2011

¿Más de lo mismo, pero no, aunque tal vez sí?

La noticia fue difundida por varias agencias el 4 de abril pasado y publicada en diversos medios; entre otros, Ñ digital, de donde llega a este blog.

Se presentó en Buenos Aires
la nueva ortografía de la lengua española

Durante la mañana del úlitmo jueves de marzo en la sede de la Academia  Argentina de Letras se celebró la aparición de la nueva edición de la Ortografía de la lengua española de la Real Academia Española y la Asociación de Academias de la Lengua Española. Hay varios cambios significativos y dignos de celebrar en comparación con la última edición, publicada en 1999. Enumeremos algunos de los más sobresalientes:

Primero, es la primera Ortografía avalada en conjunto por la Real Academia Española y la Asociación de Academias de la Lengua Española. No es un dato menor, sino que habla del reconocimiento oficial de la gigantesca importancia de las Américas en generar cambios en la lengua.

Segundo, en comparación con la última ortografía, que tenía menos de 200 páginas, esta nueva edición supera las 800. No es un mero apéndice a la última edición sino un trabajo completamente nuevo que re-examina la lengua en el contexto del multiculturalismo y las nuevas realidades del siglo XXI.

Tercero, la nueva Ortografía pretende establecer ciertas reglas que sean válidas para todo los países hispanoparlantes guiándose por el ideal del articulo uno de los Estatutos de la Real Academia Española que dice, en parte. “Los cambios que experimente la Lengua Española en su constante adaptación a las necesidades de los hablantes no quiebren la esencial unidad que mantiene en todo el ámbito hispánico.”

El presidente de la Academia Argentina de Letras, Pedro Luis Barcia, explicó que "esta es una obra nueva, no es una reedición; es la más completa de su especie en la lengua moderna; es panhispánico; una obra razonada, normativa y no es sólo para especialistas en la materia". Y agregó: "Revisa, actualiza, simplifica y avanza en la unificación del lenguaje". Barcia estuvo acompañado en la mesa por Alicia María Zorrilla, vicepresidenta de la casa y Alberto Díaz, editor de Planeta-Espasa, responsable de la publicación.

No solo para especialistas
En su discurso, Barcia, afirmó que "la opcionalidad es el cáncer de la ortografía", en referencia al hecho de optar por escribir palabras, por ejemplo, con "c" o "k", que podría generar confusión.

En este volumen se explica que la edición 2011 no es "revolucionaria porque no se suprimirá la "h" muda; no se va a usar la "k" por la "c"; no se preservará la "g" para el sonido suave (gue-gui) y la "j" para el fuerte (gitarra y jitano), entre otras.

A través de ejemplos, Barcia explicó cómo fue cambiando y cambiará la supresión de ciertos vocablos como el caso de: ps (psicólogo por sicólogo); ob (obscuro por oscuro); pn (pneumático por neumático) o la ts que en el futuro se dirá sunami, en vez de tsunami.

En la obra, se analizan en la primer parte: "La presentación gráfica de los fonemas"; "La representación gráfica del acento: el uso de la tilde"; "El uso de los signos ortográficos"; "El uso de las letras mayúsculas y minúsculas" y "La representación gráfica de las unidades léxicas".

En una segunda parte de la obra se encuentran los temas: "La ortografía de las expresiones procedentes de las otras lenguas"; "La ortografía de los nombres propios" y "La ortografía de las expresiones numéricas".
Esta nueva "Ortografía" también amplía el tratamiento de temas insuficientemente atendidos en ediciones anteriores, como la ortografía de las voces o expresiones procedentes de otras lenguas o de los nombres propios.

"La mala ortografía es causa de descalificación social por eso sería bueno que se revise este ejemplar y que los docentes puedan aprenderlos para inculcarlo a las futuras generaciones", concluyó Barcia.

domingo, 3 de abril de 2011

Qué suerte: la heditorial Planeta nos ba'nseñar a hescribir sin herrores de hortografia

La aparición de la Ortografía de la lengua española ya ha comenzado a generar todo tipo de reacciones en el mundo de la hispanoparlante. Abajo, una entrevista de Silvina Friera con Pedro Luis Barcia (foto, haciendo el gesto de "gestito de idea", de Carlitos Balá), el presidente de la Academia Argentina de Letras, publicada el 1 de abril pasado en Página 12. Allí se lee que ahora se busca simplificar, a lo cual tal vez valga la pena exclamar: "chocolate por la noticia". Así, los genios de esa academia de España se cargan acentos, muy modernamente le cambian el nombre a las consonantes y proceden a escribir  "folclórico" por "folklórico" como si la "c" y la "k" no fueran homófonas (y de paso, ¿para cuándo la homologación de la "j" con la "g" en los casos donde esto sea posible, como proponía Sarmiento?). Se espera entonces que en cualquier momento "Atlántico" pase a escribirse "Alántico" y "Atlético", "Alético" por la manifiesta dificultad de muchos hablantes españoles para pronunciar el grupo "tl".

Habrá que volver a estudiar

Un tema aparentemente “de-sabrido” como la ortografía generó un revuelo para alquilar balcones cuando, el año pasado, en la Feria del Libro de Guadalajara, se anticiparon algunas propuestas de cambio que por entonces estaban en remojo. Hubo palomas proclives a asumir la elasticidad, pero también muchos halcones que pusieron el grito en el cielo por un puñado de reformas anunciadas sin consensuar, decodificadas como un atentado a la costumbre: que la “b” se la llame “be” a secas, que la vieja y endemoniada “v” corta sea bautizada como “uve” y que la “y” griega pase a cuarteles de invierno ante la más económica “ye”. Tal vez menores resquemores suscitó la supresión de la “ch” y la “ll”, que redujo el alfabeto a 27 letras. Hacía treinta años que estaba acordado que che y elle no son letras, sino dígrafos, que significa dos letras para un solo sonido. Si la oralidad fluye sin mayores controles –verba volant–, la escritura fija –scripta manent– cambia con sangre, sudor y alguna que otra lágrima.

La ortografía, compañera inseparable de la escritura y la lectura, es la piedra en el zapato de unos cuantos hispanohablantes. Cuando las reglas del juego de la lengua escrita se modifican, cunde la reacción. La esperada nueva edición de la Ortografía de la lengua española (publicada por Espasa Calpe), “el tratado más completo y logrado de su especie en las lenguas modernas”, se ha presentado en sociedad en la Academia Argentina de Letras (AAL). Pedro Luis Barcia, presidente de la AAL, dice que la vocación del tratado en cuestión es “la simplificación y la unidad, nunca logradas del todo por hábitos de países y regiones que obligan a la opcionalidad, que es el cáncer de una ortografía simplificada”. Un ejemplo de esa reticencia, agrega Barcia, es México, que alinea 120 millones de hablantes, “caudal que corresponde a tres o cuatro naciones hispanoamericanas juntas”.

“Escribir como se pronuncia; un signo para cada sonido y un sonido para cada signo”, lema de Quintiliano, es el “gran avance parcial” de esta Ortografía..., según plantea Barcia a Página/12. El libro no es una revisión o reedición; es una obra nueva –recién salida del horno de la Asociación de las Academias de la Lengua–, la más completa en su especie en lengua moderna, panhispánica, razonada y normativa, que revisa, actualiza, simplifica y avanza en la unificación. Sin embargo, la “h” muda continúa al pie del cañón, aunque algunos, por silenciosa y tímida, se la olviden. Entre los cambios más relevantes la “b” ahora es simplemente “be”; la “v corta” es “uve” para todos; la doble w habrá que acostumbrarse a llamarla “doble u”; a la “y” griega (ahora “ye”) y la “i” latina se las nombrará a secas, sin alusiones gentilicias. Las tildes, terror de muchos pibes, se eliminaron en el “solo” adverbial, en pronombres demostrativos como “este” y “esta” y en monosílabos con diptongo, “guion” y “truhan”. Entre las novedades, el prefijo “ex” se escribirá unido a la base léxica, por ejemplo “exmujer”. Además se modificó el uso de “q” a partir de la castellanización de algunas palabras: “quórum” deberá escribirse “cuórum”, y “Qatar” –el emirato árabe– será “Catar”. Basta con tipear la flamante nomenclatura del Estado árabe y del término jurídico que alude al número requerido de asistentes para iniciar una sesión para comprobar que en Wikipedia ya figuran ambos con “c”.

Barcia recuerda que la Real Academia Española (RAE) no usa el acento en “solo” en sus obras publicadas desde 1960. “Un miembro de la RAE critica como ‘novedad’ la supresión, medio siglo después”, ironiza el presidente de la AAL. Los distraídos –se sabe– abundan. Pero hay también motivos más arraigados que la mera distracción. Viene a cuento una sentencia de Nebrija, pionero en la redacción de una gramática (1492) y un diccionario (1495): “En aquello que es como ley consentida por todos es cosa dura hacer novedad”. Una genealogía a vuelo de pájaro podría encontrar el germen más inmediato del protagonismo de la representación de la escritura en el pedido de Gabriel García Márquez, vaya coincidencia también en México (Zacatecas), de jubilar la ortografía y “quitar la hache rupestre”. A partir de esta declaración, ese “patito feo” llamado ortografía comenzó a instalarse en la agenda de los medios de comunicación.

–¿Qué análisis puede hacer después del revuelo armado cuando se anunciaron algunos cambios que se estaban evaluando para la edición de esta Ortografía...?
–Todo revuelo es productivo para atraer la atención sobre el objeto de la discusión. Se puso sobre el tapete un tema tan aparentemente desabrido como la ortografía. Pero se advirtió de qué manera la reacción de los usuarios es fuerte cuando se le quieren cambiar las reglas que aprendieron con sudor y lágrimas. En rigor, la disputa fue previa a Guadalajara, cuando, en una conferencia de prensa en España, no quedó bien esclarecido que los cambios estaban propuestos y no aceptados y que sería en Guadalajara la votación final.

–En la presentación de la Ortografía... se afirma que cualquier obra académica se realiza bajo el signo de la “renovación y de la perfección”. ¿Por qué cuesta, entonces, renovar la ortografía? Da la impresión de que con otros diccionarios no hubo tanta polémica.
–De los tres códigos básicos de la lengua –sintáctico, léxico y ortográfico–, el último es el que exige mayor universalidad en los usos. La ortografía expone al usuario de manera más directa y brutal en su escrito que la sintaxis o el léxico. La mala ortografía es un factor de descalificación social. Por ella se pierden empleos. Tanto se machaca en el doloroso aprendizaje de la ortografía correcta en la enseñanza que la idea de cambiar algo en ella irrita, una vez aprendida.

–Nunca antes la ortografía estuvo en la agenda de los medios como el año pasado. ¿Cómo explicar las reacciones que se generaron ante los cambios?
–Los hábitos afirmados en la escritura propia son difíciles de erradicar. Hubo reacciones inútiles, como la relativa a los nombres de las letras, porque se dio una sabia solución: buscar la unidad en la denominación en el futuro (uve, ye), como tarea que comenzará desde el nivel inicial; y entretanto sigamos con las denominaciones que nos eran habituales (ve corta, y griega). Hubo reacciones infundadas. El nombre de “y griega” es un desajuste porque se basa en la forma y no en el sonido de la ípsilon griega; y no hay más. Un académico como Javier Marías se sobresaltó por la supresión de la tilde en los pronombres demostrativos, olvidándose de que están suprimidos en las obras de la RAE desde 1960.

–¿Qué sucederá con maestros y docentes? ¿Hay previsto algún plan para bajar esta Ortografía... a las aulas?
–La Academia y la editorial (Planeta) han conversado sobre la posibilidad de armar un cursillo con la exposición de los cambios, novedades y aportes de la Ortografía... El proceso de incorporación de los nuevos contenidos será lento...

viernes, 19 de marzo de 2010

"5mentarios"

Una entrevista para Ñ, de Guido Carelli Lynch con Pedro Luis Barcia, Presidente de la Academia Argentina de Letras y José Ignacio Covarrubias, también argentino y secretario de la Academia Norteamericana de la Lengua Española, de paso por Buenos Aires.

Para quien no lo sepa, en la jerga común de la Argentina contemporánea un piquete es un grupo de desempleados, generalmente adscriptos a algún caudillo zonal, que sin considerar otra razón que la de su propia necesidad y sin importar el perjuicio que eso le pueda causar a miles de sus conciudadanos, corta intempestivamente el acceso a la ciudad o alguna de sus calles y avenidas, provocando los consiguientes inconvenientes viales. Por lo tanto, la mención en la entrevista de Luis D´Elia –líder piquetero afín al gobierno de Cristina Kirchner, célebre por declarar que odia a la oligarquía y a los burgueses por lo que les desea la muerte, y por su reciente visita a la democracia iraní– no es precisamente positiva.

El laboratorio de la lengua española

Pocas cosas dicen más de los seres humanos, de sus progresos y de sus mutaciones bárbaras e inevitables, como los cambios en la lengua y el habla. En cada interpretación lingüística subyace un modo de ver el mundo, de entender la política y esta no es la excepción.

Coinciden en la misma oficina el Presidente de la Academia Argentina de Letras, el anfitrión, el Doctor Pedro Luis Barcia; y el secretario de la Academia Norteamericana de la Lengua Española, el también argentino José Ignacio Covarrubias. Son amigos e intercambian elogios. Los dos saludan la vitalidad de la lengua castellana y ambos creen que gran parte del futuro de la lengua española se forjará en Estados Unidos, un lugar remoto respecto de las tendencias idiomáticas hasta hace poco. Hasta ahora de hecho fueron muy pocos los intentos oficiales por trazar puentes comunicacionales con el resto del continente. Por ahora se levantan muros.

La comunidad hispánica de Estados Unidos es la más grande después de la de México. Allí hay más hispanohablantes que en España o Argentina. "En el mundo se calcula que hay 450 millones de hispanohablantes. La comunidad de Estados Unidos es la segunda más numerosa. El 10% de los hispanohablantes de todo el mundo están allí, donde conviven emigrantes de 20 países con sus respectivas variedades dialectales. Es el laboratorio experimental más importante del idioma. Es el futuro del idioma", sentencia Covarrubias.

Barcia, larga, a su vez un juicio comparativo sobre ese organismo vivo que administra institucionalmente la Real Academia Española. " De las lenguas modernas en expansión por sobre todas las fronteras, el español sigue al inglés en dinamismo y crecimiento en hablantes. Muy atrás han quedado el alemán, el francés, el italiano en esta difusión; para algunas de esas lenguas, el proceso es reculativo. El castellano nace en un reducido espacio de la Península, se expandió por toda ella, fue la lengua oficial, se difundió en América, cuando los países se independizaron políticamente, anudaron la continuidad lingüística del español: sus declaraciones de independencia, sus constituciones, sus leyes están en esta lengua, que hoy hablan casi 500 millones de personas. En Estados Unidos la colectividad hispana es ahora la primera minoría, por sobre los afroamericanos, y tiene más hablantes que España. Desde Tierra del Fuego, a Canadá, donde es segunda lengua, en sus dos zonas, puede viajar usted sin cambiar de instrumento", ilustra pedagógico y acostumbrado a tratar con la prensa Barcia.

Durante la administración de Barack Obama, la Academia Norteamericana de la Lengua Española logró convertirse en la institución de referencia para el gobierno norteamericano en cuestiones relacionadas al castellano. Por esa razón controla todas las publicaciones del portal oficial en castellano del Ejecutivo estadounidense. En el mismo lapso, saltó a la televisión con pastillas sobre el uso correcto del idioma. "La postura de la academia es tratar de determinar cuál es la norma del español culto. Lo segundo es tratar de orientar a los hispanohablantes para hablar bien el español. El tercero es promover el bilingüismo, para que la gente aprenda bien los dos idiomas. Tenemos una tarea normativa, más nada aconsejamos, porque nadie es el dueño del idioma. Nosotros tenemos que aceptar las reglas que el uso impone", reflexiona Covarrubias.

El espanglih, el mestizaje de contaminaciones entre el castellano y el inglés, crece en el contexto inmigratorio y pese a las advertencias de la academia dirigida por el español Gerardo Piña Rosales. ¿Es un retroceso, un signo de vitalidad, un proceso inevitable? "Son las dos cosas. Es un choque de dos lenguas. El español es el primer idioma después del inglés. Hay un choque inevitable, como en el portuñol, el franglés, nosotros tenemos el espanglih. Los expertos lo definimos como una variedad dialectal del español, a veces responde al desconocimiento, a veces se lo hace por comodidad", explica Covarrubias, que no duda ni un segundo en señalar a la Academia Argentina de Letras como un ejemplo entre las 22 academias, que acaban de forjar la Nueva Gramática de la Lengua Española.

Si antes la ascendencia latina era un pasado vergonzoso, que había que ocultar, hoy el castellano se enseña en un sinnúmero de universidades en todo el país. Especial atención –explica Covarrubias- pone la Academia Norteamericana para que ninguno de los dialectos hispanos se impongan por sobre los demás. De cualquier manera, por ahora los mexicanos lograron asentar sus modismos en los cientos de kilómetros de la frontera sur, los cubanos los propios en Florida y los dominicanos, por ejemplo, en la costa este del corazón del imperio.

Las nuevas tecnologías, los modismos en las salas de chat, como recursos alfanúmericos (5mentarios), las abreviaciones (pq) no preocupan tanto a estos dos especialistas como el deterioro de la educación. "Hay que distinguir entre los lingüistas pragmáticos que describen la realidad, pero no se preocupan por ella, y entre los pedagogos –como yo- que se preocupan para que los chicos tengan inserción social. En una democracia aquel que habla con firmeza, con precisión, ese dice lo que quiere. El que no puede, da un sopapo, da una pedrada o se hace piquetero como D´Elia", dispara el Presidente de la Academia Argentina de Letras.

La lengua –queda claro- también se lee en clave en política. También es materia interpretativa y gran parte de ella se cocina y germina en el norte.