Dorothy P. Snyder es escritora, editora y traductora literaria. Vive en Hilssborough, Carolina del Norte, donde enseña castellano en línea para la Escuela de Estudios de Pregrado. El 20 de marzo pasado publicó el siguiente artículo en la revista Public Seminar, posteriormente traducido y publicado por La Gaceta de Tucumán, con la consiguiente bajada: "Editoriales y traductores masculinos todavía se mantienen alejados de textos femeninos. Las escritoras están marginadas en los curriculos académicos. Sin embargo, hay más lectoras que lectores".
¿Por qué escasean escritoras traducidas al inglés?
Cuando mis traducciones de cuentos de una escritora
mexicana fueron aceptadas por una revista prestigiosa en los Estados Unidos, me
emocioné. El editor me prometió recomendar a mi autora a su propia editorial en
Nueva York cuando el texto “estuviera en su mejor forma”. Mi alegría se
transformó en frustración cuando propuso cambios al texto original “por el bien
de la lógica” y para “aclarar el entorno”. Con el permiso de mi autora, los
acepté.
En un mercado estadounidense donde un 70%
de todos los libros publicados son de hombres, el arreglo me parecía necesario.
También me parecía sucio.
Las experiencias de discriminación de las
escritoras de ficción literaria y sus traducciones son corroboradas por las
estadísticas. Según el 2017 VIDA Count, nuestros textos compiten en un
ecosistema literario donde las mujeres están drásticamente infrarrepresentadas
de manera universal y los hombres dominan en las páginas de las publicaciones
que impulsan las carreras literarias. En 2017, “la indiscutible mayoría [de
publicaciones encuestadas]...no llegó a publicar ni el 40% de la tirada en
publicaciones correspondiente a escritoras.” Los grandes periódicos se quedan
muy atrás en sus críticas de libros escritos por mujeres; periódicos como el New York Review of Books (23% de las
piezas) y The London Review of Books
(27% de las piezas) proyectan la imagen falsa de que las obras más notables son
de hombres.
¿Y qué hay de trabajar en las traducciones?
El grupo de literatura internacional de la Universidad de Rochester Three
Percent informa que las mujeres están más dispuestas a traducir textos de
hombres que al revés. Corine Tachtiris, profesora auxiliar de Traducción
Aplicada de la Universidad de Massachusetts Amherst, deduce de sus propios
datos que “los traductores masculinos traducen obras de autores masculinos con
una preferencia de 80 a 20, mientras que las mujeres traducen de ambos sexos
equitativamente.”
Causas
y perspectivas
¿Por qué los hombres no traducen los textos
de las mujeres? ¿Por qué las grandes editoriales estadounidenses, con una
fuerza laboral abrumadoramente femenina, dudan de que haya una demanda de
libros escritos por mujeres, pese a que la mayoría de lectores de ficción
literaria son mujeres?
La elección de libros de lectura en el aula
puede ser un motivo que dicte compromisos de publicación, un motivo que puede
subyacer a esta semi-invisibilidad de las escritoras es la poca atención que
los currículos académicos prestan a la literatura femenina. En los programas de
Estudios Hispanos, los hombres del Boom Latino como Borges, Vargas Llosa y
Cortázar son perennes, mientras los estudiantes nunca oyen de Marcela Serrano,
Elena Garro o Silvina Ocampo. Esto promueve la falacia de que los libros
importantes son los de los hombres.
Algunos grupos sin ánimo de lucro están
haciendo frente al problema recopilando datos, asignando becas, y
comprometiéndose explícitamente a la traducción de textos escritos por mujeres.
El Fondo de Traducción PEN/Heim, fundado en 2003 para enfrentar “el desolador
bajo número de traducciones literarias publicadas en inglés,“ es marcadamente
pro-mujer: un 64% de sus becas se dan a traductoras para traducir un 45% de
textos escritos por mujeres.
A pesar de las dificultades, el número de
libros escritos por mujeres traducidos al inglés está subiendo. Dice el
novelista y editor de la revista The
Cincinnati Review, Michael Griffith, “Hace 20 años, el mensaje constante
fue ‘inclusión’. Por suerte, hemos evolucionado sustancialmente y las mujeres
ya están en el centro de lo mejor de la literatura contemporánea.”
Recoger datos y hacer responsables a las
editoriales grandes es fundamental para que la literatura femenina global se
visibilice para lectores anglófonos. Pero además a un mayor número hombres les
tendrá que importar lo que nosotras estamos diciendo.