“Se lee poca literatura de la RDA, apenas hay traducciones”
El pasado 9 de noviembre se cumplieron 35 años de la caída del Muro de Berlín, motivo por el cual he querido conmemorar este acontecimiento histórico mundial que posibilitó la reunificación de Alemania simbolizando con ello, el fin de la Guerra Fría entre el Este y el Oeste. Y qué mejor para ello que hablar con la traductora y escritora Trinidad Plaza García (nacida en Almería en 1956) sobre la literatura alemana después de la caída de este muro (1989).
–Para empezar, cuéntame por qué se decidió construir el Muro de Berlín y qué provocó su posterior caída.
–Brevemente. Al quedar dividida Alemania en dos zonas: la occidental (República Federal Alemana (RFA) capitalista) y la oriental (República Democrática Alemana (RDA) comunista), los ciudadanos de ambas zonas podían pasar de una a otra con permisos especiales. Los habitantes del Este se veían atraídos por el mayor nivel económico del Oeste (gracias a la ayuda económica de EE. UU.) y por las libertades de que disfrutaban sus vecinos. Se producían migraciones masivas desde el Este hacia el Oeste. El gobierno de la RDA quiso cortar de forma tajante esta migración, levantando de la noche a la mañana el Muro (13 de agosto de 1961), Muro de la “vergüenza” para unos y de “defensa de las influencias fascistas” para otros. El Muro representaba y supuso, además, la separación dolorosa de una ciudad, de un país, de Europa y del mundo. El 9 de noviembre de 1989 cayó el Muro ante la mirada perpleja del mundo por lo inesperado del hecho. Los berlineses comenzaron a derribarlo a martillazos y con piquetes, poniendo fin a la separación que había sufrido el pueblo alemán, que, al estar incomunicado, se había convertido en dos países diferentes (distintas costumbres, educación, mentalidad, etc.). Las causas de la caída fueron fundamentalmente la crisis política de la antigua URSS, la política aperturista de Mijaíl Gorbachov y las manifestaciones masivas de los ciudadanos clamando libertad, sobre todo en Leipzig y en Berlín.
–¿Qué significó la caída del Muro de Berlín para la literatura de posguerra?
–Su caída significó el fin de la RDA y la victoria de las democracias sobre los totalitarismos. Recién acabada la guerra aparece en Alemania la Trümmerliteratur (“la literatura de los escombros”), esta se caracterizaba por tratar temas que se derivaban de la guerra. Se escribía sobre la sociedad destrozada: mutilados de guerra, soldados que regresaban y se encontraban sin hogar… y, en definitiva, historias de guerra, paro y penuria económica. Surgió el llamado Grupo 47, un grupo de escritores que quisieron contarle al mundo los horrores de la guerra, Heinrich Böll fue el que tuvo una mayor proyección fuera de su país, pero después de varias décadas la literatura alemana quedó algo parada, sin aparecer grandes obras. Con la caída del Muro hubo un resurgimiento de la actividad literaria, había mucho que escribir y buenos motivos para hacerlo; se activó la producción literaria tanto por autores del Este como por los del Oeste. La caída del Muro produjo una euforia en el mundo literario: los escritores, sobre todo los de la RDA se vieron sin cortapisas para hablar con libertad de todo aquello que pensaban. Aparecieron grandes escritores tanto en la RFA como en la ya extinguida RDA.
–¿Qué es lo que caracteriza esta literatura surgida a partir de la caída del muro y qué autores son los más representativos?
–Desde la caída del Muro hasta nuestros días ha habido y hay una gran proliferación de obras literarias hay un abanico muy amplio de escritores y, por tanto, de visiones e interpretaciones de lo que fue la antigua RDA, la RFA, del hecho de la Reunificación (aplaudido por muchos y visto con recelo por otros), de las consecuencias que tuvo esta reunificación, expectativas, decepciones, etc. El Muro cayó, pero no se olvidó fácilmente (ni se olvida) el que fue el símbolo más representativo de la Guerra Fría. Tampoco lo hicieron los escritores. Desde las dos antiguas zonas de Alemania se tuvo mucho que decir, sobre todo los procedentes del Este que se vieron con la oportunidad de hablar sin censura ni represión. La literatura alemana que surgió a partir de 1989 y hasta nuestros días es muy rica. Toda una generación de escritores jóvenes, pero que habían vivido su adolescencia y su primera juventud en la desaparecida RDA escribieron abundantes obras, unas eran nostálgicas de lo anteriormente vivido, otras eran recuerdos dolorosos, otras veces cuentan con humor aquel pasado de ese país que se vino abajo. Muchos de estos autores no encajaron bien en el Oeste y tuvieron problemas para sintonizar bien en la Alemania reunificada, pues entre otras cosas, se encontraron con un mundo distinto al suyo donde había muchos productos que consumir y mucha libertad, pero también personas que estaban en paro y problemas con la vivienda..., y la abundancia de productos y la libertad sin dinero, ¿para qué? No era lo que ellos imaginaban. Autores procedentes del Este: Thomas Brussig, Ingo Schulze, Uwe Tellkamp, Eugen Ruge, Thomas Hettche, Lutz Seiler,.. fueron muchos y con visiones distintas y casi todos nacidos en la década de los sesenta.
–¿Cómo era la vida en la antigua República Democrática Alemana?
–Cuando Alemania quedó dividida en las dos zonas, no hubo comunicación entre los habitantes de ellas, se convirtieron en dos pueblos distintos con costumbres y gustos diferentes. En la RDA todo estaba dirigido por el gobierno: radio, televisión y la cultura en general. Se castigaba muy duro la crítica al régimen. La policía política (la Stasi) se encargaba de vigilar y de controlar a los ciudadanos sospechosos y obligaban a los ciudadanos a delatar a los enemigos o críticos del régimen. Los acoplados al régimen vivían tranquilos, los que eran críticos vivían con temor. Los jóvenes “rebeldes” eran enviados a “residencias” para la educación donde recibían una disciplina dura, a veces era maltrato (Bernhard Schlink en su novela La Nieta lo describe muy bien). Por otra parte, todos los ciudadanos tenían las necesidades importantes cubiertas, alimento, vivienda, trabajo, sanidad, educación... todos tenían las mismas oportunidades, pero les faltaba libertad de expresión y la abundancia y variedad de los artículos que ofrecía occidente. Miraban de reojo a occidente como un lugar deseado y muchos deseaban huir hacia allí. Hoy se pueden visitar en muchas ciudades alemanas museos donde se exhiben objetos y utensilios que se usaban de la RDA. También museos que dan a conocer las tremendas tácticas que utilizaban para hacer hablar a los disidentes, el horror que practicaba la Stasi en las cárceles, de los métodos de tortura que utilizaban... Se pueden ver también las tentativas que los ciudadanos hacían para huir a la zona occidental, metidos en maletas, maleteros de coches, etc... Se pueden ver fotos y películas de escenas cotidianas. La vida de los otros y Goodby Lenin tratan de mostrar cómo era la vida en la RDA.
–Bertolt Brecht y Anna Seghers fueron dos de los escritores que sufrieron aquel régimen oscuro ¿qué podrías decirme sobre sus obras y su influencia en la literatura de la época?
–Cuando Hitler subió al poder y ganó las elecciones en 1933, llevó a cabo una persecución implacable de judíos y comunistas, cualquier persona que disintiera algo del nacionalsocialismo era sospechoso de comunista, encarcelado y hasta asesinado. Muchos intelectuales salieron en masa del país refugiándose en diversas ciudades europeas y en América (EE. UU, Brasil, México,...) Ese fue el caso de estos dos escritores. Bertolt Brecht huyó a EE. UU y Anna Seghers a México. Tanto Brecht como Anna Seghers pertenecieron al grupo de escritores que tuvieron que huir de la Alemania nazi. Brecht fue un innovador en el campo del teatro. Creó el “teatro épico”: una nueva forma de entender este género literario. Introdujo la “narración” en la representación de la obra para establecer así una distancia entre el espectador y la obra, de tal manera que este no se identificara con el drama; la narración tenía la misión de distanciar al espectador del drama para que este fuera entendido como una situación histórica. Según Brecht la concienciación del momento histórico era una condición necesaria para que los espectadores se dieran cuenta de las injusticias sociales de las que era víctima el hombre y para poder cambiar el mundo. Y esta era una de las funciones del teatro: cambiar el mundo. Cuando terminó la guerra, Brecht volvió a Alemania, y junto con Helen Weige, su compañera y esposa, y fundó la compañía de teatro Berliner Ensamble (todavía en pie junto al río Spree) y vivió en Berlín Este hasta su muerte. Sus obras más conocidas son La vida de Galileo Galilei, La madre coraje y sus hijos y La ópera de los tres centavos. La que fuera su casa esta convertida en la actualidad en un museo, La casa museo Brecht-Weige. Es una casa de dos plantas, en la primera vivía Brecht y en la segunda Helen Weige. Esa casa colinda con uno de los tantos cementerios de Berlín, con el de Oranienburgerstrasse. Allí están enterrados muchos alemanes ilustres, entre ellos Hegel y Fichte. Se dice que Brecht se sentaba en una de sus habitaciones de trabajo que daban al cementerio desde donde veía la tumba de Hegel y pasaba horas mirando en esa dirección. En vida compró su tumba cerca a la de Hegel para “seguir hablando” con él después de su muerte. Brecht fue mirado con lupa en la RDA porque, aunque de ideas marxistas, no era miembro del partido comunista. Anna Seghers, al igual que Brecht, huyó de Alemania. Fue doblemente perseguida por su condición de judía y de comunista. Estuvo en la cárcel temporalmente y sus libros fueron quemados. Se refugió en México donde vivió hasta que por fin acabó la guerra y volvió a Alemania del Este para colaborar con la creación del proyecto socialista en el nuevo estado de la RDA. Fue una mujer muy activa. En México escribió sus dos mejores novelas La séptima cruz y Tránsito, apoyó la revista Alemania libre y fue presidenta del “Club Heinrich Heine”. Este club era un centro cultural formado por intelectuales antifascistas de lengua alemana que habían inmigrado allí huyendo de la barbarie nazi. El nombre lo pusieron en honor del poeta Heinrich Heine que tiempos atrás también había estado exiliado en Francia. En este club los escritores leían fragmentos de sus obras y apoyaban a los que llegaban exiliados. Anna Seghers, lo mismo que Brecht, quería aportar ideas para cambiar el mundo, quería que sus obras fueran educativas. Luchó sin descanso contra el fascismo.
–¿Y Uwe Tellkamp? ¿Qué nos cuenta en su novela La Torre?
–Uwe Tellkamp fue uno de los escritores alemanes del Este al que le sorprendió la caída del Muro cuando era muy joven, tenía veintiún años. Nació en Dresde en 1968. Su adolescencia y los primeros años de su juventud coincidieron con la decadencia de la RDA. Perteneció a la generación de los escritores más jóvenes que vivieron en directo los últimos años de la RDA y los primeros de la reunificación de Alemania. Y es significativo porque en su novela La Torre cuenta como los habitantes de la Torre, un barrio residencial de Dresde, situado en la ladera del río Elba, y en especial una familia no quieren darse cuenta de la decadencia que sufre el país y se refugian en las artes, en la pintura, en la música y en la poesía. Tellkamp en su novela denuncia como el estado ponía una serie de condiciones a los ciudadanos para que estos pudieran conseguir sus proyectos. El protagonista de La Torre quiere llegar a ser un médico famoso, pero el estado le obliga a hacer un “voluntariado” (obligado) en el ejército que lo entorpece, le hace perder el tiempo, habla de la Stasi, de los mecanismos que utilizaba para conseguir información. También, es verdad, en este libro se desmienten algunos juicios mal hechos de la RDA. Esta obra significa una visión crítica del país desaparecido, pero también habla con nostalgia del paisaje y de su historia, y de las personas que dejaron su vida luchando por los derechos humanos y denuncia el sinsentido y las incongruencias de los sistemas totalitarios. Este libro es uno de los que más información nos da sobre las costumbres y la vida en la RDA.
–¿Y qué me puedes decir de la novela de Lutz Seiler, Kruso?
–Kruso es una de las novelas que más me gustan. A través de las circunstancias de los personajes, se dan a conocer las consecuencias del gobierno de la Alemania Democrática. Deja traslucir la amargura que supone la pérdida de seres queridos que tratan de huir de un régimen político y social donde no soportan vivir y están dispuestos a huir a donde sea y como sea, en barco o a nado (a Dinamarca) aun a sabiendas de que podían perder la vida, como les pasó a muchos de ellos. Esto se cuenta de una forma poética y con una gran belleza. Deja entrever la solidaridad que en situaciones de necesidad se despliega entre los hombres, como ocurre en esa comunidad de “medio hippies” que reside en una isla del mar Báltico, en la isla Hiddensee, lugar de recreo y de vacaciones para los ciudadanos de la RDA, y donde también se acogen a todos los disidentes del régimen comunista que llegan allí con la intención de huir del país, personas idealistas que vivían semiocultas en la isla. La acción se sitúa en 1989, año de la caída del Muro, y hay elementos autobiográficos, el autor trabajó también de temporero en la isla. En la novela Ed (Edgar), el protagonista, se encuentra allí en la isla con Kruso, Alexander Krusowitsch, un personaje enigmático de gran carisma, líder de los marginados que se ganan la vida como trabajadores temporeros. Se introduce en su círculo. Aquí se plantean cuestiones tan esenciales en el ser humano como la solidaridad, la amistad auténtica, sus límites, la búsqueda de la libertad. Uno de los mensajes que se da en la novela es que la auténtica libertad reside en nosotros mismos, se trata de una libertad interior, no se consigue huyendo a Møn (isla danesa, meta de muchos fugitivos de la RDA que llegaban a la isla Hiddensee como primer paso para irse luego a la isla danesa). Es una obra muy interesante. Es un canto a la utopía, a la amistad y a la libertad escrita con un gran lirismo.
–Háblame sobre la censura a la que estaban sometidas las obras literarias.
–Cuando se formó la RDA, durante los primeros años se tuvo que integrar a todos los partidos políticos para hacer un programa de gobierno: socialdemócratas, partido liberal y partido comunista se unieron para poder controlar a todos aquellos que habían colaborado con los nazis (que fueron muchos). Es verdad que todo estaba tutelado por las potencias soviéticas. También es verdad, que cuando se consolidó el régimen político en la RDA, había una gran represión y censura en los medios de comunicación, prensa, cine y en los libros de historia. Sin embargo, En la RDA la novela gozaba de una mayor libertad que los otros tipos de expresión literaria. Justo aquí era donde se podía tratar más abiertamente los problemas sociales, de ahí que este género fuera muy rico y muy original. Se fomento la literatura en general, de hecho, hubo una gran actividad literaria, apoyada por becas, concursos y muchos tipos de ayudas. Una muestra de este interés por la literatura está en el apoyo que se dio por ejemplo a Heinrich Mann, que no era comunista, a Hans Maier y Ernst Bloch, que tampoco lo eran y ocuparon altos cargos en la universidad de Leipzig (que más tarde ellos mismos abandonaron), aunque sí querían acabar con la mentalidad nazi. También apoyaron a Bertolt Brecht que no pertenecía al partido comunista, y a Anna Seghers que sí pertenecía al partido y la llamaron para colaborar en la construcción del nuevo estado de la RDA, como a otros muchos. Hubo un intento de abolir la censura en 1956 (dada la contradicción que suponía que un estado, que pretendía ser liberador del hombre, fuera al mismo tiempo represivo), pero la revolución húngara en contra de la Unión Soviética y el establecimiento de un régimen prosoviético eliminó ese intento. La eliminación de la censura literaria se produjo en 1989, antes de caer el Muro, pero esta pasó desapercibida. Es verdad, que la Stasi trataba de averiguar lo que se gestaba en todos los ambientes y, por tanto, también en el literario, e interrogaba a escritores y a editoriales. Pero, en definitiva, las obras que se publicaban las negociaban los autores con sus editoriales.
–Hubo un tiempo en que todo era gris y frío... En En tiempos de luz menguante Eugen Ruge cuenta la historia de una familia alemana del Este, pero también un trozo de historia de cada una de las familias que hubo en aquella época difícil y dramática. ¿Cómo definirías el estilo de este autor que retrató a su país y a sus habitantes de un modo no convencional?
–En tiempos de luz menguante es una de las mejores novelas que se han escrito sobre la RDA. El autor hace que disfrutemos la narración haciéndola muy dinámica, saltando de una época a otra, presentando así el panorama que tuvo una saga familiar (la suya, aunque con elementos de ficción, pero autobiográfica), describiendo lo que fue la vida cotidiana en la RDA. Todo ello con cierto sentido de humor (a veces humor negro). Una novela muy ambiciosa. Trata de la historia de tres generaciones de una misma familia alemana que transcurre paralelamente junto a la historia de la RDA (desde los años 50, pasando por 1989 año de la caída del Muro). Los abuelos, comunistas acérrimos, regresan del exilio mexicano a la joven República Democrática para colaborar en su construcción, su hijo que plantea desavenencias al partido y es deportado a Siberia, y el nieto que, incómodo en el país comunista, huye al Oeste. Se observa cómo la utopía comunista se va eclipsando a lo largo de las tras generaciones. En 2011 recibió el Premio del Libro Alemán (Deutscher Buchpreis), el premio más prestigioso que se otorga a las letras alemanas.
–¿Qué puedes decirme sobre el Grupo 47, conocido también como la generación escéptica?
–Fue un grupo de escritores que se formó en 1946 alrededor de Hans Werner Richter. Se denominaron Grupo 47: un grupo informal de autores alemanes y austríacos cuyo objetivo era darle un impulso a la literatura. Querían además saldar cuentas con la historia y el mundo reconociendo el pasado nazi y las catástrofes derivadas de la guerra. No quisieron esconder su culpabilidad y confesaron los terribles acontecimientos que habían ocurrido en Alemania, atacaron a la hipocresía social que se vivía en esa época. El grupo se disolvió en 1977 debido a las diferencias que había entre sus miembros respecto al modo de entender la política y la literatura. Efectivamente le dieron a la literatura el impulso que se propusieron. Estaba representado por escritores del Este y del Oeste y manifestaban las diferencias políticas entre las dos zonas alemanas. Entre los autores más representativos de este grupo podemos hablar de Heinrich Böll que fue el escritor más conocido de Alemania Federal de esa época, cronista muy crítico del momento, sus personajes de la posguerra buscan encontrar nuevas posibilidades para comenzar de nuevo en un mundo destrozado material y moralmente, y trata de encontrarlas en la amistad y en el amor. Miembros importantes del grupo fueron también Günter Grass, Paul Celan, Hans Magnus Enzensberger, Uwe Johnson y Martin Walser.
–Brigitte Riemann murió en 1973. Su obra monumental fue Franziska Linkerhand, publicada por la editorial Erratae Naturae en 2016. ¿Conoces esta novela de más de 600 páginas? ¿Qué destacarías de ella?
–De ella destacaría la personalidad de la protagonista Franziska. una mujer joven, fuerte, vital, arquitecta de profesión, con muchas ganas de hacer y de crear, de dejar su huella en la vida por medio de su trabajo, a veces es contradictoria como todo ser humano, pero siempre comprometida con su trabajo y con la gente que le rodea. Esas ganas de llevar a cabo su trabajo Se encuentra con dos frentes que le hacen resistencia: una sociedad que no la comprende, llena de prejuicios, gentes de mentes cerradas y una economía planificada ya de antemano que no le permitía aunar en sus proyectos algo fundamental para ella como la necesidad y la belleza, y le ponía muchos límites en su querer “hacer cosas”. Ella, una mujer luchadora, quiere derribar prejuicios, aunque no siempre lo consigue. Es, en definitiva, una inadaptada dentro de un sistema que la asfixia, que la ahoga. También se ve inmersa en una historia de amor difícil, en una ciudad y en un tiempo en el que se reflejan las secuelas que la guerra había dejado las ciudades y en las personas, hay alcoholismo, suicidios y violencia de género. La obra se publicó en alemán por primera vez en 1974 pero con algunos fragmentos anulados por la censura; fue traducida al español por Ibón Zubiaur, y publicada en 2016 por la editorial Errata Naturae.
–Háblame sobre la figura femenina en la RDA.
–La primera constitución de la RDA dejó clara la igualdad hombre-mujer; en el campo laboral existía el mismo salario por igual trabajo. También había igualdad en otros aspectos de la vida. La mujer en la RDA creció de manera diferente a como lo hizo en el resto de la Europa occidental. Allí era normal que trabajara y que decidiera por ella misma. Decidía sobre su cuerpo si quería o no tener un hijo. El aborto se legalizó en 1972 y se abolió toda responsabilidad penal. En el Este las mujeres eran mucho más independientes que en el Oeste, tenían más ayuda estatal y para ellas era compatible la maternidad y el mundo laboral. La consecuencia fundamental que tuvo la integración de la mujer en el mundo laboral fue la de conseguir una independencia real, pues tenía ingresos y era autosuficiente. Se favorecía a las familias, pero las madres solteras no eran discriminadas ni sufrían desventajas, el estado las apoyaba con ayudas. No se esperaba de ellas que cumplieran con el rol de amas de casa, sino que tuvieran una proyección social. Esta igualdad entre hombre y mujer fue una idea fundamental en la RDA. Con la Reunificación de Alemania las primeras que se vieron perjudicadas fueron las mujeres.
–Las protestas y movilizaciones más significativas que se desarrollaron en Alemania frente a la falta de libertad.
–La vida en la RDA estuvo marcada por la falta de libertad de expresión y por la libertad de movimiento como ya hemos visto, y a lo largo de su existencia hubo protestas y resistencias contra el régimen de la SED (Partido Socialista Unificado Alemán). La dictadura del SED terminó en 1989. En la década de los 80 ya se hizo evidente la mala gestión del partido y la decadencia que sufría a todos los niveles. Hubo numerosas manifestaciones populares que protestaban contra el gobierno por la represión política, el totalitarismo y la crisis económica. Fueron famosas las manifestaciones que se sucedían todos los lunes en Leipzig. La gente se congregaba en la iglesia de S. Nicolás donde pedía a gritos la democratización del país. Al mes de ponerse esto en práctica, el 4 de septiembre de 1989 se concentraron unas 70.000 personas en los alrededores de la iglesia gritando “¡Wir sind das Volk!” (¡Somos el pueblo!). A la semana siguiente fueron más, y a la siguiente todavía más. Ya no había posibilidad de echar marcha atrás. Todo esto llevó a la caída del Muro. Su derrumbe ya era imparable. Por otra parte, en Berlín, una marcha convocada por artistas y escritores, y aprobada por los líderes del SED, llegaron hasta Alexanderplatz y allí diferentes voces clamaron la libertad gritando “¡Abajo el Muro!” abucheando a miembros del gobierno. Esa noche, por la mala interpretación de unas palabras que un miembro del gobierno (Günter Schabowski) dio en una conferencia de prensa internacional, la gente acudió masivamente a los pasos fronterizos y se abrieron las fronteras.
–La Avenida del Sol escrita por Thomas Brussig, una novela imprescindible para comprender los cambios que se han producido en los últimos años en Alemania ¿Es esta una novela de esperanza, más que una novela trágica?
–La Avenida del Sol (Sonnenallee) es el nombre de una calle muy larga de Berlín, y el Muro pasaba por ella dividiéndola en dos partes. Desde esta calle un grupo de amigos viven el final del régimen comunista. Brussig lo describe con gran agudeza y con humor. No dibuja la vida en la RDA tan triste ni tan gris como se nos ha transmitido: ese grupo de amigos se ríen, se inventan las formas de liberarse del servicio militar, de escuchar música prohibida (The Rolling Stones, Jimi Hendrix) para acercarse a lo que se oía en occidente. La acción se desarrolla en los años 70. Escenas de amigos en el barrio, en el instituto donde intentan inculcarles sin mucho éxito el ideario socialista, se ríen de los turistas de la RFA que aparecen por allí, el grupo de amigos compiten entre ellos para ligarse a la joven más guapa y atrevida del instituto… Brussig expresa todo esto con cariño y con cierta nostalgia, la famosa “Ostalgie” (nostalgia del Este) de muchos alemanes procedentes del Este. Es una novela divertida y ha sido llevada al cine.
–¿Qué libros escritos recomendarías después de la caída del Muro de Berlín?
–La literatura que surge a partir de la caída del Muro es muy extensa. Aparecieron muchos y muy buenos autores: el mencionado La Avenida del Sol (Thomas Brussig), La Nieta, El lector (Bernhard Schlink), En tiempos de luz menguante (Eugen Ruge), Es cuento largo (Günter Grass), La Torre (Uwe Tellkamp),… Casi todos estos lo hemos comentado ya. A mi juicio estos son los más significativos, pero hay muchísimos más.
–¿Qué sabe tu generación (los nacidos en la década de los 50) de la literatura de la RDA?
–Mi generación conoce bien poco de la literatura de la RDA. Ni la generación posterior tampoco, por la sencilla razón de que no hay traducciones de la literatura de ese extinto país. Y hubo muy buena literatura. Como afirma el traductor Ibón Zubiaur, gran traductor de alemán, la novela en la RDA fue el género menos censurado y que más ayuda tuvo por parte del estado. No existen traducciones al español de estos escritores. Desde hace varios años él (Ibón Zubiaur) está llevando a cabo una estupenda labor traduciendo a grandes escritores procedentes del Este. Y no se han traducido por dos motivos, antes por razones ideológicas, pues los 44 años de existencia de RDA coincidieron con años de dictadura franquista, donde todo lo que oliera a comunista estaba prohibido y en estas últimas décadas porque las editoriales no apuestan por esta literatura, pues en general, en España se lee más literatura inglesa y americana que alemana. Tal vez sea la pescadilla que se muerda la cola, no se lee literatura alemana porque no hay traducciones y no se fomenta la traducción en este idioma porque los lectores se inclinan por la literatura inglesa y americana. Se lee poca literatura de la RDA, apenas hay traducciones.
–¿Te gustaría ver tu novela Reencuentro en el Wannsee (Kiros Ediciones, 2021) en el cine?
–Sí, claro que me gustaría. Cuando escribí Reencuentro en el Wannsee mi intención fue dar a conocer la personalidad y la obra de Heinrich von Kleist, el mejor dramaturgo alemán del siglo XVIII, a un público que no lo conocía, y exponerlo por medio de la voz de Helena, una mujer ya madura, que decide cambiar la dirección de su vida, romper con la comodidad o el aburrimiento de su rutina y emprender un nuevo camino: para empezar, irá a Berlín al lago Wannsee donde el escritor, objeto de su estudio y al que había estado vinculada durante mucho tiempo, le dijo adiós al mundo; quiso despedirse de él, será un reencuentro con él, pero también lo será con ella misma, aclarará sus ideas. Le dará un nuevo giro a su existencia: será un “doble reencuentro” en el lago berlinés, en el lago Wannsee.
No hay comentarios:
Publicar un comentario