Según la noticia sin firma, publicada el pasado 17 de junio en Diarios Bonaerenses, "El icónico personaje creado por Quino desembarcó en el mercado angloparlante. El traductor, un irlandés que vivió dos años en Buenos Aires, comparó a la historieta con clásicos como Peanuts y Calvin & Hobbes”.
Mafalda llegó a EE.UU. con la primera publicación oficial de una editorial en lengua inglesa
A 60 años de su primera aparición, el icónico personaje creado por Quino, Mafalda, desembarca por primera vez de forma oficial en el mercado angloparlante gracias a la editorial Elsewhere, especializada en literatura infantil. La traducción estuvo a cargo del irlandés Frank Wynne, quien vivió dos años en Buenos Aires y se empapó del habla porteña. No es la primera versión en inglés, pero sí la primera a cargo de una editorial del hemisferio norte, ya que desde 2001 lo intentó De la Flor.
El primer tomo de la “Mafalda” de Elsewhere Editions ya está disponible en las librerías de EE.UU. y en su sitio web a un precio -accesible para los actuales estándares- de 18 dólares, y se espera que salgan otros cuatro volúmenes próximamente.
Wynne, que traduce a su idioma a Almudena Grandes y a autores franceses, contó a la agencia EFE que descubrió a Mafalda en los años ‘80 en París y se sorprendió que allí fuera todo un fenómeno literario.
Sobre la traducción, aseguró que trató de verter al inglés el habla porteña -que además tiene seis décadas, con todo el cambio generacional que eso supone- pero que hubo algunas “bromas imposibles”.
Y puso a la historieta argentina al nivel de Peanuts y Calvin & Hobbes. Las tres tienen en común que son “libros para adultos”, aunque revistan la apariencia de literatura infantil.
“Mafalda es una sátira de la sociedad que sigue funcionando hoy”, dice Wynne. “Tal vez no hay una guerra en Vietnam pero sí hay una en Gaza y otra en Ucrania”, en las que el lector puede reconocer las preocupaciones que obsesionaban a Mafalda, asegura.
Porque “Mafalda es muy política, habla de Vietnam, del capitalismo y del comunismo”, pero también es una nena con reflexiones ingenuas y amiga de sus amigos, aun cuando sean tan diferentes como la superficial Susanita, el soñador Felipe o el “galleguito” Manolito, un personaje quizás difícil de explicar al público estadounidense.
La historieta argentina vive un momento álgido: mientras la adaptación de Netflix de El Eternauta, obra de Héctor Oesterheld y Francisco Solano López, trepó a la cima de todas las listas, se sabe que la N roja prepara una serie animada de Mafalda dirigida por Juan José Campanella que podría llegar en 2026.
De siete a once
Mientras tanto, De la Flor comenzó a editar Mafalda & Friends en 2001. “Nos pedían traducciones hasta en los idiomas más insólitos, pero nunca pudimos interesar a las editoriales inglesas o norteamericanas”, contó en ese momento su fundador, Daniel Divinsky, a La Nación. Y destacó: “¡Nos decían que Mafalda se parecía demasiado a Peanuts, la tira del perrito Snoopy!”. Es curioso que ese argumento, en ese momento negativo, hoy en día se presente como parte del atractivo de la historieta.
Pero -según afirma la nota-, “desbordado por pedidos de turistas, estudiantes de inglés y fanáticos internacionales, Divinsky decidió que Mafalda ya no podía dejar de hablar la lengua de Shakespeare, por lo que la está haciendo traducir en la Argentina para luego exportarla”.
Y aseguró que “será una versión especial, con un máximo de siete tomos, porque tenemos que eliminar las referencias culturales demasiado fuertes. Y no sólo las políticas: hay que prepararla para que pueda ser disfrutada por gente que nunca en su vida ha visto un sifón”.
Casi un cuarto de siglo después de ese chiste lanzado en una entrevista, la imagen de Mafalda “volando” impulsada por el poder de los sifones fue la que eligió Elsewhere para publicitar su nueva edición.
Esos siete tomos previstos de Ediciones de La Flor se convirtieron en 11 y salieron hasta el año 2013. Todavía son relativamente fáciles de conseguir, pero habrá que ver qué pasa si la edición “oficial” en inglés se convierta en un boom editorial.
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