miércoles, 31 de julio de 2019

El SPET en agosto viene dividido por tres


El miércoles 7/8 (18:30, Salón de Conferencias, IES en Lenguas Vivas)  tendrá lugar una sesión especial del Seminario Permanente de Estudios de Traducción (SPET) en la que se expondrán tres trabajos realizados en el SPET curricular del Traductorado en Portugués con la supervisión de la profespra Gabriela Villalba.

Con esta nueva modalidad de reunión ofrecemos nuestro espacio para que los/las estudiantes y graduados/as recientes muestren sus investigaciones a la comunidad académica;  pretendemos además facilitar el contacto entre los/as estudiantes que todavía no cursaron el SPET curricular y aquellos/as que ya lo hicieron y pueden comunicar sus experiencias y los resultados obtenidos.

En esta ocasión, se presentarán los siguientes trabajos:

“Una exigencia de ‘otros’: representaciones sociales sobre doblaje y públicos televisivos en la prensa escrita brasileña

Expositor: Santiago Farrell, Traductor en Portugués (IES en Lenguas Vivas)

“Contrainformación, rabia y consciencia: la red Contra Info y sus traductorxs anarquistas”

Expositora: Julieta Campos, Traductorado en Francés (IES en Lenguas Vivas). Actualmente cursa la maestría en Sociología de la Cultura y Análisis Cultural en el IDAES-UNSAM.

“Configuraciones de espacio: la traducción y el traductor en el ámbito del Mercosur. Una mirada actual desde el análisis de sus políticas lingüísticas”

Expositor: Mariano Tallarico, Traductor en Portugués (IES en Lenguas Vivas)


Lectura sugerida para la exposición de Julieta Campos:

Yves Gambier, “Redes de traductorxs/intérpretes benéficxs”. Traducción al español por Julieta Campos, realizada en el marco de la Residencia de traducción (Traductorado en Francés), 2018.
Texto original: Yves Gambier, “Réseaux de traducteurs/interprètes bénévoles”. En: Meta, vol. 52, N° 4, 2007, pp. 658-672, disponible en línea.

Quienes confirmen su asistencia recibirán por correo electrónico el material de lectura sugerida para este encuentro.

Quienes tengan previsto solicitar un certificado de asistencia (un servicio gratuito del SPET), por favor no se olviden de firmar después de la reunión en la lista disponible en Cooperadora.

martes, 30 de julio de 2019

"Ah, se puede hacer esto".

Conocida como la autora de las novelas y los volúmenes de cuentos El rey de los centauros, Una reina perfectaPiedra, papel o tijera, La arquitectura del océano, Una vida más verdadera y Con la espada de mi boca, Inés Garland (Buenos Aires, 1960) es también traductora. La semana pasada fue entrevistada por Hinde Pomeraniec para Cultura InfoBAE. Éste es el fragmento de entrevista donde ambas hablan sobre traducción.

“Un modo de lectura muy profundo”

—Te hago la última pregunta porque no hablamos de tu tarea como traductora y sos una de las traductoras últimamente más reconocidas sobre todo porque te tocó trabajar además con textos que dieron a conocer de pronto autores, autoras también muy valiosas que no eran tan conocidas y se conocieron a través de tu trabajo. Cómo influyen autoras como Lydia Davis o Sharon Olds u otros, cómo influye en tu trabajo como escritora la traducción.
—Es un modo de lectura muy profundo la traducción, entonces yo siempre digo para mí Sharon Olds me cambió mi manera de escribir ciertas cosas. En este libro yo creo que ella está ahí. Cuando yo traduzco es como si le diera la bienvenida a un lenguaje extranjero en el lenguaje propio y quisiera que se sintiera cómodo y tengo que mirar eso y tengo que a la vez ser muy fiel, quiero ser muy fiel a la emoción que me produjo lo que leí, a la temperatura que yo creo que tiene la palabra, que eso es un término que usa Lydia Davis, la temperatura de las palabras. Entonces busco mucho, mucho, mucho cómo decir y primero tengo que entender perfectamente lo que estoy traduciendo. Una vez que lo entiendo lo hago pasar como por una especie de tamiz y ahí empiezo a buscar las palabras. Y es un trabajo tan arduo que inevitablemente se traslada a mi propia escritura, porque me vuelvo mucho más precisa. Hay algo de precisión para mí, de la eficiencia del lenguaje, de la eficacia, de decir "esto dicho así dice lo mismo pero no tiene la misma precisión", por ejemplo. Sharon Olds es un bisturí cómo escribe, es con la espada de mi boca, tiene un filo para escribir, para contar las cosas, para hablar del cuerpo, que yo creo que es inevitable que me haya transformado, porque de algún modo es como tomar su manera de decir y buscarla en mi propia lengua.

— Permeó en tu propia lengua.
—Exacto. Es como si hubiera pasado por una forma de tratar el lenguaje, que por supuesto no es el de ella porque ella es norteamericana, pero es el equivalente en español, en castellano. No puede no haberme marcado. Yo siento mucha gratitud con Sharon Olds. A mí además me permitió hablar de una manera de cosas que yo quería hablar y ella tiene esa manera, como si yo hubiera dicho "ah, se puede hacer esto".

— Era esto.
— Era esto. Era esto lo que yo estaba buscando, sí.



lunes, 29 de julio de 2019

Por qué no hay que usar el Diccionario de la Real Academia, prejuicioso, racista y mal redactado (9)


En el menú de hoy, un españolismo que se pretende la norma:

constipado
De constipar.
1. m. catarro.
2. m. resfriado (‖ destemple general del cuerpo).

constipación
Del lat. tardío constipatio, -ōnis 'concentración'.
1.     f. constipado.

constipación de vientre
2.f. Med. estreñimiento.

De acuerdo con los datos que brinda el Sanatorio Allende, de Córdoba (Argentina), “La constipación o estreñimiento es un concepto que se aplica a un síntoma caracterizado por un ritmo de evacuaciones intestinales menor a dos veces por semana, habitualmente con heces duras y esfuerzo durante la defecación”.

Ahora bien, si uno recurre al Diccionario Etimológico de Chile, allí se encuentra la siguiente explicación: “La palabra constipado y el verbo constipar(se) se usan en Madrid –y algunas otras zonas de España influidas por el habla de Madrid– como equivalente de ‘resfriado’, ‘catarro’, ‘resfriar(se)’, ‘acatarrarse’. Otros hablantes de nuestra lengua usan la palabra con el significado de ‘atasco’ o ‘estreñimiento’. […] Pero si reparamos el uso de ‘constipado’ en Andalucía y en América es muy raro, y en su lugar se suele encontrar siempre ‘resfriado’ o ‘catarro’ por lo que habremos de convenir en  que ‘constipado’ como resfriado es por lo menos un localismo”.

Habrá sin dudas en Madrid alguien que piense que los americanos no sabemos el sentido verdadero de las palabras. A esta gente se le recomienda la utilización del Breve Diccionario Etimológico de la Lengua Castellana (obsérvese: no española), del  filólogo, lexicógrafo y etimólogo español Joan Corominas (1905-1997), publicado por la españolísima editorial Gredos. Allí se encontrará la siguiente entrada:

Constipar, reciente en el sentido de “acatarrar”, S. XIX, propiamente “cerrar, apretar, atiborrar, con referencia primero, 1729, a otros conductos fisiológicos, como el intestion o los poros de la transpiración. Tom. Del lat. Constipare id., deriv. stipare “meter en forma compacta, “amontonar”.

Aclaremos en este punto que en la versión del DRAE  del Tricentenario, no figura la acepción referida al “estreñimiento”, que es la más común en la lengua.

Desde este lado del Atlántico, esperamos que los miembros de la Real Academia revean la tarea de sus lexicógrafos. Y a estos, les aconsejamos cuidarse del frío, no vaya a ser cosa que el día menos pensado los  coja un constipado. 

jueves, 25 de julio de 2019

Embelecos fraguados en Madrid

La siguiente noticia, firmada por Noelia Marín, fue publicada en El Mundo, de España, el pasado 22 de julio, y tiene como protagonista a Luis García Montero, director del Instituto Cervantes, quien habla de los planes de expansión de la institución que dirige, que ahora apuntan a África. ¿Por qué? 

Recordemos que Guinea Ecuatorial, colonia española hasta 1968, capturó el interés de la administración postfranquista por ser el único país que podría considerarse hablante de castellano del África subsahariana. La Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (aecid) financió los centros culturales españoles (Bata, 2001; Malabo, 2003), los colegios españoles, las sedes de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) y más de 70 centros de la Asociación de Centros Católicos de Guinea Ecuatorial (accege) que, repartidos por todo el territorio nacional, imparten en español enseñanzas propias de educación primaria y secundaria. Y si nuevamente nos preguntamos por qué, la respuesta es fácil: la experiencia de América latina permite imaginar que el Estado-empresa español puede colonizar África aunque el idioma compañero del imperio no tenga hablantes. Parafraseándolo a Borges, son embelecos fraguados en Madrid. 

El nuevo objetivo del Instituto Cervantes es expandir
el español por África ante el freno 
en Europa y EEUU

Potenciar la enseñanza del español y abrir nuevas delegaciones en África subsahariana es uno de los grandes retos que se plantea el Instituto Cervantes para el próximo curso. Así lo ha asegurado este lunes Luis García Montero, director de la institución, quien ha destacado que es “importante” potenciar la enseñanza del español en estos países del sur del Sáhara porque serán los que protagonicen el mayor crecimiento demográfico en las próximas décadas. “Pueden pasar de 1.300 millones de habitantes a 2.600, de ahí la importancia de expandirnos allí en la medida de nuestras posibilidades”, ha señalado. Mientras, según los estudios del Instituto Cervantes, en Europa, Estados Unidos o Latinoamérica se frenará el ritmo de crecimiento de hispanohablantes.

García Montero ha hecho estas declaraciones con motivo de la reunión anual de directores del Instituto Cervantes que se celebra estos días en San Lorenzo del Escorial (Madrid) y reunirá a 70 representantes del organismo a nivel internacional para debatir sobre los retos de la organización.

Con 86 centros repartidos por 45 países, este año el Instituto Cervantes ha dado su primer paso para expandirse por África subsahariana al abrir un aula en Dakar (Senegal). Se trata de la primera en esta zona del continente pero ya “está sobre la mesa” la posibilidad de abrir nuevas extensiones en otros países.
Su afán por abrirse paso en el continente también les ha llevado a alcanzar un acuerdo la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID). Juntos impartirán cursos de formación para profesores de español en otros cinco países: Benín, Camerún, Cabo Verde, Costa de Marfil y Gabón.

CULTURA HISPÁNICA
En el año que lleva al frente del Cervantes, García Montero ha tomado conciencia de la relevancia de la institución que dirige: “Tenía la sensación de que era muy importante para personas como yo, procedentes del mundo de la Universidad o la Literatura, pero he visto que no sólo es un interés personal, sino que el Cervantes tiene importancia de Estado”. La institución está llamada, en su opinión, a “ocupar un papel cada vez más importante en la diplomacia cultural”.

El poeta ha recordado que los españoles sólo suponen el 8% del total de hispanohablantes a nivel mundial. Una comunidad que asciende, según el último informe de la organización, a 483 millones de personas. En ese sentido, ha recalcado que la gran apuesta del Instituto Cervantes es defender no sólo la cultura española, sino también la iberoamericana. “Nuestra capacidad de responder a los retos de la globalización se debe a que pertenecemos a una comunidad panhispánica que nos permite jugar un papel importante en el mundo, somos el puente entre Europa y América Latina”, ha añadido.

Al respecto, Juan Pablo de Laiglesia, secretario de Estado de Cooperación Internacional para Iberoamérica y el Caribe, también presente en la comparecencia ante los medios, ha destacado como “línea de acción prioritaria” potenciar “el panhispanismo y la ibericanización del Cervantes”. Además, ha hecho hicanpié en que la apuesta por expandirse en África está alineada con los objetivos del Estado, pues el continente es “es una de las grandes prioridades de la política exterior española”.

MENOS RECORTES
Tras años de recortes presupuestarios por parte del Gobierno durante la crisis económica, desde el Instituto Cervantes mantienen la esperanza de que, una vez se forme el nuevo Ejecutivo y se aprueben los Presupuestos Generales del Estado, “se contemple una subida que iguale al Cervantes con otras instituciones hermanas que hay en Europa”. García Montero ha recordado que la institución autofinancia la mitad de sus gastos gracias a ingresos derivados de matrículas, certificaciones, clases o subvenciones internacionales para realizar actividades culturales.

Junto a los Presupuestos, al director también le preocupan los recortes en la plantilla del Cervantes que en los últimos años ha vivido “una situación similar a la de las universidades españolas”, con vacantes que se han quedado sin cubrir. Ha reclamado que “para poner en marcha nuevos centros como el de Dakar o Los Ángeles necesitamos una ampliación de cupo para poder contar con más profesionales”.

"En el Tigre, la vegetación abunda en abundancia"


El 17 de julio pasado, Débora Campos publicó en la revista Ñ la siguiente entrevista con Alicia Zorrilla (foto),  actual presidente de la Academia Argentina de Letras. Se transcribe a continuación.


La lengua nuestra y la lengua risible

Sentada en el extremo de una mesa poblada por varones, la experta en gramática Alicia Zorrilla fue la sorpresa del panel “Las academias de la lengua en el siglo XXI”, durante el último Congreso Internacional de la Lengua Española en Córdoba. Tituló su ponencia con adustez: “Cosmos y caos en la sintaxis mediática y el trabajo de la Academia Argentina de Letras”. Por eso, cuando buena parte del auditorio estaba dispuesto a un ronroneo soporífero sobre normativa, las risitas discretas primero y más tarde las carcajadas sin pudor y los aplausos, empujaron a varios a revisar el nombre de esa señora con pronunciación cuidada y modales de profesora de toda la vida: era miembro de la Academia Argentina de Letras (AAL) y exhibía sin reparos un sentido del humor inesperado e inteligente. “Yo necesito la risa”, dice ahora desde el despacho de la presidencia de esa entidad, a la que accedió el pasado jueves 25 de abril, para reemplazar a José Luis Moure.

Doctora en Letras por la Universidad del Salvador y licenciada en Filosofía y Letras por la Universidad Complutense de Madrid, Zorrilla es la segunda mujer en ocupar la titularidad de la AAL tras la recordada Ofelia Kovacci (1927-2001), que lideró la Academia desde 1999 hasta 2001, cuando murió. Hace un momento, desplazó un cartel de bronce que la define desde el escritorio: Presidente, dice en letra de molde. Ha contado que cuando asumió, una colaboradora le ofreció cambiar la última letra E por una A, acorde a los tiempos que corren. No le disgustaba la idea, pero las finanzas de la institución no están para ese tipo de gestos. “Estamos procurando los fondos para publicar el boletín de la Academia de los años 2015 y 2016. Si bien ya está editado en forma digital, no hemos podido reunir el dinero para imprimirlo”, dice. Podría quejarse, pero no lo hace: el tono es el de quien explica.

–¿Cuántos libros editaría la AAL de tener los fondos necesarios?
–Tres al año, por lo menos. Pero no podemos hacerlo. De hecho, la última actualización del Diccionario de la Lengua de la Argentina se realizó en una coedición con la editorial Colihue. Si no hubiera sido de ese modo, no habríamos podido publicarlo. Y es un tema serio, porque la Academia debería poder editar materiales que den cuenta de sus investigaciones.

–¿Cada cuánto tiempo se actualiza el diccionario que sistematiza el idioma de la Argentina?
–Hubo un diccionario en 2003 y el siguiente salió en 2018. Pero la periodicidad depende, sobre todo, de factores económicos. Técnicamente, debería revisarse cuando se reúnen 1500 palabras nuevas que, por supuesto, sean términos que no se usen en España y que no estén ya registradas en el Diccionario de la Lengua Española. Deben ser argentinismos.

–La Academia registra el modo en el que la sociedad usa aquí el castellano. ¿Por qué la gente cree que en realidad la AAL da órdenes sobre cómo usar la lengua?
–Es una gran confusión. Todos usamos la lengua: en la calle, en la oficina, en el aula. Lo que hace una institución como esta es legitimar las normas de esa utilización. Es un proceso de abajo hacia arriba, de las personas hacia los académicos y no al revés. Pero esto no es nuevo, incluso antes de Cristo el poeta Horacio explicaba que es el uso el que impone la norma. Y sigue siendo así: el modo en que empleamos el idioma crea la norma. Nosotros la sistematizamos. Cualquier otra idea es un mito. Además, si así fuera, si nos transformáramos en unos dictadores del idioma, sencillamente no funcionaría: nadie leería, escribiría o hablaría como otro le ordena porque, antes de todo, somos libres.

–Y, según su experiencia como docente, ¿cómo se usa la lengua?
–Yo formo profesionales, es decir, graduados universitarios que vienen de distintas disciplinas: traductores, periodistas, psicoanalistas, abogados, licenciados en estadística, incluso radiólogos. A todos les tomo una diagnosis de unas 18 páginas para que cada quien vea en qué situación se encuentra. En líneas generales, esa situación con la que vienen es lingüísticamente pobre. Tanto en cuanto a la oralidad como en la escritura.

–¿Cómo es posible que una persona adulta con título de grado y no menos de 20 años de escolaridad continua tenga dificultades para comprender textos?
–Es algo que también me pregunto. Creo que algunas metodologías de enseñanza se han dejado de lado: la comprensión profunda del texto, el conocimiento de la lengua y el vocabulario. Hablar el castellano como lengua nativa no quiere decir hablarlo correctamente. Son cosas distintas. Y si no se habla con todas sus posibilidades y riquezas, tampoco se piensa con esas posibilidades y riquezas.

–¿Qué rol le cabe a los medios de comunicación en esta situación de precariedad idiomática?
–El uso de la lengua se deteriora en todos los ámbitos. En el Congreso Internacional de la Lengua Española en Córdoba me referí a esto. En esa ponencia decía que una de las preocupaciones de la AAL es la indiferencia con que se habla y se escribe en los medios, porque ya no se usa una sintaxis fluida, sino inconclusa, quebrada, y muchas veces, al decir y escribir mal, cuando se eligen sin propiedad las palabras se mutilan los significados o se duplican para que el oyente y el lector elijan el que les convenga o entiendan lo que deseen.

Temibles zócalos de televisión
Quienes la conocen, saben que la profesora Alicia Zorrilla privilegia dos elementos en sus clases: el rigor y el humor. Sus ocurrencias son legendarias y hace tiempo conforman un secreto que pasa de boca en boca. “Recientemente, me llamó un editor para proponerme que escribiera un libro que recorriera las dudas más frecuentes exponiéndolas a partir de una humorada o de un equívoco. Todas situaciones reales que son, además, desopilantes”, anticipa.

El registro de Zorrilla fue celebrado en el último Congreso Internacional de la Lengua Española en Córdoba: “No es raro que, en los zócalos televisivos, aparezcan noticias truculentas, mientras en silencio el periodista que conduce el programa se expone como si promocionara ‘sus servicios’ o confesara sus intenciones: «Mato a seis personas. También asesino a su suegra», o bien «La asalto, la ato y la violo». La ausencia de tildes distorsiona la denotación de los mensajes”, leyó impertérrita mientras el auditorio reía sin disimulo.

En esa línea, invitó a recorrer una lista de “celebridades sintácticas” tomadas de los medios: “Todos los fines de semana estamos haciendo accidentes. Atentaron contra la tumba de alguien que ya estaba muerto. En el Tigre, la vegetación abunda en abundancia. Señor Pasajero: Si no conoce el importe de su pasaje, pregunte al chofer hasta dónde viaja. La economía va a seguir continuando creciendo”.

Las carcajadas estruendosas hicieron que más de uno recordara la disertación del escritor y humorista Roberto Fontanarrosa sobre las malas palabras en el CILE de 2004 en Rosario. Ajena a las reminiscencias y antes de terminar, Zorrilla llamó la atención sobre supuestas cortesías que pueden salir mal: “Se advierte la masificación ya no solo en los peinados o en la ropa, sino también en el uso de la puntuación y de las palabras. La coma intrusa entre sujeto y predicado gana adeptos sin esfuerzo, y la que acompaña la fórmula de saludo final en las cibercartas convierte al que las envía en su propio destinatario mediante el uso vocativo de la firma: Un beso grande, Marta; Te mando un cordial saludo, Federico. Lo que quiere ser una cortesía se convierte, por influencia extranjera o por falta de discernimiento, en un acto de narcisismo”.


miércoles, 24 de julio de 2019

Una reunión de palabras que se usan acá

La Academia Argentina de Letras acaba de publicar, a través de la editorial Colihue, el Diccionario de la lengua de la Argentina, un trabajo de años que actualiza las palabras regionales de nuestro país. ‘Re’, ‘manso’ y ‘abarajar’ son algunos ejemplos”: así dice la bajada de la nota que, la semana pasada, Luciano Sáliche publicó en Cultura InfoBAE.

Un diccionario para conocer
todos los secretos del habla de los argentinos

Hay una frase que se le atribuye a Anatole France que dice: “Un diccionario es un universo en orden alfabético”. Para quienes nacieron y vivieron un buen rato del otro lado de la línea que separa el mundo analógico del digital sabe el poderío que condensan los diccionarios ampulosos. Perderse entre sus páginas es un viaje que ni Google ni Wikipedia, ni siquiera el añejo Encarta, comprenden. Un universo. Eso es lo que cabe allí dentro: la infinitud del lenguaje.

Pero, ¿para qué sirve un diccionario? El objetivo es normalizar una lengua, establecerla, cazarla en el vuelo de la oralidad y ponerla en el papel, entre dos tapas duras, para que todos podamos estudiarla. Argentina –como todo país, aunque quizás con más intensidad– tiene una complejidad etnográfica bifurca a su población en miles de dialectos. Pero todo confluye en nuestra lengua, casi caprichosamente, en el idioma argentino.

NUESTRO GRAN DICCIONARIO REGIONAL
La editorial Colihue acaba de publicar el Diccionario de la lengua de la Argentina, un trabajo de la Academia Argentina de Letras. Allí se materializan una serie de expresiones que, por algún motivo, no fueron incluidas en los diccionarios anteriores, pero que mantienen una vigencia fundamental. “Es un diccionario de las palabras regionales de la Argentina”, explica Santiago Kalinowski (foto), jefe del Departamento de Investigaciones Lingüísticas y Filológicas de la Academia Argentina de Letras, en diálogo con Infobae Cultura. Esto significa que hay un especial interés por el habla de las distintos regiones del país. 

“Acá se reúnen las palabras que no son en general del español, pero que se usan en Argentina”, dice este académico en referencia al mestizaje con lenguas indígenas y con otros idiomas que no están dentro de la formalidad. El prólogo de este libro lo escribió el presidente de la Academia Argentina de Letras, José Luis Moure, y allí dice: “Del total de las 9141 acepciones que contiene la presente edición, solo 3357 llevan una marca de registro coloquial, vulgar, jergal, lunfardesco, rural, etc.”

En 2008, Argentina realizó su último diccionario general: Diccionario del habla de los argentinos, que publicó la editorial Emecé. Hoy sería imposible hacer, explica Kalinowski, porque no están los recursos. Mientras lo esperamos existe este complejo e interesantísimo libro que tiene más de 700 páginas. “Un diccionario general arranca en 40 mil palabras, este tiene seis mil”, comenta y agrega: “Siempre fue una de las funciones de la Academia Argentina de Letras, como cualquier academia nacional, hacer un diccionario regional. Todo este trabajo en España no podrían hacerlo, no tienen la manera de conocer todas estas palabras. Por eso el nuestro es un trabajo complementario el que hacemos”.

LO NOVEDOSO
Cuando Infobae Cultura le pregunta cuáles son las palabras más novedosas que incorporaron, el académico explica de antemano: “Hay un tema con lo novedoso. El otro día pusimos una palabra que nos traía muchas dudas, que es el adverbio recién, en el sentido que algo que se demora, 'recién mañana'. Ese uso es nuestro, esa es la más nueva incorporación, porque se hizo el jueves, pero la palabra es mucho más antigua. El hecho que se la incorpore ahora no quiere decir que sea algo nuevo en los hablantes”.

Y continúa: “Pusimos la palabra re, pero que tendría que haber estado en 2008 y en 2003, cuando ya tenía uso y estaba muy asentada. Por alguna razón esto se demoró, se la consideró efímera, pero ingresó en 2019. Esas demoras son las más significativas. Quizás parecía algo juvenil, pero ya no lo es. Simbólicamente es muy importante”.

La introducción del Diccionario, firmada por el Departamento de Investigaciones Lingüísticas y Filosóficas, se lee: “Entre las más notables [novedades], vuelve más consistente el lenguaje definicional, suprime eufemismos en definiciones de contenido sexual, que oscurecían el sentido o sugerían algún tipo de condena (…), incorpora disidencias femeninas en numerosas artículos que carecían de ella, con el consiguiente aumento de las definiciones que empiezan con 'persona' en lugar de 'hombre', amplía información etimológica e incorpora casi una treintena de nuevos recursos lexicográficos”.

CUATRO EJEMPLOS
re (Del prefijo re-). adj, coloq. U. para intensificar determinadas cualidades del sustantivo que modifica. U. siempre antepuesto. “Es un desafío enorme. Son personajes muy complejos. La verdad que interpretar a Ladislao Gutiérrez es un honor, un re orgullo”.

abarajar. tr. coloq. Sujetar, detener rápidamente un objeto en el aire. “Se le cayó la pieza de puntilla a la dependienta y el dueño, al ver que la abarajaba antes de tocar el suelo, dijo con su lengua, 'qué suerte pa' las de Miguens'“.

asado, da. adl. Cuyo. coloq. Dicho de una persona: exhausto, harto, fastidiado, en pésimas condiciones físicas y mentales. “estoy asado con los ruidos que hacen los plásticos de las puertas. ¿Es habitual o es un problema de mi auto?”.

manso, sa. adj. Cuyo y Centro. coloq. U. para intensificar determinadas cualidades del sustantivo que modifica. U. antepuesto. “Los bicivoladores 2 yo la vi y tiene una onda muy Karate Kid así que ojo que se pueden pegar manso embole”.

TRABAJO LEXICOGRÁFICO
Una vez por mes, los integrantes de la Comisión de la Lengua de la Academia se reúnen e intercambian sus últimos descubrimientos. “El diccionario se actualiza permanente”, explica. Por eso, ya hay palabras que aquí no están pero que esperan salir a la luz cuando se reedite o se actualice este libro. “Después, cuándo se publica en un formato libro depende más de las alternativas de la industria editorial, o de la cuestión de los contratos e intereses de las editoriales. En esta edición tuvimos dificultades para conseguir editorial, pero finalmente Colihue aceptó”, agrega.

Este diccionario es el resultado de diez años de trabajo. Explican los académicos que las redes sociales les sirvieron de gran ayuda para “pescar” palabras. Twitter sobre todo, donde predomina la lengua coloquial y acepciones juveniles que escapan de todo corset formal. Otro corpus que sirvió de fuente es el Corpe XXI de la Real Academia Española.

“La Academia Española –cuenta Santiago Kalinowski– es quien tiene a su cargo hacer un diccionario de todas las palabras incluyendo un buen porcentaje de las regionales del español. Este diccionario, el que acabamos de publicar, es un interés y es un proyecto que está pensado desde el origen como una división de tareas. Y eso tiene algunas beneficios, como que la lexicografía regional es más accesible, se hace con menos gente. No es un diccionario argentino aunque aspira a hacerlo, pero es un muy buen diccionario”.

¿Y PARA QUÉ SIRVE UN DICCIONARIO ASÍ?
Kalinowski asegura que los usos de este diccionario son diversos. “Este diccionario tiene muchos usos, es diacrónico, relevó muchísima literatura argentina, mucha del siglo XIX, incluso anterior. Hay un uso importante para el que lee gauchesca, a Mansilla. Este diccionario va a encontrar muchas palabras que le servirán”, comienza diciendo, y agrega: “Otro importante es para el que no es de esta regió. Aquí tiene un lugar para entender palabras que escucha y no comprende”.

Las palabras regionales, más del uso vulgar y oral, son igual de importantes que las formales, esas que se usan en los medios y las instituciones públicas. “Existe una idea de que estas palabras regionales son incorrectas, no sirven. Pero un diccionario tiene la capacidad y el potencial de comunicar la idea contraria: todo idioma tiene palabras que comparte, pero que después está el uso regional. Ese potencial es muy importante”, agrega.

“En este diccionario es un modo en que se normaliza la lengua”. Se refiere a la institucionalización de ciertas acepciones. Esa es su función, y la necesidad del lenguaje. “El diccionario tiene que registrar el repertorio léxico de una comunidad”, concluye el académico, categórico, del otro lado del teléfono, en este breve pero esclarecedor diálogo con Infobae Cultura.

martes, 23 de julio de 2019

Editoriales y "musculación"

El pasado 17 de julio, el diario catalán La Vanguardia publicó la siguiente nota de Fernando García Madrid, donde se lee sobre la r ecuperación del sector editorial español. La bajada dice: "La facturación aumentó un 1,0% en el 2018, quinto ejercicio consecutivo de mejora".


El sector editorial se recupera

gracias al libro en papel mientras el digital flaquea


El sector editorial español continúa el proceso de musculación que inició en el 2014 después de largos años de atrofia debidos a la recesión económica iniciada en el 2008. Pero la recuperación va por barrios, y las cifras del año pasado recogidas y analizadas por la patronal no dejan lugar a dudas sobre la relativa fortaleza del papelen contraste con la flojera de la edición digital.

En conjunto, la facturación por venta de libros editados registró en el 2018 un incremento del 1,9% con respecto al ejercicio anterior, hasta alcanzar los 2.364 millones de euros. El avance fue del 2,04% en el caso del papel, mientras que el ebook retrocedió en un 0,1%, esto último en línea con lo que viene ocurriendo en el resto de Europa y en Estados Unidos.

El crecimiento, sin ser muy cuantioso, resulta especialmente apreciable teniendo en cuenta que se trata del quinto aumento anual consecutivo y, sobre todo, que tuvo lugar pese al descenso de casi un 5% en el precio medio por ejemplar: los libros de papel pasaron a costar una media de 13,96 (-4,7%) y los digitales, 9,25 euros (-0,3%).

Los datos corresponden al informe titulado Análisis del mercado editorial en España: Comercio interior y exteriordifundido ayer por los responsables de la F ederación de Gremios de Editores de España (FGEE). El presidente de la entidad, Miguel Barrero, consideró los resultados como “un gran éxito para la que constituye la primera industria cultural en España”.

Otro indicador que justificaría ese optimismo es el de la evolución en las ventas no ya por beneficios sino también por volumen de la mercancía. Pues en el año 2018 se vendieron 160 millones de ejemplares en papel (un 1,6% más que en el 2017), aunque se editaron un 12,7% menos de títulos; en números absolutos, 76.202 publicaciones, de las que 56.966 se produjeron en papel y 19.236 en formato digital.

Ese descenso en la producción de novedades no se debió a una mayor selección cualitativa por parte de los editores, como hubiera sido deseable, sino más bien al descenso de títulos educativos (-9,7%) “como consecuencia de la paralización de los calendarios de renovación” de textos en los centros de enseñanza; una parálisis que hizo que muchas editoriales no elaborasen nuevas ediciones, señaló el presidente de la FGEE.

Barrero aseguró que de no ser por esa falta de renovación de los libros de texto –los cuales representan casi el 40% de la facturación del sector– el crecimiento de la industria editorial no se limitaría al 1,9% sino que habría alcanzado “el 4,7%”. Tal limitación es atribuible a su juicio “a las decisiones de las administraciones públicas” y más en concreto al sistema de préstamos habilitado por algunas de ellas. La edición de libros en este apartado –dijo– “se está volviendo imposible de gestionar con 17 legislaciones diferentes” en lo relativo al refresco de las ediciones. Sin cuestionar el Estado de las autonomías –aclaró–, lo cierto es que algunas comunidades “llevan ocho años sin renovar el calendario” y por tanto los textos. Por ello reclamó “una coordinación de políticas y planes de ayudas a las familias para los libros educativos que se base en criterios pedagógicos”.

No en vano la facturación de libros de texto es el farolillo rojo de los libros de papel, al recular en un 4,2% cuando por ejemplo las ventas en ficción de adultos suben un 8,1%, las de literatura infantil y juvenil el 6,0% y las de no ficción un 3,7%.

Las librerías y cadenas de librerías se mantuvieron el año pasado como los principales canales de ventas de libros. Entre unas y otras aglutinaron el 53% de la facturación, y en ambos casos registraron un crecimiento del 2,6%. Mayor fue sin embargo el incremento en las ventas de libros de papel por Internet, que llegó al 7,6%.

Barrero,  quien acompañó el vicepresidente de FGEE y presidente del Gremi de Editors de Catalunya, Patrici Tixis, atribuyó a la piratería el mal dato de ventas en el caso del libro digital. Y es que, sobre una estimación de 300 millones de descargas de e-books en total, las efectuadas y pagadas legalmente apenas llegan a los 13 millones. Eso explicaría en gran medida el hecho de que el número de títulos digitales (19.236) disminuyera el año pasado nada menos que en un 29,7%.

lunes, 22 de julio de 2019

Por qué no hay que usar el Diccionario de la Real Academia, prejuicioso, racista y mal redactado (8)


Tal vez llevado por el afán de encontrarle el pelo a la sopa uno busca palabras al azar en el DRAE y cuando está por arrepentirse de su ensañamiento, se encuentra con que la ineptitud de los académicos no requiere hacerse el inquisidor. Salta a la vista. El misterio es si son ineptos por naturaleza o más bien poco dados al esfuerzo por el que seguramente les pagan.

Pero si los designios de la RAE para otorgar significados son lo más hermético que en la Tierra se haya pensado, contribuyen, como contrapartida, a afianzar la necesidad de múltiples diccionarios en las ex colonias ultramarinas. Uno de los argentinos, quiero decir, y de modo semejante de los chilenos, los uruguayos, los cubanos, los peruanos y los habitantes de cada país americano del habla que por ahora y genéricamente podemos llamar castellana.

Veamos un ejemplo.

bola
Del occit. bola, y este del lat. bulla 'burbuja, bola'.

1. f. Cuerpo esférico de cualquier materia.

2. f. canica2.

3. f. Juego que consiste en tirar con la mano una bola de hierro, a pie quieto o a la carrera, según se conviene, y en el cual gana el jugador que al fin de la partida ha pasado con su bola más adelante.

4. f. En algunos juegos de naipes, como el tresillo, lance que consiste en hacer un jugador todas las bazas.

5. f. Armazón compuesta de dos discos negros y cruzados entre sí perpendicularmente por los diámetros, la cual tiene apariencia de bola y sirve para hacer señales en los buques y en otros sitios.

6. f. betún (‖ líquido o pasta para lustrar el calzado).

7. f. coloq. Mentira, rumor falso o infundio, generalmente con fines políticos o de otro género.

8. f. vulg. testículo. U. m. en pl.

9. f. Ant., Col., El Salv., Méx., Nic., Pan. y Ven. En el juego de béisbol, lanzamiento malo del lanzador al bateador.

10. f. Arg., Cuba, Méx. y Ur. bola empleada como arma ofensiva y para cazar o sujetar animales. U. m. en pl. con el mismo significado que en sing.

11. f. Bol. y Méx. montón (‖ cantidad considerable).

12. f. Col., Cuba y Méx. Corte de carne fina y tierna de vacuno, que se emplea para bistecs.

13. f. Col. Persona inepta o incapaz.

14. f. Méx. y Nic. Riña, tumulto, revolución.

15. f. coloq. Méx. y Nic. Reunión bulliciosa de gente en desorden.

16. f. pl. El Salv., Hond. y Nic. dinero (‖ moneda corriente).

*

bola de Berlín

1. f. Méx. Pan dulce suave relleno de crema pastelera, que no se hornea sino que se fríe.

bola de lomo

1. f. Arg., Par. y Ur. Corte de vacuno, extraído del cuarto trasero, ubicado en la parte anterior de la región femoral.

bola de nieve

1. f. mundillo (‖ arbusto).

2. f. Flores de la bola de nieve.

3. f. maraña (‖ situación o asunto intrincado).

bola del mundo

1. f. globo terráqueo (‖ esfera).

bolas criollas

1. f. pl. Ven. bochas (‖ juego).

a bola vista

1. loc. adv. A las claras, descubiertamente, con evidencia y seguridad.

andar como bola sin manija

1. loc. verb. coloq. Arg., Par. y Ur. Hallarse desorientado.

bola, o bolas

1. interjs. vulgs. Ven. U. para expresar rechazo.

cambiar la bola

1. loc. verb. Cuba. Cambiar una orientación o disposición, con lo que se modifica el orden previo o planeado.

comer alguien bolas

1. loc. verb. despect. coloq. Cuba. comer gofio.

correr la bola

1. loc. verb. coloq. Am. Mer., Cuba, Hond. y Nic. Divulgar noticias inquietantes, infundadas o antes ignoradas.

dale bola

1. loc. interj. coloq. otra te pego (‖ para denotar enfado).

dar alguien bola

1. loc. verb. Nic. Ser eficaz.

dar bola a alguien

1. loc. verb. coloq. Am. Mer., Hond., Nic. y R. Dom. Prestarle atención.

2. loc. verb. R. Dom. Trasladar gratuitamente a un viajero en una ruta determinada.

dar bola negra a alguien

1. loc. verb. coloq. Cuba y Ven. Impedirle realizar algo que se propone.

2. loc. verb. El Salv. y Ven. eliminar (‖ excluir de una agrupación o de un asunto).

dar, o darle, a la bola

1. locs. verbs. Col., Méx. y Ven. atinar.

dejar que ruede, o dejar rodar, la bola

1. locs. verbs. coloqs. Dejar que un suceso o negocio siga su curso sin intervenir en él.

2. locs. verbs. coloqs. Mirar con indiferencia que las cosas vayan de uno o de otro modo.

echarle bolas a algo

1. loc. verb. coloq. Ven. Emprender con decisión y coraje su ejecución.

en bola

1. loc. adv. Méx. y Nic. En montón.

en bolas

1. loc. adv. coloq. en pelota. U. t. c. loc. adj.

escurrir la bola

1. loc. verb. coloq. Huir, escapar.

hacer bolas

1. loc. verb. coloq. hacer novillos.

hacerse alguien bolas

1. loc. verb. Bol., Ec., Hond., Méx. y Nic. Desorientarse, enredarse, hacerse un lío.

hasta la bola

1. loc. adj. Taurom. Dicho de una estocada: Que ha llegado hasta la empuñadura de la espada. U. t. c. loc. adv. U. t. en sent. fig.

ir alguien a su bola

1. loc. verb. coloq. ir a lo suyo.

no dar alguien bola

1. loc. verb. Hond. No servir para la tarea que se le ha encomendado.

parar bolas

1. loc. verb. coloq. Col., Hond., Nic. y Ven. Poner o conceder atención a lo que dice o quiere alguien.

pedir alguien bola

1. loc. verb. R. Dom. Solicitar ser trasladado gratuitamente en una ruta determinada.

poner bolas

1. loc. verb. coloq. Col., Hond. y Nic. parar bolas.

ruede la bola

1. expr. coloq. U. para manifestar el deseo de dejar que ruede la bola.

sacar bola

1. loc. verb. coloq. Doblar el brazo haciendo una contracción para que se marque el bíceps braquial.

ser alguien una bola

1. loc. verb. coloq. Col. Ser particularmente torpe.

tener alguien bolas

1. loc. verb. coloq. Arg., Bol., Col., Hond., Nic. y Ven. Tener agallas.

guerra de bolas

niño de la bola

niño de la bola

queso de bola

La palabra bola, cuyo recorrido etimológico establece el DRAE en una breve frase –del occitano habría pasado a la península ibérica, y, a su vez, el occitano lo habría tomado del latín, aunque no sabemos por qué la Hispania no lo tomó directamente– conjura cualquier crítica de que el DRAE sea parco. El diccionario da para esta palabra 16 acepciones.

Cabe suponer, o siempre se supuso, que la lista de acepciones de los diccionarios se ordena según el uso más común. De ser así, solo la primera acepción de “bola” ocupa incuestionablemente su lugar en este caso. Las cinco que siguen no se usan en la Argentina y, me temo, algunas de ellas tampoco en España, a estas alturas. ¿Se seguirá jugando allá el aquí desconocido juego que consiste en “tirar con la mano una bola de hierro”? Increíblemente, la definición de la DRAE incluye en este caso la misma palabra que define. Se trata de la tercera acepción. La segunda reza sucintamente “canica”. No sé en otros países de América, pero aquí nunca oí decir “vamos a jugar a las bolas” sino, antiguamente, “vamos a jugar a las bolitas”, que eso es lo que sabemos significa “canica”. El sentido metafórico de “mentira” aparece recién en la séptima acepción. El sentido metafórico sexual de “testículo” es la octava acepción, con la pundonorosa aclaración de que se trata de un vulgarismo. La novena es una acepción que no me atrevo a cuestionar porque no sé exactamente cómo se llama en Antigua, Colombia, El Salvador, Nicaragua, Panamá y Venezuela al mal servicio del lanzador en el juego de béisbol, pero dudo si en todos esos países se le dice “bola” a secas. En la décima acepción parece que se alude a nuestras boleadoras, que en efecto se llamaban también simplemente “bolas” (“sabe manejar la bolas / como naides las maneja”, cf. Martín Fierro), pero nunca las escuché mencionadas en singular, como dice que se dice la Academia. En este caso, como en el de las canicas, nos quedamos sin saber cómo se las imagina exactamente el DRAE. No hay una descripción sumaria, que sería lo mínimo que se espera de un diccionario.

Nota bene. Aunque la RAE evita la calificaciones terminadas en “ismo” y ahora menciona sólo los nombres –abreviados– de los países de uso o de origen de una palabra, está visto que el orden de las acepciones mantiene el carácter subalterno que tienen las que no son de origen peninsular.