lunes, 10 de febrero de 2020

Para "existir" hace falta mucho más que ser traducido

El pasado 2 de enero, la editorial Seuil publicó en francés Matate amor, de Ariana Harwicz. La autora buscó el texto en una librería y se topó con una realidad que no esperaba. De eso trata el artículo que publicó en Clarín el pasado 8 de enero, reproducido a continuación en esta entrada.

En Francia, a los escritores latinoamericanos
los mandan al “dofón”

Creo que es la primera vez que salgo llorando de una librería parisina, los sucesos sentimentales del pasado no ocurrieron nunca en Francia sino en escenario porteño. Una vez me compré Así hablaba Zaratustra en una librería de San Telmo cerca de donde daba clases de cine y me lo fui a leer al bar de tango Seddon, en el Bajo, pero no sé si fue por Nietzsche que lloré o por el tango.

Aquella noche ni imaginaba vivir algún día en el extranjero ni ser yo misma, ciudadana, escritora, lo que sea, pero con acento. Ni tampoco sospechaba los efectos imprevisibles de una nueva lengua, nunca se sabe qué deparará la lengua inmigrante en la de origen, y viceversa, y qué provocarán ambas al escribir.

El 2 de enero pasado empezó oficialmente una de las dos Rentrées littéraire del año, el momento en que se lanzan las novedades. Es un momento clave donde una avalancha de libros de todos los géneros salen y las editoriales chicas y grandes apuestan a ese fenómeno contradictorio: vender mucho con 481 libros (otros años fueron más de 600) queriendo críticas y espacio al mismo tiempo. Mi novela Matate, amor/ Crève, mon amour, que ya lleva siete años haciendo su camino, salió con la gran editorial comercial Seuil. Entré ansiosa a la librería en Tolbiac, (en el barrio 13 o barrio chino aunque lo comparten con comunidades de Magreb) y no la vi en la mesa de novedades, por ahí fue un acto fallido pero me olvidé que yo no estaría con los demás autores de Seuil.

Le pregunté a la librera por mi libro. Rápido porque Elliot desde su cochecito ya había vaciado media mesa y atacaba ahora los estantes, ya estaban en el piso Echenoz, Pierre Lemaître, Daniel Pennac y Vanessa Springora (el único libro del que se habla por Cadena Nacional es el relato de la relación de la autora cuando tenía 15 con el escritor Gabriel Matzneff, en ese entonces de 50, se discute de nuevo la moral y la pedofilia versus libertinaje), París no es exactamente una ciudad para los niños, los perros son más aceptados en librerías y restaurantes así que me apuré.

 “No lo tengo”, me dijo. ¿No? Insistí, y tuvo que volver a buscar y sorprenderse de que sí existiera, ahí me señaló, había un solo ejemplar al fondo, al dofón, al lado de un oso de peluche gigante (todo mi desprecio a los osos de peluche gigantes en librerías). Es cierto que el ordenamiento de una librería supone la edificación, la puesta en acto de una mirada política en relación a la lectura, una posición frente al arte en general y frente a los escritores locales en particular (los de Capital y los de provincia, en equivalencia a la France profonde que es todo lo que no son grandes ciudades).

Cada vez que busqué un libro escrito por un autor latinoamericano en cadenas o librerías independientes tuve que escrutar estanterías muy arriba o muy abajo o muy al costado o en otro piso, siempre todos amontonados y fuera del espacio central de circulación. Por supuesto que las librerías dependen del espacio, el gran tormento, mi reino por un poco de espacio, pero no se puede reducir a eso tampoco.

Quizás porque fui educada como lectora en la lógica de Buenos Aires, de otras ciudades de Latinoamérica y de España donde siempre está por delante, por encima, valorado el autor de lengua extranjera, y por ende es exactamente al revés, es muy difícil para un autor latinoamericano hacerse un lugar en España aunque compartan la “lengua” (no hablo de los ya consagrados, premiados, del boom, hablo de la gran mayoría de autores). En México pasa más o menos lo mismo pero el mercado es distinto y hay librerías del Estado donde hay mucha obra de autores nacionales. La diferencia con respecto a Francia es que no hay una jerarquización, los libros están equiparados o incluso tienen más visibilidad los de afuera.

En Francia no hay ahora una gran atracción por la literatura contemporánea latinoamericana y no logran ubicarla en el mapa, les cuesta citar a autores por fuera del más vivo de todos, Vargas Llosa. El muro es siempre la lengua, ella define la frontera. La Gran Muralla es siempre la traducción, dime si eres traducido y te diré quién eres.

Nada está libre de factores comerciales, son librerías no bibliotecas, y si de marginalidad se trata, la soberana es la poesía que se edita mucho más de lo que se vende y suele tener poco espacio incluso en Ferias Independientes pero; ¿cómo leen los españoles, cómo leen los argentinos, cómo leen los franceses? ¿Qué pautas de consumo literario tienen y por qué? ¿Las librerías deben seguirlos o intentar subvertir los hábitos?

A los franceses les gusta entrar a una librería y ver las secciones de los países, aunque nada tenga que ver después literatura y nacionalidad, yo no creo por ejemplo que mi escritura pueda pensarse desde lo latino ni desde lo francés, entonces cerca de la sección “literatura feminista” debería estar la “literatura apátrida”. Quizás el gran salto es el cambio de lengua, como Héctor Bianciotti, como Silvia Barón Supervielle, o lo que hizo Copi, pero tampoco resuelve el problema. Todo esto no es más que centro y periferia, al final.

En los peloteros franceses de provincia, en los bares, los supermercados, las estaciones de servicio, en la radio lo que suena de música latina es siempre esto: “Mueve ese poom-poom, girl, mueve ese pom, pom, mueve ese pom pom, mueve ese pom pom”.

Así también es muy difícil.

viernes, 7 de febrero de 2020

Una verdadera noticia bomba: la RAE resultó ser una institución privada, que responde a intereses de diversas empresas, pero pretende regir sobre la lengua castellana

Raquel Ejerique

El pasado 23 de enero, la periodista española Raquel Ejerique redactora jefe de Política Social y reconocida por sus importantes investigaciones que revelaron diversos casos de corrupución– publicó en el diario.es, de España, una noticia que puede ser calificada de “bomba”: la RAE es una institución privada. Además del Estado español, a través del Banco de España, está financiada por IBEX 35, el Banco Santander, Repsol, La Caixa, Prisa, Telefónica, Iberdrola y el constructor Villar Mir. Según se podrá leer, parte del dinero recaudado se reinvierte. Así, la RAE tiene “16 millones de euros invertidos en acciones (como Indra, Inditex o Gas Natural), fondos de inversión (Caixabank), bonos (524.000 en el Gobierno de la Comunidad de Madrid o 100.000 en Goldman Sachs o Morgan Stanley) y depósitos bancarios (6 millones). A esta cantidad hay que sumar 1,3 millones en cuentas bancarias”. Y esto, sólo para comenzar.


La RAE limpia, fija y es privada: 
cómo funciona y quién financia 
a la autoridad lingüística de España

La Real Academia Española es la guardiana de la lengua –”limpia, fija y da esplendor”, su lema desde 1715– pero no es una institución pública, sino privada, una “institución jurídica con personalidad propia”, pese a que se le asigna un carácter oficial y un interés público, a falta de un organismo estatal en España. Como prueba, el Gobierno le ha encargado el informe sobre la inclusión de género de la Constitución. “El Estado no se ocupa de regular la lengua y, desde hace 300, años ha confiado esa tarea en la RAE, que se dedica a actividades de interés general”, puntualiza a eldiario.es su director, Santiago Muñoz Machado,

La Corona española ha sido su protectora desde que nació, en 1713, e incluso el Rey Juan Carlos puso de 'su' bolsillo un millón de pesetas cuando Felipe González impulsó la Fundación Pro Real Academia en 1993, la pata que aglutina la financiación privada de la institución, que es la mayoritaria. Aunque la Academia no especifica la cantidad, podría ser de hasta cinco millones anuales (según cálculos sobre su propio presupuesto anual, de siete millones y medio). Al dinero privado hay que sumarle una subvención pública anual y el dinero obtenido por la venta de sus publicaciones, un ingreso que ha caído en picado por la crisis de los volúmenes en papel.

La Fundación privada está presidida por el rey Felipe VI y por el gobernador del Banco de España y su finalidad es apoyar y financiar a la RAE. Forman parte de ella los grandes nombres de la empresa española y del IBEX 35, como Ana Patricia Botín (Santander), el presidente de Repsol, La Caixa, Prisa, Telefónica o Iberdrola. También aparece en la lista de patronos el constructor Villar Mir, en representación de su propia fundación. Las grandes compañías son precisamente las principales benefactoras de la RAE, aunque también hay particulares. Por ejemplo, una donación de Inditex de 1,6 millones al año hizo avanzar el Diccionario Histórico. La Caixa patrocina el diccionario online y gratuito en la red. La Fundación Iberdrola firmó un convenio de 100.000 euros para la nueva edición del Diccionario.

El primer órgano rector estaba formado por Mario Conde o Emilio Botín y apadrinó el acto el Rey Juan Carlos, que agradeció a las comunidades autónomas su “sensibilidad nacional”, según las crónicas del momento como la de El País, después de que dieran 10 millones de pesetas cada una para la constitución de esta fundación. Actualmente son patronos Alberto Núñez Feijóo, presidente de la Xunta, o Guillermo Fernández Vara, presidente de Extremadura. Sobre si las comunidades siguen aportando dinero, fuentes de la RAE responden que “o no aportan nada o lo hacen con importes de cuantía menor”, sin dar más detalle.

Parte de ese dinero que se recauda sobre todo de compañías y entidades bancarias se gasta, pero otra parte se acumula, según las cuentas de la Fundación, a las que ha tenido acceso eldiario.es a través de una pregunta en el Portal de Transparencia. En 2016 (últimas cuentas accesibles) la Fundación pro RAE tenía 16 millones de euros invertidos en acciones (como Indra, Inditex o Gas Natural), fondos de inversión (Caixabank), bonos (524.000 en el Gobierno de la Comunidad de Madrid o 100.000 en Goldman Sachs o Morgan Stanley) y depósitos bancarios (6 millones). A esta cantidad hay que sumar 1,3 millones en cuentas bancarias. Todo este dinero y los intereses que pudieran generar aparecen vinculados a una utilización para “fines fundacionales”, es decir, para dotar de financiación a la RAE.

Aunque no pertenece a la administración pública, los ingresos públicos son otra parte fundamental para el funcionamiento de la Academia y una reclamación permanente de los sucesivos directores. El penúltimo, Darío Villanueva, explicaba en 2018 que estaban intentando que el entonces ministro Iñigo Méndez de Vigo (PP) aumentara el dinero a cargo de los Presupuestos Generales del Estado, que entonces era de 1,6 millones: “Que quede claro que no estamos pidiendo un incremento de la asignación presupuestaria, porque asumimos la crisis que ha afectado a muchos, sino que el Estado adquiera licencias de Enclave [un canal premium] y esa retribución del servicio que proporcionamos nos permita recuperar el nivel de financiación del año 2008”, decía a Europa Press.

La crisis hizo mella en esta institución –cuya obra estrella es el Diccionario y que también ha elaborado el Panhispánico de Dudas, el Histórico, puso en marcha el servicio de consultas y volcó el diccionario en internet de forma gratuita– aunque siguió teniendo saludables excedentes en su parte privada. La Fundación pro RAE pasó de 23 millones en 2013 a 18 millones en 2016, según sus cuentas. Fuentes de la Academia dicen que el saldo de su fundación “se ha mantenido estable” estos años, “unos 16 millones de euros”. El presupuesto público de la Academia cayó más: si entre 2007 y 2012 era de casi cuatro millones de euros al año, con los recortes que impuso Rajoy esa cantidad bajó a los 1,6 millones, un importe que se ha mantenido hasta 2019.

Aumento de la subvención
Sin embargo, y tras algunas reuniones y reclamaciones, el ministro Pedro Duque salió al rescate en la anterior legislatura y firmó un convenio con el director que multiplica los ingresos de la RAE. El acuerdo, según lo aprobado en el Consejo de Ministros el pasado marzo, supone que le darán a la Academia cinco millones de euros públicos al año durante 2020, 2021 y 2022, lo que permitirá unos ingresos por encima del nivel precrisis. Los proyectos en los que se emplearán, según el convenio, es la actualización de obras que ya existen como el Diccionario, y proyectos de digitalización y la promoción del español o formación. Desde la RAE aseguran que “los recursos disponibles se aplican por completo a la retribución de su personal y al desarrollo de proyectos”. Entre los que trabaja actualmente y en los que empleará ese dinero está una nueva versión del Diccionario, la actualización de varias obras o “evitar la rotura del español tratando de uniformar el español que usan los instrumentos digitales”, un proyecto denominado Lengua Española e Inteligencia Artificial.

Pero el modelo de la RAE, amparada por los reyes, grandes empresas y los sucesivos gobiernos, tiene también críticos. El catedrático Carlos Subirats, de la Universidad Autónoma de Barcelona, es uno de ellos: “Las academias son anacrónicas y su incidencia en el mundo actual es nula”, sostiene. “El problema de la lengua no es si se acepta una palabra o si 'sólo' lleva o no acento, el reto es el procesamiento de textos por medios electrónicos, por ejemplo, crear programas que entiendan textos enormes y te devuelvan una respuesta”, continúa Subirats, director del proyecto del Diccionario Electrónico en Español y numerosos grupos de investigación. “La lingüística no es una cosa de letras y normas, implica neurociencias, psicología, ciencia computacional, inteligencia artificial...”.

El catedrático, autor de algunos artículos críticos con la Academia, también lamenta que esos cinco millones de euros públicos se den directamente a la RAE en lugar de a proyectos concretos más diversos por medio de concursos y relacionados con asuntos más de futuro como la computación, “que es lo que demanda Google y el capitalismo, por otra parte”.

El académico Pedro Álvarez de Miranda, director de la 23ª edición del Diccionario, tiene una visión distinta: “El Gobierno tiene una responsabilidad moral sobre las academias, para que no desaparezcan por falta de medios, y eso debería seguir siendo así. El Estado no las debería abandonar a su suerte, alguna responsabilidad cabe”, dice a eldiario.es.

Muñoz Machado defiende, frente a la crítica de exceso de normativismo, que “la RAE tiene que centrar su actividad en los fines que le marcan sus estatutos. Desde su fundación, el diccionario, la gramática, la ortografía y la edición de obras representativas de la mejor literatura en castellano han sido sus misiones fundamentales. Estas obras hay que mantenerlas al día porque la lengua evoluciona y nuestros textos marcan la normativa, la pauta que siguen los quinientos millones de hispanohablantes. Somos la entidad reguladora de la lengua, junto a las Academias integradas en la asociación Asale. Y lo hacemos a través de esas obras”.

Silvia Senz, lingüista, también pone sombras a la institución o, más bien, a la gestión pública que se ha hecho en relación a ella. Es coeditora de El dardo en la Academia, un volumen crítico con la RAE, de la que destaca su ventaja en el apoyo institucional. Contactada hace un tiempo por eldiario.es, Senz se remite a sus escritos. En la obra que coordina con Montserrat Alberte destaca “cómo una institución normalizadora semipública, con una producción menos abundante de lo que aparenta y mucho menos consistente y actualizada de lo que es exigible, puede haber llegado a ejercer una influencia social sostenida sobre los hablantes de español de ambos lados del Atlántico”. También ha puesto en duda la pertinencia de crear en 1993 una fundación para dotar de fondos la Academia, en la que ve una estrategia para que la RAE mantuviera “su preeminencia como organismo estandarizador oficial (...) sin necesidad de que se creara una institución de política lingüística estatal para el castellano, que podría haber despertado las suspicacias de los nacionalismos periféricos”.

La influencia de la RAE es manifiesta y se encarna, en gran parte, en la cara visible de la institución, los 46 académicos, que no siempre son los que hacen el trabajo principal, del que se encargan empleados de la institución (unos 80, con un salario medio de 39.000 euros, el del director es de 65.000). Los académicos se reúnen los jueves por la tarde en sesión de una hora, según los estatutos, que también establecen que su nombramiento salga en el BOE. No tienen salario, pero cobran dietas de 141 euros por día.

Son mayoritariamente hombres, ya que solo ocho puestos están ocupados por mujeres (la web aún mantiene a la fallecida Margarita Salas), siendo 1979 el año en el que entró la primera mujer académica, Carmen Conde. El pleno de la RAE incumple de largo la ley de paridad, aunque al tratarse de una institución privada no está obligada a observarla. El hecho de que los cargos sean vitalicios ralentiza la igualdad pero, aunque es cierto que en la última década se ha nombrado a más mujeres, desde 2009 las incorporaciones han sido mayoritariamente de académicos hombres (doce frente a seis mujeres).

Estos académicos forman el pleno, que debate sobre asuntos de la institución y propone nuevas palabras. El recorrido para que llegue al Diccionario y esa palabra sea normativa es complejo, como explican fuentes de la propia institución: tras la propuesta, se consulta el “corpus de la academia, si la palabra se usa” en compilaciones de “millones de formas”, se buscan ejemplos en literatura o periódicos y se pasa la documentación a “alguna de las seis comisiones de trabajo integradas por académicos”. Luego se envía la propuesta a las otras academias de lengua española para que se acuerden o no modificaciones. Después de todo eso, la palabra vuelve al pleno y si ha pasado todos los filtros y hay un veredicto positivo, se incluye en el Diccionario. Y así viene siendo desde hace siglos.

¿No se limita demasiado la Academia a labores de normativa, incorporación de palabras y reedición del Diccionario mientras la lengua avanza y tiene retos tecnológicos? El director explica que la institución usa herramientas digitales punteras y reivindica el servicio que se da con el diccionario online: “¿Quién puede decir con seriedad que no estamos metidos hasta el fondo en el universo digital? Nunca en toda su historia nuestro Diccionario ha sido más útil para más personas de todo el mundo: recibe sesenta millones de visitas al mes. En la mejor época de la edición impresa del Diccionario llegaba a venderse una cifra próxima al millón de ejemplares en 12 años. De manera que nada más lejano a la realidad que afirmar que es un producto que ha dejado de interesar”.

Ver el artículo completo con los gráficos no reproducidos en esta entrada:
https://www.eldiario.es/sociedad/RAE-privada-millones-productos-financieros_0_986901619.html

jueves, 6 de febrero de 2020

Una de derechos de autor


En una entrada de este blog, correspondiente al 13 de mayo de 2015, se reprodujo lo que la consultora editorial María Eguaras comentó a propósito de la publicación de obras de dominio público.

Dado el tipo de lectura que prohija este medio, el pasado 18 de diciembre nos escribió el lector español Aitor Alonso el siguiente mail, que ofrecemos a la consideración de quienes estén interesados en el tema:

“Al ver que en vuestra web  tratáis temas de tecnología y su actualdiad al igual que la de Internet, como en el siguiente artículo: http://clubdetraductoresliterariosdebaires.blogspot.com/2015/03/valiosos-datos-para-editores-y.html

“Creo que es importante que conozcan a fondo la nueva ley del Copyright de la Unión Europea, que busca regular de una forma 'más eficiente' los derechos de autor en Internet.

“Debido a esta nueva ley les aconsejamos agregar la siguiente información en el artículo anteriormente mencionado para informar bien a sus lectores:
‘Esta regulación indica que la responsabilidad de que no haya contenido ilegal subido en las plataformas online como YouTube pasa a ser responsabilidad de las propias plataformas y no del usuario. Esto implicaría que todas ellas tendrías que comenzar a utilizar filtros muy agresivos –mucho más que los vigentes actualmente– para evitarlo.’

“Esto ha puesto en jaque a muchos creadores de contenido que consideran que muchos de sus trabajos podrían verse afectados por esta medida cuando suben contenido legal pero protegido por los derechos de autor. Por ejemplo, digamos que un youtuber mete en su vídeo una escena de una película y la cita. Esto es legal; sin embargo, no pasaría por estos filtros y el vídeo sería automáticamente retirado para ver fuera de la Unión Europea. Y es que actualmente no existe una tecnología lo suficientemente avanzada como para que pueda discernir entre lo que es legal y lo que no, sólo detecta contenido protegido por derechos de autor.”

miércoles, 5 de febrero de 2020

Aulicino habla de Xi Chuan traducido por Petrecca

En diciembre de 2017, Jorge Aulicino reseñó Murciélagos al atardecer ,para la revista Ñ. Se trataba de un libro del poeta Xi Chuan que, con traducción de Miguel Ángel Petrecca, publicó en ese entonces la editorial argentina Bajo la luna. Creemos que vale la pena volver a leer esa reseña.

Xi Chuan: Mosquitos hacen tigres

Xi Chuan [Xuzhou, China, 1963] permite comprobar que la tradición no es atemporal, sino más bien plástica: adopta las formas que el siglo le permite, le exige o le trasmite. Xi Chuan es producto de una cultura que los países del occidente prefirieron ver siempre impermeable, enigmática y también inmutable. Las numerosas traducciones francesas e inglesas de los clásicos chinos respaldan esa ilusión. Pero hay tópicos en esos clásicos, y uno de ellos es precisamente el del tiempo que se desliza más rápido para las obras del hombre que para las de la naturaleza. Quizá en esto reside la trampa que los chinos tienden al lineal occidente.

Ezra Pound, a través de Ernest Fenollosa, tradujo e intentó dar un código a esta poesía de tapiz: la situación descrita en los poemas fue directamente explicada o concluida de un modo personal, para movilizar su sentido. Tenemos ahora la traducción de un poeta chino contemporáneo realizada directamente del chino por un joven poeta y traductor argentino, hecho en sí mismo histórico. Y el traductor, Miguel Ángel Petrecca, es quien precisamente pone de relieve una curiosa situación: habiéndose Pound fascinado por el chino (y por toda la tradición de oriente y de occidente), y siendo quien habilitó lo que se llamó imagismo, que es el uso despojado de la imagen visual pero también la cita encubierta que hace de la literatura una especie de trompe l'oeil textual, viene a ser hoy unas de las fuentes de un poeta chino que podría ser su bisnieto.

“Gran conocedor de la tradición occidental, lector de la Biblia y los evangelios apócrifos, de la tradición visionaria de la poesía inglesa, desde Blake a Yeats, admirador de Ezra Pound, a quien dedicó la tesis con la que se graduó en la universidad de Pekín, Xi Chuan escribe una poesía que se inserta también de manera profunda pero oblicua en la propia tradición”, escribe Petrecca, y cubre todos los flancos desde los que querríamos abordar la experiencia de leer una poesía inscrita en una tradición que a su vez incorporó al occidente, que a su vez le devolvía su reflejo.

martes, 4 de febrero de 2020

La muerte de Sonny Metha

La mayoría de los editores suelen pensar más en el mercado que en la literatura y, a la larga, confunden las dos cosas y gana el mercado. Algunos, con todo, son más cultos y llegan a hacer cosas notables. Tal parece ser el caso de Sonny Metha editor indio, quien estuvo al frente del sello estadounidense Knopf. La noticia de su muerte se publicó en La Nación, de Buenos Aires, el pasado 2 de enero, pero, en realidad, había sido levantada del diario El País, de Madrid, que vaya a saber uno cuál fue su fuente original. La firma de Andrea Aguilar,

Murió en Nueva York Sonny Metha,
una de las últimas leyendias de la edición

No había segunda opción, ningún otro candidato posible. Esa fue la respuesta en 1987 del excéntrico Robert Gottlieb a S. I. Newhouse, entonces dueño del prestigioso sello Knopf y de la revista The New Yorker. Su sucesor al frente de la editorial debía ser un indio de 45 años no muy conocido en los círculos literarios neoyorquinos: Sonny Mehta.

Aquel fue el principio de una larga y brillante historia que concluyó el pasado día 30 de diciembre, a los 76 años, con el fallecimiento, a causa de una neumonía, de uno de los más grandes editores del mercado estadounidense, que supo mantener el prestigio y la calidad sin perder de vista el éxito comercial, que navegó las sucesivas fusiones y la formación de grandes conglomerados editoriales sin perder el norte y que supo ganarse el respeto y la admiración de sus colegas manteniendo su aura de misterio.

Después de 32 años al frente de Knopf, Mehta era una de las últimas leyendas de la edición. Creía en la promoción y en la literatura: la labor del editor era no solo trabajar con el autor, sino hacer que los libros llegaran a sus lectores potenciales. Unos meses después de llegar a Knopf, en los ochenta, logró que Gabriel García Márquez entrara por primera vez en la lista de best sellers en Estados Unidos con  El amor en los tiempos de cólera, y en 2015 aún recordaba la importancia de aquel éxito y su primer encuentro con el autor en La Habana. Mehta tenía el aplomo para pujar y apostar, por libros y por su equipo: los editores debían despachar con él directamente y sin comité de por medio sus planes, y lo más importante siempre era la pasión que estaban dispuestos a ponerle al proyecto, porque editar un libro, sostenía, “es un trabajo largo”. No temió tirar adelante con la polémica American Psycho, o mezclar en su catálogo a Alice Munro y otros ocho premios Nobel con autores de novela negra como Stieg Larsson o Jo Nesbo. “Mis debilidades son esas: Dashiell Hammett, Raymond Chandler y los ganadores de los Nobel” declaraba en una entrevista en 2015, al cumplirse el centenario de Knopf. Ajeno a cualquier fanfarronería, añadía casi excusándose: “Soy un lector compulsivo y no sé qué haría si no estuviera leyendo, es un hábito terrible”.

Discreto, tímido, irónico, cortés y distinguido, sus jerséis de cuello vuelto y vaqueros, sus chaquetas Nehru, le valieron un hueco en las listas de los hombres más elegantes. Pero Mehta trataba de esquivar el primer plano, no le gustaba llamar la atención, ni aceptaba asumir ningún tipo de protagonismo de puertas afuera. Ajai Singh Mehta nació en Nueva Delhi en 1942, hijo de uno de los primeros diplomáticos de la India independiente. Tras licenciarse en Cambridge, donde fue compañero de Germaine Greer –autora a quien encargó La mujer eunuco, uno de sus primeros grandes éxitos como editor–, se durmió la mañana en que debía hacer el examen para ingresar en el cuerpo diplomático indio y acabó trabajando en la editorial londinense Hart-Davis antes de dar el salto a un nuevo sello de bolsillo, Paladin, y luego a Pan, donde impulsó las carreras de un pujante grupo de jóvenes como Salman Rushdie y Julian Barnes. Su aterrizaje en Nueva York fue complicado y durante años se especulaba sobre su inminente cese. Pero el cosmopolita y sofisticado Mehta, que siempre mantuvo una casa en Londres, demostró que la loca idea de Gottlieb era un golpe de genio.

lunes, 3 de febrero de 2020

Una pedorrada de la RAE, para comenzar

Empezamos el año con una paparruchada publicada por el diario La Nación, el 29 de diciembre de 2019. Allí, Santiago Triana Sánchez –presumiblementre un periodista de El País, de Madrid, ya que la nota tiene todos los visos de haber sido levantada de ese medio– da cuenta de las 14 palabras elegidas por la RAE para “definir” el año pasado. En suma, no esperen nada brillante ni que incluya a Latinoamérica.

Las palabras que marcaron el año que termina,
según la Real Academia

MADRID.- "Feminizar", "euroescéptico", "clima" y "acogida" son cuatro de las 14 palabras que la Real Academia Española (RAE) ha elegido como las que definen o explican el año que termina. Las expresiones seleccionadas no son neologismos de los 12 meses anteriores, como explica el director de la institución, Santiago Muñoz Machado. Son "palabras estables" del español.

La selección se desarrolló durante el último mes, si bien el trabajo de recopilación y análisis se hizo todo el año. Según la institución, la elección de estos términos y formas compuestas está basada en las consultas más frecuentes que se hacen en el Diccionario de la Lengua Española (en el que se hallan todos los términos elegidos), y las dudas y comentarios que los usuarios formulan tanto a los servicios que presta la RAE como en redes sociales.

La selección no obedece a una visión española del idioma, sino que se tuvo en cuenta la totalidad de países hispanohablantes. Además, se consideró que voces como "progreso", "confianza" y "elecciones" están plenamente relacionadas con la mayoría de naciones que tienen el español como lengua.

Cada palabra va acompañada de una breve explicación en la que la RAE justifica su elección, basada en acontecimientos de este año.

Progreso. Avances científicos, estudios médicos esperanzadores sobre el cáncer o el Alzheimer, descubrimientos astronómicos, implantación de energías renovables, reducción del agujero de la capa de ozono, llegada del 5G.

Feminizar. Movimiento social del feminismo y el impulso por la igualdad, mejoras para las mujeres en países árabes, la Comisión Europea elige a su primera presidenta, protestas a nivel mundial para acabar con la violencia contra las mujeres, sororidad.
Confianza. La incertidumbre, la política, la corrupción, el Brexit, etc. ponen a prueba la confianza del ciudadano en las instituciones que cuidan derechos y libertades.

Acogida. La inmigración y los refugiados siguen siendo noticia de primera plana por las desigualdades económicas entre países y los conflictos internacionales.

Escuela. El Informe PISA revela carencias en educación: la formación sigue siendo clave para ser libres y tener acceso a oportunidades.

Estado de Bienestar. Sigue siendo el máximo garante de la igualdad de oportunidades: la preocupación por el futuro mantiene este término entre los más buscados en 2019.

Elecciones. Han sido varios los procesos electorales en países hispanohablantes en el año, dada la fragmentación política actual, reflejo de una sociedad cambiante y con sensibilidades distintas.

Inteligencia artificial. El proceso de avance tecnológico es imparable y necesaria la adaptación. Las máquinas ocupan un lugar cada vez más importante en la vida de las personas.

Clima. Por la relevancia de la ecología, la celebración en Madrid de la Cumbre del Clima, los incendios en el Amazonas, el desastre del mar Menor, la declaración de la emergencia climática por parte de la UE, etc.

Euroescéptico. Tras años de prosperidad bajo el marco de la Unión Europea, algunos países y sus ciudadanos ponen en duda la integración del Viejo Continente, con el Brexit como punta del iceberg.

Autodeterminación. La crisis en Cataluña continúa dejando este término como uno de los más relevantes del año que despedimos.

Triunfo. De la sociedad en su empeño por seguir generando progreso, ya sea desde la investigación, la cultura, el trabajo o el deporte, o como manifestación social por hacer un mundo más justo: activismo social, solidaridad, compromiso, etc.