jueves, 4 de julio de 2024

"La relación entre lenguaje y soberanía"



El pasado 29 de junio, el escritor y crítico Daniel Link escribió la siguiente columna en el diario Perfil, donde, a partir de datos de la dialectología, refuta la soberanía de España sobre las lenguas de Latinoamérica.

Los dueños de la lengua

Vuelto de un viaje a Colombia (del cual volví completamente enamorado de aquel país y de sus gentes), me encuentro con un artículo mío escrito hace un par de años y recién publicado (son los tiempos académicos). El asunto me vino dado por invitación: escribir algo sobre el centenario del artículo “Observaciones sobre el español de América”, del eminente filólogo Pedro Henríquez Ureña.

Naturalmente, el tema se inscribe en una disciplina, la dialectología, que conozco de lejos. En todo caso, el punto de partida de mi examen son dos textos contemporáneos del siglo XIX. Uno del colombiano Rufino José Cuervo (1881) y otro del cubano Juan Ignacio de Armas (1882).

Lo que se juega en esos textos fundacionales de la dialectología hispanoamericana es la relación con el español peninsular. Cuervo es capaz de notar la potencia expresiva y afectiva de la lengua bogotana (de la que yo he disfrutado durante mi viaje) pero se hace cargo de la necesidad de trabajar en favor de la unidad lingüística, en favor de un “idioma común”, lo que supone destruir “las barreras que las diferencias dialécticas oponen al comercio de las ideas”.

Ese afán de destrucción se funda en el mismo pánico del gran gramático americano Andrés Bello (“Juzgo importante la conservación de la lengua de nuestros padres en su posible pureza”), quien advirtió contra “embriones de idiomas futuros, que durante una larga elaboración reproducirán en América lo que fue la Europa en el tenebroso período de la corrupción del latín”.

Ignacio de Armas, por el contrario, abraza la diferencia. Define cuatro o cinco zonas dialectales, a partir de las cuales se formarán nuevos idiomas: “El castellano, llamado a la alta dignidad de lengua madre, habrá dejado en América, áun sin suspender el curso de su gloriosa carrera, cuatro idiomas, por lo ménos, con un carácter de semejanza jeneral, análogo al que hoi conservan los idiomas derivados del latín”.

Como se comprende, lo que allí se discute es la relación entre lenguaje y soberanía, en el seno de las recién nacidas repúblicas americanas. ¿Tenemos derecho a una lengua propia o debemos conformarnos con hablar dialectos de la lengua de otro?

Hasta 1964 se aceptó la repartición dialectal propuesta por Ignacio de Armas (Henríquez Ureña la sigue, aunque cambia los criterios de definición). José Pedro Rona propuso entonces 23 diferencias dialectales a través de “hechos lingüísticos y objetivos”. Por supuesto, semejante proliferación obliga a “replantear el problema de la división del español americano en zonas dialectales”.

A los únicos a los que les conviene sostener una lengua única (el “español de América”) es a los peninsulares, que se arrogan así una cierta autoridad sobre el vocabulario, la sintaxis y la llamada “norma culta”. Desde hace años, la Real Academia Española viene luchando mal contra los embates independentistas de las sociedades americanas. Hoy es capaz de reconocer que la lengua española es pluricéntrica pero no acepta que el idioma de los argentinos o el de los colombianos puedan pensarse como lenguas separadas, cada uno con sus propios derechos a la existencia y a la soberanía sobre el sentido.

Las lenguas pluricéntricas tienen más de una norma lingüística, establecidas o en construcción. Juan Ignacio de Armas y Pedro Henríquez Ureña, cada uno a su manera, reconocieron cinco normas americanas que la dialectología luego fue complicando en una disparatada competencia entre lo contingente y lo eterno, entre lo universal y lo particular, entre lo global y lo local. Pero el tiempo, que es la diferencia de las diferencias, o lo que relaciona a las diferencias unas con otras, hoy nos exige pasar, incluso, de las lenguas pluricéntricas a las lenguas excéntricas porque, como ha señalado Alberto Gómez Font: “En los Estados Unidos se está gestando un nuevo español, un idioma que no es ni de los mexicanos ni de los argentinos, cubanos o centroamericanos, sino que es de todos. Es un español al que podríamos llamar “español internacional”.

Ese es el acontecimiento que hoy domina el horizonte de las lenguas españolas y sus diferencias.

Conviene volver, pues, a la canción de la tierra ureñista y a las excentricidades de Juan Ignacio de Armas porque en aquellas diferencias que la perspectiva filológica quiso y pudo sostener se jugaban formas de vida y comunidades de destino.

miércoles, 3 de julio de 2024

Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural para la editorial Acantilado

"La editorial barcelonesa que cumple 25 años este 2024 ha sido destacada por su 'cuidada selección de títulos, por la calidad de sus traducciones y por su labor en la recuperación de clásicos imprescindibles'." Tal es la bajada de la nota sin firma, publicada en el diario El País, de Madrid, del pasado 1 de julio, que da cuenta del premio nacional español, recibido por la editorial Acantilado. Fundada por el filólogo y editor Jaume Valcorba (1949-2014; en la foto), lleva publicados más de mil títulos en cuarenta años.

Acantilado gana el Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural

Acantilado, sello literario fundado en Barcelona en 1999, es el ganador del Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2024, según informó este jueves el Ministerio de Cultura. El fallo del jurado, presidido por la directora general del Libro, Cómic y Lectura de la cartera de Cultura, María José Gálvez, justificó su decisión en la “impecable labor en la que destaca la excelencia del catálogo con una cuidada selección de títulos, de la edición de los textos, de la gran calidad de las traducciones, así como por su labor en la recuperación de clásicos imprescindibles”. El reconocimiento, que se entrega desde 1994, dota al ganador de 30.000 euros.

La editorial, con más de 1.000 títulos publicados, ha editado a autores clásicos y contemporáneos como Stefan Zweig, Joseph Roth, G. K. Chesterton, Natalia Ginzburg, Georges Simenon o Imre Kertész, por mencionar algunos. Lleva adelante un ecléctico catálogo que incluye ensayo, narrativa, poesía, biografía o diarios y cartas. Una variedad que el jurado ha destacado por “la importancia de editar obras de pensamiento y de ensayo histórico y cultural como esencia democrática, además de su compromiso social y solidario que le ha granjeado el respeto, admiración y reconocimiento del ecosistema del libro”. Entre las colecciones de la editorial están El Acantilado, Acantilado Bolsillo, Cuadernos del Acantilado y Narrativa del Acantilado.

Uno de sus últimos lanzamientos fue la correspondencia que mantuvieron el Nobel de Literatura francés Romain Rolland y su discípulo austriaco Stefan Zweig entre 1910 y 1918, donde repudian la Gran Guerra y buscan sus orígenes. También es reciente el ensayo histórico De un mundo a otro mundo, del argentino Mario Satz, que refuerza la apuesta de Acantilado por el “fortalecimiento de los lazos culturales con América Latina”, como resalta el jurado.

El Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural está dirigido al “conjunto de la labor editorial de una persona física o jurídica, que haya destacado por su aportación sobresaliente e innovadora a la vida cultural española”. Se entregó por primera vez en 1994 a las editoriales Tusquets y Anagrama. En años sucesivos han sido galardonados sellos ya clásicos en territorio español como Hiperión, Alianza, Gredos, Cátedra, Pre-Textos, Castalia, Visor, Trotta, Biblioteca Nueva, Valdemar, Quaderns Crema (en la persona de Jaume Vallcorba), Renacimiento, Siruela, Sígueme, Galaxia/Círculo de Lectores, Crítica o las Siete Editoriales del Proyecto Context.

martes, 2 de julio de 2024

La reedición de un libro de Charles Bukowski

El pasado 24 de junio, el diario chileno La Tercera publicó un artículo de Pablo Retamal N. dedicado a la distribución en el país trasandino de Ausencia del héroe. Relatos y ensayos inéditos (1946-1992), un volumen que compila artículos y ensayos del escritor estadounidense Charles Bukovski.


“Ser escritor es dañino y difícil”: cuando Charles Bukowski reflexionó sobre la escritura

Además de novelista y excartero, Charles Bukowski era poeta. A veces, tras dejar de lado la botella de licor, pasar la resaca y fumar un cigarro, solía participar en recitales de poesía. Un espacio tradicional dentro del arte poético, y que “Hank” sabía usar a su manera. Por eso, cuando se topaba con alguna pregunta algo empalagosa, sabía salir jugando: “Recuerdo que una vez tras un recital les dije a los alumnos: ¿alguna pregunta? Uno me preguntó: ¿Por qué escribe? Y yo le respondí: ¿Por qué llevas esa camisa roja?”.

Esa anotación la hizo en un breve ensayo titulado La casa de los horrores, y sobre ese mismo instante se respondió a sí mismo. Si bien, Bukowski no estaba interesado en las grandes respuestas ni en el ejercicio más intelectual, tenía claro de qué se trataba su oficio. “Ser escritor es dañino y difícil. Si tienes talento puede abandonarte para siempre mientras duermes en la noche. No tiene respuesta fácil lo que te hace seguir adelante con el asunto. Demasiado éxito es destructivo; la falta absoluta de éxito es destructivo. Un cierto rechazo es bueno para el alma, pero el rechazo total da lugar a cascarrabias y locos, violadores, sádicos, borrachos y maltratadores. Igual que el éxito excesivo”.

Es que la relación de Bukowksi con todo lo relacionado con la escritura lo fue plasmando en ensayos, textos, ficciones y otros materiales que fue dejando desperdigado por el camino. Esos papeles sueltos, efímeros, se compilaron tras su muerte -en 1994- en un volumen llamado Ausencia del héroe. Relatos y ensayos inéditos (1946-1992), y se publicaron en 2012. Luego se descontinuó. Hoy ese volumen vuelve a las librerías chilenas vía Anagrama.

El español Eduardo Iriarte fue quien, hace 12 años, tradujo los textos al castellano, además de otros trabajos de Bukowski, como Las campanas no doblan por nadie, Abierto toda la noche, o La matemática del aliento, Contactado por Culto, nos comenta: “Me resulta un tanto difícil remontarme específicamente a Ausencia, porque la mayoría de las obras de este autor tiene un tono y una temática comunes. Aunque la escritura de esta colección de artículos y relatos no dista mucha de otras recopilaciones --que abarcan prácticamente todo el arco de su carrera y permiten seguir su evolución vital, ya sean en poesía o, como es el caso, en prosa--, lo que me llamó la atención de Ausencia fue el motivo del tesón, la testarudez de insistir en la experiencia propia como material para la creación”.

De hecho, el volumen incluye uno de sus ensayos más célebres, "Fingirse poeta y serlo", donde Bukowski comenta cómo él entiende la poesía, que a todo esto, la escribe de forma prosaica y cotidiana. No habla de damas recortadas en el horizonte. “Fue Nietzsche quien, cuando le preguntaron por los poetas respondió: ‘¿Los poetas? Los poetas mienten demasiado?’ Al leer poesía del pasado y de nuestros días, esta crítica parece jodidamente acertada. Por lo visto hay tanta pose, tanto pavoneo, tanto fingirse poeta, ese mensajero escogido de los dioses”.

Bukowski también dedica palabras a los críticos, a los académicos, a aquellos que se incomodaban con su escritura underground. Lo dice en su "Manifiesto": “Lo que han perdido los críticos universitarios al echar las persianas en torno a su pequeño mundo elitista lo han recuperado en dirección y prestigio. Para el resto de nosotros, la plebe, los que ganduleamos en salas de billar y callejones, queda un gimoteo frustrado y discorde. Para inculcar una fuerza más heurística, es necesario tal vez un manifiesto, un gesto, una gestación. Es difícil que un solo poeta se enfrente a la camarilla universitaria. Tal vez nosotros también debamos inventar nuestra propia historia”. Y en otro texto que titula "Mis coetáneos a examen", señala: “Uno aprende más fregando platos que debatiendo con James Dickey, Jack Gilbert, Nemerow y T. Weiss en el cruce de la calle Noventa y dos y Lex Avenue”.

Aunque también realiza el juego de hacer de crítico literario…de él mismo. Lo escribe en el texto Bukowski sobre Bukowski, donde comenta los relatos de su libro Escritos de un viejo indecente. Por supuesto, se encuentra bueno. “Al releerlos, relatos y fantasías, me parecieron maravillosos y llameantes. Pensé: joder, no ha habido un autor de relatos breves tan bueno desde Pirandello. Por lo menos desde entonces”.

En estas páginas también podemos revisar cuentos como "80 aviones no te dejan fuera de toda sospecha", de 1957, donde por primera vez usa su alterego “Hank”, que luego terminaría decantando por “Henry Chinaski”. O también pasa revista a su vínculo con sus contemporáneos de la “Generación Beat”, de hecho, en un relato narra un particular encuentro con Gregory Corso (“No estaba tan pirado como me habían advertido”), y también encontramos una reseña a los primeros poemas de Allen Ginsberg. Aunque es bastante generoso en su análisis.

Iriarte nos comentó cómo es traducir a Bukowski, que parece siempre escribir sobre lo mismo. “Parto con una zambullida inicial en la que traduzco el libro de principio a fin procurando alcanzar la misma visceralidad del original, seguida por la revisión de sucesivos borradores para pulir los detalles y darle un aire lo más natural posible a la versión en español”.

Consultado por alguno de sus textos favoritos de este volumen, Iriarte nos comenta: “Yo me decantaría por 'Fingirse poeta y serlo', en el que el autor explica dónde reside la autenticidad, su característica esencial. A mi modo de ver, el párrafo que dice ‘La poesía proviene de donde has vivido y como has vivido y de lo que te hace crearla. [...] Si uno escoge mal con demasiada frecuencia, no tardará en estar muerto mucho antes de su funeral’ debería enseñarse no solo en todas las escuelas de escritura, sino en todas las escuelas”.

lunes, 1 de julio de 2024

"El algoritmo descubrió que a los lectores de este tipo de bestsellers les gustan las frases cortas, las narraciones en primera persona y el vocabulario poco erudito"

"En el marco de la tecnificación digital, la posficción se entiende como la crisis de contenidos, ocasionada por las redes sociales que muestran sólo información, no narración, lo que origina un tipo de aislamiento existencial que atomiza a la comunidad y hace del sujeto no un individuo consciente de sí mismo, sino un objeto de consumo". Esto dice la bajada del artículo publicado por Alejandro Montes, en La Jornada Semanal, de México, el pasado 30 de junio.

Crisis de contenidos: Inteligencia Artificial, posmodernidad y posficción

La posficción cosifica al humano, pues lo mercantiliza como simple consumidor. El mercado millonario de capturar la atención humana, vía redes sociales, permite distinguir un autoritarismo oculto que masifica al individuo por medio de redes sociales como TikTok o estrategias “narrativas” como storytelling –uso de recursos narrativos como herramientas de mercadotecnia. Con ello surge la pasividad anónima, pues se debilita la imaginación. Ni TikTok, ni el storytelling generan lo que pregonan: detonar la capacidad de imaginación.

Videos cortos de cantidad de temas, elaborados por miles de usuarios en diferentes partes del mundo, que van desde mascotas con sus dueños hasta caídas chuscas de personas en escaleras o bailes de éxitos musicales, no necesariamente significan un empoderamiento de la creatividad. La articulación narrativa de comerciales de calzado deportivo, donde figuras internacionales como Cristiano Ronaldo son el personaje central, no implica un relato con sentido humano. Los anteriores ejemplos de la naturaleza de TikTok y el storytelling sirven para ilustrar que la posficción se aleja de la narración creativa, donde las historias plantean algún aspecto de la condición humana y, en cambio, prioriza información banal, consumista.

Víctimas del algoritmo: modernidad tardía y posficción
Lo anterior tiene sus orígenes en el proyecto civilizatorio de la modernidad, pues conlleva el uso de la razón instrumental, es decir, por medio de ésta se consiguen avances en diferentes aspectos que benefician el desarrollo de la humanidad. Con la razón instrumental se plantearon libertades individuales: democracia, expresión de ideas, tolerancia, proyecto personal de vida, secularización jurídica, educativa…, así como avances científicos y tecnológicos, y, de manera más reciente, nuevas formas de comunicación digital por internet, automatización de procesos; todo lo cual han sido banderas de la modernidad en el marco del orden capitalista. Pero dicho proyecto civilizatorio, al agotarse por diversas circunstancias, generó una posmodernidad que, entre otras consecuencias, ha llevado al individuo a una modernidad tardía donde prevalece el aislamiento existencial por la tecnificación digital.

De manera general se podría mirar el tránsito de la modernidad (proyecto civilizatorio que conlleva el uso de la razón instrumental) a la posmodernidad (agotamiento de dicho proyecto civilizatorio), y la modernidad tardía (aislamiento existencial del sujeto por la tecnificación digital). Pero, ¿qué provocó los cambios de un paradigma a otro? ¿Cuáles son las variables que perfilan el proceso histórico de la modernidad-posmodernidad-Modernidad tardía? Cabría señalar la desconfianza de metanarrativas (ver François Lyotard) e ideologías universales, ponderación en la subjetividad, relatividad de la verdad, desvanecimiento de fronteras genéricas, realce tecnológico, medios de comunicación, consumismo, globalización, digitalización de procesos económicos... son pautas que pudieron propiciar el cambio de un paradigma a otro, lo cual ha resultado en una mudanza social y humana.

Autores como Anthony Giddens, Ulrich Beck o Zygmunt Bauman han descrito, desde sus perspectivas teóricas, una transformación del individuo a partir de la tecnología. La desincrustración, por ejemplo, hace que las relaciones sociales dadas en contextos locales ahora se reformulen en contextos indefinidos; la individualización, por su parte, se institucionaliza cada vez más en un perfil ambivalente de sociedad que se des-establece pero no se re-establece; la gratificación inmediata se focaliza por un consumismo cada vez más feroz. Estos aspectos se han revestido gracias a la tecnificación digital que alienta la velocidad, la conectividad, la movilidad, el procesamiento y almacenamiento de la información. Si la tecnificación digital ha cambiado al ser humano, entonces la convivencia tanto física como biológica o social se rigen bajo dicha lógica, donde una máquina digital nos conoce cada vez más a partir de nuestras variables de comportamiento.

Como respuesta a lo observado en años anteriores por Giddens, Beck o Bauman –de cierto modo vigentes aún–, se plantea que la tecnificación digital y la posficción son ejemplos de modelación de conductas humanas. ¿Y cómo se procura esa modelación humana? A partir de algoritmos diseñados para la toma de decisiones en la vida ordinaria de los individuos. Hela Nowotny lo explica: “Estamos preparados para creernos ciegamente las predicciones que los algoritmos arrojan sobre lo que debemos consumir, sobre cuál tiene que ser nuestro comportamiento e incluso nuestro estado mental emocional en el futuro. Creemos lo que nos dicen sobre los riesgos para la salud y los avisos sobre la necesidad de cambiar nuestro estilo de vida. Tales datos se utilizan para la elaboración de perfiles policiales, sentencias judiciales y mucho más.” (Hela Nowotny, La fe en la inteligencia digital.)

Slavoj Zizek llama la atención sobre el uso de algoritmos como conflicto que estratifica al humano: “¿qué les ocurrirá a la sociedad, a la política y a la vida cotidiana cuando algoritmos no conscientes, pero muy inteligentes, nos conozcan mejor que nosotros mismos?” (Zizek, Hegel y el cerebro conectado) La narrativa elaborada con algoritmos predictivos –por Inteligencia Artificial con capacidad de deep learning [aprendizaje profundo]– promueve un tipo de futuro que se va modelando desde el presente, es decir, por medio de narrativas se fomentan creencias para promover pautas de comportamientos.

A partir de algoritmos que buscan datos para identifican temas (contenidos), se construyen historias que incluyen dichos temas para generar audiencias afines. El storytelling –ahora también llamado storynomics (contar historias para vender más)– permite que grandes marcas involucren en historias a sus consumidores para provocar atención, retención y consumo. La posficción echa mano de ese tipo de algoritmos. Así como los algoritmos “PageRank”, “Panda”, “Penguin”, “Hummingbird”, han posicionado mejores búsquedas en internet y perfilan a Google como el mayor proveedor de búsquedas en la red, también hay algoritmos narrativos como “Quill bot AI”, lo cual plantea el desplazamiento de la escritura humana a una escritura automatizada. Jorge Carrión señala:

"La escritura producida por aprendizaje automático y otras formas de inteligencia artificial está imprimiendo una vibración particular a los nuestros. Durante la última década nos hemos acostumbrado a que los procesadores de texto predictivo corrijan nuestros textos o adivinen la palabra que estamos escribiendo o las que la seguirán. Ahora la sociedad y la cultura globales asumen que la poesía y la prosa pueden ser generadas por machine learning, por inteligencia artificial, igual que las canciones, las ilustraciones, las fotografías o los videos, gracias a sistemas que aprenden automáticamente, cuyo desempeño mejora a partir de su propia experiencia. (Jorge Carrión, Los campos electromagnéticos. Teorías y prácticas de la escritura artificial."

Adiós lector, bienvenido consumidor
Sin caer en escenarios aterradores, surgen cuestionamientos que contextualizan el estado de la cuestión: ¿la tecnificación digital producirá nuevos desarrollos de habilidades cognitivas? ¿Los algoritmos desplazarán a los humanos o potencializarán las capacidades humanas? ¿Habrá narrativas automatizadas? Ante el surgimiento de empresas como Narrative Science, que automatiza información con el uso de Inteligencias Artificiales, donde se utilizan bases de datos para procesar y articular tipos de contenidos, se han escrito historias automáticamente. Para nadie es un secreto que se redactan relatos ficcionales, notas informativas, minutas de trabajo, resúmenes escolares… a partir de directrices claras (prompts) en el chat GPT.

Con lo anterior se puede sistematizar toda la lógica dramática shakesperiana (la base de datos son las obras del Bardo de Avon), inferir patrones de personajes y tramas dentro de un comportamiento dramático, reducirlos en un algoritmo (secuencia ordenada de instrucciones) narrativo o dramático y así maquilar guiones. La literatura algorítmica no es nueva (en 1960, el grupo Oulipo, liderado por Raymond Queneau, ya utilizaba algoritmos básicos para generar textos creativos), y siempre ha tenido el propósito de escribir literatura con herramientas matemáticas. Marcus du Sautoy lo señala:

"Pero, por ahora, el mundo comercial se contentaría con algoritmos que pudieran producir la próxima novela romántica de Mills and Boon o la próxima obra de intriga de Dan Brown. Muchos de estos éxitos de ventas se basan en fórmulas bastante obvias. ¿Se podrían automatizar fácilmente esas fórmulas? Aunque quizá no puedan producir grandes obras literarias, quizá puedan generar éxitos comerciales como los de Ken Follet o incluso unas Cincuenta sombras de Grey algorítmicas. Lo que sí existe es un algoritmo escrito por la jefa de edición Jodie Archer y el analista de datos Matthew Jockers que al menos detecta presumiblemente cuándo un libro tiene posibilidades de convertirse en un éxito de ventas. El algoritmo descubrió que a los lectores de este tipo de bestsellers les gustan las frases cortas, las narraciones en primera persona y el vocabulario poco erudito. ¡Si lo llego a saber antes!" (Marcus du Sautoy, Programados para crear.)

Daniel Tubau o Robert McKee, que plantean el vínculo actual entre la construcción de historias y la tecnificación digital (entiéndase diseño de contenidos por algoritmos para plataformas de streaming, redes sociales…), recaen en el storyteling como pieza insorteable entre la relación historias-audiencias. Relatar, para la posficción, implica vender. Byun-Chul Han lo sintetiza: “Pero lo cierto es que el storytelling es lo menos parecido al retorno de la narración. Más bien sirve para instrumentalizar y comercializar las narraciones.” (Byung-Chul Han, La crisis de la narración.) Capturar la atención del público por medio de historias que conecten la emoción y la razón para promover algún tipo de consumo, conducta o creencia, es rasgo sustantivo de la posficción. Banalización de temas, segmentación de la atención por exceso de información en redes sociales, contenidos diseñados no para reflexionar sino para anunciar, han provocado un déficit de contenidos donde la causalidad narrativa de enlazar acontecimientos para generar un significado sobre el ser humano se ha minimizado en acumulación de información. Quizá la posficción sea el nuevo paradigma de un tipo de relatos donde el lector es tratado como consumidor y no como ser humano.