jueves, 7 de noviembre de 2019

Traducciones de la obra del cardenal Newman, que no sólo es un colegio y un equipo de rugby

El 13 de octubre pasado, La Prensa, de Buenos Aires, publicó un artículo de Agustín de Beitía, subeditor del suplemento de cultura de ese diario, dedicado al cardenal John Henry Newman (Londres, 1801 - Birmingham, 1890), quien ese mismo día fue proclamado santo por los funcionarios de la iglesia católica. Reproducimos aquí, no la nota central, sino la que la acompaña, donde De Beitía entrevista a monseñor Fernando María Cavaller, uno de los traductores y difusores de Newman.

Las grandes obras están traducidas

En la Argentina no son pocas las obras que se consiguen de Newman, según monseñor Fernando María Cavaller, quien matiza que ahora tal vez cueste un poco más comprarlas porque los libros vienen de España y se encarecieron.

“En España –dice– se han traducido todas sus grandes obras menos una. Es decir, la Vía media, que es un trabajo suyo de la época anglicana, las Conferencias sobre la justificación, la Gramática del asentimiento, el Ensayo sobre el desarrollo de la doctrina cristiana y Apologia pro Vita sua. Faltaría su extraordinario estudio Arrianos del siglo IV, que espero que se traduzca pronto pero que no termina de salir porque hay una disputa entre dos editoriales”.

“Allá también se consiguen las dos novelas que escribió Newman. Y hay otro libro muy importante traducido en España que se titula Carta al duque de Norfolk. La mayor parte de las traducciones han sido hechas de su sermonario”.

“Aquí, en Argentina, hubo una primera aparición de textos en 1945 en revistas, cuando se cumplió el centenario de su conversión, y algún libro sobre el Movimiento de Oxford. Después, poco más”, explica.

Hoy dice que “hay un libro en dos tomos, de la editorial Agape, con sermones escogidos de su época anglicana, uno de sermones de su época católica, otro volumen de semblanzas patrísticas, las meditaciones y devociones, y un devocionario magnífico de su época católica”.

“Pero –acota– hemos sido nosotros los que renovamos el interés con la revista Newmaniana, que tiene una cantidad enorme de sermones y artículos”.

En la revista “hemos ido traduciendo también algunas de sus poesías, que son más de un centenar. Y de las cartas vamos publicando algunas. Pero son 20.000. No hay ni tiempo para verlas todas”, comenta riendo.

Entre otros escritos que tradujeron para esa publicación menciona además “un ensayo muy lindo sobre la Inmaculada Concepción”. Pero aclara que “no está editado como libro”.

Y entre las poesías que tradujeron para la revista, Cavaller destaca en especial una que “es en realidad una oda extensa, y que Newman escribió cuando tenía 64 años, que se titula “Sueño de un anciano” (“The Dream of Gerontius)”.

“Es sobre una persona que agoniza, que recibe los sacramentos y tiene un juicio particular. Aparecen ángeles y demonios, y termina en el Purgatorio. Es una reflexión escatológica, de los novísimos, de las postrimerías”, explica.

“Esa poesía es de una belleza tal –afirma– que Edward Elgar, el gran músico inglés de fines del siglo XIX y principios del XX, que era católico, tomó el texto hacia 1900 y escribió un oratorio que se titula precisamente The Dream of Gerontius.

Cavaller recuerda que Newman era músico también. Tocaba el violín desde pequeño. Pero además los ejemplos que pone en sus obras así demuestran ese conocimiento. 

Siempre estuvo vinculado, no solo a la música litúrgica, sino también a la clásica. Pero es que Newman sabía además de matemática, de física, de química, de astronomía. Era un dotado.

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