Creada en 1955, la Chambre belge des traducteurs et interprètes (CBTI)es una asociación real sin fines de lucro. Esta organización profesional reúne a traductores e intérpretes de toda Bélgica y los representa en el Consejo Superior de los Independientes y de las PYME. Su finalidad es reunir a personas físicas que ejerzan una profesión directamente vinculada a la traducción o la interpretación con vistas a su interés mutuo, perfeccionar los conocimientos profesionales mediante la formación continua, desarrollar el prestigio de las profesiones reguladas por los estatutos y defender el colectivo profesional. intereses de sus miembros.
El pasado 18 de septiembre, en su página web, ha lanzado el siguiente comunicado.
No, la IA no va a hacer desaparecer la traducción humana
Bruselas, 11 de septiembre de 2024 – Ante el meteórico ascenso de la inteligencia artificial (IA) en el ámbito de la traducción, se multiplican los artículos de prensa que anuncian la inminente desaparición de las profesiones de traducción. Sin embargo, el futuro no es tan sombrío. La IA no es una amenaza, sino una herramienta complementaria. Los traductores de carne y hueso conservan un valor añadido esencial cuando los textos están destinados a un uso profesional.
IA, una revolución para poner en perspectiva
Desde la aparición del primer software de traducción automática, hace unos veinte años, muchos observadores han pronosticado la desaparición de los traductores humanos. Con la llegada de la IA y los modelos de aprendizaje profundo, estas predicciones están resurgiendo.
Ciertamente, la IA tiene ventajas innegables: costo, velocidad, accesibilidad y capacidad de procesar grandes volúmenes de texto en unos pocos segundos. Sin embargo, en la gran mayoría de los casos, estas actuaciones no cumplen con los requisitos de una alta calidad profesional. Tan pronto como el texto a traducir presenta complejidades, sutilezas o imperfecciones editoriales, los errores se multiplican.
Alucinaciones
Uno de los principales peligros reside en las alucinaciones de la inteligencia artificial: cuando la IA no entiende algo, inventa su propia interpretación sin pedir aclaraciones al autor del original, que es lo que haría el traductor humano. Estos errores a menudo graves, generados aleatoriamente, pueden tener graves consecuencias, especialmente en el ámbito jurídico o médico.
Esta es la razón por la que los textos generados por IA, siempre que estén destinados a un uso profesional, requieren al menos una revisión cuidadosa por parte de un experto humano antes de poder utilizarlos. Sólo profesionales bien formados son capaces de hacer las correcciones necesarias, afinar matices y garantizar una buena adaptación cultural. Además, lejos de señalar el fin de esta profesión, la IA se está integrando, como otras herramientas, en la paleta de los traductores profesionales.
Confidencialidad
La privacidad de los datos es otra área de preocupación. A diferencia de los traductores humanos, que están sujetos a estrictos códigos éticos, los sistemas de IA no ofrecen las mismas garantías en términos de seguridad de la información sensible. Utilizar una plataforma automatizada gratuita para documentos confidenciales representa un riesgo que las empresas o instituciones no pueden ignorar. Aquí, los traductores humanos mantienen un papel central, asesorando a los clientes sobre las soluciones adecuadas y asegurando el uso de herramientas profesionales que ofrecen todas las garantías necesarias de seguridad y confidencialidad.
El futuro de la inteligencia artificial en el sector de la traducción
Por lo tanto, la IA no debe verse como una amenaza, sino como una herramienta. Al igual que el software de asistencia a la traducción, que se generalizó hace veinte años y que mejoró la productividad sin reemplazar a los traductores, la IA permite a los profesionales concentrarse en tareas de mayor valor agregado.
Hoy vemos que el mercado se está desarrollando en varios segmentos. Un segmento de calidad generado por IA, gratuito y no verificado; un segmento de calidad media, donde las traducciones automáticas son revisadas por un revisor humano para eliminar malas interpretaciones y errores flagrantes (lo que en la jerga se llama postedición); y un segmento de calidad óptima, donde las traducciones son textos con un alto nivel de calidad, adaptación cultural, creatividad, precisión y confidencialidad. En esta última categoría entran los profesionales formados en nuestras universidades y su experiencia sigue siendo muy demandada en el mercado. Su desaparición no tendrá lugar mañana.
Se podría pensar que la calidad de la traducción realizada por la inteligencia artificial mejorará y, en consecuencia, hará retroceder la traducción humana. Parecería que es todo lo contrario. De hecho, la IA aprende cada vez más del contenido que ella misma ha generado, lo que conduciría a una concentración cada vez mayor de errores y sesgos. Este fenómeno de “endogamia” puede conducir con el tiempo a un deterioro de la calidad del contenido, según el investigador Jathan Sadowski, algo que de facto se aplica también al contenido traducido.
En consecuencia, la IA sin duda está cambiando el panorama de la traducción, pero no significa la muerte de la profesión. Si bien es cierto que cada vez más traducciones no esenciales se confían a máquinas, los traductores humanos siguen siendo esenciales para textos que requieren precisión lingüística, experiencia cultural, matices y pensamiento crítico.
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