jueves, 3 de marzo de 2022

Marietta Gargatagli y tres de "Ulises" (III)

Esta es la tercera y última entrada que Marietta Gargatagli le dedicó al Ulises de James Joyce y sus peripecias en las tierras del Cid.

El Ulises de Salas Subirat en España

En las bibliotecas públicas y universitarias españolas se encuentran numerosos ejemplares de la traducción de Ulises de José Salas Subirat (foto), de las reediciones de 1952, 1959 y 1972. Y dos ejemplares firmados de la primera edición de 1945. Uno perteneció al escritor Juan Benet (Biblioteca Nacional de España) y otro al psiquíatra y discípulo parricida de Freud, Ramón Sarró (Biblioteca de Catalunya). 

En un plano diferente de la realidad, aquel Ulises también aparece en los archivos de la censura literaria de Alcalá de Henares, por lo menos, dos veces. Aunque de la primera aparición no queda más huella que la segunda aparición: la solicitud de impresión y depósito de ejemplares de la editorial Planeta que tenía intención de editarlo en 1962. Un Ulises sigue ahí muy intonso. No se encargó una traducción a nadie: simplemente se presentó para su aprobación la tercera edición (1959) del trabajo de José Salas Subirat publicado por Rueda de Buenos Aires. La novela de Joyce sería precedida del “Estudio Biográfico de James Joyce de R. Fernández de la Reguera”. 

En uno de los apartados de los formularios de la censura previa se mencionaba como antecedente una importación suspendida el 14 de junio de 1946, relacionada con la primera publicación de la editorial argentina, aunque en realidad la primera edición de Rueda (que se sepa) no se vendió en España. La autorización de 2000 ejemplares tiene fecha del 16 de marzo de 1962 y está precedida por el informe del lector “don 10”. Es decir, un anónimo, que dijo lo siguiente:

Con fragmentos verdaderamente incomprensibles, el Ulises de James Joyce tiene páginas consideradas por la crítica literaria como antológicas, dentro de las nuevas líneas de expresión propias de nuestro siglo. Es cierto que en algunos pasajes, como en el monólogo final de la señora Bloom, existen descripciones crudísimas; pero no están hechas con afán pornográfico, como tampoco las irreverencias religiosas de algunos personajes tiene tono proselitista. En definitiva, estamos ante una obra publicada casi hace medio siglo, que si en su tiempo escandalizó, ahora se la considera más bien como una curiosidad literaria, que como una piedra de escándalo, de interés, por su difícil lectura, solamente para una minoría.” A mano se añadió: “Por todo ello considero que PUEDE PUBLICARSE” Y con otra letra: “En cuanto al prólogo (se refiere al de R. Fernández de la Reguera) no tiene nada censurable.”

Curiosamente la obra no vio la luz hasta 1964 cuando fue incluida en una colección de Planeta llamada, paradójicamente, Maestros ingleses. Se trataba del Tomo VI, en papel biblia y donde Ulises compartía volumen con George Wells (La guerra de los mundos), D.H. Lawrence (La mujer perdida), AldousHuxley (Un mundo feliz) y Graham Greene(El poder y la gloria), libros que, como Ulises, también habían sido editados en la Argentina.

La versión de Salas Subirat fue publicada en España varias veces más. Anotada por Julián Ríos e ilustrada, apareció en Círculo de Lectores de Barcelona en 1991 con una frase que decía así: “La obra de Joyce, en la versión de José Sala Subirat que hemos seleccionado, mereció la aprobación de Jorge Luis Borges, primer traductor de un pasaje del Ulises al castellano”.

En 1992, se publicó El Ulises Prohibido: los dibujos originales de la edición de Ulises ilustrado. Un recorrido visual y literario por la novela del siglo de Eduardo Arroyo y Julián Ros, conmemorativa del cincuentenario de la muerte de James Joyce en 1991. Entiendo que se trata de un cuaderno/catálogo de la exposición en Madrid de las obras de Arroyo que el nieto de Joyce no permitió que se incluyeran en la primera edición de Círculo de Lectores.

En 1996, Planeta volvió a editarUlises o cierta versión de Ulises que encargó a Eduardo Chamorro quien corrigió la traducción y eliminó las palabras argentinas de Salas Subirat que (curiosamente) siempre fueron muy pocas, aunque irritantes.

En 2022 (retomando el deseo de Eduardo Arroyo, cuyas ilustraciones de Ulises hubieran debido estar en la edición de 1991 de Círculo de Lectores), la editorial Galaxia Gutenberg volvió a editar la traducción de Salas Subirat en un volumen precioso de 710 páginas.

En las bibliotecas españolas, públicas y universitarias, figuran otros Ulises traducidos por Salas Subirat, los editados por Brontes (2009) y Edicomunicación (2003, 2006) (de los que no existen mayores (ni menores) referencias) y por la editorial Diana de México que solía repetir las ediciones más interesantes de Buenos Aires.

No conozco ninguna investigación sobre la recepción del trabajo de Salas Subirat en España ni tampoco cuánto pudieron pagar por él (al autor o a sus herederos) los sucesivos editores. Con la excepción de Galaxia Gutenberg que incluye el ã de los herederos de Salas Subirat y no modificó el texto del traductor.

Gracias al hallazgo de un manuscrito de otra versión de Ulises, en este caso, al catalán,del profesor de la Universidad de Alcalá de Henares, Alberto Lázaro Lafuente, hallazgo que conocí por un artículo de Teresa Iribarren i Donadeu («La primera traducció de l´Ulisses a Espanya»ScientiaTraductionis, n. 12, p. 342-363, 2012, traducción al portugués de Brasil por MauriFurlan) es posible imaginar los posibles honorarios de la época por la versión de un clásico y las naturales zozobras del oficio.

La traducción de Joan Francesc Vidal Jové (1899-1978, narrador y dramaturgo catalán que tradujo a Joan Maragall, Salvador Espriu, Mercé Rodoreda, Balzac, Rabelais, Rimbaud, Sade, Zola y Joanot Martorell) fue presentada por Alfredo Herrero Romero para la editorial que llevaba su nombre AHR a lo que se denominó, después de la Ley de Prensa de 1966, la “consulta voluntaria”. Mecanografiada y con 1082 páginas, la obra de Vidal Jové recibió la autorización el 15 de marzo de 1967. Por razones que se desconocen aquel permiso no fue suficiente para que fuera editada. En este caso sí sabemos cuánto cobró el traductor, 31 pesetas por folio, que el trabajo debía hacerse a partir de la versión francesa de Auguste Morel y en cuatro meses. Una de las cartas de Vidal Jovéal editor resulta bastante elocuente de las vicisitudes no literarias de la novela más extraordinaria del siglo xx.

“Si no está Vd. en la cárcel (hoy todo es verosímil) escríbame Vd., telefonéeme. Si no es así —como espero— y no me contesta, únicamente los servicios de pompas fúnebres podrían justificarle. Y aun no, a sus herederos. Un saludo, cordial y un tanto desesperado.”

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