viernes, 19 de diciembre de 2025

En un Chile que votó a la ultraderecha, se edita la traducción de un libro de poemas escrito para denunciar el golpe de 1973

En el contexto de un Chile que, a través de elecciones democráticas, acaba de entronizar una vez más a la ultraderecha que reivindica al tirano Pinochet, una editorial acaba de publicar, con traducción de la poeta y traductora Drago Yurac, un volumen del poeta estadounidense James Scully, escrito en los dos primeros años del golpe de Estado. Tal es la noticia que ofrece hoy, sin firma, El Mostrador, publicación trasandina.

El poeta de EEUU y su libro sobre los primeros días del Golpe de 1973

Editorial Agnición publica por primera vez en español Santiago poems, libro escrito entre 1973 y 1974 en Chile por el poeta estadounidense James Scully (1937-2020).

Se trata de un testimonio poético urgente del inicio de la dictadura, nunca antes disponible para lectores hispanohablantes, y que estará presente en la Furia del Libro en el Centro Cultural Gabriela Mistral, que termina este domingo.

La edición —a cargo de Gabriel Lane— incluye traducción y nota de la traductora y poeta Drago Yurac, epílogo de Arlene Scully, y esculturas del artista Jeff Schlanger, creadas originalmente tras recibir los poemas clandestinamente desde Santiago, además de material documental sobre la estadía de Scully en Chile.

Santiago poems fue publicado hace 50 años, luego que Schlanger, escultor, amigo y compañero de James Scully, recibiera cada uno de los poemas de manera parcializada y enviados sin remitente desde Chile.

“Esa recopilación fue ante todo pensada como material de denuncia, desde Chile al mundo a través de las redes que entonces disponía la familia Scully en Estados Unidos. Hasta ahora, estos textos no habían circulado en Chile, y es primera vez que se traducen al español”, explica Lane.

Escrito bajo estado de sitio
Santiago poems fue publicado por primera vez en 1975 por Curbstone Press, en Estados Unidos, como un gesto internacional de denuncia. Medio siglo después, Agnición Editorial recupera y traduce íntegramente esta obra escrita entre octubre de 1973 y julio de 1974, en los primeros meses de la dictadura militar.

El volumen emerge desde la experiencia de Scully, quien llegó a Chile con una beca Guggenheim para documentar la eclosión cultural y literaria en años de la UP. Tras el golpe, Scully y su familia, quienes ya se encontraban a medio camino, deciden de todos modos llegar a Chile y denunciar los crímenes de lesa humanidad y traspasar las fronteras de la censura.

Como recuerda la nota de la traductora, el libro es «más que poesía: es un eco de la historia, un acontecimiento». En estos textos, Scully condensa la mirada de un poeta extranjero sobre un Santiago brutalmente transformado: «las momias volvieron a la luz, desenrollando/ sus harapos contentos por las calles de Providencia/ chic/ y desolada en primavera/ Nada por lo que valía la pena llorar».

El hallazgo
La poeta y traductora Yurac fue la que hizo el hallazgo del texto.

“Tuve la suerte de viajar brevemente por algunas ciudades europeas en el 2018. Día y noche, sola, me perdí en muchos sitios y uno de los mejores lugares para perderse son las librerías. Así me encontré en Ámsterdam, revisando una librería de compraventa de usados en inglés. En la sección de poesía, encontré un libro delgado llamado Santiago Poems, publicado por Curbstone Press en 1975. La portada, con esa estatua del artista Jeff Schlanger que comunica el dolor de la historia, no pasaba desapercibida. La primera página decía, como en letras de muro: «Arriba de ti, debajo de ti, igual a ti»”, cuenta Yurac.

“No podía creer que existiera un libro escrito por un poeta estadounidense en los primeros años de la dictadura. Que se presentara como un documento de ese momento histórico «para los chilenos». Menos podía creer que no estuviese traducido al español, que nadie lo conociera ni de oídas”, explica.

“No era solo que los poemas tuviesen valor literario o no, el libro era un testimonio poético de resistencia importantísimo para la historia de Chile”.

Yurac habla de una razón “intuitiva y personal”.

“Como traductora y lectora de poesía, suelo buscar libros ocultos que han pasado desapercibidos en el tiempo y entre las lenguas. Es una tarea inagotable, minuciosa, y hermosa. En este caso, Santiago poems parecía imposible, quiero decir, poco probable. En su gesta y su forma de existir. Insistiendo un poco en lo mismo: ¿Cómo era posible que se sepa tan poco de un libro así? Pensando en la historia literaria de Chile. Porque este libro sobrepasaba la mera anécdota o la curiosidad de un poeta extranjero: es un libro vivencial”.
Puzzle incompleto

A su juicio, la mirada de Scully es una pieza más de un puzzle siempre incompleto de la atmósfera que se vivió los primeros meses del golpe en el 73.

“Es un archivo y testimonio de otra índole. Y pese a ello, su valor literario y el hecho de que una editorial lo publique no es tan obvio. Por eso aquí la segunda razón: el mismo libro reclamaba su vuelta a Chile, y eso implicaba traducirlo del inglés al español”.

Luego debió buscar a alguien que confiara en el proyecto, con toda la responsabilidad que ello requiere.

“El acto de traducirlo se me transformó en un imperativo: debía hacerlo. Y también debía buscar a quienes resonaran. Las mismas palabras de agradecimiento de Arlene, la viuda, nos reafirman la importancia de haber seguido esa pequeña huella y haber tenido el valor y la persistencia de traerlo de vuelta. En este caso, traducir fue como continuar esa resistencia”.
Un registro poético de la violencia y la resistencia

Los poemas recorren escenas del país recién golpeado, en sucesos como la muerte de Víctor Jara, evocada en «Now sing / Cantahora», donde Scully escribe: «lo mataron/ y no lo pudieron matar lo suficiente»; los cuerpos arrojados al Mapocho, el Estadio Nacional como campo de concentración y el miedo cotidiano del toque de queda; el estremecedor poema «Cuando la gente fue desaparecida», donde el autor recuerda a Neruda bajo arresto domiciliario y las calles convertidas en un paisaje fantasmal.

La voz de Scully es directa, grave, pero también profundamente humana, capaz de observar la belleza persistiendo en medio del horror: en grafitis, en el río Mapocho, en el gesto de los trabajadores y en las figuras que marcaron la resistencia popular.

Y cuando el Estadio Nacional mostró sus colores
de campo de concentración

la tortura como el fútbol
se convirtió en deporte nacional

Porque cada mañana más cadáveres de trabajadores
atascaron el terminal de tranvías, no pudimos llegar a ninguna parte

Porque pescamos pedazos
de cuerpos del Mapocho

y arrojamos el resto
(echados a perder) al Pacífico

—las colas para el pan desaparecieron,
y la abundancia volvió a nosotros

al estilo
que estábamos acostumbrados

de nuevo fuimos libres
para vivir en carne y hueso

Para el editor Lane, esto es “una muestra de lo cruda y directa que es la escritura de James Scully y la poesía política norteamericana de la época, a la vez que es una escritura capaz de generar distancia y darle voz a quienes ejercen la violencia y la brutalidad”.

“Si bien es polémico, este es un modo bien honesto para recordarnos que estos discursos —el de la comodidad y el del bienestar económico— pocas veces tienen techo cuando es la estabilidad de clase la que se ve amenazada. Como diría James Scully en su dedicatoria de la edición original, fue el miedo y la codicia los que hicieron brutales a los chilenos”.

Por otro lado, “estos versos son una muestra más de cómo los restos y los despojos del terrorismo de Estado, la derrota, el horror y la violencia cartografían nuestros mapas y son parte, no solo de nuestra memoria y nuestra psicología social, sino también de nuestra presencia en las ciudades, construidas sobre estos restos con los que aún tropezamos”.

Un contexto histórico recuperado: cartas, diarios y memorias
La edición incorpora también materiales inéditos en español, entre ellos, fragmentos del «Diario de Cuernavaca», donde Scully narra los días previos a su viaje a Chile y su decisión de venir pese al peligro: «sé exactamente qué debo hacer… escribir lo que a ellos no se les permite escribir».

Por otro lado, se encuentra en el volumen la extensa dedicatoria escrita décadas después, recordando a amigos chilenos como Pancho Boncompte, Orlando e Isabel Margarita Letelier, y Teresa de Jesús, y reconstruyendo las redes solidarias y el clima de persecución de los años 70.

Estos documentos sitúan la obra en la vida real: el departamento que funcionó como refugio del MIR, las detenciones, los exilios, los asesinatos, y el impacto que tuvo el viaje en la vida y obra de James Scully.

La dimensión visual: esculturas para un dolor compartido
El libro además incluye esculturas de Jeff Schlanger, artista estadounidense que recibió los poemas enviados clandestinamente desde Chile y creó más de trescientas piezas que representaban la violencia sobre los pueblos.

En esta edición, sus obras —rostros quebrados, figuras heridas, memorias materializadas en barro— acompañan los poemas como un diálogo visual del horror y la resistencia.

Con esta publicación, Editorial Agnición recupera un libro que permaneció cincuenta años prácticamente desconocido en Chile, pese a haber sido escrito para lectores chilenos y como denuncia internacional. En la cubierta original, James Scully escribió: «Procedencia: luego del golpe militar del 11 de septiembre de 1973 en Chile; durante la represión administrada por los Estados Unidos y Brasil, y llevada a cabo por chilenos a quienes la codicia o el miedo los volvieron brutales. Escrito en Santiago de Chile, entre el 12 de octubre de 1973 y julio de 1974, por James Scully. Para los chilenos».

Finalmente, ¿cuál es la actualidad de este libro, en el marco de la victoria de Juan Antonio Kast?

“Hablar de actualidad es difícil en una contingencia que debiese llamar a la detención y a la pregunta. Para mí es claro que este libro llega cincuenta años tarde al territorio chileno y, como tal, hay que entenderlo desde un desfase en sus principios de composición y distribución”, responde el editor Lane.

“Si este libro, como libro de poesía y no como panfleto -género muy legítimo, por cierto-, posee una carga estética, es importante dimensionar que antes fue pensado como una literatura de denuncia. James y su pareja, Arlene Scully, articularon toda una red para denunciar en el exterior aquello que estaba pasando en Chile, aquello que podían captar como extranjeros gringos y que se veía impedido de darse a conocer por el bloqueo y la censura”.

A su juicio, “antes que una poesía de alto peso retórico y estético, fue una poesía pensada para ser puesta en circulación. En ella hay una voz que se instala desde el lugar del oprimido, y no como turista, sino como hermano, tal como alguna vez Gabriela Mistral le dio voz al indígena”.

“Ellos arrendaron un departamento en el Parque Forestal y lo habilitaron como una casa de seguridad del MIR; estrecharon una amistad profunda con Orlando e Isabel Letelier; Juan José Bomcompte se convirtió en un integrante más de la familia. Es decir, hay ahí una articulación social y política que resulta relevante de observar, especialmente hoy, en un momento de crisis para articular ideas y volverlas efectivas en el tejido social, con una clase política de izquierda que, puestas las anteojeras, pareciera haber perdido de vista a las capas populares. No creo que estos poemas tengan un sentido pedagógico sobre cómo hacer las cosas, pero sí constituyen un testimonio de una vivencia radical”, concluye.

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