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martes, 6 de mayo de 2025

Exceso de argentinidad e imposible traducción

 

La escena representa una partida de truco en la adaptación cinematográfica de El Eternauta, la historieta de Héctor Oesterheld y Solano López. 

Uno de los personajes dice: "Eh, ¿se largolla o está relampajeando?". Otro responde, "Sí, va a llovergar". E interviene un tecero y dice "Y yo sabía que dejé el paraguasca arriba de la repija".

No es un diálogo brillante, claro. De hecho, en la ficción, produce la indignación de Ricardo Darín, que trata a sus amigos de idiotas. 

Pero lo que sí es claro es que, dado el alcance de la producción de Netflix, seguramente va a traer problemas de comprensión en otras provincias de la lengua castellana, para no hablar de los inconvenientes que les va a suponer a los traductores a otros idiomas. 

De hecho, ésta es la versión lavada al inglés que propone Netflix:

Con todo, varios usuarios traductores de la cuenta de X, donde se reprodujeron estas imágenes, intentaron soluciones. El problema es que, más allá de la felicidad con que algunos lograron mimar el gesto, el resultado para los hablantes de otras lenguas resulta un galimatías. Se trata de un caso en que no se debe traducir palabras, sino, fundamentalmente, una cultura. Y a veces no se puede.

viernes, 21 de marzo de 2025

La FUNDEU proporciona algunas instrucciones la mar de majas pa' cuando llegue el Apocalipsis



Todos sabemos que, si un asteroide de proporcionas impacta sobre la tierra, las consecuencias pueden ser terribles. Por eso, la FUNDEU (Fundación del Español Urgente, brazo armado de la Real Academia, siempre dispuesta a corregir la falta de salero de los hablantes no peninsulares) consideró necesario que muramos expresándonos de la manera correcta. Es así que, el pasado 17 de febrero, en su sitio, publicaron estas indicaciones, muy oportunas para cuando estemos a punto de crepar.

Aproximación de un asteroide a la Tierra, las claves de redacción

A propósito de la profusión de noticias relacionadas con el asteroide 2024 YR4, que podría chocar contra la Tierra en 2032, se ofrecen algunas claves de redacción.

1. Asteroide, no meteorito
El término adecuado para aludir a este cuerpo celeste es asteroide, palabra que designa a un ‘cuerpo menor del sistema solar, de dimensiones inferiores a 1000 km de diámetro y que frecuentemente gira alrededor del Sol entre las órbitas de Marte y Júpiter’. Si se desprendiera de él un fragmento y cayera sobre la Tierra u otro astro, se podría aludir a él como meteorito.

2. 2024 YR4, mejor con subíndice
Es este el nombre provisional del asteroide, que sigue la nomenclatura científica. Conviene respetar esta grafía oficial, que da indicaciones sobre su descubrimiento (tuvo lugar en 2024, en la segunda quincena de diciembre, a la que corresponde la primera letra, la Y) y el orden que ocupa entre otros hallazgos esa quincena (al primero le corresponde la A y, en caso de llegar a la Z, se vuelve a la A, pero añadiéndole un 2, 3, etc.). La Unión Astronómica Internacional recomienda dejar el último de los números, si lo permite la tipografía, como subíndice.

3. Tierra, Sol…, con mayúscula inicial
Si se hace referencia a los nombres propios de los objetos astronómicos, lo adecuado es la mayúscula inicial. Sería recomendable escribir, por ejemplo, «su órbita alrededor del Sol», no «… del sol».

4. Probabilidad en torno al 2 %, no posibilidad
La tercera acepción de probabilidad en el Diccionario de la lengua española señala la ‘razón entre el número de casos favorables y el número de casos posibles’ de que algo ocurra, y no es lo mismo que posibilidad. Por ello, cuando se dice «La ESA reduce la posibilidad de que choque contra la Tierra al 2 %», sería recomendable haber escrito «… reduce la probabilidad…».

5. Las siglas extranjeras, en redonda
El 2024 YR4 ha sido descrito como asteroide potencialmente peligroso, calificación descriptiva en la que lo recomendable es emplear minúsculas, y que a menudo se sustituye por su sigla en inglés, PHA (por potentially hazardous asteroid), escrita en redonda. Lo mismo ocurre con otras denominaciones, como la de asteroides próximos a la Tierra (NEA, sin s, por near-earth asteroids).

6. Escalas de Palermo y de Turín, mayúsculas y minúsculas
Para medir el riesgo y la peligrosidad de impacto de uno de estos cuerpos se utilizan las escalas de Palermo (o escala técnica de amenaza de impacto de Palermo) o Turín, con mayúscula inicial solo en el nombre propio y no en el sustantivo genérico.

lunes, 10 de febrero de 2025

"Donde se escucha la patria"

Mariano Martín Terdjman
es Licenciado en Letras por la UBA. Escritor y traductor, trabajó como guionista, docente y librero. En este breve artículo plantea una cuestión fundamental que, sin resolverse, ocupa a muchos traductores argentinos. 

La isla del voseo

1. En 1925 el nacionalista Borges dice ser el primer aventurero hispánico en desembarcar en las costas del Ulises, del nacionalista Joyce, comentándolo y traduciendo su última página para revista Proa. Traducción que llama “versión”, porque le interesa menos la trascripción literal de las palabras que la sonoridad y el uso extensivo del lenguaje coloquial. Allí aparece “el campo lindísimo” (the beatiful country), “soy loca de la flores” (I love flowers), “me importa un pito” (I would'nt give a snap of my two fingers), “a qué santos” (why why) y el resultado es una traducción localista ultimada con el uso del voseo rioplatense: “para vos brilla el sol” (the sun shines for you).

Ese joven nacionalista funda revistas y discute con España cuando se le atribuye a Madrid ser el meridiano y fundamento de la lengua que habla. Es el año 26, 27, con los nacionalismos en alza, y con Borges persiguiendo el habla de los argentinos. “Una incredulidá grandiosa,vehemente, puede ser nuestra hazaña”, así termina El tamaño de mi esperanza donde las palabras están recortadas así: ciudá, incredulidá, realidá. En El idioma de los argentinos, al notar las diferencias con España, dice: “un matiz de diferenciación sí hay; matiz que es lo bastante discreto para no entorpecer la circulación total del idioma y lo bastante nítido para que en él oigamos la patria”. El idioma de los argentinos y El tamaño de mi esperanza: libros jóvenes que después, cuando llega el momento de recopilar sus obras completas, decide no incluir.

2. “Traducir es un acto de elección continua, y elegir siempre supone sacrificar algo. Eso es incesante, la insatisfacción permanente del traductor es que está eligiendo algo a expensas de algo”. En un debate de los años ochenta sobre la versión de Borges del Ulises, Enrique Pezzoni, traductor, crítico y maestro de grandes maestros -leí por primera vez el final del monólogo de Molly con uno de sus discípulos, Daniel Link, en las aulas de la facultad de Filosofía y Letras- traduce la última página y reincorpora, en su propia versión, la que leímos en la cursada, las verdaderas palabras de Joyce: “la preciosa campiña”, “me encantan las flores”, “por qué por qué”, “no doy ni esto por toda su ciencia”, “el sol brilla para ti”. Y sobre el voseo dijo, aquella vez: “Cuando elegís el vos creás una inmediatez mucho mayor que el tú. Pero además, fatalmente estás trasladando un espacio a otro. En la situación de pacto de lectura traducción el tú funciona como una convención”. Y agregó: “Generalmente lo que hace el traductor es trabajar mucho con el registro de la lengua empleado, para que compense el tú y genere por otro lado la inmediatez”.

3. Entre los traductores argentinos no se usa el voseo o se usa poco. Borges nunca más lo utilizó. Siguió optando por la idea de “versión” para las traducciones y colando expresiones coloquiales, pero no necesitó el voseo. Incluso popularizó la idea de traducciones (versiones) que podían mejorar el texto original (versiones, también) y su traducción de Las palmeras salvajes, de Faulkner, significó para escritores hispanos algo más trascendente y revelador que The Wild Palms para sus colegas de habla inglesa.

En 2021 la editorial Godot publicó una nueva versión de Dublineses, el libro de cuentos de Joyce, traducido por Edgardo Scott. En el prólogo, Scott dice: “Pero la cuestión clave respecto de esta traducción fue afirmar una traducción plenamente del Río de la Plata”. “Era rubicundo y rollizo” en la traducción canónica de Cabrera Infante se convierte en: “Era macizo y rubión”. “Una noche, chico, que iba yo por Dame Street” se vuelve: “Una noche, amigo, yo iba por Dame Street”. “La gran vida, chico” es “Estuvo bien, amigo”. “Tú sabes que tú no me puedes andar con cuentos” es “Vos sabés que a mí no me engañás”. “¿A cómo la ración de chícharos?” es “¿Cuánto cuesta el plato de arvejas?” (todos ejemplos del cuento “Dos Galanes”, del libro)

Le escribí a Eduardo, que vive en París, con algunas preguntas, sobre el proceso y sobre su trabajo. “Fue una propuesta mía el libro”, me dijo. “Una traducción nunca podría ser demasiado argentina, siguió. Las traducciones de traductores argentinos -e incluso- de editoriales argentinas son argentinas”. Y también le pregunté por qué creía que casi por regla no usábamos el voseo. “La primera respuesta que se me ocurre es fácil, casi demagógica: un traductor -una traducción- que esté pensando en que ese texto sea recibido o mejor recibido más allá del Río de la Plata. Es divertido, casi ingenuo: como si en Hispanoamérica no supieran que voseamos…”.

4. Le consulté entonces a Laura Fólica, investigadora en estudios de traducción afincada en Barcelona sobre el problema de los localismos: “La creencia es que un español neutro, es decir libre de localismos, permitiría una circulación más rápida y extendida de los libros traducidos”, me dice. “Ahora bien, muchas veces no están tendidas las redes materiales de distribución de libros para que esto ocurra efectivamente”. “Incluso puede ocurrir, completa, lo contrario, que libros traducidos en una variedad específica, como es el caso de Anagrama -que privilegia la norma de Madrid- circulen por toda la región de latinoamericana, porque justamente la editorial sí que tiene establecidas redes locales”.

5. Borges nacionalista traduce todo, trae todo, incluso el nombre del escritor: JAIME Joyce, lo hace firmar. En el debate de la década del 80 sobre la traducción de la última página del Ulises se plantea la duda: “¿Uno quiere leer la literatura de otros países y leerla como distinta, o quiere encontrarse a sí mismo en el espejo hasta la eternidad?”.

6. La isla del voseo es chica en el amplio mar del idioma español. El español “neutro”, entidad inexistente que nadie respeta ni tiene reglas (o tiene dos reglas: que en las traducciones los españoles no traigan a Latinoamérica el vosotros y que los argentinos desistan del voseo) también es inevitable motivo de unión. Encontrar palabras que entiendan mexicanos, peruanos, chilenos, argentinos y españoles. Y después sorprenderse con los giros de cada lugar, con el idioma de cada pueblo. Que la marraqueta chilena sea el pan francés argentino, que el camote la batata y el bototo el borcego. Que salir de carrete sea irse de joda. Ese es el “matiz nítido” (¿el sonido limpio?) donde se escucha la patria

jueves, 21 de noviembre de 2024

¡Me cago en la leche! Éstas son las reflexiones de un tío cojonudo.

Traductor de fuste y cinéfilo empedernido, el poeta Jorge Aulicino reflexiona en el siguiente texto sobre el subtitulado de películas que se realiza en España y lo penoso que resulta padecerlo cuando se lo ve en Latinoamérica. 

"El problema sigue siendo un problema"

No sé si los españoles piensan que el español de España es el único que se habla en el mundo o si no se enteraron de que Carlos V ha muerto. Su imperio ya no es aquel en el que no se ponía nunca el sol. Ya no hay imperio. Los subtituleros de series y películas posiblemente oscilan entre estas dos formas de ignorancia. Y, lo que es peor, nunca se han planteado la cuestión acerca del modo de traducir un nivel de lengua familiar desde otra lengua a la lengua propia. Que implica la cuestión de las "marcas" locales.

Hay otra explicación a esta situación de ver a Bruce Willis diciendo "¡joder!", y es que quizá para los subtituleros –que me los imagino jóvenes y mal pagados– no "mola" mucho el trabajo agotador de poner en letras castellanas lo que unos personajes dicen en otro idioma durante hora y media, dos horas. También es posible que en un acto de revancha produzcan textos que no solo muestran la galanura de los personajes estadounidenses para hablar el castellano de España, sino en el castellano vulgar de España. O, para no ofender: nada de "vulgar": digamos popular y juvenil.

Ahora bien, el problema sigue siendo un problema, lo resuelvan ellos o nosotros a la manera de cada uno. Primero: a mexicanos, argentinos, peruanos o chilenos –por nombrar unos pocos países en los que seguramente el streaming propala series y películas subtituladas en España– les causa gracia ver a villanos y héroes de Nueva York o Tennessee diciendo ya no solo "gilipollas", la marca local más difundida de España, sino "capullo" (entiendo que por tonto o fastidioso), "tirar" por ir ("tira p'allá"), "venga" por vamos, "cutre" por vulgar o de mala calidad, "curro" por trabajo"; y "chulo", "follón", estar "de coña", "flipar", "me la suda", "cotillear", "cagarse en la puta", "a toda leche", estar "sin blanca", "tienes un morro que te lo pisas", no ver "tres en un burro", "tía" y "tío", "maja" y "majo", etc. Etc. Segundo, el problema se agudiza porque al parecer los subtituleros, y probablemente los españoles en general, piensan que su jerga es el único castellano. Es decir: que el español que usan es el español.

Bien, en la Argentina existe también cierta difuminación de los límites entre lenguajes, antiguamente llamados “niveles de lengua”. Se dice boludo cada cinco minutos así en la calle como en una reunión familiar o social. Hablan argentino vulgar diputados, senadores, presidentes, como si fuera ese el único lenguaje argentino. Sin embargo, si pusiéramos a personajes de películas estadounidenses a hablar en argentino, nos plantearíamos, con seguridad, el problema -teórico al menos- de si es creíble un neoyorquino diciendo "chupame un huevo" o "andate a la concha de tu hermana", o –más suavemente– "se colgó", "embole", "laburo", "morfar", "ni en pedo", "le faltan algunos jugadores", "pochoclo", "pancho", "se dio una piña", "atorrante", "bardear", "flashear", "me recabe", "¡joya!", "zarpado", "chorro", "al palo", estar"en el horno", etc.

Probablemente solo pueda plantearse este problema un país con un gran complejo de inferioridad, o para decirlo en otras palabras, un país relativamente joven que nunca supo qué es gobernar medio mundo. En la traducción literaria es una cuestión que nos planteamos a menudo. Y le damos solución paso a paso, manteniendo la temperatura media o popular de la lengua de partida pero sin entrar en el mundo de los infinitos e inverosímiles localismos. Esto quiere decir que un estadounidense hablando como un adolescente en una cervecería no nos acercaría el personaje: nos lo haría ridículo. Menos mal que en las películas se oye al menos el sonido de la lengua original. Cuando no están dobladas en España...

jueves, 14 de noviembre de 2024

"Otro dato importante: la población de países hispanohablantes: 488.215.319, mientras que España posee 48.692.804"

El pasado 9 de noviembre, Omar Genovese publicó en el diario Perfil, de Buenos Aires, la noticia que se copia a continuación. Su bajada dice: "La población de países hispanohablantes ascendió a 488.215.319, mientras que España posee 48.692.804. Los 600 millones de personas que hablan español convierten al idioma en la segunda lengua materna del planeta, por detrás del chino mandarín, y por encima del inglés, el hindi y el árabe. Sin embargo, el número de países en los que el español es oficial, vehicular o mayoritario, es menor que el de países hablantes de inglés, francés o árabe".

El español supera los 600 millones de hablantes y es la segunda lengua materna en el mundo

El 30 de octubre pasado trascendió el informe “El español en el mundo 2023”, del anuario que ha presentado el Instituto Cervantes en Madrid. Este indica que han superado por primera vez los 600 millones de personas en todo el mundo en 2024 (600.607.806 personas), con casi 500 millones de hablantes nativos, y continúa como segunda lengua materna en el mundo, tras el chino mandarín.

Para el director del Instituto, Luis García Montero: “Siguiendo las indicaciones de nuestros especialistas nos parece muy importante a la hora de evaluar unir la alta cultura con la cultura popular. Somos la lengua de Cervantes pero también la lengua de una parte muy notable de la oferta de música, series, películas y videojuegos”.

Otro dato importante: la población de países hispanohablantes: 488.215.319, mientras que España posee 48.692.804. Los 600 millones de personas que hablan español convierten al idioma en la segunda lengua materna del planeta, por detrás del chino mandarín, y por encima del inglés, el hindi y el árabe. Sin embargo, el número de países en los que el español es oficial, vehicular o mayoritario, es menor que el de países hablantes de inglés, francés o árabe. En este sentido, el índice de vehicularidad del español como segunda lengua es el más bajo de las lenguas oficiales de la ONU, mientras que el coeficiente de hablantes de español como primera lengua está entre los más altos.

El informe revela que los hablantes de español fuera de los países hispánicos se acercan a los 100 millones, principalmente por su trasfondo migratorio. En cuanto a los aprendices, el documento apunta que la mayoría de personas que aprenden español se concentran en Estados Unidos, la Unión Europea y Brasil, debido al peso de la lengua en los sistemas de enseñanza reglada. En 2024, ha habido más de 24 millones (24.208.813 personas) de personas que aprenden español.

Al respecto, el informe apunta que, durante los últimos diez años, el número de aprendices de español ha crecido a un ritmo medio del dos por ciento, impulsado por su dinamismo en países de la Unión Europea y África occidental y central.

En los países hispanohablantes, la proporción de hablantes con dominio nativo del español es del 93,63% de la población. Entre los países hispanohablantes, solamente Paraguay, Guatemala, Bolivia y Guinea Ecuatorial tienen una proporción de nativos de español inferior al 85%.

Ecuador, Venezuela y Guatemala son los países hispanohablantes con los registros más bajos en cuanto al dominio del español entre su población indígena, con más de un 20% de personas que no hablan esta lengua (en el caso de Ecuador, el porcentaje alcanza un 34,2% de población indígena).

Por otro lado, el informe destaca que el español se ha consolidado como una de las opciones principales para usuarios de plataformas, como Netflix o Spotify, y también para consumidores de videojuegos.

Así, España es el quinto productor de series entre las cien más vistas de Netflix en el mundo. Y es, junto con Reino Unido, el mayor productor de series de ficción en Europa. En 2024, La Sociedad de la nieve, de Juan Antonio Bayona, se sitúa en el segundo puesto de películas de habla no inglesa más vista en la historia de Netflix, con 94,4 millones de visionados. El tercer puesto es para otra película española, Nowhere, de Albert Pintó, con 85,7 millones de visualizaciones.

Veremos cómo, en los próximos años, sus países ibéricos saldrán a competirle en este y otros rubros (cine, software, música, traducción, etc.). Teniendo en cuenta que los primeros 6 países de habla hispana casi triplican en tamaño demográfico, PBI y flujo de capitales propios.

Los 600 millones de personas que hablan español convierten al idioma en la segunda lengua materna del planeta, por detrás del chino mandarín, y por encima del inglés, el hindi y el árabe. Sin embargo, el número de países en los que el español es oficial, vehicular o mayoritario, es menor que el de países hablantes de inglés, francés o árabe. En este sentido, el índice de vehicularidad del español como segunda lengua es el más bajo de las lenguas oficiales de la ONU, mientras que el coeficiente de hablantes de español como primera lengua está entre los más altos.

El informe revela que los hablantes de español fuera de los países hispánicos se acerca a los 100 millones, principalmente por su trasfondo migratorio. En cuanto a los aprendices, el documento apunta que la mayoría de personas que aprenden español se concentran en Estados Unidos, la Unión Europea y Brasil, debido al peso de la lengua en los sistemas de enseñanza reglada. En 2024, ha habido más de 24 millones (24.208.813 personas) de personas que aprenden español.

Al respecto, el informe apunta que, durante los últimos diez años, el número de aprendices de español ha crecido a un ritmo medio del 2%, impulsado por su dinamismo en países de la Unión Europea y África occidental y central.

Precisamente, el profesor en la Universidad de Oviedo Eduardo Viñuela, encargado del informe “El español se canta más que nunca”, ha asegurado que el momento actual es “muy bueno” para la música en español, que va creciendo de forma “ininterrumpida”. Así, ha destacado el “boom latino” de los años 2000 con exponentes como Shakira, Luis Fonsi o Daddy Yankee.

Después, en la era de TikTok, la música en español ha continuado con gran presencia en redes sociales, generalizándose las creaciones amateur, que han disparado los datos de consumo con hitos como el caso del artista Bad Bunny o Karol G, que han llegado al primer puesto en la lista de Billboard con música en español, algo que no era lo “común”.

En el ámbito de la traducción, la lengua española se encuentra en el 6º lugar entre los idiomas traducidos, pero 

En el ámbito de la traducción, la lengua española se encuentra en el 6º lugar entre los idiomas traducidos, pero entre los cincuenta autores más traducidos a escala mundial tan solo aparece un escritor hispanohablante, Gabriel García Márquez, en el puesto 49 con 1.382 traducciones. La autora más traducida es Agatha Christie con 7.236 traducciones.

martes, 15 de octubre de 2024

Imaginemos que estamos para hablar idioteces y una intitución nos apaña

En HuffPost del pasado 13 de agosto, sin firma, se publicó el siguiente suelto a propósito de otras de las huevadas que ocupan a los pelotudos de la Real Academia Española. Si los periodistas tuvieran dos dedos de frente, no se ocuparían de reproducir tamañas estupideces.

Adiós a la 'i griega': la RAE decreta que esta letra no existe en el abecedario español

La Real Academia Española (RAE) ha aplicado numerosos cambios ortográficos a lo largo de la historia, pero en el año 2010 puso en marcha unas variaciones que todavía siguen provocando dudas 14 años después.

La edición de Ortografía del año 2010 de la RAE buscaba ser "razonada y exhaustiva, pero simple y legible" y aplicó varios cambios de importante calado. La organización cambió "quorum" por "cuórum", eliminó las tildes de "solo", "guion" y "o" entre números.

Pero también hizo algo más, dijo adiós a la pronunciación sobre la 'i griega' y pasó a llamarse 'ye'. Algo que replicó hace unos años en redes sociales tras la pregunta de una seguidora.

"Se recomienda el nombre 'ye' para la letra 'y', pero se acepta también el nombre tradicional 'i griega'. La letra 'i' se denomina 'i' o 'i latina' (si se quiere diferenciar de la 'y' cuando se utiliza para ella la denominación 'i griega'", aseguró en un tuit.

martes, 20 de agosto de 2024

Pelotudeces a troche y moche

No sabemos quién es María del Pilar Díaz, pero firma cosas como la que se leen abajo en El Confidencial, un medio español que, con salero, nos explica el universo. Ésta es la bajada pedorra que presenta el artículo: "Las expresiones populares en español han perdurado y evolucionado durante siglos, reflejando la riqueza cultural e histórica de los pueblos hispanohablantes"

¿Qué significa la expresión "a troche y moche"? Este es su origen

El idioma español, conocido por su riqueza y diversidad, cuenta con una amplia gama de expresiones populares que reflejan la historia y la cultura de los pueblos hispanohablantes. Una de estas expresiones es “a troche y moche”, cuya etimología y uso continúan generando interés entre los lingüistas y los amantes del idioma.

La Real Academia Española (RAE) define la expresión “a troche y moche” como una locución adverbial que se emplea de manera coloquial para describir acciones realizadas de forma disparatada e inconsiderada, o sin ningún tipo de orden ni medida. Esta expresión se utiliza, por ejemplo, en contextos donde se actúa de manera desorganizada o caótica, como en la frase: “Se ha liado a bastonazos a troche y moche”.

El origen de esta locución es incierto, pero existen varias teorías que intentan explicar su procedencia. Algunos estudiosos indican que la expresión “a troche y moche” tiene su origen en el siglo XV, cuando Isabel la Católica ordenaba cortar las torres de los castillos de nobles rebeldes, con “troche” derivado de “trocear” y “moche” de “mochar”, simbolizando una acción irracional y absurda.

Como abordan desde el Centro Virtual Cervantes, una de las hipótesis más aceptadas sugiere que podría derivar del verbo arcaico “mochar”, que significa cortar o dividir en partes. Esta palabra, junto con “trocha”, que podría hacer referencia a algo toscamente hecho o a un camino o vereda, formaría una expresión que describe una acción realizada sin ningún tipo de cuidado o precisión, como cuando se despeja de maleza un sendero.

Una posible relación con el ámbito rural
Otra interpretación interesante vincula “a troche y moche” con actividades agrícolas. En el pasado, el trabajo en el campo, especialmente durante la tala de árboles o el desbroce de terrenos, se hacía a menudo de manera apresurada y sin seguir un orden riguroso. Esta falta de organización habría dado lugar a la asociación de la expresión con cualquier actividad que se realiza sin planificación.

A pesar de su antigüedad, la expresión ha sobrevivido en el tiempo, manteniéndose viva en el habla cotidiana, especialmente en España, aunque también es comprendida en otros países de habla hispana. Su uso actual demuestra cómo el idioma español, a través de sus expresiones, sigue reflejando las costumbres y formas de vida de generaciones pasadas.

La expresión “a troche y moche” comparte similitudes con otra frase del español, “a destajo”. Mientras que “a troche y moche” se refiere a actuar de forma desordenada, sin planificación ni cuidado, “a destajo” implica trabajar con gran intensidad y rapidez, pero con un propósito claro, orientado a completar una tarea en el menor tiempo posible. Así, mientras que la primera sugiere caos y falta de criterio, la segunda se asocia con eficiencia y productividad, aunque ambas destacan la intensidad en la ejecución de una acción.

martes, 6 de agosto de 2024

Leer esto da cringe

“'Y la queso', 'funar' o 'iconic', son parte de un glosario que puede parecer encriptado a veces para los adultos. Por qué los adolescentes transforman el idioma para sentirse únicos y cómo conectar mejor con ellos, según los expertos." Tal es la bajada de un artículo publicado por Belén Marinone, en Infobae, el pasado 3 de agosto.

La fábrica de expresiones centennial: ¿lenguaje cifrado o búsqueda de pertenencia en cada palabra?

De parte de los adolescentes de hoy podemos escuchar expresiones como: “Y la queso”, “Stalkear”, “Hype”, “God”, “POV”, “Aesthetic” y “Funar”. La lista podría seguir con “Cringe”, “Random” e “Iconic”. Así, hasta el infinito.

La escena que viene a continuación, luego de este especie de “glosario” moderno, muestra a los adultos intentando ―sin éxito―entender a qué se refieren exactamente los más jóvenes cuando emplean estas palabras.

Casi como un acto de traducción, los padres y educadores hacen esfuerzos para descifrar ese lenguaje tan extraño como distante. A la dificultad de comunicación fluida, se suman frases como “das cringe” de parte de los hijos. Y todo se vuelve un mar de preguntas.

Desde términos populares en las redes sociales hasta modismos utilizados en su vida diaria, el vocabulario de los más jóvenes define su identidad y, en contrapartida, establece una barrera comunicativa entre ellos y los adultos. ¿Cuáles son las claves para entender este fenómeno? ¿Por qué lo hacen?, son algunas preguntas para reflexionar y no ser “funado”, algo así como repudiado o cancelado.

La independencia inentendible
“Los grupos generacionales tienen canales de comunicación diferentes”, explica Martín Wainstein, profesor consulto, investigador y director de la Carrera de Especialización en Psicologia Clínica Sistémica en la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires (UBA) en diálogo con Infobae, y señala que la familia es una institución donde ocurre la socialización y la individualización.

Sin embargo, hay cuestiones que son generacionales. “Pero hay un fenómeno global que es de orden generacional que implica una diferenciación de generación en generación. Y una cuestión interesantísima es cómo se diferencian los lenguajes”, dice Wainstein.

Por su parte, Gabriela Pauer, lexicógrafa, doctora en Letras y profesora de la Facultad de Comunicación de la Universidad Austral dice a Infobae que, al implementar estas palabras, “el adolescente está construyendo su identidad, ya que se encuentra en una etapa sensible y creativa: el paso de la niñez a la adolescencia”.

Y sigue: “El adolescente crea un lenguaje particular –colectivo, no personal, ya que debe servirle para comunicarse con sus pares- pero que no pueda ser comprendido por sus padres, por el mundo adulto. De esta forma reivindica su autonomía e intenta vivir de forma vicaria la independencia”.

En esta misma línea, el psiquiatra y psicoanalista Harry Campos Cervera da cuenta de la misma cuestión cuando dice que estos modismos “son cambios en el habla producto a la necesidad de diferenciarse y a la vez de pertenecer a un grupo”. Y suma que “en todos los tiempos, las generaciones horizontales son más parecidas entre sí que las precedentes”. Es decir, que todas las generaciones tuvieron sus modismos.

Entonces, ¿está bien o mal que los adultos no entiendan? “En este punto, el adolescente ha descubierto –o está descubriendo, ya que se trata de un proceso- que su destino no es ser un mero repetidor de aquello que le enseñan sus padres, sino que puede crear, pensar y actuar distinto, modificar su entorno, aportar algo, empezar, de alguna forma, de cero”, apunta la lexicóloga y profesora.

¿Qué tiene al alcance de la mano para crear, que utiliza a diario y qué, además, es gratuito? Pauer da la respuesta: la lengua, “un terreno fértil a la hora de reflejar y de encabezar cambios”.

La experta define a estas nuevas palabras, tan especiales como desconcertantes para el mundo adulto, como una suerte de escudo entre él (y sus pares) y los mayores, los padres, tutores, profesores, autoridades. Surge, entonces, un terreno en el que el adolescente es rey y el adulto nada tiene que opinar.

En sintonía con Wainstein en cuanto a la diferenciación, Pauer sostiene que “desprenderse simbólicamente de los padres a través del léxico es como ganar una batalla al mundo adulto, que impone reglas e indica cómo actuar: una jerga incomprendida por los padres permite reírse, burlarse, en parte, del mundo adulto, hacerles saber, implícitamente, que no lo saben todo ni lo conocen todo ni han de tener la última palabra sobre el mundo”.

María Del Carmen Grillo, doctora en Comunicación y profesora de la Universidad Austral, aporta que “en otras edades también hay expresiones propias, pero las de los jóvenes suelen llamarnos la atención porque buscan romper, muchas veces, pero les permiten crear un sentido de pertenencia, algo compartido”.

Los motivos de la grieta
Un estudio realizado por la Universidad Sultan Ageng Tirtayasa, en Indonesia, se propuso analizar la jerga adolescente, sus variaciones y los las razones detrás de su uso.

Los resultados del estudio revelan que 37,93% de los adolescentes de la muestra utiliza el acrónimo (palabras formadas por iniciales) como tipo de jerga más común entre ellos. Le siguen el recorte de palabras, con el 28,75%, y las expresiones frescas y creativas, con un 18,39%.

Los investigadores también dieron cuenta de otros tipos de variaciones del habla, que incluían la composición con varias palabras y la jerga imitativa.

En cuanto a las razones para usar jerga, el estudio identificó siete motivos principales. ¿Cuáles? La razón más destacada es enriquecer el lenguaje con nuevas palabras, con un 17,85%. Otros motivos que aparecen en el estudio incluyen inducir amabilidad (16,70%), ser diferente y facilitar las relaciones sociales (ambas con 15,47%), reducir la seriedad de una conversación (13,09%), simplemente por diversión (11,90%) y deleitarse en el virtuosismo (9,52%).

Estos hallazgos, de acuerdo a las conclusiones de los científicos, subrayan cómo la jerga refleja la creatividad adolescente, como sus necesidades sociales y emocionales.

Sobre cómo impactan las redes sociales en la creación de palabras nuevas, Pauer aclara que “sirven para propagar expresiones adolescentes, para introducir otras, pero no es la tecnología ni son ‘las redes’ quienes las crean.

El léxico lo crean las personas y el léxico vinculado a la tecnología –de gran utilidad y necesario en la vida cotidiana- es empleado por todas las franjas etarias, no exclusivamente por los jóvenes”.

Grillo, sin embargo, dice que numerosas de las palabras están vinculadas a las tecnologías.

“Algunas vienen de plataformas en particular, como el uso de la palabra ‘filtro’ para los efectos que alteran la imagen en Instagram o TikTok, o “edit”, para indicar un video personal, creado a partir de otro. Los adultos y los jóvenes nos entendemos, hay contexto compartido. A lo sumo, puede haber algún malentendido que nos divierta un rato”.

Otra investigación pone el foco en adolescentes de habla alemana, que analiza cómo el argot de Internet se convirtió en un componente central del léxico juvenil, enfocándose en los neologismos de la red. Las autoras del estudio identificaron los modelos básicos de formación de estas nuevas palabras.

El argot juvenil, concluyen las investigadoras, es usado para ocultar significados (una especie de “contraseña” para todos los miembros del grupo de referencia). Además, “los jóvenes comienzan a usar palabras y frases de manera diferente a las reglas estándar del habla para parecer modernos y cool”, dicen.

En el estudio, Internet, como entorno especial, facilita la creación de neologismos que se utilizan en la comunicación online, a menudo mediante abreviaturas, combinaciones y derivaciones de palabras.

En este sentido, Wainstein advierte que “las redes sociales como TikTok, YouTube e Instagram proponen una segmentación generacional”.

¿Hay forma de acercar posiciones generacionales? ¿Podrán los adultos soñar con entender lo que dicen sus hijos? Sobre esto, Pauer dice que “los padres pueden, si lo desean, intentar comprender cómo hablan sus hijos, preguntar y ponerse al día”.

Sin embargo, aclara que “es esperable y lógico que los adultos no comprendan ni se sientan cómodos con esa jerga de sus hijos: hay voces extrañas, jocosas, expresiones agramaticales, incongruentes que, por ende, generarán rechazo en el mundo adulto”.

Grillo hace un aporte al que prestar atención: “Cuando la expresión llega a la escritura, y a un texto que puede leer un adulto, seguramente la expresión ya está llegando al fin de su uso, porque los jóvenes nos mueven hacia adelante”.

miércoles, 3 de abril de 2024

"La desigual distribución de capitales económicos, pero también simbólicos, en el campo editorial globalizado del español"

El siguiente artículo de la investigadora y traductora Laura Fólica fue publicado en el número 29 de Latin America Literature Today, con el marco de un dossier dedicado a la traducción latinoamericana en España.

El español como lengua de traducción: variedades en tensión en el mercado editorial actual


En Alfaguara publicamos un libro de Rey Rosa.
Lo habían traducido del guatemalteco al español.
Me odió Rey Rosa. A lo largo del tiempo la editorial cambió.

Declaración de Juan Cruz en el Foro Edita Barcelona, 2019


¿Se traduce de un español a otro en la industria editorial hispanohablante? Pareciera ser una práctica condenada cuando incumbe a textos literarios, tal y como deja ver la declaración de Juan Cruz, exeditor de Alfaguara; pero, ¿qué pasa cuando se trata de traducciones?

En este ensayo se revisan dos dicotomías presentes en la doxa del mercado editorial del español: la primera es la oposición entre lengua literaria y lengua de traducción; la segunda, ya situados en la lengua de traducción, se da entre las variedades del español utilizadas para traducir, oponiendo la traducción editada en España a la de América Latina.

Lengua de escritura y lengua de traducción: Dos representaciones antagónicas

La oposición entre lengua de escritura literaria y lengua de traducción suele ser defendida por lxs editorxs. Una cosa es el español empleado para crear literatura y otra el que se requiere para traducir literatura. La editorial Anagrama, fundada en Barcelona en 1969, es experta en enfrentarse al problema de la variedad lingüística, ya que ha labrado buena parte de su prestigio editorial como “descubridora” de autorxs latinoamericanxs que, una vez editadxs en su colección “Narrativas hispánicas”, regresan más prestigiadxs a sus campos nacionales; valga el ejemplo de Bolaño, que funcionó durante años como “marca” de la editorial. En ese sentido, Teresa Ariño, legendaria responsable de las traducciones de Anagrama, es clara: “en los originales hay que dejar lo que el autor quiere poner, la traducción es la traducción”.

Si bien la peninsularización de escritorxs latinoamericanxs hoy es condenada, no ocurre lo mismo con lxs traductorxs. En esos casos, la lengua del traductxr se adecúa a la norma peninsular. Marc García, editor responsable de Anagrama, explica que “en un original el autor usa su variante. En la traducción, el autor original usa su variante y tú tienes que escoger a qué variantes lo vuelcas. Nosotros volcamos a la variante peninsular porque estamos radicados aquí [en Barcelona]”. Así pues, el español del escritxr sería respetado mientras que la traducción necesariamente debería adaptarse a la lengua de la editorial en cuestión. En este caso, las decisiones editoriales de Anagrama son tomadas en Barcelona para su público español, si bien la editorial compra derechos y distribuye en todo el mercado hispanoparlante.

Oponiéndose a esta división entre lengua literaria y lengua de traducción, el traductor mejicano Arturo Vázquez Barrón, cofundador de la Alianza Iberoamericana para la Promoción de la Traducción Literaria, explica qué pasa cuando en México se reciben traducciones hechas en España:

"Al lector muchas veces le resultan chocantes las traducciones españolas porque están llenas de tíos y gilipollas y demás, pero nadie exige que una novela española se adapte al español mexicano. Si eso no se exige para los originales, ¿por qué forzosamente se tiene que exigir para las traducciones?" (en Santoveña, 2010: 245-246).

Si bien desde el Convenio de Berna de 1886 para la Protección de las Obras Literarias y Artísticas la traducción es descrita como escritura de creación, la explicación de este doble baremo para juzgar su lengua –sea de obra original o de traducción–, se debe a que esta última goza de menos legitimidad que la primera y, por tanto, está más sujeta a las restricciones normativas impuestas por la industria editorial. Valga aclarar que esta falta de legitimidad no es algo inherente al objeto, sino que responde a una construcción social. Tal y como analiza el crítico estadounidense L. Venuti (1995), la representación hegemónica de la traducción se regiría por el “paradigma de la invisibilidad”: la traducción suele considerarse una práctica invisible o, mejor dicho, invisibilizada por el mercado editorial y la industria cultural. Esta invisibilidad, basada en la “estrategia de la fluidez”, es la que permite sostener la “ilusión individualista de la presencia autoral” para quien desea acceder, sin mediaciones, a su autxr extranjerx.

Llevándola al territorio de nuestra lengua, ¿cómo se manifiesta esta estrategia de la fluidez? Aquí me interesa recuperar la situación de las distintas variedades del español frente al denominado “español neutro”, para complejizar la estrategia de “traducir en neutro”. ¿El neutro representa el paradigma de la invisibilidad? O, por el contrario, ¿rechaza la fluidez al presentarse como una construcción no compartida por ningún hispanohablante?

El (des)prestigio del español neutro
Al leer guías de estilo de las editoriales o al hablar con editorxs y traductorxs, la mención al “neutro” aparece como un tópico recurrente para referirse a una variedad “común”, “internacional” o “general” del español que pueda trascender las fronteras nacionales. El adjetivo “neutro”, cargado de significado durante épocas de guerra, busca evitar la contienda lingüística, pero al pretender vaciar su polemos no hace más que volverla evidente. Las variedades están en pugna porque algunas son priorizadas y otras desestimadas en la industria editorial.

El llamado “español neutro”, nacido para la industria audiovisual, pasó rápidamente a la industria editorial globalizada del español. Según la investigadora argentina Gabriela Villalba, el español neutro es una “imposición, por parte del mercado editorial, de una koiné literaria que satisfaga la exportación” (2017: 382). Aunque pretendidamente desterritorializada, esta koiné estaría próxima a la norma madrileña, pasada por el tamiz panhispánico. Sus rasgos más salientes serían: “el uso de tú/ustedes y sus formas verbales para la segunda persona, variaciones aspectuales en el uso de los pretéritos donde el rioplatense solo admite el simple, el uso de variantes léxicas del español estándar según la norma madrileña, representada por el DRAE, y la neutralización de referencias a variedades regionales” (Villalba 2007: 3).

Según dónde se enuncie, esta koiné de traducción adoptará diferentes funciones. Es cierto que, tanto en España como en América Latina, lxs editorxs pretenden una circulación ampliada de contenidos a ambos lados del Atlántico, pero la estrategia de traducción para garantizar esa circulación no es la misma. Para algunxs, el recurso al neutro es la vía que garantiza esa circulación, mientras que, para otrxs, no es más que una estrategia inviable.

Entre lxs editores argentinxs, hay quienes defienden el neutro como una utopía positiva de consenso y otrxs como un horizonte negativo de cierre discursivo; sin embargo, todxs lo mencionan a la hora de ligar la causalidad de la circulación de los libros con la evitación de marcas locales en el texto traducido. Leonora Djament, de la editorial Eterna Cadencia, reconoce cierta tensión al respecto: “creemos que no existe el español neutro pero a la vez sabemos que se está traduciendo para toda la región y que hay que tener en mente a los lectores de todos los países en lengua española a la hora de traducir”. La misma salvedad hace Maximiliano Papandrea de Sigilo, quien no cree que sus traductores escriban en neutro pero sí que eviten marcar localmente sus textos con el rioplatense, ya que este sonaría muy dialectal. “Si distribuyo en España, esta estrategia sería un suicidio”, concluye. Igual opinión sostiene Salvador Cristóbal, de Fiordo, quien piensa en una traducción regional para América Latina liberada de argentinismos. En ese sentido, el neutro sería, para él, una “linda utopía. No existe puro, pero se puede apuntar a recrearlo”.

La circulación de los libros traducidos en América Latina requiere de una estrategia que invisibilice las variedades locales y las acerque más a la norma madrileña bajo su aspecto “neutral”…

Muchas veces las editoriales compran los derechos de traducción para toda el área idiomática del español y, dado que distribuyen en toda esa zona, su estrategia de traducción resulta coherente con sus condicionantes económicas; sin embargo, esta estrategia es defendida también por pequeñas editoriales que adquieren derechos de traducción solamente para una distribución nacional. En esos casos, como nos ilustra Villalba (2017), la traducción en neutro sigue operando como “práctica prestigiadora”, porque permite mantener la creencia de que los libros, en un eventual futuro promisorio, podrán trascender las fronteras y llegar a más lectorxs. Este rasgo de supuesta incoherencia con las condiciones reales de circulación de estas editoriales nos demuestra, en cambio, que el capital simbólico no puede reducirse a explicaciones economicistas: el neutro es una estrategia de traducción dadora de legitimidad en el campo cultural argentino y latinoamericano.

La representación opuesta se activa en editoriales españolas, como es el caso de Anagrama, que traduce desde Barcelona para el mundo hispanoparlante dado que compra los derechos de traducción para toda el área idiomática y, efectivamente, está presente en la región distribuyendo o imprimiendo directamente en los países latinoamericanos. Consciente del malestar que despiertan sus traducciones en América Latina, Teresa Ariño justifica el proceder de la casa: “Sí que hay muchas quejas, pero qué vamos a hacer, son libros que no se pueden aplanar. Para nosotros, hacer una cosa estándar es aplanar el libro”. El estándar (“un español general de aquí”) es la variedad que emplean, esto es, un español que se halla más próximo a un español de Madrid. Al mismo tiempo, la localización del producto en las variedades latinoamericanas es impensada: “no podemos hacer ediciones para los demás países, es una cuestión económica, de mercado”, concluye Ariño. Otra vez, la explicación económica viene a justificar una política de traducción. La neutralización del texto en estos casos no dotaría de prestigio sus libros, sino todo lo contrario; a su vez, la variedad permitida en la literatura traducida es la propia.

La desigual relación de las variedades cuando salen de su territorio nacional –sea ibérica circulando en América Latina o latinoamericanas circulando en España–, la confirma Ana Mata, traductora española y docente de la Universitat Pompeu Fabra, quien en su trayectoria profesional con editoriales españolas ha tenido que peninsularizar traducciones provenientes de América Latina así como preparar libros en Barcelona que circularían por todo el continente americano:

Por ejemplo, ahora uno de los libros que estoy coordinando se va a presentar antes en Colombia que aquí. Yo pregunté: “Entonces, cuando me llegue la traducción, ¿tengo que tratar a ese libro de alguna manera?”. Respuesta: “No, lo hacemos desde aquí”. La traducción se ha hecho aquí pero el libro se va a presentar antes en Colombia. Lo digo porque al revés no se hace. Cuando ha ocurrido al revés, un libro que ha salido allí de estos sellos internacionales, luego se ha querido relanzar aquí, sí que se ha corregido para sacarlo en España.

Estas declaraciones nos mueven a pensar en la importancia de entender las condiciones sociales de producción del “español neutro”, para abandonar el lugar común según el cual la lengua común es aquella que no está marcada con singularidades locales. Si la lengua literaria no puede ser pensada por fuera de las marcas del “aquí y ahora” de lxs autorxs, la traducción literaria, entendida como práctica creadora, tampoco puede borrar estas condiciones materiales.

Así pues, ya sea una neutralización prestigiadora para el caso de América Latina o una aclimatación a los rasgos locales para el caso de España, en ambos vimos que lxs editorxs apelan a un argumento económico para justificar estrategias de traducción opuestas. La circulación de los libros traducidos en América Latina requiere de una estrategia que invisibilice las variedades locales y las acerque más a la norma madrileña bajo su aspecto “neutral”, mientras que en España, la norma madrileña es la asumida como aquella que puede circular libremente en todo el territorio del español. Desde España, la estrategia de neutralización quitaría valor literario a sus traducciones, que se ofrecen “peninsulares” sin tapujos. De este modo, se vuelve patente la desigual distribución de capitales económicos, pero también simbólicos, en el campo editorial globalizado del español, cuyas variedades están en tensión cuando se trata de elegir la lengua con la que se enuncia la literatura traducida.


Referencias:
Santoveña, M. et al. 2010. De oficio, traductor. Panorama de la traducción literaria en México. Ciudad de México: Bonilla Artigas.
Venuti, L. 1995. The Translator’s Invisibility. Londres/Nueva York: Routledge.
Villalba, G. 2007. “La tensión entre el español neutro y el rioplatense en las pautas de traducción”. Actas de las I Jornadas Hispanoamericanas de Traducción Literaria, Centro Virtual del Instituto Cervantes.
Villalba, G. 2017. “Representaciones sobre el español en la traducción editorial argentina: metodología de una investigación”. El taco en la brea 1(5): 380-407.

Notas:
Este artículo es una relaboración de parte del capítulo “¿Una lengua común que nos separa? La intraducción en el territorio actual del castellano” (forth., 2024), realizado en el marco de los proyectos de investigación “Social Networks of the Past”, ERC St. Grant (Nº 803860) y “The Novel as Global Form: Poetic Challenges and Cross-Border Literary Circulation” (PID2020-118610GA-I00 / AEI / 10.13039/501100011033).

Las declaraciones de lxs editorxs M. García, T. Ariño, L. Djament, M. Papandrea, S. Cristóbal y de la traductora A. Mata fueron tomadas de entrevistas realizadas por L. Fólica entre diciembre de 2018 y mayo de 2019.

lunes, 20 de noviembre de 2023

Otra vez los del Cervantes piensan en hacer caja y los especialistas argentinos les dicen "minga"

El pasado 16 de noviembre, Dolores Pruneda Paz publicó en el sitio de la agencia TELAM un artículo que contradice lo que afirma el Instituto Cervantes sobre el estado de la lengua. En la bajada, puede leerse que "Especialistas consultados por Télam destacan que la lengua -la segunda del mundo en cuanto a cantidad de hablantes nativos- no muestra los 'síntomas de fatiga' que alega el Instituto Cervantes, si no todo lo contrario: esa postura sólo expresa 'el deseo de imponer una lengua española como superior a las demás'".

El español: ecos coloniales y una lengua diversa acechada por el monopolio

Mientras el Instituto Cervantes plantea que el español empieza a mostrar "síntomas de fatiga", especialistas argentinos en lingüística desestiman que esta lengua, la segunda del mundo en cuanto a cantidad de hablantes nativos, esté evidenciando signo alguno de agotamiento y afirman que esto responde a un intento por monopolizar la enseñanza de esa lengua en su versión peninsular, desconociendo variantes, como por ejemplo las del español que se habla en América.

En el reciente informe que anualmente presenta el Instituto Cervantes sobre el estado de la lengua española, su director, Luis García Montero, aseguró que, a medida que avance el siglo, este idioma va a ir “perdiendo peso relativo”; en tanto llamó a abordar "políticas panhispánicas" y a "mirar con especial atención a Asia" y a ciertas "situaciones en el África Subsahariana".

Ese llamado fue cuestionado por estudiosos de la lengua en estas latitudes, quienes advirtieron que tales políticas panhispánicas buscan "unificar el español privilegiando una única variedad que es la de España", a fin de "cubrir un mercado de consumo lo más global posible de venta de productos en español", como cursos de idiomas, traducciones y lexicología para inteligencia artificial, que excluya a los de otros orígenes.

Respecto a si la advertencia del Instituto Cervantes, a través de García Montero, refleja una mirada colonialista sobre la lengua o qué significa perder “peso relativo” en una lengua mayoritaria como el español, la cuarta con mayor volumen de hablantes no nativos después del inglés, el chino mandarín y el hindi, dialogaron con Télam la lingüista Daniela Lauría y Santiago Kalinovsky.

"La política panhispánica tiene tintes colonialistas, es una política donde claramente la variedad española peninsular está por encima de las otras variedades, y si bien busca este panhispanismo con el eslogan 'Unidad en la diversidad', lo que vemos en los instrumentos lingüísticos, en las gramáticas y en los diccionarios es que todavía subsiste una mirada mono-céntrica, es decir, un centro privilegiado de definición de la norma, pese a las declaraciones de respeto a la diversidad", señala Lauría.

¿Qué implicaría esta pérdida de peso relativo que denuncia el Instituto Cervantes? "Estudiantes, mercado, dinero -resume la investigadora del Conicet-. De ahí la necesidad de implementar con fuerza la política panhispánica como respuesta a esa pérdida. Lo que está sucediendo en Brasil es que están tomando clases de español como lengua extranjera a partir de propuestas hechas desde América y no desde el Instituto Cervantes. En ese sentido por ahí hay una pérdida del peso relativo, que tiene que ver con lo económico estrictamente".

Por su parte, Kalinovsky llama a "hacer algunas distinciones porque la palabra colonialista enseguida remite a un ámbito cultural, ideológico y político que hoy es difícil de ver en la misma medida".

A su entender, "el espíritu que anima a estos informes del Cervantes se centra en la lengua española como si fuese un producto de la industria del país, como si el español fuera un producto como lo es el jamón crudo y ahí hay mucho dinero para hacer porque existen distintas posibilidades de enseñanza del español para extranjeros, que es precisamente a lo que se dedica ese instituto".

"Lo mismo que pasa con el jamón crudo pasa con la lengua, la aspiración es instalar que el producto realizado en España es mejor que el de otros países -señala el divulgador-, eso se ve en referencias constantes al clasicismo literario del Siglo de Oro, que se llama no casualmente Siglo de Oro o a esa especie de tótem que es el nombre de Cervantes como máximo exponente de las letras, como si hubiera una suerte de esplendor específico de uno de los países donde se habla español".

El deseo es zigzagueante
"El deseo de imponer una lengua española como superior a las demás" se expresa de maneras sutiles, oblicuas, pero no por eso menos contundentes", advierte Kalinovsky.

En primera instancia, señala, "podemos decir que la Asociación de Academias de la Lengua Española, liderada de un modo general por la Real Academia Española, publicó el Diccionario de americanismos que reúne todas las palabras regionales de la lengua española excepto las de España. Una omisión muy significativa, que pone a circular la idea de que lo dialectal es una cosa que sucede en América mientras que la lengua en sí es la de Europa, la de España".

"No podemos hablar de colonialismo en el sentido tradicional, pero sí en un sentido más mundano, que tiene que ver con la competencia en el mercado del producto lengua española y cómo se da forma a eso", resume.

Si el español comienza a mostrar síntomas de fatiga "qué le queda a una lengua como el francés o el alemán, que hablan muchísimas personas, para hablar de lenguas que están plenamente vigentes, con millones de hablantes nativos, que tienen un Estado atrás", se pregunta.

"Nosotros podemos decir qué le queda al mapuche, qué le queda al guaraní, qué le queda al quechua, que son lenguas que han debido superar estigmas, operaciones, invisibilizaciones, exterminios". Y acota: "Lo único que explica esta referencia un tanto ridícula a la fatiga de la lengua española es esta ideología de mercado en la que el único movimiento legítimo es acaparar mayores porcentajes del mercado disponible".

"Mirar con atención hacia África subsahariana parece algo sacado de una reunión de accionistas, es lo que uno esperaría escuchar en una reunión de gente de Netflix diciendo 'tenemos que mirar con atención a Asia para ver cómo hacemos para llegar ahí'".

Organizar, incrementar, ser protagonista
En su exposición ante los medios, García Montero sugirió que las líneas a explorar son incrementar la presencia del idioma en la ciencia y en la tecnología, sobre todo ahora que la inteligencia artificial empieza a ser protagonista: "vamos a intentar que los seres humanos que programen las máquinas no hagan sesgos", consignó el académico español.

Lauría lo explica así: "La lengua española está en desventaja en el uso de la ciencia y la tecnología, hoy día el inglés es, entre comillas, la lengua franca, tanto de la tecnología como de la ciencia, y el español no logra competir con él, ni con el francés ni con el alemán".

¿El motivo? "Ahora hay un nuevo programa sobre la importancia de que la lengua española participe en proyectos de inteligencia artificial y, para esto, volvemos al principio: es fundamental que la política lingüística sea la panhispánica, implementada por estas instituciones peninsulares, para que la lengua sea homogénea y que sea esa única lengua, esa única variedad, la que funcione como insumo en los traductores automáticos, en los asistentes de voz, en los correctores anticipadores que tenemos en nuestros teléfonos" .

"La pretensión de que la lengua es organizable, desde una institución, desde un país del mundo, es un absurdo -agrega Kalinosvky-. Existe esta idea de que la lengua se controla pero los modos en que la lengua se va configurando y va adquiriendo ciertos rasgos, y perdiendo otros, responde a un conjunto tan complejo de variables que son imposibles de controlar".

El ejemplo más claro de esto, grafica, “es el intento de la educación argentina, durante todo el siglo XX, de suprimir el voseo, que fracasó estrepitosamente. Un intento doblemente absurdo porque el 'vosotros' es una conjugación usada incluso por menos personas que las que dicen vos en Argentina, en Uruguay y, con variantes, en Colombia, Centroamérica y Chile".

"La idea de que García Montero va a organizar el español o bien es una utopía irrealizable, un autoengaño o simplemente el intento de poner a circular que España es quien está controlando la lengua, organizándola, para terminar instalando que el lugar donde ir a pagar un curso de español es el Instituto Cervantes y no otro lado", resume.

La insoportable ingenuidad del ser
Por otra parte, "hablar de hacer programación, ciencia, lingüística o lexicografía sin sesgos, es de una ingenuidad palmaria, porque donde hay un ser humano haciendo algo hay un sesgo", retoma Kalinosvsky.

"Poner a circular esa idea es, como mínimo, empobrecer el debate, como si existiera una manera de programar que se pudiera abstraer de la persona que lo está haciendo -resalta-, una persona que nació en un lugar, que habla una lengua, que pertenece a cierta clase social, que tiene mayores o menores ingresos, mayores o menores pertenencias a grupos minorizados o no. Una constelación de factores que le dan a esa persona los sesgos, que son los sesgos que tenemos todos".

"Uno tiene que buscar honestidad en la producción de conocimiento pero siempre habrá algo, nos pasamos la vida leyendo sesgos en los diccionarios: el que publica la Academia Argentina de Letras tiene ciertos sesgos, el de la Real Academia Española tiene otros y es importante que la gente entienda que el diccionario que publica la Real Academia Española tiene una mirada, que no existe hacer algo sin que eso tenga una perspectiva".

martes, 26 de septiembre de 2023

"La lengua se compra y se vende"



El pasado 26 de julio, en el sitio uruguayo elcastellano.org, el escritor, traductor y editor argentino Damián Tabarovsky publicó el siguiente artículo donde pone, negro sobre blanco, lo que importa saber sobre la traducción a nuestra variante del castellano.

Geopolítica de la traducción literaria

La cuestión de las traducciones, de las traducciones de libros, no sólo toca aspectos estéticos, como aparece de entrada, sino también asuntos económicos e incluso, sobre todo, geopolíticos. Planteemos una pregunta en apariencia sencilla: ¿a qué castellano se traduce? Comencemos por un dato: en el Río de la Plata, en Argentina y en Uruguay, como en el resto de América Latina, la mayor parte de las traducciones de ficción y ensayo cultural, sumadas, las realizan las pequeñas editoriales. Las grandes editoriales multinacionales, por lo general, hacen las traducciones en sus casas matrices en España y luego esos libros llegan a América, ya importando ejemplares, ya impresos aquí por la filial local que toma la traducción española (recibe por email un PDF con los interiores y la tapa del libro, le agrega un ISBN local y lo manda a imprenta). Y no sólo la mayor parte de las traducciones se realizan en España, sino que allí se contratan los derechos. Es decir, se decide el criterio sobre qué autor se traduce (y cuáles no), se imponen estéticas, acuerdos económicos y contractuales. Se ejerce una expansión sobre toda la lengua castellana.

Por lo tanto, entre nosotros estamos totalmente acostumbrados a leer traducciones cargadas de españolismos, localismos catalanes o madrileños, expresiones que a veces comprendemos con dificultad, giros que se pierden de manera incomprensible: The unquiet grave, del gran crítico literario inglés Cyril Connolly, traducido por Ricardo Baeza para la editorial argentina Sur, dirigida por Victoria Ocampo, en 1949 como La tumba sin sosiego, es retraducida en 2005 por Miguel Aguilar para el sello Debolsillo de España bajo el literal La tumba inquieta (debemos agradecer que al menos no le pusieron La tumba intranquila. A veces pasan cosas curiosas, por decirlo de algún modo. En 1945 José Bianco traduce, también para Sur, The turn of the Screw de Henry James con un título que logra verter al castellano toda la complejidad del título inglés, en una verdadera obra maestra de la traducción: Otra vuelta de tuerca. Pero desde entonces asistimos a innumerables traducciones en España que mantienen el título (¡copian lo difícil!) pero cambian el resto de la novela (por dar un ejemplo, la traducción de Soledad Silio, de 1991, para Planeta, linda con lo vergonzoso). Podría dar mil ejemplos más y también mil artículos y notas en la prensa y revistas especializadas latinoamericanas malhumoradas por esta situación.

Por supuesto que, a veces, recibimos buenas traducciones: las traducciones de Javier Marías de John Ashbery, tal vez el más grande poeta norteamericano de las últimas décadas del siglo XX y primeras del XXI, son muy buenas (mejores que las dos o tres a cargo de latinoamericanos que andan dando vueltas por allí), la de Vila-Mata de Copi lo es también, las de Mercedes Cebrián de Perec, otro tanto. Pero no se trata solo de una cuestión de gusto. No es sólo una cuestión estética. La traducción, como problema, toca directamente temas políticos (de política cultural) y, sobre todo, económicos (el gusto y la estética también, por eso tiene algo de falaz la frase de más arriba, “solo una cuestión de gusto”: ese solo siempre está sobredeterminado por lo social, lo político, lo económico, lo geopolítico).

Volvamos al principio: la mayor parte de las traducciones literarias en las editoriales rioplatenses las realizan, sumadas, las editoriales pequeñas. Dos, tres, cuatro, o hasta cinco títulos traducidos por año multiplicado por la creciente cantidad de editoriales independientes da un significativo volumen de libros traducidos, en especial, como decía, ante la renuncia de las grandes casas multinacionales de contratar traducciones en sus respectivas filiales (esto mismo ocurre en toda América Latina: México, Colombia, Chile, etc., también reciben mayoritariamente libros traducidos por las casas centrales españolas). Con una dinámica intrépida (se mueven rápido), editores bien formados, aprovechando muchas veces los subsidios a la traducción que otorgan algunos estados (Brasil, Francia, Alemania, Irlanda, Corea del Sur, etc.), las pequeñas editoriales han hecho un gran aporte a la traducción en América Latina. O dicho con mayor crudeza: si no existieran las editoriales independientes argentinas y uruguayas, no existiría más la traducción al castellano con inflexión rioplatense. Leeríamos sólo traducciones hechas en España.

Pero nuestros mercados nacionales son pequeños y también muchas de esas pequeñas editoriales se han desarrollado, lo que genera que buena parte de ellas comiencen a exportar, en especial a España, el mercado dominante en castellano. Lo han hecho de diversas formas: unas pocas, abriendo oficinas en España, imprimiendo allá (con ISBN español), contratando servicios de prensa locales. La mayoría, en cambio, exportando en pequeñas cantidades, a través de distribuidores que compran ejemplares en Argentina o en Uruguay en firme (no en consignación) en pesos, consolidan un envío (es decir, compran a varias editoriales la cantidad suficiente de ejemplares como para amortizar el costo del traslado) y los revenden en España en euros. Pero en uno u otro caso antes se presenta la misma pregunta: ¿a qué castellano se traduce? (pregunta que ya encierra una postura, se dice “castellano” y no “español”: el triunfo del “español” —que remite al nombre del país y a su “marca país” por sobre el “castellano” es el ejemplo de una disputa ideológica sobre la que deberíamos detenernos largamente).

Las decisiones de traducción son, otra vez, estéticas. Pero también, de nuevo, económicas y geopolíticas. Si una pequeña editorial traduce, digamos, a un autor francés a un castellano “muy rioplatense”, ¿tiene posibilidades de ser aceptado en España? Es probable que allí provoque cierto (o mucho) rechazo, especular al nuestro frente a las traducciones españolas. Pero, a la inversa, traducir al español de España es imposible (no solo porque no estaríamos de acuerdo, sino porque no sabríamos cómo hacerlo). Aparece entonces la tentación del castellano neutro, mejor dicho, del castellano neutralizado. Un castellano que, dejando algunas marcas de que fue traducido en Buenos Aires o Montevideo, sea más “suave”, menos local, más apto para el lector de la metrópoli. Ese es el camino que habitualmente se elige. Un español que no espante a los lectores de España y que sea aceptable para los lectores rioplatenses. Pero, en mi opinión, está opción habitual es igual de insatisfactoria en términos estéticos: en su mayoría, terminan siendo traducciones timoratas, que no hacen apuestas lingüísticas fuertes, que borran todo conflicto en la lengua.

Si la traducción es un mercado (como lo es), entonces necesariamente prima lo económico. Por lo tanto, como viene ocurriendo en América Latina en otras esferas, en lo editorial quizás haya también que pensar en los modos de politizar el mercado. Aun conociendo los riesgos que eso implica: el riesgo del populismo nacionalista, del chauvinismo, del patrioterismo vacío (valga la redundancia). Pero, como nunca, es necesario abrir una fuerte discusión sobre el estatuto de la lengua, del castellano, una discusión sobre la tensión (y los reenvíos mutuos) entre mercado y estética, entre dinero y radicalidad literaria. Aun corriendo esos riesgos.

Hace unos años aconteció un debate, que iba en esta dirección, en torno a los subtitulados que pusieron en España de Roma, película de un director mexicano, hablada en el castellano de México. Pues ocurre lo siguiente: la industria cultural española, y en particular la editorial, funciona, en relación con la lengua, bajo un modo dominante. Porque hoy la lengua es también y sobre todo una industria. La lengua se compra y se vende. La lengua es una mercancía que circula por toda clase de tecnologías y soportes, incluidos los libros. Si España es el territorio económicamente dominante en la lengua, ¿cómo no tendría su industria esa preponderancia? Sobre esto vale la pena discutir, antes de hacerlo sobre la calidad de las traducciones, que también importa, por supuesto, pero que es una discusión subsidiaria de este horizonte en el que el mercado se entrecruza con la geopolítica de la cultura. La lengua y la traducción implican ante todo un debate político. Todavía queda mucho por discutir.