miércoles, 25 de diciembre de 2019

martes, 24 de diciembre de 2019

Un tema para debatir en familia en Nochebuena

El pasado 17 de diciembre, el diario La Nación, de Buenos Aires, publicó un artículo de Miriam Berger, previamente publicado por The Washington Post, en el que se pasa revista a las distintas singularidades del lenguaje inclusivo a través del mundo. Se ofrece aquí, a continuación, en traducción de Jaime Arrambide.

Una guía para entender cómo evolucionó
el lenguaje inclusivo en todo el mundo

¿Qué pronombre usás para identificarte a vos mismo? ¿Él? ¿Ella? ¿Ello? ¿Otra cosa totalmente diferente? A medida que crece la aceptación de todo el espectro de géneros e identidades sexuales, esa pregunta es cada vez más recurrente. Algunos idiomas, como el persa o el chino, no le asignan género a los sustantivos o ya contienen una forma de género neutro para las personas. Pero en lenguajes cuya gramática está tradicional y exclusivamente basada en la opción masculino-femenino, la respuesta a esa pregunta puede demandar más explicaciones. ¿Cómo hablar de ser queer o no-binario o disidente de género en idiomas gramaticalmente binarios? De hecho, se habla de muchas maneras.

En los últimos años, los activistas y lingüistas LGBTQ de todo el mundo vienen impulsando el uso de un lenguaje más inclusivo, tanto a través de la creación de términos no binarios completamente nuevos como readaptando palabras y construcciones prexistentes. No siempre es fácil. Para algunos, puede ser difícil, intimidante o simplemente agotador tener que explicar por qué necesitan un lenguaje más inclusivo. También puede ser peligroso: según datos del FBI, los crímenes de odio contra la comunidad LGBTQ de Estados Unidos se han incrementado en los últimos tres años.

Así que la próxima vez que te pregunten que pronombre te identifica o tengas que preguntárselo a alguien, estas son las posibles respuestas en 7 idiomas diferentes.

1 – Inglés: “They” usado como pronombre singular de género neutro 
La gramática inglesa no distingue entre géneros excepto al asignar un pronombre singular masculino o femenino.

La edición de 2019 del diccionario Merriam-Webster agregó “they” como pronombre aplicable a “una persona singular de identidad de género no binaria”. Dos años antes, en 2017, “they” como forma de género neutro fue agregado al Associated Press Stylebook, el manual de estilo y regla de oro del periodismo angloparlante. El manual de estilo del Washington Post, por su parte, había hecho lo propio en 2015.

Quienes se oponen argumentan que “they” usado tanto para singular como plural puede ser confuso y oscurecer la sintaxis de una frase. Shakespeare y Jane Austen, entre muchos otros célebres escritores de habla inglesa, no pensaban lo mismo: solían usar “they” y “their” en singular, tal como era en el inglés estándar hasta que los gramáticos de la era victoriana cambiaron de rumbo e impusieron el “he” por encima de todos los demás pronombres.

– Español: desinencias alternativas inclusivas como "X", "@" y "e"

En español, el sustantivo o nombre tiene adosadas desinencias masculinas y femeninas. Hasta el artículo tiene género: “el” para masculino, “la” para femenino. Sin embargo, algunos hablantes del español dicen que no tiene por qué ser así.

En Estados Unidos, actualmente es común el uso de la “x” o la “@” para crear un sustantivo neutro: suele verse “latinx” o “latin@” en vez de la forma binaria “latino” o “latina”. La popularización de ese uso, sin embargo, ha irritado a muchos hispanohablantes que lo ven como un marcador impuesto por los angloparlantes sobre los hispanos, y no como un movimiento inclusivo desde el interior de la comunidad hispana en Estados Unidos.

Parece ser el turno de los adolescentes argentin”e”s, que están a la vanguardia del cambio para eliminar el género del idioma español.

“Tanto en las aulas como en las conversaciones diarias, los jóvenes están cambiando el modo en que hablan y escriben, reemplazando el masculino “o”, o el femenino “a”, por la “e” de género neutro en ciertas palabras, para cambiar lo que consideran como una cultura profundamente binaria”, informó hace poco Samantha Schmidt para The Washington Post. “El impulso de los jóvenes argentines está en el centro del debate sobre género que se está dando a nivel global, en medio de la creciente visibilidad de identidades no binarias y una ola de movimientos feministas en todo el mundo.”

El año pasado, esa ola de cambio llegó a la tapa de los diarios de Argentina, cuando la joven activista Natalia Mira usó el lenguaje inclusivo durante una entrevista y fue atacada en vivo por el periodista varón que la estaba entrevistando.

El español es un lenguaje hablado ampliamente en todo el mundo, así que no tiene un único estándar, y cada dialecto y comunidad tiene sus propias preferencias. Otra forma bastante extendida es el pronombre  de género neutro “elle”, que se suma al masculino “él” y al femenino “ella”.

– Árabe: el dual usado como neutro y la transgresión del género binario 

 

El árabe es otro idioma gramaticalmente binario, en el que cada verbo, sustantivo y adjetivo siempre tiene asignado un género masculino o femenino. Para el plural, el género por defecto es el masculino, por más que el grupo esté integrado por todos elementos femeninos y uno solo masculino.

El árabe moderno estándar, basado en el árabe coránico clásico, tiene adicionalmente una opción dual para sustantivos y verbos que no entraña un género específico. Algunos, por lo tanto, usan el dual de la segunda y tercera persona –”huma” y “intuma”– como alternativa de género neutro. El árabe coloquial actual ha abandonado prácticamente el dual, así que esa forma puede sonar muy formal para quienes no están al tanto de este nuevo uso para indicar género neutro.

Otros hablantes del árabe juegan con el idioma de otras maneras, como intercambiando los pronombres masculino y femenino o subvirtiendo el masculino de dominio patriarcal que se impone por defecto y usando el femenino. El árabe tiene muchos dialectos, cada uno con sus palabras y construcciones gramaticales distintivas, así que las diferentes comunidades de hablantes han desarrollado sus propios códigos coloquiales. En algunos dialectos en Túnez, por ejemplo, ya es común usar el pronombre femenino para todos.

Para las comunidades queer y feministas de Medio Oriente, la lucha por lograr aceptación social llegó de la mano de otro debate: como definir palabras como gay, bisexual y transgénero en idioma árabe. Algunos recurren por defecto a la transliteración de las palabras en inglés que conforman la sigla LGBTQ, y otros prefieren la frase “mujtama'a al meem” –o “comunidad meem”–, una referencia al sonido de la letra “m” en árabe, con la empiezan los términos de la sigla cuando se los traduce al árabe. Tras años de esfuerzos, los activistas en el Líbano lograron imponer la palabra “mithly” y “mithliya” para referirse a “gay” en los medios de comunicación, en reemplazo del término que se usaba anteriormente y que traducido significaba “desviado” o “pervertido”.

La concientización y la tolerancia de la opinión pública hacia el lenguaje inclusivo siguen siendo extremadamente bajas en los países donde se habla el árabe. Para cambiar esa situación, hay hablantes del árabe dicen que su esfuerzo es parte de un movimiento más amplio tendiente a desoccidentalizar y reorientar el debate de género y sexualidad. En vez de replicar simplemente palabras del idioma inglés, trabajan para cultivar y normalizar el lenguaje necesario para hablar de esos temas que está contenido en el rico léxico histórico del árabe, como por ejemplo recuperando los términos que usaba la poesía árabe medieval para referirse a las relaciones entre personas del mismo sexo. Este esfuerzo también es impulsado por los grupos feministas, como Wiki Gender, una plataforma colaborativa que está creado un diccionario de árabe inclusivo.

–  Hebreo: nuevas desinencias de género neutro para verbos y sustantivos

Al igual que el árabe, el hebreo les asigna género a los verbos, a los sustantivos, y a los adjetivos en base al sustantivo. Los activistas feministas y LGBTQ que son hablantes del hebreo vienen impulsando la inversión de la división de géneros, como por ejemplo hacer que el plural por defecto sea el femenino, o el uso de un género “mixto”, a veces masculino y otras femenino para la misma persona.

Entre los hablantes del hebreo en Israel y otras comunidades judías, también existen actualmente diversas formas de eliminar gramaticalmente el elemento binario y de expresar un verbo o sustantivo con neutralidad de género. El Proyecto Hebreo No-Binario, por ejemplo, ha introducido un tercer género sistémico en el idioma hebreo, en parte extrayendo las referencias queer o no-binarias existentes en textos judíos como el Talmud y la Torah. Como recalcan esos grupos, los rabinos varones que escribieron la Mishná, el cuerpo de comentarios a las leyes judías compilado en el siglo III, reconoce varias categorías de género, y por lo tanto también podrían hacerlo los hablantes actuales del hebreo.

En Israel, otro abordaje es poner al mismo tiempo la partícula masculina y femenina en los sustantivos y verbos, a veces con un guión en el medio, para incluir fluidamente a todos.

En un campamento de verano de la comunidad judía en Estados Unidos elaboraron otra construcción para incluir a los acampantes trans o no-binarios: además del “chanich” para referirse al acampante varón y “chanichah” para la acampante mujer, ahora también tienen “chanichol”, un acampante de género inespecífico. Además de esta nueva desinencia “ol” para el singular, también crearon la nueva forma plural “imot”, que se combina con “im” al final de los sustantivos masculinos plurales, y “ot” al final de los femeninos.

A pesar de las muchas alternativas que circulan, la Academia del Idioma Hebreo se ha negado a considerar su inclusión.

–  Alemán: priorizar los términos de género neutro

 

La famosamente complicada sintaxis alemana incluye el género masculino, femenino y neutro. El neutro no solía aplicarse a personas, con algunas notables excepciones, pero eso está cambiando.

En enero de 2019, Hanover se convirtió en la primera ciudad alemana en imponer el uso de sustantivos de género neutro en todas las comunicaciones oficiales, como emails, formularios y folletería. En vez de usar la palabra para votante hombre (wähler) y votante mujer (wählerin), por ejemplo, el municipio de Hanover usa en cambio palabras que no conllevan un género o el otro, como “wählende”, “persona votante”.

La decisión de Hanover está en línea con medidas previas de otras instituciones alemanas, como el Ministerio de Justicia Federal, que en 2014 impuso a todos los órganos del Estado el uso de la forma neutra en los documentos oficiales.

Pero como los idiomas son ricos y están vivos, se van sumando otras opciones que aparecen naturalmente. Como explica la Deutsche Welle, la red de radiodifusión internacional de Alemania, “Tradicionalmente, la diferenciación de género en idioma alemán se marca con los sufijos “r” o “rn” para el masculino singular y plural respectivamente, y “in” o “innen” para el femenino singular y plural. Los actuales intentos por acortar el espacio que ocupan las formas aceptadas de diferenciación incluyen la introducción de una mayúscula “I” en medio de los sustantivos compuestos para referirse al masculino y femenino por igual. También la introducción de un asterisco, conocido como “estrella de género” para incluir a ciudadanos que no se consideran a sí mismos de ninguno de esos dos géneros”.

Al igual que en otros países, la Academia del Idioma Alemán ha rechazado estas formas alternativas.

– Francés: asteríscos para crear sustantivos de género neutro

 

El francés también le asigna género masculino o femenino a todos los sustantivos que refieren a un individuo, y las referencias a un grupo de personas se definen por defecto con pronombres masculinos, a menos que el grupo esté compuesto íntegramente por elementos femeninos. Para la Academia Francesa, histórica guardiana lingüística del idioma, así está todo bien. Pero muchos otros no están de acuerdo.

“Hace años que las feministas francesas hacen campaña para democratizar la más sutil de las lenguas romances, oponiéndose a esas reglas del género del francés que confunden a los estudiantes angloparlantes desde hace siglos”, informaba James McAuley en The Washington Post en 2017. “Según los críticos, algunas construcciones lingüísticas borran la visibilidad de la mujer en varias de sus capacidades personales y profesionales.”

La idea es entonces usar asteriscos como desinencia combinada y crear plurales más inclusivos y neutros, un primer paso que ni privilegie el masculino como norma ni excluya el femenino y el espectro de género de la sintaxis.

Pero a toda acción la sigue una reacción: en 2017, el gobierno francés prohibió el uso del lenguaje inclusivo de género neutro en los documentos oficiales.

En 2015, Suecia agregó al diccionario oficial del país la palabra “hen”, un pronombre neutro impulsado por los lingüistas como alternativa a los pronombres masculino y femenino “han” y “hon”.

Como por entonces Rick Noack en The Washington Post, “Hace cinco años, en Suecia casi nadie conocía esa palabra. Según los expertos, la revolución del “hen” en Suecia tiene dos orígenes fundamentales: por un lado, los grupos LGBTQ que impulsaron ese pronombre como forma de concientizar sobre su causa. Pero también otro origen más inesperado: las guarderías y los jardines de infantes dicen que el uso del pronombre neutro hace que los niños crezcan sin sentir el impacto del sesgo de género.”




lunes, 23 de diciembre de 2019

Una entrevista con la traductora Amalia Sato


El 12 de abril de este año, la poeta y periodista Valeria Tentoni entrevistó a la traductora Amalia Sato para el blog de Eterna Cadencia. El resultado de esa charla se reproduce a continuación.




“El placer y la disciplina al leer
marcan la probidad de una traducción”

Premio Konex por su labor en traducción, Amalia Sato se graduó como Profesora en Letras y, entre otras cosas, editó la revista literaria Tokonoma y participó en la creación del Club Argentino de Kamishibai, que difunde el arte del teatro de papel nipón. Suya es, por caso, la ineludible traducción de El Libro de la Almohada (Adriana Hidalgo) y ha trabajado obras de autores como Mori Ogai y Natsume Soseki, oriundos de las tierras de sus ancestros, pero también de otros que trajo del portugués: Haroldo de Campos, Clarice Lispector y Jorge Amado entre ellos. Entre sus últimas traducciones se cuenta Bailarinas (Emecé), de un autor al que ha abordado en reiteradas oportunidades: Yasunari Kawabata. Y es que suyas son también las versiones que circulan en Argentina de El Maestro de Go, Relatos en la palma de la mano, El sonido de la montaña y En el lago.

Viajaste pocas veces a Japón y sin embargo sos capaz de traducir y compartir ese universo de modo muy pregnante. ¿Qué podés decirnos del poder de tus lecturas para llevarte hasta un lugar? 
–Viaje solo una vez a Japón en 2009. Japón es algo lejano para mí, no solo en el espacio sino tambien en el tiempo. Mis abuelos llegaron a principios de 1900, todavía era Meiji. Será por eso que Soseki, Ogai o Higuchi Ichiyo, autores claves de ese momento, despertaron mi interés. Claro que la experiencia de un viaje es siempre increíble y, si uno va con un bagaje de lectura y estudios previos, los tiempos largos de la historia se despliegan nitidos.

¿De dónde proviene tu interés por la traducción?
–De mi interés por las lenguas. Confieso que el japonés es la más ingrata, por la enorme dificultad con los ideogramas (por eso los Cuentos japoneses para niños, que editamos bilingües con mi hijo Nicolas Prior que los ilustró, llevan la lectura fonetica que habilita lectura de los kanji, siempre difíciles de dominar), y porque siendo descendiente de japoneses, en mi caso tercera generación, nuestra mentalidad percibe la gran distancia con los modos de una lengua con tantos recovecos feudales, de género y alusiones a retóricas clásicas. Pero sí, me confieso fan de estudiar idiomas. Me libera, me ilusiona. Me reinvento. El portugués (que estudié en el Centro de Estudos Brasileiros) también me abrió las puertas de una cultura fascinante. Y el italiano se ha convertido en estos ultimos años en mi lengua favorita. Música, ante todo, de la que podemos apropiarnos teatralmente para vagar por nuevos mundos. Pero volviendo a tu pregunta creo que fue la maravillosa formación que me dio la carrera de Letras de la Universidad de Buenos Aires, con sus niveles de latín y griego, con sus cursos de lengua previos a las literaturas extranjeras, lo que me dio las bases para indagar, proponer y lanzarme con enorme esfuerzo, a fuerza de diccionario y preguntas, a dedicar tantísimo tiempo a la traducción. El placer y la disciplina al leer marcan la probidad de una traducción. Si no se logra provocar placer literario en la lectura, seguirán perdiéndose generaciones de lectores. 

¿Y qué estaciones hubo en tu recorrido personal por la traducción?
–Las clases de español a japoneses, los cursos de lengua, las horas pasadas en la biblioteca del Centro cultural de la Embajada de Japón en la calle Paraguay, casi Cerrito, la biblioteca magnífica que mi papa nos brindó, los años en la Seccion de Asia y Africa de la Universidad de Buenos Aires, los veinte años dedicados a editar la revista Tokonoma, el aliento y la amistad de personas generosas como Atsuko Tanabe o Haroldo de Campos, la admiración por la tarea excelsa de Kazuya Sakai, el pionero de los estudios y traducciones sobre Japón. Toda esta trama y mas alimentó mis incursiones, la larga lista de autores que traduje.

¿Cómo llegaste a El libro de la almohada de Sei Shonagon y cómo decidiste emprender su traducción? 
–Fue raro lo que pasó con ese clásico, y es increíble que siga sumando ediciones desde Buenos Aires. Publiqué unos fragmentos en la revista Tokonoma y el olfato de editor de Edgardo Russo hizo que saliera casi de inmediato por Adriana Hidalgo. Estaba en el aire que era el libro esperado. El enlace con la pelicula de Greenaway, Escrito en el cuerpo, que usaba sus caligrafías como separadores, en fin... La calidad moderna de lo fragmentario y las listas.

Hay una escena con Jaime Rest, ¿verdad? ¿De qué modo perduró en vos esa recomendación?
–Es cierto que también entra Jaime Rest en la historia. Caminando un dia por Barrancas de Belgrano en los 70, nos encontramos y lo saludé pues había sido mi profesor de Literatura de la Edad Media, parte junto con Hector Ciocchini de esa avanzada bahiense de la que disfrutamos en la efervescencia de esos años. Y me dijo, a modo de "premonición": "Usted esta dotada genéticamente para traducir un libro maravilloso, The Pillow Book". Profecía cumplida tantos años mas tarde.

¿Qué versiones tomaste como referencias y qué podés contarnos de ese trabajo? ¿Qué disfrutes te trajo, qué dificultades?
–Lei todas las versiones en inglés que tenía a mano y la versión en frances. Y trabajé con el texto en japonés con muchas notas a pie de página. Recuerdo que mi amiga Atsuko Tanabe me dijo: "Si lográs dar con el tono del primer fragmento –el arranque donde habla de las estaciones–, tenés media batalla ganada". Ahí esta la clave.

Como explicás en el prólogo, el rol fundante de las mujeres en la literatura japonesa es muy grande: ¿por qué creés que esa cultura pudo darse el lujo de comenzar su literatura sin obviar a las mujeres?
–Para contestar esta pregunta necesitaría explayarme mucho. Solo digo ahora que gracias a que las mujeres contribuyeron a desarrollar caligráficamente la escritura china y compartieron esto privadamente con los varones, surgió una expresión literaria propia. Fueron cuatro siglos de pinceles mutando formas y rozando lo ilegible.

¿Cómo definirías “lo femenino” en la literatura japonesa?
–Respondo sólo que en el arte japonés, lo femenino no es solo mujer. Y este origen de escritura fonética es fundante.

Has traducido numerosas obras de Kawabata: ¿qué podrías decirnos de su literatura después de tantos libros? ¿Qué es lo que te convoca de su universo?  
–El problema de ser Premio Nobel es que se ve a un autor (para peor monolítico) y no obras. Kawabata tiene una faceta experimental (incursionó como guionista de cine mudo, por ejemplo) y publicaba por entregas a periódicos o revistas. Es cierto que traduje mucho de él. Y que siempre es distinto. Su percepción de la moda, su visión casi animé de ciertos personajes puede desconcertar a quienes busquen solo un erotismo decadente y nostálgico.

–También traducís del portugués, ¿cómo es con esa lengua en tu caso?
–Portugués estudié porque amaba a mis veinte años la bossa nova y quería leer a Guimaraes Rosa. Una de las experiencias más fuertes fue cotejar Doña Flor y sus dos maridos con la gloriosa versión de Losada de Lorenzo Varela y sus mas de 40 ediciones y comprobar, como decia Haroldo de Campos, que una traducción es lectura de época. Me emocionaron las decisiones que asumió el traductor, marcado por la ideología de su tiempo. Y justifiqué las mias. Fue una gran lección.

¿Qué importancia tuvieron la revista Tokonoma y el Club Argentino de Kamishibai como espacio de intercambio de lecturas?
–El primer número de Tokonoma salió en 1994 y fue una empresa que sostuve por tantos años... Un número por año. Para mí fue un lugar de concentración de amigos talentosos. Tengo ganas de subir la colección completa a la red algún día. Y el Club es una entusiasta red de amigos que van difundiendo al kamishibai con generosidad. Un fenómeno propio donde se producen textos y láminas originales, otra acción que viene de Japon y ya es parte del circuito de teatristas argentinos. Porque Japón no es milenario ni está de moda, como suele decirse. Japón forma parte de nuestra cultura desde hace siglos, y se vuelve atractivo porque nos lo apropiamos.

viernes, 20 de diciembre de 2019

Cristina Rivera Garza en una conversación entre Denise Kripper y Sarah Booker, traductoras


En octubre de 2017, la revista Latin American Literature Today publicó una entrevista de Denise Kripper con Sarah Booker, a propósito de la traducción realizada por esta última de La cresta ilíaca, de la autora mexicana Cristina Rivera Garza

Para mayores datos, esta última es una escritora, traductora y crítica literaria, dos veces ganadora con el Premio Internacional Sor Juana Inés de la Cruz (2001 y 2009). Sus obras, escritas en castellano han sido traducidas al inglés, francés, italiano, portugués y corean, entre otras lenguas. Nacida en México en 1964, ha vivido en los Estados Unidos desde 1989. Es profesora distinguida en estudios hispanos y directora del doctorado en escritura creativa en castellano de la Universidad de Houston.


Respecto de Denise Kripper (Buenos Aires, 1985) es traductora literaria por el I.E.S en Lenguas Vivas “Juan Ramón Fernández” y doctora en literatura y estudios culturales por la Georgetown University. Asimismo, es editora de traducción para la revista  Latin American Literature Today  y editora de reseñas para la publicación de la Routledge  University Translation Studies. Vive en Chicago, donde enseña en Lake Forest College y es miembro de Third Coast Translators Collective. 


Por su parte, Sarah Booker es estudiante de doctorado en UNC Chapel Hill. Ha traducido a Ricardo Piglia, Amparo Dávila y Cristina Rivera Garza, entre otros, y su trabajo ha aparecido en Translation Review, Literal Magazine y Sprachbund.


Traducir es como "tratar de recordar 

un sueño"

 

 

Desde Sevilla, donde está trabajando como profesora invitada en el departamento de literatura inglesa y norteamericana, Sarah Booker nos cuenta sobre su nuevo proyecto de traducción, La cresta de Iliónde la escritora mexicana Cristina Rivera Garza, que saldrá este mes publicado por Feminist Press. Una historia sobre la locura, el género, el lenguaje, la memoria, y las fronteras que allí se entrecruzan, Sarah define la escritura de Rivera Garza como “tratar de recordar un sueño del que acabas de despertarte,” lo que volvió interesante y estimulante el proceso de traducción.

Denise Kripper: Voy a dejar que Elena Poniatowska haga la primera pregunta. En el epílogo a la edición en inglés de La cresta de Ilión, se pregunta: ¿Es Cristina Rivera Garza un fenómeno cultural, la Mujer Maravilla, o una joven escritora trabajadora? ¿Qué piensas?
Sarah Booker: No estoy segura de que me guste la idea de un escritor como un fenómeno cultural porque le resta agencia al escritor, sugiere que hubo fuerzas externas o algún tipo de influencia que ayudaron a crear al individuo. Sin embargo, sí creo que Rivera Garza es una escritora muy dedicada, profunda y creativa, en especial por la forma en la que percibe e interpreta su contexto cultural. ¿Quizás eso la convierta en una mujer maravilla?

DK: Has traducido otros relatos de Rivera Garza (ver LALT Vol. 1 Num. 3). ¿Qué tuvo de diferente este texto?
SB: Creo que la ambigüedad y la sensación de extrañeza que es tan inherente a La cresta de Ilión y el constante cruce de fronteras —literales y metafóricas—son elementos que persisten en mucha de la escritura de Rivera Garza. En ese sentido, esta novela fue bastante similar a otros de sus escritos. Pero la atención obsesiva en Amparo Dávila que impulsó gran parte de las opciones léxicas y que incluso requirió que tradujera las palabras de otra escritora —las historias de Dávila están inmersas en la novela— implicó estar también muy consciente todo el tiempo de este elemento. La longitud de la novela también cambió la experiencia de traducir sus cuentos porque  noté que la extensión narrativa le dejaba al texto desarrollar su propio vocabulario e imágenes recurrentes. Pienso en especial en el término “retroceder,” que traduje al inglés como “to turn back” o las imágenes de la carretera que aparecen por toda la novela. Haber traducido los cuentos de Rivera Garza primero fue una oportunidad muy valiosa para poder acostumbrarme a su escritura y sus vericuetos.

DK: En tu nota de traducción, de hecho, señalas que lo que te llevó a traducir La cresta de Ilión fue la ambigüedad literaria y la naturaleza transgresiva de la escritura de Rivera Garza, su forma de reconocer las fronteras en sus muchas formas. ¿Cuáles son algunas de las fronteras que se cruzan en esta novela y en tu traducción?
SB: Sí, creo que un rasgo definitivo de Rivera Garza como escritora es su foco constante en la frontera y su forma de cruzarla y subvertirla. Algo de esto, creo, viene de su propia experiencia geográfica viviendo en la frontera entre los Estados Unidos y México. Hay algo parecido a esa frontera geográfica en la novela, cuando los personajes se alejan del hospital y viajan a las ciudades del norte y del sur que hacen acordar a ciudades que uno podría encontrar en la frontera estadounidense y mexicana. El binario de género es otra gran frontera que se cruza en la novela y que puede leerse como un proceso de aceptación de la fluidez de género. El marco del hospital para enfermos terminales da lugar a otra frontera, entre los vivos y los muertos, y que el doctor protagonista atraviesa cuando cuida a sus pacientes —aunque a regañadientes— y luego cuando él mismo se enferma. La cuestión de los vivos y los muertos, los sanos y los enfermos, también puede leerse como una frontera entre la lucidez y la locura. Por último, creo que la cuestión del pasado y el presente en términos literarios también es importante porque la novela usa la intertextualidad para traer el pasado al presente de la novela. La traducción del libro además agrega otro elemento más, pues trae el texto del español al inglés, cruzando al mismo tiempo fronteras temporales.

DK: Y la cuestión del pasado y el presente también está muy conectada con la memoria, ¿no? En la novela, Amparo está tratando de recuperar un manuscrito que está segura la ayudará a recordar, y el narrador se pasa la novela entera tratando de recordar el nombre del hueso de la cadera que lo tiene hipnotizado y que además da título a la novela. ¿Qué está tratando de recuperar del pasado esta novela?
SB: Creo que nombrar una sola cosa que está tratando de recuperar sería casi como traicionar al libro. Efectivamente, hay una búsqueda de herencia literaria, identidad profesional, y salud (como sea que queramos definir el término), pero también creo que el proceso mismo de tratar de recuperar el pasado es clave para la novela. La recurrencia del verbo “retroceder,” que hace referencia a ese movimiento ambiguo hacia el pasado, señala ese proceso mismo.

DK: Una de las cosas que el libro de Rivera Garza recupera es la escritura de Amparo Dávila, que aparece como un personaje en la novela y cuya escritura aparece además inmersa en la narrativa, como mencionaste antes. Los lectores de habla inglesa probablemente no la reconozcan como una escritora mexicana real. ¿Fue una dificultad o una preocupación eso para tu traducción?
SB: Sí, claro que me preocupaba que los lectores en inglés no reconocieran al personaje de Amparo Dávila como una escritora real porque esos lectores van a perderse todos los aspectos fundamentales de intertextualidad que hay en la novela. Si bien no quería insertar nada en la traducción que le diera al lector una pista más explícita, sí me pareció importante hablar de Dávila en mi nota de traducción. Pese a que el personaje de Amparo Dávila no es necesariamente un reflejo de la escritora misma, su resurrección literaria es importante tanto para la novela misma como para su recepción. Me ha entusiasmado ver que Dávila está empezando a aparecer más en traducción, además de las dos historias que yo traduje, porque me hace pensar que su escritura empezará a conocerse más entre los lectores de habla inglesa. El crédito total no puede llevárselo La cresta de Ilión solamente, pero creo que ha tenido un papel importante.

DK: ¿Y haber traducido a Dávila  (ver “The Square Patio” y “Griselda”) tuvo un papel importante en tu traducción de Rivera Garza?
SB: Sí, creo que la obra de Dávila ha informado bastante esta novela. Traducir a un autor te fuerza a prestar una mayor atención al texto, señalando cosas (al menos esto es lo que me pasa a mí) que tal vez no habías visto antes, en una lectura más casual. Tener ya esos detalles en mi cabeza fue muy útil cuando empecé a traducir. Rivera Garza a menudo incluye fragmentos de la escritura de Dávila en su propia escritura (la mayoría de los párrafos en itálica vienen de Dávila, aunque algunos tienen otras fuentes), muchas veces usa términos como “retroceder,” y “se va a matar,” que también aparecen en las historias de Dávila, y además toma mucho de los personajes de Dávila también (los enfermeros Moisés y Gaspar del final de la novela son los protagonistas de un cuento escrito por Dávila, por ejemplo).

DK: El miedo y el peligro son muy prominentes en la obra de Dávila, y hay mucho de eso en la novela de Rivera Garza también. Pero frente a todas las distintas amenazas que aparecen en la novela (desapariciones, epidemia, suicidio, locura), el lenguaje pareciera ser clave. El idioma secreto que las dos invitadas comparten en la novela es casi como un escudo frente a fuerzas externas, en contra de la invasión, y no saber el idioma hace que el narrador se sienta como un exiliado, como “un marginado en mi propia casa”. ¿Cuál es el rol de la hospitalidad en la relación entre anfitrión y huésped?
SB: No estoy segura de tener una respuesta directa a la pregunta sobre la hospitalidad en la relación entre el anfitrión y el huésped —aunque esos términos plantean todo tipo de preguntas interesantes relacionadas al libro sobre la biología y la medicina, si se piensa en el anfitrión como el cuerpo y al huésped como un virus, así como también sobre la cuestión del hogar y a quién se deja entrar en un espacio tan privado— pero me alegra que hayas mencionado el tema del lenguaje. Creo que el lenguaje es central en la novela: hay un idioma inventado, un manuscrito perdido, un revuelo causado por un uso particular del lenguaje y, entre otros aspectos, la confusión del género a partir de la gramática. Y luego, el proceso de traducción suma otra capa más al juego del lenguaje en la novela. Tal vez este acto de manipulación del lenguaje esté relacionado con tu pregunta sobre la relación entre el huésped y el anfitrión, pues crea un puente entre los escritores y lectores en español y en inglés, los anfitriones y huéspedes de la novela, si se quiere.

DK: Y hablando de la confusión o el desdibujado del género, en su nota de la autora, Rivera Garza dice que la novela explora la naturaleza fluida de las des/identificaciones del género. Y, de hecho, hay mucho sobre género en la historia. Es más: el título de la novela alude al único hueso en el cuerpo humano capaz de revelar el sexo de una persona. Además, la traducción es publicada por Feminist Press, y en la novela hay un grupo de feministas que es central, las “emisarias del pasado.” ¿Dirías que este es un libro feminista?
SB: La fluidez y ambigüedad de género tienen un papel muy importante en esto. Esa ambigüedad, en especial, es donde más traté de enfocarme en mi traducción, al tiempo que exploraba las distintas herramientas que el español y el inglés tienen para crearla. El mejor ejemplo que se me ocurre es la cuestión del sujeto; mientras que el español le permite al escritor mantener oculto al sujeto, negándole al lector saber si la tercera persona es un hombre o una mujer, por ejemplo, el inglés permite esconder esos marcadores de género en los adjetivos. Así que sí, definitivamente diría que es un libro feminista en la forma en la que deconstruye los binarios de género y revierte las posiciones de poder, pero también creo que hay otros posibles lentes a través de los cuales leer la novela –la enfermedad y la (in)sanidad tienen un papel importante, por ejemplo, así como la cuestión de los cuerpos desaparecidos y la herencia literaria mexicana.

DK: En tu experiencia personal como traductora, ¿has notado diferencias entre traducir a un autor o a una autora?
SB: Mh, buena pregunta. No creo, pero en realidad esto tal vez sea porque no he traducido a muchos hombres en los últimos años. Trato de aproximarme a cada autor de manera individual, prestándole menos atención al género y más a una imagen más comprehensiva de su biografía y su forma de escribir. Al mismo tiempo, sin embargo, trato de hacer un esfuerzo mayor por encontrar más escritoras mujeres, en parte por el desequilibrio bien documentado (¡gracias, Chad Post!) que hay entre la traducción de escritores hombres y la de escritoras mujeres.

DK: Hay bastante sobre la traducción misma en la novela también, ¿no? Algunos de los personajes se llaman La Traicionada/ La Traidora / La Impostora; también se habla de ser invisible o de desaparecer, de ser infiel y de ser  “la verdadera” o “la falsa,” que son todos temas muy conectados a la teoría de la traducción. ¿Estás de acuerdo o estoy leyendo demasiado entre líneas?
SB: ¡Me encanta! Leo mucha literatura sobre traducción por lo que la veo en todos lados, así que me pone contenta hablar con alguien que también vea esos elementos en la novela. Como señalas, también creo que hay elementos importantes de traducción. El juego constante entre el objeto o la persona real y su copia, con la implicación de una posible traición, es muy importante en la novela, creo. También está toda la cuestión del idioma en el que las dos mujeres se hablan y su impenetrabilidad para el doctor, hasta el final de la novela donde él/ella finalmente puede usarlo, aunque sea brevemente.

DK: La novela sin duda despertó un resurgimiento en la lectura de una escritora ignorada o hasta olvidada en el canon de la literatura mexicana, como es Amparo Dávila. ¿Qué piensas que pasará con una audiencia de habla inglesa? ¿Junto a quiénes o en contra de cuáles otros escritores estadounidenses crees que pueda leerse este libro?
SB: Sí, claro, esta novela definitivamente ha influido la lectura de Amparo Dávida en México. De hecho, otra novela de Rivera Garza, La muerte me da, ha provocado algo similar con la obra de Alejandra Pizarnik, quien ha gozado de un resurgido interés en América Latina y en Estados Unidos. Mi esperanza es que esta traducción genere interés en la escritura de Dávila. De hecho, hay otros traductores trabajando en una recopilación de sus cuentos. Publicaron una traducción fantástica de “Moses and Gaspar” en The Paris Review a principios de este año. También creo que este libro puede leerse junto a una autora como Samantha Hunt. Hay algunas referencias menores en el libro al Panopticon de Steve McCaffery también, que provoca una lectura interesante en diálogo con La cresta de Ilión. Y si bien no son autores estadounidenses, escritores como Yuri Herrera, Carmen Boullosa, o Guadalupe Nettel son autores contemporáneos muy importantes para Rivera Garza.

DK: Y, por último, ¿cómo suena Rivera Garza en inglés?
SB: Surreal, ambigua, y poética son algunos de los términos que en seguida se me vienen a la cabeza cuando pienso en Rivera Garza en inglés. Hay también una especie de extrañeza o de inaccesibilidad en su escritura; la narración es escurridiza, como tratar de recordar un sueño del que acabas de despertarte. ¡Por lo menos espero haber traducido eso al inglés!

Sarah Booker está haciendo su PhD en literatura hispánica en la Universidad de Carolina de Norte, donde se enfoca en escritores latinoamericanos de habla española y portuguesa de los siglos veinte y veintiuno que trabajan con la traducción de alguna forma. El verano pasado asistió a la conferencia para traductores literarios de Bread Loaf donde estuvo en un taller de traducción y conoció a muchos otros traductores emergentes y expertos. Trata de participar en proyectos de traducción siempre que puede, pues –confiesa- es un tema que está empezando a obsesionarle. ¡Por más traducciones de Sarah pronto!


(traducción al castellano de Denise Kripper)

jueves, 19 de diciembre de 2019

Ojo al piojo con las anfibologías


Siempre atento a las cuestiones de la lengua, el poeta y traductor Jorge Aulicino nos envió la siguiente columna a propósito de un uso particular del verbo “replicar” y de la palabra “réplica”, posiblemente debido a la influencia del cine y a una mala traducción.

Una traducción adecuada para una base errónea

En la Argentina se hizo común usar el verbo replicar en el sentido de repetir. Es difícil saber cuándo se generalizó este uso, pero a mi entender fue después de que se conoció aquí la película Blade Runner, de Ridley Scott (1982), basada en Do Androids Dreams of Electric Sheeps? (¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?), de Philip Dick, de 1968. Es seguro que hasta comienzos de los 80 por lo menos el verbo replicar tenía solo las acepción de respuesta de respuesta confrontativa, ya fuera a una pregunta o a una afirmación. La Real Academia coincide hasta hoy con el uso que tuvo en la Argentina. Presenta cuatro acepciones, de las cuales una en desuso:

1. intr. Instar o argüir contra la respuesta o argumento.
2. intr. Responder oponiéndose a lo que se dice o manda. U. t. c. tr.
3. tr. Der. Dicho del actor: Presentar en juicio ordinario el escrito de réplica.
4. tr. desus. Repetir lo que se ha dicho.

El sustantivo réplica en cambio sí tuvo y tiene en este país el sentido de repetición o copia. De antiguo se usa la denominación "réplica" para la repetición de los temblores de un terremoto. También coincide con esto la RAE, al menos en dos de las acepciones que reconoce:

3. f. Copia exacta de algo, especialmente de una obra artística.
4. f. Repetición de un terremoto, normalmente más atenuado.

Hoy se usa el verbo replicar en el sentido de repetición de cualquier acción. De modo que se crearía una notable anfibología si alguien dijera: "Replicaron las palabras de Fulano". Podría ser que las repitieron o que las contestaron.

¿A qué viene aquí Blade Runner? A que en la versión cinematográfica de la novela de Dick los guionistas usaron el término replicant para llamar a los robots, que Dick llama androids en el titulo y a lo largo de su novela. La traducción al castellano los menciona sin más como androides. "Replicante" es una palabra que no existe en ninguna versión del castellano, y tampoco en inglés, vamos a decir. Es un invento, pero un invento que suena a un mal uso del idioma en ambos idiomas, puesto que si existiera la palabra replicante debería significar "el que replica". La palabra existente para designar una copia, en este caso de un ser humano, es réplica en castellano y replica en inglés (sin tilde), que denomina la copia exacta, o reply si se trata de una respuesta. Cuando los androides aparecen mencionados en las pantallas de la policía en la película Blade Runner se usa la palabra replicant, que los autores de los subtítulos para la Argentina tradujeron como "replicante", creo yo que en una traducción adecuada para una base errónea, tal vez -o seguramente- intencionalmente errónea.

Mi impresión es que desde entonces el verbo replicar comenzó a ser usado de otro modo en la Argentina y otros países. Este es un título de Infobae, de la Argentina, el 29 de noviembre de 2019: "Miles de mujeres replicaron la performance contra la violencia de género en diversas ciudades del mundo". Y este es un epígrafe de la revista chilena The Clinic el 2 de diciembre de 2019: "Las barricadas estilo Hong Kong que replicaron en Concepción".

El problema no es que este verbo se use con otro sentido. Cuando una palabra cambia de sentido el problema es qué hacer con el antiguo uso, para evitar confusiones. Mientras tanto, podemos pensar que miles de mujeres en el mundo se opusieron a una performance sobre la violencia de género o que en Concepción decidieron oponer a las barricadas "estilo Hong Kong" otras barricadas.

No parece bueno crear anfibologías para modificar el lenguaje en estilo Blade Runner.