Intervención de Verónica Canales:
Panorama general
Con objeto de explicar el nacimiento de Anuvela®, empezaremos por describir a grandes rasgos el contexto de la traducción literaria en Barcelona, ciudad en la que trabajamos.
Hablando en términos generales, Barcelona es, con mucho, la capital de la publicación literaria en España, ya que produce un 35,8% del total de publicaciones nacionales. Por tanto, también se trata de un importante centro para la traducción literaria. La principal lengua traducida al español es el inglés (con un 49,9% de libros traducidos), aunque no podemos olvidar la creciente presencia del francés (10,99%), el alemán (6,41%) o el italiano (4,53%). Además, según un estudio de la UNESCO, España es el segundo país europeo donde más traducciones se publican (194.965) después de Alemania (229.756).
Panorama general
Con objeto de explicar el nacimiento de Anuvela®, empezaremos por describir a grandes rasgos el contexto de la traducción literaria en Barcelona, ciudad en la que trabajamos.
Hablando en términos generales, Barcelona es, con mucho, la capital de la publicación literaria en España, ya que produce un 35,8% del total de publicaciones nacionales. Por tanto, también se trata de un importante centro para la traducción literaria. La principal lengua traducida al español es el inglés (con un 49,9% de libros traducidos), aunque no podemos olvidar la creciente presencia del francés (10,99%), el alemán (6,41%) o el italiano (4,53%). Además, según un estudio de la UNESCO, España es el segundo país europeo donde más traducciones se publican (194.965) después de Alemania (229.756).
Por lo que a la lengua catalana se refiere, sin duda alguna, Barcelona es el centro principal de literatura traducida a este idioma: un 9,16% de traducciones publicadas en España (los libros en español son los más traducidos al catalán, un 48,58%, en comparación con los libros que se traducen del inglés al catalán). En Cataluña la principal lengua de llegada es el español, seguida muy de cerca por el catalán. Este panorama podría llevarnos a pensar que Barcelona es el Paraíso para el traductor literario, pero no podemos pasar por alto las condiciones de esta ocupación en España. La realidad habla por sí sola:
-La gran mayoría de editoriales no han revisado sus tarifas de traducción en diez
años. De hecho, algunas editoriales sí lo han hecho, pero sólo para reducirlas. Dicha reducción ha representado al menos un 20% de pérdidas en las ganancias de los traductores literarios en los últimos años.
-Aunque la Ley del Libro española equipara el trabajo del traductor al del autor, el
traductor a menudo se considera un «colaborador externo»; es el ser invisible del proceso creativo y sus derechos de autoría no siempre se respetan.
-Las tarifas bajas y la reducción de las ya establecidas, los plazos de entrega demasiado cortos y los contratos inadecuados (e incluso la ausencia total de contrato en algunas ocasiones) supone que la acumulación de experiencia profesional no equivalga a una mejora en la remuneración ni a un aumento del prestigio del traductor literario.
-Otros estudios señalan que el número de traductores que viven de forma exclusiva de la traducción es inferior al del resto de Europa. Ésta es una consecuencia directa de las condiciones mencionadas con anterioridad. Todo ello ocurre «en una economía en la que el coste de la vida ha aumentado significativamente debido a la creciente integración de España en el sistema económico mundial». Y en Barcelona, una de las ciudades más caras del país.
Teniendo en cuenta este panorama tan descorazonador, ¿por qué iba a querer nadie convertirse en traductor literario y aspirar a sobrevivir con esta profesión creativa? Un traductor literario es un profesional movido por la vocación, que no inicia su andadura profesional (ni la sigue) con la meta de hacerse rico.
-La gran mayoría de editoriales no han revisado sus tarifas de traducción en diez
años. De hecho, algunas editoriales sí lo han hecho, pero sólo para reducirlas. Dicha reducción ha representado al menos un 20% de pérdidas en las ganancias de los traductores literarios en los últimos años.
-Aunque la Ley del Libro española equipara el trabajo del traductor al del autor, el
traductor a menudo se considera un «colaborador externo»; es el ser invisible del proceso creativo y sus derechos de autoría no siempre se respetan.
-Las tarifas bajas y la reducción de las ya establecidas, los plazos de entrega demasiado cortos y los contratos inadecuados (e incluso la ausencia total de contrato en algunas ocasiones) supone que la acumulación de experiencia profesional no equivalga a una mejora en la remuneración ni a un aumento del prestigio del traductor literario.
-Otros estudios señalan que el número de traductores que viven de forma exclusiva de la traducción es inferior al del resto de Europa. Ésta es una consecuencia directa de las condiciones mencionadas con anterioridad. Todo ello ocurre «en una economía en la que el coste de la vida ha aumentado significativamente debido a la creciente integración de España en el sistema económico mundial». Y en Barcelona, una de las ciudades más caras del país.
Teniendo en cuenta este panorama tan descorazonador, ¿por qué iba a querer nadie convertirse en traductor literario y aspirar a sobrevivir con esta profesión creativa? Un traductor literario es un profesional movido por la vocación, que no inicia su andadura profesional (ni la sigue) con la meta de hacerse rico.
En España existen distintas vías para llegar a ser traductor literario, aunque, recientemente, el camino más común es el del título universitario en Traducción (hace treinta años dicha titulación no existía y la gran mayoría de profesionales procedían de carreras de Humanidades). Con todo, el factor suerte (estar en el lugar adecuado en el momento adecuado) tiene mucho que ver con el logro del «primer libro». En pos de ese objetivo, los aspirantes a traductor envían miríadas de currículos a cuanta editorial puedan localizar. Los futuros traductores aceptan diversos encargos que les servirán como experiencia profesional y para ir «haciendo currículum»: subtitulación de películas, localización de software, traducción de tesis doctorales, páginas web, etc…
Y un día llega por fin el tan anhelado manuscrito: el buen traductor se entrega en cuerpo y alma a la labor translatoria al margen de cuál sea el título o su autor. Esta actitud le garantizará, en la mayoría de los casos, un nuevo encargo y otro y otro…
En esta cadena de trabajos literarios existe un elemento fundamental, un elemento que a menudo se idealiza y que fue esencial para la creación de Anuvela®: la soledad del traductor literario. ¿Cuáles son las consecuencias de esta soledad y cómo pueden paliarse? Sobre todo a través de asociaciones profesionales y asociaciones informales (o, en el caso de Anuvela®, la amistad). En España no existe un único organismo global de traductores, sino diversas asociaciones. Sin embargo, no todas ellas cuentan con un gran número de miembros. El traductor literario necesita relacionarse con sus colegas y por ello se afilia a asociaciones profesionales, no obstante (y siempre según el Libro Blanco de la traducción) son muchos los traductores que no se sienten adecuadamente representados por algunas de estas asociaciones (que no comparten un único criterio que las haga fuertes frente a las editoriales y que impide que defiendan «reivindicaciones comunes»). Debido a esta situación, hay traductores que se sienten «solos» desde un punto de vista profesional.
Y un día llega por fin el tan anhelado manuscrito: el buen traductor se entrega en cuerpo y alma a la labor translatoria al margen de cuál sea el título o su autor. Esta actitud le garantizará, en la mayoría de los casos, un nuevo encargo y otro y otro…
En esta cadena de trabajos literarios existe un elemento fundamental, un elemento que a menudo se idealiza y que fue esencial para la creación de Anuvela®: la soledad del traductor literario. ¿Cuáles son las consecuencias de esta soledad y cómo pueden paliarse? Sobre todo a través de asociaciones profesionales y asociaciones informales (o, en el caso de Anuvela®, la amistad). En España no existe un único organismo global de traductores, sino diversas asociaciones. Sin embargo, no todas ellas cuentan con un gran número de miembros. El traductor literario necesita relacionarse con sus colegas y por ello se afilia a asociaciones profesionales, no obstante (y siempre según el Libro Blanco de la traducción) son muchos los traductores que no se sienten adecuadamente representados por algunas de estas asociaciones (que no comparten un único criterio que las haga fuertes frente a las editoriales y que impide que defiendan «reivindicaciones comunes»). Debido a esta situación, hay traductores que se sienten «solos» desde un punto de vista profesional.
Por otro lado, debe tenerse en cuenta la soledad del traductor literario a la hora de traducir estrictamente hablando (pues la gran mayoría trabaja desde casa). Las nuevas tecnologías (Internet, chats especializados, foros de traducción) pueden ayudarnos a paliar nuestra soledad durante la labor creativa. Sin embargo, para algunos de nosotros, y éste es el caso de todos y cada uno de los miembros de Anuvela®, el contacto directo con los colegas es fundamental, así como un imperativo profesional para el buen desarrollo de nuestra creatividad.
La asociación informal, la amistad en nuestro caso, puede dar como fruto una nueva visión de la creación en equipo. Se trata de un fenómeno que no es en absoluto novedoso en el mundo de la traducción literaria, pero Anuvela® lo enfoca de una forma muy diferente y original, como ahora explicará Laura.
Intervención de Laura Manero:
Un despacho compartido por traductores
Para combatir la soledad de la que acaba de hablar Verónica y trabajar en un entorno menos aislado, hará unos cinco años, siete de nosotros alquilamos un despacho. Una vez empezamos a trabajar en un espacio común, tuvimos la insólita oportunidad de ser testigos de la práctica profesional de nuestros compañeros, lo cual resultó ser una experiencia muy enriquecedora en más de un sentido:
-En cuanto a la forma de trabajar el texto en sí: el mero hecho de compartir un espacio común crea per se un foro en el que discutir cualquier duda que pueda plantear una traducción, y el despacho se convierte entonces en un lugar en el que intercambiar opiniones, metodología, y debatir posibles soluciones.
-Y en cuanto a la vertiente más prosaica del trato con la editorial, se tiene ocasión de comparar de una forma más directa las condiciones laborales de una u otra empresa, tarifas, diferencias en cuanto a contratos, cambios inesperados de plazos de entrega y reacciones o propuestas ante ellos, etc. De esta forma se tiene una perspectiva más global de la relación entre traductor y editor.
En nuestro caso, este intercambio de experiencias desembocó en un proyecto conjunto que iba más allá de la sola confluencia espacial. Inevitablemente, nuestra peculiar reunión trascendió a las mesas de nuestros empleadores, que empezaron a interesarse en lo que nosotros siempre llamábamos «el despacho». Más adelante, cuando alguno de nosotros no estaba en disposición de aceptar un encargo, preguntaban si alguno de nuestros compañeros podría hacerse cargo de él, y al final terminaron por ofrecernos abiertamente compartir encargos de traducción. Fue entonces cuando comprendimos que teníamos algo interesante que ofrecer.
La división de libros entre varios traductores no es una práctica desacostumbrada en las editoriales. Los avances tecnológicos han acelerado los procesos productivos del sector editorial, pero el tiempo necesario para la parte artesanal del trabajo sigue siendo el mismo; no somos más rápidos traduciendo por tener un ordenador más potente. Así pues, si bien no es su primera opción, en numerosas ocasiones los editores se ven obligados a dividir un libro entre dos o más de sus colaboradores habituales por cuestiones de calendario. Esto repercute directamente en la labor del traductor, que trabaja entonces con una parte mutilada del texto completo, no suele conocer a los demás «negros» y, por tanto, no pueden debatir puntos oscuros ni trazar unas directrices generales. Después, es labor del corrector o del redactor de mesa remendar ese particular Frankenstein literario. Nosotros, por el contrario, en todo momento estábamos en contacto y podíamos, así, salvar las dificultades generadas por la división del trabajo. Estaba aún por ver cuál sería el resultado.
Nuestro primer proyecto resultó ser una recopilación de mitos eróticos del mundo. Por primera vez pusimos en práctica un sistema de trabajo en equipo y creamos mecanismos de comprobación que nos permitirían producir textos cohesionados y unificados, tanto tipográfica como estilísticamente. Trabajar con relatos nos resultó de ayuda en esa ocasión, pues la antología se prestaba a la promiscuidad de ser traducida por muchas manos y podía repartirse sin demasiados miramientos; cada cuento procedía de una tradición cultural diferente y, por tanto, cada traductor podía y debía imprimir su propio estilo sin que la totalidad de la obra se resintiera por ello.
Entregado ese primer trabajo, pasó poco tiempo antes de que la editorial volviera a recurrir a nosotros para encargarnos una traducción colectiva. Empezamos a darnos cuenta de varias cosas:
1. Estábamos perfeccionando una práctica que venía realizándose desde hacía años, pero con un resultado mucho más satisfactorio a causa de nuestras estrategias de coordinación y de trabajar en contacto.
2. El hecho de que varias personas traduzcan un mismo texto implica que también son muchos más los ojos que leen y reparan en los puntos conflictivos de un libro,
de manera que es como si la traducción se revisara repetidamente durante todo el proceso. Las decisiones de traducción también están mucho más reflexionadas, puesto que son resultado del debate de varios puntos de vista opinantes.
3. En lo tocante a las condiciones laborales, el hecho de que el editor acuda a nosotros, como grupo, en busca de un buen resultado profesional cuando se encuentra con un apuro de tiempo, nos da la posibilidad de negociar desde una posición algo más aventajada que la habitual en un traductor literario.
Con el tiempo, hemos ido modificando y perfeccionando esos mecanismos de trabajo en equipo, y eso nos ha permitido embarcarnos con éxito en la división no sólo de recopilaciones de relatos, sino también de obras de narrativa. Esto es, no de cualquier obra de narrativa, sino únicamente aquellas en las que el papel principal lo ostenta la trama, y no
tanto la voz autoral. Esto ha sido posible gracias a que hemos aprendido paulatinamente a coordinar diversos aspectos de nuestras traducciones colectivas trabajando en diferentes tipos de libro: relatos, en primer lugar; después, la biografía de un famoso futbolista; una enciclopedia de mitología; y, por último, novelas.
Cada uno de nuestros proyectos ha sido estudiado siempre individualmente y no se ha aceptado hasta considerar que contábamos con las condiciones óptimas para poder llevarlo a cabo con un resultado satisfactorio; es decir, no somos una agencia de traducción en la que se aceptan todas las ofertas, sino que tan sólo aceptamos proyectos que consideramos viables y nos interesan, lo cual es muy diferente, pues seguimos siendo, ante todo, traductores literarios.
De ahí —de nuestra condición de traductores literarios— que siempre especifiquemos en el contrato qué tanto por ciento de la traducción pertenece a cada uno, pues con nuestro trabajo en equipo no renunciamos a la autoría, sino que reivindicamos una traducción realizada por un colectivo cuyos miembros son en todo momento conocidos y reconocidos como autores de la traducción. Nos gusta pensar que, en este sentido, somos también una especie de blanqueadores del «negro» de la traducción, por así decir, ya que nuestra propuesta pone fin a la división de proyectos bajo mano, cuando el plazo es demasiado apretado, con otros compañeros que nunca serán conocidos por la editorial, o por los lectores, o por los organismos reguladores de los derechos de autor.
Con esta fórmula creemos haber encontrado un hueco profesional que estaba aún por ocupar. En un mundo literario en el que la colaboración de varios traductores no siempre está muy bien vista y en el que las editoriales suelen ser reticentes a expresar en los créditos que un libro ha sido traducido por dos o más profesionales, sostenemos que hay una forma de hacer bien algo que durantes años venía haciéndose a hurtadillas... siempre que las condiciones permitan que pongamos en práctica una metodología que consideramos imprescindible y que Ana desarrollará a continuación.
Intervención de Ana Alcaina:
Metodología y dinámica de trabajo
Cuando la propuesta de traducción llega a la mesa de Anuvela®, nos reunimos y
discutimos todos los aspectos prácticos y teóricos del encargo y, en función de factores tales como la disponibilidad, el plazo de entrega, la tarifa y el interés que despierte entre nosotros el libro en cuestión, decidimos quiénes participarán en el proyecto. La mayoría de las veces, renegociamos con la editorial la tarifa de traducción, puesto que otros aspectos como el plazo de entrega y la posibilidad de una mayor participación en los derechos de autor del libro suelen ser, en nuestra experiencia, innegociables. Cuando la editorial acepta renegociar en términos satisfactorios las condiciones de trabajo, aceptamos el encargo y nos ponemos manos a la obra (por regla general, inmediatamente, en algunos casos aparcando o postergando otros encargos que nos ocupan en esos momentos). Por término medio, han sido escasas las ocasiones en las que hemos participado todos los miembros de Anuvela® al completo en una misma obra, (y de hecho, no tienen por qué participar todos) lo cual da una idea de la confianza que cada uno de nosotros tiene depositada en la capacidad profesional de los demás miembros, puesto que siempre insistimos (cuando no exigimos) firmar todos nuestros trabajos colectivos con el nombre de Anuvela®, sean quienes sean los que participen finalmente en el proyecto. Esto también se debe a la dificultad de coordinar la disponibilidad y el grado de participación de cada uno de nosotros en el proyecto, puesto que es cada uno quien decide, de manera individual, si le interesa o no, por las razones que sean, participar en la traducción de determinado libro.
A continuación, y siempre que las condiciones de trabajo así lo permitan o establezcan, designamos un coordinador del libro en cuestión, cuya función, además de participar activamente en la traducción de una parte de él, consiste en hacer de puente entre el grupo de trabajo y la editorial, coordinar las entregas, leer y unificar la traducción y, en última instancia, realizar una corrección de estilo del libro antes de la entrega. En nuestro primer proyecto en común, dedicamos mucho tiempo a que todos y cada uno de los miembros del grupo leyesen la traducción que habían realizado los demás, escuchando en voz alta incluso el trabajo de los demás traductores, pero los encargos posteriores pusieron de manifiesto la imposibilidad de llevar a cabo esta «corrección coral», por llamarla de algún modo, en todos los encargos, básicamente por falta de tiempo. Vimos también que resultaba mucho más factible confiar la labor de coordinación y corrección a una sola persona encargada de realizar el seguimiento absoluto de todo el libro, labor que, por otra parte, nunca recae en la misma persona.
Tras designar al coordinador, y a medida que se va avanzando en la traducción y que van surgiendo las dudas y la necesidad de establecer criterios de traducción unificados para ese libro en concreto, son muchas las sesiones de auténtico brainstorming que tienen lugar en la sede de Anuvela®, a veces tensas por la pasión con que el traductor (individualista por naturaleza) defiende su opción, su idea, su creación, ante las opciones, las ideas y las creaciones de los demás traductores con respecto a una misma duda o problema, y otras veces, para qué negarlo, son sesiones verdaderamente hilarantes, pero siempre absolutamente enriquecedoras, tanto para nosotros como para la calidad final de la obra traducida.
También sacamos un provecho infinito de las nuevas tecnologías abriendo un documentode uso compartido, colgado en Internet y cuyo acceso está restringido a los participantes en la traducción. En el documento se exponen a grandes rasgos las dificultades del texto concreto y las soluciones acordadas y se elabora una especie de glosario «a medida» a fin de facilitar la labor de unificación. En dicho documento cabe, además, la posibilidad de abrir un debate en línea paralelo al texto, es decir, si alguno de nosotros no se encuentra físicamente en la sede de Anuvela®, existe la posibilidad de hablar en tiempo real en una pantalla estilo Messenger y discutir así aspectos relacionados con la traducción con mucha más inmediatez que usando el correo electrónico e incluso el teléfono, aunque desde luego, nada supera al lujo que supone poder traducir físicamente en un mismo espacio, aunque las interrupciones para discutir alguna idea vayan a veces en detrimento de la capacidad de concentración del equipo en general. Para solucionar esto último, a veces interrumpimos nuestro trabajo en un momento dado para poder abrir una sesión de debate y luego continuamos traduciendo. Una vez finalizado el proceso de traducción, entregamos el trabajo y seguimos con nuestros encargos anteriores, a la espera del feedback de la editorial y de los lectores.
Por último, y a modo de conclusión, nos gustaría hacer hincapié en el hecho de que nuestra máxima aspiración profesional es poder vivir de nuestro trabajo, ni más ni menos. A pesar de lo mucho que podamos llegar a disfrutar con lo que hacemos, nuestro trabajo no es ningún hobby, sino la forma que tenemos de ganarnos la vida. En este sentido, el traductor se parece mucho al editor, quien, además de disfrutar enormemente con su trabajo, tiene como uno de sus principales objetivos sacar adelante su editorial, y aunque entendemos que para ello muchas veces ofrece al traductor, al menos en España, tarifas «competitivas» (para él) y a menudo irrisorias (para nosotros), también el editor debe entender que el traductor, puesto que debe sacar adelante su vida, tiene que tratar de negociar la tarifa a su favor o, en última instancia, y siempre que esto es posible, rechazar la tarifa o el libro que se le ofrece. En este sentido es necesario trazar una línea divisoria entre el traductor profesional, que trabaja para ganarse la vida, y el traductor ocasional, cuya actividad principal no es la traducción sino que ésta es complementaria a otro trabajo. La aceptación de tarifas bajas por parte de ambos, aunque sea por razones distintas, constituye uno de los aspectos de la actual coyuntura de la traducción literaria en España: tarifas que, tal como decía Verónica al principio, no sólo no han subido en los últimos diez años, sino que en algunas editoriales han bajado y siguen bajando. Otras razones importantes que explican esta situación son la industrialización progresiva del sector editorial, que suele minimizar los costes en los procesos de preimpresión para obtener mayores beneficios, y también a causa del monopolio de la distribución, que se queda con un alto porcentaje del precio de venta total del libro. Todo ello a pesar de la constante aparición de nuevas editoriales, hecho que hace suponer que, como negocio, la industria editorial sigue siendo atractiva (y rentable) para el empresario/editor. Se da la circunstancia de que los proyectos realizados en común, bajo el emblema de Anuvela®, son los más gratificantes económicamente, hecho que nos permite compaginar este tipo de traducciones con otras no tan «alimenticias» para el bolsillo pero sí para el intelecto, o incluso disfrutar de la vida que hay más allá de la pantalla del ordenador, es decir, trabajar para vivir y no vivir para trabajar.
Fuentes de referencia:
-La literatura catalana i la traducció en un món globalitzat, Carme Arenas y Simona Škrabec, Institut Ramon Llull, Institució de les Lletres Catalanes, Barcelona, 2006.
-«Panorámica de la edición española de Libros», Subdirección General de Promoción del Libro,
Ministerio de Cultura, 2007.
-Libro Blanco de la traducción en España, ACE Traductores, Madrid 1997.
-«Traducciones crecientes, dinero menguante», Virginia Collera, El País, 6 de enero de 2007.
-De te fabula narratur: los sistemas de cómputo y el rendimiento del trabajo de traducción en el sector editorial, Carlos Milla Soler; Marta Pino Moreno, Vasos Comunicantes, n.º34, Madrid, 2006.
-Base de Datos del Consejo Europeo de Asociaciones de Traductores Literarios.
- (http://www.ceatl.org/)
- Index Traslationum http://portal.unesco.org/culture/en/ev.php-
URL_ID=22244&URL_DO=DO_TOPIC&URL_SECTION=201.htm
La asociación informal, la amistad en nuestro caso, puede dar como fruto una nueva visión de la creación en equipo. Se trata de un fenómeno que no es en absoluto novedoso en el mundo de la traducción literaria, pero Anuvela® lo enfoca de una forma muy diferente y original, como ahora explicará Laura.
Intervención de Laura Manero:
Un despacho compartido por traductores
Para combatir la soledad de la que acaba de hablar Verónica y trabajar en un entorno menos aislado, hará unos cinco años, siete de nosotros alquilamos un despacho. Una vez empezamos a trabajar en un espacio común, tuvimos la insólita oportunidad de ser testigos de la práctica profesional de nuestros compañeros, lo cual resultó ser una experiencia muy enriquecedora en más de un sentido:
-En cuanto a la forma de trabajar el texto en sí: el mero hecho de compartir un espacio común crea per se un foro en el que discutir cualquier duda que pueda plantear una traducción, y el despacho se convierte entonces en un lugar en el que intercambiar opiniones, metodología, y debatir posibles soluciones.
-Y en cuanto a la vertiente más prosaica del trato con la editorial, se tiene ocasión de comparar de una forma más directa las condiciones laborales de una u otra empresa, tarifas, diferencias en cuanto a contratos, cambios inesperados de plazos de entrega y reacciones o propuestas ante ellos, etc. De esta forma se tiene una perspectiva más global de la relación entre traductor y editor.
En nuestro caso, este intercambio de experiencias desembocó en un proyecto conjunto que iba más allá de la sola confluencia espacial. Inevitablemente, nuestra peculiar reunión trascendió a las mesas de nuestros empleadores, que empezaron a interesarse en lo que nosotros siempre llamábamos «el despacho». Más adelante, cuando alguno de nosotros no estaba en disposición de aceptar un encargo, preguntaban si alguno de nuestros compañeros podría hacerse cargo de él, y al final terminaron por ofrecernos abiertamente compartir encargos de traducción. Fue entonces cuando comprendimos que teníamos algo interesante que ofrecer.
La división de libros entre varios traductores no es una práctica desacostumbrada en las editoriales. Los avances tecnológicos han acelerado los procesos productivos del sector editorial, pero el tiempo necesario para la parte artesanal del trabajo sigue siendo el mismo; no somos más rápidos traduciendo por tener un ordenador más potente. Así pues, si bien no es su primera opción, en numerosas ocasiones los editores se ven obligados a dividir un libro entre dos o más de sus colaboradores habituales por cuestiones de calendario. Esto repercute directamente en la labor del traductor, que trabaja entonces con una parte mutilada del texto completo, no suele conocer a los demás «negros» y, por tanto, no pueden debatir puntos oscuros ni trazar unas directrices generales. Después, es labor del corrector o del redactor de mesa remendar ese particular Frankenstein literario. Nosotros, por el contrario, en todo momento estábamos en contacto y podíamos, así, salvar las dificultades generadas por la división del trabajo. Estaba aún por ver cuál sería el resultado.
Nuestro primer proyecto resultó ser una recopilación de mitos eróticos del mundo. Por primera vez pusimos en práctica un sistema de trabajo en equipo y creamos mecanismos de comprobación que nos permitirían producir textos cohesionados y unificados, tanto tipográfica como estilísticamente. Trabajar con relatos nos resultó de ayuda en esa ocasión, pues la antología se prestaba a la promiscuidad de ser traducida por muchas manos y podía repartirse sin demasiados miramientos; cada cuento procedía de una tradición cultural diferente y, por tanto, cada traductor podía y debía imprimir su propio estilo sin que la totalidad de la obra se resintiera por ello.
Entregado ese primer trabajo, pasó poco tiempo antes de que la editorial volviera a recurrir a nosotros para encargarnos una traducción colectiva. Empezamos a darnos cuenta de varias cosas:
1. Estábamos perfeccionando una práctica que venía realizándose desde hacía años, pero con un resultado mucho más satisfactorio a causa de nuestras estrategias de coordinación y de trabajar en contacto.
2. El hecho de que varias personas traduzcan un mismo texto implica que también son muchos más los ojos que leen y reparan en los puntos conflictivos de un libro,
de manera que es como si la traducción se revisara repetidamente durante todo el proceso. Las decisiones de traducción también están mucho más reflexionadas, puesto que son resultado del debate de varios puntos de vista opinantes.
3. En lo tocante a las condiciones laborales, el hecho de que el editor acuda a nosotros, como grupo, en busca de un buen resultado profesional cuando se encuentra con un apuro de tiempo, nos da la posibilidad de negociar desde una posición algo más aventajada que la habitual en un traductor literario.
Con el tiempo, hemos ido modificando y perfeccionando esos mecanismos de trabajo en equipo, y eso nos ha permitido embarcarnos con éxito en la división no sólo de recopilaciones de relatos, sino también de obras de narrativa. Esto es, no de cualquier obra de narrativa, sino únicamente aquellas en las que el papel principal lo ostenta la trama, y no
tanto la voz autoral. Esto ha sido posible gracias a que hemos aprendido paulatinamente a coordinar diversos aspectos de nuestras traducciones colectivas trabajando en diferentes tipos de libro: relatos, en primer lugar; después, la biografía de un famoso futbolista; una enciclopedia de mitología; y, por último, novelas.
Cada uno de nuestros proyectos ha sido estudiado siempre individualmente y no se ha aceptado hasta considerar que contábamos con las condiciones óptimas para poder llevarlo a cabo con un resultado satisfactorio; es decir, no somos una agencia de traducción en la que se aceptan todas las ofertas, sino que tan sólo aceptamos proyectos que consideramos viables y nos interesan, lo cual es muy diferente, pues seguimos siendo, ante todo, traductores literarios.
De ahí —de nuestra condición de traductores literarios— que siempre especifiquemos en el contrato qué tanto por ciento de la traducción pertenece a cada uno, pues con nuestro trabajo en equipo no renunciamos a la autoría, sino que reivindicamos una traducción realizada por un colectivo cuyos miembros son en todo momento conocidos y reconocidos como autores de la traducción. Nos gusta pensar que, en este sentido, somos también una especie de blanqueadores del «negro» de la traducción, por así decir, ya que nuestra propuesta pone fin a la división de proyectos bajo mano, cuando el plazo es demasiado apretado, con otros compañeros que nunca serán conocidos por la editorial, o por los lectores, o por los organismos reguladores de los derechos de autor.
Con esta fórmula creemos haber encontrado un hueco profesional que estaba aún por ocupar. En un mundo literario en el que la colaboración de varios traductores no siempre está muy bien vista y en el que las editoriales suelen ser reticentes a expresar en los créditos que un libro ha sido traducido por dos o más profesionales, sostenemos que hay una forma de hacer bien algo que durantes años venía haciéndose a hurtadillas... siempre que las condiciones permitan que pongamos en práctica una metodología que consideramos imprescindible y que Ana desarrollará a continuación.
Intervención de Ana Alcaina:
Metodología y dinámica de trabajo
Cuando la propuesta de traducción llega a la mesa de Anuvela®, nos reunimos y
discutimos todos los aspectos prácticos y teóricos del encargo y, en función de factores tales como la disponibilidad, el plazo de entrega, la tarifa y el interés que despierte entre nosotros el libro en cuestión, decidimos quiénes participarán en el proyecto. La mayoría de las veces, renegociamos con la editorial la tarifa de traducción, puesto que otros aspectos como el plazo de entrega y la posibilidad de una mayor participación en los derechos de autor del libro suelen ser, en nuestra experiencia, innegociables. Cuando la editorial acepta renegociar en términos satisfactorios las condiciones de trabajo, aceptamos el encargo y nos ponemos manos a la obra (por regla general, inmediatamente, en algunos casos aparcando o postergando otros encargos que nos ocupan en esos momentos). Por término medio, han sido escasas las ocasiones en las que hemos participado todos los miembros de Anuvela® al completo en una misma obra, (y de hecho, no tienen por qué participar todos) lo cual da una idea de la confianza que cada uno de nosotros tiene depositada en la capacidad profesional de los demás miembros, puesto que siempre insistimos (cuando no exigimos) firmar todos nuestros trabajos colectivos con el nombre de Anuvela®, sean quienes sean los que participen finalmente en el proyecto. Esto también se debe a la dificultad de coordinar la disponibilidad y el grado de participación de cada uno de nosotros en el proyecto, puesto que es cada uno quien decide, de manera individual, si le interesa o no, por las razones que sean, participar en la traducción de determinado libro.
A continuación, y siempre que las condiciones de trabajo así lo permitan o establezcan, designamos un coordinador del libro en cuestión, cuya función, además de participar activamente en la traducción de una parte de él, consiste en hacer de puente entre el grupo de trabajo y la editorial, coordinar las entregas, leer y unificar la traducción y, en última instancia, realizar una corrección de estilo del libro antes de la entrega. En nuestro primer proyecto en común, dedicamos mucho tiempo a que todos y cada uno de los miembros del grupo leyesen la traducción que habían realizado los demás, escuchando en voz alta incluso el trabajo de los demás traductores, pero los encargos posteriores pusieron de manifiesto la imposibilidad de llevar a cabo esta «corrección coral», por llamarla de algún modo, en todos los encargos, básicamente por falta de tiempo. Vimos también que resultaba mucho más factible confiar la labor de coordinación y corrección a una sola persona encargada de realizar el seguimiento absoluto de todo el libro, labor que, por otra parte, nunca recae en la misma persona.
Tras designar al coordinador, y a medida que se va avanzando en la traducción y que van surgiendo las dudas y la necesidad de establecer criterios de traducción unificados para ese libro en concreto, son muchas las sesiones de auténtico brainstorming que tienen lugar en la sede de Anuvela®, a veces tensas por la pasión con que el traductor (individualista por naturaleza) defiende su opción, su idea, su creación, ante las opciones, las ideas y las creaciones de los demás traductores con respecto a una misma duda o problema, y otras veces, para qué negarlo, son sesiones verdaderamente hilarantes, pero siempre absolutamente enriquecedoras, tanto para nosotros como para la calidad final de la obra traducida.
También sacamos un provecho infinito de las nuevas tecnologías abriendo un documentode uso compartido, colgado en Internet y cuyo acceso está restringido a los participantes en la traducción. En el documento se exponen a grandes rasgos las dificultades del texto concreto y las soluciones acordadas y se elabora una especie de glosario «a medida» a fin de facilitar la labor de unificación. En dicho documento cabe, además, la posibilidad de abrir un debate en línea paralelo al texto, es decir, si alguno de nosotros no se encuentra físicamente en la sede de Anuvela®, existe la posibilidad de hablar en tiempo real en una pantalla estilo Messenger y discutir así aspectos relacionados con la traducción con mucha más inmediatez que usando el correo electrónico e incluso el teléfono, aunque desde luego, nada supera al lujo que supone poder traducir físicamente en un mismo espacio, aunque las interrupciones para discutir alguna idea vayan a veces en detrimento de la capacidad de concentración del equipo en general. Para solucionar esto último, a veces interrumpimos nuestro trabajo en un momento dado para poder abrir una sesión de debate y luego continuamos traduciendo. Una vez finalizado el proceso de traducción, entregamos el trabajo y seguimos con nuestros encargos anteriores, a la espera del feedback de la editorial y de los lectores.
Por último, y a modo de conclusión, nos gustaría hacer hincapié en el hecho de que nuestra máxima aspiración profesional es poder vivir de nuestro trabajo, ni más ni menos. A pesar de lo mucho que podamos llegar a disfrutar con lo que hacemos, nuestro trabajo no es ningún hobby, sino la forma que tenemos de ganarnos la vida. En este sentido, el traductor se parece mucho al editor, quien, además de disfrutar enormemente con su trabajo, tiene como uno de sus principales objetivos sacar adelante su editorial, y aunque entendemos que para ello muchas veces ofrece al traductor, al menos en España, tarifas «competitivas» (para él) y a menudo irrisorias (para nosotros), también el editor debe entender que el traductor, puesto que debe sacar adelante su vida, tiene que tratar de negociar la tarifa a su favor o, en última instancia, y siempre que esto es posible, rechazar la tarifa o el libro que se le ofrece. En este sentido es necesario trazar una línea divisoria entre el traductor profesional, que trabaja para ganarse la vida, y el traductor ocasional, cuya actividad principal no es la traducción sino que ésta es complementaria a otro trabajo. La aceptación de tarifas bajas por parte de ambos, aunque sea por razones distintas, constituye uno de los aspectos de la actual coyuntura de la traducción literaria en España: tarifas que, tal como decía Verónica al principio, no sólo no han subido en los últimos diez años, sino que en algunas editoriales han bajado y siguen bajando. Otras razones importantes que explican esta situación son la industrialización progresiva del sector editorial, que suele minimizar los costes en los procesos de preimpresión para obtener mayores beneficios, y también a causa del monopolio de la distribución, que se queda con un alto porcentaje del precio de venta total del libro. Todo ello a pesar de la constante aparición de nuevas editoriales, hecho que hace suponer que, como negocio, la industria editorial sigue siendo atractiva (y rentable) para el empresario/editor. Se da la circunstancia de que los proyectos realizados en común, bajo el emblema de Anuvela®, son los más gratificantes económicamente, hecho que nos permite compaginar este tipo de traducciones con otras no tan «alimenticias» para el bolsillo pero sí para el intelecto, o incluso disfrutar de la vida que hay más allá de la pantalla del ordenador, es decir, trabajar para vivir y no vivir para trabajar.
Fuentes de referencia:
-La literatura catalana i la traducció en un món globalitzat, Carme Arenas y Simona Škrabec, Institut Ramon Llull, Institució de les Lletres Catalanes, Barcelona, 2006.
-«Panorámica de la edición española de Libros», Subdirección General de Promoción del Libro,
Ministerio de Cultura, 2007.
-Libro Blanco de la traducción en España, ACE Traductores, Madrid 1997.
-«Traducciones crecientes, dinero menguante», Virginia Collera, El País, 6 de enero de 2007.
-De te fabula narratur: los sistemas de cómputo y el rendimiento del trabajo de traducción en el sector editorial, Carlos Milla Soler; Marta Pino Moreno, Vasos Comunicantes, n.º34, Madrid, 2006.
-Base de Datos del Consejo Europeo de Asociaciones de Traductores Literarios.
- (http://www.ceatl.org/)
- Index Traslationum http://portal.unesco.org/culture/en/ev.php-
URL_ID=22244&URL_DO=DO_TOPIC&URL_SECTION=201.htm
Hay una redundancia en la traducción al castellano de "La Caída de Los Gigantes" (Ken Follett). Al inicio del capítulo 21-IV (pág. 619) dice: "...Aterida de frío en el patio trasero,..."
ResponderEliminarAterido significa: "Que está paralizado o entumecido a causa del frío." O sea, si se está aterido solo puede deberse al frío, por tanto la expresión citada es una redundancia.