lunes, 15 de septiembre de 2025

Ojalá no sirvan latte...


Hay ciertas ideas de "modernidad" que se vinculan directamente a la ignorancia de quienes las tienen. Por eso, no sin melancolía, vale la pena recordar que las bibliotecas son lugares donde se acumulan libros para su consulta. Otros usos novedosos resultan menos pertinentes. Por eso, vale la pena prestarle atención a la bajada de la siguiente nota: "El coworking es una tendencia en alza y la Ciudad de Buenos Aires responde a esto con la inauguración de nuevos espacios para ir a trabajar." Quien esto firma es Andrea Glikman del diario Ámbito, el pasado 9 de septiembre.

Las bibliotecas porteñas se reinventan: 17 espacios públicos se transforman en coworkings

En sintonía con las nuevas dinámicas laborales que trajo la pandemia, 17 bibliotecas públicas de la Ciudad de Buenos Aires fueron reconvertidas en espacios de coworking.

La iniciativa, impulsada por la Red de Bibliotecas Públicas de la Ciudad, responde a una necesidad concreta: miles de trabajadores independientes, emprendedores y empleados en modalidad remota o híbrida buscan diariamente espacios funcionales, accesibles y cercanos a sus hogares para desarrollar sus tareas. En ese contexto, las bibliotecas, muchas veces relegadas en su uso más tradicional, encontraron una oportunidad de renovarse y volver a ser protagonistas.

El coworking, una tendencia laboral en alza, se caracteriza por el uso de espacios compartidos donde profesionales de distintas áreas conviven en un mismo entorno, promoviendo la productividad, el intercambio de ideas y el surgimiento de nuevas redes de colaboración. Pero más allá del aspecto laboral, estos lugares también se convirtieron en puntos de contención social para quienes, tras años de aislamiento, buscan reconectar.

Por eso, el cambio no fue sólo simbólico: las bibliotecas fueron acondicionadas con mejoras en la infraestructura, incluyendo nuevos sistemas de climatización, mobiliario más cómodo y moderno, y una mejora sustancial en la conectividad, con redes de wi-fi gratuitas.

Bibliotecas del siglo XXI
Esta renovación no implica el abandono de la misión original de las bibliotecas. Por el contrario, se refuerza. La Red de Bibliotecas, dependiente de la Dirección General de Promoción del Libro, las Bibliotecas y la Cultura del Gobierno porteño, continúa promoviendo el acceso libre y gratuito a la lectura, el conocimiento y la cultura, pero ahora lo hace desde una perspectiva más amplia e inclusiva, adaptada a los tiempos que corren.

Con diversas sedes distribuidas en distintos barrios porteños, la Red garantiza que cada vez más vecinos puedan acceder a estos espacios sin necesidad de desplazarse grandes distancias. Así, las bibliotecas se consolidan no sólo como centros culturales, sino también como una alternativa segura, equipada y amigable para trabajar cerca de casa.
El listado de las 17 bibliotecas que ahora funcionan como espacio de coworking

La transformación de las bibliotecas en espacios de coworking no es un fenómeno aislado, sino parte de una tendencia global donde los espacios tradicionales se resignifican para atender las nuevas demandas sociales.

A continuación, las 17 bibliotecas públicas de la Ciudad de Buenos Aires donde se puede ir a trabajar.

Baldomero Fernández: Chacarita - Comuna 15 / Concepción Arenal 4206.

Miguel Cané: Boedo - Comuna 5 / Carlos Calvo 4319.

Evaristo Carriego: Palermo - Comuna 14/ Honduras 3784.

Casa de la Lectura y la Escritura: Villa Crespo (Comuna 15) - Lavalleja 924.

Martín del Barco Centenera: Monserrat (Comuna 1) - Venezuela 1538.

Estanislao Del Campo: Parque Chacabuco - Comuna 7 / De las Artes 1261.

Antonio Devoto: Villa Devoto - Comuna 11/ Bahía Blanca 4025.

Manuel Gálvez: San Nicolás - Comuna 1 / Av. Córdoba 1558.

Joaquín V. González: La Boca - Comuna 4 / Suárez 408.

Guido y Spano: Palermo - Comuna 14 / Güemes 4601.

Ricardo Güiraldes: Recoleta - Comuna 2 / Talcahuano 1261.

José Hernández: Liniers - Comuna 9 / Boquerón 6753.

Leopoldo Lugones: Belgrano - Comuna 13/ La Pampa 2215.

Benito Lynch: Mataderos - Comuna 9 / Pje. Yrupé 6714.

José Mármol: Belgrano - Comuna 13 / Juramento 2937.

Parque de la Estación: Balvanera -Comuna 3 / Pres. Tte. Gral. Juan Domingo Perón

Javier Villafañe: Flores- Bo.Presidente Illia - Comuna 7 / Janer, Ana María y Crespo (altura 1800).

viernes, 12 de septiembre de 2025

La autobiogafía del escritor, traductor y editor español Enrique Murillo ayuda a poner un poco de orden en el mundo editorial de su país


Enrique Murillo
(foto) es escritor, traductor y editor. A él le cupo una gran responsabilidad en la visibilidad de editoriales como Anagrama, lo que le permite decir en la entrevista que sigue que Jorge Herralde siempre fue
"bastante poco considerado con sus colaboradores". El texto que sigue fue publicado el pasado 8 de septiembre, en elDiario.es, de España, con firma de Jordi Sabaté.

“España es un país en el que casi nadie lee, pero se lanzan muchas novedades para tapar las devoluciones”

Muchas son las personas que han leído a Enrique Murillo (Barcelona, 1944) y no son conscientes de ello. Y no porque su propia producción literaria –compuesta por los títulos El secreto del arte, La muerte pegada a las uñas, El centro del mundo y Qué nos pasa– haya alcanzado gran difusión entre los lectores, sino porque, sin saberlo, cuando encaraban la edición española de obras como La hoguera de las vanidades, de Tom Wolfe; Dinero, de Martin Amis, o bien El loro de Flaubert, de Julian Barnes –así como muchos otros textos principalmente publicados por Anagrama– estaban leyendo una traducción de Murillo.

Pero a esta actividad, que fue su sustento durante su juventud, pronto se unió la función de lector editorial, un papel fundamental para la captación de obras extranjeras que pudieran funcionar en nuestro mercado, y donde Murillo demostró ser un auténtico maestro. Comenzó escribiendo informes para Seix Barral y posteriormente para Anagrama, editorial donde se ganó la confianza del editor Jorge Herralde, que tuvo durante años una fe ciega en el criterio de Murillo a la hora de seleccionar obras para su publicación.

De ahí se trasladó a Madrid y al mundo del periodismo para dirigir la revista El Europeo. Saltó luego a El País –donde desarrolló el proyecto de Babelia– y a la edición española de Vogue, de la que fue director. En total, tres años en la capital que se saldaron con un nuevo salto a Barcelona, donde dirigiría Plaza & Janés, Planeta y Alfaguara en un periodo de 15 años tras el que se decidió finalmente a fundar su propia editorial, Libros del Lince, más enfocada al activismo social que a la literatura.

Ahora, tras esta larga y apasionante vida profesional que le ha situado con frecuencia en el centro del mundo literario en sus diversas facetas, pero siempre en un papel discreto y alejado de los focos, Murillo publica Personaje secundario (Trama, 2025), sus jugosas memorias donde, con una prosa vigorosa y un modo de narrar trepidante, cuenta su versión de todos estos años y da su opinión sobre los actores del mundo editorial en su lugar.

Con la honestidad radical que le caracteriza, y remitido a los datos y su experiencia, no deja títere con cabeza, especialmente, pero no solo, en lo que refiere a su relación con Jorge Herralde, fundador de Anagrama, de quien fue lector y principal asesor literario durante diez años, el periodo que va de 1977 a 1987. De él afirma que abría las plicas de los sobres donde se escondían los nombres de los finalistas al Premio Herralde de novela. Por otro lado, Personaje secundario también es un homenaje a su compañera de vida, la pintora Fe Blasco, que falleció hace 11 meses tras 50 años de convivencia con Murillo.

Usted llegó al mundo editorial un poco por casualidad.
–Un poco, no: totalmente. Yo venía del grado de Periodismo en Navarra, que no se consideraba ni una carrera. Di el salto a Londres porque quería estudiar inglés y porque me ofrecieron primero un trabajo en la BBC y luego la corresponsalía de Europa Press en Inglaterra. Eran los sesenta y entonces esta agencia, fundada por gente del Opus, era lo más progre que había en España. Como me gustaba leer de una forma obsesiva, aprendí inglés a base de leer literatura inglesa, que llegué a conocer bien. En un momento determinado tengo que volver a Barcelona por cuestiones familiares, y estos conocimientos me sirven para entrar primero en Barral y luego ya en Anagrama, donde estuve diez años.

Tiene una faceta como poeta y narrador en la que sus obras tuvieron buena acogida de crítica. ¿Lamenta a veces no haber fomentado más este lado creativo suyo?
–Ocurre que soy una persona tremendamente perezosa a la hora de escribir, cosa que me ha hecho sufrir mucho siempre porque yo cuando escribo lo hago con sinceridad total, a muerte, que es como creo que merece la pena hacerlo. En cambio, en el campo de la edición me he sentido siempre más cómodo, supongo que porque trabajo con un material que emocionalmente no es mío. Luego la vida me ha ido llevando desde cuestiones meramente literarias o periodísticas a otras ligadas a la gestión empresarial. Ahora que estoy jubilado, he escrito Personaje secundario y ya estoy metido en una novela que ya veremos cuándo termino...

Hablemos de su paso por Anagrama, usted y Jorge Herralde hicieron un equipo muy potente, pero la cosa no terminó bien.
–Entré como lector editorial, el único que yo recuerde que hubiera, y me convertí en algo así como el asesor editorial de Herralde que, por otro lado, era la única persona en nómina de la editorial a excepción de su secretaria, a la que además había dado una acción de la empresa para así poderla inscribir como sociedad... En los diez años que estuve, apenas hablamos de literatura y te diría que de pocas cosas en general. Herralde era un tipo muy peculiar, seco. Pero nos complementamos bien y tenía un gran sentido de la edición en todas sus facetas. Lo que hizo con Anagrama a lo largo de los años fue extraordinario, y yo creo que en parte contribuí a ello, hasta el punto de que le considero el mejor publisher de Europa, entendiendo con ello al editor en su sentido integral. Dicho esto, su gestión fue siempre personalista y bastante poco considerada con sus colaboradores.

¿Por qué se fue de Anagrama?
–Yo, en diez años en los que llegué a ser considerado la mano derecha de Herralde por todo el sector, nunca tuve un contrato y cobraba menos de dos millones al año haciendo todo tipo de papeles, como lector, traductor, escritor de solapas, etc. durante los siete días de la semana. Y lo mismo le pasó a Susana Lijtmaer, que me sustituyó. Tenía 43 años y no cotizaba; además, tenía encima de la mesa la oferta de El Europeo, que me prometía contrato y mucho más dinero. Pero incluso así, le dije a Herralde que prefería quedarme con él siempre que me hiciera un contrato. Pues bien: se enfadó y dijo que no me contrataría.

¿Por qué cree que lo hizo?
–Yo creo que para no tener que darme de alta en la Seguridad Social [risas]. Aunque también quizás porque en su modo tan personalista de hacer las cosas no soportaba la idea de tener alguien más al mando que no fuera él. Una cosa es tener un colaborador externo y otra a alguien de quien no puedes prescindir a las primeras de cambio. Y eso que estamos hablando de una persona que era millonaria de cuna...

Cabe citar que un informe suyo salvó a Anagrama de la quiebra...
–Herralde tenía dudas sobre si publicar La conjura de los necios, que era un libro largo y complicado de traducir, del que le habían hablado bien, pero que no había encontrado editor en Estados Unidos. Entonces no sobraba precisamente el dinero en la editorial. Leí el manuscrito y escribí un informe donde decía que el libro sería un éxito rotundo porque el protagonista encarnaba todo aquello que los españoles en el fondo anhelamos: anarquía, ociosidad, suciedad, gula, etc... Herralde me creyó y publicó el libro, con un éxito increíble en aquellos tiempos que hoy todavía se sostiene. Aquello no es que salvara a Anagrama, es que la hizo una empresa boyante, hasta el punto de que la edición española ha sido más exitosa incluso que la estadounidense. El éxito que ha tenido La conjura de los necios en Iberoamérica no se ha repetido en ningún lugar del mundo. Y, modestamente, creo que mi informe tuvo que ver mucho en ello.

En sus años en Vogue trabó amistad con José Luis de Vilallonga, que más tarde sería importante en su éxito en Plaza & Janés.
–Vilallonga era un personaje peculiar: aristócrata y amigo íntimo del rey, era progresista, cosmopolita y sensible a las artes, hasta el punto de tener un papel en la película Desayuno con diamantes de Blake Edwards. Era además escritor y tenía gracia en sus columnas, donde atizaba a todas las socialités de la época. En Vogue nos llevamos bien y después, cuando salto a Plaza & Janés y me encomiendan encontrar un título que pueda salvar a la editorial del hundimiento financiero, ya que tenía unas pérdidas de 2.000 millones de pesetas anuales, Vilallonga me ofrece el libro El Rey, que era una larga conversación con Juan Carlos I. Con la obra quería sacar pecho y hacerse todavía más popular de lo que era en el país en aquel momento. Yo vi en El Rey un filón y aposté por él, aunque los derechos del libro, que ya había sido publicado en Francia, costaban 45 millones, una barbaridad en los años noventa. Busqué socios, entre otros a Juan Cruz, que estaba en Alfaguara, pero no tuve suerte, y entonces se me ocurrió la idea de La Vanguardia. Conseguí el teléfono del conde de Godó y le ofrecí la publicación de un adelanto por 10 millones. El conde terminó por aceptar y el libro fue un pelotazo al que siguieron otros con sendos libros sobre don Juan de Borbón y la reina Sofía. En aquellos tiempos los españoles todavía andaban enamorados de la familia real, apenas se conocía lo que escondía Juan Carlos... Aun así, mi jefe de entonces, al que llamo en el libro Ojos Verdes, quiso sabotear la publicación haciendo muchas ediciones cortas en lugar de una potente, porque estaba convencido de que el libro fracasaría. Nos hizo perder de este modo mucho dinero.

Habla en el libro de este personaje como epítome de lo que funciona mal en el mundo editorial. ¿Es el sector un gigante con pies de barro?
–Sin duda. Si tú comparas la cantidad de novedades que se lanzan con los índices de lectura reales, te das cuenta de que el sector camina hacia el colapso a pasos agigantados. ¡Si España es un país en el que casi nadie lee! ¿Cómo puedes explicar que tenga uno de los mayores índices de novedades de Europa? Pues, entre otras razones, porque aquí se lanzan novedades para maquillar los números y tapar las devoluciones que se producen cada mes, que son muchísimas. Así mantienes una ratio de libros en circulación potente y parece que vas como un tren, pero en realidad lo que haces es atormentar al librero, al que se le dispara la cota de devoluciones.

¿No es hacerse trampas al solitario?
–Claro que lo es, pero es que todo se hace a corto plazo, seguramente pensando en bonus y otros incentivos.

¿Al directivo o directiva de turno le importa poco la viabilidad de la editorial?
–Poco o nada, pero es que este sector ha estado siempre lleno de secretismo y arbitrariedades. Solo piensa en la cantidad de gente, fundamental para que se produzca un libro, que está en absoluta precariedad, desde correctores a redactores de solapas y contras, pasando por supuesto por los traductores, que al fin y al cabo son los autores de las ediciones extranjeras de los libros. Piensa que un traductor hoy día, a no ser que haga como un tal Enrique Murillo, que trabajaba 16 horas hasta en fin de semana, gana por debajo del salario mínimo interprofesional. Y tras la crisis de 2008, a esta gente, que durante un tiempo pudo gozar de un sueldillo, se la externalizó, de modo que se está utilizando esta hiperprecarización casi esclavista de los trabajos para tapar las vergüenzas financieras del sector.

Para terminar, cuenta en el libro la anécdota de un editor que repasando balances le pide al empleado que rebaje la cifra de ejemplares vendidos por un autor “porque ya vive muy bien en Londres”. ¿Siguen estas prácticas y este oscurantismo en el sector?
–No sé si siguen actualmente hasta ese nivel, pero sí que sé que no era raro hacerlo antes, porque solo el editor conocía las cifras y no tenía por qué comunicarlas. Hoy la ley les obliga, pero hay formas de 'distraer los datos', aunque no tengo constancia de que se haga. Yo en mi época en Plaza & Janés encontré un registro manual de liquidaciones de royalties sobre ventas, con dos cifras por cada libro, eso ya te dice que ahí se hizo sistemáticamente esa ignominia. Desde Bertelsmann, que acababa de comprar Plaza & Janés, me contestaron: “Esto no lo hace Bertelsmann en ningún país del mundo. Y en España tampoco lo hará a partir de ahora”. Incluso se indemnizó a los autores. Recuerdo que Carmen Balcells, la gran agente literaria que conocía muy bien a los editores, me dijo: “Enrique, si un editor me paga royalties, me enfado conmigo misma porque eso significa que pedí poco anticipo por el libro de mi autor”. Esa visión partía de la convicción de que el editor te engañaba sistemáticamente con las cifras rebajando tus ventas por lo que, o te cobrabas en el anticipo todo lo que ibas a vender, o bien terminabas cobrando menos de lo que tocaba, porque los royalties siempre eran engañosos. Leí hace tiempo una entrevista a Herralde en la que daba la razón a Balcells y reconocía implícitamente que el sector, en el pasado, había obrado mal en ese sentido.

jueves, 11 de septiembre de 2025

Daniel Gigena entrevista a Matías Battistón

Matías Battistón, modelo 
de Calvin Klein y traductor
El pasado 9 de septiembre, Daniel Gigena publicó en La Nación una nota a propósito del primer libro de Matías Battistón, traductor de, entre muchos otros títulos, las principales novelas del irlandés Samuel Beckett. En la bajada se lee: "Con La madre de Beckett tenía un burro el autor publica un original ensayo sobre su oficio, los errores más comunes de la traducción y la relación con los editores".


“Un libro que no está traducido por nadie debería generarnos la misma inquietud que uno que nadie escribió”

En lo que comienza como el relato de las desventuras de un becario argentino (muy engripado) en Dublín y que se transforma luego en un diario mientras traduce la célebre trilogía del irlandés Samuel Beckett (Molloy, Malone muere y El innombrable), el escritor y traductor Matías Battistón (Buenos Aires, 1986) elabora una suerte de original ensayo narrativo sobre el oficio de la traducción. En La madre de Beckett tenía un burro (Emecé, $ 29.990), su primer libro como autor, cuestiones que parecen reservadas a especialistas -como la historia de las traducciones de Beckett y el destino de quienes las llevaron a cabo- se vuelven material interesante, entretenido y debatible para los lectores. El libro está organizado en capítulos que se fragmentan. 

Por las páginas de La madre de Beckett tenía un burro desfilan, además del Nobel de Literatura 1969 (que se tradujo a sí mismo al francés y el inglés), Vladimir Nabokov, Ramón Buenaventura (despectivo con la “obra maestra” de Jonathan Franzen que le tocó traducir, Las correcciones), William Carlos Williams, José Bianco y Paulo Leminski (traductores de Beckett), Jorge Luis Borges y Rosa Chacel, indignada por el poco dinero que le pagaban en Sur por sus traducciones. El trato que se les dispensa a los traductores literarios no mejoró mucho, pasadas las décadas. “Mi relación con los editores suele ser cordial. Ellos simulan que esta vez me van a pagar mejor y yo simulo que esta vez voy a cumplir con los plazos pactados”, revela Battistón a La Nación.

“Mientras traduzco leo, y mientras leo pienso, generalmente en otra cosa. Pienso en la misma lectura, por ejemplo en quiénes somos o quiénes elegimos ser cuando leemos, en el punto de vista que adoptamos para entrar a un texto”, razona el narrador que no es otro que Battistón, un escritor que traduce y un traductor que escribe.

-¿Cómo surgió la idea del libro y qué método usaste para escribirlo? ¿Es una recopilación de apuntes sobre Beckett, un diario de traductor?
-En 2016, Ediciones Godot me encargó la traducción de Molloy, Malone muere y El innombrable, y al poco tiempo recibí una beca para ir a traducirlas a Irlanda. La traducción se fue extendiendo y complicando, igual que mis excusas para no terminarla. Siempre había pensado que las traducciones dejan un tendal de cosas sueltas, dispersas, muchas veces fascinantes, que uno descubre y que después no sabe cómo aprovechar o dónde meter: problemas con los textos, datos inverosímiles, anécdotas propias y ajenas. En este caso, más todavía. Así que decidí hacer un libro con todo eso, que en un principio quiso ser un ensayo, después un diario y después una especie de narración, y que al final se rebeló y se convirtió en una mezcla de todo eso junto.

-¿Qué características del oficio de traductor a las que te referís en el libro reconocés como propias?
-Las frustraciones, las excusas, los retrasos, las molestias, los hallazgos, los rencores, las taras, las quejas, las muchas y variadas maneras de evadirse, los caprichos, los apuros, los dislates, las rapiñas, los alivios, los momentos de ilusión o de obsesión, las tarifas imposibles y, en definitiva, todo lo que pongo en el libro, aunque no todo al mismo tiempo.

-¿La IA podría traducir a Beckett?
-Es muy difícil establecer límites a lo que podrá hacerse en un futuro, pero es claro que un libro que no está traducido por nadie debería generarnos la misma extrañeza y la misma inquietud que un libro que nadie escribió. El problema es que, paradójicamente, muchos consideran al traductor una especie de obstáculo a la traducción, alguien que no debería estar. Cuando, para mí, es un vector más de la obra, un actor con el que incluso nos podemos llegar a identificar, así como nos podemos identificar con el autor en vez del protagonista de una historia. Desde luego, en un futuro cercano la IA será tan capaz de escribir las reseñas que se publiquen en los diarios sobre libros traducidos como de traducir esos libros; de hecho, diría que la IA es más convincente hoy en día escribiendo reseñas que haciendo traducciones, así que quizá el problema se termine cancelando cuando tanto la producción como la recepción se automaticen. Eso sí, no veo exactamente dónde queda la gente en esa ecuación.

-¿Traducir es ahora un trabajo bien remunerado en la Argentina o sigue igual que en la época de Sur?
-Los avances desde la época de Sur son pocos, aunque no menores: hoy es más común que figure el nombre del traductor o la traductora en la tapa o en un lugar visible del libro, por ejemplo. No encontré un solo contrato firmado por un traductor en el Archivo Sur, así que también es posible que los contratos de traducción fueran menos comunes que ahora. Sin embargo, en esencia la situación es la misma: la traducción literaria es un trabajo mal remunerado, que exige mucha dedicación, tiempo y cabeza, y que a la larga se vuelve desgastante. Se hace porque a uno lo impulsa esa pasión efervescente que provocan todas las malas decisiones, supongo. Por eso y por el entusiasmo desmesurado, al mismo tiempo casi apropiador y proselitista, que puede llegar a sentirse en ciertos momentos con ciertas obras.

-¿Se puede traducir un libro que se desprecia?
-Hace poco se me suicidaron la heladera y el horno casi juntos, como una especie de pacto o de tragedia electrodoméstica, y fue un gasto muy importante. En esos momentos, uno traduce hasta lo que escriba la persona más manca del mundo. Por suerte no han sido tantos los escritores realmente estrangulables que me tocaron; en general, trato de trabajar con libros que me sean afines. Recuerdo un caso puntual que prefiero no mencionar, donde me pasó algo raro: cuando se publicó la traducción, las partes bien traducidas me parecían una especie de venganza y las partes donde encontraba una errata o un desliz me parecían una venganza también. En cualquier caso, si bien por cuestiones obvias es mejor trabajar con lo que no se detesta, me parece que cada tanto esa incomodidad puede generar resultados interesantes. En el libro hablo del caso de Ramón Buenaventura y de la traducción que hizo de Jonathan Franzen, a quien Buenaventura odió de un modo que me parece ejemplar y que lo llevó a escribir un diario de traducción asesino.

-Hablás bastante en el libro de los errores de traducción.
-Sí, hasta rescato una palabra que en general tiene un sentido más bien teológico, la hamartiología, la ciencia del pecado. Hay una especie de obsesión hamartiológica con la traducción, una fijación con lo que el traductor no supo entender o transmitir, con las distracciones, con los pifies. Es algo de lo que soy totalmente culpable yo mismo cuando leo traducciones, así que en el libro trato de buscarle la vuelta para leer traducciones ajenas desde otro lado, viendo qué efectos producen las supuestas distancias con el original. A
veces creo que pueden ser geniales.

-Habría incluso una “poética del error”.
-Creo haber encontrado casos donde ciertos autores, como Borges, se divierten tanto conlos errores que descubren que empiezan a inventar otros, como una especie de ejercicio lúdico o literario, que por momentos roza la calumnia, o más que rozarla la a braza con fuerza. Son ejercicios con sus propias reglas, su propio estilo, su propia poética o manera de crear. Y trato de explorar algunos ejemplos vinculados con la traducción, que como dije parecería ser un espacio muy propicio para eso.

-¿Hay traducciones consideradas canónicas que en tu opinión no son tan buenas?
-Hubo muchos palazos en los últimos años a traducciones que lograron en su momento generar una impresión grande en los lectores, impresión que traducciones posteriores y quizá más académicas, más correctas y menos objetables en lo técnico no pudieron alcanzar. Y creo que lo más interesante, y lo más difícil, es dar cuenta no tanto de dónde se equivocan, algo que cualquier cotejo hace saltar enseguida, si no con qué la pegaron para ganarse ese lugar. Los aciertos son a veces más esquivos de captar o entender. La traducción de José Salas Subirat del Ulises casi que gana cierto no sé qué con cada disparate que comete el traductor, por ejemplo. Más que criticar traducciones canónicas, me interesa ver qué efectos generan más allá de sus posibles deficiencias, o gracias a ellas. En el caso de la traducción de Pepe Bianco de Malone muere, para poner otro ejemplo, descubrí que Bianco transforma, seguramente por distracción, las manzanas del original en papas. En eso, su traducción es más irlandesa que la original.

-¿Leíste otros libros similares al tuyo de traductores argentinos y extranjeros?
-La verdad es que todavía no leí el libro de Tamara Tenenbaum, ni la última novela traductoril de Jennifer Croft, pero sí Se vive y se traduce, de Laura Wittner; Música prosaica, de Marcelo Cohen, y los ensayos de Lydia Davis, para nombrar libros más o menos recientes que se ocupan del tema. Son obras que, cada una a su modo, tratan de explorar ciertas aristas de un oficio que tiene algo de caníbal, aristas pasionales, intimistas o cotidianas que en general habían quedado afuera de las muchas reflexiones académicas o traductológicas que andaban circulando. Un poco más atrás y más lejos también están Este pequeño arte, de Kate Briggs, que es hermoso, o Traducir o perder pie, de Corinna Gepner, del que hay una edición argentina muy linda, o Catching Fire de Daniel Hahn, que a mí lamentablemente se me cae de las manos cada vez que lo pispeo. Y no se tradujo todavía el libro de Olivier Mannoni, Traduire Hitler. A veces podemos llegar a pensar lo peor del autor al que estamos traduciendo, pero a Mannoni literalmente le tocó traducir a Hitler, ni le hizo falta calumniarlo. Le sirvieron la indignación en bandeja.

-¿Cuáles son tus proyectos actuales?
-Estoy tratando de retomar la escritura de un par de proyectos para ver si los puedo terminar en breve, sobre todo uno, que es una especie de ensayo sobre, precisamente, los proyectos que uno nunca termina. Más allá de eso, estoy preparando un libro con textos de Edward Lear, armando otro libro con una serie de calumnias muy originales escritas por Jonathan Swift, planeando una antología conceptual de verdugueos de Émile Cioran, puliendo una traducción de Paul Valéry que entrego en breve y empezando otra de Cynan Jones.

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Para agendar
El próximo 17. a las 19, el autor presentará La madre de Beckett tenía un burro en Atlántica Libros y Café (Av. Directorio 115) con el escritor y traductor Guillermo Piro y la escritora y editora Ana Ojeda.




miércoles, 10 de septiembre de 2025

Canadá se está contagiando de los Estados Unidos


El pasado 5 de septiembre, con información proveniente de un cable de la agencia EFE y sin firma, el diario Clarín publicó que la provincia de Edmonton, en Canadá, ha prohibido en sus bibliotecas importantes libros de reconocidos autores, en una maniobra muy similar a la que se observa en los contagiosos Estados Unidos.

Una provincia de Canadá prohíbe a sus estudiantes leer El cuento de la criada y otros 200 libros

Las escuelas públicas de la ciudad de Edmonton, en Canadá, van a retirar de sus bibliotecas libros como El cuento de la criada, de la escritora y compatriota Margaret Atwood, por contener descripciones de "actos sexuales explícitos".

Atwood reaccionó a la censura de su libro con su humor característico y en las redes sociales señaló: "Hola niños. El cuento de la criada (el libro no la serie) está prohibido en Edmonton. ¡No lo lean, se les quemará el pelo! Busquen uno ahora antes de que quemen en público los libros".

Más libros

La eliminación de los libros, que será efectiva el 1 de octubre, es consecuencia de nuevas políticas adoptadas por el Gobierno conservador de la provincia de Alberta, en el oeste de Canadá.

La medida exime de forma expresa a los libros religiosos, como la Biblia, a pesar de que contengan descripciones de actos sexuales explícitos.

La presidenta del consejo escolar público de Edmonton, Julie Kusiek, señaló en un comunicado que su organización se ha visto forzada a tomar la medida para cumplir con la normativa provincial. "Como resultado de la orden ministerial, diversos libros excelentes saldrán de nuestras estanterías este otoño", afirmó.

En julio, el Gobierno de Alberta anunció su decisión de catalogar los libros en las bibliotecas escolares sobre la base de la inclusión de descripciones de actos sexuales.

La directiva estipula que el contenido sexual explícito es el que detalla con claridad actos sexuales, como masturbación, penetración o eyaculación. Esos libros estarán prohibidos para todos los estudiantes, independientemente de su edad.

Los libros con contenido sexual no explícito, en los que el acto sexual no se describe de forma detallada, solo estarán disponibles para los estudiantes de décimo grado (entre 15 y 16 años).

Una iniciativa conservadora

Alberta, el centro petrolífero de Canadá y que contiene algunas de las mayores reservas de crudo del planeta, es desde hace años el corazón del movimiento más conservador canadiense.

En la última década, en la que el Gobierno federal ha estado en manos del Partido Liberal, la provincia ha liderado la oposición a políticas como la lucha contra el cambio climático, la vacunación contra la covid o los derechos transgénero.

Y en los últimos meses, el Gobierno provincial ha favorecido un movimiento separatista que amenaza con celebrar en 2026 un referendo para independizar la provincia del resto del país por razones económicas y políticas.

Días atrás, la primera ministra de Alberta, Danielle Smith, señaló que la provincia envía cada año a Ottawa entre 20.000 y 25.000 millones de dólares para que se transfieran a Quebec y otros territorios.

"En los últimos 40 o 50 años se han llevado de esta provincia 600.000 millones de dólares. ¿No cree que podríamos tener más gasto social si esos 20.000-25.000 millones de dólares se quedaran aquí?", afirmó Smith en un foro público.


martes, 9 de septiembre de 2025

Las razones que ayudan a entender para qué sirve un traductor

La puerta que se ve en la foto corresponde al convento de Santo Domingo, en Lima, Perú. Ahí es donde empezó a funcionar la Universidad Mayor de San Marcos. Sin embargo, pese a su importancia histórica, nadie previó consultarle a un traductor o a una traductora cómo se dice "No pasar" en inglés. Lástima que los que administran ese antiguo convento, hoy museo, sean tan brutos, ¿no?

lunes, 8 de septiembre de 2025

Jan de Jager y dos "relámpagos" inéditos

Escritor y traductor políglota, Jan de Jager ha publicado, entre muchos otros libros, varios volúmenes de Relámpagos, libros en los que alternan, bajo la forma de textos breves, la prosa, la poesía y la reflexión, en versiones originales y traducidas de varios idiomas. A continuación, dos textos inéditos sobre diversos aspectos problemáticos o paradójicos de la traducción.

Parole, parole, parole

Y el monje le dijo al rey: “Trööd milyam erpa, kanítsiwam toh!”

El primer traductor (siglo XVII) tradujo en principio “¡Pamplinas!”, pero como se trataba de una edición bilingüe, sospecho que el traductor entendió que para el lector atento. al comparar ambas versiones, el texto luciría rengo: tres sílabas en lugar de diez, así que puso: “¡Pamplinas! ¡Sandeces! ¡Barrabasadas!”

El segundo traductor (fines del siglo XVIII) traduce, casi literalmente:“Tus palabras faltan ridículamente a la verdad”

Sin embargo, este traductor no advirtió que la palabra “verdad”: “toh” no alude a cualquier verdad cotidiana, sino a la verdad revelada e incuestionable de las escrituras. Además, el tuteo y la expresión “ridículamente” constituyen una transgresión de la etiqueta y el protocolo: falta el debido respeto de un mero monje hacia su soberano.

Otro (sin fecha) tradujo, intensificando los errores señalados en la versión anterior: “¡Payaso blasfemo! ¡Por tus falsedades mereces morir en la hoguera!”

Pilar Urrutia, la siguiente traductora, supo reconocer en cambio que el texto original era en realidad una cita del “Bael Dup” (fácilmente identificable para cualquier lector de aquel tiempo y lugar) y que en ese contexto tales palabras, pronunciadas irónicamente, significaban todo lo contrario de su sentido literal. Descubrió además, claro que con herramientas informáticas de fines del siglo XX, que lo que el monje dijo, constituía a su vez una traducción de un pasaje del Daode Jing, y entonces tradujo: “Los que saben no hablan, Los que hablan no saben.”

Versión muy lejana de la primera.

Y aún más lejana resultó la reciente traducción humorística cometida por el grupo OuTransPo. Ellos ponen: “Parole, parole, parole…”



Found in translation

Nam Dum, el filósofo poeta del Amazonas –ya dijimos que se lo conoce como “el Homero khartu”, podríamos agregar que merece ser llamado también “el Aristóteles khartu”– formula una descripción o definición perfecta y acabada del cosmos. Todo queda claro y aclarado.

El único problema es que ciertos pasajes resultan intraducibles a cualquier otra lengua o notación. Antropólogos, filólogos, filósofos y misioneros que conocen la lengua khartu, desesperan, rabian de impotencia al no poder transmitir sino imperfectamente las explicaciones de Nam Dum.

“A mí en cambio me parece todo muy atinado” declara el Aristóteles khartu. “Estos intentos de traducción son muy correctos: introducen el caos y la falsedad. No hay cosmos sin caos, no hay verdad sin mentira. Ustedes completan mis tesis.” (o por lo menos así se entiende la traducción de las declaraciones de Nam Dum).

viernes, 5 de septiembre de 2025

Libro ineludible de Luis Fernando Lara

Luis Fernando Lara es uno de los más destacados lingüistas mexicanos. Colabora en el Centro de Estudios Lingüísticos y Literarios de El Colegio de México desde 1970.  Gran autoridad en lexicografía hispánica y un lúcido crítico de las academias de la lengua española, acaba de publicar El español de México, obra ofrece un panorama y una interpretación integral de la historia del castellano que se habla en su país, desde el siglo XVI hasta el XX: desde las condiciones previas a la Conquista y la conformación del Virreinato, que dieron lugar a la expansión del español por Nueva España, hasta la manera en la que la lengua fue evolucionando en el México independiente y su estado actual.

Explora el papel de las lenguas indígenas en todo ese proceso, valorando sus aportaciones, y también las varias maneras en las que los novohispanos y después los mexicanos han concebido su propia lengua. Hace una revisión somera de las principales aportaciones científicas que se han hecho en el estudio del español de México y, por último, esboza el papel del español mexicano como el polo de irradiación de la lengua, así como ante los principales efectos que puede tener en ella la globalización contemporánea. 

El volumen, de 295 páginas, fue recientemente publicado por El Colegio de México.

jueves, 4 de septiembre de 2025

Educar al soberano: una cruzada de papanatas

Los fragmentos que siguen a continuación constituyen un breve fragmento introductorio de un artículo publicado en el diario argentino InfoBAE el pasado 29 de abril. Lo firma una tal Jenifer Nava, periodista mexicana que publica en el medio desde 2020, luego de haber sido redactora de Televisa. Como podrá leerse, parece una publicidad de la Real Academia Española y de la FUNDEU, el brazo armado de esa institución, dedicado a "enseñar" a los periodistas de lengua castellana a redactar correctamente, según las pautas fijadas por la RAE. 

Todo llevaría a pensar que se trata de una misión altruista. Pero si uno acerca la lupa, se comprueba que se trata de una manera de uniformar la lengua de acuerdo con un único criterio: el español, empobreciéndola increíblemente. Luego, cabe preguntarse por la pertinencia de esta introducción más bien larga para luego ejemplificar con el uso correcto de la expresión "hotel cápsula". La explicación es sólo una: es una manera de permitirle al medio en cuestión ocupar espacio sin pagar la nota, malamente redactada por alguien de la casa, presentándola como un servicio. Así, la RAE, la FUNDEU, InfoBAE y la pobre Jenifer Nava dan pena.

Tip de la RAE: hotel cápsula, escritura adecuada

En un mundo regido por la inmediatez parecería que la ortografía ha dejado de tener importancia, sin embargo, el escribir textos con coherencia y sin erratas siempre será benéfico en todos los ámbitos.

En lo laboral, el escribir de forma correcta deja ver a los demás las habilidades y conocimientos que se poseen; además, ayuda a construir una imagen óptima a través de la cual puedes parecer más serio y confiable. El tener errores de ortografía y sintaxis pueden, por el contrario, dar un pensamiento negativo que te haría parecer descuidado o poco preparado.

Por otro lado, el tener la capacidad de hacer un texto bien redactado habla también de la personalidad, al mostrar interés por siempre construir un buen puente de comunicación con los interlocutores.

Aunque escribir bien no es una tarea sencilla, requiere de mucha práctica y de conocer las estructuras de la lengua, por lo que leer puede ser un gran apoyo para la riqueza del léxico.

En este sentido, la Real Academia Española (RAE) se ha convertido en la institución más relevante para la regularización lingüística, a través de la promulgación de normas para fomentar la unidad idiomática del mundo hispanohablante.

La Fundación del Español Urgente (Fundéu), una institución sin ánimo de lucro que tiene como objetivo el impulsar el buen uso del español en los medios de comunicación, se ha aliado con la RAE y emite en su página web y de manera constante diversas recomendaciones para que los ciudadanos puedan resolver sus dudas sobre cómo se escribe correctamente cierta palabra, cómo se usa una expresión o tips de temáticas varias.

martes, 2 de septiembre de 2025

Cuenta regresiva para la FILSD

El pasado 27 de agosto, Alfonso Quiñones publicó en El Caribe, de Rep. Dominicana, un resumen de lo que será la próxima Feria Internacional del Libro de Santo Domingo. Según la bajada, "La FILSD 2025 será 25 de septiembre al 5 de octubre en la Plaza de la Cultura, dedicada a Frank Moya Pons y centrada en literatura infantil".

A días de la Feria Internacional del Libro SD’ 2025

La Feria Internacional del Libro Santo Domingo 2025 (FILSD) se realizará hasta el 5 de octubre en la Plaza de la Cultura Juan Pablo Duarte. Estará dedicada al historiador Frank Moya Pons y a la Red de Ferias y Festivales del Libro de Iberoamérica.

Esta edición de la FILSD, con un presupuesto más escueto que el de años pasados, rendirá tributo al que posiblemente sea el intelectual dominicano más respetado por ser riguroso y a cuya laboriosidad se deben más de dos docenas de libros, en los que ha desmenuzado con profundidad y luz el pasado del país que es hoy. Frank Moya Pons comenzó a publicar en 1987 y ha constribuido con acercamientos a la historia dominicana desde los ángulos más inusitados.

Su obra, que será exaltada de manera especial en la feria, “ha contribuido notablemente con el proceso de construcción de identidad, mejorando la comprensión del complejo proceso histórico que sufrió la isla a partir de 1492”, al decir de Joan Ferrer, director de la feria.
La otra dedicatoria

“El propósito de la dedicatoria es constituir, de manera formal, una red de ferias y festivales del libro, con la intención de compartir buenas prácticas y diseñar estrategias conjuntas que permitan eficientizar costos y promover la participación recíproca de autores y editoriales independientes en los eventos organizados para cada uno de los miembros de dicha red” argumentó por su parte Pastor de Moya, viceministro de Cultura, bajo cuya responsabilidad se encuentra la FIL SD’25.

Han confirmado su visita al país Paola Guevara, directora de la feria del libro de Cali (Colombia); Ezequiel Martínez, director de la Fundación El Libro, que organiza la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires; Cristina Fuentes La Roche, directora internacional del Hay Festival; la nicaragüense Claudia Neira, directora del festival Centroamérica Cuenta; Paloma Saiz Tejero, directora de la Feria Internacional del Libro del Zócalo, en México; Adriana Ángel Forero, directora de la Feria Internacional del Libro de Bogotá; Eva Orúe, directora de la Feria del Libro de Madrid; el peruano Raúl Tola, director del Festival de Escribidores, en Madrid y la puertorriqueña Helena Sampedro, directora ejecutiva del Congreso Internacional de Escritores en la vecina isla. 

Eje temático de la FILSD 2025: literatura infantil
La escritora más premiada de literatura infantil de España hoy día es Mónica Rodríguez Suárez, quien está invitada a la FILSD 2025, así como su compatriota Chiqui Fabregat; los puertorriqueños Haydée Zayas-Ramos y José Rabelo y la ilustradora hispano-dominicana Taína Almodóvar.

Escritores
La FILSD 2025 es feria porque existen libros, pero también porque vienen escritores, editores y libreros de otros países. A pesar de las limitaciones económicas están previstos escritores colombianos Héctor Abad Faciolince, Eva Muñoz y Karine Bernal; de Puerto Rico el poeta, ensayista, narrador y periodista cultural Eugenio García Cuevas y de Chile, Carlos Franz y Lina Meruane.

De Brasil el novelista Joao Paulo Cuenca; el portugués David Machado; el guatemalteco Francisco Méndez; de Venezuela el cuentista Rodrigo Blanco Calderón; de México la escritora de cuentos y novelas y poeta Socorro Venegas; la uruguaya Mercedes Rosende, narradora y autora del libro de crónicas Todos somos Haití; por El Salvador ha sido invitado Horacio Castellanos Moya, quien es narrador y ensayista y por Nicaragua el narrador Adiak Montoya.

Mientras que de España vendrá el poeta, traductor, actor, locutor y profesor, Juan Vicente Piqueras. De Cuba el escritor radicado en España Ronaldo Menéndez. En general 37 escritores.

En cuanto a editoriales se prevé la participación de 20, una editorial digital y un agente literario. Ah, 123 espacios de exhibición y venta: (10 Infantiles y 4 escolares). Y muy importante… ¡que no llueva!

Talleristas, bonolibros y algunas novedades de la FILSD 2025

Talleristas: invitados 75 talleristas y gestores del interior del país, quienes permanecerán en la capital durante la feria bajo un régimen de pensión completa (hospedaje y dieta), de manera que puedan participar y nutrirse de los abordajes, enfoques, técnicas y visiones estéticas que resultan de un evento de estas características.

Bibliodiversidad: Iniciativa que procura ofrecer a los autores autopublicados una plataforma en la cual puedan exhibir, vender y firmar sus obras.

Bonolibro: Destina un fondo del presupuesto de la feria, a través del cual el Ministerio de Cultura adquiere libros de parte de las librerías y editoriales participantes, tanto nacionales como internacionales. El material se distribuye luego desde un espacio diseñado al efecto, al que se accede con un pasaporte que debe contener el sello de al menos dos de los pabellones que operan en la feria, motivando al interesado a aprovechar el contenido del programa de actividades.

Sala de Negocios: punto de encuentro entre editoriales internacionales y autores locales. Un espacio donde se discutan acuerdos de publicación, de traducción y de cesión de derechos, entre otros. De igual modo, se ha articulado la participación -por primera vez- de un agente literario profesional, que impartirá talleres formativos dirigidos a los agentes locales. Presencia de una de las principales editoriales de libros digitales del ámbito hispano.

Sala de Negocios: punto de encuentro entre editoriales internacionales y autores locales. Un espacio donde se discutan acuerdos de publicación, de traducción y de cesión de derechos, entre otros. De igual modo, se ha articulado la participación -por primera vez- de un agente literario profesional, que impartirá talleres formativos dirigidos a los agentes locales. Presencia de una de las principales editoriales de libros digitales del ámbito hispano.

lunes, 1 de septiembre de 2025

Redes para preservar la memoria del país

“En la Argentina existen colecciones, bibliotecas y archivos públicos y privados muy importantes que es necesario conservar.” Tal es la bajada de la nota publicada por el historiador Marcelo Garabedian, en el diario Clarín, de Buenos Aires, el pasado 31 de octubre.

Digitalización de archivos: mantener la memoria viva

Los archivos y las bibliotecas han sido, desde la modernidad, un espacio para la memoria que colaboró con la creación de comunidades locales, nacionales y también globales. Hoy, podemos afirmar que su existencia se ha constituido en una parte trascendente para la sociedad moderna.

Desde hace ya unas décadas, fue constituyéndose una nueva demanda con respecto a estos acervos culturales y tiene que ver con la consulta, divulgación y discusión alrededor de estos patrimonios. Una nueva ciudadanía cultural y democrática se abrió paso en el seno de las sociedades.

Muchos estados y organizaciones de la sociedad civil tomaron esta demanda y generaron entornos virtuales para la consulta y divulgación, generando una retroalimentación entre las propuestas y las demandas que parece no encontrar un techo.

En la Argentina existen colecciones, bibliotecas y archivos públicos y privados muy importantes que es necesario conservar, bajo estándares internacionales, y también divulgar y poner al alcance de los nuevos públicos. Aún con avances y retrocesos, esta tarea se viene desarrollando paulatinamente con resultados muy satisfactorios.

Existen en nuestro país, otro tipo de archivos y bibliotecas que poseen una gran trascendencia y está vinculada al entramado institucional que los inmigrantes fueron generando a lo largo y ancho de nuestro territorio. Estos centros, que pueden contarse por miles, han sido protagonistas de la creación de la Argentina moderna a partir de su labor asociativa, de fomento y asistencial. El caso puntual de la inmigración española es uno de los mayores exponentes de nuestro asociativismo y mutualismo.

El proyecto Memoria Viva (www.memoriaviva.com.ar) es una propuesta independiente y auto gestionada que promueve la preservación y puesta en valor de estos archivos, con el objetivo resguardar esta documentación original y de carácter extraordinario y, al mismo tiempo poner al alcance de la sociedad un nuevo tipo de información, que ayude a explicar cómo fue formándose nuestra cultura e identidad nacional.

La propuesta radica en generar una acción colaborativa, y en muchos casos, autogestionada, en donde las instituciones puedan ir volcando parte de estos acervos en la web, dado que existe una demanda concreta por conocer la historia y el protagonismo de estos centros en cada una de sus comunidades.

Al mismo tiempo, podría interpretarse que la historia de estas asociaciones guarda un aspecto binacional, dado que sus actividades también abarcaron ayudas muy importantes para sus localidades y pueblos de España, colaborando con la creación de escuelas, hospitales, capillas, acueductos, becas de estudio, envío de remesas, etc.

La web posee un acceso libre y gratuito y está destinada a la construcción de puentes entre las asociaciones y sus comunidades, locales y globales. Al mismo tiempo, aspira a generar conciencia sobre su trascendencia y su aporte a la formación de dirigentes sociales, políticos y empresariales que tuvieron una activa participación en el desarrollo del país.

Estas asociaciones están presentes en sus barrios y comunidades, ofrecen una gran variedad de servicios y ofertas culturales y fundamentalmente sostienen y difunden su cultura regional como rasgo característico. El proyecto Memoria Viva invita a introducirse en su historia para conocerlas, acompañarlas y valorar su aporte social y cultural.

viernes, 29 de agosto de 2025

Pónganse un saquito, coman todo y lean

La nota que sigue fue publicada por la revista Ñ, el pasado 16 de agosto, con firma de Dalia Ber. Tiene como excusa la publicación de un Manual para aprender ídish, recientemente traducido al castellano por Libros del Zorzal.


Ídish: de lengua en peligro a auge cultural en la Argentina, con cursos y un manual atractivo

Durante la Segunda Guerra Mundial, con el exterminio de una población que en gran medida era hablante de ídishse frenó su uso en los países de Europa del Este, pero desde hace varios años se evidencia un interés creciente por estudiar esta lengua y su cultura, tanto entre judíos como entre no judíos. Esto llevó a la creación y oferta de abundantes cursos de idioma y festivales culturales dedicados al ídish en distintos lugares del mundo.

El Manual para aprender ídish (Libros del Zorzal), es una traducción de Leopoldo Kulesz del libro escrito por Annick Prime-Margules y Nadia Déhan-Rotschild, que consiste en 85 lecciones adaptadas especialmente para hispanohablantes y sus audios accesibles online, para aprender a leer, escribir y hablar ídish, una lengua nacida alrededor del año 1000 y reconocida en 1908, en la ciudad de Czernowitz, en Bucovina, que entonces era una región de Rumania, como una de las lenguas nacionales del pueblo judío.

“El manual está pensado para personas que quieren acercarse al ídish desde cero, y también para quienes ya tienen conocimientos, pero que tal vez aprendieron hace mucho, o lo manejan únicamente como una lengua oral y nunca leyeron o escribieron”, cuenta a Clarín Lucas Fiszman, licenciado en Letras con orientación en Lingüística en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, quien estuvo a cargo de la revisión técnica del manual.

“Es atractivo incluso para hablantes de ídish, porque tiene apartados sobre cultura, historia del ídish, introduce términos modernos y discusiones sobre pronunciación, explicaciones de giros idiomáticos, y varias cosas más”, aporta.

El especialista agrega que varias unidades se basan en “cuentos, leyendas o chistes que pueden ser entretenidos o novedosos para quienes se manejan cotidianamente en ídish”, y cuenta: “Desde hace unos años vengo mechando actividades del libro –de la edición francesa de 2012– en cursos de todos los niveles, desde iniciales hasta con hablantes nativos”.

Fiszman también se despempeña como docente de ídish en la Fundación IWO (Instituto Judío de Investigación) que en 2025 cumple 100 años y, en su homenaje, Libros del zorzal destinó una edición especial del manual, con una ilustración de un imponente pavo real en su tapa.

Una lengua sin Estado
“El ídish es una lengua sin Estado”, afirma Susana Skura, profesora a cargo de la materia Antropología Lingüística y JTP de Etnolingüística en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA. “Llegó a nuestro país a fines del siglo XIX y durante la primera mitad del siglo XX se lo usaba en la vida cotidiana e institucional, la educación, el teatro, la literatura, el periodismo gráfico y radial”, cuenta, y agrega que, de ser lengua étnica de inmigración, devino hacia el fin de milenio en lengua minoritaria y minorizada.

Minoritaria, por la cantidad de hablantes que lo mantuvieron y mantienen en uso, la comprenden o la recuerdan. Minorizada, porque entabló y entabla relaciones asimétricas de larga duración con otros repertorios lingüísticos y culturales, en las que no es precisamente la que ocupa el lugar de prestigio", puntualiza.

Esa desigualdad doble "no solo la transformó en lengua en peligro: de hecho, impactó sobre los derechos sociales de sus hablantes. El desprestigio, que puede apelar a argumentos diversos, no es un problema menor, porque incide más allá de las políticas lingüísticas: interviene en la vida cotidiana, en las políticas culturales y educativas", explica la académica.

Y completa señalando un cambio reciente: "En las últimas décadas, el proceso de desprestigio y muerte inminente se desaceleró, se crearon nuevos modos de acercamiento y nuevas concepciones sobre lo diverso, lo cual incluye también a las lenguas ‘pequeñas’ en general y a ésta en particular”.

¿Para qué estudiarlo?
“Entre las personas que se acercan a estudiar, las motivaciones son diversas –cuenta Fiszman–. Hay quienes se interesan por diferentes manifestaciones artísticas, porque forma parte de sus temas de investigación; porque es parte del acervo familiar, o en búsqueda de un vínculo con el judaísmo menos hegemónico, más conectado a –y representativo de– sectores históricamente marginados”.

Sobre quiénes son estas personas interesadas en aprender esta lengua, responde que el universo es muy variado. “Hoy existen claramente personas que se acercan porque buscan vincularse con la lengua de sus antepasados –que en muchas ocasiones ni siquiera los conocieron– pero ya desde hace décadas lo hacían docentes, artistas o investigadores del ídish que no provienen de familias ashkenazíes”, cuenta.

Y agrega que hay una gran cantidad de hablantes “en las comunidades ortodoxas de Nueva York y de Bélgica y a la vez, se acerca a aprender ídish una gran cantidad de personas que no se vinculan con lo religioso”.

En cuanto a la importancia de la lengua en representaciones artísticas y cultrales del pueblo judío a lo largo de su historia, dice Fiszman: Es prácticamente imposible escindir el ídish y la cultura del pueblo judío, al menos si hablamos del judaísmo de Europa Central y Oriental a lo largo de varios siglos. Era la primera lengua de casi todos sus hablantes, incluso de la mayoría de aquellos que rehuían del ídish para priorizar escribir en hebreo, en alemán, en polaco o en ruso”.

Agrega, además, que durante siglos los libros en ídish estaban dirigidos a lectoras. “En el siglo XIX, con las migraciones masivas, la introducción de nuevas formas de vida y con la organización de los trabajadores, comienza a crecer el interés por el ídish entre la población masculina, y el público se expande. En este marco empieza a desarrollarse una literatura ídish moderna, a lo que siguieron el teatro, el cine, la pintura retratando la vida ídish –quizás el principal exponente sea Marc Chagall, pero hubo otros–, teatro de revista, varietés, comediantes y humor gráfico”.

Según explica la especialista, en la Argentina también hubo producción de literatura y teatro en ídish, que recién en los últimos tiempos empezó a ser incluida en la historia del teatro argentino. "Pero algo que atraviesa a estas producciones es que más allá de la traducción, hay una identidad, temáticas, problemáticas y personajes que solo son comprensibles en su vínculo con el ídish”.

Canciones y más
“Tuve la fortuna de que en la escuela primaria, donde se brindaba educación judaica, me enseñaran una sola canción en ídish entre muchas otras en hebreo: Oyfn pripetchik –‘En el fogón’-, de Mark Varshavsky”, dice Yasmin Garfunkel, licenciada en Artes con orientación Música por la UBA. “Es una de las canciones en ídish más populares. Quedé fascinada cuando la aprendí, pero a mis 9 años no se me ocurrió indagar más sobre el idioma y sobre su música”.

Recién en su adultez, una vez que finalizó los estudios de grado, ya como musicóloga y cantante, decidió investigar más sobre el repertorio musical ídish con el fin de interpretarlo, como parte de una búsqueda identitaria y artística. “Para eso, me propuse ir aprendiendo la lengua y su cultura”, cuenta. “De este modo me abrí camino a un universo maravilloso y, principalmente, un espacio simbólico de pertenencia”.

A principios de 2020, empezó a estudiar el idioma en la Fundación IWO, y a su vez convocó a Federico Garber como pianista para formar un dúo de música en ídish. Desde ese momento interpretan juntos canciones populares, composiciones originales propias y canciones que estaban en partituras pero que, quizás, nunca habían sonado hasta ahora. Al dúo luego se incorporó Julián Brenlle en flauta traversa, especialista en música klezmer que además lidera la banda Peretz Garcik, de música klezmer e ídish, de la que ella también forma parte.

Susana Skura, de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, cita a la sociolingüista Nancy Dorian, quien decía que “el apego a una lengua materna ancestral usualmente es fuerte, por lo tanto cuando hay circunstancias favorables se mantiene su uso, pero cuando el desprestigio recae sobre ella y sus hablantes es muy difícil resistir a la presión de abandonarla”.

Al tratarse de lenguas con un volumen de producción cultural como sucede en el caso del ídish en la Argentina, dice Skura, estos suelen ser procesos “que se juegan al interior del grupo étnico, en los cuales es deseable contar con especialistas que puedan ofrecer su apoyo y sus conocimientos y que pueden ayudar a crear conciencia pública acerca de las amenazas que pesan sobre la supervivencia de las lenguas más vulnerables”.

Para cerrar, destaca: “Instituciones como la Fundación IWO o espacios como los que ofrece la Universidad de Buenos Aires acompañan y estimulan la difusión de esa enorme producción cultural. Por eso, contar con libros como este nuevo manual favorecen y retroalimentan el proceso de revitalización del ídish, y ayudan a conectarse con él en términos renovados. Hoy hay mucha gente y muy capaz dispuesta a dar continuidad y escribir una nueva página en la historia del ídish en la Argentina”.