jueves, 9 de septiembre de 2010

Intentar conservar la rima es una bella utopía que traiciona lastimosamente el texto




Otra columna del filólogo y traductor José María Micó, publicada en El Trujamán del 2 de septiembre pasado.










Traducir hoy a Ausiàs March

En la época de Jorge de Montemayor, el mejor traductor antiguo de Ausiàs March, una traducción poética no rimada era inconcebible, pero hoy sabemos por experiencia que los intentos de conservación de la rima en casos como los de March y otros poetas antiguos no pasan de ser una bella utopía que traiciona lastimosamente el texto y que suele obligar a decir cosas que el autor nunca dijo. Al emprender mi traducción de una parte de la obra de March (Páginas del Cancionero, edición de Costanzo Di Girolamo, Madrid-Valencia, Pre-Textos, 2004) escogí, como algunos de mis predecesores, el endecasílabo, a pesar de que obliga a un gran esfuerzo de condensación (basta pensar en la abundancia de versos en catalán antiguo hechos básicamente con monosílabos), y aunque alguna vez añade sequedad al discurso del poeta, esa sequedad es, al cabo, uno de los rasgos principales del estilo del autor, y resulta preferible a la extraña e indebida languidez que provocaría, por ejemplo, una traducción en alejandrinos. Procuré mantener algunas características del original que a mi parecer son irrenunciables, como la literalidad de las diversas fórmulas comparativas, la coincidencia de las pausas métricas y sintácticas, la disposición simétrica de las subdivisiones de la estrofa o la tendencia ocasional a la sentenciosidad: en justa correspondencia, hice lo posible por no caer en tentaciones frecuentes, como serían paliar los anacolutos, parafrasear para esclarecer abusivamente los pasajes oscuros o introducir alguna especie de variatio en las repeticiones obsesivas.

Un botón de muestra de las dificultades de la traducción de los clásicos y del auxilio de la filología y de la historia literaria nos lo ofrece el más famoso de los senyals de las damas de March, Plena de seny. El sustantivo seny carece de un equivalente perfecto en castellano, y el traductor debe tener en cuenta además que el sintagma se basa en dos elementos esenciales: la idea de plenitud y la condición sustantiva del seny; estos dos elementos, escogidos por el autor a imagen y semejanza de la invocación a la Virgen María, gratia plena, pueden desvanecerse fácilmente en traducciones aproximativas (Dueña de ti, Muy sensata y Prudente dama son algunas de las propuestas modernas), por más que cualquier solución (la mía es Toda cordura) debe conformarse con sustituir imperfectamente, y no suplantar, al original.

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