martes, 8 de julio de 2025

Una idea disparatada que, por disparatada, en cualquier momento alguien tiene

También en el diario Perfil, en su columna de 6 de julio, Guillermo Piro plantea un plan que, no por disparatado, se diferencia tanto de lo que muchos hacen con las antiguas traducciones de clásicos.


Comedia collage

Fue una pérdida enorme para los lectores hispanohablantes que Borges se muriera sin haber traducido la Comedia de Dante. Aunque teniendo en cuenta que necesitó 38 años para traducir Hojas de hierba, haciendo un cálculo somero podríamos aseverar que para traducir la Comedia habría necesitado algo así como 240 años. En primer lugar, Borges no era traductor. Tradujo algunas cosas breves, pero frente a un río de palabras se sentía tan impotente como un perro que tiene delante un jugoso trozo de carne pero lo separa de él una pared de vidrio. En segundo lugar, porque comparar Hojas de hierba con la Comedia es como comparar la revista Billiken con el Ulises de Joyce. Es decir, son dos cosas imposibles de comparar. Mejor dicho, cuatro.

También fue una pérdida enorme que Octavio Paz no hubiese aceptado el reto, pero es que para traducir la Comedia hay que estar un poco loco, o bastante loco, o loco del todo, y Paz era demasiado cuerdo, talentoso y genial. Si hiciera falta corroborarlo, el lector ni siquiera debería recurrir a sus poemas: bastaría abrir Versiones y diversiones, donde recopila algunas de sus mejores traducciones de la mejor poesía de Oriente y Occidente. Pero no, él tampoco se atrevió a lidiar con Dante.

Y sin embargo hay una locura benéfica que llevó a mucha gente, en distintos países de habla hispana, a traducir la Comedia, una obra inalcanzable, difícil de comprender, difícil de traducir y difícil de leer, pero que por todo eso se ha erigido como una especie de monte análogo, una cima a la que no es fácil llegar, pero que una vez allí permite observar el mundo de otro modo, porque todo lo que habíamos considerado genial alguna vez pasó a ser un mero accidente, cuando no una simple desventura.

No hay una traducción enteramente buena de la Comedia, como no hay una traducción enteramente mala. Hace un tiempo, con un grupo de amigos, nos encontrábamos y nos dedicábamos a desentrañar la Comedia recurriendo a una verdadera batería de traducciones, argentinas y españolas. Y todas, en algún momento, hacían las cosas bien. No todo el tiempo, como Dante, pero sí de vez en cuando, como por otra parte ocurre traduciendo cualquier cosa. (Allí debe de residir la imposibilidad de traducir de Borges: ese estar tomando todo el tiempo decisiones que a simple vista parecen equivocadas, y que cuando se las mira por segunda vez resultan desastrosas, inadmisibles. El traductor lo sabe, pero puede resistir a la frustración de no estar logrando nunca lo debido y aun así seguir avanzando.)

Doña Leonor Acevedo, la madre de Borges, podía lidiar con Faulkner, con D.H. Lawrence, con Katherine Mansfield e incluso con Virginia Woolf, pero Dante... ni siquiera debe de habérsele cruzado por la cabeza. Y si alguna vez algo así ocurrió, el hijo debe de haberla disuadido. Borges disponía de una habilidad singular para cambiar de tema, y doña Leonor debe de haber caído en las trampas que le tendía. Además era ciego, y un ciego tiene sobradas excusas para hacer que la atención de los demás recaiga sobre él.

En los desvaríos de esos comediantes ociosos que éramos mis amigos y yo, en algún momento surgió la idea de hacer una Comedia collage, es decir componer una traducción de la Comedia utilizando los mejores versos de las mejores versiones traducidas al español. Algo que requeriría tiempo, sobre todo, pero también método, acuerdos, discusiones y resignaciones a granel. Encadenar tercetos dispares es imposible, ¿pero acaso una traducción cualquiera no lo es?

A lo mejor, dedicándole años a esa empresa loca, avanzando lentamente, como avanza todo traductor, pero sin poner nada de nosotros mismos, limitándonos a juzgar y elegir, llegaríamos a una especie de vulgata, una traducción fuente, genial, incorregible, perfecta. Pero era solo una idea, un proyecto, que con un poco de suerte nadie llevará a cabo jamás.


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