martes, 9 de diciembre de 2025

Hanna Nordenhök, escritora y traductora sueca

El pasado 1er. de diciembre, Darío Alemán publicó en El País, de Madrid, una extensa entrevista con la escritora y traductora sueca Hanna Nordenhök. De esa entrevista, se reproduce a continuación la parte más pertinente para los lectores de este blog.

"No puedo escribir y traducir a la vez"

Además de narradora y poeta, Hanna Nordenhök es traductora del castellano al sueco (nada menos que la lengua del Nobel). Entre los autores que ha traducido están Fernanda Melchor, Emiliano Monge (ambos de México), Andrea Abreu (España), Alia Trabucco (Chile) y Samanta Schweblin (Argentina). Para ella, la traducción es una suerte de procedimiento alquímico, sobre todo cuando se enfrenta a obras cargadas de localismos, como podrían ser Temporada de huracanes de Melchor, o Panza de Burro de Abreu.

“En cuanto a la traducción, pienso ahora en la palabrota”, dice Nordenhök. “En sueco hay jerga y palabrotas, pero no son tan comunes en el habla cotidiano como pueden serlo, por ejemplo, en Veracruz. Entonces, el reto está en lograr que el lector sueco sienta el ambiente de la obra. Hay que inventar palabras y recrear un equivalente al espíritu del libro original. Por supuesto, se investiga mucho para eso. Sin embargo, hay matices del lenguaje que inevitablemente se pierden un poco, y esto es algo que debe aceptarse cuando se traduce. Pero también se ganan cosas. Se trata, al final, de una negociación con el lenguaje”.

–¿Y cómo llevas tu oficio de poeta y narradora con tu trabajo de traductora?
–Me pasa que no puedo escribir y traducir a la vez. Cuando entro en el universo de un libro, ya sea mío o de otra persona, necesito hacerlo totalmente y dejarme llevar. Tengo amigos y colegas que llevan ambas cosas al mismo tiempo, pero yo no podría.

–¿Crees que ambos trabajos se relacionan? ¿Influye la traducción en tu escritura?
–Traducir te permite explorar tu propio idioma. Cuando traduzco, exploro rincones de mi idioma que tal vez no visitaría por mí misma. Esa es una herramienta que me sirve como autora, por supuesto.

–Tanto la traducción como la escritura de ficción te permiten conocer el panorama de la literatura hispanoamericana y la sueca. ¿Cuáles dirías que son los elementos que los distinguen hoy en día?
–No hay dudas sobre el hecho de que existe un componente más social y político en la literatura en castellano, sobre todo en América Latina, donde hay sociedades cargadas de conflictos. En Suecia, sin embargo, abundan los escritores que escriben sobre la vida de la clase media desde la clase media, y ese tema a mí no me interesa mucho. Literariamente, me atrae lo real, lo complejo del ser humano y los problemas del mundo actual, a los que, por cierto, mi país no escapa. En Suecia, hoy tenemos a la extrema derecha en el gobierno y es enorme el poder que ha alcanzado el crimen organizado. El mundo sigue teniendo la idea de una Suecia que es un modelo idílico, un paradigma de la socialdemocracia, pero ahora esa es una imagen rota.

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