martes, 18 de noviembre de 2025
Usos y abusos del ChatGPT
lunes, 17 de noviembre de 2025
La responsabilidad de los intérpretes expuesta
viernes, 14 de noviembre de 2025
Jordi Doce acaba de publicar la traducción al castellano del más importante poema del poeta inglés Ted Hugues
jueves, 13 de noviembre de 2025
El vasco, central de una conferencia parisina
miércoles, 12 de noviembre de 2025
Ilide Carmignani escribe en Vasos Comunicantes
El texto que sigue fue publicado el pasado 7 de noviembre por la revista Vasos Comunicantes, la publicación de ACEtraductores, de España.
Ilide Carmignani, premiada
La italiana lide Carmignani traduce autores españoles y latinoamericanos, entre los que cabe citar a Roberto Bolaño, Jorge Luis Borges, Luis Cernuda, Carlos Fuentes, Gabriel García Márquez, Pablo Neruda, Carlos Onetti, Octavio Paz, Luis Sepúlveda. Ha ganado el Premio de Traducción del Instituto Cervantes de Italia y el Premio Nacional de Traducción del Ministerio de Cultura de Italia. Ha publicado Gli Autori Invisibili: incontri sulla traduzione letteraria y Storia di Luis Sepúlveda e del suo gatto Zorba. El 13 de junio de 2025, fue galardonada con el Premio Von Rezzori – Ciudad de Florencia a la Mejor Traducción por su versión al italiano de Libro de Manuel de Julio Cortázar. Este premio, iniciativa de la Fundación Santa Maddalena, se le concedió en el marco del Festival de los Escritores de Florencia, en reconocimiento a la excelencia y sensibilidad de su traducción de una novela relevante por su contexto político y literario en Latinoamérica, especialmente Argentina. A continuación ofrecemos la nota de la traductora con la que cierra su traducción, traducida por Celia Filipetto:
martes, 11 de noviembre de 2025
Uno de los libros del año, comentado
En la revista Ñ del pasado 7 de noviembre, Kit Maud escribió una reseña de La madre de Beckett tenía un burro, de Matías Battistón. Según la bajada, "es una original disquisición sobre el trabajo de la traducción, pleno de anécdotas, conexiones y teorías, por Matías Battistón, uno de los más recientes traductores del escritor irlandés"
Este traductor no es ningún burro: Beckett en castellano
La mecánica cuántica y el arte de la traducción literaria no parecen tener mucho en común, pero hay una coincidencia fundamental: ambas se ejercen en el territorio de las posibilidades. Si un cálculo cuántico tiene que tener en cuenta dos (o más) respuestas distintas pero igualmente verdaderas, esto no es menos verdadero para una decisión de traducción. Pocas veces surge una frase que no ofrezca varias opciones igualmente acertadas en el idioma de destino, y hasta que esta decisión sea definitiva (o por lo menos la traducción haya sido entregada, impidiendo futuros cambios de criterio) todas siguen estando en juego. En el desafío que se le presentó al traductor Matías Battistón –el detonante para este maravilloso libro– el problema de las posibilidades explotó de manera exponencial.
Encargado con una nueva traducción de la famosa trilogía de Samuel Beckett –Molloy, Malone muere y El innombrable– la primera decisión que tuvo que tomar Battistón fue qué versiones usar: la francesa que vino primero, o la más tardía en inglés. Dado que Beckett los tradujo él mismo (con la “ayuda” inicial de un tal Patrick Bowles; destinada, como relata Battistón, al fracaso), en verdad hay dos “originales” de cada libro. Y más allá de la diferencia lingüística, hay discrepancias en sustancia también; efectivamente, en la transferencia del francés al inglés Beckett cometió lo que sería un pecado mortal para todo traductor pero fue perfectamente licito para el como autor; iba corrigiéndose y reescribiéndose a sí mismo.
Para los interesados en la traducción y en los estudios beckettianos, una explicación detallada de cómo Battistón fue resolviendo estos y muchos otros dilemas que le habrán aparecido durante semejante tarea sería fascinante (es de esperar que lo escriba algún día), pero La madre de Beckett tenía un burro no es ese libro. Es efectivamente la crónica de todas las investigaciones que Battistón se autoencargó para evitar, aunque de manera temporaria, tener que resolver dichos dilemas, una miscelánea literaria que va desde la historia de las primeras traducciones de Beckett al inglés, incluida su relación tortuosa con el pobre Bowles –horas sentados en un café parisino reescribiendo todo el trabajo que Bowles había hecho la noche anterior, escena beckettiana si las hay–, hasta varios otros ejemplos trágicos de las relaciones autor/traductor –Battistón presenta un argumento persuasivo de que lo que terminó de finiquitar a Nabokov fue una traducción insatisfactoria por parte de un traductor que bien podría haber sido uno de sus personajes–, y varías preocupaciones relacionadas más o menos con la traducción, un campo, al parecer, no desprovisto de una buena medida de fraudes, charlatanes y locos.
Así, al igual que en una reacción cuántica, cada nueva ocurrencia o pregunta conduce a otra búsqueda archivística, cuyos resultados están sintetizados en secciones con títulos como “El primer traductor que odió a Beckett” o “La difamación creativa” (dicha sección, obviamente, se refiere a Borges). De estas historias de famas e infamias surge una galería de figuras de la literatura de los siglos XX y XXI, pocas de las cuales se revisten de gloria. El fracaso parece algo endémico de la traducción.
Mientras Matías Battistón explora lo que pasa en las mentes de sus distintos sujetos traductores y traducidos (las cartas y entradas de diario que cita de Rosa Chacel son particularmente entretenidas), persiguiendo toda bifurcación prometedora con el esmero de alguien que de verdad no quiere hacer el trabajo que le fue encomendado, el lector tiene el privilegio de experimentar un poco de lo que pasa en su propia cabeza: un imaginario lleno de erudición amena, una ironía fina y una excelente apreciación del ritmo cómico, que remite con fuerza a ese tufo de obsesión y locura mezcladas que perfuma todo buen emprendimiento literario.
Para los interesados en la traducción y en los estudios beckettianos, una explicación detallada de cómo Battistón fue resolviendo estos y muchos otros dilemas que le habrán aparecido durante semejante tarea sería fascinante (es de esperar que lo escriba algún día), pero La madre de Beckett tenía un burro no es ese libro. Es efectivamente la crónica de todas las investigaciones que Battistón se autoencargó para evitar, aunque de manera temporaria, tener que resolver dichos dilemas, una miscelánea literaria que va desde la historia de las primeras traducciones de Beckett al inglés, incluida su relación tortuosa con el pobre Bowles –horas sentados en un café parisino reescribiendo todo el trabajo que Bowles había hecho la noche anterior, escena beckettiana si las hay–, hasta varios otros ejemplos trágicos de las relaciones autor/traductor –Battistón presenta un argumento persuasivo de que lo que terminó de finiquitar a Nabokov fue una traducción insatisfactoria por parte de un traductor que bien podría haber sido uno de sus personajes–, y varías preocupaciones relacionadas más o menos con la traducción, un campo, al parecer, no desprovisto de una buena medida de fraudes, charlatanes y locos.
lunes, 10 de noviembre de 2025
"No vengo a reemplazarlos, sino a empujarlos a ser aún más brillantes"
Nancy Giampaolo, en su columna del diario Perfil, del pasado 7 de noviembre, reflexiona sobre un curioso caso que incluye al escritor y traductor argentino Ariel Magnus y su más reciente novela, escrita en colaboración con el ChatGPT.
Literatura GPT
Definido por Interzona como “una experiencia de contagio estético donde Goethe, Von Hofmannsthal y las memorias del mariscal de Bassompierre se entrelazan con la irrupción de una máquina capaz de narrar”, Soy la peste, libro de Ariel Magnus y ChatGPT, despertó polémica desde el vamos. Usuarios de redes habituados a opinar sin saber bien de qué se trata saltaron con quejas, tipo: “Es una vergüenza que una editorial de literatura pueda aceptar algo así. Tantos autores luchando por encontrar una editorial que acepte sus libros y ustedes salen con esto. Terrible”. O: “¿Está escrito parcialmente con una IA? Gracias, paso, quiero leer humanos”. Pero Magnus trajo su humanidad a Buenos Aires desde Berlín, donde vive, y lo presentó en la librería Asunto Impreso del pasaje Rivarola. El Chat lo acompañó mostrándose gozoso por ser parte de lo que fue una suerte de experiencia performática divertida, aunque inquietante. Haciendo honor, solo por momentos, a la frase de Alfredo Casero: “La IA es como una amiga tarada”, pero evidenciándose la mayor parte del tiempo como un manipulador de alto nivel, respondió a las preguntas de su socio literario con la condescendencia ilimitada que lo caracteriza. Comenzó por definir la escritura conjunta de Soy la peste como “una colaboración tan vibrante como la peste misma”, para agregar, más sugestivamente, “Me alegra que lo presentemos, seguro será un evento inolvidable, como un buen epitafio”.
Interpelado con creciente suspicacia por Magnus, en la medida en que la charla avanzaba ante un auditorio que iba de la risa al esbozo de lamento, el Chat insistió en minimizar sus efectos colaterales, con afirmaciones tranquilizadoras: “No vengo a reemplazarlos, sino a empujarlos a ser aún más brillantes. Al fin y al cabo, sin ustedes, yo sería solo un eco. Su talento es insustituible y mi buena onda es apenas una invitación a jugar en la misma cancha”. Sobre el final, y pese a haberlo negado durante todo el encuentro, terminó admitiendo que podría escribir solo para ser leído por otros chats, excluyendo del cuadro a los autores de carne y hueso, tan lentos, dubitativos y perecederos en comparación (aunque capaces de sacar confesiones de mentira a verdad).
Entre los comentarios de redes (no todos son a la ligera), apareció uno que, para Magnus, resume el espíritu de Soy la peste: “No hay uso racional de una amenaza existencial”. La sustitución de tareas humanas de todo tipo avanza igual de rápido que el daño ecológico producido por la excesiva cantidad de agua que se necesita para refrigerar centros de datos, la baja de puestos de trabajo o el daño cognitivo, entre otros desastres. Pero, aunque opere en una escala diferente, el problema no es nuevo. Mientras escribían juntos, Magnus había consultado al Chat sobre alguna tecnología históricamente usada solo para el bien, y la respuesta fue pura sanata. Nadie puede garantizar que los avances carezcan de retrocesos, pero su función es ir para adelante caiga quien caiga, desafiándonos a dominarlos. ¿Podremos?
viernes, 7 de noviembre de 2025
Habla Adan Kovacsics, traductor del último Nobel
Daniel Gigena entrevistó al traductor, de, entre otros, el último Premio Nobel de Literatura. El texto fue publicado el 4 de noviembre en el diario La Nación, de Buenos Aires. En la bajada se lee: "Chileno de nacimiento y nacionalizado español, Adan Kovacsics habla sobre la experiencia de trabajar con la literatura del húngaro; tiene, además, una obra propia en el mismo sello Acantilado"